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Capítulo 4: Lazos tempranos.

Mientras la contienda en la manzana espa daba lugar, Goku estaba embarcado en su misión por conocer este nuevo mundo que al parecer, se convertiría en su nuevo hogar definitivo. Había estado sobrevolando la ciudad hace unos minutos, pero luego vio conveniente explorarla por tierra, así que, cuando pudo aterrizar en un parque para poder empezar su recorrido a pie, se llevó la magnífica sorpresa de que había rejuvenecido gracias al ver su reflejo en un lago que aquel parque tenía. Para el saiyajin, esto no era tan malo después de todo, así que no puso tanta queja al respecto. Claro, además como si pudiera hacerlo, ya esto se salía de su dominio.

Habían pasado cerca de 35 minutos desde que el portador del mítico estado del Ultra Instinto empezó a explorar por pie propio, y poco más de una hora desde que llegó. Durante el primer tercio del primer periodo de tiempo, estuvo caminando por una acera que estaba tan concurrida como cualquier otro día del año. También, el azabache se encontraba sumido en un estado profundo de reflexión.

Era la primera vez que Kakaroto estaba envuelto en un mundo ajeno al de las peleas físicas, las que da para defender la tierra, y hasta el mismo universo. Ahora estaba envuelto en una pelea que el mismo sabía que iba a perder, incluso con el Ultra Instinto perfecto:

Si, Merus le dijo que con esa técnica podía derrotar a cualquiera que se le opusiese en el camino, pero nunca habló de si podía derrotarse a sí mismo... en una batalla mental.

Goku lleva consigo con la responsabilidad del destino de donde fue alguna vez su planeta tierra, ya que por confiarse de más, y darle una oportunidad a Moro de reivindicarse, terminó cayendo en su costosa trampa. Y quizás... solo quizás por eso, la energía vital de la tierra haya sido comida por el hechicero. Y esa posibilidad era la más probable.

Pero quizá eso no era lo peor para el azabache. Le remordía el no poder cumplirle la promesa de proteger la galaxia a Merus... a toda maldita costa.

Ya no dejaría que su obsesión por pelear lo dominase tanto como antes. Y eventualmente, se encargaría de ese pequeño "defecto".

Cuando terminó en esa conclusión, decidió volver a lo que estaba haciendo, que era explorar y ponerle atención a ese mundo completamente nuevo para él, empezando por la ciudad aledaña del lugar en el que había caído. Pese a su situación emocional actual, no podía evitar que la curiosidad hiciera de las suyas, y preguntarse que era lo que deparaba ahora, además de saber que tenía ese mundo que el suyo no tenía, o viceversa.

Notó que en ese mundo no existían tales cosas como los carros voladores, o motos que tuvieran las mismas características. En ese mundo, estos medios de transporte tenían cuatro o dos ruedas, dependiendo del vehículo del que estemos hablando. Eso lo hizo concluir que ese mundo no era tan avanzado tecnológicamente con respecto al suyo, basándose en el automóvil que Bulma pilotaba.

Luego, pasando por una pequeña avenida, notó que habían puestos callejeros de comida de todo tipo: Sushi, katsudon, tempura, sashimi, teriyaki, entre otros. Obviamente, no reconoció nada de esta gastronomía nipona, ya que para él, toda la comida era igual, sumándole el hecho de que no comía tanto de esos manjares típicos.

Pero su nariz pudo captar un olor inconfundible para él. Uno cautivante, seductor, y muy, muy delicioso. La única comida que Goku reconoció perfectamente por su olor... y que ya conocía de memoria por su sabor.

Ramen.

- Maldición... ¿Por qué ahora me tiene que dar hambre?

Sin embargo, no era tonto, y sabía que tendría que aguantarse. ¿Hasta cuándo? Por lo menos hasta que consiga algo de dinero, y tenía que hacerlo pronto.

Salió de aquella calle para inmiscuirse a otra acera, que estaba medianamente concurrida para así, poder seguir investigando a fondo en donde estaba. Aún estaba sorprendido debido a los gigantescos edificios que aparecían en su trayecto, e incluso pudo notar que unos cuantos eran incluso más altos que la misma Corporación Cápsula.

Más no pudo seguir en cierto punto, ya que, pasada la avenida de la comida, y teniendo cerca de 5 minutos de caminata en aquella otra acera, el saiyajin comenzó a flaquear en su caminar. De un momento a otro, empezó a perder las fuerzas que tenía para andar a pie, cosa que lo empezó a alarmar.

- ¿Q-Que? - se dijo entre leves jadeos. - ¿Qué r-rayos me sucede?

La gente que también transitaba por allí notó como Kakaroto estaba desfalleciendo de a pocos sin razón aparente, y algunos se ofrecieron a darle un mano.

- Oye, ¿qué tienes? - preguntó una mujer que por ahí pasaba, mientras agarraba de los hombros al saiyajin para que pueda erguirse un poco más.

- N-No es nada, gracias. - de manera "brusca", Goku se zafó del agarre de la mujer, y continuó su trayecto.

Pero debía dejar de ser necio.

A este punto, Son necesitaba apoyarse de la pared más cercana para no perder el equilibrio, y casi no la encuentra. En el proceso, más personas se ofrecieron a ayudarle al peli-punta, quién rechazó de la forma menos brusca posible su atendimiento. Pero tenía que aceptar la ayuda de alguien, ya que su vista se estaba comenzando a nublar al cabo de 2 minutos de haber sentido los primeros síntomas, mientras su sistema respiratorio expulsaba jadeos cada vez más pesados y profundos.

- Y-Ya... n-no puedo... m-más... - exhaló pesadamente.

Para evadir a las personas que aún lo querían auxiliar, Goku se vio obligado a adentrarse en un oscuro callejón, y reposar en uno de los muros que lo conformaban. Pero ni siquiera descansando su situación logró mejorar, fue todo lo contrario; estaba empeorando a cada segundo que el día consumía. Ahora, la pregunta que resonaba en el saiyajin era ¿por qué? ¿Qué lo tenía tan cansado, y así tan de repente?

- A este paso, siento que me fuera a morir en cualquier instante. - pensó mientras se agarraba el rostro con la palma de la mano izquierda, así mismo pasándose el dorso de esta por la frente, y notar que estaba sudando a montones.

Pero podía encargarse de ello un poco más adelante. Unos sonidos que provenían del otro lado del callejón llamaron la atención de nuestro protagonista, el cual solo volteó a ver en la dirección en la que supuestamente estaba escuchando esos ruidos. Pudo distinguir 2 figuras, y ambas parecían masculinas.

- ¡Por favor, suéltame! - rogaba una de las voces, clamando piedad. - ¡No me hagas nada, por favor! ¡Llévate lo que quieras, pero a mi no me hagas nada!

- Cállate, rastrero. - una segunda voz que sonaba terroríficamente calmada se hizo presente. - Me estás haciendo más difícil el trabajo. - usando su quirk, que consistía en convertir sus extremidades en cuchillas letales, estaba apuntando a la nuca de su víctima con su mano derecha, mientras se encontraba por detrás para limitarle todavía más la movilidad, y cerrarle todas las rutas de escape. - Quédate quieto, no quiero ensuciar nada.

La víctima era un hombre del común, que era actualmente un empresario medianamente exitoso, y que iba pasando por el otro lado de la acera del otro lado del callejón con toda la naturalidad del mundo. Su empresa lo había recompensado por el arduo trabajo que había realizado para un proyecto inmobiliario, dándole así un día libre. Después de todo, el contribuyó a gran parte.

Quiso aprovecharlo comprándoles un detalle a su esposa y a su hija, ya que había impuesto mucho de su tiempo en ese proyecto, por lo que no estuvo tan atento a las necesidades de su familia, y decidió compensarlo de alguna forma con detalles que no fueran tan costosos, en señal de que tales descuidos no volverían a presentarse. Agradecía que su amada y su hija no fueran tan detallistas; pese a que era buena la cantidad de dinero que se ganaba.

Y al pobre lo tenían ahora en peligro inminente de perder la vida de un cuchillazo.

- ¡O-Oye, tu!

Una voz grave, pero a la vez algo cansada se escuchó desde el otro lado del callejón. Ambos voltearon a ver de quién se trataba, pero la oscuridad de la mitad del callejón impedía ver quien era el dueño de la voz. Cuando finalmente su figura salió a la luz, se trataba de un hombre con el cabello en forma de palmera color ónix, ojos del mismo color, que llevaba una ropa de combate que estaba gravemente desgastada... y estaba gravemente fatigado.

- D-Deja a ese hombre. - ordenó con su voz cansada, pero que trataba de sonar contundente. En cierto punto, lo logró.

- Tu a mi no me ordenas lo que tienes que hacer. - replicó el malhechor. - Si no quieres terminar como el, ¡vete de una jodida vez, y no te metas en lo que no te incumbe!

- Y... ¿Y si me niego a retirarme? - espetó el saiyajin contundente.

- ¡Pues después no me culpes de lo que te pase! - rugió, mientras soltaba a su rehén dejándolo caer de bruces al suelo, y velozmente, convertía su brazo izquierdo en cuchilla para atacar al azabache, con la intención de cortarle el brazo.

Más sin embargo, el resultado de este "encuentro" fue completamente distinto. Solo se vio la silueta del malhechor detenerse a pocos centímetros de la de Son, y se escuchó el crujir de lo que parecían ser costillas.

Una... dos... tres... y luego un pequeño torrente de sangre cayó al suelo. Si subimos la vista hacía ambos, el puño izquierdo del peli-punta estaba profundamente enterrado en el abdomen de su contrincante, y eso fue muchísimo más que suficiente para dejarlo noqueado. Probablemente no despertará en 5 horas, a lo sumo.

El otro hombre estaba más que sorprendido. Derrotó a un maleante con un quirk bastante peligroso de un contundente golpe, y eso estando lastimado y muy fatigado, a juzgar por la vista exterior.

- ¿S-Se... encuentra bien? - preguntó el saiyajin al hombre mientras jadeaba fuertemente, mucho más fuerte.

- ¿Eh? - el otro estaba tan anonadado que recibir la pregunta fue una sorpresa. - S-Si, pero... - miró de pies a cabeza al pelo palmera. - ¿qué hay de usted?

Goku soltó una carcajada cansada.

- E-Eso... me alegra. - respondió ignorando la última pregunta con una sonrisa, para después, quedar en el suelo completamente inconsciente.

[...]

Los ojos del saiyajin estaban comenzando a abrirse con cierta dificultad. La falta excesiva de energía hacía levemente trabajosa esa simple tarea. Después de casi 25 segundos de estar forcejeando con el cansancio ocular, lo primero que sus ojos captaron fue un brillante color blanco que venía de arriba. ¿Estaba acaso en el otro mundo?

- Tch. - rechistó cansado, para después, lograrse sentar con muchísimo esfuerzo. - ¿Qué demonios me ocurrió? ¿Dónde estoy? - se colocó la mano en la cabeza, la cual le dolía como los mil demonios. Su mirada se posicionó en sus alrededores.

Se dio cuenta de que estaba recostado en una cama que poseía cierto toque occidental, además de que en una habitación que tenía cierto aroma occidental en su interior, con una superficie hecha de madera rústica y paredes del mismo material. A un costado de la cama, había una mesita de noche con una lámpara del mismo tema de la habitación en general.

Pero el hecho de que estaba ambientada en el occidente, no la exceptuaba para nada de la modernidad. Era lo suficientemente grande como para albergar un televisor de casi 43" que se encontraba en la pared al frente del saiyajin.

- ¿Eh? ¿Ese mi dogi? - algo curioso se preguntó mientras veía que al lado del nochero, había una silla en la que, por muy raro que parezca, estaba su indumentaria completamente arreglada.

Poca importancia le dio, así que se levantó de la cama en la que reposaba, y procedió a colocarse su amado traje de combate, comenzando por colocarse su camiseta de color azul oscuro, seguido de sus muñequeras y su pantalón. Y cuando se iba a colocar su camiseta naranja, la puerta de la habitación en donde se encontraba se abrió.

- Oh, despertaste más pronto de lo que pensé, muchacho. - era la voz de un hombre la que había hablado.

Un hombre de cabello castaño, ojos verde esmeralda, que medía aproximadamente un metro y setenta y tres centímetros de altura había hecho aparición con un tono de voz neutral, pero que sonaba como si fuera buena persona, con una pequeña sonrisa en sus facciones.

- ¿Quién es usted? - el saiyajin preguntó con un tono serio de voz que hizo que un pequeño escalofrío recorriera la espalda del castaño.

- Oye, oye, no es necesario que te pongas tan temprano a la defensiva. - soltó mientras batía levemente las manos hacía el frente. - Iba a ver cómo estabas, pero al parecer, te encuentro mejor de lo que esperaba. - completó con un tono más sereno mientras sonreía.

El peli-punta suspiró un poco. A juzgar por el tono calmado que usó a lo último, concluyó que ese tipo no tenía intenciones viles con él, además de que su energía no irradiaba maldad, así que eso lo tranquilizó aún más.

- Ya veo. - respondió con mayor calma, igualmente sonriendo con levedad.

- Aprovechando que ya despertaste, ¿te molesta si te hago unas preguntas? - inquirió el oji-esmeralda.

Goku solo negó con la cabeza, señalando que estaba dispuesto a responder cualquier pregunta. Claro, si esta no se refería en absoluto con respecto a su poder. Si eso pasaba, se inventaría algo en la marcha, y no habría problema.

El buen hombre le dijo que lo dejaba ponerse el resto de sus vestiduras, mientras él lo esperaba para el interrogatorio en la sala de estar, a lo que simplemente el saiyajin asintió. Cuando el sujeto se fue de la habitación, se colocó su camiseta naranja, que aún llevaba la firma de la patrulla intergaláctica plasmada en la parte izquierda, luego, su cinturón azul, y finalmente, sus botas.

Al momento de ya estar listo, Son salió de la habitación hacía la sala de estar, la cual tenía el mismo tema que la habitación de la que acabó de salir. Se sentó en una silla que estaba al frente del castaño, y comenzaron a dialogar.

- Bueno, voy a empezar con algo obvio. - comenzó hablando. - ¿Cuál es tu nombre?

- Verá, mi nombre es Son Goku, aunque a mi me gustaría que me llamara solamente Goku si nos vamos a llevar bien. - respondió sonriendo levemente.

- Bien, Son-kun. - replicó el castaño. - Mi nombre es Kendo Kai, es un placer en conocerte. - extendió la mano sobre la mesa para un apretón de manos, a lo que el peli-punta accedió sin problemas, señalizando que ya estaban entablando conversación oficialmente.

En el momento en el que ambos apretaron manos mutuamente, Kai inmediatamente notó que su invitado tenía una gran fuerza en el agarre. Probablemente porque practicaba algún arte marcial, o algo así, cosa que era verdad. También corroboraba la simple teoría de que su salvador era alguien que no se debía tomar a la ligera.

- Antes de comenzar con el interrogatorio, debo agradecerte.

- ¿Agradecerme? ¿De qué? - replicó Goku con cierto deje de curiosidad.

- Por salvarme. - continuó. - Tu derrotaste a ese hombre que me quería hacer Dios sabe que, de un solo golpe, estando completamente lastimado y cansado. Eso no se ve todos los días.

- ¿El de las cuchillas? - cuestionó el azabache, a lo que el castaño asintió. - Siendo sincero, eso no fue nada difícil. Hay peligros más grandes que él allá afuera. - respondió. - Aún así, de nada. - sonrió.

- Bueno. - Kai suspiró un poco. - Ahora sí, si me permites, te haré unas cuantas preguntas. - Goku asintió en señal de progresión.

Y empezó el interrogatorio.

- Muy bien. ¿Cómo fue que terminaste en esas condiciones tan críticas, y aun así, poder sobrevivir como si nada? - se refería a las cuales se encontraba Kakaroto cuando lo salvó.

Por su bien, Goku se vio obligado a decir una blanca mentira. Y por muy fácil que eso se oyera, para nuestro protagonista fue todo lo contrario. El no tenía la costumbre de mentir, siempre que le preguntaban algo, el respondía con toda honestidad. Pero claro, estamos hablando de que ahora conversa con un hombre que a duras y penas conoce su nombre, y el estilo de vida "tradicional" que lleva, así que, por ahora, tendría que mentir.

- Me atropelló un camión. - respondió con una cara chibi. Y estaba rogando internamente a que Kai se lo tragase.

No fue fácil, ya que Kendo tenía una expresión dubitativa en su rostro, como si estuviera pidiendo una explicación con tan solo la mirada de tal hecho sin igual. Digamos que... Goku no es el más convincente si de mentiras decir se trata, así que titubeó un poco a la hora de sustentar su no verdad.

Dijo lo primero que se le vino a la mente, confiado en que iba a funcionar.

- V-Verá, resulta que yo soy nuevo en este país, por lo que no conozco mucho sobre como se manejan las cosas aquí. Y pensando que los semáforos funcionaban de igual forma de donde vengo, no me di cuenta de que un camión iba pasando por la misma calle que estaba cruzando, y me arrolló. - estaba sudando un poco. - Afortunadamente, como soy muy fuerte, el daño no fue mucho. - se rascó la nuca algo nervioso.

- ¿Y de dónde vienes originalmente? - cuestionó Kai.

Oh... ese detalle. Ese detallito de nada se le había olvidado. Carajo.

- Claro, si no te sientes en confianza conmigo aún, no tienes problema en omitirlo. - aludió con una sonrisa. Esto hizo que el pelo palmera suspirara internamente de alivio. No se vería obligado a contar de donde venía. Al menos, no por ahora.

- Preferiría no hablar de eso por el momento. - se excusó el saiyajin agitando levemente sus manos.

- Bien, no hay ningún problema. - respondió el castaño.

Ciertamente, ese hombre no tenía tantos apuros en conocer del todo a su huésped, ya que omitir ese detalle del lugar de su procedencia, era señal de que debía tomarse su tiempo para conocerlo mejor.

- Ahora, - continuó. - ¿me puedes hablar un poco sobre tu particularidad?

- ¿Sobre mi... que? - Y ese otro detallito se le había olvidado.

- Tu particularidad. - Kai repitió. - Trata sobre alguna habilidad que tengas en especial.

Muy bien, ya se le había aclarado una duda a nuestro protagonista, la cual era saber que era eso de una particularidad. Basándose en lo que le acabó de decir, lo definió simplemente de que trataba su poder.

- Pues... no tengo ninguna habilidad en específico. - respondió mientras se rascaba la mejilla. - O quirk, como acabó de decir, ya que puedo hacer todo lo que se refiera al ki. - si nombraba todo lo que podía hacer en realidad, tardaría cerca de 10 minutos en terminar.

- ¿Ki? - preguntó curioso el oji-esmeralda. Jamás había escuchado algo relativo a eso.

- El ki es la energía vital que fluye por todos los seres vivientes. - definió. - Si se entrena lo suficiente, se es capaz de hacer muchas cosas con él. En mi caso, lo he entrenado muchísimo.

- Significa que puedes usar tu energía vital a tu propio mérito. - el saiyajin asintió con tranquilidad. - Ya veo. - concluyó. - ¿Te molestaría hacer una pequeña demostración?

- No hay problema. - respondió con una leve sonrisa.

Dicho esto, Goku extendió levemente su mano al frente, de modo que fuera posible ver en primer plano su palma. Y un brillo color amarillo empezó a emanar de esta, para inmediatamente después, ver que una esfera del tamaño de una pelota de tenis levitaba. Kai podía sentir que emanaba una gran presión, que no era aplastante, pero que a su vez, poseía gran poder, y fue precisamente por ello que se sorprendió.

- ¿Ese... es tu particularidad?

- Usted me pidió solo una demostración. En realidad, puedo hacer mucho más con eso. - dijo mientras deshacía la esfera de energía, y relajaba el brazo.

- Interesante. - se colocó una mano en la barbilla. - Me gustaría verlo en su máximo potencial algún día.

Goku solamente asintió a esto, pero por dentro se estaba preguntando si en realidad ahora era capaz de llevarlo hasta los límites divinos que solo el conoce. Con el desgaste masivo y repentino de energía que tuvo, ya no sabía si era capaz de acceder nuevamente a la doctrina egoísta. Lo corroboraría esa misma noche.

- Algún día pasará. - mencionó el saiyajin sonriendo levemente. - Por cierto, ¿cuál es el suyo, Kendo-san?

- Oh, cierto. Mi particularidad me permite manipular las moléculas del ambiente a mi gusto, ya sea para solidificarlas, distorsionarlas, o cualquier cosa que te puedas imaginar. - respondió Kendo.

Goku también quedó algo sorprendido por la peculiar habilidad del hombre con quién estaba hablando, ya que, aunque no fuera tan poderosa como lo son sus habilidades, también pensó que sería un quirk muy útil, sobre todo en situaciones de alto riesgo.

- Vaya, si que es muy interesante. - replicó Kakaroto. - ¿Entonces así fue como logró arreglar mi traje?

- No, no pude hacer eso. - negó Kai. - Tuve que llevarlo a una costurera con un quirk un tanto especial para que pudiera arreglarlo por completo. - rio algo nervioso.

En eso, se escucha un rugido muy fuerte, como si de alguna bestia se tratara. Kai se asustó un poco por lo que probablemente podría llegar a ser. Pero esa bestia no era nada cercano a lo que Kendo conjeturaba, sino que esta era algo especial, ya que era proveniente de...

- Jeje, perdone, ¿pero de casualidad no tendrá algo de comer? - era el saiyajin que se estaba rascando nerviosamente la nuca... y estaba notablemente hambriento.

- Dios santo... Que susto me diste, Son-kun. - respiró aliviado el castaño. - De todas formas, ya iba a servir la cena. Eso era lo que necesitaba saber hasta ahora. - se levantó del mediano comedor.

- ¿Qué? ¿La cena? - Goku estaba un poco sorprendido.

- Si, ¿por qué? - preguntó Kai extrañado.

- ¿Cuánto tiempo quedé inconsciente? - espetó mientras se levantaba de la mesa, e iba hacia un pequeño ventanal que había a un lado de la puerta que conectaba con el exterior.

- Creo que fueron como seis horas, porque ya son las 8 de la noche.

El saiyajin paró en seco. No podía creer que tanta fue la energía que perdió como para quedar en letargo por seis benditas horas. Menuda pérdida de tiempo.

- ¿Qué...? - volteó el azabache lentamente hacía el castaño, quién se dio cuenta de que lo estaban mirando, y el a su vez, lo observó con una pequeña expresión de confusión. - ¿Seis... horas?

- Emmm... si, eso fue lo que dije. ¿Por qué? ¿Hay algún problema?

- No es eso... - respondió, aún sorprendido. - Es solo que pensé que aún era de día, pero me doy cuenta de que este día prácticamente terminó. Me preguntó que me habrá pasado en realidad para que haya podido estar tanto tiempo así. - respondió mirando pensativo al techo con un dedo en su mentón.

Su contraparte alzó los hombros mientras seguía sirviendo la cena.

- ¿Quién sabe? Pero me sorprende que no lo sepas, Son-kun. ¿Estás seguro de que no tienes alguna enfermedad terminal o algo así?

Bueno... aparte de su enfermedad del corazón en la época de la llegada de los androides... nada más.

- No, o eso creo. - se rascó la mejilla. - Pero, de cualquier forma, le agradezco mucho el haberme llevado hasta aquí. - agradeció mientras hacía una reverencia.

- No hay de qué. - respondió. - Te hubiera podido llevar a un hospital, pero el más cercano que conozco queda como a dos horas de aquí, y desde donde estábamos hasta mi casa, solo hay como 20 minutos. Aunque cargándote tardé casi 40 minutos. - mencionó con una pequeña gota de sudor, sacándole otra a Goku.

Terminada la plática, Kai llevó tres platos llenos de tempura a la mesa en la que ambos hombres estaban conversando, uno por uno. Luego, una vez servidos, exclamó hacía un segundo piso:

- ¡Itsuka-chan, ya está servida la cena!

- ¿" Itsuka-chan"? - preguntó Goku.

- Oh, se me había olvidado hablarte de que tengo una familia. - respondió Kendo con una sonrisa.

Se escuchaban pasos que provenían del anteriormente mencionado segundo paso, que se hacían cada vez más audibles conforme iba avanzando. Cuando su figura se hizo presente al frente de las escaleras, Kakaroto debía de admitir que no se veía para nada mal.

Era una muchacha con la cabellera de un muy bonito color naranja, que recordaba al naranja de la camiseta exterior del saiyajin, recogido en una pequeña coleta, a su vez que unos pocos mechones se esparcían levemente por su frente y ojos que eran del mismo color de los orbes de su padre.

Actualmente, y con 16 años, Kendo Itsuka era aspirante a heroína profesional para la U.A. Precisamente esa misma mañana, había realizado el examen de admisión para dicha academia de héroes, y ahora solo le tocaba esperar a los resultados. Gracias a su quirk, el cual le permite agrandar sus puños a la par con su poder, logró efectuar unos estables 40 puntos.

- Vaya, que bien. - habló la peli-naranja mientras iba por el final de las escaleras, que no eran tan largas de por sí. - Ya estaba por preguntarte por la cena, y veo también que le serviste a mamá, a pesar de que estos últimos días ha estado teniendo mucho trabajo. - prosiguió rascándose la nuca mientras veía los tres platos, los cuales aún seguían humeando un poquito.

- No exactamente. - corrigió el patriarca Kendo, a lo que su hija encaramó levemente la ceja izquierda en señal de confusión.

Como si su padre le hubiera dicho algo con los pensamientos, Itsuka volteó a su derecha, y su mirada se topó con los oscuros orbes del salvador de Kai de aquella tarde.

- Así que tu eras "Itsuka-chan". - dándose cuenta de que la chica lo estaba mirando un poco, decidió bajarla el de las nubes. - Debo admitir que te ves más bonita de lo que pensé.

Tal cumplido inocente por parte de Kakaroto hizo ruborizar levemente a Itsuka, la cual, en un intento fallido de pasarlo por desapercibido, volteó el rostro a un lado. Igualmente, se notó.

- ¿Eh? ¿Y ahora que dije?

- ¿Verdad que si es bonita? En un futuro, puedes juntarte con ella, y yo te aceptaría como mi yerno. - mencionó bromeando.

- ¡P-Papá!

- C-Como sea. - volvió a hablar el saiyajin, ahora un poco incómodo por la pequeña situación que el sin querer causó. - Mi nombre es Son Goku, pero si nos vamos a llevar bien, solo puedes decirme Goku. - sonrió levemente mientras ofrecía un apretoncito de manos. - Y perdón por decir aquello. - río nervioso.

- No hay problema, Goku-san. Es un gusto en conocerte. - respondió la peli-naranja sonriendo de igual forma, mientras correspondía al apretón. - Mi papá me comentó que tu lo ayudaste a escapar de aquel ladrón. Y quiero agradecerte por haberlo hecho. - completo soltándose de Goku para después, hacer una reverencia como agradecimiento a su acto "heroico".

- Bueno, no era mi intención que se conocieran de ese modo, pero que más da. - mencionó para si el castaño, quien ya estaba sentado en la mesa con una pequeña gota de sudor por la frente. - Bueno, vengan a comer.

- ¿Goku-san va a comer con nosotros, papá? - cuestionó Kendo, ya que no tenía idea de que el saiyajin se quedaría para la cena.

- Exactamente, por eso serví tres platos. Pero hubiera sido aún mejor si tu madre nos estuviese acompañando... - suspiró.

Dicho esto, ambos jóvenes tomaron asiento en el suelo, de modo que Itsuka quedara cara a cara con su padre, y Goku entre ambos. Bendijeron la comida y, sin más preámbulos, la empezaron a degustar.

Si bien sabemos del monstruoso apetito de nuestro protagonista, y de la exorbitante velocidad a la que come, esta vez, decidió comer a un ritmo mucho, mucho, pero mucho más civilizado. Además de que no quería acabar con todos los recursos de aquella casa en una sola noche, así que se tuvo que aguantar un poco el hambre.

La cena como tal avanzó en un rato muy apetecible y agradable, donde Goku pudo saber sobre el quirk de la hija de Kendo Kai, el cual le pareció ciertamente interesante a la vista. Además, se enteró de que Itsuka anteriormente entrenaba las artes marciales, pero debido a ciertos motivos que no fueron dichos, tuvo que abandonar la práctica. Gustoso, el saiyajin se ofreció voluntariamente a ayudarle a Itsuka a retomar tales entrenamientos, ya que en parte le vio ciertos usos al quirk de la chica para combinarlos con la práctica del cuerpo a cuerpo.

Al principio, Kai se mostró un poco renuente a la idea de que un recién conocido suyo entrenase a su hija, pero después de escuchar de Goku, aparte del peligroso "quirk" que poseía, sabía y entendía las artes marciales, y que tenía cierta experiencia en tal campo. Además, para cereza del postre, Itsuka también quería volver a practicarlas, ya que le parecían un buen remedio para contrarrestar, en cierta medida, el aburrimiento.

Fue entonces que a Goku se le permitió ser el maestro de Kendo.

Por otra parte, Kai le contaba a su hija sobre la pequeña plática que tanto invitado repentino como jefe de familia habían entablado hace ya unos 20 minutos. Esta se sorprendió mucho por el "quirk" del azabache, y mucho más al oír que era capaz de materializar la energía, por la demostración del poder que había hecho hace no mucho.

Más ellos y el mundo entero sabrían más adelante de que eso no fue más que un absurdamente minúsculo bosquejo que se ocultaba detrás de un brutal poder de extensiones divinas.

La cena terminó al cabo de 40 minutos, y a pesar de ello, tanto Son como la Kendo menor se habían quedado sentados a conversar un poco más. La verdad, a ambos se les hizo interesante conocerse el uno al otro. Pero todo buen momento siempre llega a su fin.

- En fin, ya me voy. Muchas gracias por la comida. - se iba despidiendo Kakaroto mientras se dirigía a la puerta, pero Kai lo detuvo.

- Espera, Son-kun. ¿Al menos tienes donde quedarte?

- Ese es el menor de los problemas. Puedo hacerme una choza en el bosque. - replicó el azabache. Claro, el ya estaba tan acostumbrado a la vida de campo, que ahora, se le había vuelto un pasatiempo.

- Pero pasarías mucho frio. - cerca de 20 minutos restantes para que laurearan 21 horas de aquel agitado día, la temperatura rozaba aproximadamente los 16 grados Celsius, pero Goku lo podía soportar perfectamente.

- ¿Y si te quedas aquí? - esta vez, Itsuka habló. - Es decir, dijiste que eras nuevo aquí en la ciudad, así que te podrías quedar con nosotros hasta que lo necesites.

- También somos una familia de buena voluntad, así que no sería problema el recibirte.

- ¿Quedarme... aquí? - se rascó la nuca. - Pero siento que sería un estorbo. ¿Están seguros?

- Claro. - negó el patriarca Kendo. - Si somos de buena voluntad, no creemos precisamente que nuestro huésped sea un estorbo. - sonrió.

Viendo que los problemas de su estadía eran de 0, el saiyajin correspondió a las buenas intenciones de aquella familia, y se hospedó allí.

Pero de todas formas, tenía que salir a solucionar un pequeño asunto externo.

- Muchas gracias. - sonrío el pelo palmera. - Pero igual necesito salir y hacer algo. - no especificó el que exactamente.

- ¿Eh? Claro, no hay problema. Solo no te demores mucho.

- De acuerdo, lo intentaré. - dijo haciendo a un lado la puerta corrediza de la casa y pasaba al lado de la carretera. - Nos vemos luego. - se despidió con la mano, siendo correspondido por ambos miembros de la familia Kendo, mientras cerraba la puerta.

Hecho esto, la expresión levemente sonriente del saiyajin cambió a una completamente seria. Debía de aclararse su duda mayor de una buena vez por todas.

- Ahora necesito buscar un lugar amplio. - era el pensamiento actual del saiyajin, a la vez que lentamente empezaba a levitar en el aire.

Cuando estuvo a poco más de 50 metros de altura, su potente aura blanca emergió, y en un estallido sónico, salió volando... bajo la atónita mirada de los pocos transeúntes que por ahí pasaban.

[...]

Una vez se encontraba surcando los aires de la ciudad nuevamente, Goku se colocó en la sencilla tarea de buscar algún sitio en el que pudiera entrenar sin ninguna molestia. Y sinceramente, no había mucho de donde pudiera escoger.

En su camino, se encontró con una cancha de entrenamientos de fútbol, un gigantesco coliseo destechado, que cubría aproximadamente 45.000 metros cuadrados, otro coliseo destechado, pero diferencialmente más pequeño, y otras estructuras menores que ni de broma soportarían un entrenamiento "ligero". Las descartó de inmediato, ya que de pronto, solo de pronto, su poder sin contenciones las destruiría inmediatamente.

Por su mente, también pasó el sitio donde había caído de repente, que de por sí, recordaba que era excesivamente amplio, propio de la naturaleza en sí. Ese fue el aspecto que lo convenció.

- Quizás allí se pueda...

Ya con la decisión tomada, el saiyajin viró a la derecha para dirigirse a aquel lugar que hasta esa tarde, era un bosque, pero gracias al enfrentamiento con All Might, terminó siendo solo una vacía llanura cubierta de césped. Aun así, eso funcionaba.

A medio camino, su vista se dirigió a la izquierda, para observar la majestuosa hermana del sol, que estaba emergiendo sublime en el infinito horizonte. Y notó de repente como la luna... estaba reflejada en un cuerpo acuático. Prestó más atención, y bajo su mirada hacia el suelo.

Se llevó la grata sorpresa de que, a poco más de 500 metros de donde se encontraba volando, había una playa. Eso le llamó la atención, y se vio reflejó en el parar de su vuelo.

- ¿Una playa? ¿Qué tan lejos está este sitio del resto del continente?

Cambió su rumbo aéreo inmediatamente para poder explorar dichoso territorio de arena, llegando en cuestión de ¼ de minuto. Descendió lentamente al suelo, donde sus botas color océano, parte de su traje de batalla, fueron las primeras en tocar suavemente la arena.

- Pues... - espetó Goku mientras miraba a ambos lados, notando así que tal playa era muy grande. No sabía si lo era más que el terreno que tenía planeado, pero era lo suficiente para poder entrenar a gusto. - ...no se ve mal. Creo que aquí lo haré.

El océano pacífico reflejaba en su superficie el astro reina de la noche, la luna, dándole al ambiente un toque relajante, a la vez que las corrientes de agua chocaban con las rocas que se encontraban plasmadas en la costa.

- Muy bien. - decidido, miró al mar. - Aclaremos esto de una buena vez.

Dicho esto, el saiyajin se abrió levemente de piernas, a la vez que sus codos los acomodaba a la altura de la cintura, sus brazos levemente inclinados hacia arriba, con sus puños. Su posición se mantuvo erguida por varios segundos, hasta que el terreno comenzó a temblar. Ahí, se inclinó levemente de cintura, y comenzó a gritar.

El rango de efectos secundarios fue poco a poco aumentando gracias al poder que Goku liberaba, y llevaba casi veinte segundos gritando. Al vigésimo quinto, su pelo comenzó a erizarse levemente, a su vez que adquiría un color plateado, y sus ojos comenzaban a tornarse del mismo tono.

Al final, al cuadragésimo séptimo segundo, un aura del mismo color de su pelo cercó al pelo palmera, transformándose por completo en el estado del Ultra Instinto perfecto. Pero ni bien su estado pudo durar más de diez segundos, y se desactivó automáticamente. Como consiguiente, el azabache cayó de espaldas sobre la arena, jadeante.

- ¡Imposible! Ya no puedo mantener el Ultra Instinto. - era muy poco decir que el saiyajin estaba impactado por el suceso. Se suponía que con su entrenamiento con Merus, el Ultra Instinto ya era accesible a voluntad propia.

Pero las consecuencias de su derrota contra Moro iban un poco más allá.

Como pudo, Goku rotó sobre su propio eje de manera que su pecho quedara contra el suelo, para así, poder apoyarse en él, y levantarse con cierto esfuerzo. Cuando lo hizo, repitió el mismo proceso anterior de carga de energía, solo que esta vez, le apuntó a transformarse al super saiyajin.

Le costó unos cuantos segundos lograrlo, pero a final de cuentas, el super saiyajin logró ser activado.

- Por lo menos puedo usar el más básico. Eso es algo. - mencionó mientras volvía a su estado base, mientras miraba su puño. - Diablos, ahora no podré entrenar como yo quisiera. Pero que puedo hacer. - terminó mientras ponía su mirada en el mar.

Y ese fue el infortunado resultado del experimento de Kakaroto. No solo el Ultra Instinto fue bloqueado por el excesivo y repentino drenaje de energía que el saiyajin había experimentado esa misma tarde, sus demás fases divinas, las cuales son el super saiyajin dios y el super saiyajin blue terminaron igual. Y como si no fuera suficiente, también están incluidos en esta lista los super saiyajines fases 2 y 3 (aunque no lo haya intentado). Solo la primera fase de esta etapa queda a completa disposición del peli-punta.

Pero esos limites cambiarían... y no en mucho tiempo.

Continuará...

¡Hola, hola, hola, hola!

Acá les traigo el nuevo capitulo de este fic, y sinceramente, este quedo un poco mejor de lo que espere. ¿Qué les pareció?

Muy bien, ahora un par de cosillas que tengo que comentar.

- El arco de la U.A comienza en dos o tres capítulos, no lo tengo bien formado, pero no es mucho lo que falta para eso.

- Ahora, puede que este capitulo haya una que otra "incoherencia", sobre todo en la parte donde Goku pierde sus energías tan de repente. Esa "incoherencia", por ejemplo, tiene su razón, que será explicada más adelante en esta misma historia. Aclaro esto para que no se den los malos entendidos.

Y ya, como nota final, agradecerles por las 1.2k visitas en esta historia, así como por los 100 seguidores, cuya cuenta va en 102.

Espero que les haya gustado tanto leerlo, como a mi tanto escribirlo, y si les gustó, por favor, dejar su estrellita de Mario Kart, ya que eso me motiva más a escribir capítulos.

Tampoco olviden compartir esta historia, para que así, más gente vote, y así, inspirarme todavía más. Y seguirme, para enterarse de las novedades que tengo planeadas para un futuro.

Sin más que decir, me retiro. ¡Kai kai!

Fecha de publicación: 05/12/20
Fecha de ediciones:  01/03/21

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