fear.
━━━ cassandra's pov ;;
CORRÍA DESPAVORIDAMENTE, no sabía donde estaba, pero sabía que estaba huyendo de algo. Las pisadas de esa cosa se escuchaban cada vez más cerca, a pesar de todo el esfuerzo que estaba haciendo, la criatura seguía acercándose cada vez más.
Me sentía atrapada, mis piernas dolían y mi garganta ardía de tanto gritar. La luna estaba más brillante que nunca, incluso parecía estar alumbrando mi camino, guiándome a lo que suponía que sería un lugar seguro. Continué corriendo incesantemente. Estaba agotada, y sentía que en cualquier momento podría colapsar, pero no me lo permitiría ya que lo más seguro es que eso significaba perder mi vida. Me rehusaba a dejarme vencer tan fácilmente por lo que sea que estuviera detrás de mí.
Entre la frondosidad de lo que suponía que era un bosque logré divisar una diminuta luz, y al mismo tiempo, también comencé a escuchar como las pisadas de la criatura se alejaban lentamente. Intenté luchar contra mis ganas de mirar y confirmar si eso aún seguía ahí, pero estas eran más fuertes.
Me di la vuelta, y no ví nada más que una persona tirada en el suelo, esa persona estaba acostada de lado y dándome la espalda, podía notar que estaba inerte, no respiraba. Ví a su alrededor, hasta que logré darme cuenta de cómo esa luz de la que antes me había percatado era cada vez más grande, como si me estuviera consumiendo. Me sentí intimidada, pero atraída por la luz al mismo tiempo. Sin dejar que mis sentidos se nublaran, volteé mi mirada y esta se posó sobre el cadáver, hacia el cual comencé a caminar.
Tenía un cabello parecido al mío, un vestido de seda de color azul que se veía desgastado y roto, y en sus extremidades tenía heridas abiertas que manchaban el vestido de ese color vino que sabía perfectamente qué era. Me acerqué tan rápido como mis piernas me lo permitieron, y me agaché ligeramente junto al cuerpo. La toqué con cuidado de no entrar en contacto con una de sus heridas y la giré un poco hasta que la podía soltar y sabía que caería sola, y así fue, la chica cayó boca arriba en el piso con un golpe seco, dejándome sin palabras.
Quise gritar, pero solo salió un tembloroso suspiro. Estaba en un estado de shock al verme a sí misma tirada en el suelo, muerta y con las cuencas vacías. Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos sin ninguna intención de parar, mis manos se posaron en mi pecho y lo apretaron con fuerza, dándome cuenta de que ya no sentía los latidos de mi propio corazón.
Sentía que mi garganta se desgarraba con cada sollozo que salía mientras me veía a sí misma. No podía creer que este sería mi final, no lo podía aceptar. Por más que en mi cuerpo se veía la evidencia de lo mucho que intenté luchar, terminé muerta en medio del bosque, sin ojos y sola. Mi mayor miedo era terminar de esta forma, por eso me resultaba tan doloroso.
Todo a mi alrededor se veía más claro, mi entorno parecía brillar más con cada segundo que pasaba, y al mismo tiempo, sentía que la luz me arrastraba lejos del cuerpo. Resistí por unos segundos enterrando mis dedos en la tierra, pero lo que me estaba obligando a alejarme era mucho más fuerte, por lo que mis uñas lentamente se iban despegando desde el nervio, provocándome un dolor que me hizo gritar agudamente y también toser un poco de sangre, mis cuerdas vocales estaban muy lastimadas. Momentos antes de ser totalmente consumida, ví como Enoch se acercaba a mi cuerpo muerto y se aferraba con todas sus fuerzas a mí, como si no me quisiera dejar ir. Quise llegar hasta él, acariciar su mejilla y besarlo al menos por una última vez, pero antes de que pudiera darme cuenta, desperté en mi habitación una vez más.
Estaba respirando frenéticamente, mis mejillas estaban húmedas por las lágrimas y mi garganta dolía tal como en el sueño o un poco menos, era como si hubiera gritado también en la vida real. Pasé mis manos por mi cara tratando de calmarme, nada de eso había pasado en la vida real, e ignorando el dolor de mi garganta, estaba bien. Cuando abrí los ojos y me acostumbré a la luz que entraba a mi habitación, noté algo extraño en la esquina izquierda, específicamente alguien, pero era una presencia nueva.
Estaba sentada en el pequeño sofá frente a la ventana, en el que usualmente yo me sentaba para leer. Estaba viendo el cielo, pero al escuchar mi respiración agitada, se giró lentamente hacia mí. Era ella, o más bien... yo, pero sin ojos.
Mis manos comenzaron a temblar y empecé a encogerme involuntariamente, sintiendo como su presencia me intimidaba cada vez más. No me había sentido aterrada por un espectro desde que era una niña y los comencé a ver por primera vez, pero ahora, estaba acostumbrada. Podían tener la apariencia que fuera, comportarse como quisieran, ser malignos o no y yo aún seguiría sin siquiera inmutarme, pero ahora era distinto. Ahora me sentía como esa niña de cuatro años, esa que solo podía encontrar consuelo en su cobija y peluches porque nadie más en esa casa comprendía lo que pasaba.
El espectro no se había movido ni un centímetro, pero aún así lograba causar más miedo en mí que cualquier otro. Un espasmo recorrió todo mi cuerpo cuando oí la puerta abrirse bruscamente, por ahí entraron Enoch y la señorita Peregrine, esta última se acercó a mí y puso su mano en mi frente, soltando un suspiro de alivio.
— No tienes fiebre, eso es bueno. ¿Cómo está tu garganta?
— ¿Grité? —mi voz salió como un fino hilo apenas perceptible. Había perdido la voz, lo cual automáticamente respondió mi pregunta.
— Sí, cariño. ¿Quieres que te prepare algo para el dolor? Debes estar sufriendo —negué con la cabeza. Sufriría más si tenía que tragarme algún té o remedio lleno de especias asquerosas.
— Cass, gritaste demasiado, necesitas tomar algo para estar mejor.
— No, Enoch, no quiero —miré nuevamente el sofá y el espíritu ya no estaba ahí, tampoco en ningún otro lugar de mi habitación—. Lamento haberlos despertado...
— Ya no pasa nada, ahora estás bien y eso es todo lo que importa —Alma acarició mi cabello con delicadeza—. Haré que alguien más se encargue de tus tareas diarias, así podrás estar en tu habitación y descansar, ¿te parece? —asentí—. Perfecto, ahora vuelve a dormir, Cass, aún es de madrugada. Hablaremos de lo que sea que pasó por la mañana, sin oportunidad de negarte—dijo decidida y se fue de la habitación, dejándome sola con Enoch.
Él se veía nervioso. Su mirada inquieta demostraba que no sabía que hacer, a mis ojos, resultaba tierno.
— Creo que será mejor que descanses. Se nota que te sientes mal, necesitas dormir —se acercó a mí y dejó un beso en mi frente como despedida, pero el solo pensar en que volvería a estar sola en mi habitación y que ese ente tal vez podría reaparecer me ponía los pelos de punta.
— No te vayas, por favor —susurré, pero él logró escucharme gracias a nuestra cercanía.
— ¿Quieres que me quede? —asentí—. Pero odias dormir acompañada, Cass.
— Hoy odiaré dormir sola, así que por favor, quédate —supliqué y el asintió con una pequeña sonrisa. Me moví para que él pudiera acostarse a mi lado, y así lo hizo.
Dejé que mi cabeza descansara en su pecho, donde podía escuchar perfectamente los latidos de su corazón. Estaban acelerados, como si estuviera nervioso de acompañarme. Su brazo izquierdo rodeó mi cintura y con su mano libre comenzó a acariciar mi cabello, cosa que él sabía que me relajaba bastante.
— ¿Quieres hablar de lo que soñaste? Tal vez eso haga que te sientas mejor.
Pensé en la posibilidad de no decir nada, de no contarle y dejarlo pasar ya que él se vería afectado por el futuro, pero si yo, que era la pérdida principal había sido la primera en saberlo, ¿por qué no contarle a él?
— Fue... horrible, Enoch. No sé si quieras saberlo.
— Debo saberlo, así podré entender tu inquietud.
— Moriré —esbocé sin más, y sentí como la respiración de Enoch se detuvo.
— ¿De qué estás hablando, Cassandra? Claro que no, tú no morirás, eso es imposible.
— Nada es imposible, Enoch.
— Pero... ¿cómo fue tu sueño? ¿Qué fue lo que viste?
Le expliqué todo. Desde el dolor de mis piernas y la razón, hasta mi deseo por sentir el calor de sus brazos por última vez. Él no había dicho ni una sola palabra, estaba tan impresionado como yo lo estuve al verme muerta.
— Pero esta vez pasó algo extraño, muy extraño.
— ¿Qué?
— Vi un espíritu, estaba ahí sentada —señalé él lugar—. Estaba igual que en mi sueño, solo que no estaba herida. Todo en ella se veía bien, excepto sus ojos.
— ¿Hablas de la chica de tu sueño? Es decir, tú, pero... muerta.
— Sí, exacto.
— ¿Cómo es eso posible?
— Me pregunto lo mismo, créeme.
━━━ enoch's pov ;;
Por alguna razón, no podía lograr dormirme. Tenía una sensación de inquietud en el pecho que por más que tratara de ignorarla, simplemente no se iba. Supongo que me sentía culpable por haber agredido a Cassandra, ni siquiera sé porqué lo hice, y me daban ganas de golpearme a mí mismo cada vez que pensaba en ello.
Aborrecía lo propenso que era a descontrolarme cuando ella parecía feliz en mi ausencia, me volvía loco, pero decidí no centrarme en eso esta noche. Era un tema en el que ya había pensado hasta el cansancio, y no quería seguir centrándome en eso. Ya había pasado, y en cualquier otro momento tendría la oportunidad para arreglarlo.
Mis ojos se abrieron una vez más, pero esta vez por algo distinto. Podía escuchar el sonido de unos sollozos en el cuarto de al lado, el cual pertenecía a Cassandra. Fueron muy leves y se detuvieron rápidamente, por lo que pensé que la falta de sueño estaba comenzando a afectarme, pero los sollozos siguieron. Eran persistentes, cada vez más fuertes, hasta que se convirtieron en un grito de puro lamento.
Mí corazón comenzó a latir desenfrenadamente mientras caminaba hacia la habitación de Cass. Una vez que tomé el cerrojo, lo abrí sin pensar en nada. Ella estaba en su cama, moviéndose y negando con la cabeza como si estuviera evitando que algo se acercara a ella, las lágrimas corrían por sus mejillas y respiraba de manera agitada. Traté de despertarla, pero sabía que sería imposible si es que estaba teniendo una visión. Insistí un poco hasta que me di cuenta de que era imposible. Sus gritos continuaban, eran dolorosos, como si vinieran desde lo más profundo de su alma.
Los niños comenzaron a despertarse, y asustados se asomaban por la puerta del cuarto. No quería que vieran a Cassandra en este estado, así los mandaba a dormir otra vez con la excusa de que podrían preguntar mañana. Mala decisión, por cierto.
No podía manejar esto solo, por lo que fui a pedirle ayuda a la señorita Peregrine. Me dolía ver como Cassandra sufría gracias a su peculiaridad, y no era la primera que entraba en una psicosis como esta.
Cuando llegó a la mansión, tenía unos cuantos rasguños y cicatrices a lo largo de su cuerpo. Eran considerablemente pocos los qué parecían recientes, pero se veían ciertamente graves. Una vez, escuché a la señorita Peregrine preguntarle sobre estos a sus padres, y ellos confesaron que algunos se los hacía ella misma, o los hacían ellos sin intención al intentar contener sus movimientos desenfrenados cuando pasaba por episodios como estos. Era mucho peor cuando ella no sabía qué pasaba ni mucho menos la razón.
Tenía peores visiones, todo era más vívido y sus padres tampoco la comprendían, razón por la que simplemente ignoraban lo que había pasado y nunca tocaban el tema. No le daban la oportunidad de decir qué era lo que había visto, cosa que era la única que lograba calmarla.
Cassandra había sufrido mucho con sus padres ya que no sabían qué hacer con ella y su peculiaridad, mucho menos cómo lidiar con esa última. También, esa era la razón por la cual era tan resentida con las personas que no tenían una peculiaridad, gracias a ellos es que su infancia fue un infierno.
Y antes de que me pudiera dar cuenta, Cass ya estaba despierta, y muy inquieta. Miraba a todos lados, como si estuviera buscando algo. No tenía fiebre como acostumbraba, ya que la mayoría de veces que tenía visiones de esta magnitud terminaba enferma.
La señorita Peregrine salió de la habitación con una expresión de preocupación. El amor y cuidado que tenía por Cassandra no se comparaba al de los demás, ya que a diferencia de nosotros, ella seguía siendo muy dependiente de otras personas —aunque se esforzaba por demostrar lo contrario.
Me acosté con Cassandra por petición de la misma, y comenzamos a hablar sobre el sueño que había tenido. Apenas escuché ese "moriré" sentí que el mundo se me vino a abajo en un segundo. Miles de escenarios y posibilidades cruzaban mi cabeza, y cada una era más catastrófica que la otra. No podía imaginar una vida en la que no tuviera a mi Cassandra, no podría vivir sin tenerla a mi lado.
La tranquilicé lo más que pude, aunque todo lo que decía era más para tranquilizarme a mí mismo. Después de unos cuantos minutos acariciando su cabello, cayó dormida entre mis brazos. Amaba tenerla de esta forma, y quería que este momento no se acabara nunca, pero tal vez no tendría la oportunidad de tenerla entre mis brazos una vez más.
Si Cassandra fallecía estoy seguro de que podría irme con ella. Cass era mi todo, ella era la única razón por la que mis días eran buenos. Ella era mi salvación, ¿cómo podría vivir sin ella? No había manera alguna, simplemente... no. Me negaba a estar y vivir en un mundo en el que ella no estuviera a mi lado, en el que no tuviera la oportunidad de sostener su mano. Si ella no estaba aquí, ¿qué razón había para continuar?
﹙sentí este capítulo ligeramente vacío, pero es porque ya iba a llegar casi a las 2400 palabras y no me quería extender tanto en ciertos temas, así que disculpen si lo sienten vacío o repetitivo, en algún otro capítulo trataré de tocar algunos temas que aquí aparecieron y profundizaré un poco más en ellos si así lo quieren﹚
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wrote on the folklore cabin
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