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CAPITULO 19

Gene tomó de las manos a Tom y suspiró. Estaba relajada y dispuesta a responder a todas las preguntas del abogado. Sin duda alguna hablaría con la verdad, ella no tenía nada que ocultar, aunque se avergonzaba de lo que había hecho. Días antes estuvo hablando con Tom y con su madre. Había decidido decirle la verdad a Kathleen y ella la había escuchado con atención. No debían existir más secretos entre ambas; Genevieve lloró y desahogó y su madre también. Pero eso le había ayudado para sentirse más segura y dispuesta a rendir su declaración.

Como Tom se lo había dicho, ella no debía estar asustada. El único asustado debía ser Nicholas, pues al abrirse la investigación, habían salido a la luz muchísimos testimonios que dejaban ver cosas oscuras y siniestras por parte de ese sujeto. Gene aún no alcanzaba a comprender por qué Nicholas había actuado de esa forma. Había cosas que ella ni siquiera sabía o jamás le pasaron por la cabeza. Todo era turbio y sucio, Nicholas estaba enfermo. Todas las mujeres que hablaban a cerca de su acoso, lo tachaban de un ser monstruoso y sin escrúpulos.

Ginny analizaba todos esos testimonios, por una parte pensaba que ella había sido afortunada en cierta manera, ya que jamás Nicholas la había obligado a tener sexo con él. Pero también se sentía mal, porque si había accedido a los caprichos del hombre al tener relaciones sexuales con otros sujetos. Las otras chicas siempre fueron violentadas y pensándolo bien, ¡ella también! Todas habían sido víctimas de Nicholas y de varios sujetos más, que se habían aprovechado de sus sueños, de sus deseos de triunfar.

La chica soltó a Tom y se puso de pie cuando una mujer se acercó a ella para decirle que el abogado la esperaba en su despacho.

-¿Quieres que te acompañe? – preguntó Tom tomándola por los hombros y besando sus mejillas.

-No, iré sola. – murmuró la chica – Te lo agradezco, pero prefiero estar sola.

-De acuerdo, te esperaré aquí. – respondió el hombre y la abrazó – Eres muy valiente – dijo y rozó sus labios con los de Gene.

Genevieve sonrió y caminó detrás de la mujer que le indicaba el camino a la oficina del abogado. Gene entró en el despacho y saludó al hombre elegante que estaba sentado frente a un escritorio, pero que al verla se puso inmediatamente de pie extendiendo su mano para saludarla.

-Bienvenida señorita Blumer – saludó el abogado – Tome asiento por favor, ¿cómo está?

-Gracias – respondió la mujer – Estoy un poco nerviosa, pero creo que se me pasará. Este tema no es nada fácil.

-La comprendo – dijo el hombre - ¿Quiere que llame al terapeuta? Muchas chicas si han aceptado hablar en presencia de él y les ha sido de mucha ayuda.

-No, se lo agradezco. – exclamó Gene y suspiró – Así estoy bien.

-Perfecto – respondió el abogado y volvió a sentarse – Lo que haremos será muy sencillo – dijo el hombre – Usted va a relatarme todo lo que vivió al lado de Nicholas Duchard, en los diez años que él fue su representante. – exclamó el legista – No quiero que omita nada, trate de recordar todo lo que le sea posible. Cuando haya terminado, le haré una serie de preguntas. ¿Está lista? – preguntó el hombre y Genevieve asintió – Comience con su testimonio, señorita Blumer.

-Gracias – suspiró Gene y comenzó a relatar su historia.

En el plano laboral, Genevieve no tenía nada que reprocharle a Nicholas. Él la había convertido en una estrella, la llevó a la cima en un lapso muy breve de tiempo y durante muchos años la mantuvo ahí. Gene logró ser una de las modelos más cotizadas del mundo, le llovían contratos con diferentes marcas, diseñadores y también hacía un poco de labor altruista. ¿Pero a costa de qué? Detrás de toda esa fama y de todo ese brillo llegó a sentirse miserable. La chica no era feliz con esa vida, de nada le servía ser famosa y tenerlo todo en cuestión material y laboral. Sufría agresión por parte de Nicholas, él la violentaba de manera verbal y física. Si la chica subía de peso unos cuantos gramos, Duchard se ponía como loco y la obligaba a dejar de comer. Sólo tenía permitido beber unos sorbos de agua y llevar goma de mascar todo el tiempo. También solía pasar horas en el gimnasio llevando a cabo largas rutinas de ejercicio, ¡todo para quemar esa grasa que tenía de más!

Gene soportó todo ese maltrato por diez años, pero se consolaba a si misma diciendo que la fama siempre iba ligada a un sacrificio, que para permanecer en la cima debía hacer lo que fuera para mantenerse ahí y no caer. Pero el hacerlo estaba afectando su salud física y mental. Otra cosa, el supuesto amor que Nicholas sentía por ella le apretaba aún más la venda que cubría sus ojos, creyendo que todo lo que el hombre hacía por ella o la obligaba a hacer, era un acto de amor. Que si ella lo amaba lo suficiente sería capaz de hacer eso y mucho más, para demostrarle que él era el amor de su vida. Y ella como un autómata lo obedecía sin quejarse.

Cuando llegó el momento de sacar a relucir la relación sentimental que sostuvo con Nicholas, Gene se puso nerviosa. No sabía cómo empezar a abordar el tema, sentía mucha vergüenza de sí misma, por haber estado tan ciega y tan cerrada ante la idea de que Nicholas era un buen hombre y que sus intenciones siempre habían sido las mejores. Relató al abogado lo que vivió durante los diez años que fue amante de Nicholas. Como pareja sentimental, él no la obligó a tener relaciones sexuales, ella se entregaba por voluntad, enamorada e ingenua.

Sin embargo, en numerosas ocasiones, Nicholas le pedía favores sexuales para otros hombres, exigiéndole que lo hiciera. En un principio, sus peticiones eran meticulosas, calculadoras, incluso con un toque de romanticismo, pidiéndoselo como una especie de prueba de amor. Gene, al ser joven y muy tonta, accedía inmediatamente, pero esos actos eran crueles y afectaban en sobremanera su autoestima y su amor propio, ya que terminaba sintiéndose la peor de todas las mujeres.

Cuando llegó al punto de negarse a cumplir los caprichos de Nicholas, él comenzó a amenazarla, primero con dejarla en la ruina y quitarle su trabajo. Luego la chantajeaba, diciendo que la dejaría y se encargaría de divulgar sus intimidades y de ponerla como la mala del cuento. Después, las amenazas adquirieron otro tono más siniestro, al grado de decirle que mataría a su madre o a ella si se rehusaba a complacerlo.

Por fortuna, él la dejó, poniendo como pretexto que su matrimonio estaba en riesgo y que lo que él menos deseaba era perder los beneficios de estar casado con Matilde Armstrong. Eso la ayudó a abrir los ojos y a poder librarse a tiempo de la crueldad de ese sujeto. Sin embargo, todo aquello era la punta del iceberg y Genevieve desconocía los sucios secretos de Nicholas que ahora habían salido a la luz ya que el hombre los supo ocultar bastante bien por algún tiempo.

-Con eso es suficiente, señorita Blumer – Exclamó el abogado – Me han quedado claras muchas cuestiones. Creo que las preguntas no serán necesarias, he tomado nota de todo y, como se lo hice saber, la conversación también fue grabada – Sonrió el hombre – Lo único que resta preguntarle es ¿estará dispuesta a decir todo lo que me ha dicho frente al juez, el jurado y por supuesto, sobre Nicholas Duchard?

Gene suspiró y frotó sus manos en el regazo. No tenía deseos de ver a Nicholas, pero sabía que era inevitable. Había dado su palabra y no iba a faltar a ella. Dejó escapar un hondo suspiro y miró al abogado.

-¡Por supuesto! – Exclamó la chica – Estoy dispuesta a hablar en el juicio. Me siento preparada para hacerlo y ya no tendré miedo de ese hombre.

-No tiene porqué – Comentó el abogado – Él no puede hacerle nada, ¡ya no!

-Lo sé – Dijo la chica esbozando una pequeña sonrisa – Muchas gracias – Murmuró poniéndose de pie y extendiendo su mano para estrechar la del hombre.

Gene salió del despacho del abogado y se recargó en la pared, cerró los ojos, respirando profundamente. Tom la vio salir del lugar y de inmediato caminó a su encuentro, deteniéndose junto a ella. Ginny abrió los ojos y lo miró para abalanzarse a los brazos de Tom, quién la estrechó con fuerza, acariciando suavemente su espalda.

-¿Estuvo todo bien, mi amor? – Preguntó Hiddleston - ¿Cómo te sientes ahora?

Gene se separó del hombre y suspiró para tomar su mano y echarse a andar.

-Me siento mejor ahora – Sonrió la chica – Me sirvió hablar con el abogado, me siento lista para enfrentar a Nicholas, ¡tú tenías razón! Yo no debo temerle, él sí que debe sentir miedo.

-¡Así se habla, mi pequeña! – Exclamó Thomas besándola dulcemente en los labios – Yo sabía que no ibas a cohibirte y que hablarías con total libertad. Estaba seguro que te haría mucho bien.

-¡Gracias! – Susurró Gene deteniéndose para abrazar al hombre - ¡Gracias por todo mi amor!

Tom la acurrucó contra su pecho durante unos instantes, ella levantó la mirada y sus ojos se encontraron. El hombre le dedicó una de sus encantadoras sonrisas, sujetándola por la barbilla y acarició sus labios con el dedo pulgar. Genevieve se estremeció y le sonrió mientras que la mano de Tom se deslizaba por sus mejillas hasta su nuca, atrayéndola para besarla con intensidad.

* * *

-¿Estás segura que irás a ver a esa mujer? – preguntó Kathleen mientras pasaba un cepillo en forma de paleta por el largo cabello de su hija.

-Tengo que hablar con Matilde, mamá. – respondió Genevive y se miró al espejo – Tengo que pedirle disculpas por todo el daño que le hice.

-¡Pero tú no le hiciste nada, mi amor! – exclamó su madre y continuando deslizando el cepillo por el pelo de Gene – Toda la culpa fue de Nicholas que las engañó, a las dos.

-No es así, porque yo estaba consciente de todo. – dijo la chica – Yo sabía que Nicholas estaba casado con Matilde y aún así decidí seguir con la relación. – murmuró la joven – Yo pude detenerlo, pude decirle que no me interesaba más que como mi representante. Sin embargo, accedí a todos sus caprichos, porque estaba enamorada o al menos así lo creía.

-Sólo espero que esa mujer no vaya a querer hacer algo en tu contra – respondió su madre y tomó su cabello para hacerle un molote de bailarina.

-Matilde ya lo hubiera hecho desde hace mucho tiempo – exclamó Gene y se levantó pues su madre había terminado de peinarla – Ella sólo desea hablar conmigo, no tiene malas intenciones.

-Está bien – dijo su madre - ¿Thomas va a acompañarte? – preguntó Kathleen – No me gustaría que fueras sola a verte con esa señora.

-Sólo me llevará al restaurante donde cenaré con Matilde – respondió Gene y comenzó a maquillarse – Cuando la cena termine, regresaré a casa en un taxi.

-Ten mucho cuidado, mi amor – exclamó su madre y caminó hasta la salida – Iré a preparar la cena para Thomas, Bobby, Claude y yo. – dijo dejando la habitación y cerrando la puerta tras ella.

Gene se acercó al clóset y tomó un vestido en color fucsia, era holgado y con mangas al codo que tenían un ligero volado. Se calzó unas sandalias en color negro, se pintó los labios de un tenue color rosado y tomó un bolso de mano con estampado de animal print. Se miró en el espejo de cuerpo entero y dejó escapar un lago suspiro, estaba un poco nerviosa, pero no como para cancelar la cita con Matilde, quién le había enviado un mensaje de texto para confirmar su asistencia a la cena. Salió de su cuarto y se dirigió a la cocina donde se encontraba su madre preparando la cena.

-¿Aún no llega Tommy? – preguntó Gene.

-Estuvo aquí hace un rato, me dejó unas cosas para la cena y fue a darse una ducha rápida. – respondió Kathleen – No tardará.

-Eso espero – sonrió Gene – No me gustaría llegar tarde a esa cena.

La madre de Gene no respondió, la señora no estaba muy convencida, pero parecía que su hija estaba decidida a reunirse con esa mujer. Esperaba que su mal presentimiento fuera infundado y que la cena entre Matilde y Genevieve resultara amena y agradable para ambas.

Tom entró en el departamento de Gene y ella sonrió al verlo tan guapo, realmente el color negro le sentaba bastante bien. Tom la miró y le dedicó una linda sonrisa para después morderse el labio inferior al acercarse a su novia, sujetarla por la cintura y besarla con suavidad en los labios.

-Me gusta cómo te ves – Murmuró el hombre mordiéndola cariñosamente en la mejilla - ¿Ya estás lista?

Genevieve asintió, se separó de Tom y abrazó a su madre para despedirse de ella, la mujer besó su frente y la santiguó.

-No tardaré más de un par de horas – suspiró – O eso espero – Sonrió – No tienes nada de qué preocuparte mamá.

-Te veo más tarde, Kat – Murmuró Tom y caminó de la mano de Gene hasta la salida.

* * *

Matilde entró en el restaurante y siguió al mesero hasta la mesa que Genevieve había reservado. La joven aún no llegaba, así que Matilde pidió una copa, consultó el reloj para darse cuenta que aún faltaban unos minutos para que Genevieve apareciera en el lugar. Realmente no tenía idea del porqué había aceptado la invitación de esa chica. Ya no tenían nada que decirse, de hecho, nunca existió la necesidad de hablar, o al menos eso pensaba ella, apuró su copa y pidió otra más. Esperaba que Gene fuera breve y que no se le ocurriera la idea de decidir que fueran amigas y ese tipo de cursilerías.

Gene se despidió de Tom, bajó del auto y caminó decidida hasta el restaurante, dio su nombre al anfitrión quién la guió hasta la mesa donde Matilde ya la esperaba. La mujer se puso de pie al ver a la joven y la saludó con cortesía. Gene le sonrió con amabilidad estrechando la mano de la mujer y tomó asiento.

-Perdón que no te esperara, pero estoy un poco nerviosa – Comentó Matilde – Y pensé que un poco de vino me ayudaría a disipar los nervios – Exclamó dando una calada a su cigarrillo - ¿Quieres una copa?

-No te preocupes – Exclamó Ginny – Me parece perfecta la idea de la copa – Murmuró haciendo una seña al mesero para pedir su bebida y la carta.

Después de que su orden fue atendida, las mujeres degustaron en silencio su cena. Gene no sabía cómo comenzar a hablar. Parecía que Matilde no tenía la más mínima intención de abrir la boca, así que ella debía tomar la batuta de esa conversación y liderar el diálogo. Trataría de ser breve y no molestarla por mucho tiempo. Así que cuando les sirvieron el postre, Genevieve decidió que era hora de hablar.

-Supongo que mi llamada te tomó por sorpresa – Exclamó la joven.

-Confieso que pensé que ya no llamarías – Murmuró Matilde – Y siendo honesta, esperaba que no lo hicieras.

-¿Por qué? – Preguntó Ginny bastante sorprendida – No tengo intenciones de molestarte – Sonrió – Pero durante todo este tiempo he estado analizando mi pasado y quiero cerrar esa etapa de mi vida – Suspiró – Comencé una relación con un hombre maravilloso, él me ha apoyado mucho en este tiempo y ha sido un gran consejero para mí.

-Pues te felicito – Murmuró Matilde y levantó su copa – Supongo que te lo mereces.

-Creo que sí, la vida me ha dado una nueva oportunidad y no pienso desaprovecharla – Dijo encogiéndose de hombros – También me he reencontrado con mi madre y quiero recuperar todo ese tiempo que perdí – Suspiró – Pero ese no es el punto – Dijo Mirando fijamente a Matilde – El punto es que quiero pedirte disculpas...

-¿Disculpas por qué? – Preguntó Matilde visiblemente sorprendida.

-Por haberte hecho daño – Murmuró Genevieve - ¡Yo te hice daño!

-No te comprendo, Jen – Dijo Matilde – Tú no me hiciste ningún daño... ¡fue Nicholas! Él es el malo de esta historia.

-¡No! – La interrumpió Ginny – No le echemos a él toda la culpa en este caso. ¡Yo me burlé de ti durante diez años! Yo sabía que él estaba casado contigo y aún así me atreví a tener una relación con Nicholas. Yo pude decir que no, pude dejarlo, pude denunciarlo, pero no lo hice. Porque estaba cegada – Suspiró – Con un "lo siento" no voy a arreglarlo todo. Sólo quiero que me perdones y tener la conciencia en paz. Tuviste una vida de infierno por culpa mía.

-Ya te lo dije – Suspiró Matilde – No fue toda tu culpa, yo ya tenía una vida de infierno con Nicholas mucho antes de que tú aparecieras en nuestras vidas – dijo cubriéndose el rostro con ambas manos – Y yo también soy culpable por permitir que se burlara de mí, por perdonarlo siempre que llegaba arrastrándose... ¡por dejarlo hacer lo que se le viniera en gana! Yo también pude detenerlo, sin embargo no lo hice.

Gene la sujetó de las manos. Matilde estaba a punto de echarse a llorar pero contenía el llanto y aún se mostraba como una mujer fuerte y dura.

-Por favor – Susurró la chica – Te lo pido de corazón, ¡perdóname! Creo que nos hará bien a ambas, te prometo que jamás volverás a saber de mí – Suplicó la chica – Voy a desaparecer de tu vida para que tu también puedas tener un nuevo comienzo, alejada de lo que te ha hecho daño. Tendrás tiempo para ti, para poder sanar.

Matilde guardó silencio. Posiblemente Genevieve tenía la razón, era tiempo de dar vuelta a la página, dejar a un lado el dolor, la pena, las humillaciones y las amarguras que vivió durante casi treinta años de matrimonio con Nicholas. Finalmente estaba libre, podría comenzar a vivir, a disfrutar de su familia, de su nieto y ya no vivir bajo la sombra y el yugo de Nicholas Duchard.

-¡Te perdono! – Suspiró Matilde – Estoy de acuerdo con tus palabras, ¡es hora de comenzar de nuevo! De vivir realmente sólo para complacernos a nosotras mismas. Lejos del mal, lejos del yugo opresor.

-¡Sí, sí! – Exclamó Genevieve llena de euforia.

-Aunque me gustaría pedirte algo, Genevieve – Murmuró Matilde.

-¿De qué se trata?

-Quiero que regreses a la agencia y trabajes conmigo – Suspiró Matilde – Desde que te fuiste, las cosas ya no son las mismas, hemos perdido el apoyo de muchas marcas...

-¡Pero yo ya no quiero modelar! – Gimió la chica – Esa fue una etapa muy difícil de mi vida. Ya he cerrado ese ciclo. – exclamó dedicándole una sonrisa.

-Eres parte esencial de nuestra agencia, Jen – exclamó Matilde - ¡Te necesitamos!

-¡Lo voy a pensar! – dijo Genevieve – La oferta es tentadora pero ¡no sé! Eso también significaría mudarme y no creo que Tom quiera seguirme.

-No precisamente – respondió Matilde – Recuerda que también tenemos oficinas aquí en Los Angeles y podrías trabajar aquí, a menos que necesitaras viajar por algún contrato.

-Voy a pensarlo, necesito analizarlo bien y quizá en unos días te de la respuesta. – dijo la joven y se puso de pie – Muchas gracias, Matilde.

Matilde también se puso de pie y se acercó a Gene para abrazarla. Le había hecho bien hablar con la chica, hacer las paces y perdonarla. Porque aunque ella lo negara, si había sentido odio y coraje hacia la joven. Pero ahora todo estaba arreglado, lo único que faltaba era que Nicholas recibiera su merecido.

* * *

Tanto Matilde como Genevieve se han quitado un peso de encima. Ahora falta ver lo que suceda en el juicio de Nicholas. Seguro que no le irá nada bien al hombre. No olviden dejar sus comentarios y recuerden que cada vez estamos más cerca del final.
Maria Decapitated

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