CAPITULO 17
Gene escuchaba con atención las indicaciones del médico. Al parecer su madre se encontraba estable, pero necesitaba alimentarse adecuadamente sino deseaba a tener una recaída. Se había cumplido una semana de la llegada de Kathleen a Los Ángeles y durante todos esos días, la madre de Genevieve se había negado a asistir a su cita médica. Thomas y Gene intentaban convencerla, pero parecía que la mujer prefería enfocarse en otros asuntos, como su trabajo en el salón de belleza o cuidar de Claude y Bobby.
-¿Estás escuchando, mamá? – preguntó Genevieve y Kathleen asintió – Debes hacer caso de todo lo que está diciendo el Doctor Wagner. – dijo y miró al médico - ¿Se necesita la cirugía del bypass de corazón? – preguntó al hombre.
-Por ahora no es necesaria – respondió el doctor – Es por eso que vamos a llevar un seguimiento de la salud de su madre. – dijo el hombre – Quiero que se presente en mi consultorio dos veces al mes para una revisión y debe seguir el tratamiento al pie de la letra y comer los alimentos que se especifican en la lista que voy a entregarle.
-Yo me encargaré de que siga el tratamiento como usted lo indica, doctor. – exclamó Gene poniéndose de pie – Le agradezco mucho sus atenciones y dentro de dos semanas vendremos a verlo. – dijo mientras estrechaba la mano del médico para despedirse.
-Me parece muy bien, señorita Blumer. – dijo el doctor Wagner – Su madre no ha tenido los cuidados adecuados y es necesario que tome el tratamiento. Así que confió en usted, porque sé que estará pendiente de ella.
-Así será. – dijo Gene tomando a su madre del brazo para salir del consultorio.
Tom esperaba afuera del consultorio y de cuando en cuando miraba su reloj. Gene y su madre ya habían durado demasiado en consulta. Suspiró y fijó mirada en el libro que tenía en sus manos. Esperaba que la madre de Ginny se encontrara estable y que no tuviera que pasar varios días internada en la clínica.
El hombre continuó con su lectura y se colocó los audífonos para seguir escuchando un tema de los gallegos Luar Na Lubre. Tan concentrado estaba que no se percató que Gene y su madre ya habían abandonado el consultorio y se encontraban justo frente a él.
-Tommy - Murmuró Genevieve - ¿Me escuchas?
- Lo siento - Respondió Tom incorporándose - ¿Nos vamos?
-Sólo pasaremos a la farmacia para surtir la receta - Dijo la señora Blumer.
-Después vamos a comer, muero de hambre - Dijo Gene y tomó de la mano a su madre para caminar hasta la farmacia.
Los tres salieron de la clínica y subieron al auto de Tom quien inmediatamente se puso en marcha.
-¿Qué les ha dicho el médico? - Preguntó Tom deteniéndose ante un semáforo en rojo.
-Que mamá se encuentra estable, pero necesita comer un poco mejor - Exclamó Gene y miró a Tom - Continuará con su tratamiento, pero debe seguir una dieta. Estará bajo observación por un tiempo y visitará al médico dos veces al mes. Así que tenemos que mantenerla vigilada para que no se salte las comidas o las colaciones y por supuesto, que tome la medicina a sus horas.
-Estás exagerando, Ginny – exclamó su madre – Voy a hacer caso de las indicaciones del doctor. No quiero tener otra recaída.
-Gene cuidará muy bien de usted – intervino Tom – Ambos estaremos pendientes de su salud y si ella no puede acompañarla, yo con gusto la llevaré a sus citas médicas.
-¡Eres un amor, hijo! – dijo la madre de Gene apretando cariñosamente el hombro de Tom quién giró el rostro y sonrió.
El chico se detuvo frente a un restaurante donde servían un menú especial para personas diabéticas o enfermas del corazón. Los tres se sentaron en una mesa que estaba en el centro del lugar y ordenaron. Estuvieron charlando a cerca de la salud de la madre de Gene y hasta la chica dibujó un cronograma que se seguiría durante los quince días antes de la visita al médico.
-Parece que Gene se toma muy en serio su papel de enfermera – dijo la madre de la chica en tono de broma.
-¡Siéntase dichosa, señora! – Comentó Hiddleston.
-Es que la conozco, Tommy – Murmuró la joven – Y en cuanto comience a sentirse un poco mejor va a dejar de tomarse las medicinas y abandonará el tratamiento.
-¡Eso no se hace! – Rió Tom – Comprendo que suele ser molesto y tedioso estar tomando medicinas, pero debemos velar por nuestra salud y hacerle caso a los médicos – Suspiró – Cuando hablo con mi padrastro, a menudo lo reprendo porque mi madre me dice que no se cuida como debe, que no quiere ir al médico o que consume mucha sal y eso no es nada bueno para su presión arterial.
-¿Ves mamá? – Exclamó Genevieve mirando a su madre – Por eso voy a cuidarte mucho y te mantendré en constante vigilancia.
-Y debe hacerle caso – Comentó el chico guiñando un ojo.
-Le haré caso – Sonrió la señora Blumer - ¡Por supuesto que seguiré mi tratamiento y ya no descuidaré mi salud! – dijo la mujer – Quiero disfrutar de mi hija todo el tiempo que sea necesario, por eso debo mantenerme bien.
-¡Así se habla! – exclamó Tom y apretó la mano de la mujer.
* * *
Nicholas corría detrás de su pequeño nieto que comenzaba a dar sus primeros pasos. Matilde, su mujer, lo miraba con odio. ¡Ese hombre no tenía vergüenza! Ese día había ido a buscarla para implorarle perdón, arrastrándose como un gusano ante ella pidiéndole una nueva oportunidad. ¡Otra de tantas! Ya había perdido la cuenta de cuantas veces lo había perdonado, pero no se podía dar el lujo de meterse en escándalos y estar en el ojo del huracán.
El dinero y los lujos podrían ser de ella, al heredar una gran fortuna de parte de su padre quién había forjado un imperio en el mundo del modelaje. Pero Nicholas había sido la catapulta para llegar más alto. Él era quién tenía el prestigio y los mejores contactos. Sabía cómo moverse dentro de esos círculos y además tenía carisma y encanto, cosas de las que ella carecía. Y a pesar de ser un hombre maduro siempre atraía las miradas de jóvenes y viejos. Todo mundo quería estar cerca de él para conversar, su actitud jovial era lo que le daba esa chispa que lo hacía brillar y deslumbrar ante todos.
Sin embargo, su chispa se estaba apagando. Su reputación se estaba viniendo abajo y eso estaba afectando el prestigio de su empresa. Ahora estaban en boca de todos y los rumores y los chismes a cerca de acoso sexual y de abuso a las modelos de su agencia, eran cada vez más fuertes.
Matilde trataba de hacer caso omiso de todo aquello, pero era imposible. Estaban llegando demasiadas denuncias de jóvenes que habían sido rechazadas por la agencia al no querer satisfacer los deseos de Nick. De chicas que se habían negado a pagarle el favor con sexo. ¡Ella ya no podía soportarlo! Además, su familia también estaba sufriendo el acoso de los medios de comunicación y hasta habían sido agredidos por familiares y amigos de las mujeres afectadas.
Recordó las veces que su padre le había dicho que no se involucrara con ese hombre. Que Nicholas Duchard sólo era un vividor y un aprovechado, pero ella no lo había escuchado. Tener la atención de Nick la había vuelto ciega y sorda ante todas las advertencias. Y a pesar de que la engañara cada que él lo deseaba, cuando regresaba arrepentido, ella lo perdonaba porque creía en sus falsas promesas. ¡Pero ya no!
¡Al Diablo Nick y su prestigio! Se dijo Matilde tomando entre sus brazos a su nieto que no paraba de reír ante los gestos y voces graciosas por parte de su abuelo. Si Nick había cometido esas faltas, sería justo que pagara por ellas. Ella no iba a tapar todas sus asquerosidades, ni a sobornar a nadie. ¡Qué Nicholas se las arreglara como pudiera!
-¿Por qué te lo llevas? – preguntó Nicholas a Matilde que entregaba el niño a su ama de llaves – Nos estábamos divirtiendo.
-Es hora de su baño y de su siesta – exclamó Matilde – Además lo has tocado con tus inmundas manos. – dijo y le hizo una seña para que la siguiera a su oficina – Tu y yo tenemos que hablar. – ordenó la mujer y entró en su despacho.
-¡No hay nada de qué hablar! – gritó Nicholas y azotó la puerta de la oficina sentándose frente a su aún esposa - ¿Qué es lo que quieres?
-El divorcio, ya te lo había dicho. – respondió la mujer apretando los labios.
-¿Cómo? – preguntó Nicholas con cinismo - ¿Qué dijiste? Es que no escuché bien. – respondió con una sonrisa socarrona.
-Quiero el divorcio, Nicholas. – murmuró Matilde mientras encendía un cigarrillo - ¡Estoy harta de ti! Estoy harta de tus faltas al respeto, de tu cinismo, de tus burlas, ¡de todo!
-No te lo daré – exclamó el hombre – Tú no puedes divorciarte de mi... ¡Tú me amas, Matilde! Y sin mí no eres nadie.
-Igual que tú sin mí, Nicholas. – respondió la mujer dando una calada a su cigarro y soltando el humo – Te lo estoy pidiendo por las buenas y si no accedes a darme el divorcio vas a tener que atenerte a las consecuencias.
-¡A mí no me amenazas, Matilde! – gritó el hombre - ¡Tu siempre has hecho mi voluntad y la seguirás haciendo!
-¡Pues ya no más! – gritó Matilde arrojándole un florero que Nicholas alcanzó a esquivar - ¡Estoy harta! Y esto no es una amenaza sólo es una advertencia.
-¿Pero qué va a ser de mí? – gimió Nicholas – La policía me está buscando, estoy metido en un lío muy gordo y la única que puede ayudarme eres tú, mi amor.
-¡No me llames así! – gritó la mujer apretando los puños – Eres un maldito, un sinvergüenza – suspiró – Arréglatelas como puedas, que no es asunto mío. Yo ya te he ayudado bastante y si terminas en la cárcel te lo mereces por cerdo. Por ser un degenerado, ¿cómo te atreviste a manchar la imagen del imperio de mi padre? Y peor aún, ¡la de tu familia! Pero sobre todo, a dañar la reputación, la autoestima, los sentimientos de esas chicas. ¡Mereces podrirte en la cárcel! – gimió.
-Pero mi amor... - dijo pero Matilde lo interrumpió.
-Ahora... ¡lárgate de mi casa! – gritó Matilde y se acercó a él para tomarlo de la corbata y jalarlo hasta la puerta – No quiero verte por aquí nunca más.
-Pero yo te necesito – gimió Nicholas y se puso de rodillas - ¡Ten piedad de mi, por favor! – suplico – Sin ti estoy perdido, ¡te amo!
-¡Tú no me amas! – gritó Matilde y le lanzó un puntapié - ¡Nunca me amaste! Ahora vete, no quiero seguir viendo tu asquerosa cara y mucho menos escuchar tus lloriqueos. ¡Fuera!
Matilde lo empujó fuera de su oficina y le cerró la puerta en la cara. Nicholas bufó y gritó, presa de la desesperación. No sabía qué hacer, pensaba que las cosas serían diferentes y que él y Matilde arreglarían sus diferencias y ella lo perdonaría, como siempre. Pero se equivocó, su casi ex esposa lo odiaba y estaba dispuesta a no perdonarlo y a permitir que fuera a parar a la cárcel.
Miró a todos lados y subió corriendo hasta la habitación de su esposa para abrir la caja fuerte y tomar algo de dinero. Necesitaba huir lejos antes de que la policía diera con él y se supiera la verdad, ¡toda la verdad! Abrió la caja y buscó lo que necesitaba, en realidad no había mucho dinero, sólo cosas insignificantes como álbumes de fotos, recuerdos de sus hijos, ropa de su nieto y estupideces que carecían de valor monetario pero que para Matilde significaban mucho. Estaba a punto de darse por vencido cuando miró hacia la cama y encontró la cartera de su mujer, la abrió y se encontró con un grueso fajo de billetes, los contó y sonrió. Eran alrededor de doce mil dólares, lo suficiente para poder abandonar el país y huir hacia México o cualquier otro lugar de Latinoamérica. Guardó el dinero en su saco y salió de ahí para abandonar velozmente la casa.
* * *
-Gene – Gritó la madre de la chica – Date prisa, ¡Tom ya no tarda en llegar! Y tú no te has puesto el vestido – Dijo la mujer entrando en la habitación de su hija - ¡Se les va a hacer tarde por tu culpa!
-¡Es que no sabía que ponerme! – Gimió la joven tomando una falda larga color negra con estampado de flores, corte sirena y forrada con encaje - ¿Me ayudarás con el cierre por favor? – Preguntó – Y con el corsé también.
Su madre asintió y subió el cierre de la falda de su hija, quién rápidamente se colocó el corsé en color negro, de manga larga de encaje y cuello de la misma tela. La señora Blumer sonrió a modo de aprobación y le acarició la mejilla a la chica.
-¡Estás hermosa! – Exclamó su madre acomodando el cabello de Gene detrás de su oreja – Ve y diviértete mucho – Sonrió la mujer.
-¡Te veo mañana, mami! – Exclamó Gene tomando una cartera de terciopelo rosa y abrazando a su mamá - ¿Qué harás durante mi ausencia? – Preguntó.
-Jugaré bingo con los Robertson y creo que veremos una película – Dijo Kathleen – Además cuidaré de Bobby y de Claude.
Gene sonrió y caminó hasta su cama para acariciar al gato gordo que dormía desparramado sobre su cama. El minino ni siquiera se inmutó ante las caricias de la joven, sólo se estiró cuan largo era y siguió durmiendo.
El timbre de la puerta sonó y la madre de Gene abrió la puerta al tiempo que lanzaba un grito de asombro al admirar a Tom que estaba parado en el umbral. El hombre vestía con elegancia, portaba un esmoquin en color negro y un moño negro pendía de su cuello.
-¡Qué bien te ves, Tom! – exclamó Kathleen abrazando al hombre y besando sus mejillas – Pasa por favor, Gene ya está lista.
-Gracias, Kath – sonrió Tom y se separó de la mujer para ir al encuentro de Gene que aún se encontraba acariciando a Claude - ¡Te ves divina! – dijo el hombre y abrazó a la chica con fuerza - ¡Me encanta! – susurró a su oído y besó su mejilla derecha - ¿Nos vamos?
-Tú te ves espectacular, como siempre. – gimió Gene – Hermoso, sensual, bellísimo. – dijo la chica y tiritó al sentir los labios de Tom que rozaban su cuello – Vámonos.
-¿Dónde está Bobby? – preguntó la madre de Gene - ¿Lo vas a dejar solo en casa?
-¡Claro que no! – respondió Tom y salió de la casa para sacar a Bobby de su departamento y entregarlo a Kathleen – Aquí está. – dijo entregándole a la madre de Gene la correa del cachorro – Bobby, ¡pórtate bien! – dijo Tom mientras acariciaba la cabeza del can.
-Diviértanse mucho – exclamó Kathleen acompañándolos a la puerta.
La mujer los vio perderse dentro del ascensor y después cerró la puerta. Llamó a Bobby y Claude para servirles su cena y después de unos minutos, abandonó el departamento de su hija, llevando a Claude y a Bobby con sus respectivas correas, hasta detenerse frente a la puerta de los Robertson para disfrutar de una hermosa velada.
* * *
Tom y Genevieve llegaron a la galería donde Chase estaría presentando su más reciente obra. El hombre había lanzado un libro en donde mostraba cada una de sus ilustraciones y la historia que se encerraba detrás de ellas. Eran una especie de cuentos de ciencia ficción con una temática post apocalíptica y espacial, con portales mágicos y de luz que te adentraban a un mundo lleno de magia cósmica y paisajes de colores líquidos. La obra llevaba por título Landscape Of Liquid Colors.
La galería estaba a reventar, no cabía ni un alma en el recinto. Además de presentar el libro, también se exhibían las ilustraciones las cuales adornaban las paredes de la galería dotándolas con luz y color. Parecía como si el lugar tuviera vida propia.
-¡Me encantan! – Gritó Genevieve mirando las imágenes junto a Tom – Chase es un hombre muy talentoso.
-Es cierto – Murmuró Hiddleston – De hecho, yo ayudé con esa de ahí – murmuró señalando un cuadro de fondo negro, salpicado de pintura de color neón y neutra – Tiré por accidente un frasco de tinta en el papel – Dijo riendo – Chase dijo que era arte y así se quedó... ¡El desastre del Jotunn! – Murmuró señalando el título y su nombre en la ilustración.
Genevieve comenzó a reír junto con Tom y continuaron admirando el trabajo de Chase quién estaba muy ocupado con la prensa.
-¡Tom, Gene! – Gritó Fiorella abrazando a la pareja – Los he estado buscando por todos lados. ¡Esto es una locura! – exclamó la chica – Hace unos momentos estaba charlando con Darcy y Boris y de pronto ¡desaparecieron de mi vista!
-No pensé que la exposición fuera a tener tanto éxito – exclamó Tom - ¿Y dónde está ese mequetrefe?
-¿A quién le llamas mequetrefe? – dijo Chase reuniéndose con ellos y seguido de Boris y Darcy. Después de esas palabras, todos se echaron a reír.
-Permíteme felicitarte – Sonrió Gene y lo abrazó con fuerza – Eres un genio muy talentoso, querido Chase.
-¡Muchas gracias guapa! – Respondió el hombre y la besó en ambas mejillas - ¡Gracias a todos! – Suspiró – Es una pena que los señores R y tu madre no hayan podido asistir.
-Mi mamá se ofreció a cuidar de los señores Robertson ya que ambos tienen gripe – Exclamó la chica – Pero seguro que vendrán a admirar tú trabajo en cuanto se sientan mejor.
-Eso espero – comentó Chase y miró a Tom – Y tú, ¿le has comentado a Gene a cerca de eso que me dijiste?
-¿Qué cosa? – dijo Gene mirando fijamente a Thomas - ¿Qué cosa, amor?
-Aún no le he comentado nada – respondió Tom y sonrió de medio lado – No creo que esté interesada, quizá le parezca una propuesta tonta y aburrida. Ella está acostumbrada al glamour y lo mío es... ¡nada! Comparado con lo que ella hacía.
-Pues si no me dices – dijo la chica y gritó - ¿Cómo quieres que me interese? ¡No tengo idea de lo que estás hablando? – exclamó molesta – Háblame de tu propuesta y ¡ya veremos!
-¡Tranquila! – intervino Darcy – No te enojes, Genevieve. Todos aquí conocemos esa propuesta y pensamos que...
-¡Menos yo! – gritó Gene – Me siento excluida.
-¡Perdóname! – gimió Thomas tratando de evitar la mirada de odio que le dedicaba Genevieve, que hervía de coraje – No había encontrado el momento para hablar y proponerte mi idea. Has tenido muchas cosas por hacer y lo mío es algo que podría pasar a segundo plano.
-Todo lo que tú haces es importante para mí. – respondió Gene y lo abrazó – Aunque te he tenido un poco descuidado. ¿De qué se trata?
-Mi editor me ha dado luz verde para el lanzamiento de mi nueva historia. – exclamó Tom con orgullo – Sólo necesito que Chase trabaje en la portada y en algunas ilustraciones que se incluirán en la novela. – respondió feliz – Me encantaría que tu rostro fuera el de Genevieve, la protagonista de mi historia.
-¡No puedo creerlo! – dijo Gene emocionada y saltando de felicidad – Yo encantada, para mí será todo un honor.
-Entonces, ¿aceptas? – preguntó Chase con una gran sonrisa – Yo me encargaré del arte del libro, así lo hemos hecho con todos los que ha publicado.
-¡Excelente! – exclamó Gene y besó a Tom dulcemente en los labios - ¿Esa imagen es Chiffon? – preguntó la chica y señaló la ilustración de un gato espacial.
-Sí, es ella – respondió Fiorella – Y si miras bien, podrás encontrar a Bobby flotando en el espacio.
-¿Es el que sale del portal de luz? – preguntó Boris señalando otro cuadro.
-¡Efectivamente! – dijo Tom con orgullo – Nuestros niños no deben faltar por aquí.
La charla siguió mientras continuaban preguntando a cerca de todas las obras que se habían incluido en la exposición. Momentos después, Chase dio un discurso donde agradecía el apoyo por parte de los presentes, así como el de su prometida y amigos. Cuando hubo terminado, se repartieron bocadillos y algunas bebidas. Chase firmó algunos autógrafos y continuó con sus entrevistas, mientras que sus amigos continuaron hablando de lo esplendido que resultaba admirar el gran trabajo de Chase Watson.
* * *
Tom y Gene entraron en la habitación del primero y se dejaron caer sobre la cama. ¡Había sido una noche muy entretenida! Disfrutaron de la charla y las bromas de Chase, además habían admirado sus maravillosas obras de arte. Pero también necesitaban estar a solas; desde que la madre de Gene estaba con ella, no habían tenido momentos de intimidad. Y aunque a los dos les encantaba pasar su tiempo libre con Kathleen, ambos se deseaban, se necesitaban y esa noche era perfecta para saciar sus ganas y amarse hasta el cansancio.
Tom rodó sobre la cama, colocándose sobre Genevieve para besarla de forma salvaje, ella correspondió a ese beso tan ardiente y sintió cómo se derretía por dentro, rápidamente, las manos de la mujer intentaron despojarlo del saco, pero no pudo hacerlo. De la boca de Thomas se escapó una maldición y se levantó de la cama para quitarse el traje y lanzarlo sobre una silla, quedando únicamente con los calzoncillos. Genevieve lo miraba desnudarse sin perder detalle mientras que se mordía su labio inferior. Tom se aproximó hasta ella y le tendió la mano para que la chica se incorporara de la cama.
Gene se puso de pie y se lanzó a los brazos de su amado para volver a besarlo y sentir el calor de su piel bajo las palmas de sus manos. Él gimió al sentir las manos de su novia en la espalda y no perdió el tiempo para quitarle la falda. Gene la hizo a un lado mientras que Tom, sin dejar de besarla, intentó despojarla de su corsé. La chica necesitaba que él la tocara, así que también ayudó a deshacerse de esa prenda que estorbaba, lanzándola a un rincón. Tom suspiró al contemplar el hermoso cuerpo de Gene e inmediatamente se acercó a ella para deslizar su lengua sobre sus pechos erguidos, ansiosos de caricias.
La chica gimió arqueando la espalda, deslizando sus manos sobre el cabello de Tom mientras él mordía con suavidad el pezón izquierdo y la sujetaba con fuerza por la cintura. La boca del hombre se paseó por los pechos de Genevieve hasta su abdomen, la respiración de ambos se agitaba cada vez más y la temperatura corporal crecía y crecía. Los dientes de Tom mordieron la cadera de la chica para llevarse consigo sus bragas de encaje y bajarlas hasta sus rodillas. La mujer volvió a gemir, pero con más fuerza cuando él la empujó hasta los pies de la cama haciendo que su cuerpo cayera sobre ésta. Él se quedó de pie, observándola, recreando su vista con la imagen de Gene sobre la cama, con los labios entreabiertos, las mejillas sonrosadas y el ir y venir de su pecho. Se colocó sobre ella y la besó con más pasión, enredando su lengua a la de la joven, sintiendo como la pelvis de Gene se frotaba contra la suya, incitándolo a continuar y no detenerse nunca.
La lengua de Tom dibujó un trayecto por su cuello, sus pechos y su abdomen, para detenerse sobre su monte de Venus, ella rió y gimió al sentir que también la aspereza de la barba de Tom entraba en el juego y el cálido aliento sobre su piel sensible. Él se puso de rodillas y la jaló por la cadera mientras que su boca se apoderaba de los labios de Ginny y los succionaba con fuerza. La mujer gritó llena de placer al sentir como la lengua de Thomas jugueteaba con su clítoris. Las caderas de la chica empujaban con fuerza para pegarse más a su boca, mientras él no le daba tregua, y continuaba saboreando y otorgándole placer.
Las manos de Genevieve se colocaron sobre sus senos para masajearlos y pellizcar sus pezones, al tiempo que gemía incontrolablemente. Poco a poco, Tom introdujo sus dedos dentro de ella, los sacó despacio y volvió a introducirlos. Las caderas de Gene se movían instintivamente, ella jadeaba y se retorcía al sentir los dientes del hombre mordisqueando su clítoris. La chica sintió cómo las oleadas del orgasmo comenzaban a hacerse presentes, quería contenerlas para poder disfrutar más de las delicias que la boca de su amado Tom le ofrecían, pero le era imposible. Su espalda se arqueó y un nuevo grito se apoderó de su garganta mientras que sus manos se posaban sobre la cabeza de Thomas, indicándole que no se detuviera. El orgasmo la invadió haciendo que todo su cuerpo temblara.
Hiddleston se levantó, satisfecho y sonriente, se lamió los labios para después colocarse frente a Gene sobre la cama, su novia le devolvió la sonrisa y lo abrazó para besarlo de nuevo, él también la envolvió entre sus brazos y acarició su espalda. Tom estaba muy excitado, ella podía experimentar el roce de su sexo entre sus muslos y gimió, balanceándose con suavidad para provocarlo, enredando sus piernas en su cintura. Él la penetró lentamente sin dejar de besarla y comenzó a embestirla. Gene imitaba sus movimientos suaves y acompasados, sus cuerpos estaban fundidos en un abrazo, en una unión íntima y perfecta. Ambos gemían y suspiraban cada vez más agitadamente. La chica presionaba con sus piernas para lograr que la penetración fuera más y más profunda. Sus bocas también estaban entregadas a una batalla de besos húmedos y sensuales mordiscos.
Ambos gemían presa del deseo y la pasión que manaba por los poros de su piel, de manera paulatina, las acometidas de Hiddleston aumentaron la velocidad mientras que Gene clavaba sus dientes el hombro de Tom y él le susurraba hermosas palabras al oído. El clímax de su pasión se hizo presente y éste los envolvió para arrastrarlos, de la garganta de Tom se escapó un gruñido mientras estallaba junto con la chica.
-¡Te amo! – Gimió Tom.
-Yo también te amo, Tommy – Susurró Gene casi a punto de llorar - Eres lo mejor de mi vida – Exclamó apretándose contra su cuerpo.
El hombre la sujetó por la cintura y sin separarse ni perder la unión, giró sobre el colchón para colocar a la chica encima de él. Ella le sonrió y acarició su rostro, inclinándose para besarlo de nuevo, deleitándose con el roce de sus labios y el choque de sus lenguas. Las manos de Tom se elevaron un poco para apretarle los senos a Genevieve quién dejó escapar un largo jadeo.
-¿Otra vez? – Gimió la chica muy agitada, pues aún no se reponía del segundo orgasmo.
-¿Por qué no? - Murmuró Tom con voz entrecortada - Yo deseo más y sé que tú también así lo quieres – Dijo con la boca pegada al cuello de Gene – Y es justo que aprovechemos ¿no lo crees?
Genevieve asintió y le dedicó una hermosa sonrisa, él también le sonrió y le apretó la cintura mientras las manos de Gene se apoyaban sobre los hombros de Tom para unirse a su delicioso vaivén. Él no dejaba de mirarla a los ojos, suspirando, gimiendo, jadeando. Ella murmuraba algunas frases ininteligibles, dejándose llevar por sus movimientos. Buscó su boca y se unió a Tom en un beso fiero mientras que el movimiento de su pelvis se intensificaba, tornándose más violento y rápido.
-¡Sí, sí! ¡Oh, sí! – Gemía Gene - Dámelo todo... Más, más – Gritaba - ¡Así, no te detengas!
-¿Detenerme? – Gruñó él y masajeó los senos de la mujer - ¡Eso jamás!
Continuaron con su agresivo balanceo, la cama crujía, y el sonido se mezclaba con el choque de sus pieles, sus gritos y jadeos. El sudor bañó sus cuerpos y juntos, volvieron a alcanzar la cúspide del delirio.
* * *
Nicholas terminó de arreglar su maleta y tomó su boleto que se encontraba sobre su mesa de noche. Se aseguró de llevar todo el dinero que había tomado de la cartera de Matilde y el poco que había podido retirar de un cajero automático. Se puso una chaqueta y sus lentes oscuros y después colocó una gorra en su cabeza, no deseaba que lo reconocieran. Tomó su celular y llamó a un Uber para que lo recogiera y lo llevara al aeropuerto. Había decidido viajar a México, al llegar a la capital del país, uno de sus conocidos lo esperaría en el aeropuerto y lo llevaría a un lugar que según le comentó, era muy seguro.
Miró su reloj de pulsera, aún faltaban algunos minutos para que el Uber llamara a la puerta. Así que se sentó a esperar a que el chofer pasara a recogerlo y llevarlo a su destino. Estaba por levantarse para ir de nuevo al baño cuando escuchó que llamaron a la puerta.
-Debe ser el Uber – dijo Nicholas y tomó su maleta para ir a abrir la puerta. Le diría al chofer que lo esperara un par de minutos porque tenía que ir a orinar.
El hombre abrió la puerta y su rostro se tornó pálido. No se trataba del chofer del Uber sino de la policía.
-¿Señor Nicholas Duchard? – preguntó uno de los oficiales.
-Si, soy yo oficiales – respondió Nick entre balbuceos - ¿Qué se les ofrece? – preguntó intentando ocultar su nerviosismo.
-Queda usted detenido – respondió otro oficial y le cerró el paso.
-Pero, ¡ustedes no pueden hacerme esto! – gritó, pero ya no pudo moverse, pues uno de los oficiales intentaba someterlo – Quíteme las manos de encima – exclamó intentando zafarse pero era imposible, ese hombre era muy fuerte - ¿Por qué intentan llevarme preso?
-Existen muchos cargos en su contra – dijo uno de los oficiales – Sólo haga un recuento de todo lo malo que ha hecho. – exclamó el hombre y lo esposó.
Nicholas sabía a qué se refería, ¿por qué había sido tan tonto? Se preguntó. Si tan sólo hubiera comprado un boleto para el primer vuelo rumbo a México, hubiera logrado escapar. Pero ahora ya todo estaba perdido y debía atenerse a las consecuencias, sabía que tenía todas las de perder, pues todo lo que se decía de él era verdad.
* * *
¡Por fin se va a hacer justicia! Nicholas merece ir a la cárcel, pues no es una blanca paloma. Es un ser asqueroso y despiadado.¿Qué les pareció este capítulo? No olviden dejar sus comentarios y votos,muchas gracias por leer. ¡Hasta el próximo capítulo!
Maria Decapitated
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