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CAPITULO 15

-¡Tardas demasiado! – Gritó Thomas desde la sala - ¡Anda Gene! Se nos va a hacer tarde, seguramente nuestros amigos nos están esperando. ¿Qué tan difícil puede ser ponerse una falda y una blusa? – Bufó.

-¡Te escuché! – respondió Gene saliendo de la habitación – Ya estoy lista, amor.

El hombre giró el rostro y miró a la chica que caminaba sensualmente y contoneando sus caderas hasta dónde él se encontraba. Ella le sonrió e hizo una pose sexy al detenerse frente a su novio. Tom la miró boquiabierto y silbó un par de veces.

-¿Me veo bien? – Preguntó señalando su atuendo de falda corta de mezclilla, camiseta negra y zapatillas deportivas del mismo color.

-¡Siempre te ves bien! – Murmuró Tom mientras la abrazaba y su mano se deslizaba cariñosamente por el trasero de la joven – Entonces, ¡ya es hora de irnos!

-¡Vámonos Bobby! – Dijo Gene haciéndole una seña al perro que dormitaba sobre el sillón.

Thomas tomó una canasta con bocadillos y abrió la puerta del departamento, el perro fue el primero en salir, seguido de la chica. El hombre cerró la puerta y juntos caminaron hasta el ascensor para dirigirse a casa de Boris y Darcy. Esa vez la reunión de los sábados se llevaría a cabo en el departamento de los Fimmel, el cual era un poco más espacioso que el de los señores Robertson.

Darcy se asomó a la puerta y miró hacia el elevador. No había rastro de Thomas o Genevieve, le echó un ojo al reloj antes de regresar a la sala y reunirse con el resto de los invitados.

-¿Por qué no llegan? – Preguntó - ¿No creen que ya se les hizo tarde?

-¡Ya conoces a Gene! – Murmuró Boris.

-Yo no me quiero imaginar a Tom, parado como un centinela junto a la puerta, desesperado porque ella no termina de arreglarse – Rió Chase, imitado por el señor Robertson.

-¿Y si se quedaron echando pata (teniendo sexo)? – Preguntó Fiorella sin poder aguantarse la risa por su pregunta tan tonta.

Todos se echaron a reír ante el comentario de la joven. Excepto la señora Robertson, quién frunció el ceño y acarició a Chris, que dormitaba sobre su regazo.

-Yo no creo eso – Exclamó la mujer – No es tan tarde, sólo han pasado cinco minutos desde la última vez que Darcy miró por la puerta.

Ni bien la mujer acababa de decir su frase, cuando el timbre de la puerta del departamento de los Fimmel sonó con claridad. Chris bufó y corrió a esconderse debajo del sillón. Boris abrió la puerta y miró a la pareja. En ese mismo instante, Bobby entró cual saeta a la casa y comenzó a oler todo a su alrededor hasta que se encontró a Chiffon, que descansaba sobre una de las sillas del comedor. La gata bufó al can que comenzó a lamerla desesperadamente, le dio un par de golpes en la cabeza con su mano izquierda para después comenzar a lamer el hocico del perro.

-¡Hasta que llegan, infames! – Gritó Chase.

-¡Hola a todos! – Exclamó la pareja al unísono.

-Perdón por la tardanza – Comentó Gene – Pero como les preparamos algo especial, se nos hizo tarde.

-¡Y todos aquí pensando mal de los chicos! – Comentó Martha Robertson.

-¿Qué hay en la canasta? – Preguntó Fiorella hurgando en su interior y encontrando algunos croissants rellenos de queso amarillo y jamón, y unas salchichas empanizadas - ¡Que rico!

-Tomen asiento – Dijeron Boris y Darcy ofreciéndoles un poco de limonada azul.

La reunión comenzó con algunos chistes del señor Robertson y Chase, quienes lograron que el resto de los invitados se desternillaran de risa y casi se hicieran pipí en los pantalones. En realidad se trataban de chistes muy malos o demasiado bobos, lo genial de todo eran las expresiones faciales, el tono de la voz y los movimientos corporales de los hombres encargados de hacerla de bufones.

-¿No han pensado en montar un show? – Preguntó Darcy limpiándose las lágrimas con su servilleta – ¿Algún sketch o un stand up?

-Yo tenía una especie de Stand Up – Comentó el señor Robertson – Cuando era más joven solía presentarme en un bar todos los fines de semana.

-Era muy majadero – Sonrió la señora Robertson – Pero creo que a los borrachos les gustan las cosas muy groseras y subidas de tono.

-No sólo a los borrachos, señora R – Comentó Boris riendo a carcajadas.

-¿Y tú Tom? – Preguntó Fiorella - ¿Tú no cuentas chistes?

-No, yo soy muy malo para hacerlo – Rió moviendo la cabeza.

-¿Recuerdan cómo Marlin el papá de Nemo contaba los chistes? – Preguntó Genevieve abrazándolo y todos asintieron - ¡Pues ni más ni menos!

-¡Tampoco soy tan malo! – Se quejó Tom besándole la frente – Sólo que lo mío no es la comedia – Suspiró - ¿Qué les parece si les leo una historia?

-¿Una leyenda? – Preguntó Gene emocionada y Tom sintió - ¡Sí, lee una! Darcy y Boris jamás te han escuchado.

-¡Y nos encantaría! – Sonrió Darcy.

-De acuerdo, les narraré una leyenda japonesa sobre el amor verdadero. Es la historia del Sakura o Flor de Cerezo – Sonrió Tom mientras buscaba un libro.

Se hizo silencio y el hombre comenzó a narrar.

"La leyenda de Sakura comienza hace cientos de años en el antiguo Japón. Por aquel entonces los señores feudales libraban terribles batallas, en las que morían muchos combatientes humildes, llenando a todo el país de tristeza y desolación. Los momentos de paz eran muy escasos. No terminaba una guerra, cuando comenzaba la otra. Pese a todo, había un hermoso bosque que ni la guerra había podido tocar. Estaba lleno de árboles frondosos que exhalaban delicados perfumes y consolaban a los atormentados habitantes del Japón antiguo. Por más combates que hubiera, ninguno de los ejércitos se atrevía a mancillar semejante maravilla de la naturaleza.

En aquel hermoso bosque había, sin embargo, un árbol que nunca florecía. Aunque estaba lleno de vida, en sus ramas nunca aparecían las flores. Por eso se veía desgarbado y seco, como si estuviera muerto. Pero no lo estaba. Simplemente parecía condenado a no disfrutar del color y el aroma de la floración. El árbol permanecía muy solitario. Los animales no se le acercaban por miedo a contagiarse de su extraño mal. La hierba tampoco crecía a su alrededor por las mismas razones. La soledad era su única compañía. Cuenta la leyenda que un hada de los bosques se conmovió al ver a aquel árbol que parecía viejo, siendo joven.

Una noche el hada apareció junto al árbol y con nobles palabras le hizo saber que quería verlo hermoso y radiante. Estaba dispuesta a ayudarle para que lo lograra. Entonces le hizo una propuesta. Ella, con su poder, haría un hechizo que duraría 20 años. Durante ese tiempo, el árbol podría sentir lo que siente el corazón humano. Tal vez así lograría emocionarse y quizás volvería a florecer. El hada agregó que gracias al hechizo podría convertirse tanto en planta como en ser humano, indistintamente, cuando así lo deseara. Sin embargo, si al cabo de los 20 años no lograba recuperar su vitalidad y brillo, moriría inmediatamente.

Tal como el hada dijo, el árbol vio que podía convertirse en ser humano y volver a ser un vegetal cuando así lo quería. Probó a quedarse un largo tiempo como hombre, para ver si las emociones humanas le ayudaban en su propósito de florecer. Sin embargo, el comienzo fue una decepción. Por más que buscaba a su alrededor, solo veía odio y guerra. Entonces volvía a ser árbol durante una buena temporada.

Los meses fueron pasando y también los años. El árbol seguía como siempre y no encontraba entre los humanos nada que lo librara de su estado. Sin embargo, una tarde que se convirtió en humano, caminó hasta un arroyo cristalino y allí vio a una hermosa joven. Era Sakura. Impresionado por su belleza, el árbol convertido en humano se acercó a ella. Sakura fue muy amable con él. Para corresponderle, él le ayudó a cargar el agua hasta su casa, que quedaba cerca. Tuvieron una animada conversación en la que ambos hablaron con tristeza del estado de guerra en el que se encontraba el Japón y con ilusión de grandes sueños.

Cuando la muchacha le preguntó cuál era su nombre, al árbol solo se le ocurrió decirle "Yohiro", que significa "esperanza". Los dos se hicieron muy amigos. Todos los días se encontraban para conversar, para cantar y para leer poemas y libros de maravillosas historias. Cuanto más conocía a Sakura, más necesidad sentía de estar a su lado. Contaba los minutos para ir a su encuentro.

Un día Yohiro no pudo más y le confesó su amor a Sakura. También le confesó quién era en realidad: un árbol atormentado, que ya pronto iba a morir porque no había logrado florecer. Sakura quedó muy impresionada y guardó silencio. El tiempo pasó y el plazo de los 20 años estaba por cumplirse. Yohiro, que volvió a tomar la forma de árbol, se sentía más triste cada vez.

Una tarde, cuando menos lo esperaba, Sakura llegó a su lado. Lo abrazó y le dijo que ella lo amaba también. No quería que muriera, no quería que nada malo le pasara. Entonces, el hada apareció de nuevo y le pidió a Sakura que eligiera si quería seguir siendo humana, o fundirse con Yohiro en forma de árbol. Ella miró a su alrededor y recordó los campos desolados por la guerra. Eligió entonces fundirse para siempre con Yohiro. Y se hizo el milagro. Los dos se convirtieron en uno solo. El árbol entonces, floreció. La palabra Sakura significaba "Flor de cerezo", pero el árbol no lo sabía. Desde entonces, el amor de ambos perfuma los campos del Japón."

-¡Pero qué hermosa historia! – Gritó Darcy con lágrimas en sus ojos - ¿Verdad que es muy hermosa, Boris? – Y su esposo asintió.

-Nunca nos la habías leído, querido Thomas – Exclamó la señora Martha – Y estoy muy conmovida.

-¡Una leyenda de amor verdadero! – suspiró Chase y tomó la mano de Fiorella, quién también se enjugaba las lágrimas.

Tom miró a Gene, ella también había llorado al final con esa hermosa historia. La chica también lo miró y se arrojó a sus brazos para acurrucarse en su pecho y suspiró hondo. Ella también quería eso, fundirse en uno solo con Thomas para siempre, tal y como Sakura lo hizo con Yohiro.

* * *

Tom revisó el borrador de su libro, estaba decidido a enviarlo a la editorial. Desde que comenzara su relación con Genevieve, las ideas habían fluido como el agua y manaban cual torrente. Eso logró que avanzara a pasos agigantados en esa nueva obra, terminando poco antes de lo planeado. Se sentía muy feliz y orgulloso por ello. Gene se había convertido en su musa y era la protagonista de su historia. De hecho, tenía en mente la portada del libro, pero estaba un poco renuente a pedirle a su novia que posara para Chase, quién era el creador del artwork que adornaba sus escritos.

La vida de Tom había dado un gran giro, de ser un hombre solitario y serio, pasó a ser un hombre más abierto y sociable. Ahora, al llegar a casa tenía a alguien, además de Bobby, que lo esperaba para acurrucarse junto con él en el sillón de la sala, tomar café y charlar sobre su día.

Con Gene pasaba lo mismo, ahora su vida tenía sentido, ya no la encontraba hueca, vacía y gris. Tenía una nueva vida llena de colores, encontró su propósito haciendo algo que le apasionaba, ya no dependía de nadie y tampoco estaba sujeta a nadie, era libre. Ya no estaba Nicholas que controlaba su vida diciéndole que hacer y que no. Teniendo a Tom a su lado todo era completamente diferente.

Como pareja, habían creado sus propias rutinas. Gene se encargaba de cuidar a Bobby por las mañanas. Lo llevaba a pasear al parque y de ahí caminaban juntos hasta el salón de belleza. Ahí Bobby solía acercarse a los clientes y jugueteaba con ellos. Por la tarde, Genevieve y el cachorro regresaban a casa para preparar la cena y esperar a Tom. Alternaban sus noches durmiendo un día en el departamento de la chica y al día siguiente en el de Thomas. Los fines de semana iban a tomar el té a casa de sus amigos o iban al cine, al teatro o la ópera. Trataban de mantener un equilibrio.

Tom intentaba ser detallista con Gene, siempre le llevaba un obsequio por muy insignificante que este fuera. Algunas veces se trataba de un ramo de flores, otras veces le escribía un poema, le regalaba alguna joya de fantasía o simplemente la tomaba de la mano y juntos salían al balcón a mirar las estrellas mientras Tom le susurraba frases románticas o cantaba una dulce canción en su oído.

Gene atesoraba esos momentos en su corazón. ¡Nunca se había sentido tan amada! Por eso trataba de corresponderle a Tom todas esas muestras de amor con la misma intensidad. Su vida en pareja era perfecta, por así decirlo. Pero faltaba algo para que todo resultara ser mejor de lo que ya era.

-¡Hola guapa! – Exclamó Tom besando las mejillas de Genevieve - ¿Cómo te fue hoy? ¿Mucho trabajo?

-Me fue muy bien, ¡gracias! – Sonrió Dándose la vuelta mientras lo despojaba de su chaqueta – El día estuvo tranquilo, cumplimos con la agenda, pero el día de mañana será un poco más pesado – Murmuró besándolo en los labios – Por cierto, ¡hablé con tu mamá! Y también con tu sobrino Joey.

-Joey no habla – Se rió Tom.

-¡Bueno, sólo balbuceaba! – Dijo Gene caminando hasta la mesa de la cocina – Tu mamá quiere que vayamos al bautizo del nene... ¡será a finales de este año! Es perfecto porque serán tus vacaciones y ¡yo podré conocer a tu familia! Estoy ansiosa por encontrarme con Edna, tu padre y el resto de tu familia.

-¿Y yo cuándo conoceré a tu madre? – Preguntó Thomas poniéndose serio – Ya ha pasado demasiado tiempo y tú no haces nada para acercarte a ella – Bufó el hombre – No me molesta que tengas contacto con mi familia y que hagas planes para visitarlos y pasarla bien con ellos, al contrario, ¡me siento muy feliz! Porque me doy cuenta que te han aceptado a pesar de la distancia – Suspiró sujetándola por los hombros – Pero ¿qué hay de tu madre? ¿No has pensado en lo que puede estar sufriendo por no tenerte cerca? Quizá ella está enferma y te necesita o simplemente te necesita, ¡eres su hija, Ginny!

Gene se soltó de Tom y se dio la vuelta, dándole la espalda. La chica guardó silencio y un par de lágrimas rodaron por sus mejillas. Él tenía razón, estaba dejando pasar el tiempo. Si continuaba con esa negativa de ver a su madre, llegaría el punto en que sería demasiado tarde y ella lo lamentaría por el resto de su vida.

-¿No vas a decirme nada, Genevieve? – Preguntó su novio.... ¡la estaba llamando por su nombre! Parecía que estaba un poco molesto.

-¡Tienes razón! – Exclamó suspirando – He sido muy desidiosa con el tema de mi madre. Pero la verdad es que soy cobarde y tengo miedo, ¡ya te lo había dicho! No puedo presentarme así nada más y...

-Yo no soy mucho de temas religiosos – Exclamó el hombre interrumpiéndola – Pero dime, ¿has escuchado la parábola del hijo pródigo? – Y ella asintió – Pues creo que esa historia tiene mucho de razón. El amor de un padre o una madre por sus hijos es muy grande y no les va a importar tu pasado o los errores que cometiste en tu vida. Tu madre va a estar feliz de verte, te va a recibir con bombo y platillo, sin importar la forma en que te fuiste. Ella te recibirá porque eres su hija y te ama.

-Es cierto – Murmuró la chica rodeando su cintura – Ya basta de escudarme en mi trabajo, de buscar cualquier pretexto para aplazarlo. Este fin de semana iremos a ver a mi madre. Le pediré a Lisa que se encargue del salón por esos días y también a Darcy. ¿Si me acompañarás, verdad? – Preguntó mirándolo a los ojos.

-Por supuesto que sí – Sonrió Tom acariciándole la mejilla – No voy a dejarte sola. ¡Te adoro! Y por eso quiero que seas feliz, pero sobre todo, que estés bien con tu madre.

-¡Gracias Tommy! – Dijo la chica poniéndose de puntillas para besarlo en los labios.

* * *

El sábado, Tom y Genevieve se levantaron de madrugada. El viaje hacia Fresno, California tardaba alrededor de cuatro horas, quizá un poco menos. El hombre aún notaba la renuencia de su novia para visitar a su madre, sin embargo, ella debía hacerlo. Tom tenía un presentimiento y algo le decía que las cosas no andaban bien con la madre de Genevieve, aunque por el momento no deseaba comentarle nada a la chica.

Subieron una maleta al auto y una canasta con bocadillos para detenerse un rato durante el trayecto y poder desayunar. Bobby fue el primero en abordar el vehículo y se acomodó en el asiento trasero que finalmente había sido limpiado para la ocasión. Genevieve se sentó en el asiento del copiloto y se recostó sobre este mientras Tom se acomodaba el cinturón de seguridad.

-¡Detesto madrugar! – Se quejó la chica al tiempo que Tom echaba a andar el auto.

-Si queremos llegar al mediodía debemos irnos temprano – Comentó el hombre – Son las cinco de la mañana, ¡ya no es tan temprano! Todos los días te levantas a esta hora y nunca te quejas. ¿Por qué hacerlo ahora? – Le preguntó mirándola por un breve instante.

-¡Ay ya sé! – Exclamó la chica acariciando la cabeza del perro – Tengo vértigo, nauseas y...

-¿Tienes miedo? – Respondió Thomas - ¡No va a pasar nada! Se trata de tu madre, la mujer que te dio la vida.

-¡Pero no quiero que me rechace! – Suspiró Gene cruzando los brazos y haciendo un puchero – He analizado todo lo que me hs dicho y ¡tienes toda la razón! Pero el miedo está latente.

-¡Sólo relájate y piensa positivo! – Murmuró el hombre – Además, no estás sola, estoy yo contigo.

Genevieve sonrió, suspiró y apretó la mano de Tom. Él tenía razón, sus temores eran infundados, sin embargo, ella también tenía un mal presentimiento. Desde que Tom había tocado de nuevo el tema sobre volver a su madre, sentía una opresión en el pecho y su necesidad de verla se volvió más grande. Aunque en ocasiones, ese sentimiento se lo atribuía al miedo y se negaba a verla, pero quizá podría ser que algo no anduviera bien con su mamá. No quería pensar en ello, así que suspiró una vez más para centrarse en la idea de que no debía aplazar más esa visita, que lo mejor que debía hacer en ese momento era ver a su madre, hablar con ella y salir de dudas.

Durante un rato, Gene prefirió cerrar los ojos y no decir nada. Se acurrucó en el asiento y abrazó a Bobby. El can se durmió en los brazos de la chica quién fingió dormir, pero en realidad sólo estuvo pensando a cerca de lo que le diría a su madre una vez que la viera.

https://youtu.be/hTbBvBX1Z58

Por su parte, Thomas se concentró en la carretera y prefirió dejar que la chica continuara durmiendo. Decidió poner algo de música para hacer más ameno el trayecto hasta Fresno. Se decidió por algo de In Flames , un cover de Depeche Mode; y mientras giraba la cabeza para percatarse que Bobby estuviera bien, comenzó a cantar.

-Don't say you want me, don't say you need me, don't say you love me. It's understood. Don't say you're happy. Out there without me. I know you can't be, 'Cause it's no good. – cantaba Tom y abrió un poco los cristales para que entrara algo de viento.

Un par de horas después se detuvieron debajo de un gran árbol para tomar el desayuno. Gene apenas tocó la comida, pero Tom prefirió no comentar nada y sólo habló de temas como el clima y que la carretera estaba poco transitada.

-Aún nos queda una hora de viaje – exclamó Thomas vertiendo un poco de agua para que Bobby tomara – Llegaremos a Fresno alrededor de las nueve de la mañana.

-De acuerdo – respondió Gene y se encogió de hombros mientras subía al auto la canasta del almuerzo y se acomodaba en su asiento.

Bobby entró detrás de ella y después Tom, quién de nuevo se puso en marcha. El hombre miró de reojo a Gene, quién se encontraba con la cabeza recostada en el asiento y los ojos cerrados.

-¿Tú también tienes ese mal presentimiento, no es así? – preguntó Tom y Genevieve se incorporó.

-¿A qué te refieres con mal presentimiento? – preguntó Ginny y lo miró fijamente.

-No me refiero a la visita – respondió Thomas – Algo me dice que las cosas con tu madre no están bien.

-¿Tú también lo piensas? – exclamó la chica y suspiró – Yo no quería pensar en ello, pero anoche no pude dormir tranquila, pues ese pensamiento me estuvo atormentando por horas. ¿Y si no está bien? – gimió y contuvo el llanto.

-¡Por eso vamos a verla! – respondió el hombre y la tomó de la mano – Para cerciorarnos que todo esté bien con ella.

Gene sólo sonrió pero estuvo un poco más animada. Charló con Thomas por un buen rato hasta que le pidió que se detuvieran, justo frente a una casa de ladrillo rojo y una sola planta. El jardín estaba bastante descuidado y por la ventana se podía distinguir la silueta de un gato.

-¿Es aquí? – preguntó Tom y Gene asintió.

-¿Por qué la ha puesto en venta? – exclamó la chica soltándose de la mano de Tom y caminando rápidamente hasta la entrada - ¡No puede venderla! En este lugar ha vivido por casi treinta años. ¡Estaba orgullosa de esta casa! Tenías razón en decir que algo no anda bien. – suspiró y se detuvo delante de la puerta – Y lo vamos a averiguar – dijo mientras oprimía el timbre.

Tom se paró a su lado y la tomó de la cintura. Podía sentir como Gene respiraba con dificultad y su cuerpo temblaba. Estaba muy nerviosa y se apretaba las manos en espera de que esa puerta se abriera y su madre apareciera en el umbral.

Por fin la puerta se abrió y frente a ellos apareció una mujer madura muy parecida a Genevieve, sólo que en lugar de llevar el cabello largo, lo usaba bastante corto. La mujer se notaba cansada, pálida y demacrada. Uno de los cristales de sus anteojos estaba estrellado y su ropa estaba muy descuidada, parecía que no la había cambiado en años. ¿Qué estaba sucediendo?

-¡Ginny! – gimió la mujer sin poder creerlo y sus ojos se llenaron inmediatamente de lágrimas. Frente a ella estaba su única hija, a la que no veía desde hacía diez años.

-¡Mami! – gritó Genevieve arrojándose a los brazos de la mujer quién la abrazó con fuerza, pero aún sin poder creerlo.

-Ginny – volvió a exclamar la madre de la chica y posó su mirada en Tom que aún se encontraba en la entrada y con Bobby a su lado - ¡No puedo creer que estés aquí! Ha pasado tanto tiempo que imaginé que nunca volvería a verte. ¡Estás hermosa, hija!

-¡Pero tú no estás bien, mami! – dijo la chica soltándose y sujetándole el rostro para besar sus mejillas – Estás muy pálida y demacrada, ¿estás enferma?

-Pasemos a la sala – respondió su madre – Adelante – dijo haciéndole una seña a Tom.

-¿Está bien si entro con el perro? – preguntó el chico – Vi que tiene un gato y no me gustaría que Bobby causara problemas con él. Mi perro ama a los gatos, pero no sé si su gatito lo tolere.

-Está bien, entren los dos. – exclamó la mujer – A Claude le gustan los perros, a veces sale al jardín y juega con los perros del vecino que son más grandes que su perro. – respondió la señora – Siéntense por favor.

-Gracias – sonrió Tom y se acercó a la madre de Gene – Mi nombre es Thomas Hiddleston, es un placer conocerla Señora Blumer. – dijo mientras estrechaba la mano de la mujer.

-Es un gusto, señor Hiddleston. – respondió la madre de Gene – Mi nombre es Kathleen Blumer.

-Tom es mi novio, mamá. – dijo Genevieve con mucho orgullo – Es profesor de historia en la Universidad de California, es escritor e investigador y ¡también es mi vecino! – exclamó abrazando a su mamá.

-Es bueno saberlo, Ginny. – exclamó Kathleen y caminó a la cocina – Les traeré unas bebidas y algunos bocadillos.

-No es necesario, señora Blumer. – respondió Tom – Usted dígame dónde está todo y yo me encargo. Así puede hablar a solas con su hija, creo que ambas tienen mucho de qué hablar.

Kathleen Blumer sonrió, parecía desconfiada pero aún así le dio indicaciones a Tom quién entró en la cocina seguido de Bobby y Claude, el gato curioso por las nuevas visitas. Gene se sentó junto a su madre y la tomó de las manos. Ambas no sabían que decir en ese momento, sólo se miraron a los ojos y se echaron a llorar al momento que se abrazaban con todas sus fuerzas.

* * *

¡Gene se ha reencontrado con su mamá! Al parecer la señora Blumer no se encuentra bien. ¿Qué creen que esté pasando con ella? Esperemos que nada grave y que Gene y su madre puedan comenzar de nuevo. ¿Qué les pareció el capítulo? No olviden dejar sus comentarios y votos. Recuerden que esta historia la estaré publicado los martes, jueves y sábados. ¡Gracias por su apoyo!
Maria Decapitated

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