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CAPITULO 11

Genevieve corría de un lado a otro en casa de Darcy, su móvil no dejaba de sonar y ella estaba entrando en un estado de desesperación. ¡Ese era el día de la inauguración de su salón de belleza! Boris y Darcy eran los encargados de preparar los bocadillos para el evento y Gene llamaba a todos sus invitados para confirmar su asistencia.

Hasta el momento todos sus invitados especiales habían sido confirmados y esperaba que también más personas se acercaran a mirar el lugar. Había decidido regalar cupones de descuento, así como cortes gratis, maquillaje, entre otros servicios. El rostro de la chica irradiaba emoción, se sentía orgullosa de sí misma y de lo que estaba logrando hasta ese momento.

Un día antes, Tom la había acompañado a inspeccionar el lugar. El hombre había quedado impresionado con la decoración. Gene le mostraba orgullosa cada espacio del salón, como el área de niños, el área de masajes o la sala de espera.

-¡El lugar es espectacular! – exclamó Tom al observar a detalle la sala de espera y la enorme pantalla de plasma donde se transmitirían películas para que los clientes no se aburrieran mientras esperaban su turno – Pero creo que debiste incluir también un área donde poder leer un buen libro.

-¡Eso no lo pensé! – respondió la chica – Pero hablaré con Austin para ver qué podemos hacer al respecto.

-¡Eres un amor, nena! – dijo el hombre mientras besaba la punta de su nariz – ¿Y tú ideaste el diseño del lugar?

-Unas ideas son de Austin, el decorador – exclamó Gene entregándole a Tom una barra de chocolate – Pero otras ideas nacieron de mi cabeza, yo le dije a Austin como me gustaría que estuvieran decoradas las paredes, el tipo de sillas que íbamos a usar, entre otros detalles.

-¡Eres una genio! – murmuró Tom y la besó tiernamente en los labios – Te auguro mucho éxito en tu negocio. – dijo el hombre estrechándola en sus brazos - ¡Vas a triunfar, nena!

-Gracias, cielo – respondió Gene y se dejó envolver por ese cálido abrazo. Un par de horas más tarde, la pareja abandonó el lugar.

Genevieve dejó su móvil sobre la mesa y comenzó a colocar bocadillos sobre un enorme platón, así como algunos postres. Boris y Darcy corrían de un lado a otro en la cocina y de cuando en cuando miraban el reloj que colgaba de la pared.

-Deberías ir a arreglarte – gritó Darcy a Gene – Si no te apresuras se hará tarde y la inauguración del salón comenzará una hora después.

-¡Eso no pasará! – gritó Genevieve desde el comedor – Pero aún no termino de poner los bocadillos y los postres en las viandas.

-¡Yo me encargo! – Sonrió Boris – Mis primas vendrán a ayudarme – Exclamó el hombre y mi madre ya no tarda en tener listas esas otras charolas. ¡Ve, no te demores! Hoy es tu gran día.

Genevieve sonrió emocionada y se dirigió hasta su departamento para asearse y alistarse para la gran inauguración. Se maquilló y peinó su cabello en ondas para después tomar la ropa que usaría en ese evento; unos jeans en color negro, blusa blanca escarolada, zapatillas de alto tacón en color rojo con hebilla en la punta, más un cinturón de animal print complementaban el outfit. La joven consultó su reloj antes de mirarse al espejo, arreglarse un poco más la blusa y tomar una pequeña bolsa de mano. Revisó su cama en donde tenía varias cosas que necesitaba llevar al salón y salió casi corriendo de su departamento.

La chica se detuvo frente al departamento de Tom, dispuesta a llamar a su puerta, pero decidió no hacerlo. No tenía caso llevarlo consigo mientras terminaba de alistar el local, el hombre se aburriría, así que mejor dio la vuelta y subió al ascensor. Era mejor esperarlo con el resto de los invitados. Una vez en el elevador, Genevieve llamó a sus compañeros de trabajo, durante las semanas anteriores estuvo en constante comunicación con ellos y todos le confirmaron que ya estaban en el local, esperando a que ella llegara. La mujer suspiró y se apresuró a llegar al lugar, ¡dentro de un par de horas sería la gran noche!

* * *

Chase y Fiorella llamaron a la puerta del departamento de Hiddleston, quién salió a abrir en calzoncillos y calcetines. Fiorella esbozó una enorme sonrisa al verlo y silbó un par de veces mientras que Chase rosaba los ojos y señalaba impacientemente su reloj.

-¡Apúrate hombre que se hace tarde! Pensé que ya estarías listo – Bufó – Y mira que llegar tarde no es muy propio de ti.

-¡Lo siento – Dijo Tom entrando en su habitación para tomar una camisa azul cielo con rayas verticales de un azul más oscuro – Estuve revisando varios exámenes y ensayos, después llamó mi madre y se me hizo un poco tarde – Decía yendo de aquí para allá, acomodándose los pantalones y el saco – Pero llegaremos a tiempo. Además Gene me llamó para decirme que nos espera en el local.

Thomas apareció en la sala con sus amigos. Se veía muy bien en ese traje a cuadros azul marino y se acomodaba el reloj de pulsera. Su cabello lucía impecable, bien peinado y engominado.

-¡No me di cuenta que te afeitaste el rostro! – Exclamó Fiorella con un tono dramático - ¡No puedo creerlo! Ya no recordaba cómo era tu cara.

-¡No seas exagerada, Fiorella! – Exclamó su prometido – Tiene la misma cara de tonto, pero ahora sin pelos.

Tom se echó a reír a grandes carcajadas, se puso sus gafas y le ofreció su brazo a la mujer, quién sonrió y lo tomó de buena gana. Entre risas, los tres amigos salieron del departamento y se dirigieron al ascensor.

-¡Buenas noches, niños! – Saludó la señora Robertson que iba tomada del brazo de su esposo.

-¿Están listos, muchachos? – Preguntó el señor Robertson - ¡Yo estoy impaciente!

Tom asintió. Él también estaba impaciente y bastante nervioso. Al hablar con Genevieve, la chica se notaba muy entusiasmada y feliz, ¡para nada nerviosa! Todo lo contrario a él. Tom tenía un mal presentimiento, pero no quería ser ave de malagüero y arruinarle su noche a Gene con sus comentarios.

-¿Gustan acompañarnos? – Preguntó Chase a los Robertson – Hemos traído nuestra camioneta y ahí podemos viajar muy cómodos los cinco.

-¡Muchas gracias! – respondió Martha Robertson con una sonrisa – Habíamos pensado tomar un taxi, Stanley ya no está en condiciones de conducir.

-¡Patrañas, mujer! – Refunfuñó el señor Robertson – Puedo conducir mejor que cualquier jovencito veinteañero.

Los cinco abandonaron el edificio para subir a la camioneta de Chase quién condujo sin problemas hasta el lugar que se encontraba sólo a unas cuadras de ahí.

-¡Pudimos llegar caminando, Stanley! – se quejó la señora Robertson – Este lugar está muy cerca del edificio donde vivimos.

-Yo no quería caminar, Martha. – exclamó el anciano – Sabes que me duelen mucho las rodillas debido a mi artritis, así que era mejor venir con estos muchachos en su camioneta.

Fiorella y Chase escuchaban la conversación de la pareja de viejitos y se llenaban de ternura. Tom no pudo evitar reír ante la interacción de los Robertson, ¡se llevaban de maravilla!

-Ojalá que tu y yo tengamos un matrimonio duradero como el de Martha y Stanley – suspiró Fiorella mirando a Chase - ¿No sería maravilloso? Podríamos vivir en una enorme casa de campo junto a nuestros ocho gatos, doce nietos y cuatro hijos, claro con sus respectivas esposas o esposos.

-Prefiero a los gatos – dijo Chase arqueando las cejas – Nuestros hijos y sus esposos junto a nuestros nietos, deberán vivir en sus respectivos hogares. Yo deseo paz y tranquilidad en mi vejez.

-Y Gene y yo los visitaríamos todos los fines de semana para jugar bingo – intervino Tom que no podía parar de reír – Dos parejas de ancianos sentados en el porche admirando una puesta de sol, ¡me recordó a mis abuelos!

-¿Hiddleston hablando de vida marital? – exclamó Fiorella arrugando la nariz - ¡No puedo creerlo! Pero me agrada la idea de cuatro viejitos jugando bingo.

-Nuestro Tom está muy enamorado – exclamó Martha – Puedo verlo en sus ojos.

-Me recuerda a mí cuando te conocí, dulce encanto – Murmuró el señor Robertson tomando la mano de su esposa y besando su dorso – Te conocí un viernes y dos semanas después celebrábamos nuestra boda en una capilla, con sólo diez invitados.

-¡Ay que hermosura! – Gimió Fiorella casi al borde del llanto - ¿Sólo dos semanas?

-Es sorprendente – Exclamó Tom también lleno de ternura – Y aún su relación es tan sólida como la primera vez.

-¿Algún dato que deseen compartir con nosotros? – Preguntó Chase con sorpresa – algo que ayude a mantener el amor así de vivo.

El señor Robertson no respondió, pues el auto se detuvo frente al local que ya estaba lleno de gente y de los medios de comunicación. El señor Robertson silbó al ver la gran cantidad de gente que ya se encontraba ahí. Tom hizo una mueca y descendió del auto para ayudar a descender de este al anciano y a su esposa.

-¡Está lleno! – Murmuró Chase – Iré a estacionar este cacharro y regreso.

-No cabe ni un alma – Dijo la señora Robertson.

-Vamos a caber en el infierno, señora Martha – Murmuró Fiorella.

-¡Jesús, niña! – Bufó Stanley santiguándose – No digas eso.

-No pensé que el evento fuera así de grande – Comentó Hiddleston – Me imaginé algo más modesto. ¡Pero vamos adentro! No quiero perderme esta inauguración.

Con algo de esfuerzo entraron en el lugar y Tom buscó a Genevieve con la mirada. La encontró en una esquina, hablando con un tipo de un micrófono y sonriendo para unas fotografías. La chica miró con dirección a la entrada, buscando a sus amigos. Su corazón latió a prisa al observar a Tom, ¡lucía guapísimo!... ¡y se había afeitado! Se veía irresistible y encantador con esos pantalones ajustados. Levantó la mano y lo llamó por su nombre.

Hiddleston también agitó su mano, caminando rápidamente rumbo a la joven, que extendió sus brazos para abrazarlo. Tom la apretó a su cuerpo, levantándola del piso y Gene enredó sus piernas en su cadera, mientras lo besaba varias veces en la nariz.

-¡Creí que no te vería entre tanta gente! – Suspiró la chica – Estamos a tope y aún no comienza el evento. Faltan diez minutos.

-Hiciste una excelente publicidad – Comentó el hombre – Era obvio que la gente se dejara venir y este local se llenara a su máxima capacidad.

-¿Vinieron tus amigos? – Preguntó Genevieve sin dejar de acariciar el rostro de Tom y él asintió – Me encanta tu rostro afeitado, ¡es tan suave! Quisiera frotar mi cara contra él.

-Ahora que estemos solos – Dijo Tom poniéndola suavemente en el piso – Creo que estamos llamando mucho la atención.

-¿Y eso te incomoda? – Preguntó ella poniéndose colorada – Si hice algo mal, por favor...

-No, no me incomoda – Comentó Thomas – Pero me gustaría que la gente se enfocara en el evento y no en nuestras muestras de afecto.

-¡Es verdad! – Sonrió la joven – Mejor vamos a conocer a tus amigos y yo te presentaré de manera formal a los míos.

Tom tomó de la mano a Genevieve y juntos caminaron hasta donde se encontraba Chase y Fiorella, y los señores Robertson. Las parejas comían unos bocadillos y admiraban la decoración del salón.

-¡Hola! – exclamó Gene - ¡Bienvenidos! – Dijo la chica abrazando a la pareja de ancianos para después dirigirse a Chase y Fiorella -¿Qué tal? Soy Genevieve Blumer, amiga de Tom.

-¡Es un gusto, Genevieve! – Exclamó Fiorella – Soy Fiorella Rinaldi – Murmuró extendiendo su mano hacia la joven.

-Y yo soy Chase Watson – Murmuró el hombre – El mejor amigo de Tom y para mí es un placer conocer a la chica por la que Tom lanza suspiros – Dijo sonriendo - ¡Nos ha hablado tanto de ti!

Genevieve sonrió y se ruborizó. ¡Caramba! Últimamente se sonrojaba para todo. Tom simplemente apretó a la joven contra su cuerpo y le acarició la mejilla.

-De todo lo que nos ha dicho, ¡ya te hemos tomado cariño! – Murmuró Fiorella – Lo has dejado IM-PAC-TA-DO.

-¡Ya basta! – Intervino Tom – La van a asustar y lo único que lograrán es que se aleje.

-No es verdad – Exclamó la chica golpeando el estómago de Hiddleston con el codo – Simplemente estoy sorprendida, no creí haber causado tanto impacto en Tom. Él es tan dulce y además es todo un caballero. ¡Me ha protegido y me ha defendido! Y siendo sinceras, ¿quién no caería rendida de amor a los pies de este hombre? – Dijo y apretó cariñosamente la mejilla de Tom mientras besaba sus labios - ¡Te quiero, Tommy!

-¿Tommy? – Preguntó Chase - ¿Qué no detestaba que lo llamaran...?

-¡Cállate, Watson! – Murmuró su prometida tirando de una de sus orejas.

-¡Pero qué ternura! – Murmuró Stanley - ¿No lo crees cielo? Se ven hermosos estas dos parejas de enamorados.

-¡Lo sé, cariño! – Dijo su esposa – El amor está por doquier.

-Me disculpo – Dijo Genevieve al ver que Darcy le hacia una seña - ¡Ha llegado el momento!

-¡Suerte, linda Genevieve! – Exclamó Thomas sujetándola por la cintura mientras la besaba con dulzura.

Gene sonrió y se alejó con rapidez. La chica tomó un micrófono y agradeció la presencia de todos los que asistieron a la inauguración. Presentó a su equipo de trabajo y junto a Darcy, cortó el listón color de rosa que sostenían Boris y Austin. La gente aplaudió y a todos se les entregaron cupones de descuento. Y el que tenía suerte, obtenía un corte de cabello, aplicación de uñas, masajes, etcétera, completamente gratis.

-¡Me he ganado una aplicación de uñas! – Gritó Chase mirando su cupón – Mis manos se verán lindas, ¿no lo crees?

-No, no vas a poder pintar con eso – Sonrió Fiorella quitándole el cupón – Creo que se verán mejor en mí. ¿Ustedes que opinan?

-Yo estoy muy conforme con mi corte de cabello gratis – dijo el señor Robertson – Martha está un poco triste porque no obtuvo nada, pero haré una cita para que le den un masaje.

-Yo obtuve un tinte – Rió Tom mirando el cupón - Si lo desea señora Robertson, puede quedárselo.

-Podrías teñir tu cabello de negro, hijo – Sonrió la señora - Lucirías muy guapo con ese tono.

-Y si lo deja largo, ¡se parecerá a Loki! – Rió Fiorella.

Todos se rieron ante ese comentario y justo en ese momento se acercó Genevieve junto a otra pareja. Tom los reconoció inmediatamente, al igual que los señores Robertson, quiénes los saludaron efusivamente.

-¡Señores Robertson! – Exclamaron Boris y Darcy al unísono – Que gusto verlos.

-Para nosotros también es un gusto verlos – Respondió Martha – Hace mucho que no van a tomar el té. Se han perdido de cosas muy interesantes.

-Es que hemos tenido mucho trabajo – Murmuró Boris – Pero nos daremos un tiempo para visitarlos.

-Espero puedan venir este próximo fin de semana – Comentó el señor Robertson – El profesor Hiddleston nos narra historias maravillosas.

-Sí, ¡lo sé! – Exclamó Darcy – Gene no se cansa de contarnos maravillas de Hiddleston – Comentó guiñando el ojo.

-¿Yo qué? – Preguntó Tom que había estado charlando con Genevieve y sus amigos.

-¡Qué tienes loca a Gene! – Rió Boris.

-Me lo han dicho – Se rió el hombre – Por cierto, ¿ya conocen a mis amigos? – Dijo Hiddleston tratando de darle un giro a la conversación – La señorita Fiorella Rinaldi y su prometido, el señor Chase Watson.

-¡Aún no! – Exclamó Boris – Pero es todo un gusto conocerlos. Soy Boris Fimmel y ella es mi esposa Darcy.

Las parejas se saludaron con cortesía y la conversación giró ahora en torno al evento y lo bien organizado de este. Un DJ amenizaba la fiesta y algunas personas se cortaban el cabello, se aplicaban uñas, tintes o algún otro servicio que ofrecía el salón de belleza. Genevieve andaba de un lado a otro, supervisando el trabajo y atendiendo a sus invitados. Se le veía muy feliz, pero también muy agotada.

-Deberías sentarte a descansar por un momento, Ginny – Murmuró Thomas.

-¿Cómo me dijiste? – Preguntó la chica mirándolo con atención.

-Ginny... diminutivo de Genevieve – Exclamó él - ¿No te gusta?

-Lo sé... ¡me encanta! – Suspiró – Así me decía mi papá, pero él murió cuando yo tenía ocho años. Él siempre me decía Ginny y mi mamá; Ginette.

-¡Ay, nena! – Exclamó Thomas y la estrechó entre sus brazos – No era mi intención ponerte nostálgica, ¡lo lamento mucho! – Dijo y la besó en las mejillas.

-¡No! – Exclamó ella de inmediato - ¡Está bien! De hecho me gusta que me digas así.

-¿Nos unimos a la charla? – Preguntó Hiddleston señalando hacia dónde se encontraban sus amigos – Así te tomas un descanso y se te levanta el ánimo.

-Sí, porque siento que ya no puedo más – Exclamó Ginny caminando de la mano del hombre – No me imaginé que todo esto fura una realidad y que tuviéramos tanto éxito. Tenemos la agenda llena para los tres meses siguientes, ¿puedes creerlo? – Preguntó mientras Thomas asentía - ¡Porque yo no!

-Yo ya lo veía venir – respondió Hiddleston ampliando su sonrisa – Hiciste una muy buena publicidad, regalaste muchos cupones y más curiosos que pasaban por aquí no pudieron resistirse. El lugar es muy llamativo, así que era lo menos que podías esperar. – exclamó y besó las mejillas de la joven – Todo te salió a pedir de boca, Gene y me siento muy orgulloso de ti. Este lugar poco a poco irá dando frutos, ¡ya lo verás! yo confió en ti.

-Gracias – suspiró la joven y lo besó suavemente en los labios.

Tom y Genevive estaban a unos pasos de reunirse con sus amigos, cuando una voz muy conocida para ambos los hizo detenerse en seco.

-¿Así que ahora eres empresaria, Jen? – la voz de Nicholas resonó en sus oídos – No imaginé que tu pequeño cerebro pudiera dar para tanto, ¡eres tan básica, Jen!

-¿Qué quieres, Nicholas? – preguntó la chica y se soltó de la mano de Thomas para pararse frente a Nick - ¡No eres bienvenido!

-¿Por qué?- preguntó el hombre con cinismo – Encontré la publicidad en el parabrisas de mi auto y no dudé en asistir a tu magno evento. Veo que te esforzaste demasiado y que estás queriendo invertir muy bien todo lo que ganaste gracias a mí.

-¡No fue gracias a ti! – gritó Gene a punto de lanzarse sobre Nicholas – Todo lo he ganado con mi esfuerzo, con mis sacrificios y todo lo que me diste, te lo regresé. – dijo la joven bufando de coraje – Recibías un sueldo por ser mi representante y además un porcentaje de todos los contratos que firmaba, ¡no hiciste nada gratis!

-No hiciste todo sola, estúpida niña – exclamó Nicholas ante la mirada de todos los presentes. El hombre se estaba luciendo con su aparición, pues deseaba dejar mal a Genevieve – Me saliste muy cara al final, ¿sabes?

-¡Ya cállate, Nicholas! – gritó Gene a punto de llorar, tenía unos enormes deseos de hacerlo pedazos.

Tom hizo a un lado a la chica, estaba demasiado alterada pues la presencia de ese hombre la ponía muy mal. Por todo el lugar se escuchaban murmullos, pues la música había cesado y todos los presentes se habían acercado para enterarse de lo que estaba sucediendo. Hiddleston se paro frente a Nicholas, no iba a permitir que siguiera humillando a Gene y mucho menos que le arruinara su gran momento.

-Creo que será mejor que se vaya de este lugar, señor Duchard – Exclamó Tom con voz firme – Ya escuchó a la señorita Blumer, ¡usted no es bienvenido en este sitio!

-¿Por qué no? – Preguntó Nick esbozando una sonrisa burlona - ¡Además tú no eres nadie para sacarme de aquí, imbécil! Tú sólo eres un gato, un profesor de quinta, ¡no vales nada! – Gritó – Yo soy ahora un ciudadano de esta ciudad, me mudé hace unos días a Los Ángeles y no podrán evadirme siempre.

-¡Le he dicho que se vaya! – Dijo Hiddleston apretando los dientes y acercándose a Duchard - ¡AHORA!

-¡Tú no puede correrme! Inepto – Se carcajeó el hombre y comenzó a bailar - ¿O qué vas a hacer para sacarme de aquí? ¡Este es un lugar público! ¿Verdad? – Gritó mirando a los presentes y levantando las manos.

-En realidad nos reservamos el derecho de admisión, ¡señor! – Exclamó Tom sujetando a Duchard por el brazo, aplicándole fuerza y colocándoselo en la espalda mientras lo empujaba hasta la salida – Y espero que no se le ocurra aparecer por aquí – Añadió Hiddleston – Porque llamaremos a la policía y me dijeron por ahí que usted está bajo la mira de las autoridades, ¿no es así?

Nicholas lo miró con odio. Hiddleston le estaba haciendo daño y ¡peor aún! Lo estaba haciendo quedar en ridículo frente a toda esa gente. Sin embargo, las cosas no se iban a quedar así, ¡él era un hombre importante! Y un gato como ese no iba a humillarlo.

-Pronto nos volveremos a ver las caras, ¡bastardo! – Dijo Nicholas una vez que puso un pie en la acera – Y te vas a arrepentir.

-Perro que ladra... - Fue la respuesta de Thomas, quién no esperó para escuchar nada más y dio la vuelta, entrando de nuevo en el lugar - ¡No pasa nada! ¡No pasa nada! – Exclamó Tom mirando hacia todos lados – Este sujeto solo vino a causar molestias – Sonrió - ¡Qué siga la fiesta!

La música volvió a sonar y la gente poco a poco se olvidó del incidente. Todos charlaban y se divertían. Tom se acercó a Gene y la abrazó con fuerza, besándola en la frente. La chica se había hecho a un lado para poder llorar en paz. Nicholas sólo hizo acto de presencia para avergonzarla delante de sus invitados y hacerle pasar un rato muy amargo.

-Deberías mandarlo al demonio y olvidarte de esa escoria – susurró Tom – Nicholas te conoce y sabe cuáles son tus puntos débiles. Debes mostrarte más fuerte ante él y no permitir que te humille. ¡Él no es nadie para hacerlo! – Dijo al tiempo que sujetaba el rostro de la joven entre sus manos – Sonríe porque me encanta verte sonreír. ¡Tienes mucho que dar Gene! Eres encantadora, amable, inteligente y emprendedora. ¡Ese bueno para nada sólo quiere joderte porque sabe que eres mucho mejor que él! Pero no lo va a lograr, ¿verdad?

-No Tommy – Susurró Genevieve – No lo vamos a permitir

* * *

¡Y tuvo que aparecer Nicholas para amargarle la noche a Gene! ¿Qué hará más adelante? Seguro que nada bueno. Pero por ahora hemos estado viendo que la relación entre Gene y Thomas se está haciendo más fuerte y todos a su alrededor pueden notarlo.
¿Qué les pareció este capítulo? No olviden comentar y dejarme sus votos.
Gracias y ¡hasta el siguiente!
Maria Decapitated

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