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CAPITULO 1

El sonido del obturador de la cámara le llenaban los oídos. Una mujer le lanzaba aire directamente al rostro para que su cabello se moviera, pero a Genevieve Blumer eso le molestaba en los ojos, le ardían y le dificultaba mantenerlos abiertos. Y si a eso se le añadía el hecho que esa nueva máscara para pestañas le había irritado un poco los ojos. Sin embargo, ¡la sesión había sido un éxito!

-¡Sí, sí! – Murmuró el fotógrafo - ¡Eso, sonríe así! ¡Perfecto! – continuaba el hombre – Ahora, mueve tu rostro hacia la izquierda... ¡no, no! Mejor a la derecha. Así, con esa inclinación en la cabeza y ¡sonríe!

Genevieve estaba más que fastidiada y ese tipo no paraba de pedirle nuevas poses, tomas y más tomas... pero tenía que hacerlo. Ese era su trabajo, especialmente por haber conseguido un nuevo contrato con esa maravillosa marca de cosméticos. Esta vez volvería a brillar y sería la sensación entre las féminas, especialmente las jóvenes adolescentes deseosas de lucir siempre bellas y perfectas, ¡tal y cómo lucía ella!

-¿Ya terminamos? – Preguntó Genevieve – Estoy un poco adolorida, ¡la espalda me está matando! – Bufó.

-Aún no – Le respondió el fotógrafo – Nos faltan dos cambios de vestuario... ¡ve a cambiarte! Falta que te pongas el bikini y el vestido de gala.

¡Eso era el colmo! Se dijo la chica mientras caminaba con desgano hasta su camerino, seguida de un séquito de maquillistas y estilistas. ¡Amaba el modelaje! Desde niña había soñado con ser modelo, estar llena de glamour y verse siempre hermosa todo el tiempo. Pero ahora que estaba viviendo su sueño, se daba cuenta que las cosas no eran tan fáciles como ella se había imaginado.

El modelaje era una carrera muy exigente, especialmente tratándose de su peso. Si se daban cuenta que aumentaba un gramo en la báscula, ¡la mataban de hambre! Bueno, así era Nicholas Duchard, su representante. Él de inmediato ponía el grito en el cielo, la llamaba gorda, vaca, cerda y demás apelativos. La obligaba a tomar laxantes y le reducía las porciones de comida. Genevieve se las arreglaba para sobrevivir ese estilo de vida que en poco tiempo la había llevado a la cima del éxito, convirtiéndose en una de las modelos más cotizadas y ganando enormes sumas de dinero.

Para Genevieve, la fama y la fortuna eran cosas muy importantes en su vida, estaban por encima de todo, incluso de su familia. Ella había discutido con su madre, pues la mujer deseaba que su hija continuara con sus estudios y no los abandonara por una carrera tan efímera como el modelaje. Pero lo que más le había molestado a su madre y lo que le dolió en el alma, fue el enterarse que su única hija, para conseguir ese enorme contrato, se había enredado con un hombre mayor, un tipo que podía haber pasado por su padre y que para colmo, estaba casado. Genevieve no toleró los regaños y las llamadas de atención de su madre, así que, él día que cumplió la mayoría de edad, huyó de su casa, alejándose de su madre para vivir su vida a su antojo.

Unas horas después, la sesión terminó y Genevieve pudo sentirse libre por fin. Limpió su rostro, se vistió con unos jeans deslavados, una camisa holgada y zapatillas deportivas. Se despidió cortésmente de todo el equipo y corrió rumbo a la salida para subir a su auto, regalo de su amado Nicholas y condujo velozmente hasta su departamento, localizado en la isla de Manhattan.

-Buenas tardes, Howard – saludó Genevieve con una gran sonrisa al portero del elegante edificio donde vivía.

-Buenas tardes, señorita Blumer – respondió el portero – El señor Duchard la está esperando en su departamento.

-Gracias Howard – exclamó la joven caminando hacia el elevador.

Dentro del aparato, la chica suspiró y buscó en su bolsa un pequeño espejo de mano para comprobar su aspecto, también sacó un lápiz de labios y lo deslizó con suavidad sobre su boca. A Nick no le gusta verla con la cara lavada, le gustaba verla maquillada y que se arreglara para él.

Al abrir la puerta de su apartamento, Genevieve lanzó una exclamación de júbilo al encontrarse con la imagen de Nick, quién estaba sentado en la sala, sosteniendo una copa de tinto en su mano. El corazón de ella latió a toda velocidad, ¡Nick era tan guapo, tan perfecto y encantador! Siempre impecable, elegante, con su porte soberbio y siempre demostrando su superioridad. La chica corrió a su encuentro, lanzándose a los brazos del hombre para llenarle el rostro de besos.

-¡Nick, mi amor! – Suspiró la chica sentándose sobre sus piernas.

-¡Por favor, Jen! – Dijo el hombre con fastidio - ¡Estoy muy cansado! – Y la empujó a un lado.

-¡Lo siento, cariño! – Exclamó la chica poniéndose colorada – Te estuve esperando, pensé que pasarías por m...

-¡Pues pensaste mal! – Bufó Nick – No teníamos una cita.

-¡Pero yo creí que...!

-Nada, ¿acaso crees que mi mundo gira en torno a ti? – Preguntó Nicholas poniéndose de pie para serviré más vino – Tuve un día muy pesado ¿sabes? – exclamó el hombre bebiendo un gran sorbo de su copa.

Genevieve de inmediato se movilizó y comenzó a aplicar masaje sobre sus hombros. Ella amaba a Nicholas y siempre trataba de complacerlo cumpliendo todos sus caprichos. La chica era sumisa ante él e incluso le aguantaba sus malos tratos y groserías.

-¡Quítate, quítate! – gritó el hombre - ¡No estoy de humor, Jen! ¡Aléjate! – continuó gritando – Quiero hablar de una manera seria contigo y me sales con tus ridiculeces

-Perdón, Nick – dijo Genevieve – No creí que estuvieras tan molesto.

-¡Pues lo estoy! – gritó otra vez – Mi mujer, mi Matilde ha descubierto nuestro affair.

Genevieve se puso pálida, ¡eso no podía ser posible! Nicholas le había dicho más de una vez que Matilde no tenía idea de qué entre ellos existía un romance. Que no se imaginaba que su relación había dejado de ser sólo laboral para convertirse en lo que él llamaba un affair.

-¿Cómo se enteró? – preguntó la chica llevándose la mano a la boca – Hemos sido muy discretos en estos diez años.

-¡Por culpa tuya, Jen! – gritó y la haló del cabello – Por tus exageradas muestras de afecto en público y para colmo frente a ella. – exclamó lleno de rabia – Además de que no dejas de enviarme montones de mensajes melosos y Matilde ha revisado mi celular.

-¡Pero yo pensé que...! – chilló Genevieve pero fue interrumpida por Nick.

-Pensé, pensé... ¡tú no piensas, Jen! – gritó con más fuerza y siguió tirando de su cabello – Y por tu culpa mi matrimonio se fue al carajo. – dijo y la soltó haciendo que cayera de rodillas al piso.

-Tú me dijiste que tu matrimonio era un fracaso, que ibas a dejar a Matilde y te casarías conmigo. – le reclamó Genevieve – Me lo has prometido año con año.

Nicholas dejó escapar una carcajada sardónica ante las palabras de Genevieve. La chica comenzó a derramar abundantes lágrimas luego de que él continuara riendo a carcajadas, ¿Cómo pudo haber sido tan tonta? ¿Cómo había podido creer en sus mentiras? Su madre se lo advirtió, pero ella jamás quiso escucharla. ¡Cuánta razón había en sus palabras! Genevieve se puso de pie, sin quitar la vista de Nick, quién continuaba riendo. Se limpió las lágrimas y suspiró.

-Vas a divorciarte, ¿no es así? – Preguntó ella con ingenuidad – Se ha terminado, ¿no? La vas a dejar, serás libre y ¡estaremos juntos! Tal y como lo prometiste.

-¿Eres o te haces, mujer? – Exclamó Nick - ¡Tú sí que estás pendeja, Jen!

-¿Por qué me respondes así, Nick? – Gimió la joven - ¡Eres muy hiriente!

-¿Qué te hace pensar que voy a divorciarme? – Preguntó el hombre sujetándola de las manos - ¿Por qué habría de cambiar a Matilde por una zorra como tú?

-¡Eres un desgraciado, Nicholas! – Gritó Jen - ¿Sólo jugaste conmigo? ¿En todos estos años?

-¿Y hasta ahora te das cuenta, mujercita? – Exclamó Nick sonriendo con burla - ¡Siempre lo he sido! Tú fuiste una presa muy fácil para mí... ¡sabes que me gustan las jovencitas! Y tú mi amada Jen, ya no eres tan jovencita, ¡tienes veintisiete años! – Murmuró en tono hiriente - ¿Pero de qué te quejas? Sí tú sólo estás conmigo por interés. Querías ser modelo, ¿no? ¡Ya lo eres! Querías ser famosa... ¡también lo eres! Querías tenerlo todo, siempre fuiste muy ambiciosa y ¡ahora lo tienes! ¿A cambio de qué? ¡De acostarte conmigo! De hacer siempre mi voluntad y arrastrarte como un perro detrás de mí.

La chica se lanzó contra él y lo abofeteó con furia, después comenzó a golpearlo en el pecho mientras gritaba y trataba de sacar su rabia, su dolor y su frustración. ¡En verdad había sido una completa pendeja! Una ingenua que creyó las zalamerías de ese hijo de perra. Nick la detuvo, apretándole los brazos y dedicándole una mirada dura y fría.

-Tengo una familia, Jen – Murmuró el hombre – Tengo hijos, pero sobre todo, tengo poder, riqueza y un gran prestigio. ¡Todo eso gracias a Matilde! Ella es quién tiene las riquezas, la agencia de modelos es suya, las empresas, las mansiones, los yates. Sin ella, ¡yo sería un cero a la izquierda! Y aunque claro, ella carece de la belleza, el porte y la distinción que tú posees, pero eso apenas es visible gracias a la inmensa fortuna que ha sabido forjar gracias a su excelente ojo para los negocios. ¿Qué sería yo sin ella? – Preguntó soltándola y caminando alrededor de la joven - ¡Nada! Porque Matilde me despojaría de todo...

-¿Y mi amor acaso no cuenta? – Preguntó Gene en un susurro y temblando a causa del llanto que comenzaba a sacudirla - ¿Mi entrega, mi compañía? ¿Nada de eso bastó? – Volvió a cuestionarlo mientras lo sujetaba del brazo y lo obligaba a mirarla a los ojos – Cuando Matilde o tus hijos te mandaban a la mierda ¿quién te consoló? ¿Quién te sirvió de apoyo? ¿Quién te escuchó a pesar del enorme cansancio que sentía? ¿Quién aguantó tus desplantes, tus burlas, tu ira, tu desdén y tus groserías? – Continuó levantando más la voz - ¡Fui yo! – Gritó al fin – La más pendeja de todas, la más zorra... ¡pero recuerda que yo te entregué mi virginidad! Y nunca más miré a otro hombre... sólo a ti, ¡a un viejo! Porque mírate, Nick – Sonrió también con burla - ¡Ya no eres un jovencito! Eres un viejo, un abuelo cincuentón – Suspiró – Hace dos meses nació tu primer nieto y ¡ni las cirugías ocultan tu verdadera edad! Ni tu panza que cuelga cada vez que usas ropa deportiva, ni tus arrugas en las manos manchadas por la edad... ¿pero sabes una cosa? ¡Esta pendeja te ama! Te ama como la idiota que es, se entrega a ti cómo si fueras el más hermoso y el mejor de los hombres – Y lo abofeteó de nuevo - ¡Te odio, desgraciado! – Le gritó dándole la espalda para echarse a llorar con desconsuelo, cubriéndose el rostro con ambas manos.

-¡No, no cuenta nada! – Dijo Nick con descaro – Me iré a casa con MI esposa y a cuidar a MI nieto – Se rió y caminó rumbo a la salida - Por cierto, búscate un nuevo agente y por favor, tienes una semana para desalojar mi departamento y entregarme el auto – Bufó – Has ganado suficiente dinero para comprarte una casa, un auto nuevo... ¡y hasta un novio!

-¡Ya lárgate! – Gritó Genevieve lanzándole la copa de vino - ¡No quiero verte! ¡Te odio, Nick! ¡TE ODIO! – Dijo la chica cayendo de rodillas al piso.

Escuchó cómo Nick cerraba la puerta con violencia y sus pasos alejándose a toda velocidad. Él la había humillado, la utilizó, jugó con sus sentimientos haciéndole creer que la amaba y que la necesitaba tanto como ella a él. ¡Qué ingenua fue! Se sentía tan sucia, tan idiota, tan poca cosa. Primero, comenzó a gritar, llena de rabia y frustración hasta que sus gritos se convirtieron en quejidos lastimeros y después, el llanto la embargó. Lloró como una niña, hecha un ovillo en el suelo, sintiendo cómo su corazón se partía en pedazos.

¡Ella creyó en él! Creyó en sus palabras, dejó que le endulzara los oídos, prometiéndole que se casarían para después formar una linda familia. Viviendo una vida de ensueño y pura felicidad. Sin embargo, todas esas palabras eran mentiras, ¡la engañó sólo para usarla! La convirtió en una muñeca de aparador para exhibirla y presumir que, a su edad, aún levantaba suspiros entre las mujeres jóvenes y hermosas. Pero también la exprimió, exigiéndole trabajar a marchas forzadas, desfile tras desfile, campaña tras campaña, sin comer bien y apenas durmiendo una par de horas, hasta casi caer enferma debido al agotamiento.

¡Fue una ciega y una tonta! Su madre se lo advirtió y ella jamás quiso escucharla, cerró ojos y oídos para dejarse deslumbrar por ese "maravilloso" hombre que le prometió la luna y las estrellas. Claro que gracias a las influencias de Nick ganó fama y reputación, se llenó de dinero, de lujos, pero también de excesos, todo ¿a costa de qué? De estar sola, siempre sola, sin poder hablar con alguien, sin poder tener oportunidad de encontrar a alguien que la escuchara con atención sin tener que sacar a relucir su "belleza física", su gran suerte al tener ese "grandioso" trabajo. En su vida como modelo, nunca tuvo una amistad verdadera, tan sólo conocidos de una noche o de parrandas, pero de ahí no pasaba. Nada era real, con tristeza se daba cuenta que estaba sola y que todo lo que conocía había sido una vil mentira.

* * *

Genevieve despertó, se sentía muy mal, tanto en cuestión física, como su estado anímico. Sólo había podido dormir un par de horas, le dolía la cabeza, tenía el rostro muy demacrado y los ojos hinchados de tanto llorar. Se miró al espejo y se dio cuenta que su aspecto era peor de lo que imaginaba, pero tampoco tenía ánimo para darse una ducha y arreglarse un poco.

Bebió una taza de café y se comió dos galletas, pero dejó el paquete a un lado y corrió a vomitar. ¡Era peor de lo que creía! Se sentó junto a la taza del baño y abrazó sus rodillas, pensando, buscando una solución para sus problemas. Estaba claro que no regresaría con su madre, no tenía cara para hacerlo. Ella la había mandado al demonio y jamás se tomó la molestia de buscarla y pedirle disculpas. ¡No! Lo mejor sería que se las arreglar por su cuenta, dinero tenía de sobra, lo único que necesitaba era apoyo moral.

La chica regresó la cama para volver a dormir un rato, descansaría y después pondría manos a la obra. Durmió por varias horas seguidas, hasta que las punzadas del hambre, más el sonido de su móvil la hicieron despertar de golpe. No tenía ganas de responder, seguramente era Nicholas, quién deseaba pedirle disculpas. Pero esta vez ¡no lo perdonaría! El teléfono dejó de sonar y ella se levantó para comer algo, ahora sí que tenía hambre. Tomó su móvil, dándose cuenta que la llamada no era de Nick, sino de su amiga, su única amiga desde la infancia: Darcy Fimmel. A prisa le devolvió la llamada, ¡necesitaba hablar con Darcy! Ella era la única que la escuchaba, la única que le daba consejos y, en pocas palabras, la única persona que la quería y sentía afecto verdadero por ella.

-¡GENE! – Gritó su amiga al responder la llamada.

-Perdón por no responder a tu llamada, pero estaba durmiendo.

-¡No te preocupes! – Dijo Darcy – Lo supuse, así que no insistí. Sólo te llamé para saludar y saber de ti. ¿Qué me cuentas? – Preguntó.

-¡Ay, Darcy! – Gimió Genevieve – Me siento fatal, ayer no fue mi día, ¡fue pésimo! El peor de todos.

-¡No! ¿Qué pasó? – Preguntó Darcy muy alarmada al escuchar cómo su amiga rompía a llorar - ¡Cuéntamelo todo!

Genevieve volvió a llorar. No sabía cómo empezar a narrarle sus penas a su mejor amiga. Conocía a Darcy desde que ambas eran apenas unas niñas de diez años, eran vecinas y compañeras en la escuela y, a pesar de la distancia, aún mantenían una excelente comunicación y se visitaban de vez en cuando. Darcy se había casado hacía un par de años, con Boris Fimmel, quién había sido el entrenador personal de Gene y juntos tenían un gimnasio en Los Ángeles.

-¡Ya, nena! – Murmuró Darcy – Ya no llores, seguro fue terrible lo que pasó, la manera en que lloras y el dolor que transmites me lo hace saber. Aunque también algo me dice que Nicholas es el causante de todos tus males.

-¡Me dejó, Darcy! – Susurró Genevieve con voz entrecortada - ¡Me dejó! Todos estos años estuve viviendo en una enorme mentira, ¡fue un vil y cruel engaño!

Darcy suspiró, ella también se lo había dicho, pero su amiga estaba tan enamorada que no escuchaba razones. Genevieve siempre defendió a Nick Duchard, él, para su amiga era una especie de dios, cualquier error por parte del hombre era justificado por ella, incluso los malos tratos y las humillaciones. La joven lo veneraba y prácticamente lo hacía ver cómo el hombre perfecto. Darcy sabía que no tenía caso responder con un: "te lo dije", "te lo advertí, pero no quisiste escucharme". Ya no tenía caso. Así que se concretó en escuchar la historia de su amiga y tratar de demostrarle su apoyo y cariño mediante palabras de consuelo.

-¡Ese maldito desgraciado! – Murmuró Darcy entre dientes una vez que su amiga terminó de relatarle todo lo que Nick le había dicho la noche anterior - ¡Pero ya no tiene caso hablar sobre ese pelafustán! El Karma se encargará de regresarle lo que le toca a esa lombriz de aguas negras – Suspiró – Pero dime, ¿tú que vas a hacer? ¿A dónde piensas ir?

-No lo sé – Suspiró Genevieve – Por ahora no tengo una idea clara. Aún me queda presentar esta campaña y un par de pendientes. ¡En realidad no es mucho! En un par de semanas estaré libre de trabajo.

-¿Y por qué no vienes a Los Ángeles? – Sugirió Darcy – Puedes quedarte con nosotros, ¡a Boris le dará mucho gusto verte! Y unas vacaciones no te caerán nada mal, te servirá para que te despejes, te olvides de todo lo malo y comiences algo nuevo.

-¡Tienes razón! – Exclamó Genevieve – Supongo que también me va servir estar junto a mi mejor amiga quién me va a mimar...

-¡Eso no lo dudes! – La interrumpió Darcy - ¡Voy ayudarte a que te sientas mejor y juntas encontraremos una solución!

-¡Gracias, Darcy! – Respondió Gene - ¡No sé qué haría sin ti!

-Te espero en casa en dos semanas – Murmuró su amiga - ¡No me falles! Te hará bien cambiar de aires y ahí hablaremos a nuestras anchas.

Genevive le agradeció a su amiga y terminó con la llamada. Se sentía un poco mejor después de haber hablado con Darcy. Su amiga tenía razón, el cambiar de aires le haría bien, alejándose de todo lo que le hacía daño y de la gente tóxica como Nick Duchard. Terminó con su desayuno y se levantó del sillón para entrar en el cuarto de baño y asearse. ¡Prepararía su viaje hacia California!

* * *

Genevieve bajó del avión y respiró profundamente. Después de un mes de arduo trabajo y de haber finalizado todos sus compromisos, ¡por fin estaba en California! Darcy y su esposo Boris se encargaron de buscarle un apartamento nuevo. Sus amigos estaban haciendo mucho por ella y Genevieve estaba infinitamente agradecida con ellos.

La chica estaba decidida a olvidarse de su amargo pasado para forjarse un futuro nuevo. Ella estaba dispuesta a renovarse, lo había hablado con Darcy. Iba a alejarse de las pasarelas, las cámaras, los reflectores, el glamour y la vida disoluta. Dejaría de ser la Súper Modelo Jane Blumer, esa mujer había muerto, ella había sido cruelmente asesinada por Nicholas Duchard, y al fin y al cabo, ¡él mismo la había creado! Obligándola a cambiarse el nombre, pues decía que en estos tiempos el nombre de Genevieve sonaba ajado y anticuado. Pero ahora que Nick había destruido su creación, ella podía regresar a sus orígenes, a quién realmente era. Ahora era solamente Genevieve Blumer o Gene, como la llamaban Darcy y Boris.

Y además de todo eso, Gene se había propuesto olvidarse de los hombres y del amor. ¡No se iba a enamorar! Su corazón estaba demasiado frágil como para sufrir otra desilusión y ella ya no quería someterse a esas torturas. Tendría una vida más relajada, quizá aburrida pero era lo mejor para ella. ¡O bueno! Eso era lo que pensaba

-¿Lista? – preguntó la potente voz de Boris - ¿Son todas esas tus maletas? – dijo sorprendido al ver todo el montón de equipaje que se encontraba en un carrito junto a Gene.

-¡Sí! – dijo la morena con una gran sonrisa – Es poco comparado con todo lo que envíe por paquetería.

-¡Y todo eso está en tu departamento! – gritó Darcy – Boris y yo nos volvimos locos intentando guardar toda tu ropa y todos tus accesorios. – dijo emocionada – Pero, ¿te confieso algo? Me encantaron tus Louis Vuitton, ¡son hermosos!

-¿Por qué no los tomaste? – preguntó Gene – Sólo los usé una vez, no hay problema si te quedas con ellos. – exclamó la chica – Si quieres puedes escoger todo lo que te guste de mi guardarropa y te lo quedas.

-No la tientes porque va a dejarte sin ropa – exclamó Boris entre risas – Ahora vámonos, que nos espera un largo día.

Partieron en la camioneta del hombre, los tres se ponían al día e intentaban levantarle el ánimo a Gene. Boris estaba enterado de todo lo que había sucedido entre Genevieve y Nick. Él no entendía a ese fulano y lo consideraba una mierda de persona aún sin conocerlo. Boris le tenía aprecio a Gene y la consideraba como a una hermana. Gracias a ella, Boris había conocido a su esposa, cuando él era el entrenador personal de Genevieve.

-¿Es aquí? – preguntó Gene al notar que la camioneta se había detenido frente a un edificio de varios pisos que se encontraba ubicado en una zona modesta y pintoresca - ¡Es muy bonito!

-Espero que te guste el barrio – exclamó Darcy descendiendo del auto – Nosotros vivimos en el piso siete y tu departamento está en el piso nueve.

-¡Me encanta! – sonrió Genevieve con sinceridad. Y es que en realidad, ¡sí le parecía muy bonito!

-Tu departamento es muy amplio – intervino Boris – Lo decoramos tal y como lo pediste o hicimos el intento. – dijo el hombre – Iré a buscar a Carlos y a Pavel para que nos ayuden a subir el equipaje. Así también conoces a los administradores del edificio.

Gene sonrió agradeciendo a Boris que se alejaba para ir en busca de esa gente. Estar en compañía de sus amigos le llenaba de paz y la hacía sentirse mucho mejor. De no ser por ellos, Gene se habría quebrado. Ese par de chicos eran una especie de faro en medio de su tormenta. Eran la luz que la guiaba en ese camino de oscuridad que estaba atravesando.

-¿Y qué harás una vez que te establezcas aquí? – preguntó Darcy una vez que estuvieron descansando en el departamento mientras bebían café. – suspiró – Quizá te pueda parecer precipitado, pero es mejor que mantengas tu mente activa.

-¡Aún no lo sé! – respondió Gene – He pensando en muchas cosas, pero no me decido por nada. ¡No terminé la escuela! Con trabajos culminé el bachillerato. – dijo y se llevó las manos a la cabeza – Mi mamá quería que fuera diseñadora de modas y yo me ilusioné con ello.

-Pero... - exclamó Boris y guardó silencio por unos instantes - ¿Tú qué quieres en realidad, Gene? Si te parece, o si te place, puedes trabajar con nosotros en el gimnasio. – dijo el chico bebiendo un sorbo de su café - ¡Necesitamos una recepcionista!

-¿Y qué hay del salón de belleza? – intervino Darcy – Esa idea que me comentaste hace un par de semanas. – dijo la chica – Te notabas muy emocionada al hablar de ello.

-¿Crees que sea buena idea? – preguntó Gene – Durante el camino a este edificio noté muchos negocios de ese tipo...

-Pero ninguno atendido por la Top Model Jen Blumer – la interrumpió Boris y sonrió – Nosotros podemos recomendar el lugar con nuestros clientes en el gimnasio.

-¡Arriésgate! – le aconsejó Darcy – No te queda de otra, ¡es morir o matar! – Dijo la chica mientras la tomaba de la mano y reía.

Genevieve se echó a reír junto con su amiga. Darcy estaba utilizando sus frases de adolescente. Pero tenía razón en sus palabras, necesitaba mantenerse con los ánimos muy en alto, siendo optimista, tomando riesgos y manteniendo su mente ocupada. No permitiría que los sucesos pasados se interpusieran en la planeación de su nueva vida.

* * *

Y así es como arrancamos esta nueva historia. Latrama es simple y la historia será corta y rosa (aclaro para las nuevaslectoras y que después no se quejen. Me ha sucedido, por eso lo reitero).Tendrá su lado romántico y erótico, como todo lo que hago. Hemos conocido anuestra protagonista: Genevieve Blumer, cuyo rostro es el de la modelo ytambién actriz Emily Ratajkowski.
También conocimos al maldito desgraciado que le "arruinó" la vida a Genevieve,cuya imagen está representada por Robert Downey Jr.
En el capítulo siguiente aparecerá Tom Hiddleston, el protagonista masculino yconoceremos un poquito más respecto a este personaje.
¿Qué les pareció este comienzo? No olviden dejarme sus comentarios y sus"estrellitas" Muchas gracias por estar aquí de nuevo, ustedes mis fieleslectoras. Y para las nuevas chicas que comienzan a leer mis historias,bienvenidas, espero cumplir con sus expectativas.
Maria Decapitated

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