#00: Prólogo
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La respiración se le volvía cada vez más pesada y caliente con el pasar de los segundos, un efecto normal si prácticamente tratan de alargar sus intenciones de asfixiarlo. Pese que en un principio no objetó cuando cubrieron toda su cabeza con un grueso saco, el mareo que le hacía zumbar la cabeza le decía que erró en los cálculos. Jungkook no era capaz de seguir soportando caminar a oscuras con una respiración limitada, y si no era liberado pronto sería una persona demasiado insoportable.
Es cierto que él forzó su entrada a la puerta trasera del casino Royal, también es verdad que es consciente del tipo de personas con las que va a tratar. Todo debido a su inesperada impulsividad, que lo atrajo a conocer personalmente al hombre peligroso que vio sujetando con ferocidad una pistola mientras hacía suplicar a un pez gordo de la industria del entretenimiento; después de todo, es la clase de sujeto que justo necesitaba.
Sin embargo, pese que fue advertido por su secretaria, no esperó que un grupo de hombres fornidos simplemente lo jalaran al interior del sitio que antes marcaba "restringido para personas comunes", y lo empujaran con un saco cubriendo su visión cuando dijo que quería ver a su jefe. Por un momento se cuestionó su ataque de irracionalidad, nacido principalmente de la rabia; parecía que había perdido la cabeza. No obstante, luego solo le quedó seguir las indicaciones de avanzar, ya era demasiado tarde para recriminarse y se la pasó recordando que él nunca toma las decisiones equivocadas.
—Maldición, ¿es un omega? —escuchó decir a sus espaldas. Mantuvo su compostura firme, no le sorprendía que fueran capaces de detectar su aroma, siempre se intensificaba si bebía siquiera una copa. Por ello, evitaba el alcohol como la peste, pero esa noche debía consumir algo del bar o lo hubieran echado muy pronto.
Sin decir nada, continuó caminando. La incomodidad alojándose en su cuerpo, pues al parecer cruzaban a través de un pasillo angustiantemente angosto, que obligaba a los dos sujetos que se mantenían a cada costado de sus hombros a apachurrarse contra él para dirigirse a su destino.
Escuchó las quejas por la pésima construcción de esos pasillos mientras lo rodeaban con un calor sofocante.
—¿Por qué lo dices sorprendido? Joder, te mandamos a que le eches un ojo encima, ¿cómo no sabes ni siquiera qué es antes de meterlo aquí? Eres el único alfa que tenemos por aquí y mira lo inútil que eres, ¿no puedes ni hacer bien un mandato? —despotricaba sin parar la voz desconocida y quejumbrosa.
Un hastiado bufido fue soltado y, Jungkook humildemente esperaba que no se pelearan en su presencia.
Aunque los bravucones no se reprimieron.
—No soy un jodido perro, lo arrastramos porque es una jodida mosca que lleva casi toda la noche merodeando la puerta de emergencia. Le pregunté qué quería y esta pequeña cosa desea a ver a nuestro jefe —farfulla y aprovecha en sacudir el hombro de Jungkook—. Mira como no se tambalea, no está borracho. Entonces, es un idiota suicida o de verdad tiene asuntos.
Jungkook no puede evitar brincar de sorpresa cuando una mano libertina le presiona la espalda baja—. O quizás es un amante desechado y lo encaminas a que se humille. Pobrecito, ¿debería consolarlo?
Lentamente Jungkook respiró con profundidad, mordiéndose la lengua aguantó las especulaciones de sus descerebrados escoltas y paciente esperó a que la mano se retirara por su cuenta. Repitiendo para sí mismo que las recompensas van de la mano con los sacrificios, evitó enojarse con esos bastardos.
—De todas formas, ¿con quién lo llevas? El jefe hoy no está en el casino —una cuarta voz se reveló y la nueva información hizo que Jungkook frenara en seco.
¿Había dejado que lo trataran como un mueble por nada?
—Ya sé tonto, mejor ya cállate.
Cuando el desconocido de voz jocosa terminó de insultar, esta vez sí fue empujado con brusquedad, pensando que caería al suelo endureció sus músculos para amortiguar algún posible dolor, felizmente fue sorprendido por un cómodo soporte. Con los ojos entornados en dureza, estuvo a punto de hablar, pero el oscuro abismo que lo asfixiaba fue levantado y le interesó más respirar aire nuevo.
Conteniendo su enojo echó vistazos rápidos a su alrededor. Debía de admitir que dentro de lo inesperado no lo amordazaron, ataron y encadenaron a una silla. En cambio, se desplazó a una habitación de diseño costoso como las otras VIP del casino, una mesa de apuestas al centro y sillones largos a cada costado. No tuvo tiempo para entrar en detalles, los sujetos fornidos que resultaron ser cinco quiénes lo trajeron hasta ese lugar, se doblaron por la mitad a la entrada de otra persona.
La persona que buscaba.
Debido a que sus ojos aún seguían un poco desorientados, no pudo apreciar con claridad sus rasgos. No obstante, el aura era la misma, fuerte e intimidante aún con una camisa estampada de colores colgando llena de estilo de sus hombros. Muy contrario a su propio gusto discreto en ropa, incluso en ese instante era un alma ceñida de negro.
—Vaya criatura tenemos aquí, ¿no eres un saco de diamantes tocando mi puerta? —fue lo primero que lo escuchó dirigirle. Jungkook no dejó que ninguna emoción se filtrara por su rostro, aunque no fue difícil, su comentario fue previsto. Claramente sabe que es un omega como él sabe que está frente de un alfa.
El término diamante le hizo retorcer el meñique, una usada palabra común que le parecía vulgar para referirse a los nuevos omegas de cuna alta.
El hombre le hizo un gesto con la mano a los demás, y se acercó a mirarlo curioso aún estando de pie.
Jungkook no se levantó, tal vez aún molesto por su último calificativo. En cambio, lo miró fijamente también, más no dejó que ese ridículo estado perdurara demasiado rato.
—Jeon Jungkook, mi nombre es Jeon Jungkook —repitió, tratando de borrar su relación con los diamantes que el alfa debía de conocer. Y lo mencionó con tanta intensidad que el contrario pensó que debía de imitar sus palabras, pero Jungkook continuó—: Quiero contratarte, presidente Kim Taehyung.
Taehyung lució levemente asombrado al escucharlo hablar, quizás por su escondido tono arrogante o la mención de su nombre real, pero se recuperó para empezar a reír, y buscó su cigarro, le tomó tiempo pues no quería quitarle la vista de encima.
—Ah, eres el omega del grupo Jeon. Joven amo, ¿verdad? —preguntó, aunque ya conocía la respuesta. Finalmente tomó asiento al otro lado de la mesa de juegos, moviendo unos dedos para que le trajeran un encendedor—. Un muchacho tan hermoso y valioso como tú no debería estar metiéndose en lugares tan peligrosos como estos, ya sabes, las calles tienen cámaras, pero aquí abajo si ingresas voluntariamente, ¿quién te asegura? No vayas a encontrarte con tipos malos.
Una pequeña broma sin gracia.
Jungkook envidiaba un poco el buen humor del alfa; a comparación, él se sentía como un tiburón con hambre. Quizás por eso cosquilleaba impaciente y no conseguía mantener el ambiente amigable.
—Estoy bien con los malos, ya que necesito a un tipo lo suficientemente malo, capaz de quitarle la vida a alguien —mencionó cauteloso, saboreando las palabras que antes solo rondaron en sus pensamientos como deseos, lamentables deseos carentes de una voz real—. Quiero que asesines a una persona.
La mano de Taehyung tembló sutilmente por el imprevisto, su cigarro recién prendido por uno de sus hombres fue directo al suelo. Sus rasgos limpios y relajados se contrajeron en una fracción de segundos. De tantas cosas que especuló que le diría nunca se le cruzó algo relacionado a la muerte.
—Oye, oye —se forzó a carcajear, aunque la incredulidad no consiguió ocultarla tan bien como quería—, hiciste que tire mi cigarro, aah, ¿qué clases de cosas tenebrosas dices con ese rostro bonito?
Sin inmutarse Jungkook pestañó con tranquilidad, como si hubiera consultado una trivialidad—. Quiero que su muerte parezca un accidente desafortunado. Asesina a Jung Dae, mi esposo.
Taehyung se tomó el tiempo para valorar con seriedad al omega delante suyo. No parecía demasiado joven en realidad, tampoco le daba la sensación de ser alguien mimado y ridículo que le gusta resolver sus problemas usando dinero. Aunque es muy poco precavido, soltando increíbles pedidos como si no pudiera posteriormente causarle graves problemas.
Vulnerable y tonto.
—Este muchacho loco, de verdad —articuló con voz relajada, aún tratándolo como si fuera un niño inexperto de la vida—. ¿Qué pasó? ¿Se pelearon? ¿Te es infiel? Entiendo que estés molesto, pero, ¿no son un matrimonio reciente? ¿Cuánto tiempo es que llevan de casados? Recuerdo que habían un montón de noticieros y revistas hablando de esa boda. La gran boda del año le llamaban.
Giró la cabeza buscando respuestas a su alrededor.
El omega dejó que buscara las respuestas donde quisiera buscarlas, concluyendo que Kim Taehyung no parecía ser un tipo tan letal, y no lo creería si no hubiera presenciado su mirada aquella noche, donde acariciaba un frío gatillo con ruegos desesperados de melodía. Le gustó, él mismo quería agarrar un arma con tanta confianza y luego... luego...
—Nueve meses —musitó una voz apartada en la esquina.
Jungkook reconoció ese timbre casi de inmediato, era el perro alfa que le sacudió el hombro. Quiso memorizar su apariencia, pero el sonido que realizó la palma de Taehyung al estrellaste contra el respaldo del sillón le hizo retraer la mirada de nuevo a su objetivo principal.
—¿Solo nueve meses? —cuestionó escéptico. Frunciendo las cejas mientras calaba un nuevo cigarro—. Woah, nueve meses y ya lo quieres muerto. Pobre tipo —trató de fingir simpatía con la víctima fijada, pese que la realidad es que no le importaba, ni sabía quién era. Por otro lado, el único hijo del grupo Jeon por supuesto que no era fácil de olvidar, no cuando es un omega de buena clase económica y el mismo que abandonó su cita de compromiso antes de que llegara.
Soltó el humo retenido suavemente, el único omega que le llamó la atención después de una cita, aunque nunca se vieron directamente.
—Solo un sociópata querría ver muerto a alguien por diversión —aclaró Jungkook, indiferente a los pensamientos del contrario y sus ojos se fijaron rudamente en los Taehyung—. No vas a eliminar a un ser de luz, si es lo que atormenta tu consciencia.
Taehyung le sonrió, aunque le parecía entretenido hablar con esa persona, no le quedaba tiempo para desperdiciar. Simplemente sació sus ganas de conversar con su desplante y averiguar la razón por la que lo buscaba e investigaba. Ahora que sabía que Jungkook no solo no lo recordaba, si no que venía con un pedido irrazonable y parecía indebidamente seguro que va aceptar el encargo, ya no le quedaba más para observar.
Una lástima.
En esa habitación que reservó para evitar que la situación se malinterpretara como un posible secuestro, apretó el lado que humeaba de su coletilla para apagarlo en el cenicero de la mesa, y se puso de pie. La camisa volvió a ondularse en sus hombros cuando dio unos pasos a la salida.
—Me agradaste —admitió sinceramente—, así que este será un secreto, ¿bien? Creo que buscas ayuda en el lugar equivocado. Como esta fue una lamentable equivocación, espero que lo olvidemos. Puedes usar las instalaciones no restringidas del casino libremente, lo que consumas irá a mi cuenta. Ahora que somos amigos, director Jungkook, puede dejar de investigarme —terminó pidiendo, aunque solo quiso ponerle al corriente que sabe de sus movimientos.
La ceja de Jungkook se curveó interesada—. Oh, ¿le molesta que investigue sobre usted? ¿Miedo a que se descubra algo... peligroso?
—No hay nada peligroso que puedas descubrir sobre mí, solo estoy velando por tu dinero. —La sonrisa de Taehyung era suave mientras sobaba las yemas de sus dedos a lo alto.
Por su parte, Jungkook cerró los ojos—. Comprendo.
Sin nada más que aportar, Taehyung se desplazó a la salida con sus largas piernas. Algo descontento. La mayor parte de su vida sentía que le faltaba emoción, la emoción que le hizo sentir ese confianzudo bicho raro hablando sobre matanza, nadie le había echo tirar su cigarro al piso por conmoción. Y eso que él conoce a tipos realmente mal de la cabeza. Sin mentirse a sí mismo, quería saber sus razones, pero sería entrometerse y él no desea estar al centro de una pelea matrimonial. Una verdadera lástima.
«Por favor... juro que les pagaré».
La galantería en la sonrisa de Taehyung se fue apagando, su cuerpo se enfrió en media habitación, pensando que era su mente quién jugaba con él. Sin embargo, su caminata se frenó sin meditación, y en pleno anochecer caló en frío al escuchar la reproducción de suplicas y lamentos que provenían de la única mesa de ese sitio.
«Jefe, yo me equivoqué, por favor... dame otra oportunidad».
Vulnerable y tonto, había pensado. Vulnerable y tonto era él, ahora sí comprendía tanta seguridad. Quiso reír por tal maquinación, ese omega había dejado que pensara que era una petición.
Jungkook no causó ningún ruido por el momento, dejando que brille el audio del video que provenía desde su celular, naturalmente existían copias. Era claro que no es un tonto que piensa que mandar a asesinar a alguien es como conseguir un caramelo en una tienda cualquiera, debía saber seleccionar sus palabras, eliminar problemas futuros y esencialmente, contar con la seguridad que se realizará lo que quiere y no verse implicado. Planificó ese momento un millar de veces en su cabeza, y ahora que lo dijo, una ferviente adrenalina le bombeaba el corazón.
Fue evidentemente subestimado, y el factor sorpresa le gustaba demasiado. Toda persona que no lo conocía en los negocios podría ansiar manipularlo y creer pescar una presa pequeña y fácil, ello por su naturaleza purificada gracias a los medios. Sin embargo, cuando ven que en realidad son los ratones con los que él juega, ya es demasiado tarde en la mayoría de los casos.
Taehyung no fue una excepción.
Jungkook levantó lentamente los párpados—. Eres el jefe de la banda Emerald Scorpio —dijo al término de la grabación, aún Taehyung seguía dándole la espalda—. Estuviste implicado en el asesinato del anterior presidente Choi de Ocean Entertainment, también venta de drogas y comercialización ilícita de armas. Estoy seguro que lidias con estos temas a diario, ¿realmente vine al lugar equivocado?
Inmediatamente cuatro chasquidos metálicos sonaron a la vez, los matones abrumados se apresuraron a apuntarle con pistolas, lo rodearon desde cada esquina. En sus caras se veía el claro horror de un secreto revelado, y que no saldría de ahí respirando. Incluso le susurraron groserías junto a maldiciones terribles.
Taehyung finalmente se dio la vuelta, algo que nunca ha hecho antes cuando le empezaban a tratar de endulzar con ofertas de dinero o barrerle el suelo arrodillándose a sus pies para conseguir su favor. No esperaba que el omega lo hiciera, proveniente de una familia de renombre y bien posicionada no le faltaría el orgullo, por tanto le quedaba gritar igual a un chivo.
Más Jungkook no gritó, ni suplicó.
La primera imagen que acomodó para este hombre inexpresivo fue la de un ciervo perdido, que trataba de imitar los grandes colmillos de los leones alzando las astas de su cabeza. Por más que aparentara peligrosidad no lo conseguía. Bajo sus ojos, era un ciervo tratando de probar carne humana, sin embargo, ahora se veía enfrentado a la calma de un lobo en cacería. Era una presa confiada y penosa.
Taehyung pudo conseguir su voz.
—Hey, cubito de hielo, ¿por qué no te largas mientras soy bueno? Mira, has hecho que mis hombres se estremezcan y te apunten con armas. —Levantó nuevamente la mano, e indicó que dejaran de encañonarlo—. Recuérdalo, es a tu marido al que deseas asesinar, no busques tu propia muerte —musitó sin bromas esta vez, su tono bajando a un hilo espeluznante.
¿Opciones? En realidad existían varias formas de lidiar con una baja amenaza como esa, si no hace tiempo viviría bajo tierra o respiraría tras rejas. No obstante, ignorando las maquinaciones de su antigua forma de manejar el trabajo, se dirigió altivo donde el omega, quién no tembló o retrocedió, y se dejó caer de costado en el mismo mueble.
—¿Dónde obtuviste ese vídeo y esa información? Es mejor que digas la verdad.
Jungkook estuvo tentando a no contestarle, aunque optó por no jugar más con su suerte—. El vídeo lo grabé yo mismo, la información es confidencial. ¿Eso importa?
Claro que importa, quiso responderle un Taehyung inconforme con sus respuestas cortas—. Fija el precio.
Jungkook no debía de estar más sorprendido que los matones que hace unos minutos se pusieron de acuerdo para amenazarlo con asesinarlo, pero el no protestó como ellos sí lo hicieron. No obstante, Taehyung no preguntó por opiniones y las quejas se evaporaron más rápido que una gota de agua expuesta al sol.
—Te daré doscientos mil millones de dólares.
Taehyung se ríe al oírlo.
—Eso suena bien, cubito de hielo, sabes negociar. —Rendido de perder cada batalla de ese encuentro se recostó contra el respaldo, cerrando los párpados para aliviar el dolor en su cabeza. Qué pudo suceder si una banda enemiga o manos incorrectas tuvieran bajo su dominio ese vídeo, aunque tampoco lograba suponer que tan correctas eran las manos de Jungkook. Dudando un poco, se permitió exponer su curiosidad—: ¿Puedo preguntar la razón por la que quieres desaparecer a tu lazo?
—Porque es inadecuado para mí —el rostro de Jungkook se endureció por su respuesta.
Aunque Taehyung que esperaba una razón más profunda, abrió los ojos confundido.
—¿Qué quieres decir?
Amarrando la amargura y el dolor de su situación, repitió la respuesta que no lo dejaría al descubierto y frágil delante de un desconocido—: Él no está al nivel suficiente para ser mi esposo.
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Única historia que tendré activa, si no lo actualizo seguido no hay esperanzas para mí-
Gracias por leer y acompañarme en esta historia♡
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