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37| Mi tentación siempre serás tu

『—♠︎—』

Lalisa, El accidente de su hermano y su padre, La muerte de este último, La traición de JungHyo, la casi perdida de éste... Allí nos lleva al mismo primer punto: Lalisa Manoban.

Simplemente maldecía el momento en que se metió con esa desquiciada que le arruinó la vida en parte.

Aunque...

Esos eran temas que olvidaba al llegar a casa y ver a YuGyeom y JongSu junto a EunJi en el sofá viendo películas o haciendo cualquier otra actividad en la sala.

Habían comprado un penthouse hermoso en el centro de Seúl y estaba muy cerca del taller, además la mansión Go también estaba cerca. Aunque lo más importante era tener un lugar amplio para que esos dos saltarines pudieran jugar tranquilamente.

— ¡Papá! — exclamaron al unisono ambos niños mientras corrían hacia el mayor. Este se agachó para recibirlos y abrazarlos fuertemente, dándole un beso a cada uno.

— Les traje un regalo a cada uno. — les dijo con una sonrisa y a los pequeños se les iluminó la mirada.— Miren esto. — levantó la bolsa que había dejado en el piso y les entregó una caja envuelta en papel de regalo para cada uno.

— ¡Gracias, papá! — agradeció el mayorcito de cinco años.

— ¡Gasha, Papi! — agradeció la más pequeña entre risitas.

Ellos abrieron el regalo y chocolates y galletas salieron a su disposición, saltaron de emoción y abrazaron a su papá tan felices como emocionados. Al mostrarle los regalos a su mamá corrieron a la habitación de juegos, en donde comerían los deliciosos dulces.

EunJi se acercó a su marido con una sonrisa coqueta y elevó una mano a la mejilla de este para acariciarla. JungKook se relamió los labios y le sonrió en respuesta, miró hacia abajo cuando estuvo pegada a él y los pechos de EunJi resaltaron bajo el collar que él mismo le regaló en su cumpleaños unos años atrás, recordaba muy bien la noche de ese día.

Luego de haberle hecho el amor en la tarde de aquél día, luego de haber visto ese collar sobre su pecho y cuello sudado, él le invitó a cenar en la noche, JungHyuk cuidó de los niños mientras tanto. Y esa noche volvió a hacerla suya. Recordaba muy bien el conjunto de lencería que él le regaló y que ella usó junto al collar bajo su vestido rosa palido con el que acudió al restaurante, agarrada de su brazo como marido y mujer que eran.

— Mmm~ me encanta como se ve este collar en tí. — le murmuró para luego rodearle la cintura con su brazo.

— Pues me lo puse especialmente por tí. — dijo con tono seductor y JungKook alzó una ceja curioso. EunJi relamió sus labios y le miró a los ojos.

— En unos minutos viene mi abuelo por los niños... — murmuró suave y JungKook sonrió travieso al escuchar eso. Hacía varias semanas que no tenía privacidad con su esposa.

— Eso quiere decir que estaremos solitos un rato ¿No? — Preguntó divagando un poco en el murmullo pensativo de ella.

— Posiblemente si te vas a dar una ducha antes de que llegue mi abuelo. — EunJi sonrió coqueta y JungKook mordió su labio inferior.— Además estás apestoso a gasolina y otros olores del taller. — dijo frunciendo el ceño y arrugando la nariz. JungKook se rió y se acercó rápidamente mientras restregaba su rostro en el cuello pálido de ella.— ¡No, JungKook! — se quejó entre risas mientras el mayor seguía con su cometido.

Unos segundos después se detuvo lentamente y comenzó a dar besos en esa piel sensible que la caracterizaba. Se incorporó y la miró sonriente antes de tomar con sus labios los de ella, en un beso romántico que deseaba darle desde que llegó.

— No creas que me olvidé de ti, amor. — susurró en sus labios con una sonrisa embobada. Se separó y se puso de cuclillas para tomar un último regalo que estaba en la bolsa. Se levantó y le dió el pequeño obsequio.

EunJi lo abrió y observó unos pendientes pequeños de oro blanco

— Están hermosos, JungKook. — sonrió amplio y con una mano le tomó la mejilla dándole un beso corto en los labios.— Gracias, cariño. Te amo... pero si sigues así vas a quedar en quiebra. — comentó graciosa y JungKook se rió.

— Claro que no, amor... No exageres. — negó entre risas y volvió a besarla.— Quiero mimarte... — dió un beso.— Todo el tiempo... — otro beso.— Que no he podido hacerlo... — dió otro beso quedándose en sus labios hasta convertirlo en uno romántico.— Te amo, y mucho, Go EunJi... — la pálida colocó su dedo índice en los labios de él, interrumpiendo de inmediato.

— Jeon... Llámame Jeon EunJi. — dijo con una sonrisa coqueta y el mayor se acercó dándole un beso para luego morderle el labio inferior, ocasionando un quejido de ella.

— No sabes cómo me prende escucharte hablar así. — susurró muy bajito, mirando constantemente hacia el pasillo por si los niños venían.

— Sh~ aquí viven niños, señor Jeon. — susurró ella también para darle un beso nuevamente, tentando el cuerpo del pelinegro que no quería esperar.

— Entonces no me provoque, señora Jeon. — continuó él mordiendo su labio inferior.— mire que Jungkookie es difícil de controlar. — siguió hablando en susurros mientras la mano que estaba apretando la cintura de ella bajó hacia su cadera, en un camino que terminó en su glúteo. EunJi lo miró aterrorizada.

— JungKook, quita... Los niños pueden venir en cualquier momento. — le siseó ella estando cerca de los labios color durazno de él mientras le miraba a los ojos.

— ¿Ah, ya terminaste tu jueguito de roles? — preguntó travieso y bajó su otra mano al mismo lugar. EunJi lo miró molesta y el pelinegro se rió.— Me prendes aún más con ese rostro molesto... Pareces una gatita rabiosa. — le susurró en los labios y EunJi con sus manos lo empujó suave separando sus cuerpos. Se giró y se fue directo a la habitación de ambos.— Hermosa... No te molestes. — exclamó detrás de ella mientras sonreía. Le encantaba molestar a su esposa.

El sonido de la puerta lo hizo detenerse y caminó hacia ésta nuevamente, al abrirla vio a JungHyuk con una sonrisa.

— ¿Dónde están esos nietos preciosos? — Preguntó pero no hacia el pelinegro sino detrás de él. JungKook se giró y vio a los niños con sus mochilas en la espalda.

— ¡Abuelo Yuk! — Exclamó YuGyeom corriendo hacia el mayor.

— ¡Abelito! — gritó la más pequeña, corriendo detrás de su hermano.

Al parecer sus hijos estaban preparados y al escuchar el timbre salieron cuan cohete.

— Bueno niños, pórtense bien con el abuelo Yuk. — Los más pequeños asintieron y JungKook miró al mayor.— Si ya no los soporta sólo llámenos. — se rió apenado y JungHyuk negó.

— Son mis únicos nietos, son mis preferidos. — se rió mientras alzaba en sus brazos a la más pequeña y tomando a YuGyeom de su manito.— Bueno JungKook, es un gusto verte, nos vemos a la noche. Díganle adiós a su papá, niños. — animó a los pequeños de cabellera negra y estos saludaron con sus manitos.

— Adiós, papá. — YuGyeom dijo animado.

— ¡Adió, Papi! — la vocesita de JongSu resonó seguido de su hermano.

— Adiós, campeón. Y adiós, mi princesa. — les lanzó un beso volador a ambos mientras sonreía.— también me dió gusto verlo, señor Go. — dijo hacia el mayor esta vez.

— Abuelo. Pero ya me cansé de decírtelo. — se rió contagiando a JungKook.

— Lo siento. — dijo riendo para después verlos alejarse por el pasillo hasta el ascensor.

Al cerrar la puerta el pelinegro relamió sus labios y recordó el asunto pendiente en su habitación. Se giró en su posición y caminó hasta esa amplia habitación que compartía con el amor de su vida. Al llegar allí se recostó del marco de la puerta y la vio acostada de lado en la cama dándole la espalda a él, que la miraba de pies a cabeza con ese vestido color gris que hacía resaltar su figura, y sus tacones negros estaban en el piso mientras ella descansaba sus pies.

Eso tenía EunJi, nunca perdía su elegancia... Y eso a él le fascinaba de sobremanera.

Decidió caminar hacia ella y se acostó en la orilla para rodearle la cintura con su brazo.

— JungKook... — se quejó suave y este la apretó para darle un beso en la mejilla.

— No estes molesta. — se quejó entre risitas y le dió un beso en el cuello.— Los niños se fueron con el abuelo. — dijo removiendo sus cuerpos para seguirle dando besos.

— ¿Se fueron? — se volteó exaltada y JungKook asintió.— ¿Y por qué no me avisaste? No me despedí de ellos. — su tono molesto sólo lo hizo sonreír más amplio.

— Porque se fueron tan rápido que no me dió tiempo. — sin borrar la sonrisa de su rostro se acercó a ella y le dió un beso corto en la barbilla, le apretó la cintura y la acercó a su cuerpo.— Estamos solitos. — susurró en los labios de ella para así poder besarla como deseaba hace un buen rato.

— Amor... — se quejó entre jadeos. Pero sólo logró que el pelinegro sintiera más cálido su cuerpo.

Él sentía que su cuerpo era recorrido por una llama de pasión que sólo la mujer de su vida podía calmar, que sólo su esposa podía sofocar.

— ¿Qué te parece si... Tu y yo... — se quedó mudo por un rato y EunJi sonrió por su duda en continuar.— encargamos otro bebé? — dijo mordiendo su labio inferior y EunJi borró su sonrisa de inmediato.

— ¿Es una broma cierto? — dijo luego entre risas cortas. JungKook negó borrando la suya y EunJi de inmediato rodó los ojos.— Estás loco... — murmuró negando.— con dos niños es suficiente, JungKook. — se quejó suave y JungKook chasqueó la lengua.

— Amor es que...

— Es que nada, JungKook... JongSu tiene dos años y YuGyeom cinco, requieren cariño y atención que no le daríamos a ninguno si tenemos otro bebé. — le dijo en un tono algo cansado.

— Ya, está bien... Lo siento. — se encogió en su puesto y suspiró.— Yo... Solo me he familiarizado con ser papá y... Me encantaría tener otro niño. — confesó suavemente mientras su mirada permanecía fija. Necesitaba confesar ese pensamiento que lo traía vuelto loco desde hace días.

— Y eso está bien, JungKook. — acarició con sus dedos la mejilla de él y sonrió.— Pero tener otro niño implica muchas cosas más, el doble de lo que tenemos ahora.

— Por eso no te tendrías que preocupar, yo trabajaré el triple, sabes que el dinero no es problema. — negó prontamente entusiasmado.

— JungKook...

— Contrato a alguien para que te ayude. — propuso y EunJi suspiró cansada.

— JungKook, no...

— EunJi... — se quejó.

— Otro niño no está en mis planes, JungKook. Dos niños está bien.

— Está bien, ya... No digo más. — negó con una sonrisa suave y se levantó de la cama.

— JungKook, no te molestes... — ahora era ella quien le pedía eso a él.

— No lo estoy. — negó mientras quitaba su camisa y dejaba al descubierto su torso trabajado, bajo los ojos atentos de EunJi desabrochó su pantalón y lo bajó.

— JungKook... — llamó con su tono coqueto y seductor que él amaba, pero por ahora se haría el difícil sólo un poco para jugar con la poca paciencia que la caracterizaba.

— Ah~ voy a ducharme. — calló él su llamado y caminó hacia el closet para tomar una toalla limpia.

Sacudió su cabello y caminó hacia el otro extremo de la habitación sin ningún propósito, sólo para provocarla. Dejándose ver bien las piernas trabajadas y su abdomen marcado; mientras que su miembro estaba cubierto con su bóxer negro ajustado.

— Oye... — se levantó y caminó hacia él que le daba la espalda. Sintió las manos delgadas en su espalda alta y suspiró bajito para no ser descubierto; ya que sentía unas ganas inmensas de voltear y besarla hasta tirarla en la cama.— Estás más... Musculoso. —  terminó en un murmullo en el oído de él, lo que hizo que sintiera un escalofrío por toda su columna.

— No me vas a chantajear con eso. — le afirmó haciéndose ver seguro.

Pero su seguridad se fue al caño al sentir el cálido aliento en su nuca y unas manos acariciar toda su espalda y bíceps. Cerró los ojos recriminando a sí mismo por ser tan débil.

— Sabes que me encanta tocar tus músculos, y más cuando están tensos. — nuevamente la seducción se adueñó de su tono y besó la espalda alta de su esposo.— así como a ti te encanta que con mis uñas roce tu espalda mientras me haces el amor. — volvió a decir seductora.

Y como siempre la carne de JungKook era demasiado débil ante su mujer, ante esa mujer que lo volvía loco cada vez que ella quería. Y si fueran intenciones de ella jugar con él; crean que ya JungKook sería un títere que ella pudiera manejar a su antojo.

— Es que eres tan... — siseó girando en su posición y la miró con intensidad, mostrando su excitación.— Tan provocativa, mujer. — continuó e intercambió su mirada entre los labios abultados y los ojos expresivos de ella para luego lanzarse a sus besos como un hombre desesperado.

Haría lo posible siempre para revivir esa llama que los mantenía más que unidos, haría todo para hacerla suya cada vez que quisiesen. La amaba, amaba a su esposa y jamás cambiaría lo que tenía junto a ella.

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