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32| Las cosas no son así

『—♠︎—』

JungKook se levantó de su asiento y salió de su dormitorio para ir hacia la cocina. Acababa de salir de una vídeo conferencia con uno de los socios de la empresa, discutiendo de un contrato con un destacado chef en Singapur que buscaba una empresa distribuidora de alimentos para su nuevo restaurante en dicho país, dando como resultado un sí de cada uno de los accionistas.

Con el pasar de las semanas le fue tomando cariño a su trabajo, pues estaba mayormente en casa y muy pocas veces viajaba al centro de Seúl si no era por el cierre de algún contrato, siendo así por ahora estar manejando las acciones de su hermano.

JungHyo luego de unos días del terrible acto hecho por Lalisa fue dado de alta, se recuperó unos días en su casa hasta que fue la hora de enfrentar los cargos que se le impusieron... Terminó siendo culpable de malversación de fondos y lo condenaron a cinco años de prisión; cosa que fue cambiada pocas semanas después cuando el abogado asignado logró bajar su condena a tres años. Pareciendo esto una extraña coincidencia para JungKook, puesto que esa fue la misma cantidad que él vivió sin conocer a su hijo.

Lalisa fue condenada un par de semanas después que JungHyo, los abogados de la familia Go y la familia Jeon se dispusieron a recolectar todo tipo de pruebas en ese tiempo, contando las veces en que ésta persiguió a JungKook o a EunJi; además de querer llevarse a YuGyeom, también el golpe que recibió JungKook y la apuñalada de JungHyo, dando como plato final el que JongIn se decidiera a hablar y demandarla también por las agresiones que recibió de ella... Por los cargos de agresión, acoso, intento de secuestro de un menor y doble intento de asesinato la condenaron a cadena perpetua; pero lastimosamente sus abogados lograron convencer al jurado de que Lalisa carecía de facultades mentales y un profesional determinó que sufría de esquizofrenia, con ello le sentenciaron a cuarenta y cinco años de prisión; solamente que ella cumpliría su condena en un centro psiquiátrico de mucho renombre en el país.

Pero para JungKook la tranquilidad dominaba a su familia desde que sonó el mazo del juez. Se sentía feliz y en paz con su familia en casa, ya nada les importaba más que ellos y sus allegados, ya nada los molestaba.

Cuando llegó a la cocina tomó una tostada que estaba recién salida del tostador y le puso algo de mermelada para acompañar. Su esposa estaba de espaldas a él preparando quizás el desayuno de YuGyeom. Se relamió los labios y caminó hasta colocarse detrás de ella, allí le dió un beso en la mejilla y colocó su rostro en el hombro cubierto por un body blanco.

Se veía perfectamente hermosa.

— ¿Terminó tu conferencia? — preguntó cariñosa y JungKook volvió a besarle la mejilla para escuchar su risita.

— Terminó hace unos minutos. Ya estoy libre... — murmuró viendo ahora hacia abajo, donde sus manos preparaban lo que supuso hace rato.

— Perfecto, YuGyeom te espera en la sala con su bolso de Legos. — contó con una risita al escuchar el suspiro de JungKook.

— Pero su bolso es enorme. — se quejó suave y EunJi volvió a reír.

— Esas son las consecuencias de tus actos... — canturreó y JungKook cerró los ojos fuertemente al recordar.— Ese día te dije claramente que era muy grande, y tú me llevaste la contraria diciendo que querías darle el mejor regalo a tu hijo. — se rio un poco y el pelinegro hizo un puchero.

— Debí comprar el mediano. — se reprochó bajando la cabeza para colocar su frente en el hombro de ella. EunJi giró su rostro con una sonrisa, viendo una larga cabellera caer hasta su clavícula derecha.

Jungkook había dejado crecer su cabello, y su estilo ahora era con un corte hasta la mitad del cuello... Lo hacía ver extremadamente sexy, mucho más ante las hormonas alteradas de su esposa.

— Te lo dije, amor. Ahora ve a jugar con él. — movió su hombro y JungKook se quejó.

— Ok, iré... Pero primero déjame acariciar. — pidió colocando sus manos en los laterales de la cintura de ella, trazando luego un camino hacia su pequeña panza abultada.

EunJi tenía ahora cuatro meses de embarazo, y a ambos los tenía muy contentos la llegada de su segundo amorcito.

— Ya ve, JungKook... Mira que está algo molesto porque ayer no quisiste jugar con los rompecabezas. — le recordó y JungKook sonrió.

— Amor, era de mil ochocientas piezas. — dijo asombrado, abriendo sus ojos hasta casi salir de sus cuencas.

— JungKook no seas mentiroso, sólo eran seiscientas piezas. — EunJi rio por la reacción de su esposo.

— ¿Y te parece poco? — dijo riendo para encaminarse hacia la salida.

Dejando a EunJi entre risas se dispuso a caminar hacia su pequeño hijo que estaba sentado en una alfombra especial para sus juegos. Allí lo vio jugando con unos dinosaurios que le regaló su abuela.

, JungKook había reanudado su relación con su madre, y hasta ahora llevaban una relación normal, pero claro, no eran muy cercanos.

— Hola, campeón. — saludó con cariño y el pequeño dejó sus juguetes de lado para levantarse y tomar el bolso de los Legos.

A JungKook le causaba demasiada ternura ver el pequeño tamaño que aún tenía su hijo, y mucha más ternura verlo correr.

— ¿Va a jugá comigo? — preguntó con su carita triste, temiendo ser rechazado. JungKook sintió su corazón estrujarse y se sentó junto a él en la alfombra.

YuGyeom se alegró y sonrió feliz para luego sentarse a un lado de su papá.

— ¿Qué quieres construir? — le preguntó con una sonrisa emocionada y el pequeño pareció pensar.

— ¡U Baquito! — levantó sus bracitos emocionado y JungKook asintió.

— Entonces un barquito será. — confirmó viendo los aplausos que su pequeño dió de felicidad.

Estuvieron cerca de una hora jugando con los Legos, sin contar el tiempo que se detuvo para comer su desayuno.

A pesar de las quejas se la pasó genial con su pequeño, rieron y jugaron también a los carritos y los trenes, además de usar los dinosaurios en un ataque al barco que construyeron durante más de una hora. Eso hizo que JungKook; con sus piernas cruzadas; se tapara el rostro con las manos y se inclinara hacia adelante en reacción a la destrucción de lo que tanto le costó hacer.

Unas horas después comieron su almuerzo y otra hora después YuGyeom ya estaba tomando una siesta en su habitación. Mientras JungKook y EunJi estaban en la habitación... Discutiendo.

— EunJi, ya... De verdad. No es posible que discutamos sobre esto. — JungKook le dijo desde su puesto en la cama mientras ella estaba parada a un lado de él.

Se había acostado y luego de una breve conversación comenzaron a discutir.

— Llevas casi tres meses en lo mismo, JungKook. Siempre me dices lo mismo. — respondió molesta y cruzó sus brazos.

— Es que siempre me sales con lo mismo, EunJi. Tenemos esta misma discusión porque siempre piensas que no quiero. — le respondió alto pero sin llegar a gritarle ni exclamarle. Nunca le había alzado la voz, mucho menos lo haría ahora.

— Es que es eso, porque siempre que me acerco a tí, me rechazas. — volvió a quejarse y JungKook resopló algo estresado.

EunJi tenía tiempo buscándole el mismo problema, pero el único problema allí es cuando a la —ya no tan rubia— le daba por pensar que se debía a que JungKook ya no la deseaba. Sin pensar en ningún momento que era todo lo contrario.

— EunJi, ya... — pidió cansado mientras masajeaba el puente de su nariz.

— ¿Ves? Allí vamos otra vez. — reprochó.— es por eso que me rechazas, ya no me ves atractiva como antes... — se interrumpió abruptamente.— Ah no, pero tuviera mi cintura fina en vez de esta panza allí sí, pero entonces debo pasar esto hasta que termine de cargar a nuestro hijo, porque simplemente ya no me veo guapa, tú ya no me ves así. — renegó viendo los ojos cansados de su esposo.— me dices que no, que estás cansado... Si viviéramos en la ciudad pensaría que tienes a otra para divertirte mientras estoy en cinta, pero como vivimos alejados no puedo pensarlo... — exclamó viendo al pelinegro levantarse abruptamente y mirarla con intensidad.

Bien, se había pasado. El rostro de JungKook lo decía.

EunJi se giró en sus talones y caminó hasta salir de la habitación, yendo hacia la sala para luego irse directamente hacia la salida de la playa. Allí en la arena caminó por toda la orilla hasta irse a una pequeña tienda en donde preparaban unas bebidas que eran el deleite que ella disfrutaba como antojo de su embarazo.

Por otra parte JungKook resopló molesto por lo que le dijo la chica. ¿Cómo es posible que pensara eso luego de todo lo que han pasado juntos? A veces EunJi no controlaba su boca al hablar. Volvió a resoplar y caminó a la ducha para calmar ese estrés provocado por la reciente discusión. Ya bajo el agua calmante se dispuso a pensar en todo y a la vez en nada.

La obstetra habló con él en privado cuando EunJi estaba vistiendo su ropa luego de la cita y el eco transvaginal al que quiso someterse para cerciorarse de cualquier cosa que estuviera pasando dentro de ella. La doctora le recomendó tener muchísima paciencia con su esposa, pues ella debía pasar por cambios hormonales que le darían un constante cambio de humor durante estos meses.

EunJi creía que él no la deseaba, cuando la realidad era todo lo contrario. Él la deseaba, la amaba, la adoraba con toda su vida; pero sólo quería cuidar de ella y de su bebé, que por cierto desde el ataque de Lalisa supieron que EunJi llevaba un embarazo riesgoso que ameritaba mucho reposo. JungKook desde ese día actuaba mucho más cuidadoso con ella, y evitaba a toda costa un sobreesfuerzo de su parte... Pero EunJi no lo veía con los mismos ojos que él; en cambio, lo veía de una manera muy errónea que no tenía nada que ver con la realidad.

Unos veinte minutos después él bajó a la sala de estar y se encontró con su esposa entrando a la casa con un vaso de jugo de frutas.

Su favorito desde que los probó por primera vez.

JungKook suspiró suave al verla pasar de largo a la cocina ignorando su presencia por completo. Él negó suavemente y con lentitud caminó hacia el mismo lugar; encontrando a EunJi degustando el jugo con desespero.

Él sonrió tierno por cómo se veía.

— EunJi, debemos hablar. — dijo seriamente, pero ella lo ignoró descaradamente al pasar por su lado y subir de inmediato a la habitación.

Volvió a negar en desacuerdo con la actitud de su esposa, pero tuvo que concentrarse en tener paciencia. Subió nuevamente a la habitación encontrando su figura sentada en la orilla de la cama; a los pies de ésta. JungKook caminó hasta colocarse frente a ella y se puso de cuclillas.

— Por favor, mírame. — pidió tomando su mano para acariciarla. EunJi lo miró relamiendo sus labios del jugo que acababa de tomar.— Necesito que me escuches porque esto no puede seguir así... Lo último que dijiste será lo último de este tema que llevamos semanas discutiendo. — ella lo miró fijamente y tragó en silencio esperando escucharlo.— Escucha... Te amo con toda mi alma; y siempre lo voy a hacer. Sólo quiero que entiendas que estoy cuidando de tí de la mejor manera que puedo hacerlo. No es que no te desee, porque eres mi esposa y eres la única mujer que amo y deseo... Tu embarazo es de alto riesgo, y me estoy absteniendo demasiado por cuidarte y protegerte junto a nuestro hijo, porque quiero que nazca sano y fuerte. — suspiró suave y volvió a hablar.— No es justo para mí que me digas esas cosas sabiendo lo mucho que te amo, porque me duele muchísimo que una parte de ti desconfíe de mi luego de lo que hemos pasado... Sólo espero que entiendas mi posición y no pienses cosas que no son. — culminó levantándose y EunJi tomó su mano apretándola suave.

JungKook volvió a la misma posición y le miró los ojitos aguados. Parecía una pequeña niña arrepentida de portarse mal. Él la amaba, maldición, pero debia frenar esa tóxica discusión.

— Discúlpame. — pidió y JungKook suavizó su mirada.— soy una inconsciente... — se reprochó y JungKook negó para llevar su mano a la mejilla suave de ella.

— El embarazo te tiene así de gruñona... — dijo con cariño y ambos rieron suave.— No sabes lo que me pones con ese carácter. — susurró bajito mientras le observaba los labios esponjosos y apetecibles.— Tu no sabes lo mucho que me contengo... — dijo en el mismo tono y EunJi observó los labios de su esposo; cada movimiento de estos al hablar, sintió el labio inferior siendo acariciado y soltó un suspiro deseoso.

— ¿Por qué no me haces el amor? — pidió bajito, como una pequeña preguntando sobre porqué no debía tocar algo. JungKook se relamió los labios con ese tono agudo y se removió suave antes de suspirar para contestarle. Pero ella se adelantó.— No le harás daño al bebé, es normal tener relaciones durante el embarazo...

— El tuyo es de alto riesgo... No estoy seguro. — negó en un susurro.

— Por favor, amor. Hace mucho tiempo que no lo hacemos. — pidió colocando sus manos en los hombros ejercitados de él, haciéndolo suspirar con el suave masaje que le otorgó.

— Es que... De verdad no quiero hacerle daño. — se quejó suave mientras su mano acariciaba la pancita de ella. Le miró a los ojos y EunJi lo miró con ojitos de cordero.

¿Cómo podía decirle que no? Era muy difícil negarse a ella.

— Bésame... Me terminarás convenciendo con un beso, créeme. — dijo mirando sus ojos grandes brillar con emoción.

De inmediato cedió besándolo deseosa, deseosa de tenerlo otra vez junto a ella, sintiendo sus pieles juntas. Le quitó la camisa cuando la subió por su cabeza, haciendo que JungKook la besara con más desespero.

— Vayamos suave, amor. — dijo él separándose un poco.

— Sí, pero apúrate antes de que YuGyeom despierte. — dijo desesperada y JungKook sonrió burlón antes de soltar una risita.

En verdad que ese nuevo hijo iba a ser muy pícaro.

Y cumpliendo el deseo de su esposa; le hizo el amor. La hizo suya de la manera más romántica y placentera que pudo. Envolviéndose suavemente entre las finas sábanas de aquella cama que compartían desde hace algunos meses.

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