17| Premio de consolación
『—♣︎—』
El leve movimiento y el bajo sonido a su lado hizo que la rubia abriera sus ojos con pesar, aún estaba oscuro y no le costó mucho adaptar su vista, se giró en la cama viendo una espalda ancha y desnuda. Sonrió sabiendo que quizás se quitó su camisa medio dormido o se despertó por ello, porque cuando se durmió entre sus caricias él aún tenía su traje puesto pero con su camisa algo desabrochada.
Otra vez el mismo sonido bajo captó su atención y se sentó en la cama estando confundida, se acercó al chico que estaba semi boca abajo y miró su rostro; el cual estaba mojado por sus lágrimas y la luz de afuera lo reflejaba, el sonido eran sus pequeños sollozos.
— Lo siento, no quería despertarte. — habló cortado en un susurro.
— No te preocupes, pero... No llores, JungKook. — le susurró suave y subió su torso a su espalda mientras con su mano tomó su hombro y le dejó un beso en su mejilla.
— Es difícil dormir pensando en que esa loca ha estado cerca todo este tiempo y no hice nada. — de nuevo con su voz cortada volvió a llorar.
— Pero lo harás, JungKook... No lo sabías en aquel momento, pero ahora sí. — pegó sus labios a su mejilla y sintió lo salado de las lágrimas.
— Me duele el pecho y la cabeza. — murmuró respirando profundo.
— Has llorado mucho. — acarició su hombro con los dedos y con su nariz acarició su nuca.— ¿Te sigo acariciando el cabello para que duermas?
JungKook soltó una risita en un bufido y se acomodó hasta quedar boca arriba, con su mano acarició esa mejilla suave y le sonrió entre lágrimas mientras EunJi las limpiaba con su pulgar.
— Mejor dame besitos. — le murmuró cerca de sus labios.
— No te aproveches de mi humildad. — dijo con su tono coqueto para ablandar un poco la tensión, y JungKook le respondió como ella quería: con una amplia sonrisa.
— Jamás haría eso, mi amor... No sabes lo mucho que agradezco que me hayas perdonado, y que estés aquí conmigo en estos momentos. — dijo acariciando su barbilla y luego su mejilla continuando con su cuello.
— No, te equivocas... Yo no estoy contigo, estás en mi cama; así que tú estás conmigo. — dijo en broma y buscó salir huyendo de la cama cuando le vio sus intenciones malvadas, pero el chico la tomó de su cintura con su brazo y pegó su espalda delgada con su pecho desnudo.
Sentirla así de cerca le devolvía la paz a su corazón, y eso le encantaba. Enterró su rostro en el cuello de ella, aspiró su aroma suave y luego dejó besos cortos en este mientras la apretaba contra él.
— Te amo demasiado, diablita... — susurró en su oído.— Gracias por estar conmigo, por darme tu apoyo que tanto necesito, y... — la apretó suave con una sonrisa pequeña en sus labios.— por darme un hijo precioso. — siguió dando besos cortos en su cuello y ella sonrió complacida.
— Siempre estaré para ti y para nuestro hijo... — giró su cuerpo y juntó sus narices y labios.— Y te amo como nunca he amado a nadie. — susurró en sus labios y JungKook no aguantó las ganas de besarla.
Con rapidez y fiereza la tomó en sus labios en un beso deseado y necesitado por ambos, apretó su cintura a él, quien sin que ella lo notara, yacía solo en unos bóxers negros. Logró tenerla debajo de su cuerpo mientras que quedó semi acostado sobre ella. Poco a poco bajó sus besos a su barbilla para hacer un recorrido por su mandíbula hasta llegar a su cuello, con su mano acarició el costado de su cuerpo hasta llegar a su muslo, donde lo tomó y lo subió a su cadera; mientras que en su pelvis el bulto comenzaba a crecer bajo los suspiros que soltaba en su piel cálida.
EunJi agradeció a los cielos que había cerrado la puerta con pestillo, sino en cualquier momento hubiese entrado alguien; pero estaba tranquila por si a su hijo se le ocurriese hacer sus escapadas de noche como siempre.
Se dejó acariciar y besar por ese hombre que aún amaba y deseaba con locura, ese que fue el último en tocarla y hacerla sentir amada. Con la lujuria subiendo de nivel y los besos siendo más apasionados sintió como él acarició su espalda por dentro de su camisa, hasta lograr quitarla por completo. El pelinegro sintió los pezones erectos chocar con su pecho y se pegó aún más al cuerpo deseoso de ella.
Cuando logró deshacerse de su short la sintió completamente. Entonces allí sonrió de lado...
— ¿Siempre duermes sin nada debajo? ¿O sólo hoy querías tentarme? — le preguntó con su respiración ya agitada. EunJi se ruborizó sin saber qué contestar y este le dejó un beso corto.— Es una broma... No me prestes atención. — negó y siguió dejando besos por su cuello.
Bajó a su pecho y EunJi pudo acariciar su espalda ancha y cálida, sintiendo como los besos húmedos llegaron a su abdomen, perdiéndose debajo de las sábanas. Mordió sus nudillos queriendo soltar un gemido cuando comenzó a jugar en su parte íntima.
— Maldición~ — siseó y tiró hacia atrás su cabeza cuando con su lengua el chico hizo maravillas.
Sintió que no podía más y presionó el cabello de él con sus dedos. Este paró y volvió a hacer un camino de besos hacia arriba.
— Mejor te dejo tranquila allí abajo, estás tan débil que presiento que no aguantarías otra ronda si te doy ese placer que tanto quieres. — le sonrió pícaro y EunJi entrecerró sus ojos con su respiración agitada.— Ahora, señora Go EunJi ¿Me permite usted que le haga el amor?
EunJi rodó los ojos y cuando su rostro estuvo arriba de el de ella, asintió con una sonrisa.
Él sonrió amplio y mordió el labio inferior de ella con suavidad y seducción. Luego cambió su rostro a uno serio y suspiró.
— No quiero preguntarte para no oír la respuesta que quiero y no quiero a la vez, pero... ¿Tienes condones? — le miró serio pero EunJi sonrió.
— No... Tenemos un hijo muy curioso que abre todos los cajones. — rio un poco y JungKook la besó rápido.
— No sé si alegrarme o decir "¡rayos!" — mordió su labio inferior.
— Bueno... no estoy ovulando... — él la vio con la esperanza brillando en sus ojos.— Tu sigue, mañana lo arreglamos. — dijo entre risitas y abrazó su cuello mientras besaba sus labios y acariciaba su cabello.
Sus lenguas danzaron entre sí y los sonidos húmedos se escucharon suavemente, aumentando así la excitación en ambos. JungKook sintió una presión fuerte en su entrepierna cuando EunJi soltó un gemido bajo, sin saber que la chica soltó ese gemido al sentir un roce entre ambas intimidades. Parecía que su bóxer iba a reventar si no liberaba su miembro.
Desesperado y consumido por la excitación llevó su mano a su pelvis y bajó el bóxer sin quitarlo por completo. Miró sus intimidades y se acomodó entre sus piernas, tanteó su miembro en su entrada mientras siseaba y escuchaba los jadeos de ella. Y cuando comenzó a introducirlo la besó para reprimir sus gemidos, escuchando sólo unos jadeos de ambos cuando poco a poco la entraba en ella.
Se adentró por completo y comenzó con sus embestidas suaves y profundas. Separó sus labios y juntó sus frentes mientras se movía de una manera apasionada y sensual, pero que demostraba lo mucho que la amaba. Se fue al oído de ella y besó su mandíbula antes de hablar.
— Eres mía, diablita... — susurró con sus ojos cerrados.— Te prometo que los protegeré... Los amo... ustedes son mi única familia ahora.
— Te amo, Jk... — ambos sonrieron y EunJi acarició sus narices mientras sentía como el chico subía la velocidad de sus estocadas.
Se detuvo cuando sintió su orgasmo venir y soltó su respiración en suspiros para calmarse, salió de ella y le tomó su mano.
— Ven. — susurró acostándose sobre la cama para quitarse el bóxer y tomar a EunJi de ambas manos. La colocó sobre él y tiró de su agarre para besarla nuevamente.— Te amo, te amo, te amo... — susurró rápidamente, perdido en deseo y amor por ella.
EunJi sonrió y JungKook volvió a acomodar su miembro para entrar en ella y volver a moverse suavemente. Sus miradas se encontraron y en sus ojos brillosos se vio el amor que sentían por el otro.
El pelinegro la acercó a su rostro y le besó antes de preguntar:
— ¿Puedo venirme dentro? — susurró. Ella pareció pensativa pero asintió segura de arreglarlo al día siguiente.
Y así, mirándose mutuamente, ambos llegaron a su límite y pocos minutos después yacían sobre la cama, abrazados mientras él repartía caricias en su espalda desnuda.
— Te amo. ¿Ya te lo he dicho? — habló él de pronto y EunJi soltó una risita.
— Sí, muchísimas veces. — acarició su pecho y el pelinegro la apretó.
— Y tu muy pocas veces. — se quejó y EunJi levantó su rostro para besarle la mejilla.
— No te quejes... te amo. — rio luego de darle otro beso corto en la mejilla.— pero mejor ponte ropa que ya va a amanecer y tu hijo siempre entra a mi habitación así esté cerrada la puerta. — comentó entre risas y JungKook besó su cabeza antes de tomar el bóxer del suelo.
Se levantó y se colocó la prenda para buscar su pantalón.
— No me quiero poner el pantalón. — se quejó y EunJi rio.
— ¿Y vas a andar desnudo por la casa? — dijo burlona y él le miró ofendido.— Tu hijo te preguntará qué es "eso". — le apuntó la entrepierna con su dedo mientras sonreía burlona.
Ambos no aguantaron y rieron mientras JungKook se colocaba el pantalón.
— Le diré "Eso campeón, es la nave espacial de donde saliste tú." — dijo burlón y EunJi arrugó su nariz para lanzarle una almohada.
— ¡Eres un puerco! Ni se te ocurra decirle eso a mi bebé. — le exigió y JungKook sonrió.
— No, ¿Cómo crees, amor? No le diré eso. — se acercó a ella y se acostó a su lado para luego abrazarla.
— Más te vale. — le apuntó y él sonrió.
— Por cierto tú también ponte ropa. — le recordó y EunJi se levantó rápido mientras veía el amanecer.— Hace tiempo que no te veo correr desnuda. — se burló y EunJi tomó una de sus batas cortas de seda.
— Ya cállate. — murmuró entre risas lanzándole una sabana al rostro y luego se vistió con la prenda de dormir que usaba la noche anterior.
— Te ves muy sexy con eso. — murmuró y EunJi rodó los ojos riéndose.
— JungKook, ya... — se quejó y él rió con su travesura.
El sonido de la puerta los alertó y ella suspiró sabiendo de quién se trataba, y al abrir la puerta confirmó lo que pensaba: YuGyeom estaba parado en la puerta con sus piecitos descalzos y su pijama algo desaliñada al igual que su cabello, parecía recién despierto, pues traía su almohada pequeña de un conejito rosado, con la cual dormía todas las noches.
— Mami ¿Qué taba hachiendo? — preguntó mirando luego hacia la cama.— ¡Papá! — exclamó contento, corriendo hacia la cama con emoción al ver a su papá sentado sobre ésta, allí se montó y se lanzó hacia él para hacerlo caer en la misma nuevamente mientras lo escuchaba reir.— ¡Papá! ¿Domite con Mamá?
— Claro, campeón... — respondió entre risitas.— Yo la cuidé toda la noche — lo abrazó fuerte y luego besó su cabeza.
— Gasha, papá... — agradeció y lo abrazó aún más fuerte.— ¿Papá po que tu tas denudo?
EunJi miró a JungKook con obviedad para que viera que ella tenía razón y él rodó los ojos con una sonrisa. Ella siguió viéndolos con ternura mientras sonreía con la pequeña charla que estaban teniendo los amores de su vida.
— Ah, pues porque no tenía camisa de dormir. — contestó y el pequeño hizo un puchero.
— Papá, yo te degalo una mía. — dijo con su voz cortada y JungKook lo abrazó cautivado.
— Oh, mi pequeño, no me quedan tus camisas pero iré a buscar más camisas en el hotel. — YuGyeom lo vio con sus ojos grandes y su mirada inocente le causó ternura al mayor. Le recordaba a un pequeño cervatillo asustado.
— ¿Hoté? — preguntó y JungKook asintió.— pedo papá tu puede domi e mi cama. — ofreció en un puchero que hizo reír un poco a ambos.
— Gracias, hijo. — contestó y se quedó un rato viéndole su rostro pequeño.
Estaba enamorado de su hijo desde que lo conoció, y no dejaría que nada ni nadie le hiciera daño a él y a su mamá.
— YuGyeom mi amor, Martha ya debe estar en la cocina... Vamos te acompaño a bajar las escaleras. — extendió su mano y el pequeño asintió para mirar a su papá.
— Papá te guadade una galleta. Y le didé a Madta que te guade deshayuno. — habló con porte maduro y EunJi sonrió tierna mientras JungKook rio suave.
— Gracias, campeón. — se levantó y se acercó a ambos.
Tomó al pequeño debajo de sus bracitos y lo alzó para besarle su cabeza de cabellos despeinados. Atrajo a EunJi con su brazo libre y besó su cabeza también.
— Los amo mucho. — murmuró contento y sintió uno de los bracitos regordetes de YuGyeom en su cuello; el otro lo había usado para abrazar a su mamá.
Parecía recibir un premio de consolación cada vez que se sentía mal, y su familia siempre sería ese premio que aunque no mereciera su amor, estaban allí para reconfortarlo.
— Nosotros también te amamos, amor. — murmuró la rubia con su corazón acelerado y su alma contenta por tener a ambos seres que amaba junto a ella, apretó la cintura del chico con sus brazos y se sintió protegida.
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