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09| Sorpresas tiernas y dolorosas

『—♣︎—』

Las Vegas NV, U.S.A.

¿Por qué su abuelo había convocado una reunión justo a esta hora? Ya eran las seis de la tarde y las reuniones normalmente las convocan en la mañana, no a esta hora que el casino comienza a llenarse.

EunJi miró a MinHo a su lado y este le sonrió con calma, observó a Taehyung y este parecía serio, quizás ya sabía de qué trataba la reunión. Ella había traído a YuGyeom al trabajo porque hoy tenía pensado ir al cumpleaños de la prima de MinHo.

— En unos minutos tendré una reunión con la empresa gastronómica que les conté. Ya el presidente de ella está aquí en Las Vegas, se quedará unos días en el hotel y hablaré con el personal para que le presten el mejor servicio. — habló su abuelo con cordialidad ante los socios.

El hotel tenía unos nueve socios en total, y los tres más jóvenes se encargaban del manejo del casino, los demás eran socios sólo del hotel.

— EunJi ¿Dónde dejaste a YuGyeom? — preguntó el pelinegro a su lado.

— Jane se quedó con él afuera... Lo cuidará mientras estamos en la reunión. — comentó ella en un murmullo y el chico asintió.

— En verdad esta no era una reunión como tal, sólo les quería anunciar esta nueva información. — nuevamente la voz del mayor resonó por encima de sus murmullos y le siguieron prestando atención.

Cuando ya todos se levantaron dispuestos a irse, su brazo fue tomado por MinHo. Este le sonrió con su típica sonrisa tierna y compradora, una muy linda ante los ojos de los demás; incluso ante las orbes de la rubia, pero ella estaba convencida que no pasaría nada entre ellos.

— Recuerdas el cumpleaños ¿No? — Preguntó algo nervioso por la anterior invitación.

— Sí, MinHo, por eso traje a YuGyeom. — sonrió enternecida ante las mejillas carmesí del chico.

— Cierto — se rio un poco y metió las manos en los bolsillos de su pantalón.

MinHo poco a poco con el tiempo fue cambiando su actitud para con todos, era incluso más tierno de lo que podía llegar a ser con anterioridad. No sabía si era por el nuevo ambiente muy distinto al de Seúl, o tal vez era una nueva personalidad que adoptó, pero lo que más le agradaba era eso... Que le agradaba, pero como un gran amigo.

— ¿Vamos? — MinHo asintió con una suave sonrisa y ambos caminaron a la puerta.

— Ah ¿EunJi? — la chica volteó a ver a su abuelo y él prosiguió— ¿Ya te vas? Pensé que trabajarías hoy.

— Hoy no, abuelo, he terminado los pendientes de hoy y... MinHo me invitó al cumpleaños de su prima. YuGyeom también irá. — le comentó y el señor asintió pensativo.

— Te iba a pedir que te quedaras, pero... Veo que ya te has comprometido y... No puedo cancelarles. — dijo con suavidad y EunJi frunció el ceño.

— ¿Pasa algo? — le acarició el brazo preocupada y su abuelo negó— puedo quedarme si quieres.

— No, no... No puedes hacerle eso MinHo, ve... Ya luego cuando regreses habrá más tiempo. — EunJi asintió no tan convencida.

— Te haré caso, pero avísame si necesitas mi ayuda aquí en el casino. — el mayor asintió.

Tan pronto como terminó su conversación ambos chicos salieron con dirección al estacionamiento luego de pasar por YuGyeom, quien corrió hacia ella más que contento.

Por otra parte JungHyuk suspiró algo nervioso por lo que podría pasar entre hoy o mañana, pero esta sin duda sería una semana muy tensa.

『—♣︎—』

Momentos antes

JungKook respiraba con irregularidad, se sentía demasiado nervioso, aún no podía controlar su corazón desde que pisó el lugar. Se relamía los labios constantemente y tragaba fuerte cada tanto, pero es que era demasiado difícil controlar lo que sentía al saber que estaba en el mismo lugar donde estaba su diablilla, o al menos eso pensaba.

Se creía destinado a un mismo punto. ¿Será que eso que dicen del destino es cierto? ¿Eso de que, si amas algo déjalo ir, y si vuelve es porque si es para ti? No lo creía al principio... pero verse allí, en la recepción del hotel cinco estrellas de la familia Go, lo hacía sentirse extraño. Pensó que la llamada del señor Go JungHyuk sería la más extraña, pero ahora corregía eso.

— ¿Usted de verdad quiere estar aquí? — YoonGi le preguntó a su lado. Él sabía toda su historia en Corea del Sur.

Ni siquiera recordaba que el pálido había venido con él, se exaltó al principio, pero es que ahora todo lo ponía nervioso.

— ¿La verdad? — lo miró— no lo sé YoonGi.

— ¿Y por qué no lo pensó mejor antes de pedir el primer vuelo hacia los Estados Unidos? — le sonrió ladino.

Exacto. De inmediato en cuanto recibió la llamada y habló con el mayor para confirmar su venida, decidió pagar hasta el triple por conseguir los boletos de avión. ¿Por qué? Es una pregunta que se la hace desde el primer momento.

Porque querías ver a la mujer que amas. Le dijo su conciencia.

— No sé, YoonGi. Fue... Un instinto, creo — se encogió de hombros y el pálido asintió frunciendo un poco sus labios.

— Bueno, si su instinto lo trajo hasta aquí debe de sentirse bien ¿No lo cree? — con sus manos detrás de su espalda lo miró, su sonrisilla maliciosa era la más auténtica que haya visto.

Sarcasmo. YoonGi le hablaba con sarcasmo.

— Sí, quizás sí. — respondió siguiéndole el juego.

Caminaron un poco por el pasillo mientras esperaban a ser atendidos.

Según la recepcionista, el señor Go JungHyuk se encontraba en una reunión con sus socios. Ya se imaginaba quienes eran.

Ambos observaron los hermosos cuadros antiguos que poseía aquél pasillo lujoso, y mientras sus pasos seguían el pasillo oyeron una pequeña vocesita venir a ellos, no fue sino hasta que JungKook sintió un choque en sus piernas que se dieron cuenta.

Un pequeño niño pelinegro chocó contra él, quizás venía corriendo y no se fijó en su camino. JungKook se agachó para ayudarlo de inmediato y revisar que no se hubiese hecho daño, levantó la mirada a sus ojitos y justo allí lo vio, quedándose hipnotizado.

Él tenía rasgos asiaticos, su cabellito negro y lacio caía como cascada por su rostro, sus ojitos azabaches llenos de inocencia brillaban con hermosos destellos, su boquita rosadita y abultada hacía un pequeño puchero, y sus mejillas poseían un color carmesí inigualable. Era un niño precioso.

JungKook lo puso de pie y su pequeña estatura le dio ternura, le calculaba como unos dos o quizás tres años.

— ¿Te hiciste daño, pequeño? — preguntó con su voz amable y se atrevió a acomodar su cabellito con los dedos dejando ver un poco mas su rostro gordito. El niño negó frenéticamente— ¿Cómo te llamas? — volvió a preguntar en el mismo tono mientras limpiaba sus pantaloncitos beige.

— Yu... Yu... Yeom — tartamudeó con su voz aguda de niño pequeño.

JungKook sintió su corazón agitarse con tanta ternura que poseía el pequeño al hablar. Era una máquina de ternura.

— ¿YuYeom? — preguntó extrañado mientras arreglaba su camisita azul marino, el pequeño asintió desconfiado. ¿Dónde había escuchado eso antes?

— Pedon... ¿Lo gopeé? — preguntó el pequeño interrumpiéndole los pensamientos, meciendose en sus talones mientras jugaba con sus manitos. Estaba siendo tímido y sólo lo hacía ver muy tierno.

JungKook rio un poco por la suposición del niño.

— No me lastimaste campeón, tranquilo. — murmuró suave y el pequeño lo miró para luego sonreír un poco—  ¿Dónde está tu mamá? — preguntó haciéndole raro que el  inmenso niño estuviese sólo por los pasillos del hotel.

Al escuchar esa pregunta, el pequeño apuntó con su dedito regordete a una amplía puerta, esa donde se estaba llevando a cabo la reunión. JungKook pensó en que quizás el pequeño era hijo de algún socio.

— YuGyeom... Dios niño no corras así — un suave reproche se oyó a su lado.

Y sorprendido por el nombre, miró hacia la voz femenina encontrándose con una chica joven, delgada, no tan alta y muy hermosa. Su cabello era castaño y sus ojos de color marrón claro.

— ¿Tú eres su madre? — JungKook preguntó extrañado por la edad que debería de tener ella.

— Se supone que lo soy por un momento — dijo cansada y el chico sonrió comprendiendo— Ven YuGyeom — y de nuevo el nombre, el nombre de su fallecido hermano.

Ella le extendió la mano y el pequeño caminó hasta tomarla, caminaron luego de despedirse y el niño se giró para agitar su mano cuando ya estaban lejos. JungKook con una pequeña risa le devolvió el saludo.

¡Que hermoso niño! Pensó nuevamente.

— Es un niño muy lindo — asintió YoonGi; un poco sorprendido aún con las características del pequeño, pero JungKook no lo miraba así que no se dio cuenta.

Igualmente YoonGi no creía necesario que comentar lo mucho que se parecía el pequeño a JungKook. Debía ser una coincidencia de esas en un millón ¿no?

— ¿Sí, verdad? — con su sonrisa amplia y tierna, JungKook arrugó la nariz.

De pronto el sonido de la puerta ser abierta los interrumpió, y los nervios volvieron al cuerpo del más alto. Las dos puertas se abrieron de par en par, dejando a la vista a varias personas en traje y una delgada figura femenina en un vestido azul marino. La reconoció de inmediato.

Pero ¿Por qué no pudo hablar? Simplemente sentía su cuerpo temblar de los nervios y a su corazón agitarse como loco. Ella seguía siendo la mujer más preciosa ante sus ojos, una mujer que cumplía los requisitos para enamorarlo, y la única que lo había logrado.

La fémina pasó al pasillo contrario sin fijarse a los lados, se le veía distraída en los documentos que llevaba en su mano, pero logró escuchar algo que llamó su total atención y la de él mismo.

— ¡Mami! — exclamó el pequeño de hace un rato, YuGyeom se llamaba. Él corrió hasta ella y esta lo alzó en sus brazos para llenarlo de besos en el rostro.

Y entonces su mundo se derrumbó. Todo de lo que él creía estar seguro pareció esfumarse en esos segundos que duró la mención del pequeño. Las risas del niño fueron música para sus oídos, se veía muy feliz. ¿Pero cómo es posible? EunJi era madre... y el niño era precioso. Logró recordar: él tenía los labios abultados como los de ella, y su mirada era tan parecida a la de EunJi. De pronto un apretón en su pecho se hizo presente: la mujer que tanto amó, y amaba todavía, era madre ahora.

¿No era entonces patrañas de Lalisa?

Otra pregunta se instaló en su mente: ¿Habrá una posibilidad de que ese niño... Sacudió su cabeza.

¿Pero qué estaba pensando? ¿EunJi estaba casada? En ese momento un chico alto se posó al lado de ella, usaba el cabello negro y de piel blanca, en un movimiento le vio el rostro, y claro que lo recordaba: era Choi MinHo. Otra punzada creció en su pecho pero no podía hablar. Y al verlos desaparecer juntos por el pasillo sintió como su mundo volvía a caer, sintió su alma quebrarse en mil pedazos, su rostro quizás era el más triste que hubieran visto pero poco le importaba.

Porque ahora que la veía de nuevo, así hubiese sido de lejos, comprobó lo que decía su corazón: Sí, la sigue amando tanto como hace tres años.

¿Quién fue el afortunado de tenerla como esposa? ¿Choi? No, aunque no lo supiera estaba seguro de que él no fue ese afortunado. No, ese muñequito de pastel no era el tipo de EunJi.

Pero... Ese niño. Ese niño tiene como tres años, pero él no la vio embarazada en ese tiempo... Entonces ¿Si había posibilidad de que ese niño fuese... suyo?

Un nudo se formó en su garganta sin poder decir nada, su boca se secó sin dejarle hacer otra cosa que no fuese relamer los labios, su rostro y cuerpo los sentía fríos, sus dedos congelados. Y entonces el toque en su hombro lo hizo despertar de su pensamiento.

— Joven ¿Qué le pasa? No se ve bien. Está muy pálido ¿En verdad se encuentra bien? — YoonGi lo miró algo preocupado.

— Eso creo. — logró pronunciar sin poder quitarse la imagen de EunJi y el niño de la mente.

— Ya puede entrar a la oficina. — YoonGi lo saca de nuevo de sus pensamientos.

— No, yo debo buscarla YoonGi... Tiene que explicarme muchas cosas. — intentó ir por donde EunJi se fue pero YoonGi lo detuvo del brazo— YoonGi ¿Qué no ves que necesito hablar con ella? — dijo desesperado y el pálido asintió.

— Ya sé lo que le pasa, pero créame que será mejor que se calme y no la busqué así como está... está muy alterado y debe calmarse. — aconsejó y JungKook sintió como el calor invadió su cuerpo pero todo este estaba frío— Hable con el señor Go, termine el contrato con él y luego puede buscarla... más tranquilo, más calmado. — advirtió y JungKook tomó una bocanada de aire mirando al mismo pasillo por donde ella se fue, volvió la mirada a YoonGi soltando la respiración.

No quería, él no quería dejarla ir en ese momento, pero el señor Go también puede responderle algunas preguntas, de todos modos él fue quien le llamó e invitó.

— Sí, claro... tienes razón. — asintió tragando el nudo formado en su garganta.

Caminaron contrariamente y llegaron al frente de una puerta, la joven secretaria la abrió y les dió el pase. Al estar dentro de aquella amplia oficina figuraron a un hombre mayor sentado detrás del escritorio, uno que hacía mucho tiempo no veía.

— Señor Go — JungKook pronunció e hizo una reverencia. YoonGi lo imitó quedándose a unos metros.

— Jeon JungKook. — pronunció de forma amable mientras una amplia sonrisa creció en su rostro.

Él se levantó y caminó hasta el chico, lo abrazó con fuerzas y este correspondió. Ambos estaban nerviosos pero JungHyuk sabía que era la hora.

— Es un gusto volver a verlo — palmeó su espalda y luego se separaron— él es mi chófer y guardaespaldas, Min YoonGi.

— Es un gusto — dijo el mayor, recibiendo un asentimiento suave de parte del pelinegro.

— ¿Y bien? Ya me tiene aquí — extendió los brazos sin poder decir algo más. Al parecer las palabras se borraron de su cerebro.

No podía creer lo que todavía hacía su diablita con él. Lo tenía en las nubes.

— Eso es excelente ¿Te parece si firmamos el contrato y luego hablamos?

— Estoy de acuerdo, tengo muchas preguntas — asintió. Procediendo a firmar los documentos que los unía en una sociedad.

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