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06| Recuérdame como te recuerdo

Para mejor inmersión en el capítulo les recomiendo escuchar:
【Strawberries & Cigarettes】


『—♣︎—』


Las Vegas NV, U.S.A.

EunJi miraba fijamente los últimos mensajes que había recibido de Sook, casi hiperventilaba con lo que le estaba contando.

— No puede ser... — susurró para sí misma.


«—Jimin y yo pensamos que no tiene idea de que tuviste un hijo de él. Jimin lo trajo muy borracho y hablaba cosas de tí, buenas claro. Pero me quedé de piedra con lo que me dijo mi esposo ahora.»


«—Habla no me dejes con la intriga.»

«— Amiga, Jimin le dijo que habías ido a buscarlo en Busan. Créeme cuando te digo que estaba tan confundido cuando los tres tocamos el tema antes de que partiera nuevamente.»


«—¿Confundido cómo?»

«—Ay amiga, por el rostro que traía estamos seguros de que él no tiene ni idea de que YuGyeom existe... Déjame decirte que esta vez la que se equivocó en sus acciones fuiste tú.»


Mentiría si dijera que eso lo tomó con calma. No podía, de inmediato las lágrimas salieron como cascadas saladas. Si JungKook no sabía la que cometió el error fue ella.


«—¿Por qué me dices eso?»


Con sus lágrimas acumuladas por el reciente comentario respondió algo directa y seca. Pero su mensaje no fue respondido porque una llamada entrante de Sook le dió a entender que era largo el tema.

Mierda EunJi, estoy tan molesta... Sé que no debo juzgarte, pero Dios... se trata de YuGyeom... — hizo una pequeña pausa— debiste hablar con él personalmente, debiste esperar a que él volviera... — resopló— Allí él no es el culpable, sino tú por haberte dejado llevar por las heridas que causó su partida... EunJi un hijo es algo serio, no debiste decírselo a través de una carta que tú sabías que no tenía garantía.

Sabía que Sook tenía toda la razón, no pensó en el momento por dejarse llevar por las heridas y la ira causada por el abandono del hombre que amaba y que ahora estaba unido a ella mediante un vínculo tan fuerte, uno que tenía por nombre YuGyeom.

— Tienes razón... — contestó en un suspiro ahogado. Su voz entrecortada le prohibía hablar tranquilamente.

EunJi perdón por gritar, pero... Es que me da cólera por el pequeño YuGyeom que... Cómo me dijiste pregunta por su padre y toda esta confusión entre ustedes, es algo... Que causa impotencia.

— Te entiendo — susurró.

Imagina nuestra posición ¿Sabes que Jimin esa misma noche se puso a llorar?  — EunJi frunció el ceño— le causa molestia que no pueda decirle nada a su amigo... Es como su hermano EunJi, y para él es como si lo estuviese traicionando.

— Aún no tenemos garantía de que no estuviera mintiendo... — respondió limpiando sus lágrimas.

— ¿En verdad vas a insistir? Tú que dices que conocías a JungKook ¿Crees que él sería capaz de abandonarte estando embarazada? ¿De verdad lo piensas EunJi?

La rubia suspiró sin saber qué hacer ahora.

— No sé, estoy confundida y tengo derecho de estarlo. — contestó suave.

La única solución es que hablen personalmente, cara a cara, EunJi... esta vez, hagan las cosas bien. — recalcó y EunJi sorbió su nariz, asintiendo aunque ella no la veía— ¿Sabes que JaeHyun estuvo a punto de decirle que tenías un hijo?

EunJi abrió los ojos en grande.

— ¿Qué? — exclamó totalmente confundida.

JungKook estaba constantemente preguntando por tí. JaeHyun en la mañana de ayer lo vio dormido en la habitación de huéspedes... JungKook le preguntó muchas cosas de él y en un punto llegaron al tema 'mi primo YuYeom' — EunJi sonrió recordando que así le dice JaeHyun a YuGyeom.— JungKook le preguntó por esa persona nueva y en el momento que iba a decirle quién era su mamá yo lo llamé.

— ¿Osea que lo estabas escuchando todo? — Sook hizo un sonido de afirmación.— Gracias amiga...

No me agradezcas eso... créeme que si fuera por mí lo dejo decirle, pero no es nuestro deber, ese es el tuyo... Sólo espero amiga que tomes mi consejo. Contacta a JungKook y citalo para hablar.

— Lo pensaré. — contestó simple.

Se recostó en su cama y cerró los ojos. ¿Cómo es posible que esté pasando todo esto? Pero... ¿Entonces si había posibilidad de que JungKook no lo supiera? ¿No la abandonó? Si era así no tenía porqué seguirle mintiendo a su hijo.

Y luego de un buen rato pensando una sonrisa floreció en su rostro.

『—♣︎—』


『•••』

Tres años antes

Seúl, Corea Del Sur.

— Te prometo hacer todo lo posible por mantener tu legado — habló en un susurro mientras veía la tumba recién sellada de su padre. Todos ya se veían a lo lejos regresando a sus casas, mientras una pálida chica lo miraba desde un árbol a lo lejos.— Prometo hacer todo lo posible por saber quién te hizo esto — continuó acallando un sollozo.— Te lo prometo, papá.

Levantó su vista y con sus ojos arropados en lágrimas reprimidas miró a la delgada que lo observaba con compasión. La miró mostrando su dolor, su angustia y su pesar... Pero él simplemente se giró para caminar a su auto, en donde un hombre pálido y pelinegro lo esperaba. Era un chico, no muy alto, delgado y con porte muy serio.

— Jóven JungKook. — pronunció aquél chico misterioso— mi nombre es Min YoonGi, fui el chófer y guardaespaldas de su padre. Lamento mucho lo que pasó, mi más sentido pésame. — hizo una reverencia que JungKook imitó.

— Gracias... — murmuró algo roto.

Durante unos segundos en silencio, el más alto metió las manos en los bolsillos del abrigo negro que lo arropaba en esa mañana fría. Su madre y hermano —Que se supone eran su familia y la de su padre— no habían ido a la sepultura, y ese chico, siendo sólo su chofer y guardaespaldas se había tomado el tiempo de comprar un boleto e ir a otra ciudad sólo para asistir al funeral y a la sepultura de su jefe.

Hay que ver que... En los que menos piensas, son los que en realidad te agradecen.

Volvió a hablar con una pregunta:

— ¿Dices que eras chófer de mi padre? — preguntó rígido y con un tono duro. YoonGi asintió— Bien. Supongo que ahora estás sin empleo — YoonGi volvió a asentir algo incómodo. JungKook sacó unas llaves del bolsillo y se las lanzó al chico que las atrapó.— Vamos, llévame a un lugar. — ordenó y YoonGi frunció el ceño— Serás mi chófer y guardaespaldas ahora, le cumpliré a mí padre. Y tú me ayudarás — murmuró decidido.

— Claro, jóven. — hizo una reverencia— muchas gracias.

— No agradezcas. — dijo subiendo a la parte trasera del auto.

— ¿Y a dónde quiere ir? — preguntó estando ya al volante.

El menor miró fijamente a la peliplateada por la ventanilla, suspiró y antes de ponerse a llorar decidió contestar.

— Tu... Sólo conduce mientras lo decido. — respondió dubitativo y YoonGi asintió encendiendo el motor.

— Como diga.

Cuando el auto emprendió la marcha dejó de mirarla. Ella no se separó de su lado en ningún momento, pero para hacer lo que iba a hacer debía alejarse de ella. Lo va a odiar, eso seguro. Pero primero le cumpliría a su padre y regresaría por ella, eso había decidido. Sólo espera que cuando eso pase, aún haya una oportunidad.

Debía sanar... Debía hacerlo por él y por ella.

『•••』

Tiempo después


Busan, Corea Del Sur.


La oscuridad de la oficina era derrotada por la preciosa luz de la luna, una luz tan potente, una luz plateada que adornaba los objetos de fino material que yacían en una posición específica en cada rincón.

Su padre era muy perfeccionista en cuánto a los detalles a su alrededor. Todo era tan preciso, tan bien hecho.

Sintió un nudo en su garganta cuando el sentimiento volvió a abarcar su cuerpo, uno lleno de melancolía y de tristeza.

Recordar todo lo anterior era traer ese mismo sentimiento a cada rato, y no se iba a menos que tuviera litros de alcohol en su sangre o se haya fumado una caja entera de cigarrillos.

Sí, recordar era duro... Pero lo era aún más cuando el recuerdo era el de ella.

No podía evitar pensar en ella con cualquier cosa a su alrededor, la veía en todos lados. Y es que vivió tantos momentos con ella en poco tiempo que era imposible no recordarla con cualquier cosa que veía.

Miró el gabinete frente a él, de color blanco con decoraciones plateadas que con la luna brillaban aún más. Haciéndolo recordar al instante esa sonrisa brillante en ese rostro blanquecino bajo su cuerpo, con su cabello plateado y despeinado... Ella le sonreía, sudada y con un leve carmesí en las mejillas... Cerró sus ojos y tiró hacia atrás su cabeza, recordando cómo se sentía sus manos delicadas en su espalda, cómo se sentían sus cuerpos pegados, sus frentes juntas estando sudadas, y el calor que ambos desprendían mientras estaban unidos sobre la cama desordenada. Le daba un escalofrío en su espina dorsal.

El color rojo... la lencería que ella usó el día de su cumpleaños. Recordó lo duro y excitante del momento, el cómo salvajemente le rompió las hermosas prendas.

El olor a fresas... Esos cigarrillos con ese típico sabor que lo dejaban hechizado.

Perfume Chanel... Ese perfume característico en ella, acompañado con esos labios rojos.

Joder.

Abrió sus ojos y se enderezó acomodando su cabeza, se despegó del escritorio en donde estaba recostado y miró nuevamente la ventana, desvió la mirada a un lado y divisó la botella en la encimera. Se tentó por un momento en ir a tomarla y servirse un buen trago, pero la voz de un tercero resonó en la oficina.

— Señor — llamó y el pelinegro la miró para volver a su contemplación.— ya se terminó mi hora.

— De acuerdo. Puedes retirarte SooHyun — dió el permiso pero no oyó los pasos. Giró su cabeza a ella que aún estaba parada, y allí mismo ella se giró saliendo de allí.

Tomó un cigarrillo con un borde rosa del escritorio y se lo llevó a la boca para luego encenderlo mientras una canción muy significativa resonaba a lo lejos en su pequeño altavoz.

«Porque encerraste las llaves en tu auto. Así que te sentaste y miraste mis labios, y ya podía sentir tu beso.»

La voz de Troye Sivan cantaba con un gran significado.

Y con el dulce sabor de nuevo la volvió a recordar...

«Largas noches, ensueños, anillos de azúcar y humo. He sido un tonto. Pero las fresas y los cigarrillos siempre saben cómo tú.»

Nada más esa parte de la canción era tan emotiva para él, porque describía todo lo que ha sentido este tiempo.

Ella...

Ellos dos sonriéndose como unos tontos mientras no la dejaba escapar de debajo de él sobre la cama. Ella golpeando inútilmente su pecho mientras reía a carcajadas por alguna cosa dicha por él.

Ella molesta... Joder, ella molesta era la perdición, y mucho más si traía la ropa que usaba en la oficina. Dio una calada a su cigarrillo.

«Faros. En mí. Corriendo a 60. He sido un tonto. Pero las fresas y los cigarrillos siempre saben a...»

Ella...

Cuando manejaba y le sonreía de lado, mostrándole ese egocentrismo que la caracterizaba, sólo hasta que él logró darle en su punto y tenerla enamorada de él, así como él lo estaba de ella.

«Jeans negros, encendedores y dulces. He sido un tonto. Pero las fresas y los cigarrillos siempre saben como tu.»

Recordó las veces en que fumaron en el balcón de su casa mientras comían algunas frutas y dulces.

— Te amo y me dueles tanto, Go EunJi. — susurró ahogado en un pequeño sollozo que reprimió al instante.

— Hora de irnos, jóven — la voz profunda de YoonGi resonó detrás de él interrumpiendo el próximo lamento.

— Claro. Vamos — recogiendo su abrigo del perchero y triturando su dolor en el cenicero, lo siguió.

Tres años después y el recuerdo seguía latente en su memoria y corazón como si fuera la primera semana sin ella a su lado. Un recuerdo amargo y triste que lo perseguía todos los días en su rutina diaria. Aunque, sólo es una parte de su amargura.

«E incluso si me escapo y le doy a mi corazón unas vacaciones, aún las fresas y los cigarrillos siempre saben como tú.»

«Siempre me dejas queriendo más. No me puedo quitar mi hambre de...»

«Las fresas y los cigarrillos siempre saben como tú. Sí, siempre saben como tú.»

『•••』

Tiempo después

↪Presente↩

— Vete — dijo con su tono serio el pelinegro detrás del escritorio.

— Ayer no quiso nada de almorzar y... Hoy tampoco quiere salir de la oficina. ¿Se siente bien? — preguntó SooHyun frente al escritorio.

— No se me antoja nada, SooHyun... Simplemente sal de mí oficina que quiero estar solo. — le indicó con una seña con sus dedos.

— Le traeré algo así no quiera. — se giró y salió de la oficina.

JungKook no quiso reprochar por el simple motivo de no querer seguir la conversación. Se levantó y caminó hasta el gran ventanal, tomó un cigarrillo y lo encendió para sentir el sabor de la esencia de fresa. Pero cuando escuchó el sonido de la puerta volvió a hablar.

— Quiero estar solo, SooHyun — se giró pero allí vio a una pelinegra de flequillo.

— No soy SooHyun, JungKook... A de ser una de tu lista — comentó entre risas y el chico bufó.

— No eres SooHyun, pero eres Lalisa y menos te quiero ver aquí. — le contestó frío y ella sonrió para rodar los ojos.

— Sólo vine a saludar a mi socio — comentó con una sonrisa tan falsa como ella misma.

— Ahora que estás aquí ¿Por qué hiciste todo eso? ¿Por qué comprar acciones en mi empresa? — se cruzó de brazos aún con el cigarrillo entre sus dedos y sonrió ladino.

— Mi papá conocía al tuyo, ambos pertenecían a este mundo gastronómico... así que supe que habían acciones en venta y decidí comprarlas. — contó con gestos de sus manos.

JungKook soltó una risita para dar una calada al cigarrillo.

— ¿De qué te ríes? — alzó una ceja.

— Que no te creo nada, pero tú sigue que está entretenido. — dijo entre risas.

— Siempre has sido un fastidio, Jk — siseó mientras se acercaba a él.

— Opino lo mismo de tí, así que estamos a mano — se encogió de hombros y ella le sonrió ladina cuando estuvo frente a él, muy cerca.

— Pero no puedo negar que como empresario eres tan... Sexy — susurró y se acercó a sus labios. Él echó su cabeza atrás.

— ¿Si sabes que no me interesas para nada? — preguntó falsamente confundido. Ella soltó un bufido.

— Eso dices ahora, pero cuando estamos en una cama dices lo contrario — le guiñó un ojo y JungKook soltó una risita.

— Eso fue hace más de tres años Lalisa, y fue algo tan indiferente, sin importancia para mí... Sólo me ha interesado una persona, y tú sabes quién es. — dijo acercándose a ella para provocarla. Cuando estuvo a centímetros de sus labios caminó a su lado y fue a la puerta dejándola fastidiada y molesta.

— Una que se olvidó de tí, JungKook... Ella ya hizo su vida. — el chico frunció el ceño.— ¿No sabías? Upss~ — tapó su boca con sus dedos y él la miró molesto. Pero se hizo el que no sabía para que ella sí hablara.

— Mm~ que bueno. Ella merece ser feliz así no sea conmigo — le dijo con una sonrisa mientras simulaba estar tranquilo para no dejar ver la tristeza que en su pecho comenzaba a habitar.

— Al parecer se ha casado — comenzó caminando hacia él con paso lento y seductor. Quería provocar su rabia pero no la dejaría hacerlo— digo porque... Tiene una vida hecha en Las Vegas. — JungKook se quedó viéndola fijo, ocultando su felicidad y asombro por la nueva información que la muy estúpida le había dado.

— Ya lo sé... Ahora ¿Te puedes ir? Quiero estar solo — le abrió la puerta y cuando ella llegó a él se acercó a su rostro, y como pensó JungKook se alejó, así que sonrió dándole un beso al aire para luego guiñarle su ojo.

Se fue de allí dejándolo nuevamente sólo en aquella amplia oficina que era ocupada por el presidente de la empresa.

Resopló cansado de sus mierdas, porque eso es lo que Lalisa siempre traía: mierdas. Más desgracias para su vida.

Regresó al escritorio y apagó el cigarrillo en el cenicero con una rabia consumiendo su piel y alma.

— Señor, aquí traje su almuerzo...

— ¡Mierda, SooHyun! toca la maldita puerta. — espetó con molestia mientras estaba de espaldas.

Había llegado en mal momento y fue ella quien recibió la furia de él. En un principio no debió cometer aquella cagada con SooHyun días atrás, desde ese momento ella se ha vuelto más atenta... cosa que él no quería de ella. Solo fue un maldito error.

— Disculpe señor, no lo hice porque sé que no querría comer nada, señor. — JungKook se giró y la vio cabizbaja y parada frente a él. Pero no le importaba.

— Aprende que no me gusta que entres sin tocar, nadie puede hacerlo porque me frustra — siseó y ella asintió.

— Sí señor. — tan sumisa como siempre. JungKook sólo le hizo una seña y ella se fue, dejando sobre el escritorio una bolsa con comida.

El pelinegro estuvo a punto de sentirse mal, pero ese pensamiento se detuvo cuando su teléfono sonó con una llamada entrante. Caminó al escritorio y lo tomó para llevárselo a la oreja, escuchando una voz que no creyó oír en estos momentos.

Y sintió que la vida por fin le estaba sonriendo.

『—♣︎—』

Al día siguiente

Las Vegas NV, U.S.A.

Y no pudo hacerlo.

Luego de hablar con Sook esta le envió el nuevo número de teléfono de JungKook. Pero siendo sincera no pudo apretar el botón de llamar. Tuvo miedo... se acobardó... ¿Qué le iba a decir? ¿Tenemos un hijo que pregunta por ti?

No... ¿Cómo puede empezar una conversación sobre YuGyeom sin que la odie?

Estuvo sumida en sus pensamientos por un largo rato, pensando en si llamarlo o no, pensando en el horario diferente, en América era de día; sin embargo en Corea del Sur ya sería de noche. No quiso ser inoportuna, pero las ansias también la consumían.

Apretó suavemente el teléfono en su mano, resopló frustrada recordando que toda la noche estuvo pensando en él, en JungKook y en el pequeño que los unía, imaginando las miles escenas familiares que pudieran tener con su hijo.

YuGyeom lo merecía.

— EunJi, he recibido una llamada de una importante empresa gastronómica de Corea Del Sur, y están interesados en asociarse con nosotros para cubrir el puesto de Food&Soul. — su abuelo le habló con emoción y EunJi parpadeó reaccionando de sus pensamientos.

— Ah~ sí. — contestó en medio de un suspiro desinteresado.

— ¿Qué pasa, EunJi? — preguntó con suavidad. La rubia negó para no preocuparlo.

— No pasa nada, abuelo... Me duele un poco la cabeza, es todo — negó sin darle importancia y se levantó.— luego me cuentas qué tal es la empresa. Quiero irme temprano hoy, extraño a mi hijo.

Su abuelo asintió conforme con la decisión de su nieta. Cuando EunJi salió por la puerta de la oficina este la siguió con la mirada, sonrió feliz y suspiró un poco más tranquilo.

『—♣︎—』

Días después

Busan, Corea Del Sur.


Nuevamente la oficina estaba a oscuras, él estaba hipnotizado por la belleza de la luz de la luna, se relamió los labios recordando todo lo vivido esa semana.

Hoy en la noche se sentía tan confundido y a la vez ansioso, parecía sentir algo nuevo. Y lo era, sentirse ansioso por algo era nuevo en él luego de tres años. Era ese mismo sentimiento que abarcaba su cuerpo cuando estaba cerca de su diablilla.

¿Y por qué hoy sentía eso? Pues hace unos días recibió una llamada muy 'importante' de alguien en el extranjero, en Las Vegas para ser exactos. Reconoció la voz, se trataba de nada más ni nada menos que el señor Go JungHyuk. Había abierto su Hotel Casino en Las Vegas y necesitaban la asociación de una empresa gastronómica para los servicios de su hotel.

JungKook se pegó mil veces cuando escuchó eso, pues estuvo muchas horas pensando en qué lugar vivía EunJi actualmente, pero no recordó ese proyecto que fue causa de muchos de sus celos. Sólo cuando Lalisa lo mencionó es que pudo reconocer su idiotez.

Sonó la puerta y cerró los ojos fuertemente sabiendo de quién se trataba. Irónicamente hoy sí tocaba la puerta.

— Adelante. — dijo seco y sin la más mínima amabilidad.

— Señor, ya me voy... — dijo con voz baja y el pelinegro le respondió con un sonido afirmativo.— Señor ¿Me permite un consejo? — él no se inmutó pero la chica siguió— No esté tanto en la oficina, salga y diviértase un poco — escuchó los pasos de ella ir hacia él.— Es un hombre muy guapo, y seguro las chicas estarán detrás de usted.

Abrió los ojos sorprendido y extrañado.

¿Pero qué clase de consejo era ese?

La sintió a su lado y no despegó la mirada de la luna en ningún momento.

— Sólo quiero ayudarle — dijo bajo y JungKook se giró para encararla.

Estando cerca aprovechó el momento y le tomó el rostro para besarlo, él se dejó besar por sólo unos segundos y luego la alejó tomando sus hombros. No era lo mismo. No sentía nada cuando otra mujer lo besaba. Necesitaba sólo de una mujer.

— SooHyun, no. Ya basta de esto — dijo en un murmullo. No de nuevo.

— Intento hacer que se despeje de los problemas en la empresa y fuera de esta — se quejó— al principio usted fue muy amable, pero se ha vuelto un gruñón.

JungKook sonrió con sorna.

— Ya te puedes ir. — le concedió el permiso al primer comentario que le hizo y ella se alejó un poco.

Ya SooHyun no sabía qué más hacer con su guapo jefe.

— Bien. Hasta mañana, señor. — enfatizó la última palabra e hizo una reverencia pero JungKook no se inmutó.

Salió de allí con rapidez por la vergüenza que ya la azotaba. Esta no era la primera vez que se le insinuaba y le estaba siendo muy incómodo.

El pelinegro tomó un cigarrillo del escritorio y se lo llevó a la boca para luego encenderlo recordando las cagadas que había cometido.

Estando muy ebrio a altas horas en la noche en la oficina, se dejó llevar por un acercamiento de SooHyun; su secretaria... Pero eso no salió como se lo esperaba. En el inconsciente momento de acorralarla al escritorio, algo lo detuvo en el acto.

No sucedió nada abajo.

Además de recriminarse quiso cortarse las bolas por haber hecho tal cosa que, estando sobrio sabía que no haría. Luego de eso habló con ella y le aclaró, le recalcó que no pasaría nada entre ellos. Todo bien hasta que empezó a ser más atenta y hasta hoy que se atrevió nuevamente a besarlo.

Bufó cansado de las mismas mierdas de la oficina, así que en cuanto terminó su cigarrillo salió de allí luego de colocarse su saco negro.

— Joven. — YoonGi hizo una reverencia y le abrió la puerta del auto.

— Gracias, YoonGi. — le dijo cuando ambos estaban en el auto.

— ¿A su casa? — preguntó encendiendo el auto.

— Ujum~ — asintió y YoonGi frunció el ceño mientras comenzaba a manejar.

— ¿Le pasa algo? — preguntó mirándolo fugazmente a través del retrovisor.

— SooHyun de nuevo — pronunció en un suspiro liberador. YoonGi soltó una risita.— Se me volvió a insinuar e incluso me besó... si sigue así la despediré. Puede que sea buena en su trabajo, pero no permitiré malentendidos con el personal.

— ¿Y no se le antoja una de esas aventuras en la oficina? — preguntó en tono de broma y JungKook lo miró mal.

— No me interesa. — negó y se mordió el interior de la mejilla.— YoonGi mañana temprano me llevas al doctor del que te hablé en estos dias. — le comentó y el pálido asintió.— necesito saber porqué me pasa esto.

— Descuide, ese doctor es muy bueno.

— Eso espero. — y con ese comentario ambos se sumergieron en un silencio que duró todo el trayecto a su casa.

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