Capítulo 2.
Su estómago estaba tan revuelto que sentía que pronto regresaría lo poco que había consumido esta mañana. ¿Debería simplemente no asistir? Desaparecer, prepararse mentalmente, y hablar con su padre a solas sobre su decisión, esperando a que la furia de Kim Kibum estallara como una bomba sobre él.
Esa era una opción, pero era demasiado peligrosa; Kibum era el único hombre al que Taehyung no enfrentaba. Y nuevamente, se recordó a sí mismo que no podria poner un pie en Kkangpae sin sentirse avergonzado.
Papá le dijo que, cuando todos le conocieran, debería tener seguridad en sí mismo. Era un chico sagaz, por lo cual no sería un problema adaptarse. Y su padre confiaba ciegamente en que su hijo se comportaría, con orgullo, como el poseedor de la mafia más poderosa de Corea del Sur; que mantendría el negocio en lo más alto, y encontraría, en el proceso, una mujer con quien concebir el próximo heredero de una futura generación.
Taehyung realmente no quería decepcionarlo, pero el terror se había apoderado de él, y no había quien le hiciera cambiar de idea.
—¿Todo bien?—Seojoon ocupó el puesto vacío a su lado. Había finalizado las clases del día, y por lo tanto, su padre aparecería en cualquier momento a recogerlo.
—Claro.—Contestó desganado, y Seojoon lo notó, porque Taehyung pocas veces se mostraba decaído y silencioso.
—Hay algo mal contigo.—Golpeó levemente la frente del contrario con su dedo índice.—¿Puedo saber de qué se trata?
—No.—Taehyung extendió una sonrisa en su rostro, observando el ceño fruncido de su amigo. Se levantó, halando del brazo de Seojoon hacia arriba para que le siguiera.—No es nada, vámonos de aquí.
Se sintió mal por no poder contarle a su amigo lo mal que la estaba pasando. Deseaba poder decirle que no quería ver a papá hoy, porque sería llevado frente una decena de hombres y mujeres experimentados, que le juzgarían al ser nombrado jefe, para que Seojoon le consolara, y sugiriera una lugar lejano al cual huir por el día de hoy, incluso si después ambos terminaban recibiendo un sermón.
Pero aquello era imposible, porque había prometido no decir una palabra a alguien más sobre Kkangpae; porque involucrar a su amigo podría ser sumamente peligroso para él, y porque lo repudiaría en cuanto supiera que Taehyung era un criminal de la mafia de la cual muchos habían alguna vez habían oído barbaridades. Esperaba no tener que romper contacto con Seojoon, era la amistad más real y duradera que había tenido hasta el momento.
—Seojoon.—Habló Taehyung para parar el caminar del mayor, y hacerle callar, porque no había dejado de describir la empresa de entretenimiento a la que tanto quería asistir, y a las dificultades a las que tendría que enfrentarse cuando finalmente lo consiguiera.—Tengo que irme, papá está aquí.—Lo señalo con la cabeza, y, efectivamente, el coche gris estaba estacionado a no más de una cuadra de ellos.—¿Quieres saludar?—Sugirió, con una sonria traviesa, a lo que Seojoon correspondió con un escalofrío fingido.
—Ese hombre me da miedo.—Taehyung rió entre dientes, antes de llevar sus dedos índice y medio extendidos hacia su frente haciendo un gesto de despedida, y correr hacia el automovil. Si tan solo supiera la verdad, estaría verdaderamente aterrado.
—¡Hola!—Taehyung entró con entusiasmo, sin demostrar la tensión en sus músculos por tener de frente a su padre, ante la oportunidad perfecta para expresar sus sentimientos. El coche había comenzado a andar, y la platica que su padre quiso iniciar, fue suficiente para que los nervios le atacaran. Pasó su lengua por sus labios, y disimuló con una leve sonrisa.—¿Puedo ir a casa por hoy? No me siento muy bien.—Mintió, causando que su padre le mirara por breves segundos, analizando su estado.
—Yo te veo bastante bien.—Dijo, devolviendo su vista al camino.—Hoy es un día importante.—Recordó, y Taehyung no pudo hacer más que asentir y reír con nerviosismo.
Estaba debatiéndose en decir, o no decir. Renunciar, o seguir. Pero mientras más lo pensaba, menos seguro se sentía, y cada vez se sentía más lejos de encontrar una solución.
Tanto meditó para forzar a sus cuerdas vocales a ser valientes y decir en voz alta la verdad, que el tiempó voló, y no se percató de que el auto ya había aparcado, y su padre lo observaba con su mirada escrutadora. Solo hasta que Kibum habló, Taehyung pudo volver en sí, y darse cuenta del lugar donde se hallaban.
—¿Listo?—Recibió una sonrisa reconfortante de su padre, y una caricia en su nuca.
Kibum bajó del auto sin obtener una respuesta, y Taehyung no tuvo más remedio que seguirlo, encontrándose a sí mismo en la misma enorme casa que su padre habitaba, y que, además, usaba para reuniones como aquella. De todos modos, tenía una habitación lo suficientemente extensa para ser ocupada por todos los hombres y mujeres que trabajaban para Kim.
Recorrió todo el camino, apretando sus nudillos y observando a su al rededor por temor a que alguien lo atrapara y adivinara sus pensamientos. Pero no se topó más que con una críadas que hicieron una reverencia sin verle a los ojos, acción que, usualmente, hubiese odiado, pero que ahora, agradecía. No quería ser visto por nadie.
—Taehyung.—Una voz animada le llamó, giró su cabeza por inercia, y vio al par de hermanos a los que llamaba primos. No los veia a menudo, por lo que le sorprendió encontrarse con ambos allí.
Sonrió de medio lado, pero no tuvo tiempo de contestar, puesto que ya se habían abierto las puertas de madera ante ellos, la entrada hacia la habitación donde se encontraban los superiores reunidos en espera del jefe, que, según todos tenían informado, tenía un importante anuncio que dar.
Y para muchos fue sorpresa cuando, Kim Kibum, entró al cuarto acompañado de un joven de facciones similares a las suyas, pero reflejando en ellas que a penas estaba en la adolescencia, o saliendo de ella. Taehyung hizo un esfuerzo inhumano por mantener su torso firme, su expresión neutral, aunque su interior estuviera inquieto, y su estómago nuevamente experimentara estragos por los nervios casi incontenibles. Kim Kibum se posicionó en su puesto, a la vista del resto de los presentes, que juzgaban al joven a su lado con la mirada.
—Bienvenido.—Se atrevió uno a hablar. Alguien que no parecía sobrepasar a Taehyung por muchos años, pero aún así, se notaba con la completa confianza para sonreír, a hacer una mínima reverencia hacia el señor Kim, y el que, todos suponían, se trataba de su hijo.
—Espero no haberlos hecho esperar.—Dijo su padre, y el ambiente, de pronto, pareció destensarse, pues todos le dedicaron sonrisas y asentimientos amistosos.—Ya les había hablado antes de mi hijo...
—¡Oh cielos!—Exclamó una mujer de tez pálida y cabellos rojos, dando un brinco en su lugar con las cejas elevadas.—No sabía que su hijo era tan guapo.
Kibum la miró, reprendiéndola.—No me interrumpas, o estás fuera.—Advirtió, porque por muy amigable y solidario que a veces se mostrara, no toleraba que sobrepasaran sus límites. Era un buen jefe (El mejor, tras muchas generaciones), pero imponía el respeto hacia su persona y hacia su mafia. Si alguien cometía un error, no iba a condenarlo por el resto de su vida, tampoco mataba sin un motivo razonable, y no daba un paso adelante sin estar cien por ciento seguro de lo que estaba haciendo, pero sí, como cualquier otro jefe de la mafia, castigaba a quién lo tuviera merecido. Por ello, ningún empleado se atrevía a desafiarlo, y el resto, aunque tuvieran permitido hablar con confianza delante del jefe, se veían obligados a seguir las normas que él dictara.—Él es Kim Taehyung.—Posó una mano sobre el hombro del peliazul para atraerlo hacia él.—Mi hijo, quien ocupara mi puesto en un par de años.
Taehyung no solía sentirse de esa manera. Comúnmente sabía como actuar ante el público, le sobraba la confianza y el ego, pero, por primera vez, se sintió intimidado por la decena de pares de ojos que estaban sobre él, esperando por su reacción. Incluyendo a su padre, quien había sonreído con aquella singular sonrisa cuadrada característica de un Kim, que incontables veces fueron el incentivo de Taehyung para ser mejor, y convertirse en el orgullo de su padre, pero esta vez, le traía un escalofrío del solo imaginar a su padre, borrando su sonrisa para ser intercambiada por una mueca de decepción y disgusto ante lo torpe que Taehyung sería al dar su primera orden. Por lo patético que luciría cuando no fuese capaz de mantener todo en orden y el imperio que los Kim construyeron con arduo trabajo se viniera a abajo por su culpa.
Tan pronto como tales pensamientos cruzaron su mente, el malestar empeoró, y en cuestión de segundos, sintió el ácido quemar su garganta, obligándolo a abrir su boca y expulsarlo por las náuseas.
Vomitó sobre el suelo, salpicando sobre el hombre que le había dado la bienvenida, haciendo que todos en la sala soltaran un respingo. Taehyung botó hasta lo último, presionando las manos sobre su abdomen, y sintiendo su rostro arder. Cuando terminó, no tuvo el valor para levantar su cabeza y hacer frente a la situación. Se instauró un silencio mortal, todos espectantes y preocupados por el estado del menor, y por la reacción que tendría el jefe Kim. Todos habrían imaginado que Taehyung recibiría una buena reprimenda por su falta de conciencia; por la falta de respeto tan inmensa que tuvo hacia la mafia, hacia su padre. Eso sentía Taehyung desde su lugar, y de solo pensar en la expresión de Kibum, nubló su vista, y casi cae sobre el suelo, de no ser por el agarre que su padre implantó sobre su brazo, dando un fuerte jalón para reincorporarlo. Taehyung se irguió, pero no pudo levantar la cabeza. Miraba al suelo completamente avergonzado. El hombre frente a él se había levantado, porque claro, además de que parte del vomito del joven Kim había caído sobre su pulcro traje, cualquiera se alejaría del apestoso olor que ahora se extendía por el lugar, provocando estragos sobre varios de los presentes.
—Lamento esto.—Su padre, sorprendentemente, hizo una inclinación hacia el grupo, para luego, dar unas palmadas sobre el peliazul, y mirarle comprensivo.—Taehyung me dijo que se sentía mal antes de venir, debí haberlo escuchado.
Después de dar una disculpa sincera, especialmente al que había ensuciado, quien tuvo permitido buscar un cambio de ropa, Taehyung fue retirado de la habitación. Kibum sugirió tener una revisión del doctor exclusivo de la familia, pero Taehyung se negó completamente, alegando que solo habrá sido por indigestión, y que él sabría solucionarlo por sus propios medios. También, decidieron cambiar la habitación para hablar cómodamente, mientras el desafortunado personal de limpieza se encargaba de borrar el desastre.
Salió de la sala, enrojecido hasta las orejas, caminando directamente al baño que se hallaba una puertas más allá, donde pudo lavar su rostro, enjuagar su boca, y tomar un respiro, dándose un vistazo en el espejo.
La primera impresión que tuvo el hijo de Kim Kibum frente los líderes de Kkangpae, fue esa. Estaba furioso consigo mismo de ver como sus emociones lo dominaban. Era su jodido cuerpo, y era él quien tenía el control. Pero esta vez, todo se salió de sus manos, y si bien no declinó el puesto de jefe frente a todos, si tuvo un ataque de nervios. Y alguien debe haberlo notado; dudaba que todos se hubiesen tragado el cuento de haber estado enfermo.
—¿Todo bien?—Preguntó un sujeto, al cual desconocía, pero pudo deducir que era uno de los que presenció el espectáculo de minutos atrás. El hombre portaba una sonrisa burlona mientras miraba al peliazul de soslayo, lavando sus manos bajo el grifo.
Taehyung se limitó a hacer un sonido de afirmación, con el rostro completamente serio, sin dirigirle si quiera la mirada al hombre, por lo que este, en busca de capturar su atención, dio un leve empujón en su hombro, sin borrar la frívola sonrisa que acentuaba las arrugas en sus ojos. Taehyung detestó encontrarse con esa mirada. Por más que no quisiera ser llamado jefe, tampoco quería dejarse tratar como un cualquiera. Y por más que sabía que a partir de hoy, podría ser el objetivo de burla de la mafia, también sabía que, aún sin llevar el mandato, podía implantar miedo, para así, orgullosamente, en un futuro próximo, ser respetado y reconocido como el asesino más requerido de Kkangpae.
—¿Por qué no charlamos un poco?—El hombre obstaculizó el paso con su cuerpo, alzando las cejas de forma sugestiva hacia el más bajo. Él no era más que un hombre viejo, que no provocaba ni un atisbo de miedo. Era alguien, quien Taehyung supondría, debía tener un buen puesto al estar aquí hoy, pues su padre le explicó que solo sería presentado, momentáneamente, a sus trabajadores más leales. Como Kim Taehyung tenía grabado en su mente: no puedes confiar en nadie. El hombre que tendría que haber sido fiel a su padre, y por ende, respetar a su hijo, miraba con ojos divertidos hacia Taehyung, haciendo comentarios que, por supuesto, no iba a pasar por alto.—No creo que quieras volver allí, tu padre debe estar mordiéndose la lengua para no darte tu merecido delante de todos.
—Muévete, si quieres salir de aquí vivo.—Amenazó, pero el hombre, en lugar de obedecer, y bajar la cabeza en señal de respeto, tuvo el atrevimiento a acortar la distancia entre ellos dos.
—Yo no permitiría que mi hijo me humillara de la manera en que tú lo hiciste.—Taehyung hizo una mueca, retrocediendo un paso, pero entonces, el sujeto tocó donde nunca debió haber puesto un solo dedo.
En el momento en que Taehyung sintió la mano del hombre hacer contacto con su piel, tomó el brazo del contrario, se giró, y de un solo movimiento, lo tumbó al suelo, aprovechando que el hombre ahora se quejaba de espaldas contra el suelo, apoyó un pie contra el pecho del sujeto, y presionó con fuerza.
—No deberías...—El hombre intentó hablar, sin aliento, pero en cuanto Taehyung se dio cuenta, impulsó su pierna, y clavó una patada contra su rostro.
—¿Por qué no debería?—Cuestionó, rojo de la ira. Con los nudillos picando por propinar un merecido puñetazo al idiota de lengua suelta.—¿Porque papá va a castigarme?—Sugirió, riéndose de su propio comentario y lo absurdo que sonaba.
Empuñó los cabellos de su cabeza, y estampó la cabeza del hombre contra el suelo. Una, dos, tres, y tantas veces como las creyó necesarias para que hiciera silencio. Y un par extra, como un recordatorio de que seguía siendo el hijo de Kim Kibum, y que además de eso, era Kim Taehyung, y Taehyung nunca iba a ser la comidilla de bribones como él.
Después de dar por terminada su tarea, lavó sus manos pacíficamente, tarareando una canción para aliviar el estrés, mientras creaba todo una escenario en su cabeza, dando con la excusa perfecta que le daría a su padre para explicar el por qué habían encontrado a uno de sus hombres sin vida en uno de los baños de su hogar.
Luego de secarse, abrió la puerta para marcharse, por fin, y quizás llamar a Seojoon para comer juntos. Pero, justo frente a la puerta, impidiéndole el paso, se hallaban los hermanos que le habían saludado antes de entrar a la reunión, ahora, cruzados de brazos y con una ceja alzada, cuestionantes.
—¿Por qué lucías tan nervioso?—Preguntó Kim Hongjoong, y Taehyung frunció el ceño.
—Yo no estaba nervioso.—Mintió, alzando la barbilla con altanería. Sus primos no era tontos, y era los únicos que, durante el trayecto del automóvil, a la habitación, lo habían observado con detenimiento, recayendo en detalles como sus manos temblorosas que intentaba ocultar, o sus ojos que no dejaban de moverse en distintas direcciones.
—No te preocupes, no le dirimos a nadie.—Susurró Doyoung entre una pequeña risa que se le escapó, palmeando el hombro del peliazul.—Eres Kim Taehyung, no hay nada que temer.—Lo alentó.
—¡Así es!—Le seguió el otro.—Tienes talento.—Comenzó a ennumerar con sus dedos.—Eres inteligente, tienez una voz y un porte demandante. Y acabas con cualquiera que se atraviese en tu camino.—Señaló con la mandíbula detrás de él, donde yacía el cadaver a la vista de cualquiera que se paseara por los alrededores.—Así que, no hay nada que temer.
Taehyung no dijo nada. Después de eso, los hermanos siguieron haciendo bromas sobre Taehyung siendo el Jefe más feo de la historia de los Kim, y este, a pesar de responder con leves golpes y risas, se hallaba absorto en sus pensamientos, considerando las palabras de aliento de sus primos. Considerando que tal vez debería intentarlo, por el bien de su reputación, y por el bien del honor de su familia, pero sabiendo que ninguno de ellos se hacía una idea de lo difícil que le resultaba.
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Modifiqué la historia porque no me convenció:p
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