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Capítulo 1.

El sujeto sonrió, con el filo del cuchillo brillando ante la luz del sol que se asomaba entre las estrechas paredes, y Taehyung, descaradamente, le devolvió la sonrisa, haciendo sentir al hombre desconcertado por su reacción.

Puede que su par de amigos temblaran de miedo, y salieran corriendo del callejón en cuanto el hombre llegó amenazando con arrebatar sus vidas si no entregaban sus billeteras. Pero Taehyung no era como sus amigos, y eso, para él, era uno de los muchos privilegios que poseía. Aunque aquellos privilegios provinieran de su más profundo secreto.

Taehyung lanzó una patada al aire, causando que el arma cayera de las manos del hombre, y este jadeara, perplejo. Seguido a eso, tomó el mango del arma velozmente, y atravesó el cuello del hombre.

Por ese imbécil, sus amigos habían causado un escándalo. Pensó, retirando el cuchillo de su piel, dejando que este cayera al suelo, retorciéndose por la rápida pérdida de sangre, y limpiando los rastros del filo con su propia lengua para guardarlo dentro de sus bolsillos.

Salió del angosto callejón, buscando a sus amigos con la mirada, pero no hubo ni rastro de ellos; bufó, comenzando a caminar pacíficamente en dirección a su hogar.

Claro que estaba indignado porque sus amigos le abandonaran, sabiendo que aquel ladrón podría asesinarlo si él no hubiese sabido defenderse. Pero, ¿Quién era él para juzgarlos? Si se trataba de otro gallina más.

Kim Taehyung, se catalogaba a sí mismo como un hombre cobarde. Su padre mismo se lo había dicho una vez, y él no lo había negado, por más penosa que hubiese sido la situación.

Tenía tanto miedo de ser el jefe, que dudaba que alguna vez en su vida llegaría a serlo. Pero lo disimulaba bastante bien. Su padre había insistido, cientos de veces, en que le acompañara. Taehyung había aprendido sobre el negocio, sobre toda la estructura que conformaba la mafia de Kkangpae, y había aprendido a defenderse a sí mismo. Sin contar que, tenía buenas ideas, que más de una vez, habían dejado a su padre maravillado. Pero aún así no estaba listo para un peso tan enorme como el tener una mafia entera en sus delgadas manos.

Durante toda su niñez y parte de su adolescencia anheló llegar a ser tan poderoso como su padre, pero cuando creció, y descubrió que había detrás del título de Jefe de la mafia, las responsabilidades, y los riesgos, fue cuando finalmente cayó en cuenta de lo aterrador que era tener la autoridad y ser el centro de atención de todos los jodidos crimilanes del país. Creció rodeado de malicia, y con ella fue educado, por lo cual, aunque estuviera en una universidad, y no pretendiera seguir el negocio de su padre, su mente estaba demasiado llena de ideas perversas como para dejar ir sus armas, o el uso de la violencia. Se vengaba de quien osara meterse con él, y su manera de vivir. Incluso, sus amigos se asustaban en ocasiones, pero demostraba ser un chico común y corriente, con algún tornillo suelto, quizás. Sin embargo, ¿Qué iba a hacer entonces, si tanto amaba lo que hacía? ¿Sería realmente el indicado para heredar el imperio de los Kim?

Tal vez, solo debería esperar a que su padre eligiera a un mejor candidato, y él, con mucho gusto, le serviría.

—¡Estoy en casa!—Anunció al abrir la puerta, aventando su mochila al suelo. Pero no obtuvo respuesta. Los hombres que siempre le cuidaban mantenían una prudente distancia, y no pronunciaban palabra alguna, a menos que él lo exigiera. En cambio, las personas que cuidaban el interior de su hogar, y se encargaban de sus necesidades, al menos, eran un poco más amigables, y había logrado llegar a entablar una conversación con más de uno.

Minyoung era su mejor amiga allí, pues siempre llevaba una sonrisa pintando su pálido rostro, y aquello era reconfortante para Taehyung. Alguien en su casa lucía realmente feliz, aunque estuviera sirviendo para alguien más. Los demás bajaban su cabeza ante la presencia del peliazul, y cada día, lucía más decaídos que el anterior. Taehyung, aún así, los apreciaba a todos por igual, y los hacía sentir como en casa. Los guardaespaldas eran por completo distintos, y él, detestaba intentar sonar amigable frente apersonas que simplemente ignoraban sus palabras y se mantenían en silencio. Dohwan era el único que respondia de vez en cuando, y por ello, era el guardaespaldas favorito de Taehyung, y siempre lo llevaba consigo.

Suspiró profundamente, y se tumbó sobre el sillón, restregando sus ojos. El día anterior llegó a casa después de la media noche (hecho del cual su padre no estaba enterado), por lo tanto, no había dormido las horas debidas, y tendría que tomar una siesta para recuperar energías. E iba a hacerlo, el incómodo sillon no fue un impedimento para consiliar el sueño, de no ser, porque una melodiosa voz femenina salió de la bocina de su celular, que había dejado sobre la mesilla de centro, indicando una llamada entrante.

Arrugó sus cejas, y paseó su mano sobre toda la superficie hasta topar con el aparato, deslizar el dedo a través de la pantalla, y dirigirlo a su oído, haciendo un leve sonido afirmativo.

Taehyung.—Escuchó la voz masculina de Kim Kibum, su padre.—¿Estás en casa?

Mhm...—Tarareó, somnoliento.

Alístate y espera afuera, un auto te recogerá. Te veo en media hora.

La llamada terminó allí, y Taehyung soltó un largo y ruidoso quejido, removiéndose sobre el sillón. Aquello llamó la atencion de Minyoung, quien apareció, luciendo preocupada por el peliazul.

—¿Taehyung? ¿Se encuentra bien?—Inmediatamente se incorporó, sintiendo un repentino mareo cuando estuvo sobre sus pies.

—Claro que estoy bien.—Le brindó una débil sonrisa.—Voy a cambiarme, papá está esperándome.

—Oh.

Taehyung se encaminó a las escaleras, dejando a la castaña atrás. Papá, probablemente, le habría dicho a ella que no se involucrara en asuntos que no le incumbían, pero Taehyung tendía a ser comprensivo. Sabia que el que la mujer hiciera preguntas constantemente se debía a su preocupación, y Taehyung estaba agradecido.

Sabía que su padre era un buen hombre, honrado, familiar, y protector. Tan solo tenía un temperamento con el cual era difícil lidiar. Contrario a Taehyung, quien poseía una personalidad afable con la que todos simpatizaban.

Subió hasta su habitación, en la que cambió su ropa por una más cómoda, pero presentable. Le gustaba visitar a su padre, porque, sin dudas, le gustaba aprender sobre el negocio. Y le encantaba el entrenamiento junto a él, por más duro que fuera. Es solo que, temía que sacara el tema a relucir de nuevo. El tema sobre el poder. Le recordaba continuamente que Kim Taehyung era el heredero legítimo del imperio, y el peliazul no tenía el valor de hacerle frente y decir: "Si, padre, yo me haré cargo del negocio de los Kim", porque sería mentira, y no podía simplemente mentir y estropear el negocio que tanto le costó a su familia forjar. Tampoco tenía el valor para decir "No, me niego a aceptar el cargo, busca a alguien más que esté dispuesto."

El Señor Kim insistía en enseñar a su hijo como manejar todo con responsabilidad y astucia. Le enseñó también, a no tener piedad alguna al momento de cobrar una vida. Porque en un mundo tan sombrío como aquel, no había por qué tener lástima por quienes no mostraran respeto y lealtad hacia la mafia. Porque cada integrante de Kkangpae era parte de aquella familia, y un buen jefe, como lo era Kim Kibum, solo permitía ser miembro a quienes demostraban ser merecedores. Taehyung sabía y seguía las reglas al pie de la letra, por lo que sería inevitable que llegara el día en que su padre llegara para cederle su puesto a su preciado y único hijo.

Terminó de abrochar los botones de su camisa, y se dio vistazo en el espejo, sonriendo coqueto cuando admiró su buena figura reflejada en el cristal, posando de medio lado. Después de guiñar un ojo para sí mismo, tomó sus cosas, entre ellas, su teléfono y su abrigo, y partió camino a casa de su padre, en el coche que esperaba en frente. Kibum había comprado una casa para que Taehyung viviera, porque así minimizaba el riesgo de que quisieran tomar a Taehyung para hacerle daño a él, y a la mafia. Sin embargo, los últimos meses había estado dejando de darle importancia porque pronto Taehyung sería presentado como el próximo jefe, y tendría que ser reconocido públicamente como "El hijo de Kim Kibum", por lo que ya no habría necesidad de ocultarse. Y esto implicaba, también,  abandonar su vida universitaria. Y no porque no pudiera tener una doble vida; muchos utilizaban aquella estrategia para encubrir el hecho de que eran parte de una mafia, y quedar frente a la sociedad como otro ciudadano corriente, es solo que, Taehyung no tenía ningún tipo de aspiración, como las que sus compañeros de clase solían tener. ¿Administración de empresas? Entrar a la universidad solo fue una excusa para alargar el plazo de preparación que su padre le estaba ofreciendo, antes de ser oficialmente integrante de la mafia. Él no quería nada que no tuviese que ver con la mafia, porque se había acostumbrado a aquel mundo. Porque era un aficionado de las artes marciales, y amaba, aún más, poder practicarlas con personas a las cuales podía romperle las costillas, si gustaba. Y su padre, totalmente de acuerdo, permitió que Taehyung abandonara sus estudios cuando se sintiera listo para ser parte de Kkangpae.

El trayecto hacia la casa de su padre fue extenso, porque se hallaba a kilometros de la suya, según Kibum: por su seguridad. Así que pudo dormir por casi una hora, hasta que fue despertado por la voz del hombre que conducía. Taehyung agradeció, y bajo del automovil. Cuando por fin se encontró pisando el pavimento, observó la enorme mansión que pertenecía a Kim Kibum.

Aquel, era el hogar su padre que alguna vez compartió con su madre, la esposa fallecida de Kim Kibum. Luego de haber muerto, el lugar había perdido la belleza que irradiaba anteriormente. Cuando Taehyung nació, fue enviado con su madre a la casa donde vivía actualmente. No querían que les vieran relacionados con Kim Kibum; no querían que las mafias enemigas se enteraran de que Kibum había tenido un hijo con una mujer. Y aún así, siendo cautelosos, el Señor Kim se preocupaba por verlos a ambos siempre que pudiera. Y su madre, aún si no vivía con su pareja, que los había enviado lejos contra su voluntad, brindaba cariño a su familia incondocionlmente, y además, procuraba hacerse cargo de ambas casa. La de su pareja, y la suya.

Por ello, luego de la muerta de la mujer, la casa del señor Kim sufrió un drástico deterioro. Aunque el personal se encargara de la limpieza, no había quien se ocupara del jardín descuidado. No había quien se percatara del tapiz desgastado, o la cerámica rota. Porque el señor Kim no caía en esos detalles, y Taehyung, se preocupaba tan solo por la atención que requiriera su hogar, no el de su papá. Además de que contaba con la ayuda de Minyoung, que hacía sugerencias que Taehyung tomaba en cuenta a menudo.

Las puertas le fueron abiertas para que entrara, y recorrió el camino que ya conocía de memoria.—¡Llegué!—Alzó las cejas, sonriente, pero su alegría disminuyó cuando se dio cuenta que no se trataba solo de ellos dos. Y no solo de hombres de la edad de su padre, como acostumbró a ver, si no, de un par de sujetos. Un señor que aparentaba ser más joven que Kibum, y un joven, que si Taehyung no estaba equivocado, debería tener una edad cercana a la suya.

—Taehyung.—Su padre se puso de pie, aproximándose hasta él para dejar unas palmadas sobre su hombro, y llevarlo consigo frente a los dos hombres que aguardaban en silencio.—Este es mi hijo, Kim Taehyung.

El susodicho tragó, porque no se adaptaba aún a ser presentado ante completos extraños. Pero tendria que obligarse a sí mismo a acostumbrarse a que, de ahora en adelante, los conocidos de su padre, serían los suyos también. Sonrió levemente, haciendo una reverencia.

—Un placer.—Habló el hombre, con sus ojos puestos sobre Taehyung.—Yo soy Choi Siwon, y él, es mi sobrino, Jung Hoseok.

Señaló al pelirojo a su lado, a lo que Taehyung asintió cortésmente.

—Él es quien va a tomar mi puesto.—Su padre había reído al decirlo, pasando su brazo por los hombros del peliazul para acercarlo a él.—Les aseguro de que va a ser mejor jefe de lo que yo he sido.

Taehyung se deshizo del agarre, y sonrió, lleno de nerviosismo.—Papá, me encantaría conocerlos mejor, pero tengo muchos deberes que hacer en casa, y yo creí que...

—No.—Sentenció, y Taehyung cerró su boca de inmediato. Muchas veces antes había intentado evadir el socializar demás con miembros de la mafia por el mismo motivo. Porque por más que admiraba a cada uno de ellos, no quería que supieran que un cobarde como Kim Taehyung sería su próximo dueño.—El Señor Choi trajo Hoseok para almorzar juntos.—Volvió a atraer a su hijo hacia si mismo, para hablarle en voz baja al oído.—Te hara bien hacer una amigo en Kkangpae. Acostúmbrate a estar rodeado de gente como ellos.

Dicho eso, se separó para darle una sonrisa, y seguidamente, invitarlos a todos al comedor, donde pronto sería servida la comida que el Señor Kim había ordenado preparar con antelación.

—Un placer, Kim Taehyung.—El peliazul giró su cabeza cuando oyó una voz, tropezando con un par de ojos almendrados.

—Lo mismo digo.—Intentó corresponder su enorme sonrisa.

Kim Taehyung, futuro poseedor de la mafia de Kkangpae.–Taehyng, atosigado por escuchar aquel título otra vez, solo pudo suspirar con cansancio.—¿Qué se siente?

—Uh... increíble, supongo...—Porque en definitiva no podía creer que un sujeto como él fuese a ser jefe. Simplemente no.

—Dicen que pocos conocen el rostro del hijo de Kim Kibum.—Mencionó, y Taehyung no pudo ocultar su sorpresa en su rostro.—Asi que es un honor.—Hizo una reverencia, y Taehyung lo observó incómodo, hasta que le vio erguirse de nuevo.

Carraspeó. No pudo evitar sentir curiosidad al respecto, así que preguntó:—¿Quién dice? ¿La gente habla sobre mí?

Hoseok se encogió de hombros.—Todos saben que Kibum solo le daría su puesto a su hijo, y el que tú nunca aparezcas, deja mucho de que hablar...

—Ah...

Taehyung torció la boca sin saber que decir ante aquel comentario. No estaba seguro de que eso significara algo bueno. Hoseok otro motivo por lo cual le atormentaba decir la verdad: el qué dirán. Y, no es como si alguna vez le hubiese importado lo que otros opinaban sobre su persona. Gracias a su genuina personalidad, había conseguido un grupo de amigos en la universidad con los que salía, y no se avergonzaba en lo absoluto de su comportamiento; gracias a su aspecto físico, había sido reconocido casi toda su vida como alguien atractivo; y gracias a sus acertadas decisiones, había hecho enorgullecer a su padre con lo inteligente que podía llegar a ser a veces. Así que, con todas las cualidades que poseía, y la cantidad de personas que lo apreicaban tal como era, no había razones para escuchar los comentarios negativos que inevitablemente recibiría. Y mucho menos dentro de Kkangpae, puesto que su padre le había dicho que superaba por mucho a más de un miembro.

Pero en esta ocasión, por primera vez, se preocupó por lo que podrían decir sobre él. Cuando declinara el cargo, y el rumor corriera, quedaría en ridículo ante todo Kkangpae. El hijo de Kim Kibum, al que tanto su padre había elogiado, rechazó el puesto por miedo.

—¿Intercambiamos números?—Hoseok sacó su móvil, moviendolo de un lado a otro frente al rostro del peliazul para sacarlo de sus pensamientos. Taehyung asintió, tomando el aparato, y ofreciendo el suyo para que Hoseok agendara su número también.—Tenía en mente reunir a unos amigos el fin de semana. Mi amigo tiene un club, así que podemos pasar sin paga, ¿Vienes?

Taehyung papadeó, procesando lo que ir a un bar con amigos significaba, antes de asentir frenéticamente, accediendo. Aquella era una oferta imposibld de rechazar, porque divertirse con miembros de Kkangpae era uno de sus mayores deseos. Sentirse a gusto con personas que lo comprendieran, sin mencionar que, Jung Hoseok, parecía ser alguien con la que podría llevarse bien.

Ignoraría, momentáneamente, el hecho de que había estado evitando la interacción con Kkangpae para, por consiguiente, evitar que su padre creyera que estaba listo para ser declarado jefe, y se divertiría con las personas que, posiblemente, serían sus compañeros de trabajo muy pronto.

Luego de que su pequeña charla llegara a su fin, se adentraron al comedar donde sus mayores les esperaban. Y una vez acomodados sobre las sillas que rodeaban la mesa, su padre decidió hablar, y arruinar los breves minutos de felicidad de Taehyung al pensar en su futuro dentro de la mafia.

—Libera tu agenda para mañana, Taehyung.–Dijo.—Pasaré por ti después de la escuela. Necesito presentar al futuro heredero ante todos.

La sonrisa en su rostro se esfumó, y las preocupaciones se encargaron de torturarlo durante el resto de su almuerzo. Pensó en mil maneras de lidiar con ello; ser sincero, y admitir sus temores, o mentir y aceptar su destino, pero ninguna opción parecía lo suficientemente buena. Así que consideró, entonces, las posibles formas de suicidio que podría llevar a cabo si, para el próxima día, no sacaba el valor para enfrentarlo.

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