
°4°
La confesión de Smoke había dejado la sala en completo silencio. Ninguno de los dos sabía qué decir o hacer. Los segundos parecían horas hasta que, finalmente, Omenazo rompió el silencio.
Omenazo: (molesto) ¿Celoso? No tienes por qué estar celoso, Smoke. Candy es mi pareja. Yo sólo quería saber por qué me ignorabas.
Smoke sintió que su corazón se hundía aún más con esa respuesta. No era lo que esperaba escuchar, y mucho menos en ese tono.
Smoke: (levantando la voz) ¡Te dije por qué! Pero al parecer no te importó. Ni siquiera te tomaste el tiempo para entenderme. ¿Sabes qué? Está claro que lo único que te importa eres tú mismo.
Diciendo esto, Smoke dio media vuelta, dirigiéndose a la puerta. Antes de salir, lanzó una última mirada a Omenazo, que seguía inmóvil.
Smoke: (con dolor) No sé para qué vine.
Y con un portazo, Smoke salió de la casa. Omenazo se quedó allí, sentado en el sofá, agotado emocionalmente. Se llevó las manos a la cara, intentando procesar todo lo que acababa de pasar. Pero algo lo inquietaba aún más: ¿por qué le dolía tanto saber que Smoke estaba celoso de Candy? ¿Por qué sentía una punzada de enojo cada vez que pensaba en Smoke alejándose?
De repente, la puerta sonó nuevamente. Omenazo pensó que era Smoke, regresando para disculparse. Sin embargo, cuando abrió, no era él.
Candy: (entrando sin esperar invitación) Omen, necesito dinero para mi pedicure.
Omenazo suspiró, sintiendo una mezcla de frustración y confusión. No estaba de humor para lidiar con Candy en ese momento, pero asintió, entregándole algo de dinero sin decir nada más.
Smoke, por su parte, se dirigió directamente a la casa de Santi. Sabía que podía confiar en él para hablar de lo que había sucedido. Cuando llegó, Santi lo recibió con una expresión preocupada.
Santi: (cerrando la puerta) ¿Qué pasó, papu? Pareces un desastre.
Smoke: (con voz quebrada) ¿Puedo quedarme aquí un rato?
Santi: (asintiendo) Claro, ven.
Ya en el sofá, Smoke le contó todo: cómo había confesado sus sentimientos, la reacción de Omenazo y cómo se sentía completamente desmoronado.
Smoke: (con lágrimas en los ojos) Me siento como un idiota, Santi. Ni siquiera le importó lo que dije.
Santi: (poniendo una mano en su hombro) Papu, no te tortures. A veces las personas no saben cómo reaccionar en el momento, y eso no significa que no les importe. Pero ahora necesitas distraerte.
Smoke: (suspirando) ¿Cómo se supone que haga eso?
Santi: (sonriendo con picardía) Invita a tu amigo Axel a salir.
Smoke: (frunciendo el ceño) ¿Axel? No sé, Santi...
Santi: (interrumpiéndolo) ¡Nada de excusas! Sabes cómo soy. Ya mismo le escribes y lo invitas.
Smoke sabía que cuando Santi se proponía algo, no había forma de negarse. Así que, resignado, envió un mensaje a Axel, quien aceptó sin pensarlo dos veces.
Al día siguiente, Smoke y Axel paseaban por el parque. Habían pasado un buen rato hablando y bromeando, y por un momento, Smoke logró olvidarse del dolor que sentía. Axel, con su personalidad alegre y relajada, tenía el don de hacer reír incluso en los peores momentos.
Axel: (riendo) ¿Y entonces qué hiciste cuando te quedaste atrapado en esa partida de Roblox?
Smoke: (sonriendo) ¿Qué iba a hacer? Me puse a construir una torre con bloques hasta que se fueron todos.
Ambos estallaron en carcajadas, pero la risa de Smoke se detuvo de golpe cuando, al girar la cabeza, vio algo que lo dejó helado: Omenazo estaba en el parque, besando a Candy.
El corazón de Smoke pareció romperse en mil pedazos. No pudo contener las lágrimas, que empezaron a correr por sus mejillas. Axel lo notó de inmediato y se acercó a él, preocupado.
Axel: (con suavidad) Papu, ¿qué pasó? ¿Por qué estás llorando?
Smoke intentó hablar, pero su voz se quebró. Finalmente, después de unos segundos, logró explicarle todo.
Smoke: (entre sollozos) Es Omenazo. Él es... es mi mejor amigo, pero estoy enamorado de él. Y ahora lo veo con ella. No puedo soportarlo.
Axel, sin decir nada más, lo abrazó con fuerza, intentando consolarlo.
Axel: (en voz baja) Tranquilo, Smoke. Estoy aquí contigo.
A lo lejos, Omenazo giró la cabeza por casualidad y vio la escena. Smoke estaba allí, llorando en los brazos de Axel. Al principio, no entendió lo que sentía, pero en cuanto vio cómo Axel lo abrazaba, una oleada de celos lo invadió.
Omenazo: (pensando) ¿Por qué me molesta verlo con él?
Candy, notando su distracción, lo miró con curiosidad.
Candy: (arqueando una ceja) ¿Qué pasa, Omen? ¿Todo bien?
Omenazo: (apartando la mirada) Sí, todo bien.
Pero en el fondo, sabía que no era verdad. Algo dentro de él estaba cambiando, y no sabía cómo enfrentarlo.
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