Día 3: "Collar"
Shipp: Kanon x Julián
Universo Alterno.// Modern AU.// Headcanon
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¿Quién dijo que los collares eran solo para Omegas? No, no para él.
A sus 18 años, era el dueño de una de las corporaciones más grandes del mundo, una de las personas más ricas, podría tener el mundo a sus pies si quería.
¿Si quería una taza de té? Solo debía tocar una campanilla y de inmediato tendría a alguien a su lado con una taza humeante.
¿Si le daba hambre? Solo debía tocar la misma campanilla dos veces y tendría la mesa servida y lista para él.
¿Si quería tomar un baño de burbujas? Solo debía tirar una cuerda y de inmediato lo tendrían listo.
¿Si quería un nuevo teléfono? Solo debía mandar a llamar a su asistente, darle especificaciones, y en menos de una hora lo tendría.
Todo, siendo un Omega.
Jamás le gustó la idea de ser un bonito trofeo de algún Alpha. Dejar todos sus bienes en manos de un Alpha, y limitarse a cuidar cachorros. Quizás por eso, la muerte de su padre no fue la gran cosa para él, siempre odió a ese bastardo. ¿Su madre? Jamás la conoció, murió durante el parto, ¿cómo extrañar algo que nunca conoció más que por un par de fotos?
En fin, los muertos deben quedarse muertos...
Qué fuera un Omega agraciado, no significaba que fuera débil, mucho menos estúpido. Pasaba sus días administrando sus negocios y disfrutando al máximo sus ratos libres, y haciendo sus buenas acciones cada tanto.
Su vida era perfecta, pero no dejaba de ser un Omega, y tener necesidades naturales. No tenía intenciones de sentar cabeza, no después de ser consciente de los desgraciados que podían llegar a ser la mayoría de los Alphas, y de ser rechazado por una en la que realmente llegó a interesarse, eso lo tenía más que claro. Pero por algo dicen que con dinero baila el perro.
Para esos días tan insufribles del mes, tenía a su disposición a los trabajadores— por decirles de una forma educada— de un exclusivo club. Alphas y Betas encantadores, bellos y sumisos, solo para él.
Todos eran sumamente bellos, y cualquier Omega se derretiría por cualquiera de ellos, pero su favorito, era "Sea Dragon".
Un Alpha de piel bronceada, largos cabellos azulados, y unos afilados ojos verdes que muchas veces le recordaban a los de un felino. Alto, con músculos en un volumen armonioso con el resto del cuerpo. Buen conversador, seductor y tentador... Un excelente amante, tanto para los días de celo, como para liberar algo de estrés acumulado.
- ¿Haz considerado mi oferta?- Cuestionó, cruzando una pierna encima de la otra, mientras observaba fijamente al Alpha delante suyo.
- Algo así.- Sonrío el peli-azul, jugando con su flequillo.
- Es un sí, o es un no. Así de sencillo, Kanon.- Habló, llamándolo por su verdadero nombre.
El mencionado soltó una pequeña risa, y después le dedicó una seductora sonrisa, peinando su flequillo.
- Solo quiero que me aclares algunas cosas, Julián, es todo.- Sonrío, acariciando el mentón ajeno con su dedo índice.- Si acepto tu propuesta, ¿qué procederá después?. Quiero decir, ¿puedo seguir en mi casa, o tendría que trasladarme a otro lugar?
- Sí. Aquí, a la mansión.- Respondió el Omega.- Tendrás una habitación, ropa, comida y todo lo que quieras o necesites. Eres libre de salir si quieres, pero acompañado de uno de los guardaespaldas, por seguridad. Y tus obligaciones son fidelidad, acompañarme a las cenas y reuniones que necesite, y estar disponible.
- Suena como el sueño de cualquiera en mi mundo.- Sonrió complacido el Alpha.- Es algo gracioso que actúes como todo un Suggar Daddy cuando eres 12 años menor que yo, ¿sabes?- Añadió, con una leve risa.- Pero al diablo. Si el destino me quiere dar todo eso, ¿quién soy yo para decir que no?. Acepto.
- Entonces es un trato.- le devolvió la sonrisa el menor.- Ah, y un último detalle.
Julián sacó de un cajón una caja cuadrada, forrada de cuero negro. La abrió y la extendió a Kanon, mostrándole el contenido: un collar de cuero, con algunos pequeños diamantes incrustados, y el sello de una lujosa marca. Sin duda, algo que solo alguien como Julián podría costear.
- Tendrás que usar esto.
- Vaya que resultaste fetichista.- Bromeó Kanon.- Pero está bien por mí. Nunca le diría que no a una belleza como esta.
Sacar el collar de su empaque y colocarlo en el cuello de Kanon tomó solo unos segundos, y al terminar, Kanon no dejaba de ver su reflejo, completamente encantado por cómo lucía ese ostentoso y carísimo objeto en él.
¿Quién dijo que el collar era solo para Omegas? Probablemente un Alpha celoso que no tuvo suficiente dinero para costear uno como ese.
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