Día 24: "Una petición"
Shipp: Mu x Dohko
Universo de Saint Seiya, tomando en cuenta Soul of Gold.// Final alternativo.// What if...?// Headcanon.// Lemon.
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Después de dar su vida en el muro de los lamentos y después en Asgard, el estar de vuelta, con una nueva oportunidad, con una época de paz y libertad, se sentía extraño.
A sus siete años escapó del Santuario a Jamir gracias a su maestro, que logró salvarlo de lo que en otras circunstancias, seguramente habría sido su fin a manos de Saga. Después, a sus cortos once años de vida, llegó Kiki a su vida. Pasó años oculto en Jamir, teniendo a su discípulo como única compañía para no volverse loco aislado del mundo. Escondiéndose y esperándote el mejor momento para atacar. Hasta que la llegada de Shiryu a Jamir indicó que ya había terminado el tiempo de ocultarse y era hora de luchar.
Al dejar Jamir, su vida se volvió una auténtica montaña rusa. Incluso en Asgard fue difícil adaptarse, y reincorporarse a una vida social activa, era demasiado estresante por momentos.
Pero todas las etapas de su vida, incluída la actual, tenían un factor en común: Dohko de Libra.
Desde que tuvo que huir a Jamir, siendo apenas un niño, fue el viejo maestro quién incluso si era solo por medio del cosmos, le ayudó a soportar la soledad y a superar la pérdida de su maestro.
Dohko también tuvo un papel importante en la crianza de Kiki. Mu era literalmente, un niño tratando de cuidar a otro niño más pequeño. No tenía obligación alguna, pero había decidido tomarla. Y de no haber sido por Dohko, seguro que Kiki no habría durado ni una semana con él.
Incluso en el muro de los lamentos, Dohko fue capaz de calmar y comandar a todos.
En Asgard, encontrarse con Dohko fue reconfortante. Y ahora...
Ni siquiera él sabía porqué desde hacía algún tiempo comenzó a sentir algo por aquel Alpha.
Quizás era la experiencia que Dohko debía tener a causa de su edad. Quizás era por siempre haber sido su compañía. Quizás por conocerlo bien. Quizás porque Dohko era de las personas que mejor lo conocían. Quizás era lo interesante que sonaba para él alguien mayor. Quizás era por lo innegablemente atractivo que era con su apariencia jóven... No lo sabía, y en ese punto, no podía importarle menos.
No ahora, que los labios del Alpha castaño se fundían con los suyos en un hambriento beso, para después bajar a su cuello.
Le fue imposible contener un pequeño gemido al sentir los besos en su cuello, mientras puntos sensibles de su cuerpo eran tocados de una forma que lo estaba haciendo ver estrellas, y la ropa iba desapareciendo sin que siquiera se diera cuenta.
Llegó a ese punto, después de aparecer en Libra, dispuesto a sacarse esa pequeña curiosidad de encima. Últimamente, la morbosa idea de hacerlo con alguien mayor y con experiencia, que quizás podría entenderlo mucho mejor que cualquiera de su edad, no lo dejaba en paz.
No le gustaban las indirectas, ni tampoco jugar con los sentimientos de las personas, por eso decidió ser directo y decir exactamente lo que quería: sexo. No había una forma sutil de pedirlo, así que simplemente lo dijo.
Sabía que era loco lo que pedía, incluso Dohko casi se ahoga con el té que bebía al escucharlo.
Por unos segundos, el silencio incómodo fue el dueño del lugar, pero al alzar la cabeza y cruzar miradas, ninguno pudo negar la tensión sexual que existía entre ellos.
Desde que se reencontraron en Asgard, ambos se dieron cuenta de que algo había cambiado, y no era solo la nueva apariencia del antiguo maestro.
Dohko sabía de Mu desde que nació prácticamente, estuvo al tanto de todo por mantener contacto con Shion desde que el actual Aries llegó en una estela al templo de Athena, pero lo conoció de frente hasta que Mu ya era un adulto.
Después de la muerte de Shion, él hizo su mejor esfuerzo por ser un apoyo para el pequeño niño Omega que era Mu en ese entonces, y que debía estarla pasando horrible con todo lo ocurrido. Estuvo ahí cuando Mu decidió tomar la responsabilidad de cuidar un bebé. También lo estuvo durante toda la adolescencia del Omega. Hasta que finalmente se conocieron, cuando Mu tenía unos 19 años, que el Santuario desistió de perseguirlo fervientemente, y su discípulo ya no era tan dependiente de él, si su memoria no fallaba.
En las gélidas tierras de Asgard, esa leve tensión se hizo más fuerte. Mu no era un niño, era un adulto bastante atractivo y bien dotado.
Ahora, que se habían vuelto a encontrar, la tensión era evidente.
Y antes de que lo notaran, ya habían roto la distancia y juntado en un beso, al inicio suave, pero después más intenso, terminando Mu recostado en el sillón.
Para el Omega peli-lila ya era imposible contener los gemidos al sentir la cálida boca del Alpha devorando su miembro, mientras sus manos acariciaban su torso y después su pecho, para seguidamente, introducir un par de dedos en su lubricada entrada.
Mu se mordía desesperadamente los labios, temiendo que alguien lo escuchara, pero era la primera vez que experimentaba un placer así de grande. No era su primer encuentro sexual, pero era el primero que apenas con juego previo era capaz de hacerlo suplicar por más.
- ¡Ah!
Sintió como si una potente descarga eléctrica le recorriera todo el cuerpo, haciéndolo sacudirse con algo de fuerza.
No recordaba haber tenido un orgasmo así de intenso antes. Estaba empapado de su propio lubricante natural, y también de sus propias secreciones. Se había corrido por ambos lados. No sabía que algo así era posible, pero... Dioses, prácticamente lo había dejado viendo estrellas.
- ¿Estás bien, Mu?
Al escuchar la ronca voz de Dohko cerca de su oído, solo asintió. Aún temblando por el intenso clímax.
- Los Omegas son muy diferentes a los Alphas, y sumamente fascinantes. No solo por ser capaces de dar vida, sino por lo complejos que son. ¿Sabías, Mu?- Añadido el mayor, comenzando a besar con suavidad su pálido cuello.
- No...- Murmuró en respuesta, abrazando por la espalda al castaño, cómo si se le fuera a escapar.
- Los Omegas son multisensoriales, y también multiorgásmicos. Los Alphas tienen menos áreas erógenas, o que necesiten demasiada estimulación a la hora del sexo.- Explicaba con detalle, mientras acariciaba su cintura, haciéndolo suspirar.- Los Omegas pueden tener hasta diez orgasmos en un solo encuentro, sin estar en celo. Pero los Alphas solo uno, quizás dos durante el celo, pero no más.
Mu, de forma inconsciente, comenzó una leve fricción contra el Alpha encima de él, sintiendo la excitación invadiendo cada fibra de su ser.
- Los Omegas necesitan de mucha estimulación antes y durante el sexo, para poder llegar al máximo punto de placer. Y los Omegas dominantes como tú, son aún más fascinantes. Les gusta tomar el control y tienen demasiada iniciativa.- Sonrió al percatarse de los movimientos de Mu.- No cualquiera logra hacer terminar a un Omega dominante. Pero lo de hace un momento fue muy leve, apenas el juego previo.
¿Qué?, ¿acaso existía una sensación más intensa?... Su líbido se fue por los cielos, imaginando cómo sería.
Tan perdido se quedó en su imaginación, que para cuando volvió a la realidad, ya estaba sobre una cama. Mucho más suave y cómoda que el sillón.
Cuando los labios contrarios estuvieron cerca de los suyos, no dudó en besarlos con voracidad, mientras sus caderas se movían de forma sutil.
Pero cuando el Alpha menos se lo esperaba, Mu se encargó de girar, intercambiando las posiciones.
- Bien, entiendo.- Dijo con una leve risa el mayor.- Tú ganas.
Su naturaleza dominante le hacía prácticamente imposible solo quedarse quieto mientras era tomado. Le gustaba sentir que tenía el control, dominar a su compañero a su modo, ser quién tuviera las riendas de la situación en sus manos... Muchos no lo entendían, y siempre decían que era demasiado intenso, caprichoso y difícil de complacer, pero Dohko no. Incluso parecía gustarle esa actitud.
Después de frotarse un poco, finalmente tomó lo que quería.
- ¡Dioses!- Gimió arqueando la espalda, mientras se autopenetraba.
No recordaba ser tan sensible allá abajo. La sensación no era de dolor en lo absoluto, sino todo lo contrario, y eso era lo extraño.
- ¿Sabes por qué lo Omegas tienden a ser más resistentes al dolor, especialmente los dominantes?
- No...- Jadeó, sintiendo como si todo diera vueltas. Casi creía que iba a correrse de nuevo solo por sentirse lleno.
- Es algo realmente increíble, Mu.- Explicó el castaño, abrazando su cintura con un solo brazo, mientras con su mano libre le acariciaba la mejilla.- Su lubricante tiene la función de hacer más fácil la penetración y evitar el sufrimiento y daño del Omega. Cuando la relación sexual es consentida, el cuerpo empieza a prepararse. Y si el juego previo se hace bien, el cuerpo puede quedar algo más sensible a cualquier estímulo.
Demasiadas cosas que ni él sabía de su propia casta, y aún peor, de su propio cuerpo. Pero pensaría en ello después, por ahora, lo único en lo que su mente pensaba, era en lo bien que se sentía al moverse sobre el Alpha castaño.
Las inquietas manos de Dohko no se abstuvieron de ayudarle un poco cuando sus piernas comenzaron a cansarse, así como sus labios se encargaban de besarlo y después atender su cuello y pecho.
Nuevamente, esa sensación de descarga eléctrica empezó a cosquillear en su interior, haciéndolo moverse con mucha más intensidad, mientras gemía el nombre de su cómplice.
Hasta que el anhelado clímax llegó, efectivamente, mucho más fuerte y más intenso que el primero, haciéndolo gritar mientras sentía su cuerpo liberar su excitación, así como arquear la espalda y removerse de forma, que de no haber sido por el agarre de Dohko, habría terminado cayéndose al suelo.
Su respiración estaba agitada, sus piernas temblando, el sudor haciendo que su cabello se pegara a su piel desnuda, su boca jadeando por aire, y sus ojos aún perdidos por la electrizante sensación.
- Estuviste increíble.- Le susurró en un leve jadeo Dohko, mientras le acariciaba la espalda.- Te moviste bien. Eso fue asombroso.
La mayoría de los Omegas disfrutaban los halagos durante el sexo, pero para los dominantes era tan excitante como una caricia. Saberse deseados por el contrario, y que su desempeño había sido bueno, siempre les inflaba el ego.
Ambos se besaron, dejándose caer sobre la mullida cama, dónde las caricias no se hicieron esperar.
- Házlo.- Pidió con un suave gemido el peli-lila, enredando sus piernas alrededor de la cadera del contrario.- Toma el control ésta vez.
- Si eso es lo quieres, está bien.
Un beso suave que fue aumentando de intensidad, dió inicio a todo de nuevo.
Un vaivén lento para comenzar, mientras sus labios y manos estimulaban a otras zonas del cuerpo del Omega.
- Más... Más rápido.- Pidió, intentando ahogar sus gemidos, mordiéndose la muñeca.
- No hagas eso.- Susurró el castaño, deteniéndose solo para tomar su mano.- Quiero oírte.
- Pero...
- No pasa nada. Nadie va a escuchar.- Le sonrió para tranquilizarlo.- Ahora solo disfruta y no pienses en nada más.
Los labios de Dohko probando sus sensibles pezones, junto a caricias en su cintura y en su miembro, y embestidas cada vez mas fuertes, lo hicieron olvidar por completo su pudor.
Gemía, jadeaba y gritaba el nombre de su amante, mientras le arañaba la espalda y movía al mismo ritmo, buscando más de esas sensaciones que lo estaba volviendo loco.
Demasiada estimulación... Todo eso era demasiado para un novato como él.
Nuevamente volvió a tener un intenso orgasmo, pero ésta vez, ya no se sentía capaz de una ronda más. Su cuerpo estaba agotado, sus piernas cansadas y su cabeza aún daba vueltas.
- Tranquilo. La práctica hace al maestro.- Le susurró Dohko, acariciando su mejilla.- Resististe bastante bien.
Mu correspondió el beso que le fue ofrecido, mientras sentía su interior quedándose vacío de nuevo. Pero fue hasta entonces que se dió cuenta de algo.
Aún con las endorfinas dando vueltas en su cerebro, se ofreció a ayudar con el "problema", y su amante no se lo negó.
- Mu...
Tomó la mano de Dohko y la guió a su cabello. Una mirada bastó para que el Alpha entendiera el mensaje, y le impusiera un ritmo.
Era capaz de seguir el ritmo que se le impuso. No era una sensación desagradable, no llegaba a rozar su garganta y le daba suficiente tiempo para respirar. Así que la sensación de arcadas y ahogo brillaban por su ausencia.
Eso, junto a la excitación imagen del Alpha jadeando y gimiendo su nombre mientras le practicaba esa felación, era una combinación irresistible, y que lo incitó a seguir, hasta hacerlo terminar en su boca.
Bebió todo sin protestar. De alguna forma, era un orgullo para él haber hecho llegar al climax a alguien tan experimentado.
Por todos los cielos, si alguien se llegara a enterar de todo lo que habían hecho en esa habitación... Afortunadamente, las paredes eran gruesas, y la distancia entre un templo y otro era suficiente.
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