Día 16: "Celo Alpha"
Shipp: Kanon x Aioria
Universo Alterno.// Modern AU.// Headcanon.// Slash.
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Esa época nunca era fácil...
Kanon ya sabía lo que le esperaba al llegar a casa después del trabajo y percibir ese aroma a menta: a Aioria le había llegado el celo.
Tranquilamente bebió algo de agua y se tomó sus propios supresores antes que cualquier otra cosa, siendo una pareja de la misma casta, debían tener ciertas precauciones.
Cuando los cinco minutos que pedía esperar el fármaco pasaron, subió hasta la habitación que ambos compartían y abrió la puerta.
Tal y como esperaba, Aioria estaba hirviendo en fiebre, con las mejillas rojas, sudando a mares, y probablemente con bastante dolor y calambres por cómo se quejaba.
- ¿Todo bien, gatito?- Preguntó con una ligera risa, llamando la atención del castaño.- ¿Me extrañaste?
Entró a la habitación, cerrando la puerta detrás de él, y se acercó a la cama, dónde tardó más en sentarse que Aioria en saltarle encima, acorralándolo contra el colchón, sujetándole las muñecas.
- Vaya, así que el gatito quiere jugar rudo.- Rió el peli-azul, para después rodear con sus piernas al otro Alpha, e intercambiar las posiciones en cuestión de segundos.- Pero se necesitan dos para bailar un tango, y no creas que te la dejaré tan fácil.
Para nadie era un secreto que la mayoría de los Alphas, cuando estaban en celo, tendían a volverse demasiado agresivos y territoriales, buscando la forma de aparearse y soltar su semilla dentro de otro al costo que fuera. Y eso podía asustar a varios Omegas, pero no a otro Alpha.
Kanon sabía que Aioria era de esos casos extraños en que los supresores no servían, y las únicas opciones de Aioria en los cinco días que le duraba el celo, eran aislarse o follar.
- ¿Es todo lo que tienes?- Lo retó con una sonrisa confiada, después de que Aioria lograse volver a ponerlo debajo de sí, y arrancarle la camisa.
El castaño solo soltó un ligero gruñido, para después, con una mano, sujetar ambas muñecas de Kanon sobre su cabeza, y con la otra, arrancarle los pantalones.
- Así que el gatito no bromeaba, ¿eh?- Repitió el peli-azul, con la respiración algo agitada por la creciente excitación, mientras sentía el cálido aliento de Aioria en su cuello.- ¿Qué quieres, gatito?
- Tú...- Jadeó el castaño, frotándose contra el otro, provocándole un pequeño gemido.
Ese siempre era un juego previo que ambos tenían para decidir quién dominaba. A veces ganaba Kanon, otras Aioria. Pero cuando uno tenía el celo, era un hecho que ese ganaría.
Ambos iniciaban una pequeña lucha en la cama, sujetándose de las muñecas, subiéndose encima uno del otro, rodando intercambiando posiciones, dándose suaves mordidas y lamidas, y desnudandose mutuamente. Ganaba quién hiciera gemir primero al otro.
- Dame toda tu leche entonces, gatito.- Jadeó muy cerca de su oído, tomando en su mano el miembro erecto de Aioria, comenzando un lento masaje.- Dámela toda.
Un hambriento beso fue la respuesta que recibió, dejando sus manos libres para rodear el cuello de Aioria y atraerlo aún más.
Aioria se entretuvo mordiéndole el cuello unos segundos, y pellizcando sus pezones, haciéndolo gemir y abrir las piernas, dándole espacio al castaño enmedio de ellas.
Tan excitado estaba ya a ese punto, que ni siquiera prestó atención en qué momento Aioria lo sujetó de las piernas, colocándolas sobre sus hombros, dejándolo completamente expuesto.
Dejó su cuello, y volvió a besarlo, siendo gustosamente correspondido, mientras se frotaba ligeramente contra el trasero de Kanon, probablemente deseando embestirlo sin piedad.
- Dame toda tu leche, gatito.- Jadeó Kanon, frotándose contra Aioria en compás.- La quiero toda adentro. Lléname... Libérate en mí, y házme gritar para que todos sepan quién es mi Alpha.
Aioria volvió a besarlo, y sin un solo aviso, se introdujo en él de una estocada, arrancándole un pequeño grito a Kanon, que ahogó en un beso.
A veces olvidaba que no era un Omega para mojarse de lubricante natural por más excitado que estuviera, Aioria pequeña no la tenía y eso dolía al entrar... Pero era justamente esa sensación de ardor la que lo hacía desear más.
Sí, con Aioria descubrió que le gustaba sentir algo de dolor en la cama, y Aioria no salió corriendo asustado al descubrirlo, al contrario.
- ¡Más duro!- Pedía entre gemidos, mientras Aioria le mordía y daba succiones fuertes en uno de sus pezones, mientras pellizcaba el otro, todo sin dejar de embestirlo.- ¡Aioria!, ¡quiero más!
El Alpha castaño mantuvo constante sus movimientos, movido por sus instintos al sentir complacido al otro y que así garantizaría dejarlo soltar su semilla dentro.
Sin un aviso previo, cuando su Alpha interno sentía que su presa no iba a intentar escapar, salió de su interior, bajó sus piernas de sus hombros y lo hizo darse la vuelta.
Kanon entendió de inmediato, y no tardó en acomodarse, doblando sus rodillas y apoyándose en sus brazos, quedando en cuatro.
Con la respiración agitada, el rostro enrojecido y el sudor presente en pequeñas gotas, volteó a ver a Aioria, moviendo un poco su cadera con la clara intención de provocarlo.
- Quiero más.- Jadeó, mirándolo a los ojos.- Suelta tu semilla en mí... Anudame.
Esas palabras volverían loco a cualquier Alpha en celo, y Aioria no era la excepción. Eso era lo que todo Alpha en celo quería escuchar, era lo que sus instintos más deseaban, y felices aceptarían.
Una nueva intromisión, seguida casi al instante de fuertes y rápidas embestidas, logrando dar en un punto sensible dentro de Kanon, lo hicieron deshacerse en gemidos.
Mordidas en su espalda, cuello y hombros, así como un par de nalgadas, y un par de golpes más en sus muslos, le dieron el toque perfecto a ese encuentro.
- ¡Sí!- Gimió extasiado al sentir una fuerte nalgada, mientras la parte trasera de su cuello era mordida, y su cuerpo embestido sin piedad.- Aioria... ¡Por todos los cielos, Aioria!
Sentía que en cualquier momento alcanzaría el ansiado clímax, pero aún necesitaba algo, y ese algo, era el nudo de Aioria.
Desde que una vez, por accidente por descuido de los dos, Aioria lo anudó, se había hecho una costumbre. A Aioria una vez le dió curiosidad por sentirse anudado, pero dijo que fue tan doloroso, que jamás quiso volver a sentirlo. Pero a Kanon le gustaba la sensación de sentirlo, dolía, pero a la vez lo ansiaba. Quizás era por su pequeño fetiche con el dolor, quizás por el morbo que le generaba inconscientemente saber que perfectamente podía excitar tanto a un Alpha cómo para que lo anudara, y nada tenía qué envidiar a ningún Omega.
- Aioria... Anudame.- Pidió entre gemidos, y con los ojos llorosos por la excitación.- Quiero tu nudo, quiero tu semilla, quiero todo... Por favor...
Aioria lo silenció con un apasionado beso, haciéndolo voltear de nuevo, sin salir de su interior, y continuó con los embistes.
Los acalorados besos intentando silenciar los gemidos eran el anuncio previo a la llegada del orgasmo de ambos, hasta que finalmente ocurrió.
- ¡Ah!...- Al sentir el nudo de Aioria hincharse, forzando sus paredes internas a expandirse, así como el tibio semen mojar sus entrañas, Kanon no pudo resistir más, y terminó enmedio de ambos.
Los dos jadeaban, intentando regular su respiración con desesperación. Permanecieron de esa forma, abrazados, jadeando, ambos con sus nudos formados y eyaculando aún.
Una de las ventajas de tener una pareja de la misma casta, era que podían entenderse mucho mejor que si fueran de distintas castas. Sus cuerpos tenían las mismas funciones y reacciones a los estímulos, así que ninguno se incomodaba por terminar todos manchados de semen. Después de todo, no se podía controlar.
Cuando los nudos de ambos volvieron a su tamaño normal, se separaron y acomodaron mejor en la cama, cubriéndose con las sábanas, y abrazándose.
- ¿Estás mejor ahora?- Preguntó Kanon con una leve risa, acariciando la mejilla de Aioria.
El Alpha castaño se sonrojó completamente. No era el primer celo en el que Kanon lo ayudaba, ya había perdido la cuenta de cuántas veces lo habían hecho en esas circunstancias, pero no dejaba de sentirse avergonzado al recobrar la consciencia y recordar su actuar.
- Oye, vamos. No seas tímido.- Sonrió el peli-azul, acercándose para darle un beso.- Adoro cuando pierdes el control. Es excitante que te vuelvas loco. Qué el lindo gatito se vuelva un león hambriento.
- ¿Te lastimé?- Preguntó tímido el menor de los dos.
- No, Aioria. Sabes que resisto bien.- Respondió Kanon.- Pero... Espero que tú también.
- Eh?
- Que es apenas el primer día de cinco que dura tu celo.- Ronroneó el mayor, subiéndose encima de Aioria, con sus piernas a los costados.- Pero debo ir a trabajar mañana para explicar la situación y pedir un par de días libres.- Añadió, comenzando a descender lentamente, dejando ver sus intenciones.- Así que, espero que tengas energía para una segunda ronda, porque voy a dejarte seco para que resistas hasta mañana.
Al terminar de hablar, Kanon se escondió completamente debajo de las sábanas, justo entre las piernas de Aioria.
- Kanon...- Intentó hablar Aioria, pero pronto desistió.- Kanon~
Sí, definitivamente, Kanon sabía cómo mantenerlo callado y sin quejarse. Quizás tenía razón aquella frase de: "Solo un Alpha sabe cómo complacer a otro Alpha."
[...]
Tres meses habían pasado desde el celo de Aioria, y aparentemente todo estaba normal, pero había ciertos comportamientos algo inusuales y difíciles de ignorar.
Ahora, ambos se encontraban descansando, mientras tenían una noche de películas en su recámara. Kanon recostado y apoyado en varias almohadas, últimamente la espalda lo estaba matando, y no hallaba una explicación, no hacía nada que no hiciera antes. Aioria estaba recostado en los muslos de Kanon, con su cabeza muy cerca de su vientre.
Ambos estaban entretenidos con la película, cuando de pronto, Aioria comenzó a frotar un poco su cabeza en el vientre de Kanon, y después lo abrazó por la cintura, cómo intentando cubrir su vientre por completo.
Últimamente, a Aioria le daba por hacer ese tipo de cosas. Siempre había sido una pareja bastante cariñosa y que le encantaba abrazarlo y darle mimos, pero hasta para Kanon resultaba extraña la pequeña obsesión con su vientre.
- Aioria.
- ¿Qué pasa?
- ¿Cuándo te tenía que llegar el celo?
A algunos Alphas el celo les llegaba cada seis meses, cómo a Kanon. Pero a otros les llegaba cada tres meses, cómo a Aioria, plazo que, si sus cálculos no le fallaban, ya se había cumplido.
Aioria pareció darse cuenta de aquel detalle y sorprenderse. Ambos se miraron por unos segundos, y después miraron sus manos, intentando hacer la cuenta nuevamente.
- Quizás sea solo un retraso.- Murmuró Kanon, empezando a ponerse nervioso.
- Sí... Quizás.- Asintió Aioria, igual de nervioso.
Aioria siempre había sido muy regular con sus celos. En todos los años que llevaba de conocerlo, jamás había tenido un solo retraso, y entre el octavo y décimo día de cada tercer mes, el celo le llegaba.
No podía ser lo que estaban pensando... ¿O si?
Había casos donde un Alpha era capaz de concebir, pero era algo extremadamente raro que ocurriera. Literalmente, un caso en diez millones... No, de seguro solo era un retraso, y ellos preocupándose por nada.
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