🌸 Capitulo 9 🌸
Maratón 3/3
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Nirei tembló ligeramente, no podía evitar sentirse incómodo ante la violencia que presenciaba. Los Tokyo Maji eran conocidos por ser una de las bandas más violentas y peligrosas de la ciudad y ahora, ahí, frente a él, estaba un enfrentamiento directo entre ellos.
Sakura y Suo intercambiaron una mirada, también sorprendidos, pero sabían que algo tan grande como Tokyo Maji no pasaba desapercibido. El ruido de los golpes y los rugidos de desafío se mezclaban con las risas y los gritos de la multitud que rodeaba el escenario improvisado.
—¿Qué diablos está pasando aquí? —preguntó Sakura, algo alterado. A pesar de que no estaba involucrado en los conflictos de las bandas, entendía la gravedad de la situación. Era mejor no involucrarse con los Tokyo Maji.
—No lo sé... —respondió Suo, observando a los chicos en el campo de batalla con una expresión seria. Su cuerpo estaba tensado, como si estuviera listo para actuar en cualquier momento. El ambiente era peligroso y el simple hecho de estar cerca de ellos ya era arriesgado.
Nirei se quedó en silencio, completamente desbordado por lo que veía. Quería irse, pero una parte de él no podía apartar la vista. El omega sentía una mezcla de temor y fascinación, y el impulso de correr era fuerte, pero al mismo tiempo, la curiosidad lo mantenía paralizado.
—Deberíamos irnos de aquí, esto no es seguro —dijo Suo finalmente, acercándose un poco más a Nirei. Aunque su tono era calmado, sus ojos reflejaban la seriedad de la situación
El golpe de bat contra la espalda de Sakura resonó en el aire, haciendo que el sonido del impacto fuera tan fuerte como el eco de los gritos que todavía llenaban el ambiente. Sakura cayó hacia adelante, pero rápidamente se recompuso, su mirada oscura se clavó en el chico de uniforme verde que se había atrevido a atacarlo.
—Mierda —murmuró, frotándose la espalda con una expresión irritada. No había esperado un ataque tan repentino.
Antes de que pudiera reaccionar completamente, más chicos de uniforme verde comenzaron a acercarse, armados con palos y bat, dispuestos a continuar el enfrentamiento. El peligro se palpaba en el aire y la situación comenzaba a volverse más tensa de lo que habían anticipado.
Suo, al ver el peligro inminente, se adelantó rápidamente, colocándose delante de Nirei en un intento de protegerlo. Su cuerpo tenso y su postura desafiante mostraban que no iba a dejar que el omega se metiera en el conflicto.
—Aléjense —dijo Suo en voz baja pero firme, sus ojos centelleando con intensidad. La atmósfera que lo rodeaba cambiaba, como si el aire mismo se volviera más pesado a medida que la amenaza se intensificaba.
El chico que había golpeado a Sakura se detuvo brevemente, observando a Suo con una sonrisa burlona.
—¿Qué tenemos aquí? —dijo el chico, su tono sarcástico. —¿Creen que pueden intimidarnos con su mirada? —Se acercó un paso más, levantando su bat, mientras varios de sus compañeros lo seguían. Parecía que no iban a ceder tan fácilmente.
Sakura se levantó por completo, sacudiendo la tierra de su ropa. Aunque el golpe había sido fuerte, no parecía haberle causado mucho daño. Su mirada, llena de determinación, se centró en el chico que había osado atacarlo.
—Si piensas que vamos a dejar que nos golpeen sin respuesta, estás muy equivocado —respondió Sakura, acercándose a él, dispuesto a defenderse.
Nirei observó todo, completamente paralizado, sin saber cómo reaccionar. Los alfas que lo rodeaban se estaban preparando para pelear y aunque temía por su seguridad, la preocupación por su bienestar lo mantenía en un estado de alerta constante.
Suo levantó una mano, señalando con calma a los chicos del grupo contrario.
—Esto no tiene que llegar tan lejos —dijo, con una frialdad que reflejaba la experiencia de alguien que había visto suficientes peleas. —Déjenlo, o las consecuencias serán peores para ustedes.
El chico que había atacado a Sakura se detuvo un momento, su mirada oscureciéndose. Parecía medir la situación antes de tomar una decisión. El ambiente estaba cargado de tensión.
La risa de los chicos del grupo de uniforme verde resonó en el aire, cargada de desdén, como si se burlaran de la advertencia de Sakura. El chico que había golpeado a Sakura se echó hacia atrás, soltando una carcajada burlona, mientras sus compañeros lo acompañaban.
—¿De verdad crees que nos asustamos por tus amenazas? —dijo el chico con una sonrisa arrogante, acercándose aún más.
Sakura apretó los dientes, su cuerpo tenso y su mirada feroz. No iba a permitir que lo desafiaran así, especialmente después de lo que había pasado. Chasqueó los dedos y giró el cuello, liberando la tensión que había acumulado mientras sus ojos brillaban con un peligro palpable.
—Sé que te gusta jugar con fuego, pero no te equivoques —dijo con voz grave. —Te lo advertí, imbécil.
En un abrir y cerrar de ojos, Sakura se lanzó hacia adelante con una velocidad increíble, más rápido de lo que cualquiera habría podido anticipar. El chico de uniforme verde apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Sakura lo golpeara con una fuerza impresionante, empujándolo hacia atrás. La batalla acababa de comenzar, y el aire ya estaba cargado de electricidad.
Suo, al ver el inicio del conflicto, se preparó para intervenir, su postura defensiva firme. Aunque confiaba en las habilidades de Sakura, no iba a dejar que ningún daño llegara al omega que tanto valoraban. Se posicionó estratégicamente cerca de Nirei, su mirada fija en los agresores.
Nirei, aunque temblando de miedo por la confrontación, no pudo evitar sentir una extraña calma al ver la determinación de los alfas a su alrededor. La batalla había comenzado y se lamento el haber venido al festival y sobre todo en involucrar a los chicos.
El caos era total. Los gritos de los chicos de uniforme verde se mezclaban con los golpes y el sonido de los cuerpos impactando contra el suelo. Sakura y Suo estaban en su elemento, moviéndose con una agilidad asombrosa y una fuerza brutal. Cada golpe que daban hacía que los atacantes retrocedieran o caían al suelo, incapaces de levantarse de inmediato. La destreza de los alfas era innegable, y sus enemigos no tardaron en aprender la lección.
Nirei se mantenía a un lado, esquivando los cuerpos que volaban por el aire, los gritos de los chicos caídos resonaban en sus oídos. Aunque no estaba participando directamente, la adrenalina corría por su cuerpo y la atmósfera cargada de tensión lo mantenía alerta. Cada vez que un chico caía cerca de él, se apartaba rápidamente para evitar que lo golpearan accidentalmente. A pesar de la violencia que se desarrollaba frente a sus ojos, había algo en su interior que lo hacía sentir extraño, como si, de alguna manera, fuera parte de ese caos.
—¡Sakura, ten cuidado! —gritó Nirei, alertando al alfa cuando uno de los atacantes se levantó con una garra y trató de sorprenderlo por la espalda.
Sakura giró rápidamente, su puño alcanzando al atacante con una velocidad letal. El chico cayó de inmediato, inconsciente. Suo, por otro lado, manejaba a los suyos con calma y precisión, no permitiendo que ninguno se acercara demasiado a Nirei.
—Tranquilo, Nirei. No dejes que te distraigan —le dijo Suo sin apartar la vista de los enemigos.
Nirei asintió, sabiendo que lo mejor era no involucrarse más de la cuenta. No era el momento para sentirse inseguro o vulnerable. Observó cómo los alfas continuaban dominando
Al otro lado de la batalla, varios pares de ojos observaban la situación. Ellos ya habían terminado con el resto de los Bisters.
—¿Quiénes son esos? —preguntó un pequeño rubio con coleta.
—Ni idea, pero son buenos —respondió un chico de cabello blanco y piel bronceada.
—Demasiado buenos, diría yo —comentó otro chico de cabello rubio, con un dragón tatuado en uno de sus lados.
—Y parece que no están peleando en serio —añadió un chico con lentes, observando detenidamente.
El resto de los miembros de Tokyo Maji solo podían observar sorprendidos cómo dos chicos se encargaban del resto de los Bisters con una facilidad sorprendente.
—¿Capitán, deberíamos ayudarlos? —preguntó un chico de cabellera naranja con una gran sonrisa.
—¿A quién? ¿A los Bisters? —respondió el capitán, mirando la escena con desdén.
—Jajaja —la risa escandalosa de Baji resonó por el aire, interrumpiendo el silencio que había caído sobre el grupo. Su risa era fuerte, despreocupada, y llenaba el ambiente con una energía peculiar. A pesar de la tensión que se podía cortar con un cuchillo, Baji parecía completamente inmune a ella, como si estuviera disfrutando del caos a su alrededor.
—Muy gracioso, Mikey —dijo Baji mientras se sacudía la cabeza, todavía riendo por la broma que había lanzado.
Mikey, que estaba de pie con los brazos cruzados, observó la pelea con atención. Aunque su rostro mantenía una expresión relajada, sus ojos reflejaban una aguda concentración, como si estuviera analizando todo lo que sucedía a su alrededor.
—Que es verdad, parece que la están pasando muy mal —comentó Mikey sin perder de vista la lucha entre los alfas y los Bisters. El tono de su voz era tranquilo, pero la ironía era evidente. No le costaba reconocer que la situación no era sencilla para los Bisters, quienes parecían estar perdiendo terreno rápidamente.
—Pero realmente se ven muy fuertes —añadió el pelirubio más conocido como Takemichi, que observaba a los alfas mientras se movían con agilidad y destreza. Su rostro mostraba una mezcla de admiración y asombro, y no podía evitar sentirse impresionado por la facilidad con la que los alfas de Bisters caían uno tras otro.
El comentario de Takemichi, aunque inocente, no fue bien recibido por todos. Los alfas, que hasta ese momento se habían mantenido al margen de la conversación, empezaron a fruncir el ceño. No les gustaba que su Omega mencionara lo fuertes que eran los desconocidos, ya que eso implicaba una evaluación directa de su propia habilidad, algo que no estaban dispuestos a aceptar fácilmente.
Mikey se acercó a Takemichi y lo abrazó por la cintura con una expresión traviesa, presionando su cuerpo contra el de él.
—Repite lo que dijiste —exigió Mikey con un puchero, mirándolo fijamente a los ojos.
—Yo también quiero escucharlo —añadió Mitsuya, mirando a Takemichi con un aire de ligera incomodidad mientras cruzaba los brazos.
Takemichi, completamente desconcertado por la actitud de ambos, los miró confundido.
—¿Eh? ¿Qué? —preguntó, sin entender qué estaba pasando, mientras intentaba liberar su cintura del agarre de Mikey, pero el alfa no lo dejaba ir.
Mitsuya observó a Takemichi con una ligera sonrisa celosa, pero en sus ojos había algo más.
—Sí, repite lo que dijiste —insistió Mitsuya, algo molesto mientras sus ojos se dirigían hacia Suo y Sakura, quienes estaban más alejados pero aún dentro del campo de visión.— ¿Por qué tanta emoción con ellos?
Takemichi, ahora más confundido que nunca, se frotó la cabeza, mirando a Mikey y luego a Mitsuya. No estaba seguro de qué querían, pero la actitud de ambos lo hacía sentir incómodo.
—Eh, ¿pero qué dije? —balbuceó, sin tener idea de por qué los dos alfas lo miraban así.
Mikey apretó un poco más su abrazo, con una sonrisa más amplia y un tono juguetón.
—Dijiste que esos chicos son geniales, pero ahora veo que eres más... ¿fiel a ellos que a nosotros? —dijo Mikey, su puchero desapareciendo para dar paso a una ligera sonrisa competitiva. — ¿Es que no lo ves? ¡Nosotros también somos geniales!
Mitsuya, que ya no podía ocultar su malestar, miró a Takemichi con cierto reproche, pero al mismo tiempo, con algo de diversión en su mirada.
Takemichi solo pudo observarlos, con un tic en la ceja, claramente impotente ante lo que estaba presenciando. A su lado, Draken, Kazutora, Chifuyu e Izana se unieron al grupo, todos ellos mostrando expresiones de molestia y competitividad.
«No puede ser» pensó Takemichi con un profundo suspiro, al darse cuenta de que sus alfas estaban claramente celosos de unos alfas desconocidos, unos que ni siquiera conocían bien. Era como si estuvieran perdiendo el control por completo.
—¿Por qué dices eso, Takemichi? —preguntó Chifuyu, frunciendo el ceño y dando un paso hacia él, claramente indignado. El tono de su voz mostraba que no pensaba permitir que nadie cuestionara su lugar en la vida de Takemichi.
—Nosotros somos mejores que ellos —respondió Draken con firmeza, su voz grave y llena de orgullo. La mirada que les lanzó a los alfas desconocidos reflejaba un claro desdén, como si fueran una amenaza que no estaba dispuesto a tolerar.
Takemichi, por otro lado, se golpeó la frente con una mano en un gesto de desesperación, avergonzado por la escena de sus alfas celosos, que no podían ni siquiera controlar sus emociones más básicas frente a unos simples desconocidos. Sabía que la situación estaba fuera de control, pero no podía evitar sentirse incómodo por el comportamiento posesivo que estaban mostrando.
—Tengo ganas de otra paliza —comentó Kazutora con una sonrisa traviesa, claramente disfrutando de la tensión que se generaba en el ambiente. Sus ojos brillaban con picardía mientras se dirigía a Izana, buscando su aprobación para desatar más caos.
—Estoy de acuerdo —asintió Izana, su expresión divertida y algo burlona, sabiendo que todo esto solo alimentaba la rivalidad que estaba surgiendo. Parecía disfrutar viendo cómo Takemichi estaba atrapado en medio de todo este desorden, sin poder hacer nada para calmar a sus alfas.
Mientras tanto, el resto de la Tokyo Maji no pudo evitar reírse ante el espectáculo. La escena era demasiado absurda para ser tomada en serio. Algunos se cruzaban miradas y se tapaban la boca para no hacer demasiado ruido, pero las carcajadas se escapaban de todos modos. Takemichi, atrapado entre sus alfas celosos y posesivos, no podía creer que su vida se hubiera vuelto tan caótica. Sin embargo, la risa de los demás solo aumentaba su frustración y aunque lo deseaba, no podía evitar sentirse completamente impotente ante el comportamiento de sus alfas.
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Hasta aquí el maratón.
Espero que les haya gustado.
Nos vemos en el siguiente capitulo 😉
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