🌸 Capitulo 6 🌸
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Había pasado una semana desde que Nirei habló con los chicos y asistió por última vez a la escuela. Durante esos días, su ánimo se había desplomado. Tanto él como su lobo omega se sentían rechazados por los alfas, una herida invisible pero profunda que le costaba ignorar. Nadie había pasado por su casa, salvo Kiryo y Tsugerua, quienes lo visitaban con frecuencia, mostrándose genuinamente preocupados. Aunque no les había contado toda la verdad, sus gestos de apoyo lo reconfortaron de alguna manera.
Kotoha también había hecho acto de presencia, llevándole bocadillos y compartiendo momentos de calma. Incluso Umemiya y Hiragi lo visitaron, lo que agradeció en silencio. Sin embargo, los dos alfas principales que ocupaban sus pensamientos no aparecieron. Su ausencia era un recordatorio punzante del rechazo que tanto le dolía aceptar.
Física y emocionalmente, Nirei estaba destrozado. Su cuerpo le pesaba como si hubiera corrido un maratón interminable; cada músculo y cada hueso le dolían, agotados más allá de lo soportable. Pero el verdadero tormento residía en su interior. Su lobo, antes enérgico y protector, ahora yacía arrinconado en un rincón oscuro de su ser, inmovilizado por una tristeza que parecía no tener fin. Se negaba a salir, incapaz de enfrentarse al mundo exterior. Esa sensación de vacío y desesperanza lo consumía, dejando una sombra que intensificaba su dolor con cada segundo que pasaba.
Ni siquiera el consuelo de sus padres lograba aliviar su tormento. Ellos, preocupados, intentaban animarlo con palabras y gestos de cariño, pero Nirei sentía una distancia insalvable entre él y los demás. Aunque agradecía sus esfuerzos, no podía evitar sentirse completamente solo, como si una barrera invisible lo separara incluso de aquellos que más lo querían.
Preocupados por su estado, sus padres insistían en ayudarlo, pero Nirei los mantenía a raya. No quería que lo vieran en ese estado tan vulnerable, no quería cargarles con un dolor que ni siquiera él comprendía del todo. Su orgullo herido como omega se interponía como una barrera. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, deseaba poder gritar, liberar todo el dolor que lo carcomía.
El rechazo de Suo y Sakura lo habían marcado profundamente. Aunque sabía que no era del todo culpa suya, pero aun asi el peso de la culpa lo aplastaba, susurrándole constantes dudas y reproches. Se sentía como si estuviera perdiendo una parte vital de sí mismo, como si su lobo estuviera desvaneciéndose lentamente. Lo peor de todo era que no podia comprender por qué se sentía de esa manera. "Solo eran amigos", se repetía constantemente, intentando convencerse asi mismo. Pero esa certeza se tambaleaba bajo el peso de sus emociones. Se maldijo por haberse permitido bajar la guardia y por haber depositado tanto en una conexión que ahora parecía rota.
En la escuela Furin, Suo y Sakura permanecían apartados del resto de los estudiantes. Ambos alfas sabían que tarde o temprano tendrían que hablar con Nirei, pero el miedo y la culpa les impedían dar el primer paso. Jamás imaginaron que las cosas terminarían así y todo debido a su maldito celo.
—Debemos hablar con Nirei —susurró Sakura, lo suficientemente bajo como para que solo Suo lo escuchara.
—Lo sé, pero no es fácil —respondió Suo, desviando la mirada hacia el suelo.
—Claro que no es fácil, pero no podemos fingir que nada pasó —replicó Sakura, pasando una mano nerviosa por su cabello.
—Lo sé —admitió Suo después de un momento de silencio, su voz grave y cargada de preocupación—. Créeme, he pensado mucho en eso también.
—No hay mucho que pensar —Sakura frunció el ceño, visiblemente frustrado—. Fue nuestra maldita culpa, y arrastramos a Nirei con nosotros.
Suo lo observó en silencio por un momento antes de responder.
—No digo que no sea nuestra culpa, porque es obvio que lo es, pero… a lo que me refiero es al porqué.
—¿Qué? —preguntó Sakura, desconcertado.
Suo suspiró, dejando clara su frustración ante la falta de comprensión de su compañero.
—Entramos en celo, sí, pero es extraño. Normalmente, antes que a un beta, se busca a un omega. Además, nunca antes me había pasado perder el control así, ni siquiera en un celo —explicó, con el ceño fruncido y visiblemente pensativo.
Sakura asintió lentamente, procesando las palabras de Suo.
—Es cierto… además, siempre he tenido control respecto a eso —murmuró, más para sí mismo—. Jamás me había pasado, incluso con omegas alrededor.
El silencio que siguió a su reflexión fue confuso, cargado de preguntas que ninguno sabía cómo responder. Había algo fuera de lo común en lo ocurrido y ambos lo sabían, aunque aún no lograban comprender qué había desencadenado esa pérdida de control.
—Por lo que pienso… Nirei probablemente sea un omega —soltó Suo finalmente, rompiendo el tenso silencio.
Sakura, lejos de sorprenderse, se quedó pensativo.
—Es lo más probable, todo apunta a que lo es —respondió mientras los recuerdos de su compañero lo inundaban, haciendo que su rostro se tiñera de un rojo intenso.
Suo lo notó de inmediato y no pudo evitar soltar un comentario burlón.
—Pervertido.
—¡No, no es lo que crees! —protestó Sakura rápidamente, su rostro poniéndose aún más rojo mientras agitaba las manos de manera frenética—. Yo… solo estaba recordando, nada más.
Suo arqueó una ceja, claramente disfrutando de la incomodidad de Sakura.
—Claro, solo recordando —respondió con un tono sarcástico.
Sakura apartó la mirada, intentando ignorar las burlas de Suo, aunque su creciente nerviosismo lo traicionaba.
—Idiota —bufó Sakura, cruzando los brazos—. Si es omega, entonces es peor. Y si, si lo ¿preñamos? —añadió, con evidente nerviosismo en su voz.
—Eso no lo sabremos hasta que hablemos con él. Lo mejor será ir a verlo y...
Antes de que Suo pudiera terminar, la voz alegre de Tsugerua interrumpió la conversación. El pelinaranja se acercaba acompañado de Kiryu, ambos luciendo despreocupados.
—¡Hey, chicos! ¿Cómo están? —preguntó Tsugerua con una sonrisa despreocupada.
Suo y Sakura intercambiaron una mirada, acordando silenciosamente dejar el tema para más tarde.
—Bien, ¿y ustedes? —respondió Suo con calma fingida.
—Nosotros también bien —contestó Kiryu sin levantar la vista de su teléfono, ocupado escribiendo un mensaje.
—¿A quién le estás escribiendo? —preguntó Tsugerua, curioso.
—A Nirei. Sigo preocupado por él —dijo Kiryu con su habitual tono sereno mientras enviaba el mensaje.
Al escuchar el nombre de Nirei, tanto Sakura como Suo se tensaron y dirigieron toda su atención a los chicos.
—¿Y cómo está? —preguntó Sakura, su nerviosismo era vidente a pesar de su intento de sonar casual.
—Según él, dice que está bien, pero no lo sé... hay algo que no cuadra —respondió Kiryu, frunciendo ligeramente el ceño.
Suo y Sakura se estremecieron ante el comentario, intentando no dejar entrever su incomodidad.
—Tienes razón. Y eso me recuerda... —intervino Tsugerua, girando su mirada hacia los dos alfas—. Ustedes no han ido a verlo.
Suo respiró hondo antes de responder con su habitual calma.
—Lo sé, no hemos tenido tiempo, pero iremos pronto.
Tsugerua los miró fijamente por un momento, evaluándolos, para luego esbozar una amplia sonrisa.
—¡Perfecto! Jajaja.
Su risa resonó en el lugar, escandalosa y contagiosa, rompiendo la tensión que había en el aire. Sin embargo, para Suo y Sakura, la conversación se sentía cada vez más pesada, como si el peso de sus propias culpas estuviera apretando lentamente alrededor de ellos.
—El ambiente parece muy bueno aquí —se escuchó una voz detrás de ellos, cargada de sarcasmo.
Sakura giró la cabeza rápidamente, reconociendo la figura de Karma. Su expresión se endureció al instante.
—¿Qué quieres? —preguntó con hostilidad.
Karma, con una sonrisa divertida en el rostro, levantó las manos en un gesto despreocupado.
—Nada, solo vine a saludarlos. Aunque parece que les falta alguien... —hizo una pausa teatral antes de añadir—. ¿Dónde está el pequeño gatito rubio?
La mención de Nirei hizo que Suo y Sakura se levantaran de sus asientos, ambos con el ceño fruncido y miradas desafiantes.
—¿Qué te importa? —respondió Suo, su tono de voz fue frío y cortante.
Karma mantuvo su sonrisa, como si disfrutara de la reacción que había provocado, pero no dijo nada más, dejando que la tensión entre ellos aumentara.
—Oye...
Antes de que Sakura pudiera lanzarse encima de Karma, Tsugerua colocó una mano firme sobre su hombro, intentando calmarlo.
—No es de tu incumbencia. Además, dudo que él quiera hablar contigo, y tampoco lo permitiríamos —dijo Tsugerua, su tono de voz fue tranquilo pero cargado de autoridad.
Karma, lejos de intimidarse, dejó escapar una carcajada cargada de burla, sus ojos brillaron con una malicia descarada.
—¿Permitir? —repitió con desdén—. Qué gracioso. No necesito su autorización para hablar con él. Lo haré directamente... aunque, viendo lo desesperados que están por mantenerlo alejado de mí, me pregunto si será porque tienen miedo de que yo pueda ofrecerle algo que ustedes no pueden. —una sonrisa burlona apareció en sus labios— Un "gatito sin dueño" sabe exactamente quién puede darle las mejores caricias... y algo más.
La insinuación venenosa cayó como una bomba y el ambiente se volvió opresivo al instante. Los cuatro alfas comenzaron a liberar feromonas cargadas de molestia, inundando el aire con una tensión asfixiante. Sakura apretó los puños hasta que sus nudillos se tornaron blancos, mientras Suo entrecerraba los ojos, estudiando a Karma como un depredador acechando a su presa. Incluso Tsugerua y Kiryu, que habitualmente eran serenos y tranquilos, no pudieron ocultar el fulgor de su ira contenida.
—Cuidado con tus palabras, Karma —advirtió Kiryu, su tono de voz fue helado, casi como si fuera una daga—. No conoces a Nirei y mucho menos a nosotros, para atreverte a hablar así. Ten cuidado… no todos aquí tienen mi paciencia y la estás agotando.
—¿Eso es una amenaza, Kiryu? —respondió Karma con tono retador, una sonrisa altiva curvándose en sus labios. Sus ojos brillaron con una mezcla de burla y desafío, claramente disfrutando del enfrentamiento.
Antes de que Kiryu pudiera abrir la boca, una voz firme y cortante atravesó el aire, llenando la sala con un peso palpable.
—No es una amenaza. Es una advertencia, aunque, viniendo de alguien como tú, dudo que sepas diferenciar.
Kaji, el chico de cabello blanco, entró al aula acompañado por su equipo. Su expresión era glacial, y su mirada, afilada como una navaja, se clavó en Karma. Habían llegado justo a tiempo para presenciar el espectáculo y por la dureza de sus semblantes, estaba claro que no estaban impresionados.
La atmósfera, ya cargada, se tensó al punto de volverse asfixiante. Karma giró lentamente hacia Kaji, la misma sonrisa burlona aún en su rostro, pero su cuerpo revelaba una leve rigidez, una señal de que no subestimaba la presencia que acababa de entrar. Los miembros del equipo de Kaji se posicionaron detrás de él como sombras amenazantes, dejando claro que estaban preparados para cualquier cosa.
—Oh, miren quién decidió unirse a la fiesta. ¿También vienes a hacerte el héroe, Kaji? O tal vez a probar si eres algo más que una bonita decoración para tu equipo —replicó Karma, con un tono cargado de veneno.
Kaji no se molestó en disimular su desdén. Dio un paso adelante, su mirada perforando a Karma como un cuchillo.
—Héroes no, Karma. Simplemente no toleramos basura parlante. Y si no puedes entenderlo por las buenas, estoy seguro de que alguien aquí estará encantado de explicártelo.
El aula quedó en silencio. Incluso la sonrisa de Karma pareció tambalearse un instante, antes de que sus ojos volvieran a llenarse de desafío.
—Parece que el gatito tiene más dueños de los que aparenta —soltó Karma, su voz estaba impregnada de burla, mientras sus ojos brillaban con una diversión maliciosa.
El comentario fue el detonante inmediato. Las miradas de los estudiantes se clavaron en él con desdén, pero Karma no parecía inmutarse; de hecho, parecía disfrutarlo.
—Será mejor que cierres la boca, o yo lo haré —advirtió Sakura con furia, su tono de voz estaba lleno de amenaza.
Karma levantó las manos en un gesto de aparente inocencia, pero la sonrisa burlona seguía firmemente plantada en su rostro.
—Tranquilo, no pretendo quitarte a tu pareja —dijo, alargando las palabras con un tono cargado de ironía.
El rostro de Sakura se encendió de rojo, una mezcla de vergüenza y enojo que parecía a punto de explotar. Murmuró algo entre dientes, pero Karma no le dio importancia.
—Aunque, seamos sinceros —continuó Karma, inclinándose ligeramente hacia adelante con una expresión casi conspirativa—. Es extraño, ¿no creen? Un simple beta con tantos alfas detrás... ¿Será que su "inocencia" no es tan pura como aparenta? Casi diría que es un...
Antes de que pudiera terminar, un fuerte estruendo lo interrumpió. Todos voltearon a ver el origen del ruido: Suo había empujado su escritorio, su mirada estaba clavada en Karma.
—No te atrevas a terminar esa frase, maldito —gruñó Suo, su voz fue baja pero cargada de una amenaza que helaba la sangre.
Karma alzó las cejas, fingiendo sorpresa, aunque su sonrisa apenas titubeó. Parecía medir el peligro, pero no podía resistir la tentación de seguir provocando.
—¿Dije algo malo? —preguntó con una falsa inocencia que solo encendió más la furia en el ambiente.
Antes de que alguien pudiera avanzar hacia él, Kaji habló, su voz fue fría y cargada de autoridad.
—Será mejor que te largues, Karma. Ahora.
La sonrisa de Karma finalmente se desvaneció, aunque solo para dar paso a una expresión desafiante. Se encogió de hombros, fingiendo indiferencia.
—Vaya, vaya, ¿así reciben a los invitados? Qué sensibles son. Pero está bien, les daré un descanso... por ahora.
Con un último vistazo burlón a todos los presentes, se dio la vuelta y salió del aula. El silencio que dejó tras de sí era tan pesado que parecía que nadie se atrevía a respirar.
Apenas la puerta del aula se cerró tras Karma, el silencio se rompió como una presa desbordada.
—¡Ese imbécil! —gruñó Suo, golpeando el escritorio con tal fuerza que algunos estudiantes dieron un respingo. Sus ojos brillaban con una furia contenida, sus manos apretadas en puños como si estuviera a punto de lanzarse tras él.
Sakura, aún rojo de ira, pateo una de las sillas. —¡¿Cómo se atreve a hablar así de Nirei?! —espetó, su voz temblaba de indignación. Miró alrededor, como si esperara que alguien diera la señal para ir tras Karma.
—Cálmense, ambos —intervino Tsugerua, aunque su tono no tenía la tranquilidad habitual. Sus ojos reflejaban un fuego contenido y su mandíbula estaba tan tensa que parecía que podría romperse.
—¿Cálmense? —replicó Suo, girándose hacia él con incredulidad—. ¿Viste cómo se burló de nosotros? ¡De Nirei! No voy a dejar que ese bastardo salga impune.
Kiryu, que había permanecido en silencio hasta ese momento, soltó un resoplido.
—Deberíamos haberlo sacado a la fuerza. Así aprendería a no meter su maldita boca donde no le llaman.
El aura de feromonas de los alfas llenó el aula, sofocante y pesada, afectando incluso a los estudiantes más alejados. Algunos comenzaron a murmurar entre ellos, nerviosos por la intensidad del momento.
—¡Basta! —La voz de Kaji resonó como un trueno, logrando que todos se callaran de inmediato. Su mirada helada se posó en cada uno de ellos—. Karma no merece que perdamos el control por su basura. Si reaccionamos como él quiere, le damos exactamente lo que busca.
Tsugerua respiró hondo, tratando de calmarse, pero su tono seguía cargado de enojo.
—Esto no se quedará así. Si vuelve a decir algo sobre Nirei…
—No lo hará —interrumpió Kaji con firmeza, sus ojos aún brillando con rabia contenida—. Porque yo mismo me aseguraré de que lo piense dos veces antes de abrir la boca.
El silencio regresó, pero esta vez era diferente. No era paz, sino una calma antes de la tormenta. Cada uno de los alfas tenía grabada la promesa de que si Karma cruzaba esa línea otra vez, no habría advertencias, solo consecuencias.
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Espero que lo disfruten
¿Debería hacer un maratón?
Próximo Capitulo El domingo...
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