🌸 Capitulo 16 🌸
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Dejar al omega en su casa no era una opción viable. Ambos sabían que sus padres no tardarían en hacer preguntas incómodas, preguntas que ellos no estaban preparados para responder. ¿Cómo explicarían su estado actual? Era un riesgo que ninguno estaba dispuesto a correr, sobre todo considerando que cualquier respuesta inadecuada podría desatar sospechas o incluso empeorar la situación.
Tras un breve intercambio de miradas, Suo y Sakura llegaron a la misma conclusión: llevar al rubio a su hogar sería la peor decisión. Después de todo, él no estaba en condiciones de afrontar interrogatorios ni dar explicaciones. Por eso, decidieron que lo mejor era trasladarlo a un lugar más seguro, lejos de cualquier distracción o amenaza.
Finalmente, acordaron que la casa del bicolor sería el refugio perfecto. Allí podrían cuidarlo, asegurarse de que estuviera a salvo y evitar el interrogatorio innecesario. Aunque no era una decisión sencilla, ambos sabían que era lo correcto.
Al llegar a la casa, ambos subieron las escaleras en silencio, cuidando de no hacer ruido. Al entrar en la habitación, Suo recostó con cuidado a Nirei sobre la cama. Su expresión mostraba una mezcla de cansancio y preocupación mientras se inclinaba para quitarle los zapatos al rubio, dejándolos junto a la cama. Luego lo arropó con una manta suave, asegurándose de que estuviera cómodo.
Ambos alfas permanecieron un momento en silencio, observando al omega que descansaba plácidamente. Finalmente, se encontraron con la mirada del otro y una conversación inevitable se hizo presente.
—¿Y cómo se supone que vamos a dormir? —preguntó Sakura, frunciendo el ceño con evidente molestia.
—En la cama, ¿no es obvio? —respondió Suo con un tono despreocupado, como si no hubiera alternativa más lógica.
—¿Estás loco? ¡Nirei está ahí! —exclamó Sakura, señalando al rubio que dormía tranquilamente.
—¿Y qué? —replicó Suo, cruzando los brazos mientras lo miraba con una ceja alzada.
Sakura bufó, incrédulo ante la actitud de su compañero.
—Es un omega, Suo. Y está dormido. ¡No podemos simplemente meternos en la cama con él ahí!
—¿Por qué no? No vamos a hacer nada extraño. Además, es una cama, ¿o prefieres dormir en el suelo? —dijo Suo con una sonrisa ladeada, claramente disfrutando de la incomodidad de Sakura.
Sakura rodó los ojos, frustrado, pero no pudo evitar admitir que Suo tenía un punto. El suelo no era una opción particularmente atractiva, pero tampoco lo era compartir el espacio con un omega.
—Eres imposible —murmuró, mientras Suo se encogía de hombros, preparándose para acomodarse en la cama junto al rubio.
—No sé por qué te preocupas si de todos modos... —dijo Suo, dejando la frase en el aire mientras se acomodaba junto a la cama.
Sakura lo miró con el ceño fruncido, claramente irritado.
—¿Cómo que "por qué"? —replicó, cruzándose de brazos y señalando hacia el rubio que dormía profundamente. —Aún no es nuestro omega. No podemos actuar como si lo fuera.
Suo dejó escapar una ligera risa, una mezcla llena de confianza y desafío.
—Pero lo será —afirmó con seguridad, mirando a Sakura directamente a los ojos.
Sakura abrió la boca para responder, pero se detuvo, estudiando la expresión decidida de Suo. No había duda en sus palabras ni en su mirada; hablaba como si aquello ya fuera un hecho.
—¿Y cómo puedes estar tan seguro? —preguntó Sakura después de unos segundos de silencio, su tono más bajo pero aún lleno de duda.
Suo se inclinó ligeramente hacia él, con una sonrisa confiada en los labios.
—Porque lo sabes tan bien como yo. Nirei ya nos pertenece, aunque aún no lo acepte. Es cuestión de tiempo.
Sakura se quedó callado, su mente dividida entre la lógica y ese innegable instinto que le decía que Suo tenía razón. Suspiró pesadamente y miró al rubio nuevamente. Aunque no quería admitirlo.
El sonido de la alarma resonó por toda la habitación, rompiendo el silencio de la mañana. Nirei se removió incómodo en su lugar, intentando ignorar el ruido. Su cuerpo se sentía extraño, como si algo lo inmovilizara. Confuso, trató de extender su mano hacia la mesita para apagar el molesto aparato, pero le fue imposible moverse.
Frunció el ceño, sintiendo una presión cálida a su alrededor y lentamente abrió los ojos. Lo primero que vio fue un rostro familiar. Su corazón dio un brinco al reconocer a Suo, quien dormía plácidamente frente a él, tan cerca que podía sentir el suave ritmo de su respiración.
—¿Qué...? —susurró, aturdido y desconcertado.
Con el corazón latiendo rápidamente, Nirei intentó retroceder, pero algo lo detuvo. Giró su rostro hacia el otro lado y para su sorpresa, se encontró cara a cara con Sakura. Sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta de que ambos chicos lo tenían atrapado entre sus brazos, como si fuera un puente entre ellos.
La cercanía era abrumadora y sintió cómo el calor subía rápidamente a sus mejillas, pintándolas de un rojo intenso. Su mente era un torbellino de preguntas mientras trataba de procesar la escena.
«¿Qué está pasando aquí...? »pensó, su respiración acelerándose al sentir el peso de los dos alfas rodeándolo.
Mientras tanto, la alarma seguía sonando intensamente en el fondo, amplificando su incomodidad. Pero ni Suo ni Sakura parecían molestos por el ruido. Permanecían dormidos, completamente ajenos al caos interno de Nirei, quien no sabía si gritar, reír nerviosamente o desmayarse en ese mismo instante.
Nirei se tensó al sentir cómo el agarre de Sakura se volvía más firme, atrayéndolo aún más hacia su cuerpo. El calor de sus brazos lo envolvía, pero lo que realmente lo hizo estremecerse fue el aliento del bicolor rozando su cuello.
—Mío, pollito —murmuró Sakura, su voz ronca por el sueño, pero cargada de una posesividad que hizo que un escalofrío recorriera la espalda del omega.
«¿Qué...? »pensó Nirei, sus ojos abiertos de par en par mientras intentaba procesar no solo las palabras, sino también el apodo que acababa de escuchar. ¿Pollito? ¿En serio? El rubio apenas podía creer que, en medio de una situación tan incómoda, Sakura hubiera optado por un apodo tan tonto.
Pero antes de que pudiera reaccionar o siquiera cuestionarlo, sintió un suave roce sobre su frente. Sus pensamientos se detuvieron al instante cuando se dio cuenta de que eran los labios de Suo, presionando un beso firme pero inesperadamente cálido.
—¿Qué demonios...? —balbuceó para sí mismo, su voz casi inaudible.
El omega estaba seguro de que las cosas no podían empeorar, pero se equivocó. Las manos de Suo, grandes y firmes, se posaron con seguridad sobre su cintura, sujetándolo con una fuerza que no dejaba lugar a dudas de su intención de mantenerlo allí.
Nirei sintió cómo el calor subía a su rostro, su mente hecha un caos entre el desconcierto y la vergüenza. Estaba atrapado entre dos alfas, ambos demasiado cómodos, demasiado cerca y sobre todo demasiado... posesivos.
—Esto tiene que ser un sueño... —murmuró, cerrando los ojos con fuerza mientras su rostro ardía de la vergüenza. Pero, por desgracia, el sonido persistente de la alarma en el fondo le recordaba cruelmente que no estaba soñando y que esto era real.
El omega no pudo soportar más aquella situación. La cercanía, los murmullos posesivos y el contacto físico eran demasiado para él. En un arrebato de nerviosismo y desesperación, comenzó a patalear con fuerza, moviendo sus piernas como si su vida dependiera de ello.
El movimiento brusco tomó por sorpresa a los alfas, quienes, sin poder reaccionar a tiempo, terminaron cayendo de la cama con un fuerte golpe. El estruendo resonó como un eco en toda la habitación, acompañado por el sonido del reloj del estante al desplomarse y apagarse de inmediato.
—¡Por fin! —exclamó Nirei, levantándose rápidamente y alejándose al otro lado de la cama, con el corazón latiéndole a mil por hora.
Mientras tanto, en el suelo, los alfas gruñían por el dolor y la repentina interrupción de su sueño.
—¡Mi cabeza! —se quejó Sakura, frotándose la zona afectada mientras hacía una mueca. —¿Qué rayos te pasa, pollito?
Nirei lo miró con los ojos entrecerrados, claramente irritado por el apodo, pero demasiado avergonzado para responder.
Suo, por su parte, no parecía mucho mejor. Apoyado sobre un codo, soltó un gruñido bajo mientras murmuraba algo inintendible con evidente molestia.
—¿Tienes idea de lo incómodo que es despertar así? —añadió, mirando a Nirei con una mezcla de reproche y cansancio.
El rubio los observó desde su posición, sintiéndose una mezcla de culpa y satisfacción. Quizás los había lastimado un poco, pero al menos había recuperado algo de su espacio personal.
—Eso es lo que pasa cuando invaden mi espacio —dijo finalmente, cruzándose de brazos y tratando de sonar más seguro de lo que realmente estaba. Su rostro aún estaba ligeramente rojo.
Los alfas intercambiaron una mirada, claramente sorprendidos por la actitud del omega. Sin embargo, ninguno de los dos parecía dispuesto a ceder tan fácilmente.
—Además, ¿por qué estoy en la casa de Sakura? ¿Por qué están ustedes aquí? ¿Y por qué demonios dormíamos juntos? —exclamó Nirei, lanzándoles preguntas como si fueran flechas, su voz cargada de confusión y un leve rastro de indignación.
Sakura, aún frotándose la cabeza, se levantó del suelo con un suspiro. Caminó hasta la orilla de la cama y se sentó con calma, mirándolo directamente a los ojos.
—Bueno... pensamos que era mejor traerte aquí en lugar de llevarte a tu casa —respondió con tono serio, aunque sus palabras tenían un aire de cuidado. Su mirada se mantuvo fija en Nirei mientras añadía—Sobre todo después de lo que pasó.
Nirei parpadeó, confundido al principio, pero su mente comenzó a conectar las piezas. De pronto, el recuerdo de lo ocurrido le golpeó como un torrente. Su cuerpo se estremeció involuntariamente mientras la imagen de Karma, junto con lo que le había hecho, se filtraba en su memoria.
El aire a su alrededor cambió. Su aroma, normalmente dulce y cálido, se volvió agrio, reflejando el remolino de emociones que lo invadían: miedo, vergüenza y algo de impotencia.
Suo, atento a la reacción del omega, se sentó a su lado sin dudarlo. Su proximidad era reconfortante, pero no invasiva.
—Tranquilo —dijo con firmeza, su voz baja pero llena de determinación—. No dejaremos que te vuelva a hacer daño.
Nirei levantó la mirada hacia él, buscando algo en sus ojos, tal vez una confirmación de que realmente estaba a salvo. Luego desvió la mirada hacia Sakura, quien también lo observaba con seriedad.
—¿Cómo saben eso? —preguntó finalmente, su voz temblorosa mientras pasaba su mirada del castaño al bicolor, intentando descifrar cómo estaban tan seguros de lo que había ocurrido.
Suo y Sakura intercambiaron una breve mirada antes de que Sakura hablara.
—Lo suficiente como para saber que no se volvera acercar a ti—dijo Sakura, cruzando los brazos—. Y no necesitas recordar o contarlo si no quieres, pero podemos sentirlo.
Suo asintió, su expresión más suave.
—Tu aroma cambió esa noche y aunque no lo digas en voz alta, lo entendemos. No tienes que enfrentarlo solo.
Las palabras de ambos alfas resonaron en Nirei, que aún se sentía vulnerable, pero algo en su pecho comenzó a relajarse. Tal vez, después de todo, no estaba tan solo como había pensado.
—Es algo que preferiría olvidar... pero no sirve de nada que lo olvide, despues de todo, ya lo saben —murmuró Nirei, su voz apenas un susurro, cargada de una mezcla de resignación y vulnerabilidad.
Suo suspiró, observándolo en silencio por un momento. Luego, sin previo aviso, tomó el mentón de Nirei con suavidad, inclinando su rostro hacia él. Antes de que el omega pudiera reaccionar, sus labios se encontraron en un beso breve, pero lleno de intención.
Nirei se quedó paralizado por unos segundos, sus ojos abiertos de par en par. Al comprender lo que acababa de ocurrir, se apartó rápidamente, un rubor intenso cubriendo su rostro mientras llevaba una mano temblorosa a sus labios.
—¿Qué demonios estás haciendo...? —comenzó a protestar, pero su voz fue interrumpida cuando sintió otra mano apartar la suya.
Sakura no dejó que el rubio terminara su frase. Aprovechó la distracción y se inclinó hacia él, capturando también sus labios en un beso. Este fue un poco más lento, como si buscara dejar claro que no era un accidente ni una broma.
Nirei se quedó completamente inmóvil, incapaz de procesar lo que estaba pasando. Su rostro, ya sonrojado, parecía a punto de explotar mientras sus ojos saltaban de uno a otro. En cuanto Sakura se separó, el omega llevó ambas manos a su boca, cubriéndola como si quisiera protegerla de cualquier otro ataque inesperado.
—¡¿Qué les pasa?! —gritó, pegando su espalda contra el cabezal de la cama en un intento de ganar algo de distancia.
Suo y Sakura se miraron entre sí, una pequeña sonrisa juguetona asomándose en sus labios.
—Simplemente te estamos recordando que no estás solo —dijo Suo, su tono serio pero con un destello de calidez.
—Y que no dejaremos que nadie más te haga daño —añadió Sakura, inclinándose un poco hacia él, lo suficiente como para hacerle sentir que no pensaban retroceder.
El rubio se cubrió aún más con sus manos, su mente un caos mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para responder. Sin embargo, lo único que logró fue apretar los labios y mirar a ambos alfas con una mezcla de vergüenza y desconcierto.
—¿Acaso van demostrando su comprensión de esta manera? —les gritó Nirei, con el rostro completamente encendido por el rubor y las manos aún cubriendo sus labios como si temiera otro ataque.
Suo cruzó los brazos y arqueó una ceja, su expresión un tanto divertida.
—¿Por qué no? Funciona, ¿no? —respondió con un tono que oscilaba entre la seriedad y la burla, como si no viera nada de malo en lo que acababa de hacer.
—¡Claro que no funciona! —replicó el rubio, todavía arrinconado contra el cabezal de la cama. Su mirada iba de Suo a Sakura, buscando apoyo en cualquiera de los dos, aunque ambos parecían igualmente relajados ante su indignación.
Sakura, en cambio, se inclinó ligeramente hacia él, apoyando un codo sobre la cama mientras sonreía de manera traviesa.
—Tal vez sea un método poco convencional, pero parece que conseguimos llamar tu atención, ¿no? —dijo, ladeando la cabeza con un aire despreocupado.
Nirei parpadeó, claramente aturdido por la descarada actitud de los alfas.
—¡Eso no es atención, es acoso! —exclamó, sintiendo cómo su rostro se encendía aún más.
Suo se rió suavemente, agachando un poco la cabeza antes de mirarlo directamente a los ojos.
—No es acoso si ambos estamos dispuestos a protegerte —dijo, su tono más suave, aunque no perdió el carácter dominante.
—Y para que lo sepas —añadió Sakura, con un leve destello de seriedad en su mirada—, esto no se trata solo de comprensión. Se trata de que entiendas que estamos aquí para ti, te guste o no.
Nirei los observó, incrédulo, sus manos todavía apretadas contra sus labios. Quería responder, quería gritarles algo más, pero las palabras parecían atorarse en su garganta. ¿Cómo se suponía que debía lidiar con dos alfas que no solo invadían su espacio personal, sino que también lograban desarmarlo con sus palabras?
—¡Esa no es la manera! —les gritó Nirei, su voz cargada de frustración, aunque el rubor en sus mejillas hacía difícil tomarlo completamente en serio.
Suo soltó una ligera risa, su expresión claramente divertida mientras se cruzaba de brazos.
—¿Por qué no? ¿Acaso estás celoso? —preguntó con descaro, inclinando ligeramente la cabeza mientras lo miraba con ojos juguetones.
—¡¿Qué?! —Nirei abrió la boca, completamente desconcertado por el comentario—Yo no... —intentó replicar, pero las palabras se le atragantaron en la garganta mientras trataba de encontrar una respuesta que no lo dejara aún más expuesto.
Sakura aprovechó el momento, acercándose un poco más y observándolo con una sonrisa suave pero cargada de intención.
—Te ves lindo así —comentó con naturalidad, sus ojos recorriendo el rostro del rubio, como si quisiera grabar cada detalle del nerviosismo que reflejaba.
El rostro de Nirei se encendió aún más, su tono de piel prácticamente del color de una cereza.
—¡Basta! —gritó, cubriendo nuevamente su rostro con las manos, como si pudiera esconderse de sus palabras y miradas—. ¡Ambos están locos!
Suo y Sakura intercambiaron una mirada cómplice, ambos sabiendo que, aunque Nirei no lo admitiría, habían logrado exactamente lo que querían: desconcertarlo, pero también hacerlo olvidar por un momento sus preocupaciones.
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