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🌸 Capitulo 14 🌸

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Nirei retrocedió con rapidez, pero Karma fue más rápido. Antes de que pudiera reaccionar, el alfa lo sujetó por el brazo y lo empujó contra la pared de un callejón oscuro. El golpe hizo eco en el silencioso lugar. El omega sintió cómo el frío de los ladrillos se filtraba a través de su ropa.

Su corazón latía desbocado y su cuerpo comenzó a temblar. La proximidad de Karma era abrumadora y el aroma que desprendía lo envolvía, provocándole náuseas.

—¿Qué... qué crees que haces? —preguntó con dificultad, su voz temblaba por el miedo.

Karma disfrutaba el tener al chico a su merced, se estaba divirtiendo demaciado—Ya te lo dije... —murmuró con un tono burlón, sus ojos brillaron de una manera inquietante—solo quiero disfrutar de tu compañía.

Nirei apartó el rostro, intentando evadir el contacto visual y contener las náuseas que le provocaba el aroma de Karma. Era opresivo, una mezcla de agresividad y deseo que lo hacía sentir vulnerable.

—Aléjate de mí —gruñó, intentando sonar seguro, pero el temblor en su voz lo traicionó.

Karma soltó una risa baja, divertida por el intento de resistencia de Nirei.

—¿Por qué tendría que hacerlo? —preguntó, colocando una mano junto al rostro de Nirei, atrapándolo aún más contra la pared. Su mirada se oscureció, y su voz se tornó más grave—. No me gusta que me digan qué hacer, gatito.

Nirei trató de zafarse, pero el agarre de Karma era firme y la diferencia de fuerza entre ambos era evidente. Sabía que estaba en desventaja, pero no iba a rendirse tan fácilmente.

—Sabes que me encanta cuando los chicos como tu se resisten—dijo Karma, su voz habia resonado con fuerza, era una mezcla peligrosa entre el deseo y amenaza, conbinado con una sonrisa torcida que revelaba sus oscuras intenciones—. Pero, sabes lo que disfruto más que cualquier otra cosa.

El cuerpo de Nirei se estremecio ante aquella revelacion y antes de que pudiera reaccionar, Karma se inclinó hacia él, acercándose lo suficiente como para que su aliento cálido rozara su piel.

—Es cuando gritan y suplican para que me detenga —susurró cerca de su oído.

Nirei abrió los ojos de par en par, el terror inundándolo como una ola. Todo su cuerpo se estremeció y su respiración se volvió errática. Esto no estaba pasando. Quería gritar, moverse, hacer algo, pero era como si el miedo lo hubiera paralizado por completo.

—Por... —intentó articular algo, pero su voz se quebró.

Karma retrocedió apenas unos centímetros, dándole a Nirei un momento para procesar sus palabras, aunque no le permitió escapar. Su sonrisa se ensanchó aún más, sus ojos brillaban con una inquietante diversión.

—Y ahora mismo quiero escucharte a ti, gatito —murmuró, enderezándose pero manteniendo una distancia justa para que Nirei supiera que seguía siendo su presa y que no pensaba dejarlo ir.

Con bruquedad Karma tomó el mentón de Nirei, obligándolo a alzar la mirada. Sus dedos apretaron con fuerza para que el omega no pudiera apartarse. Los ojos de Nirei estaban llenos de miedo, brillosos por las lágrimas que amenazaban con caer. Esa expresión pareció encender algo aún más oscuro en Karma, cuya sonrisa se desvaneció para dar paso a una mirada cargada de deseo y dominancia.

—Te daré una probada de lo que te espera —dijo él, su tono de voz fue bajo y cada palabra era una promesa perturbadora.

—¿De qué estás... —Nirei intentó hablar, pero sus palabras se quedaron a medias cuando Karma cerró el espacio entre ellos, cubriendo sus labios con los suyos.

El cuerpo de Nirei se tensó al instante y sus ojos se abrieron de par en par mientras sentía cómo los labios de Karma se movían con fuerza contra los suyos. Su corazón latía con fuerza y un nudo de pánico creció en su pecho.

Quiso apartarlo, empujarlo con todas sus fuerzas, pero el agarre de Karma era firme, inamovible. Cada intento de resistencia era inútil. Sus manos golpearon débilmente el pecho del alfa, pero no logró nada.

Karma mordió con fuerza el labio inferior de Nirei, arrancándole una mueca de dolor antes de invadir su boca con su lengua, explorándola sin permiso. El sabor amargo de la dominación de Karma lo hizo estremecerse y las lágrimas finalmente escaparon de sus ojos, deslizándose por sus mejillas mientras intentaba girar el rostro en vano.

El asco y el miedo se mezclaron en su interior, se sentía impotente, la sensación de no poder hacer nada por apatar a ese alfa de su cuerpo lo abrumaba y en ese momento se odio por ser tan débil, se odio por no haber aceptado que Suo lo acompañara, pero más se odio por ser un Omega y aunque sabia que su lobo no tenia la culpa, no pudo evitar culparlo.

Nirei seguia golpeando con desesperación el pecho de Karma, intentando apartarlo de su cuerpo. Sin embargo, era un esfuerzo inútil; Karma no se movía ni un centímetro. Parecía inmutable, como si los golpes del rubio no significaran nada. Las lágrimas caían sin cesar de los ojos de este último, formando ríos de angustia y desesperación en su rostro.

Las manos de Karma recorrían su cuerpo sin su permiso, invadiendo espacios que no le pertenecían. Era un contacto frío y vacío. Cada toque lo hacía sentirse más vulnerable, más pequeño, como si algo dentro de él se quebrara con cada segundo que pasaba. Se sentía sucio, como si aquel acto le hubiera arrancado no solo su dignidad, sino también una parte de sí mismo que quizás nunca más volvería a recuperar.

A pesar de su resistencia, de los gritos ahogados y de los golpes desesperados, la realidad era innegable: estaba atrapado, perdido en una situación que lo despojaba de su fuerza y de su voluntad. Era un momento que quedaría marcado en su alma, como una cicatriz imborrable que lo acompañaría por siempre.

Su omega, esa parte instintiva y vulnerable de su ser, rascaba con desesperación en su interior, tratando de encontrar una salida, una forma de escapar del tormento que estaba viviendo. Era como un animal herido, asustado y acorralado, llorando desconsoladamente ante la impotencia de lo que estaba ocurriendo. Cada fibra de su ser temblaba y aquel llanto interno hacía eco en su mente, aumentando el peso del dolor que lo ahogaba.

Gritaba en su interior con todas sus fuerzas, llamando desesperadamente a sus alfas, como si su voz pudiera atravesar las barreras del espacio y el tiempo, rogando por protección. "Vengan", suplicaba con un fervor que era casi desgarrador, "no me dejen solo". Pero los alfas no respondían y el vacío de su ausencia se sentía como un abismo que se tragaba todo rastro de esperanza.

Cada segundo que pasaba era una eternidad. Su omega golpeaba contra las paredes de su mente, intentando aferrarse a la idea de que, en algún momento, alguien vendría a rescatarlo. Sin embargo, la realidad era cruel, y el peso del abandono lo envolvía como una niebla oscura e impenetrable.


Nirei ya había aceptado lo inevitable, resignándose a un destino del que parecía no poder escapar. Su mente estaba nublada y el dolor emocional comenzaba a anestesiar su voluntad. Sin embargo, todo cambió en un abrir y cerrar de ojos. De manera repentina y brusca, su cuerpo fue alejado de la fuente de su tormento. Antes de que pudiera comprender lo que sucedía, Karma salió disparado, estrellándose contra un montón de bolsas de basura con un ruido sordo que llenó el aire.

La impresión fue tal que las piernas de Nirei cedieron y cayó al suelo, temblando y desorientado. Su respiración era errática, sus ojos abiertos de par en par mientras trataba de procesar lo que acababa de ocurrir.

—Nirei, tranquilo, estamos aquí —dijo Kiryu, su voz firme pero cargada de preocupación. Su ceño estaba fruncido, sus ojos brillando con una mezcla de furia contenida y necesidad de proteger al chico a su lado.

Junto a él, Tsugerua observaba la escena con una expresión igual de sombría. El pelinaranja estaba rígido, sus manos apretadas en puños tan tensos que los nudillos estaban blancos. Lo que acababan de presenciar les provocaba un profundo asco, como si la sola visión fuera suficiente para revolverles el estómago.

Sin embargo, los que parecían estar más afectados eran Sakura y Suo. Sus ojos estaban inyectados en sangre, brillando con un rojo intenso que delataba su rabia contenida. Sus colmillos, normalmente ocultos, ahora estaban completamente expuestos, amenazantes y listos para atacar.

Suo, quien normalmente era la personificación de la calma y la sensatez, parecía transformado en alguien completamente diferente. Sus hombros estaban tensos y su postura emanaba una agresividad inusual que helaba la sangre. Su mirada estaba fija en Karma, como si la única idea que cruzara su mente fuera destruirlo sin piedad.

—Esto... no lo voy a perdonar —murmuró Suo, su voz baja, cargada de una ira contenida que hacía que el ambiente se sintiera más denso, más peligroso.

Sakura, por su parte, no apartaba los ojos de Nirei, quien seguía en el suelo, temblando. A pesar de su furia evidente, su prioridad seguía siendo protegerlo.

Era un momento tenso, cargado de emociones intensas, donde la calma estaba lejos de regresar. Pero una cosa era clara: Karma había desatado algo que no podría detener.

Suo, cegado por la ira, se lanzó sin pensarlo sobre Karma, quien seguía en el suelo tras el impacto inicial. Sus puños descendían con fuerza brutal, golpeando repetidamente el rostro del otro. Cada golpe llevaba consigo la furia acumulada, la indignación y la necesidad de venganza. La rabia lo estaba consumiendo, nublándole el juicio, mientras los gruñidos bajos que salían de su garganta dejaban en claro que no iba a detenerse fácilmente.

Karma, aunque sorprendido al principio, reaccionó empujando con fuerza a Suo con su pierna. El impacto fue suficiente para separarlos momentáneamente, dándole la oportunidad de levantarse. Se limpió la sangre de la comisura de los labios con el dorso de la mano y adoptó una postura agresiva, listo para contraatacar.

—¿Eso es todo lo que tienes? —escupió con una sonrisa torcida, ignorando el dolor en su rostro mientras sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y malicia.

Sin embargo, no tuvo tiempo de moverse. Antes de que pudiera lanzar su próximo ataque, Sakura apareció de forma inesperada, lanzando un golpe directo que lo hizo tambalearse hacia atrás. El impacto fue certero y el crujido de huesos resonó en el aire, dejando a Karma jadeando mientras trataba de recuperar el equilibrio.

La tensión en el ambiente alcanzó un punto crítico. Los gruñidos bajos y amenazantes llenaron el espacio, mezclándose con la respiración pesada de cada uno. Sus ojos, ahora con un destello sobrenatural, mostraban el dominio de sus instintos animales. La lucha ya no era solo entre hombres, sino entre bestias que buscaban imponerse.

Karma, aunque herido y superado en número, se negó a retroceder. Su orgullo y su naturaleza lo impulsaban a mantenerse firme, mientras Suo y Sakura lo rodeaban con una sincronía casi perfecta, listos para acabar con él si se atrevía a dar el siguiente paso.

El aire se sentía cargado, denso, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse. Cualquier movimiento en falso podría desencadenar un enfrentamiento salvaje, donde los instintos primarios tomarían el control.

Nirei finalmente sollozó todo aquello era demaciado para él, sus lágrimas caian en silencio mientras su cuerpo temblaba de miedo. Sus ojos, antes apagados por la angustia, adquirieron de repente un brillo azul intenso, un destello que reflejaba su verdadero ser. Su aroma, normalmente neutralizado por los supresores, se disparó de manera inesperada, llenando el aire con una fragancia dulce y envolvente que no tardó en inundar las fosas nasales de todos los alfas presentes.

Kiryu y Tsugerua abrieron los ojos de par en par, incapaces de ocultar la sorpresa que los invadió al percibir el cambio que acababa de suceder.

—Omega —murmuraron al unísono, sus voces bajas pero cargadas de asombro.

El rubio estaba hecho un caos. Su cabello, normalmente cuidado, se encontraba completamente desordenado, mechones cayendo sobre su frente y pegándose ligeramente a su piel húmeda por las lágrimas que no dejaban de correr. Sus ojos, esos intensos ojos color azul que debían brillar, ahora estaban apagados. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, marcándolas con un rubor intenso, no de timidez, sino de la impotencia y de la vergüenza que sentía.

Nirei temblaba de forma incontrolable, su respiración entrecortada como si cada inhalación fuera una lucha contra el nudo que tenía en la garganta. Su ropa estaba desarreglada, como un triste testigo de lo que había sucedido: su camisa mal acomodada, el cuello estirado y los botones desalineados. El leve temblor de sus manos, que intentaban inútilmente cubrirse o sostenerse, solo acentuaba su fragilidad.

Era una imagen que desgarraba el alma. Nirei no era solo vulnerable; estaba roto, su figura irradiaba una mezcla de miedo, confusión y una profunda tristeza que se hacía tangible en el ambiente. Para Kiryu y Tsugerua, verlo así no era solo impactante; era insoportable. Un instinto protector se encendió en ellos, un deseo casi visceral de envolverlo, de asegurarle que todo estaría bien, aunque la realidad fuera mucho más compleja.

Suo y Sakura, quienes estaban al borde de la confrontación, se tensaron al captar el aroma que inundó el ambiente. El dulce y roto olor del Omega tocó algo profundo dentro de ellos, logrando, contra todo pronóstico, calmar la furia que los consumía, aunque solo por un instante. Sus cuerpos, todavía tensos, se relajaron apenas lo suficiente como para tomar un respiro, pero aquello fue efímero.

Al voltear y ver a Nirei, tan pequeño y vulnerable, algo en su interior se desbordó. El rubio, con su cabello desordenado, sus ojos azules hinchados y opacados por las lágrimas, y su ropa desarreglada, parecía una imagen arrancada de una pesadilla. El contraste entre su fragilidad y lo que acababan de presenciar era demasiado.

El instinto protector de ambos alfas se apoderó de ellos casi por completo, transformando su calma momentánea en una rabia visceral. Sus lobos rugieron dentro de ellos, demandando justicia inmediata. Las miradas de Suo y Sakura se dirigieron hacia Karma, cargadas de un odio puro y mortal. Era como si una sola palabra o un movimiento en falso pudiera desencadenar el caos.

Suo apretó los puños, sus nudillos blanqueando mientras su mandíbula se tensaba. Podía sentir la lucha interna de su lobo, deseando tomar el control y hacer pagar a Karma por lo que había hecho.

—Ese maldito... —gruñó entre dientes.

Sakura, por su parte, dio un paso adelante, su postura emanaba una aura depredadora. Sus ojos oscuros estaban fijos en Karma y sus colmillos brillaban bajo la luz tenue, completamente expuestos. Su respiración era pesada, casi entrecortada, como si el esfuerzo de contenerse lo estuviera desgastando.

—No vas a salir ileso de esto... —murmuró Sakura, su tono de voz fue bajo y peligroso.

Ambos alfas parecían sincronizados en su intención de proteger a Nirei, pero también de vengarlo. Para todos los presentes era evidente que la paciencia de Suo y Sakura estaba colgando de un hilo, y ese hilo se estaba rompiendo rápidamente.

Por otro lado, Karma reaccionó de manera diferente. Una sonrisa torcida apareció en su rostro, llena de satisfacción y malicia. Sus ojos brillaron peligrosamente mientras observaba al joven omega.

—Así que el pequeño gatito es un omega —dijo con un tono burlón, dejando escapar una carcajada suave pero inquietante.

Karma dio un paso hacia adelante, con la intención de acercarse a Nirei, pero el profundo y amenazante gruñido de los alfas lo detuvo en seco. El sonido reverberó en el aire, cargado de advertencia, como un trueno que anunciaba la tormenta. Incluso para alguien como él, desafiar a cuatro alfas al borde de perder el control no era una decisión sensata.

La postura de Suo y Sakura era la más peligrosa. Ambos estaban tensos, casi temblando por la fuerza que requería mantener a sus lobos bajo control. Sus ojos brillaban con una intensidad sobrenatural, un claro indicio de que sus instintos estaban a punto de tomar el control y aunque ellos quisieran liberarlos sabian que de hacerlo, solo asustarian aun mas a Nirei y es algo que no estaban dispuestos a realizar.

Kiryu y Tsugerua tampoco estaban en mejor estado. Aunque lograban mantener una apariencia más tranquila, sus miradas fijas en Karma eran un recordatorio de que estaban dispuestos a intervenir si este daba un paso en falso. La tensión en sus mandíbulas y los ligeros movimientos de sus manos, apretando y soltando los puños, demostraban que no bajarían la guardia ni por un segundo.

—Lárgate de aquí, Karma —exclamó Kiryu, su voz resonaba con una autoridad que llenó el lugar de tensión.

Karma lejos de intimidarse, parecía disfrutar del enfrentamiento. La atmósfera estaba al borde de estallar, pero una cosa era clara: Nirei ya no estaba solo y ahora estaba bajo la protección de sus compañeros.

—Alfas... quiero irme —sollozó el rubio, su voz apenas y se escuchó, era un susurro cargado de desesperación.

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