Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌸 Capitulo 13🌸

.

.

.

El aire en la azotea era pesado, estaba cargado de tensión. El sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo de un rojo intenso, como si presagiara la tormenta que estaba por desatarse. Los demás chicos habían obedecido las órdenes de Umemiya y se habían retirado, dejando el lugar en un inquietante silencio. Allí permanecían los Reyes Celestiales, con Umemiya en el centro, irradiando autoridad. Sugishita, que había mostrado cierta inquietud, se había marchado poco antes por orden directa de Umemiya, dejando en claro que esa conversación no era para todos los oídos.

—Karma —llamó Umemiya con un tono bajo pero firme, su mirada era un espejo de seriedad y control.

Karma, que hasta ese momento estaba apoyado en la barandilla, mirando el horizonte con indiferencia, se giró lentamente. Una media sonrisa se dibujó en su rostro.

—No he hecho nada, Umemiya.

La voz de Karma era tranquila, casi burlona, pero su tono despertó el ceño fruncido de Tsubaki, quien dio un paso al frente, incapaz de contenerse.

—Claro que sí —dijo Tsubaki, sus ojos fijos en Karma como si quisiera atravesarlo—. ¿Cómo explicas lo de Nirei entonces? Sabemos que lo has estado acosando.

Karma soltó una carcajada suave, casi inaudible, mientras se acercaba un par de pasos hacia Tsubaki.

—¿Acoso? —repitió con un tono cargado de sarcasmo—. No creo que hablarle a alguien se le pueda catalogar como tal.

Sus ojos destellaban un brillo inquietante, una mezcla de provocación y algo más oscuro que no podía definirse con claridad. Luego, bajó un poco la voz, pero sin perder la intensidad.

—Además, supongo que esta reunión es para hablar de cosas más importantes, que de un simple beta.

El comentario encendió aún más a Tsubaki, quien frunció el ceño con tanta fuerza que sus labios se tensaron en una línea recta. Dio otro paso hacia adelante, pero esta vez Hiragi intervino, colocando una mano firme sobre su hombro.

—Tranquila, Tsubaki —murmuró Hiragi antes de dirigir su mirada a Karma—. Es cierto que tenemos otros temas que discutir, pero eso no significa que vamos a ignorar tus acciones.

Hiragi elevó un poco el tono, haciéndolo resonar con firmeza.

—Deja en paz a Nirei o tendrás que enfrentarte a las consecuencias.

—¿Eso es una amenaza? —preguntó Karma, arqueando una ceja mientras una sonrisa burlona se formaba en sus labios.

Antes de que Hiragi pudiera responder, Misaki intervino, ajustándose los lentes con calma, pero con una mirada afilada como un cuchillo.

—Tómalo como quieras —dijo Misaki, su tono de voz fue tan cortante que parecía traspasar el aire.

Karma recorrió a todos los alfas con la mirada. Era como si los estuviera evaluando, provocándolos, buscando una grieta en su muro de fuerza y autoridad. Luego, dejó escapar una risa suave.

—Vaya, qué susceptibles están hoy.

Momose, que hasta entonces había permanecido en silencio, no pudo evitar observar a Karma con desconfianza. Desde que este había ingresado a la Furin, había algo en él que no encajaba, algo que lo hacía destacar, pero no de manera positiva. Por órdenes de Umemiya, Momose lo había estado vigilando de cerca. Y aunque no lo dijera en voz alta, sabía que todos los presentes compartían su desconfianza.

—Siempre protegemos a los nuestros, Karma —interrumpió Umemiya con su grave voz, haciendo que todos se centraran en él—. Que seas parte de la Furin no significa que puedas hacer lo que quieras. ¿Entendido?

Las palabras de Umemiya hicieron que el aire se tensara aún más. Era como si las auras de los lobos comenzaran a chocar, midiendo fuerzas, estableciendo un claro mensaje de autoridad.

Karma no apartó la mirada. Su sonrisa se desvaneció y en su lugar, su rostro adoptó una expresión más oscura y calculadora.

—Mientras más me nieguen algo, más ganas tengo de conseguirlo —dijo con un tono bajo, casi como un susurro. Sus ojos parecían hundirse en las sombras de su propio ser—. Y siempre obtengo lo que quiero.

Despues de aquellas palabras Karma se apartó lentamente de Tsubaki, como si la confrontación le hubiera divertido más de lo necesario. Sus pasos eran deliberados, casi teatrales, mientras volvía a apoyarse en la barandilla de la azotea. Desde allí, sus ojos vagaron hacia la ciudad iluminada, como si la conversación ya no le interesara. Pero no era así. Cada palabra que se había dicho seguía flotando en el aire, impregnando el ambiente de una tensión densa y cargada.

—Siempre obtengo lo que quiero —repitió Karma en voz baja, aunque todos lo escucharon claramente. Había algo perturbador en su tono, una certeza que ponía los nervios de punta.

Momose, sintiendo que la situación podía escalar en cualquier momento, decidió intervenir.

—Karma, no estás aquí para jugar con nosotros ni para causar problemas. Umemiya te dejó entrar porque creyó en tu potencial, pero eso no significa que tengas carta blanca para hacer lo que te plazca.

Karma giró la cabeza hacia él, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

—Ah, Momose. Siempre tan leal, tan correcto. ¿No te cansa ser el perro guardián de Umemiya?

El comentario hizo que Momose apretara los puños, pero no respondió. Sabía que Karma estaba provocándolo, buscando alguna reacción para desequilibrar el momento. Hiragi, siempre el más calmado de los Reyes Celestiales, dio un paso adelante.

—Lo que Momose dijo es cierto, Karma. Aquí todos tenemos un propósito y el tuyo no es desestabilizar a la Furin. Si no puedes seguir las reglas, entonces tal vez este no sea tu lugar.

Karma soltó una carcajada suave y por un momento, su expresión se tornó fría y seria, como si la máscara de despreocupación hubiera caído.

—¿No es mi lugar? —preguntó, su voz fue baja y afilada—. No olviden que yo acepté unirme a la Furin, no porque necesitara un hogar, sino porque ustedes necesitaban a alguien como yo.

El silencio volvió a caer como un peso insoportable. Umemiya, que hasta ese momento había permanecido inmóvil, dio un paso al frente. Su presencia era imponente y su mirada, más severa que nunca, se clavó en Karma.

—No confundas necesidad con oportunidad, Karma —dijo con firmeza—. Que estés aquí es un privilegio, no un derecho. Y te advierto, esta es la última vez que tolero tus desplantes.

Karma sostuvo la mirada de Umemiya durante unos segundos, pero finalmente bajó la vista, como si reconociera que había cruzado un límite peligroso. Sin embargo, su sonrisa burlona regresó, aunque más tenue.

—Entendido, jefe.

Aunque la respuesta parecía obediente, todos sabían que no era más que una fachada. Umemiya suspiró, pero no permitió que su autoridad se tambaleara.

—Bien. Ahora, volvamos al asunto principal.

El cambio de tema fue un alivio para algunos, pero no para Momose, que siguió observando a Karma de reojo. Algo en él no le daba buena espina, y esa sensación no desaparecía, sino que se hacía más intensa con cada palabra que salía de su boca.

Momose sabía que esa no sería la última confrontación. De hecho, estaba seguro de que la próxima vez no sería únicamente con él, sino que involucraría a otros alfas de la Furin, especialmente a Sakura y Suo, dos de los alfas más temperamentales y protectores del grupo. Ambos alfas tenían un profundo sentido de lealtad hacia la manada y sobre todo, hacia Nirei, cuya seguridad ya se había convertido en un punto sensible entre todos ellos.


La idea de que Karma hubiera puesto los ojos en Nirei le generaba una inquietud creciente. No era solo la actitud descarada de Karma, sino la peligrosa obsesión que dejaba entrever con sus palabras.

«Mientras más me nieguen algo, más ganas tengo de tenerlo...»recordó Momose, repitiendo esas palabras en su mente.

Era evidente que Karma no desistiría fácilmente. Su obsesión por obtener lo que deseaba era una amenaza latente y lo que más preocupaba a Momose no era el "qué", sino el "cómo".

¿Qué estaría dispuesto a hacer Karma para conseguir a Nirei? ¿Cuánto daño podría causarle en el proceso?

Por ahora, no había mucho que pudiera hacer, más allá de seguir vigilándolo de cerca. Umemiya había dejado claras sus órdenes: Karma era parte de la Furin y mientras no rompiera las reglas, debía ser tratado como uno de los suyos. Sin embargo, Momose tenía claro que, si Karma intentaba sobrepasarse con Nirei o con cualquiera de los suyos, no dudaría en enfrentarlo, incluso si eso significaba quebrantar el equilibrio interno de la manada.

Apretó los puños, dejando escapar un suspiro lento. Los demás alfas parecían más concentrados en la conversación que Umemiya estaba dando, pero él no podía apartar la vista de Karma. Lo observó de reojo, analizando cada pequeño movimiento. Karma, como si sintiera la mirada de Momose, giró la cabeza apenas un instante y le dedicó una sonrisa ladeada, llena de intención.

Fue un gesto pequeño, pero lo suficientemente claro como para que Momose entendiera: Karma sabía lo que estaba haciendo.

«No voy a dejar que te salgas con la tuya...»pensó Momose para sí mismo.

Mientras el viento helado de la noche soplaba en la azotea, Momose decidió que haría todo lo necesario para proteger a Nirei y mantener la estabilidad de la Furin. Aunque eso significara enfrentarse a Karma en el momento menos esperado.


Después de la desastrosa reunión, los chicos se dirigieron al restaurante de Kotoha, un pequeño local conocido por su cálida atmósfera y su excelente curry. La comida siempre lograba aliviar las tensiones del grupo, y esa noche no fue la excepción. Mientras cenaban, el ambiente parecía relajarse hasta que se encontraron con Tsugerua y Kiryu, quienes no tardaron en bombardearlos con preguntas.

—Así que por eso los reunieron —comentó Kiryu, observándolos con interés.

—Sí —respondió Nirei mientras llevaba una cucharada de curry a su boca, tratando de evitar más detalles de la reunión.

—Demonios, me había emocionado la idea de pelear con alguien de la Tokyo Maji. Dicen que son muy fuertes —exclamó Tsugerua, su tono lleno de entusiasmo.

Sakura, con su característico desdén, bufó restándole importancia al comentario.

—No lo son tanto.

Las palabras de Sakura provocaron una risa inmediata en Suo, cuya carcajada fue tan contagiosa que los demás no pudieron evitar seguirlo. Entre risas, el ambiente se alivianó aún más, y por un momento, la tensión acumulada de la reunión se disipó.

Kotoha, quien había estado observándolos desde el mostrador, aprovechó el momento para acercarse a la mesa. Su sonrisa era cálida y encantadora y su presencia siempre lograba traer un poco de alegría al grupo. Sin embargo, nadie esperaba lo que haría a continuación.

Con total naturalidad, Kotoha se colocó detrás de Sakura y lo rodeó con los brazos en un gesto juguetón. La reacción de Sakura fue inmediata: su rostro se tiñó de un rojo intenso y su cuerpo se tensó ante la cercanía de la chica.

—¿Q-qué haces? —balbuceó nervioso, evitando mirarla directamente.

—Nada, bobo —respondió Kotoha con una risa suave, como si no entendiera por qué él estaba tan alterado.

El resto de los chicos estalló en risas al ver la reacción de Sakura, disfrutando del espectáculo de verlo nervioso. Sin embargo, no todos estaban disfrutando la escena.

Nirei, sentado al otro lado de la mesa, frunció el ceño y una punzada de incomodidad recorrió su pecho. Le molestaba tanto ver a Kotoha tan cerca de Sakura, sabia que no tenia porque ponerse asi, sobre todo cuando ellos eran amigos, pero eso no evitaba la sensación de enojo que se apoderaba de él.

Y entonces lo sintió.

El Omega dentro de él comenzó a llorar silenciosamente, su instinto alborotado al ver a su Alfa siendo tocado por otra Omega. La reacción era tan visceral y repentina que Nirei apenas logró controlarla, aferrándose con fuerza a los bordes de la mesa mientras intentaba no llamar la atención.

—Nirei, ¿estás bien? —preguntó Suo al notar su expresión tensa.

—Estoy bien... solo me atraganté un poco —respondió Nirei rápidamente, tratando de sonar casual mientras bebía un poco de agua para calmarse.

Aunque los demás no parecieron notar nada fuera de lo normal, Nirei sabía que no estaba bien, hasta hace poco habia aceptado los sentimientos por Sakura y el hecho de verlo asi, tan pegado con otro Omega era algo que no podía ignorar. Su Omega estaba reaccionando y no era solo una cuestión de celos: era algo mucho más profundo, su instinto le decía que Sakura le pertenecía solo a él.

Mientras el resto seguía bromeando y riendo, Nirei bajó la mirada hacia su plato, intentando ocultar las emociones que lo estaban desbordando. Sentía que no podía soportarlo más, pero al mismo tiempo se obligaba a hacerlo, no queria que la situación se complicara más.

Kotoha, ajena al conflicto interno de Nirei, continuaba charlando alegremente con los demás, mientras Sakura seguía rojo como un tomate, tratando de encontrar una forma de apartarse sin ser demasiado brusco con ella. En un descuido por parte de ella, pudo alejarla de su cuerpo, respirando aliviado que ella ya no estuviera pegado a él, aquello le causó cierta incomodidad.

Nirei no pudo soportarlo más. La escena de Kotoha abrazando a Sakura seguía reproduciéndose en su mente, aún cuando ya no lo estaba abrazando no podia evitar reproducirla en su cabeza y aquello solo provocaba una mezcla de celos, dolor y frustración que se acumularon en su pecho. Se levantó abruptamente de la mesa, atrayendo la atención de todos.

—Lo siento, pero tengo que irme —dijo, esforzándose por sonar casual, aunque por dentro sentía que se estaba desmoronando.

Suo lo miró con el ceño ligeramente fruncido, notando algo extraño en su actitud.

—Te acompaño —ofreció, levantándose también.

Nirei negó rápidamente con la cabeza, evitando cualquier contacto visual.

—No es necesario, pero gracias. —Esbozó una débil sonrisa mientras sacaba dinero de su bolsillo y lo dejaba sobre la mesa. —Nos vemos mañana, chicos.

Sin esperar una respuesta, salió del restaurante casi corriendo, como si algo lo persiguiera. Los demás lo observaron en silencio mientras su figura desaparecía por la puerta.

—Vaya, sí que tenía prisa —comentó Kotoha despreocupada, encogiéndose de hombros antes de volver su atención a los demás.

Sin embargo, no todos compartían su ligereza.

Sakura y Suo permanecieron inmóviles, con expresiones algo confundidas, pero dentro de ellos, sus alfas gruñían con molestia. Podían sentir la angustia de su Omega, un dolor profundo que resonaba en sus instintos más primarios.

Pero, ¿Por qué no lo seguían?

El conflicto entre su parte humana y sus instintos de alfa era evidente. La parte racional intentaba ignorarlo, tratando de encontrar una explicación lógica para la reacción de Nirei, mientras que sus instintos reclamaban acción inmediata. Cada segundo que pasaban sentados, sus alfas internos se volvían más impacientes, furiosos de que sus “tontos humanos” no se levantaran a buscar a su Omega herido.

Suo apretó los puños sobre la mesa, su mandíbula tensándose mientras intentaba mantener la compostura.

—¿Crees que está bien? —preguntó en voz baja, dirigiéndose a Sakura.

Sakura frunció el ceño, aún sintiendo esa molesta punzada en el pecho que no sabía explicar.

—Seguramente necesita espacio... —respondió, pero sus palabras sonaban más como una excusa que como una verdad.


Mientras tanto, Nirei caminaba por las calles de la ciudad, intentando calmarse mientras el frío de la noche calaba en sus huesos. Sus manos permanecían metidas en los bolsillos de su chaqueta, y su respiración formaba pequeñas nubes de vapor. Las luces parpadeantes de los postes apenas iluminaban las calles desiertas, aumentando la sensación de soledad.

Sin embargo, no tardó en notar algo extraño. Sentía una presencia detrás de él, un escalofrío que recorría su espalda y lo hacía mirar de reojo. Intentando mantener la calma, se armó de valor y se giró rápidamente, esperando encontrar a alguien... pero no había nadie.

—Imaginaciones mías —murmuró, dejando escapar un suspiro de alivio.

Intentó convencerse de que solo era su mente jugándole una mala pasada. Pero, a pesar de eso, su cuerpo seguía tenso, y esa sensación de ser observado no desaparecía.

Con un leve temblor en las manos, decidió continuar su camino. Sin embargo, justo cuando giró en una esquina, se detuvo de golpe.

Frente a él, con una sonrisa maliciosa en el rostro, estaba alguien a quien no esperaba ver en ese momento.

—Karma —susurró Nirei, su voz apenas audible, pero cargada de tensión.

—Hola, gatito —respondió Karma, dando un paso hacia él con una calma inquietante. Su figura proyectaba una sombra alargada bajo las luces tenues de la calle.

Nirei retrocedió instintivamente, sintiendo cómo el corazón le martilleaba en el pecho.

—¿Por qué tan solito? —continuó Karma, inclinando ligeramente la cabeza mientras su sonrisa se ensanchaba. Sus ojos brillaban con un destello inquietante, como si disfrutara del miedo que comenzaba a reflejarse en el rostro de Nirei.

Nirei apretó los puños dentro de sus bolsillos, intentando mantener la compostura. Sabía que no podía mostrarse débil frente a Karma, pero su presencia era intimidante, y cada palabra que salía de su boca parecía un susurro venenoso.

—¿Qué quieres? —logró preguntar, intentando que su voz sonara firme, aunque su cuerpo entero estaba en alerta.

—Oh, muchas cosas... pero ahora mismo solo quiero disfrutar de tu compañía. —Karma dio otro paso, reduciendo aún más la distancia entre ellos.

Nirei tragó saliva, sintiendo cómo el aire a su alrededor se volvía más tenso. Sabía que estaba en grandes problemas.

.

.

.

Doble actualización por regalo de reyes  😋

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro