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Capítulo Siete: Aroma.

Yamaguchi había terminado de preparar el almuerzo, no sabía a que hora llegaría Tsukishima y estaba bastante nervioso con su visita.

Caminó a la sala mientras secaba sus manos, Keiji jugaba con los animalitos de figura que le habían comprado Hinata y Kageyama, negó con su cabeza mientras sonreía, ellos siempre que iban llevaban un regalo para su ahijado.

— Hijo, preparé un poco de la sopa que te gusta, ¿Quieres comer mientras que esperamos al invitado de papi? —Murmuró con voz dulce agachandose a la altura de su pequeño, éste lo miró y sintió su corazón lleno de alegría.

— Quiero comer con papi. —Murmuró el pequeño tomando el elefante para mostrárselo. — ¿hipotamo?

— No, mi vida. Es un elefante, tiene trompa. El hipopótamo no. —Sonrió suavemente, su hijo frunció el ceño. Se enojaba igual que Terushima cuando no sabía de algo, soltó una leve risa mientras se levantaba.

Pudo escuchar la puerta ser golpeada, dejó el paño con el cual limpiaba sus manos sobre el mueble al lado de la puerta, en cuanto la abrió el aroma a limón de Tsukishima llegó a su nariz, su omega removiendose dentro de su cuerpo.

— Buenas tardes, Yamaguchi. —Se inclinó mientras lo saludaba.

— Buenas tardes, Tsukki, pasa por favor. —Murmuró con su mirada baja, no entendía porque de pronto su corazón latía con fuerza al tener al alfa cerca.

— Permiso. —Murmuró sacando sus zapatos, entró a la casa con las pantuflas que le había dicho Yamaguchi que podía usar, éste lo guió poco después a la sala.

Yamaguchi no sabía si estaba bien que estuviera su cachorro en casa, temía por una reacción de negación de parte del alfa pero tampoco es como que el única día que podían estar juntos fuera a dejarlo en otro lugar para complacer a una persona cualquiera.

— ¡Jirafa! —Dió un salto ante el grito de su hijo, Tsukishima en cambio soltó una risa y de la bolsa que recién se había percatado de que traía sacó un peluche de jirafa bastante esponjosito. Hasta sus dedos picaron por querer tocarlo.

— Esto es una jirafa, no yo. —Habló con un tono de voz fuera del monótono, se arrodilló frente al pequeño para darle el peluche, éste lo tomó con algo de timidez. — Anda, puedes quedartelo, enano.

— ¡Gracias, Jirafa! —Gritó el niño con una repentina energía, abrazó la jirafa que estaba entre sus brazos mientras que Yamaguchi se acercaba para acariciar sus cabellos verdes. — Papi, no huele... —Murmuró el niño mirando a su padre, éste se sonrojó un poco y miró a Tsukishima.

El más alto claramente no entendía a que se refería el niño hasta que Yamaguchi se sentó en el suelo. Lo imitó y el niño se acercó a su papi para darle el peluche, Yamaguchi lo pasó un poco por su cuello, su aroma haciéndose presente en pocos segundos.

— No le gusta que las cosas no tengan mi aroma, está muy acostumbrado a llevar mi aroma hasta en su ropa. —Explicó Yamaguchi a Tsukishima, el último mencionado solo viendo como el pequeño parecía tener sus ojitos brillosos, abrazaba la jirafa con fuerza.

— Lo puedo notar, parece bastante feliz. —Keiji se giró a ver al alfa, éste con un pequeño sonrojo se acercó y le estiró el peluche. — ¿Qué quieres, pequeño?

— Aroma. —Murmuró tapando su sonrojo con sus manitos una vez el alfa había tomado el peluche, alzó una ceja confundido. Había visto esa escena antes, desvió su mirada al omega quién ante la penetrante mirada del alfa dió un salto y tapó su rostro el cual se tornaba rojo.

"Vaya, de tal padre tal hijo." Pensó Tsukishima.

No demoró en hacer caso a la orden del menor, el aroma a fresas y limón mezclándose en el peluche. Keiji al tenerlo en sus manitos gritó de emoción y lo abrazó con fuerza. Corrió hacia el patio trasero, dejando a Yamaguchi a solas con el alfa.

— Ese fué un repentino ataque de emoción. —Explicó Yamaguchi con una sonrisa en sus labios, feliz de ver a su cachorro de ese modo. — Creo que Hinata le contagia su forma de expresarse.

— ¿Hinata? —Arregló sus gafas y miró de manera relajada al omega, éste asintió sin perder la sonrisa.

— El omega de cabello anaranjado que estaba aquí con Keiji cuando viniste. —Explicó jugando con sus dedos, nervioso por la atenta mirada del alfa. ¿Por qué lo veía de ese modo?

— Ah... La primera vez que lo ví no lo reconocí pero, ¿juega vóleibol?

— ¡Sí! —Gritó emocionado. — ¡Es de los mejores jugadores de vóleibol en Japón! ¡Sin mencionar que Kageyama es el número uno! —Alzó sus brazos con emoción, orgulloso de lo lejos que habían llegado sus mejores amigos.

— Ah, solo conozco a Hinata. De vista, mi... —Tapó su rostro el cuál había tomado un ligero rubor al ver lo increíblemente hermoso que se veía su omega emocionado. — Mi mejor amigo también juega ahí, Bokuto Koutaro.

— ¡¿Eres amigo del gran Bokuto San?! —Se levantó el omega, Tsukishima no pudo evitar el que su corazón latiera con desenfreno y que su estómago fuera invadido por mariposas al ver a su omega viéndolo con ojos brillantes. — ¡Entrené con él cuando jugaba en Fukurodani y yo en Karasuno!

— Hm... Espera, ¿estuviste en Karasuno? —Preguntó Tsukishima aún sentado, viéndolo desde abajo. El omega asintió con emoción, su pecho se infló de orgullo mientras que sus manos iban a sus caderas.

— ¡Fuí el capitán en mi tercer año! —El orgullo podía hasta sentirlo Tsukishima. — Quedamos terceros, pero fué increíble jugar tanto como pudimos. Puedo decir de manera orgullosa que detuve uno de los remates de Bokuto San cuando estaba en mi primer año.

—  ¡¿Tú fuiste el primero de Karasuno que detuvo sus remates cruzados?! —Soltó a reír Tsukishima, dejando a Yamaguchi con su vista fija en él. — ¡Me llamó ese día solo para decirme que un pecoso había logrado frenarlo y que quería dejar el vóleibol! —Siguió riendo mientras que Yamaguchi llevaba una mano a su pecho y apretaba su camisa al sentir como su corazón latía más rápido de lo que alguna vez lo sintió latir, la risa de Tsukishima era hermosa.

— Fuí yo, sí. —Susurró con una pequeña sonrisa, volvió a sentarse. — Luego de tercero dejé el vóleibol para comenzar a pintar...

— Dios, me pongo a pensar y es que pudimos habernos conocido en muchas ocasiones, tenemos muchos amigos en común al parecer. —Murmuró Tsukishima limpiando sus ojos por debajo de sus lentes al reír tanto. — Hm, tu arte es hermosa, Guchi.

La respiración de Yamaguchi se frenó de golpe.

¿Por qué ese guchi era dicho de la misma forma en la que Terushima se lo decía?

— Yamaguchi, hey. ¿Estás bien? —Tsukishima lo veía preocupado, el omega sólo asintió y sonrió.

— Me gusta, me gusta el Guchi de tu parte. —Murmuró, Tsukishima volteó a ver a otro lado, no pudo evitar reír nervioso. — Quiero decir, me recuerda a Terushima... ¡Perdón! ¡No debí decir eso!

Tsukishima solo bajó la cabeza, con una leve sonrisa. ¿Su omega estaba encontrando similitudes en él con su antiguo alfa? Vaya que dolió, pero no hizo ni dijo nada, porque si hacía algún movimiento brusco el omega podría asustarse.

— Está bien, aún que me gustaría que crees tus recuerdos conmigo en base a lo que vivimos y no lo que viviste con Terushima. —Murmuró arreglando sus lentes una vez más, sus dedos poco después comenzando a jugar. — Cómo amigos, claro. No te voy a obligar a crear un lazo conmigo, Yamaguchi. No tienes que asustarte y pensar que yo solo estoy aquí porque quiero forzarte a que sientas algo por mí.

— No pensaría eso de ti, Tsukki. —Murmuró el omega, suspirando relajado ante la respuesta del Alfa. — De verdad lamento mucho lo que dije, sigo trabajando en dejar de asociarlo todo con él...

— ¡Papi! ¡Comida! —Entró el niño corriendo, Yamaguchi se levantó y asintió, desordenando el cabello de su hijo.

— Bien, no sabía si ibas a almorzar con nosotros, pero hice bastante comida así que aún si comiste tendrás que volver a comer aquí. —Habló el omega, Tsukishima se levantó mientras asentía.

— Comeré con ustedes. Gracias.

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