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♡Capitulo 1♡

🐾

Años atrás.

En la mansión Jeon, tres niños corrían despreocupados, sumidos en su propio mundo de juegos y risas. Uno de ellos, Jimin, se detuvo de repente, respirando agitado, mientras los otros dos lo imitaban, con sus ojos brillando de emoción.

— Cuando sea grande, ¡Me casaré con Taehyung! — exclamó Jimin, soltando una carcajada, lleno de alegría.

Jungkook, que lo observaba con el ceño fruncido, no tardó en responder con un tono ofendido.

— ¡Claro que no, Jimin! Seré yo quien se case con Taehyung — declaró con firmeza, su expresión decidida mientras sonreía de lado.

Jeon Hee-sun, la madre de Jungkook, entró en la habitación de juegos justo en ese momento. Al ver la escena, su rostro se iluminó con una sonrisa cálida. La energía en la habitación era contagiosa, llena de risas infantiles y el eco de pasos apresurados que resonaban por todo el lugar.

— ¿Qué es todo este alboroto? — preguntó con ternura, acercándose a los niños, intrigada por la conversación.

Los tres niños se detuvieron abruptamente, volviendo la cabeza hacia ella, con sus caritas sonrojadas y expectantes. Jimin, con su cabello rizado y alborotado por tanto correr, fue el primero en responder, su entusiasmo desbordante.

— ¡Tía Hee-sun! Estábamos decidiendo quién se casará con Taehyung cuando seamos grandes — explicó con una gran sonrisa, como si fuera la cosa más importante del mundo.

Hee-sun rió suavemente ante la inocencia de los niños, agachándose para estar a su altura.

— ¿Ah, sí? — dijo, mirándolos con cariño. Luego enfocó su atención en su hijo, que seguía con esa expresión de obstinación. — ¿Y tú, Jungkook? ¿De verdad quieres casarte con Taehyung?

Jungkook asintió con determinación, cruzando los brazos.

— ¡Por supuesto! Taehyung es el mejor — afirmó con orgullo, como si la decisión ya estuviera tomada.

En ese momento, Taehyung, que estaba entretenido con un juguete en la esquina de la habitación, escuchó su nombre. Con una curiosidad infantil, se acercó a ellos con una sonrisa radiante.

— ¿De qué están hablando? — preguntó inocentemente, mirando a sus amigos con sus grandes ojos brillantes.

Hee-sun, disfrutando del momento, decidió aprovechar la situación para fomentar el lazo entre ellos.

— Parece que todos ustedes tienen grandes planes para el futuro — comentó, su tono lleno de dulzura. — Pero, por ahora, ¿Qué tal si jugamos juntos a algo divertido?

Los niños no dudaron en aceptar, lanzándose a nuevos juegos con renovada energía. Hee-sun se sentó con ellos en el suelo, sumergiéndose en la dinámica infantil. La habitación pronto se llenó nuevamente de risas y gritos de alegría, mientras el tiempo volaba sin que nadie lo notara.

Aunque en ese momento no lo sabían, aquellas palabras infantiles, tan inocentes y llenas de promesas, se desvanecerían con los años. Los caminos de la vida tomarían rumbos inesperados, y lo que hoy parecía un juego se convertiría en el preludio de un futuro incierto, lleno de retos y pérdidas.

Pero, por ahora, los niños seguían jugando, ajenos al destino que los aguardaba. La mansión Jeon quedaría impregnada de recuerdos, de risas y sueños compartidos, de una infancia que, a pesar del tiempo, siempre estaría presente en sus corazones.

El eco de risas infantiles que una vez resonaba en la mansión Jeon se había desvanecido con los años, pero el vínculo entre Jungkook y Taehyung seguía tan fuerte como siempre. A medida que crecieron, tomaron caminos distintos, pero siempre encontraron la manera de mantenerse unidos. La promesa de casarse que una vez hicieron de niños se había disuelto con la madurez, pero eso no cambiaba lo que sentían el uno por el otro: una conexión irrompible.

En el patio del colegio, Taehyung estaba rodeado de un grupo de amigos, su risa era contagiosa mientras contaba una anécdota sobre su último evento de arte. Al otro lado del campo, Jungkook, con su chaqueta de cuero y una actitud despreocupada, observaba a su amigo desde la distancia, su expresión tranquila, pero sus ojos vigilantes.

Jungkook se acercó lentamente, el ruido de su motocicleta atrayendo miradas. Un chico del grupo de Taehyung lo vio primero y murmuró nervioso...

— Oye, ¿Ese no es Jungkook?

Taehyung se volteó con una sonrisa al escuchar el nombre de su amigo y levantó una mano en saludo.

— ¡Kookie! — exclamó con entusiasmo. — Ven, estábamos hablando de lo que haremos el fin de semana.

Jungkook se acercó, su rostro serio, pero con un destello de calidez en los ojos solo visible para Taehyung.

— No sé qué plan tienes, pero este fin de semana es para entrenar — dijo Jungkook, cruzándose de brazos. — Además, ¿quién es ese? — preguntó con una ceja alzada, mirando fijamente a uno de los chicos que había estado demasiado cerca de Taehyung para su gusto.

Taehyung rodó los ojos, riendo suavemente.

— Vamos, Jungkook, no seas tan protector — bromeó, dándole una palmada en el hombro. — Este es Minho, mi compañero en el club de arte.

Minho tragó saliva nerviosamente y retrocedió un paso bajo la mirada penetrante de Jungkook.

— S-Sí, solo estábamos hablando de una exposición... — balbuceó Minho.

Jungkook asintió lentamente, sin apartar la vista de él.

— Ya. Solo asegúrate de que sigan hablando solo de arte — dijo mirándolo con una sonrisa forzada, antes de volver su atención a Taehyung. — Vámonos, Tae. Tienes que ayudarme con algo.

Taehyung suspiró, aunque en el fondo estaba acostumbrado a la actitud sobreprotectora de Jungkook. Se despidió del grupo con una sonrisa y caminó junto a su amigo, ambos dirigiéndose al estacionamiento.

El campus estaba animado como siempre. Taehyung caminaba por los pasillos, saludando a todos los que se cruzaban en su camino. Con su cuenta de redes sociales en pleno auge y su creciente popularidad, era prácticamente una celebridad en el campus.

Mientras tanto, Jungkook, que prefería mantener un perfil bajo, lo esperaba apoyado en su motocicleta al final del día. Cuando Taehyung lo vio, su rostro se iluminó y aceleró el paso.

— ¡Hey, Kookie! — exclamó Taehyung, mientras llegaba a su lado. — Hoy me ofrecieron participar en una colaboración con una marca de ropa. ¡¿Te imaginas?!

Jungkook sonrió, aunque de manera más reservada.

— Sabía que sería cuestión de tiempo antes de que eso pasara. — Luego lo miró de reojo, fingiendo desinterés. — Solo asegúrate de que no te exploten. ¿Y qué hay de tu presentación de arte? No puedes dejar que esas cosas se interpongan.

Taehyung se rió.

— Siempre tan preocupado por mí. — Luego lo miró con una sonrisa cálida. — Gracias, Kookie. No sé qué haría sin ti.

Jungkook lo observó en silencio por un momento, su expresión más seria.

— No tienes que agradecérmelo. Ya sabes que siempre estaré aquí para ti. Desde que éramos niños en la mansión, te dije que siempre te protegería. Y lo sigo diciendo.

Taehyung, conmovido, asintió.

— Lo sé, Kookie. Y yo también siempre estaré para ti, aunque no seas tan sociable como yo — añadió con una risa juguetona.

Jungkook bufó, sonriendo levemente.

— No necesito ser sociable. Con que estés tú, me basta.

Esa simple declaración dejó a Taehyung en silencio por un momento. Ambos compartieron una mirada que decía más de lo que las palabras podían expresar. Aunque a veces parecía que venían de mundos opuestos, lo que compartían era algo que nadie más podía entender: una amistad forjada desde la infancia, fortalecida por los años, y marcada por una lealtad inquebrantable.

— ¿Y entonces? — preguntó Taehyung, cambiando de tema con una sonrisa traviesa. — ¿Vamos a dar una vuelta en tu moto o no?

Jungkook rió suavemente, poniéndose el casco.

— Vamos, pero agárrate fuerte.

Jungkook le lanzó a Taehyung un casco extra, y Taehyung lo atrapó con una sonrisa emocionada.

— Siempre me pregunto por qué no me compras mi propia moto — bromeó Taehyung, mientras se lo ponía.

Jungkook, ya montado, encendió la motocicleta y el rugido del motor llenó el aire.

— Porque sé que te estrellarías en la primera curva — respondió Jungkook, riéndose suavemente. — Además, ¿te imaginas lo que dirían todos si te vieran en una moto? Eres el chico dorado del campus. ¡Tienes que cuidar tu imagen!

Taehyung se rió, y mientras se subía detrás de él, respondió en un tono juguetón:

— Mi imagen está intacta, gracias. Solo sería más genial si tuviera una moto propia. ¡Podríamos ser un dúo de motociclistas!

— O podríamos ser el dúo que se parte en dos por hacer tonterías — replicó Jungkook, mirando por encima del hombro. — Agárrate bien, Tae.

Taehyung obedeció, pasando sus brazos alrededor de la cintura de Jungkook. Sentía la adrenalina correr por su cuerpo cada vez que se subía a la motocicleta, pero también la seguridad que siempre le brindaba estar cerca de Jungkook.

La motocicleta rugió cuando Jungkook aceleró, llevándolos por las calles de la ciudad. El viento desordenaba el cabello de Taehyung, quien cerraba los ojos y reía, disfrutando del momento. Para él, esos paseos eran más que simples escapadas. Eran pequeños fragmentos de libertad, una manera de desconectarse de la atención constante que recibía en la universidad y simplemente ser él mismo, al lado de su mejor amigo.

Horas después, en un mirador solitario, con vista a la ciudad:

Ambos bajaron de la motocicleta, y Taehyung, aún con la adrenalina corriendo por sus venas, se dejó caer sobre el césped, observando el horizonte.

— ¿No es increíble cómo cambia todo cuando crecemos? — comentó Taehyung en voz baja. — A veces extraño cuando éramos niños. Todo parecía tan fácil en la mansión Jeon.

Jungkook se sentó a su lado, apoyando los codos sobre sus rodillas. Su mirada se perdió en las luces de la ciudad.

— Sí, era más simple entonces, ¿no? — respondió, con una nota de nostalgia en su voz. — Jimin, tú y yo... éramos inseparables.

Taehyung sonrió, recordando aquellos días.

— Jimin siempre decía que se casaría conmigo — recordó, riéndose.

Jungkook hizo una mueca y sacudió la cabeza, como si ese recuerdo aún le causara molestia.

— Yo también lo dije. Y me acuerdo cómo siempre lo discutíamos, como si fuera algo serio — dijo, mirando de reojo a Taehyung.

Taehyung lo miró, su sonrisa aún presente pero más suave, como si comprendiera el peso detrás de esas palabras.

— Eran promesas de niños, Jungkook — dijo suavemente. — Sabíamos que no duraría, pero... aún así lo decíamos con todo el corazón.

Jungkook guardó silencio por un momento, bajando la mirada al suelo.

— Tal vez no eran solo promesas de niños para mí.

La confesión de Jungkook flotó en el aire, haciendo que el ambiente cambiara. Taehyung lo observó en silencio, sorprendido por la sinceridad en su voz. Nunca había pensado que Jungkook hablara tan abiertamente de aquellos días. Sabía que lo protegía, que su amistad era lo más importante, pero nunca imaginó que pudiera haber algo más detrás de sus palabras.

— Jungkook... — comenzó Taehyung, pero se detuvo, sin saber exactamente qué decir.

Jungkook se levantó y miró hacia la ciudad una vez más, con las manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero.

— Olvídalo. Solo estoy divagando. — Intentó sonreír, aunque había una nota de tristeza en su voz. — Vamos, te llevo de vuelta.

Taehyung se quedó sentado, mirándolo, sintiendo una pequeña punzada en el pecho. Sabía que Jungkook siempre había estado ahí para él, pero solo ahora comenzaba a entender la profundidad de lo que eso significaba.

Se levantó lentamente y caminó hacia la motocicleta, deteniéndose justo al lado de Jungkook.

— Kook, no tienes que guardarte todo para ti — dijo en voz baja, mirándolo directamente a los ojos. — Somos amigos. Siempre lo hemos sido, y siempre lo seremos, pase lo que pase.

Jungkook lo miró, sus ojos oscuros mostrando una vulnerabilidad que rara vez dejaba ver.

— Lo sé, Tae. Es solo que... a veces desearía que las cosas fueran tan simples como cuando éramos niños.

Taehyung sonrió con tristeza y asintió.

— Yo también. Pero eso no significa que no podamos encontrar una manera de seguir adelante. Juntos, como siempre.

Jungkook lo miró un momento más antes de asentir con una leve sonrisa, recuperando parte de su habitual confianza.

— Tienes razón. Ahora, sube a la moto antes de que me arrepienta de traerte a este mirador sentimental.

Taehyung se río suavemente y se subió a la moto, abrazándolo una vez más. Mientras el motor rugía de nuevo, y la carretera se extendía frente a ellos, ambos sabían que, aunque el tiempo los había cambiado, su vínculo seguía siendo tan fuerte como siempre.

A medida que pasaban los meses en la universidad, las cosas comenzaron a cambiar. Jungkook, que siempre había sido una figura tranquila y reservada fuera del círculo de su amistad con Taehyung, empezó a sentir el peso de las expectativas de su familia. La familia Jeon era conocida en la ciudad por su poder e influencia, y eso significaba que había un cierto estándar que Jungkook debía cumplir, algo que nunca lo había incomodado hasta ahora.

Sus padres, especialmente su padre, comenzaron a presionarlo más que nunca para que tomara un papel más activo en los negocios familiares. Lo querían preparado para convertirse en el heredero de la empresa, pero ese no era el futuro que Jungkook deseaba para sí mismo. Cada cena familiar terminaba en discusiones tensas, con su padre insistiendo en que era hora de que se pusiera serio y empezara a asumir su rol en la empresa.

🐾

En la noche.

— No puedes seguir huyendo de tus responsabilidades, Jungkook. Eres un Jeon. Hay expectativas que cumplir — le dijo su padre con voz dura, mientras su madre permanecía en silencio, observando la tensión aumentar.

Jungkook apretó los puños bajo la mesa, sintiendo la rabia crecer en su interior.

— Nunca quise esto. No me interesa tu maldito negocio — respondió, su voz cargada de frustración.

Su padre golpeó la mesa con fuerza, haciendo que los cubiertos tintinearan.

— No tienes elección. Esta familia tiene una reputación, y no puedes destruirla solo porque quieres andar en motocicletas y jugar a ser un rebelde. Es hora de crecer, Jungkook.

Jungkook se levantó de golpe, la silla chocando contra el suelo. Su mandíbula se tensó, y antes de que pudiera decir algo más, giró sobre sus talones y salió de la habitación.

La rabia y la impotencia lo consumían. Sentía que estaba atrapado en una vida que no quería, que estaba siendo moldeado para ser algo que nunca había deseado ser. Y con cada discusión, la presión solo aumentaba, empujándolo al borde.

Esa noche, como muchas otras después de una pelea con sus padres, Jungkook terminó en un bar del centro, con una botella en la mano y el ceño fruncido. El alcohol era su única vía de escape, el único momento en el que podía dejar de pensar en las expectativas, en los planes que otros tenían para él.

El problema era que no sabía cuándo detenerse.

🎶

Más tarde en la noche

En una sala privada de un club Jungkook estaba rodeado de desconocidos, con música alta y luces tenues. Había perdido la cuenta de cuántos tragos llevaba, pero lo suficiente como para que la realidad se sintiera distante. Estaba apoyado en una mesa, la cabeza le daba vueltas, pero no le importaba.

Un hombre alto y trajeado entró en la sala. Era uno de los guardaespaldas de la familia Jeon, enviado para llevarlo de vuelta a casa. Jungkook lo miró, irritado.

— No necesito una niñera. Vete al diablo — murmuró, empujando una botella vacía al otro lado de la mesa.

—Joven Jeon, su familia está preocupada. Es mejor que volvamos a casa — dijo el guardaespaldas, con voz firme pero calmada.

Jungkook soltó una carcajada amarga y se levantó con dificultad.

— Mi familia solo se preocupa por su imagen, no por mí.

El guardaespaldas no respondió, pero después de un tenso momento, se acercó a Jungkook para ayudarlo a levantarse.

Jungkook lo empujó, tambaleándose hacia atrás mientras una risa amarga resonaba en la pequeña sala.

— No me toques — escupió con veneno, la voz quebrada por la mezcla de alcohol y emociones reprimidas. — No voy a ir a ningún lado. No contigo, ni con ellos.

El guardaespaldas, entrenado para mantenerse imperturbable, mantuvo su compostura. Dio un paso atrás, respetando la distancia, pero no se movió de su lugar. Sabía que no podía obligar a Jungkook, pero también sabía que no podía regresar sin él.

— Joven Jeon, esto no es saludable para usted. Debería reconsiderarlo — intentó, manteniendo su voz tranquila, pero con la firmeza de quien ha lidiado con situaciones similares antes.

Jungkook, enojado, agarró una de las copas vacías y la lanzó al suelo con fuerza. El sonido del cristal rompiéndose apenas se escuchó por encima de la música, pero el gesto fue lo suficientemente elocuente. Se inclinó sobre la mesa, respirando pesadamente, con los ojos inyectados en una mezcla de rabia y tristeza.

— ¿Saludable? — murmuró, casi como un susurro, mientras se enderezaba con esfuerzo. — No tienes idea de lo que es estar en mi piel.

El guardaespaldas permaneció en silencio, consciente de que no había palabras que pudieran aliviar la carga que Jungkook llevaba. Sin embargo, dio un paso adelante, no para forzarlo, sino para ofrecerle una salida.

— Joven Jeon, no puedo entender lo que siente, pero su familia está esperando. No por ellos, sino por usted mismo... por su bienestar. Esta noche no tiene por qué terminar así.

Jungkook lo miró fijamente, su mente nublada por el alcohol y el dolor, pero en el fondo, algo en sus palabras resonó. Cerró los ojos un segundo, intentando apagar el torbellino en su cabeza, y exhaló con fuerza.

— A la mierda... — murmuró, pero esta vez, sus palabras carecían de la mordacidad de antes. — Llévame de vuelta, entonces.

El guardaespaldas asintió, acercándose con cautela, ayudándolo a levantarse. Jungkook se tambaleó al ponerse de pie, pero no protestó. Dejó que lo guiara hacia la salida, con la promesa silenciosa de que esta noche caótica finalmente llegaría a su fin.

Mientras salían de la sala privada, el ambiente del club los envolvía en una mezcla de música ensordecedora y luces parpadeantes. El cuerpo de Jungkook pesaba más de lo normal; cada paso era un esfuerzo que lo acercaba más a la realidad que tanto había tratado de evadir esa noche.

El guardaespaldas, discreto pero firme, lo sostenía del brazo para evitar que cayera. A medida que atravesaban el club, las miradas curiosas de los desconocidos seguían al joven heredero, pero Jungkook, perdido en su propia niebla, apenas lo notaba.

Al llegar a la puerta, una ráfaga de aire fresco lo golpeó en la cara, despejando ligeramente el alcohol de su sistema. Afuera, la limusina negra esperaba, las luces del vehículo rompiendo la oscuridad de la noche. El guardaespaldas abrió la puerta trasera con calma, esperando a que Jungkook subiera.

— Joven Jeon — dijo con suavidad, tratando de evitar que la situación se desbordara de nuevo.

Jungkook vaciló por un momento, mirando la puerta abierta como si fuera una jaula. Su respiración era pesada, sus manos temblaban ligeramente. Sabía que, una vez dentro, tendría que enfrentar todo lo que intentaba dejar atrás con alcohol y desenfreno. Pero ¿qué otra opción tenía? Sus hombros se hundieron con resignación, y finalmente, entró en el coche, dejándose caer sobre el asiento de cuero.

El interior de la limusina estaba en silencio, una sensación extraña después del caos del club. Jungkook apoyó la cabeza en el respaldo, cerrando los ojos mientras el coche comenzaba a moverse. El sonido del motor era suave, casi hipnótico, pero su mente seguía en una vorágine.

Después de un rato, el guardaespaldas, sentado en el asiento delantero, rompió el silencio.

— Llegaremos a casa en unos minutos, Joven.

Jungkook no respondió, manteniéndose con los ojos cerrados. Aún no estaba listo para regresar. No quería volver a la mansión fría y vacía, donde todo le recordaba su papel en la familia, una imagen que ya no podía soportar. Pero lo que lo esperaba en esa casa era peor que el vacío: una vida construida sobre expectativas ajenas, decisiones que nunca fueron suyas.

De repente, abrió los ojos y, con voz más clara pero llena de desesperación, habló.

— ¿Qué crees que dirían si simplemente desaparezco? — preguntó, mirando al guardaespaldas por el espejo retrovisor.

Su tono no era el de una amenaza, sino el de alguien sinceramente perdido.

El guardaespaldas lo observó a través del espejo, sus ojos serenos pero cargados de una comprensión que no muchos ofrecían.

— No puedo responder por ellos, joven Jeon, pero sé que habría personas preocupadas por usted. No por lo que representa, sino por quien es.

Jungkook dejó escapar una risa amarga, volviendo a cerrar los ojos.

— Ya no sé quién soy — murmuró, sintiendo cómo el peso de sus propias palabras lo aplastaba.

El resto del viaje transcurrió en silencio, hasta que la limusina se detuvo frente a la imponente mansión de la familia Jeon. La puerta se abrió, y el aire frío de la madrugada lo envolvió de nuevo. Jungkook salió del coche tambaleándose, ignorando las luces que aún brillaban dentro de la mansión.

El guardaespaldas lo acompañó hasta la entrada, donde otros miembros del personal esperaban discretamente a su regreso. Jungkook se detuvo en el umbral, observando la enorme puerta de madera tallada, símbolo de su prisión dorada.

Con un suspiro profundo, dio un paso hacia adentro.

Al cruzar el umbral de la mansión, el eco de sus pasos resonaba en el vasto hall. Las paredes, frías y decoradas con obras de arte que no significaban nada para él, parecían cerrarse a su alrededor. Las luces suaves de las lámparas colgantes apenas lograban suavizar la atmósfera opresiva del lugar. La mansión, aunque lujosa, le recordaba cuán solo se sentía a pesar de estar rodeado de opulencia.

El personal permanecía a distancia, como si supieran que cualquier intento de acercarse en ese momento sería inútil. Jungkook no necesitaba compañía, ni preguntas, y mucho menos simpatía. Solo quería desaparecer dentro de esa enorme casa que nunca había sido realmente su hogar.

— ¿Dónde está mi padre? — preguntó de repente, sin mirar a nadie en particular.

Una de las sirvientas, algo nerviosa, dio un paso adelante.

— El señor Jeon está en su despacho, joven. No ha salido desde esta mañana.

Jungkook asintió levemente. Sabía que su padre no lo esperaría despierto, pero aún así, la confirmación de su ausencia lo llenaba de una rabia inexplicable. Había esperado—por alguna razón que no entendía—que su padre estuviera allí, aunque solo fuera para recriminarle, para demostrar que de alguna forma le importaba. Pero como siempre, no había nadie.

Sin decir nada más, se encaminó hacia las escaleras, tambaleándose ligeramente. Su cuerpo seguía cansado por el alcohol, pero su mente estaba más despejada. A medida que subía, la mansión se volvía más silenciosa, más sombría, como si los recuerdos de su infancia, de la vida que había llevado hasta ahora, lo siguieran desde cada rincón.

Llegó a la planta superior y caminó por el largo pasillo hasta su habitación, una suite en la que cualquier persona soñaría vivir, pero para él era solo otra prisión. Abrió la puerta y la cerró detrás de él con un golpe seco. Todo estaba en perfecto orden, como siempre, nada fuera de lugar, cada detalle cuidadosamente preparado por el personal para satisfacer cualquier capricho que tuviera.

Pero él no quería nada de eso.

Se dejó caer en la cama, boca arriba, mirando el techo como si allí pudiera encontrar respuestas. La oscuridad de la habitación lo envolvía, y por un momento, el cansancio lo hizo cerrar los ojos. Sin embargo, sus pensamientos seguían corriendo sin descanso, una y otra vez volviendo al mismo punto: ¿Qué sentido tenía todo esto?

Jungkook giró la cabeza hacia la mesita de noche, donde una fotografía enmarcada capturaba la imagen de su familia en una gala. Todos sonriendo, perfectos, como se esperaba de ellos. Alargó la mano y tomó el marco, observando con más detenimiento. Su padre, su madre... y él, en el centro, con la misma sonrisa vacía que siempre mostraba en público.

Con un gesto repentino, lleno de frustración, arrojó el marco contra la pared. El vidrio se rompió en mil pedazos, un eco de su propia confusión y angustia. El sonido resonó por la habitación, pero fue rápidamente absorbido por el silencio de la mansión.

Jungkook se quedó mirando los pedazos esparcidos por el suelo, con la respiración agitada. La imagen de su familia, ahora rasgada y rodeada de fragmentos de cristal, parecía reflejar lo que sentía por dentro.

Finalmente, se llevó las manos al rostro, apretando los ojos con fuerza. El agotamiento físico y emocional lo superaba. No sabía cuánto tiempo más podría seguir manteniendo esa fachada. Su vida estaba cayendo a pedazos, y él no encontraba una salida.

Con un suspiro pesado, se dejó caer de lado sobre la cama. La habitación estaba sumida en una oscuridad silenciosa, rota solo por la luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas. Pero a pesar del cansancio, el sueño no llegaba. Solo quedaba él, solo, atrapado en una vida que no podía soportar, deseando, por primera vez en mucho tiempo, que algo—o alguien—lo sacara de esa miseria silenciosa.

🐺

Al rato

Jungkook se despertó con una resaca brutal en su habitación de la mansión. No recordaba mucho de la noche anterior, pero sabía que algo había pasado. Mientras se frotaba los ojos, su teléfono vibró en la mesita de noche. Era un mensaje de su madre.

— Hemos pagado a los medios para que no publiquen nada sobre lo de anoche. Pero no puede seguir así, Jungkook. Habla con tu padre. Esto tiene que parar.

El mensaje solo aumentó su frustración. No era la primera vez que su familia desembolsaba grandes cantidades de dinero para silenciar un escándalo. Las noches de borrachera de Jungkook se habían vuelto más frecuentes, y cada vez, la familia Jeon hacía lo que fuera necesario para proteger su reputación. Pero la culpa y la presión solo empeoraban las cosas para él.

Al día siguiente en la universidad

Jungkook llegó tarde a clase, con gafas de sol cubriendo sus ojos cansados. Taehyung, que ya lo esperaba en la puerta del aula, lo observó con preocupación.

— ¿Otra vez? — preguntó Taehyung en voz baja cuando Jungkook se acercó.

Jungkook asintió brevemente, sin mirarlo a los ojos.

— No empieces, Tae. No necesito sermones hoy.

Taehyung suspiró, claramente preocupado por su amigo. Sabía que Jungkook estaba bajo una presión inmensa, pero ver cómo se destruía a sí mismo no era algo que pudiera ignorar.

— No te voy a dar un sermón, Kookie — dijo Taehyung suavemente, colocándole una mano en el hombro. — Pero no puedo quedarme sin hacer nada mientras te veo caer en este espiral. Necesitas hablar con alguien.

Jungkook soltó una risa amarga y negó con la cabeza.

— ¿Hablar con quién? ¿Con mis padres? Solo me ven como una herramienta más para sus negocios. No les importa lo que quiero.

— No, hablo de mí. O de Jimin. Sabes que siempre estamos aquí para ti. No tienes que cargar con todo solo — insistió Taehyung.

Jungkook se quitó las gafas de sol y lo miró con ojos cansados.

— No quiero ser una carga para ti, Tae. Ya tienes suficiente con lo tuyo.

Taehyung lo observó por un momento antes de negar con la cabeza.

— No eres una carga, Jungkook. Somos amigos, y siempre hemos estado el uno para el otro. Así que deja de huir y empieza a confiar en que puedes apoyarte en nosotros.

Jungkook lo miró fijamente antes de suspirar.

— Tal vez tienes razón... — murmuró.

Aún no estaba seguro de cómo podría salir de aquel pozo que lo consumía lentamente.

🎶

Al rato en la cafetería.

Taehyung estaba en la cafetería del campus, concentrado en escoger su almuerzo mientras revisaba su teléfono. A lo lejos, Jungkook estaba en su habitual rincón del patio, recostado contra una pared de ladrillo con un cigarro entre los labios. Fumaba en silencio, observando distraídamente a la gente pasar, pero sus ojos siempre volvían a Taehyung, asegurándose de que estuviera bien. Era algo instintivo para él; aunque no lo dijera, se mantenía vigilante.

De repente, notó algo que hizo que su expresión se tensara. Un chico desconocido, que estaba sentado en una mesa cercana a la entrada de la cafetería, no dejaba de mirar a Taehyung de una manera que encendió una chispa de furia en el pecho de Jungkook. El tipo lo miraba fijamente, sus ojos recorriendo a Taehyung con descaro, como si lo estuviera evaluando, lo que provocó que los músculos de Jungkook se tensaran de inmediato.

— ¿Qué mierda está mirando ese idiota?— pensó Jungkook, frunciendo el ceño sintiendo a su lobo interior enojado.

Y aplasta el cigarro contra la pared. No podía soportar que alguien mirara a Taehyung de esa manera.

Sin pensarlo dos veces, Jungkook avanzó con pasos decididos hacia el chico. El ambiente alrededor suyo parecía congelarse; las risas y charlas del patio pasaron a segundo plano en su mente. Todo lo que veía era al tipo que se atrevía a mirar a Taehyung como si fuera un objeto.

— ¿Tienes algún problema? — le espetó Jungkook, su tono lleno de amenaza, cuando llegó a la mesa donde estaba sentado el desconocido.

El chico lo miró sorprendido, sin saber cómo reaccionar al principio. Pero en lugar de retroceder, esbozó una sonrisa confiada, lo que solo enfureció más a Jungkook.

— ¿Y a ti qué te importa? — respondió el chico, con una mirada desafiante.

Eso fue suficiente para que Jungkook perdiera la paciencia. Sin decir una palabra más, lo agarró por el cuello de la camisa y lo levantó de su asiento, empujándolo con fuerza contra la pared más cercana. La mirada de Jungkook era feroz, oscura, llena de una furia que el chico no había anticipado.

— Te lo diré una vez. Deja de mirar a Taehyung, o te juro que te vas a arrepentir — siseó entre dientes, apretando más su agarre.

— ¿Qué vas a hacer? ¿Golpearme porque me fijé en tu novio? — el tipo se atrevió a reír, pero no duró mucho.

Jungkook no dudó. Con un movimiento rápido, su puño voló directo al rostro del chico, haciendo que este se tambaleara y cayera al suelo. El sonido del golpe resonó en el patio, y algunas personas que estaban alrededor soltaron exclamaciones de sorpresa. Pero Jungkook no se detuvo ahí. Lo levantó de nuevo y le dio otro golpe, esta vez al estómago, haciendo que el chico gimiera de dolor.

Mientras tanto, Taehyung, que estaba en la fila, notó el alboroto en el patio y se giró justo a tiempo para ver a Jungkook golpeando al desconocido. Su corazón se aceleró de inmediato, el miedo apoderándose de él.

— ¡Jungkook! — gritó aterrado.

Y dejo su bandeja de comida corriendo hacia la escena.

Llegó justo cuando Jungkook estaba por darle otro puñetazo al chico, su rostro lleno de rabia. Sin pensarlo, Taehyung se colocó entre ambos, empujando a Jungkook hacia atrás.

— ¡Jungkook, basta! — exclamó con desesperación. — ¿Qué estás haciendo?

Jungkook respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras sus manos aún temblaban de ira. Sus ojos oscuros seguían fijos en el chico en el suelo, pero la voz de Taehyung finalmente lo hizo detenerse. Lentamente, su mirada se suavizó al ver a Taehyung frente a él, con ojos llenos de preocupación.

— Estaba mirándote — murmuró Jungkook, su tono bajo pero cargado de furia reprimida. — No me gustaba cómo te miraba.

— Eso no importa. No puedes ir por ahí golpeando a la gente — dijo Taehyung, sacudiendo la cabeza, tratando de calmar la situación.

El chico en el suelo se quejaba de dolor, sujetándose el costado mientras intentaba levantarse, pero Taehyung estaba más concentrado en Jungkook, quien tenía los nudillos ensangrentados por los golpes. Sin decir más, Taehyung lo tomó del brazo.

— Ven conmigo, tenemos que curarte antes de que empeore — insistió, tirando suavemente de él.

Jungkook, todavía agitado, permitió que Taehyung lo guiara hacia la enfermería. Caminaba en silencio, pero su cuerpo seguía tenso, como si estuviera listo para pelear de nuevo en cualquier momento. Los dos entraron en la pequeña habitación de la enfermería, y Taehyung lo hizo sentarse en una camilla mientras buscaba el botiquín.

— Jungkook... — comenzó Taehyung mientras limpiaba cuidadosamente los nudillos de su amigo. — No puedes seguir haciendo esto. Sé que intentas protegerme, pero... no es así como se manejan las cosas.

Jungkook lo miró, sus ojos todavía llenos de emociones encontradas.

— No puedo evitarlo, Tae. No puedo soportar que alguien te mire de esa forma. No sabes lo que piensan... lo que podrían hacerte. Yo no... — su voz se quebró ligeramente antes de que pudiera terminar.

Taehyung se detuvo un momento, observando a Jungkook con una mezcla de tristeza y cariño. Sabía que Jungkook siempre había sido protector, pero últimamente, esa protección se estaba convirtiendo en algo más intenso, algo que rayaba en lo peligroso.

— Estoy bien, Jungkook. Estoy a salvo contigo, siempre lo he estado. Pero no puedes seguir arriesgándote así — dijo suavemente, vendando los nudillos de su amigo.

El silencio llenó la sala mientras Taehyung terminaba de curarlo. Jungkook, por su parte, seguía con la mirada baja, procesando lo que acababa de suceder. Sabía que Taehyung tenía razón, pero también sabía que no podía controlar ese instinto feroz que tenía de protegerlo a toda costa.

Cuando finalmente Taehyung terminó, dejó escapar un suspiro al ver que los nudillos de Jungkook estaban bien cubiertos.

— Ahí tienes, todo listo — dijo con una sonrisa suave, tratando de aliviar la tensión.

Jungkook alzó la vista y, por primera vez en lo que parecía una eternidad, sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa, aunque tímida.

— Gracias, Tae.

Taehyung sonrió de vuelta, apoyando una mano en el hombro de su amigo.

— ¿Ves? No necesitas pelear. Siempre me tendrás aquí.

El ambiente en la pequeña sala de la enfermería cambió de pronto, como si el aire mismo se volviera más denso. Taehyung aún tenía su mano apoyada en el hombro de Jungkook, y ambos se miraban en silencio, sus respiraciones suaves, pero cargadas de algo que no podían ignorar. Ninguno de los dos dijo una palabra; el lenguaje entre ellos había cambiado de palabras a sensaciones.

Los ojos de Jungkook viajaron desde los labios de Taehyung hacia sus ojos, que ahora parecían brillar de una manera que le era imposible ignorar. Su cuerpo estaba tenso, no por la pelea, sino por la cercanía de Taehyung, por esa energía que siempre sentía cuando estaba a su lado, pero que ahora ardía más intensamente.

Taehyung también lo sintió, su corazón latiendo con fuerza en el pecho. La conexión que siempre había tenido con Jungkook estaba al borde de transformarse en algo que ninguno de los dos había podido anticipar. Sus lobos interiores, sus instintos más primitivos, se agitaban dentro de ellos, moviéndose inquietos, deseosos de algo más.

Antes de poder detenerse, antes de siquiera pensarlo dos veces, ambos se movieron al unísono, como si algo los empujara el uno hacia el otro. Sus labios se encontraron en un beso que fue tanto suave como desesperado, cargado de una tensión que había estado acumulándose entre ellos durante años.

Jungkook sostuvo el rostro de Taehyung entre sus manos, su tacto firme pero cuidadoso, como si temiera que este momento pudiera desvanecerse en cualquier segundo. El beso comenzó lento, casi exploratorio, pero rápidamente se intensificó cuando sus cuerpos respondieron de manera instintiva, como si hubieran estado esperando este momento toda su vida.

Dentro de ellos, sus lobos interiores aullaron de emoción. Era como si sus almas estuvieran en sintonía, como si sus instintos más profundos hubieran reconocido lo que sus corazones humanos habían tardado tanto en aceptar. El lobo de Jungkook gruñía de satisfacción, reclamando lo que siempre había sentido que le pertenecía: la cercanía, la protección y el amor de Taehyung. Mientras tanto, el lobo de Taehyung sentía una paz intensa, una felicidad que hacía que su cuerpo entero vibrara con energía.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, sus frentes juntas mientras el silencio volvía a llenar la pequeña sala. Ninguno sabía qué decir, pero no hacía falta. Lo que acababa de pasar entre ellos decía más que cualquier palabra.

— Jungkook... — murmuró Taehyung, con la voz temblorosa, sin poder evitar sonreír.

Jungkook simplemente lo miró, su mirada intensa, pero ahora mucho más tranquila.

— No tienes idea de cuánto tiempo he querido hacer eso — confesó Jungkook, su voz ronca y sincera.

Taehyung se sonrojó levemente, pero no apartó la mirada.

— Yo también... — respondió, casi en un susurro.

Los dos estaban aún procesando lo que acababa de ocurrir entre ellos, cuando de repente el sonido del teléfono de Jungkook los sacó de su pequeña burbuja. Jungkook revisó la pantalla y vio un número familiar. Sus padres. Su rostro cambió de inmediato, el nerviosismo apoderándose de él.

— Mis padres... — murmuró, sus ojos encontrándose con los de Taehyung.

Antes de que pudiera contestar, la puerta de la enfermería se abrió de golpe, revelando al director de la universidad acompañado por los padres de Jungkook y el padre de Taehyung, Soohyuk. La tensión en el aire se volvió palpable en un instante.

— Señor Jeon — dijo el director con un tono serio, sus manos entrelazadas detrás de la espalda. — Me temo que tenemos un incidente grave que discutir.

Los padres de Jungkook entraron rápidamente, su madre luciendo preocupada mientras su padre mantenía una expresión de calma tensa. Soohyuk, por su parte, caminó detrás de ellos con su habitual porte firme, pero sus ojos se posaron rápidamente en Taehyung, quien todavía estaba al lado de Jungkook, como protegiéndolo de lo que estaba por venir.

— ¿Qué ha pasado aquí? — preguntó el padre de Jungkook, su voz severa.

El director se aclaró la garganta y comenzó a explicar lo ocurrido con una voz medida, omitiendo detalles innecesarios, pero sin suavizar la gravedad de la situación. Describió cómo Jungkook había golpeado al chico sin provocación aparente, y cómo la situación había escalado hasta el punto en que fue necesaria la intervención de Taehyung.

La madre de Jungkook se llevó una mano a la boca, claramente consternada por lo que estaba escuchando. Su padre, sin embargo, permaneció en silencio, su expresión endureciéndose con cada palabra.

— Jungkook — comenzó su padre, finalmente. — No puedo creer que hayas perdido el control de esta manera. ¿Qué tienes que decir por ti mismo?

Jungkook bajó la cabeza, aún demasiado avergonzado para mirarlo a los ojos.

— Él estaba mirando a Taehyung... de una manera que... no podía soportarlo. — Respondió Jungkook en voz baja, como si las palabras le pesaran en la lengua.

— ¡¿Y por eso te atreviste a usar la violencia?! — exclamó su padre, la rabia finalmente manifestándose en su voz. — ¡Eso no justifica lo que hiciste! ¡No te criamos para que resolvieras las cosas de esta manera!

Taehyung, incapaz de quedarse en silencio, se adelantó y habló con valentía.

— Señor Jeon, por favor, no sea tan duro con él. Yo... yo estaba allí. Sé que Jungkook solo estaba tratando de protegerme. Sé que no fue la mejor manera de hacerlo, pero sus intenciones eran buenas.

Soohyuk se cruzó de brazos, observando a su hijo mientras intervenía en defensa de Jungkook. Aunque su expresión era imperturbable, Taehyung sabía que su padre no iba a dejar que esto pasara sin reprender a ambos.

— Apreciamos tu lealtad, Taehyung, — dijo Soohyuk finalmente, su voz profunda llenando la habitación. — Pero eso no significa que debamos tolerar este comportamiento. Jungkook debe aprender que la violencia nunca es la solución.

El director asintió en silencio, dejando que las palabras de Soohyuk quedaran claras. Tras una breve pausa, se volvió hacia Jungkook.

— Lamentablemente, esto no puede quedar sin consecuencias, señor Jeon. Tendrá una suspensión temporal mientras investigamos lo sucedido. Hablaremos más al respecto en los próximos días.

Los padres de Jungkook asintieron con resignación, y su madre tomó un paso adelante, tomando la mano de su hijo.

—Jungkook. Necesitamos hablar.

Pero antes de que pudieran marcharse, Soohyuk lo detuvo con una mirada penetrante.

— Jungkook — dijo con frialdad. — Nos veremos más tarde. Tú y yo tendremos una conversación muy seria sobre lo que pasó aquí hoy.

El corazón de Jungkook se hundió aún más al escuchar esas palabras. Sabía que lo que le esperaba no iba a ser fácil.

Sin más, todos salieron de la enfermería, dejando a Taehyung y Jungkook detrás con el peso de lo que acababa de suceder todavía sobre sus hombros. Mientras caminaban en silencio hacia la salida, Jungkook sintió la mano de Taehyung apretando suavemente la suya, como un recordatorio silencioso de que no estaba solo.

Aunque sabían que el camino sería complicado, el vínculo entre ellos parecía más fuerte que nunca.

El director continuaba hablando mientras los padres de Jungkook lo miraban con preocupación. Soohyuk, el mayor de la familia, estaba allí también, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

— Esto no puede seguir así, Jungkook. — La voz de su padre sonaba firme, pero no furiosa, más bien llena de decepción. — Eres adulto, pero tus acciones tienen consecuencias. Sabes que no podemos permitir que te metas en peleas constantemente. Eres un Jeon, y lo que haces afecta a la familia.

Jungkook permanecía en silencio, su mandíbula apretada mientras evitaba la mirada de su padre. Soohyuk lo observaba desde el otro lado, con una mezcla de dureza y preocupación en su expresión. Cuando el director terminó de relatar lo sucedido, sus padres agradecieron la comprensión, y fue entonces que Soohyuk decidió intervenir.

— Jungkook, no puedes seguir así. Sabes lo que eso significa para nuestra reputación — le reprendió su hermano mayor Yugyeom. — Sé que intentas proteger a Taehyung, pero debes aprender a controlarte. No puedes pelear cada vez que alguien lo mira mal.

El silencio que siguió fue tenso. Jungkook sentía la presión, pero no estaba dispuesto a seguir escuchando lo mismo una y otra vez. Su mente estaba en otra parte, con Taehyung. No podía seguir allí, siendo sermoneado mientras todo lo que deseaba era escapar, sentirse libre, y pasar la tarde con la persona que realmente le importaba.

Cuando finalmente terminaron de hablar, Jungkook salió del despacho del director sin decir una palabra más. Bajó las escaleras con pasos rápidos, y sin detenerse, se dirigió directamente hacia al salón de su amado.

Llegó al salón de Taehyung en pocos minutos, y al verlo salir, una sonrisa se dibujó en sus labios. Taehyung, sorprendido al verlo con la moto, se quedó mirándolo con curiosidad.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Taehyung, notando la determinación en los ojos de Jungkook.

— Vamos, Tae. Necesito despejarme — dijo Jungkook, pasándole un casco. — ¿Confías en mí?

Taehyung lo miró por un momento, luego sonrió y asintió, tomando el casco y subiéndose a la moto detrás de Jungkook. El contacto de sus brazos alrededor de la cintura de Jungkook le hizo sentir una paz inesperada, como si el caos del día hubiera quedado atrás.

Juntos, se alejaron de la universidad, dejando atrás los problemas, las tensiones, y todo lo demás. Era su momento, solo ellos dos, recorriendo las calles con la brisa fresca acariciando sus rostros, dispuestos a disfrutar de una tarde lejos del mundo.

La moto rugía por las calles mientras Jungkook y Taehyung se alejaban de la ciudad. Las luces de los edificios comenzaron a desvanecerse a medida que se adentraban en caminos menos transitados, rodeados por la naturaleza y el aire fresco del atardecer. Taehyung, con los brazos firmemente alrededor de la cintura de Jungkook, cerró los ojos por un momento, dejando que el viento despeinara su cabello mientras disfrutaba de la libertad que esa tarde les regalaba.

— ¿A dónde vamos? — preguntó Taehyung, levantando la voz para hacerse escuchar sobre el rugido del motor.

— A un lugar que te va a gustar — respondió Jungkook, esbozando una pequeña sonrisa, aunque Taehyung no podía verla. Sabía exactamente a dónde llevarlo.

Tras varios minutos más de carretera, Jungkook giró hacia un pequeño camino de tierra que se adentraba en el bosque. Los árboles comenzaron a rodearlos, las sombras de sus ramas alargándose mientras el sol se deslizaba lentamente hacia el horizonte. Finalmente, la moto se detuvo en una colina que daba vista a un lago tranquilo, cuyas aguas reflejaban los tonos anaranjados y rosados del cielo.

Taehyung se quitó el casco, respirando profundamente mientras observaba el paisaje. Era un lugar hermoso, escondido de todo, perfecto para desconectarse del caos.

— No sabía que este lugar existía — dijo Taehyung, bajándose de la moto. Sus ojos brillaban al observar el entorno. Era como un refugio secreto, lejos del ruido y las preocupaciones.

Jungkook apagó el motor y bajó también, dejando el casco sobre el asiento de la moto. Caminó hacia Taehyung, quien se acercaba al borde de la colina, admirando la vista.

— Vengo aquí cuando necesito pensar — dijo Jungkook, su tono más suave ahora que no había necesidad de alzar la voz. — Nadie lo conoce, y es perfecto para alejarse de todo por un rato.

Taehyung lo miró de reojo, sonriendo ligeramente. Había algo en la forma en que Jungkook lo miraba, en cómo siempre parecía querer protegerlo y llevarlo a lugares especiales, que lo hacía sentir querido de una manera que pocas personas lograban.

— Gracias por traerme — dijo en voz baja. — Creo que necesitaba esto tanto como tú.

Jungkook sonrió, se acercó y tomó suavemente la mano de Taehyung, entrelazando sus dedos. Durante un momento, ambos permanecieron en silencio, mirando el lago, escuchando el susurro del viento y el canto distante de los pájaros que regresaban a sus nidos.

— Te ves cansado — comentó Taehyung de repente, mirando a Jungkook de cerca. Podía notar el cansancio en sus ojos, las sombras de las preocupaciones que Jungkook siempre trataba de ocultar.

— Lo estoy — admitió Jungkook, apretando suavemente la mano de Taehyung. — Pero contigo... se me pasa un poco.

Taehyung sonrió con ternura, y sin pensarlo mucho, tiró suavemente de Jungkook hacia la hierba. Ambos se sentaron juntos, disfrutando del suave calor del sol que aún quedaba y del sonido tranquilo de la naturaleza.

— ¿Sabes? — empezó Taehyung, apoyando la cabeza en el hombro de Jungkook — Aunque te metas en problemas, siempre aprecié cómo intentas cuidarme, incluso cuando no lo necesito.

Jungkook rió suavemente, bajando la mirada hacia Taehyung.

— Tal vez exagero un poco a veces, pero es porque me importas más de lo que imaginas, Tae. No puedo evitar querer protegerte. — Su voz se suavizó aún más, un tono vulnerable que pocas personas lograban escuchar de él.

El silencio que siguió estuvo cargado de una calidez compartida, y por un rato, ninguno de los dos sintió la necesidad de decir más. Las palabras no eran necesarias cuando tenían momentos como ese, rodeados de naturaleza y tranquilidad, lejos del mundo que siempre parecía exigir demasiado.

Finalmente, Jungkook rompió el silencio, su tono ligero pero sincero:

— Te prometí una tarde juntos, ¿No? — dijo mientras sacaba de su bolsillo una pequeña manta y la extendía sobre la hierba. — Así que vamos a hacerla especial.

Taehyung rió, dejando que su cuerpo se relajara al ver cómo Jungkook preparaba todo. Estar con él, en ese lugar tan apartado, hacía que todo lo demás pareciera irrelevante.

Mientras Jungkook y Taehyung se relajaban en la cima de la colina, sus risas y la conversación ligera llenaban el aire, alejando cualquier preocupación que pudiera haberse colado en sus mentes. El ambiente era perfecto, y por un momento, el mundo exterior no existía para ellos. Sin embargo, lejos de ese paraíso oculto, una realidad distinta se desarrollaba.

En la casa de los Kim, la tensión comenzaba a apoderarse del ambiente. Los padres de Jungkook y Taehyung intercambiaban llamadas frenéticas, sus rostros marcados por la preocupación al no saber nada de sus hijos desde hace horas. Seokjin, el papa de Taehyung caminaba de un lado a otro en la sala, el teléfono en mano, intentando mantener la calma, pero con cada llamada sin respuesta, el temor crecía sintiendo a su lobo interior tenso.

— ¿Cómo es posible que no sepamos dónde están? — murmuró Seokjin más para sí mismo que para nadie en particular, mientras revisaba nuevamente su teléfono. — Dijeron que estarían juntos, pero no mencionaron ningún plan en específico...

El padre de Taehyung, Namjoon sentado en un sillón cercano, intentaba mantener una fachada de calma, pero la ansiedad también se reflejaba en su rostro. Se cruzó de brazos, mirando por la ventana como si esperara que en cualquier momento los chicos aparecieran.

— Ya hablé con los padres de Jungkook, y ellos tampoco saben nada. — Su tono era serio, pero controlado. — Tal vez simplemente salieron a distraerse, pero deberían haber avisado. No es propio de Taehyung desaparecer así sin decir nada.

Mientras tanto, en la casa de los Jeon, la situación no era diferente. La madre de Jungkook estaba al borde de la desesperación. Había llamado a Jungkook varias veces, pero su teléfono seguía sin respuesta, y aquello era suficiente para que su imaginación comenzara a correr.

— No puedo creer que haya salido sin decirnos nada... ¿Y si algo les pasó? — dijo Hee sun mirando a su esposo con preocupación. — Sabes cómo es Jungkook, siempre está metido en situaciones riesgosas.

— Tranquilo, cariño — respondió el padre de Jungkook, aunque su propio nerviosismo se notaba en la rigidez de su postura. — Es cierto que a veces toma decisiones impulsivas, pero siempre se las arregla para estar bien. Él sabe lo que hace, y Taehyung está con él. Lo importante es que no perdamos la cabeza, ya aparecerán.

Pero a pesar de sus palabras, el silencio que provenía de los teléfonos de ambos chicos empezaba a ser inquietante. La incertidumbre sobre su paradero comenzaba a pesar demasiado, y el temor de que algo pudiera haber ocurrido se instalaba más fuerte con cada minuto que pasaba.

De vuelta en la colina, ajenos al caos en sus hogares, Jungkook y Taehyung seguían disfrutando de su momento juntos. Habían extendido la manta y se habían acomodado sobre ella, mirando el cielo, que ahora comenzaba a teñirse de colores más oscuros mientras el sol descendía por completo. Las estrellas empezaban a brillar débilmente, pero era en la tranquilidad del momento que ambos se encontraban completamente en paz.

— Siempre me gustó la tranquilidad de la noche — comentó Taehyung, apoyando su cabeza en el pecho de Jungkook. — Es como si todo el mundo se apagara un poco y solo quedáramos nosotros.

Jungkook sonrió, pasando una mano por el cabello de Taehyung con suavidad.

— Contigo, la noche siempre se siente más especial. Me encanta que podamos escapar de todo, aunque solo sea por unas horas.

Ambos se quedaron en silencio otra vez, simplemente disfrutando de la compañía mutua. Sin embargo, en algún momento, Taehyung sacó su celular para mirar la hora y notó las numerosas llamadas perdidas y mensajes de su papa Seokjin. Sus ojos se agrandaron un poco, dándose cuenta de que probablemente había pasado mucho más tiempo del que había pensado.

— Jungkook... creo que nuestros padres están preocupados — dijo con un ligero tono de culpa.

Y le muestra la pantalla a Jungkook. Había al menos una docena de llamadas y mensajes sin contestar.

Jungkook frunció el ceño, sacando su propio teléfono y viendo una escena similar. Había ignorado por completo las vibraciones y los sonidos mientras disfrutaba de la tarde con Taehyung.

— Oh, mierda — murmuró, poniéndose de pie rápidamente. — Deben estar volviéndose locos.

Ambos se apresuraron a llamar a sus padres para tranquilizarlos. Las voces de preocupación al otro lado del teléfono no se hicieron esperar, y aunque Jungkook intentaba calmar a su madre con palabras tranquilizadoras, Taehyung hacía lo mismo con la suya, explicando que simplemente habían salido a tomar aire y que estaban bien.

Después de varios minutos de justificaciones y promesas de que regresarían pronto, ambos colgaron, mirándose el uno al otro con una mezcla de culpabilidad y alivio.

— Creo que nos vamos a meter en problemas — dijo Taehyung, con una sonrisa traviesa, mientras guardaba su celular

Jungkook rió, negando con la cabeza.

— Tal vez, pero valió la pena.

Después de pasar un buen rato disfrutando del atardecer y la paz de la colina, Jungkook y Taehyung recogieron la manta y se prepararon para regresar a casa. El paseo había sido perfecto, pero sabían que, al llegar, las consecuencias no serían tan agradables.

Jungkook montó su moto, y Taehyung se subió detrás de él, aferrándose a su cintura. Durante el trayecto de vuelta, ambos permanecieron en silencio, sabiendo que el tiempo que habían robado para estar juntos había sido más largo de lo que sus padres permitirían sin preocupación.

Cuando finalmente llegaron frente a la casa de Taehyung, Jungkook frenó suavemente y apagó el motor. Taehyung bajó de la moto, sus ojos mostrando un destello de gratitud y, al mismo tiempo, cierta aprehensión.

— Gracias por esta tarde, Jungkook. — Taehyung sonrió, intentando suavizar lo que estaba por venir.

Jungkook le devolvió una sonrisa algo nerviosa, sabiendo que las próximas horas no serían fáciles para ninguno de los dos.

— Lo mismo digo, Tae. Me alegra que pudimos hacerlo, aunque... bueno, ya veremos cómo va todo ahora — dijo, encogiéndose de hombros, sabiendo que no había vuelta atrás. — Nos vemos mañana. ¡Buena suerte con tus padres!

Taehyung rió suavemente antes de darle un último adiós con la mano y entrar a su casa con paso cauteloso. Tan pronto como cerró la puerta, escuchó la voz de su madre llamándolo desde la sala, pero su tono no era tan duro como esperaba. Al parecer, había conseguido tranquilizar a sus padres lo suficiente durante la llamada anterior.

Jungkook, por su parte, se dio la vuelta en la moto y arrancó de nuevo hacia su casa. Mientras el viento golpeaba su rostro, su mente ya empezaba a planear cómo disculparse con sus padres, aunque algo le decía que no sería fácil.

Al llegar a su casa, apenas había puesto un pie dentro cuando fue recibido por la mirada seria de su madre, quien estaba claramente molesta. Su padre estaba sentado en la mesa del comedor, cruzado de brazos y con el ceño fruncido.

— Jeon Jungkook, ¿puedes explicarnos dónde has estado todo este tiempo? — preguntó su madre con el tono severo que usaba cuando las cosas iban en serio.

Jungkook tragó saliva, sabiendo que no podría escapar de esto sin una buena reprimenda. Se pasó una mano por el cabello, despeinándolo aún más, mientras intentaba esbozar una sonrisa nerviosa.

— Lo siento, mamá, papá. Solo salí un rato con Taehyung. Perdí la noción del tiempo, no fue mi intención preocuparlos.

Su madre cruzó los brazos, claramente poco impresionada por su explicación.

— ¿Perdiste la noción del tiempo? — repitió ella, su tono cargado de incredulidad. — Jungkook, estuvimos llamándote durante horas. ¿Sabes lo preocupados que estábamos? ¡Podría haberte pasado cualquier cosa!

Jungkook bajó la mirada, sintiéndose un poco como un niño pequeño atrapado en una travesura.

— Lo sé, mamá. No volverá a pasar, lo prometo.

Su padre intervino, su tono más grave pero sin elevar la voz.

— Esto no es solo sobre contestar el teléfono, Jungkook. Tienes responsabilidades, y no puedes simplemente desaparecer sin decirnos nada. ¿Qué pasa si en otra ocasión no tienes tanta suerte y algo malo ocurre? Necesitas ser más consciente.

Jungkook asintió, sabiendo que tenían razón. Se sentía mal por haber causado tanta preocupación, aunque parte de él aún sentía que la tarde había valido la pena.

— Lo siento mucho, de verdad. Haré todo lo posible por no preocuparlos de nuevo — dijo, con una mirada sincera.

Su madre suspiró, algo de la tensión abandonando su rostro.

— Está bien, solo... avísanos la próxima vez, ¿de acuerdo? No estamos enojados por lo que hiciste, sino por cómo lo manejaste. Queremos que estés seguro.

Jungkook asintió de nuevo, agradecido de que, al menos, no lo habían castigado de peor manera. Después de una charla más ligera, finalmente lo dejaron ir a su habitación, donde se dejó caer sobre la cama con un suspiro de alivio.

A pesar del regaño, no pudo evitar sonreír al recordar la tarde con Taehyung. Había sido un pequeño escape de la realidad, y aunque tendría que ser más cuidadoso la próxima vez, sabía que volvería a hacerlo.

Una mañana soleada, Taehyung se despertó con el sonido de la puerta de su casa. Medio dormido, bajó las escaleras mientras se frotaba los ojos, curioso por saber quién podría estar allí tan temprano. Al abrir la puerta, se encontró con una escena que lo dejó sin palabras.

Allí estaba Jungkook, sonriendo de oreja a oreja, sosteniendo un enorme ramo de flores blancas que parecía brillar bajo la luz del sol. Pero lo que realmente hizo que el corazón de Taehyung se acelerara fue el gigantesco oso de peluche que Jungkook sostenía en su otro brazo, casi del mismo tamaño que él.

— Buenos días, amor — dijo Jungkook con una voz suave, entregándole las flores.

Taehyung, completamente sorprendido y con los ojos brillando de emoción, tomó el ramo con cuidado. El suave aroma de las flores lo envolvió, y no pudo evitar sonreír.

— ¿Qué es todo esto? — preguntó Taehyung, sintiendo que su corazón latía más rápido de lo normal.

— Solo quería verte sonreír hoy — respondió Jungkook, con esa mirada intensa que siempre dejaba a Taehyung sin aliento. — Y pensé que este oso podría acompañarte cuando no esté cerca.

Taehyung soltó una pequeña risa y miró el gigantesco peluche que ahora estaba descansando en el umbral de la puerta.

— ¡Es enorme! — exclamó, todavía sin poder creerlo.

Jungkook se encogió de hombros, divertido por la reacción de Taehyung.

— Quería asegurarme de que no te sintieras solo en ningún momento.

Taehyung dejó el ramo de flores sobre una mesa cercana y corrió hacia Jungkook para abrazarlo fuertemente.

— No sé qué haría sin ti — susurró Taehyung contra su pecho, sintiendo el calor y la seguridad que siempre encontraba en los brazos de Jungkook.

Jungkook sonrió, acariciando suavemente su cabello.

— No tienes que preocuparte por eso. Siempre estaré aquí para ti.

Después de un momento en silencio, Taehyung se separó solo lo suficiente para mirarlo a los ojos.

— Eres el mejor, Kook. Este oso será mi nuevo compañero de siestas — bromeó, aunque en el fondo sabía que el gesto significaba mucho más que un simple peluche.

Jungkook rió y se inclinó para darle un suave beso en la frente antes de mirarlo con cariño.

— Vamos, tenemos un día lleno de sorpresas por delante — dijo con entusiasmo.

Taehyung lo siguió, con una sonrisa que no desaparecía de su rostro, mientras el gran oso de peluche y el ramo de flores permanecían como un recordatorio tangible de cuánto Jungkook lo amaba y cuidaba de él.

Esa tarde, después de pasar horas juntos caminando por el parque, compartiendo risas y recuerdos, Jungkook y Taehyung encontraron un rincón tranquilo bajo un gran árbol. La luz del atardecer bañaba el paisaje con tonos dorados, creando un ambiente cálido y perfecto. Se sentaron uno al lado del otro, disfrutando del momento en silencio, sin necesidad de palabras.

Jungkook, quien había estado algo nervioso durante todo el día, finalmente reunió el valor para hablar. Giró su cuerpo hacia Taehyung, tomando su mano suavemente. El contacto hizo que ambos sintieran una chispa que recorría sus cuerpos, una conexión que había estado creciendo entre ellos desde hacía tiempo.

— Tae... — empezó Jungkook, su voz más suave de lo habitual —. Hay algo que quiero decirte.

Taehyung lo miró, curioso, su corazón acelerándose un poco al ver la seriedad en los ojos de Jungkook.

— ¿Qué pasa, Kook? — preguntó con una ligera sonrisa.

Jungkook tomó aire profundamente, su lobo interior inquieto, pero lleno de emoción. Las palabras parecían difíciles de encontrar, pero sabía lo que sentía.

— He estado pensando en esto mucho... y no puedo imaginar mi vida sin ti. Lo que hemos compartido estos últimos días... lo que siempre hemos tenido... no quiero que se quede solo en una amistad. Quiero que seamos algo más. — Hizo una pausa, buscando en los ojos de Taehyung alguna señal de lo que estaba pensando —. Quiero que seas mi novio.

Taehyung sintió cómo su corazón se detenía por un segundo antes de acelerarse de nuevo, su pecho lleno de emoción. Su lobo interior, que había estado tranquilo hasta ese momento, comenzó a moverse con alegría, su cola imaginaria moviéndose con fuerza. Todo su ser anhelaba este momento, aunque nunca había tenido el valor de admitirlo abiertamente.

— Kook... yo... — Taehyung sintió que las palabras se quedaban atrapadas en su garganta, pero sus ojos, llenos de emoción, lo decían todo. Tomó la mano de Jungkook con más fuerza y, sin pensarlo más, respondió —. Sí. Quiero ser tu novio. He querido esto durante tanto tiempo...

Ambos lobos interiores aullaron de felicidad en sus corazones, conectados de una manera que solo ellos podían entender. Era como si todas las piezas finalmente encajaran.

Jungkook no pudo contener la sonrisa que se apoderó de su rostro. Se acercó lentamente, sus labios encontrando los de Taehyung en un beso suave y lleno de ternura. El mundo a su alrededor pareció desvanecerse, dejando solo el latido de sus corazones sincronizados.

— Te prometo que te haré feliz, Tae — murmuró Jungkook después de separarse, con sus frentes aún pegadas.

— Ya lo haces — respondió Taehyung con una sonrisa amplia, mientras su lobo interior seguía danzando de felicidad.

Ese día, bajo el cielo teñido de naranja y rosa, ambos se convirtieron en novios, marcando el comienzo de una nueva etapa en sus vidas.

A partir de ese día, la relación entre Jungkook y Taehyung floreció de una manera que ambos jamás habían imaginado. Se sentían completos el uno con el otro, y su amor crecía con cada pequeño gesto y momento compartido.

Jungkook, siempre atento y detallista, seguía sorprendiendo a Taehyung con pequeños obsequios. A veces eran flores, otras veces eran sus comidas favoritas, preparadas con dedicación. Pero lo que más le encantaba a Taehyung no eran los regalos materiales, sino la forma en que Jungkook lo miraba, con ese brillo en los ojos que le hacía sentir como si fuera lo más importante en su mundo.

Sus días juntos estaban llenos de risas y aventuras. Había días en los que simplemente paseaban por el campus de la universidad, disfrutando de la compañía del otro, y otros en los que hacían planes más elaborados, como escaparse a la playa para pasar el día bajo el sol. En cada viaje, en cada salida al cine, en cada tarde de lecturas en el parque, su conexión se volvía más fuerte.

Una tarde en particular, decidieron hacer un picnic. Jungkook preparó todo con esmero: frutas, bocadillos y una manta suave donde ambos se sentaron. Mientras el sol bajaba lentamente por el horizonte, Taehyung recostó su cabeza en el regazo de Jungkook, observando el cielo teñido de colores cálidos.

— Nunca me había sentido tan en paz — confesó Taehyung, mirando las nubes mientras Jungkook acariciaba su cabello suavemente.

— Yo tampoco. Estar contigo es... diferente. Es como si todo finalmente tuviera sentido — respondió Jungkook, mirando a Taehyung con ternura.

Ambos permanecieron en silencio por un rato, disfrutando de la tranquilidad del momento. Sus lobos interiores también estaban en calma, una sensación de pertenencia y felicidad los envolvía, como si sus almas estuvieran completamente conectadas.

A pesar de que su relación era tan sólida, también enfrentaban los desafíos típicos de cualquier pareja. Había días en los que discutían por cosas pequeñas, como cuál película ver o qué hacer en el fin de semana, pero incluso en esos momentos, sabían que su amor era más fuerte que cualquier desacuerdo.

En las fiestas de la universidad, eran inseparables. Taehyung, siempre sociable, disfrutaba bailando y conversando con sus amigos, mientras que Jungkook lo observaba desde cerca, con una sonrisa orgullosa en su rostro. No era celoso, pero no podía evitar sentir una punzada en su corazón cada vez que veía a alguien acercarse demasiado a Taehyung. Sin embargo, confiaba plenamente en él, y sabía que ese sentimiento de inseguridad se desvanecía tan pronto como Taehyung volvía a su lado, tomando su mano y recordándole que él era todo lo que necesitaba.

Una de sus escapadas más memorables fue un viaje de fin de semana a una cabaña en las montañas. Rodeados por la naturaleza, disfrutaron de la tranquilidad y el aislamiento. Allí, entre los árboles y el canto de los pájaros, compartieron momentos de profunda intimidad, abriéndose más sobre sus sueños, miedos y deseos. Jungkook le contó a Taehyung sobre sus aspiraciones y lo importante que él había llegado a ser en su vida, mientras que Taehyung, con el corazón abierto, le confesó lo mucho que lo amaba y cómo nunca se había sentido tan comprendido.

Cada noche, después de todas las aventuras y los días ocupados, se mandaban mensajes hasta quedarse dormidos. A veces eran conversaciones largas sobre cualquier cosa, y otras veces eran simples notas diciendo cuánto se extrañaban. No importaba lo que dijeran, el cariño detrás de cada palabra era innegable.

Y así, con cada día que pasaba, su relación se fortalecía. No solo eran novios, sino que también se habían convertido en los mejores amigos y en compañeros de vida. Sus lobos interiores seguían resonando al unísono, recordándoles que estaban destinados a estar juntos.

Mientras tanto, sus familias empezaban a notar el cambio en ellos. Taehyung estaba más feliz, más sonriente, y Jungkook irradiaba una energía positiva que no pasaba desapercibida. Aunque al principio habían estado preocupados por la intensidad de su relación, pronto se dieron cuenta de que lo que compartían era especial.

Cuando Jungkook y Taehyung decidieron que era hora de contarles a sus familias sobre su relación, ambos sintieron un nudo en el estómago. Taehyung, en especial, no podía evitar sentirse nervioso al pensar en cómo reaccionaría su padre, Namjoon. Mientras que Jungkook intentaba mantener una fachada tranquila, en el fondo compartía los mismos temores. A pesar de todo, estaban decididos a ser honestos y enfrentar juntos cualquier situación.

El primer paso fue visitar a la familia de Jungkook. Sabían que sería más fácil empezar por ahí, pues la relación entre Taehyung y los Jeon siempre había sido cercana. Al llegar a la casa de Jungkook, fueron recibidos con los brazos abiertos por su madre, Jeon Hee-sun, quien siempre tenía una sonrisa cálida en el rostro.

— ¡Chicos! —exclamó ella al verlos entrar por la puerta—. Estaba preparando algo de té. ¿Quieren quedarse a cenar?

Jungkook y Taehyung intercambiaron una mirada rápida antes de que Jungkook tomara aire.

— Mamá, papá... tenemos algo importante que contarles —dijo Jungkook, su tono serio captando de inmediato la atención de ambos padres.

Soohyuk, el padre de Jungkook, dejó el periódico que estaba leyendo y los observó con una ceja levantada.

— ¿Qué pasa, hijo? —preguntó, cruzando los brazos.

Jungkook tomó la mano de Taehyung, quien apretó suavemente en señal de apoyo. Hee-sun miró el gesto y sus ojos se agrandaron un poco, como si empezara a entender lo que venía.

— Taehyung y yo... —comenzó Jungkook, mirando a su madre y luego a su padre—. Estamos juntos. Como pareja.

Por un momento, la sala quedó en silencio. Taehyung sintió que su corazón latía con fuerza, pero no soltó la mano de Jungkook. Entonces, de repente, Hee-sun se llevó las manos al rostro, con lágrimas formándose en sus ojos.

— ¡Oh, mi niño! —dijo con una mezcla de emoción y alegría—. Siempre supe que había algo especial entre ustedes dos. ¡Estoy tan feliz!

Se levantó rápidamente y los abrazó a ambos, mientras Soohyuk los observaba con una sonrisa tranquila.

— Lo sabía —dijo Soohyuk, con una pequeña risa—. Taehyung, siempre has sido como un hijo para nosotros. Esta noticia solo refuerza lo que ya sentíamos. ¡Bien hecho, chicos!

El alivio fue casi inmediato. Taehyung soltó una risa nerviosa y Jungkook lo miró con una sonrisa de triunfo. Todo había salido mejor de lo que esperaban.

Hee-sun, aún con lágrimas en los ojos, tomó a Taehyung de las manos.

— Siempre he querido que ambos sean felices, y saber que se tienen el uno al otro... es un sueño hecho realidad.

— Gracias, señora Jeon —murmuró Taehyung, claramente emocionado.

— ¡Nada de "señora Jeon"! —respondió ella rápidamente—. Llámame mamá. Después de todo, eso es lo que eres para nosotros: familia.

Después de una tarde llena de risas, abrazos y palabras de apoyo, los dos sabían que había llegado el momento de la parte más difícil: hablar con el padre de Taehyung, Namjoon.

Al día siguiente, se dirigieron a la casa de los Kim. Namjoon los recibió en la sala, con su expresión habitual de seriedad. Taehyung podía sentir cómo su nerviosismo aumentaba. Jungkook, queriendo apoyar a su novio, le apretó la mano bajo la mesa mientras esperaban el momento adecuado para hablar.

— Papá, hay algo que necesito decirte —comenzó Taehyung, su voz temblorosa.

Namjoon asintió lentamente, indicándole que continuara. A pesar de su exterior rígido, siempre había sido un padre amoroso y comprensivo, pero aún así, Taehyung no podía evitar sentirse ansioso.

— Jungkook y yo... estamos juntos. Como pareja.

Namjoon se quedó en silencio por unos segundos, observando a su hijo y luego a Jungkook. Parecía estar procesando la noticia. El silencio en la habitación era casi ensordecedor, y Taehyung sentía que cada segundo se alargaba eternamente. Finalmente, Namjoon suspiró profundamente y se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas.

— Taehyung, hijo —comenzó Namjoon con voz tranquila—. Siempre he querido lo mejor para ti. Y aunque esta noticia me sorprende un poco, lo más importante es que estés feliz. Si Jungkook te hace feliz... entonces tienes mi bendición.

Taehyung no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas de alivio. Se levantó de inmediato y abrazó a su padre, sintiendo cómo una enorme carga se desvanecía de sus hombros.

— Gracias, papá. En serio, gracias.

Namjoon sonrió levemente y luego dirigió su mirada a Jungkook.

— Jungkook, cuida de mi hijo. Sé que lo harás —dijo con seriedad, pero también con afecto.

— Lo prometo, señor Kim. Nunca dejaré que le pase nada malo —respondió Jungkook, con una firmeza que impresionó a Namjoon.

Y así, con el apoyo de sus familias, Jungkook y Taehyung sintieron que podían enfrentar cualquier cosa juntos. Lo que comenzó como una relación llena de nervios y expectativas ahora se había transformado en una historia de amor que era aceptada y celebrada por los seres que más amaban.

Gracias a la relación de sus hijos, Soohyuk y Namjoon vieron una oportunidad estratégica. Ambos lideraban familias con poder y recursos, pero tenían enfoques distintos en sus negocios. Sin embargo, la idea de unir fuerzas comenzó a parecerles una excelente decisión, no solo por el futuro de sus hijos, sino también por la estabilidad y crecimiento de sus respectivos clanes.

— Namjoon, esta alianza tiene el potencial de cambiarlo todo — comentó Soohyuk una tarde, mientras ambos disfrutaban de un whisky en el despacho de la mansión Jeon. — Siempre hemos trabajado en paralelo, pero si combinamos nuestros recursos y conocimientos, no solo aseguramos el futuro de nuestros hijos, sino también el de nuestras familias.

Namjoon, con su mirada calculadora, asintió lentamente.

— Estoy de acuerdo, Soohyuk. He visto cómo mi hijo ha cambiado desde que está con Jungkook. Taehyung está más seguro de sí mismo, más feliz. No puedo negar que su relación ha traído un nuevo nivel de fuerza a nuestras vidas. Y si eso puede extenderse a nuestros negocios... no veo por qué no deberíamos avanzar en esta alianza.

Ambos hombres, aunque poderosos y de gran influencia, compartían un respeto mutuo, y sabían que la clave para mantener su legado no solo estaba en el dinero o el poder, sino en la familia. La relación entre Jungkook y Taehyung simbolizaba un nuevo capítulo, tanto en lo personal como en lo profesional.

Las reuniones entre las familias Jeon y Kim se volvieron un evento habitual. Tanto en cenas formales como en encuentros más casuales, el ambiente siempre estaba cargado de una mezcla de conversaciones sobre negocios y momentos más personales que consolidaban la nueva alianza. Aunque al principio algunos miembros se mostraban un poco distantes, con el tiempo la relación entre ambas familias se fortaleció gracias a la relación de Jungkook y Taehyung.

Una tarde en particular, ambas familias se reunieron en la lujosa casa de los Jeon para una cena. Soohyuk, el padre de Jungkook, tomó asiento a la cabecera de la mesa, seguido por Namjoon, quien observaba todo con su habitual calma. Hee-sun, siempre sonriente, servía vino a los presentes mientras charlaba con Seoyoung, la madre de Taehyung.

— Nunca pensé que nuestras familias estarían tan cerca —comentó Namjoon, rompiendo el hielo mientras levantaba su copa—. Pero parece que Jungkook y Taehyung nos han sorprendido.

— Es cierto —asintió Soohyuk, mirando a Namjoon con una sonrisa tranquila—. Y debo decir, Namjoon, que tu hijo es un joven increíble. No podríamos haber pedido una mejor pareja para Jungkook.

Taehyung, que estaba sentado junto a Jungkook, se sonrojó ante el cumplido, mientras Jungkook le guiñaba un ojo en señal de apoyo.

— Gracias, señor Jeon —respondió Taehyung, un poco nervioso pero agradecido—. Yo también me siento muy afortunado de tener a Jungkook a mi lado.

— Y nosotros estamos encantados de tenerte en la familia —intervino Hee-sun, dándole una sonrisa maternal—. Siempre he querido que Jungkook encontrara a alguien que lo apoyara y lo hiciera feliz, y tú eres exactamente esa persona, Taehyung.

— Estoy completamente de acuerdo —dijo Seoyoung, mirando a su hijo con ojos brillantes—. Siempre supe que Taehyung sería feliz si encontraba a alguien que lo cuidara y lo amara como lo hace Jungkook.

Namjoon, quien había estado escuchando en silencio, tomó un sorbo de vino antes de hablar.

— La verdad es que siempre he querido lo mejor para mi hijo, y aunque al principio tuve dudas sobre cómo iba a funcionar todo esto... —hizo una pausa, mirando a Jungkook y luego a Soohyuk—. Me he dado cuenta de que esto no es solo una relación personal. Esta unión está logrando algo más grande: una alianza entre nuestras familias que puede ser invencible.

Soohyuk asintió, comprendiendo el significado detrás de las palabras de Namjoon.

— Tienes razón, Namjoon —respondió Soohyuk—. Hemos hablado de negocios en algunas ocasiones, pero nunca habíamos considerado realmente lo que esta relación podría significar para nuestras familias a nivel empresarial. Podríamos dominar cualquier terreno que decidamos explorar juntos.

Jungkook, sintiendo que la conversación estaba entrando en terrenos más serios, tomó la mano de Taehyung bajo la mesa y susurró con una sonrisa:

— ¿Te das cuenta de que ahora somos como el pegamento que mantiene todo unido?

Taehyung rió suavemente y le devolvió el apretón.

— Sí, aunque no lo planeamos, parece que estamos haciendo más de lo que pensamos.

Mientras las conversaciones sobre alianzas y posibles proyectos futuros continuaban en la mesa, Hee-sun se levantó, interrumpiendo suavemente.

— Pero no olvidemos lo más importante —dijo, levantando su copa—. Más allá de los negocios y las alianzas, estamos aquí para celebrar la felicidad de nuestros hijos. Y eso, para mí, es lo más valioso.

Todos levantaron sus copas en un brindis conjunto. Las risas y el sonido de los vasos chocando resonaron en la sala, y en ese momento, Jungkook y Taehyung se miraron con la certeza de que, sin importar lo que viniera, tendrían a sus familias y el uno al otro para apoyarse.

— A nuestra unión —dijo Soohyuk, mirando a todos con determinación.

— A nuestra familia —añadió Namjoon, mirando con orgullo a Taehyung y Jungkook.

— Y al amor —susurró Taehyung, dándole una sonrisa a Jungkook, quien respondió con un guiño cómplice.

Con el tiempo, las reuniones entre las familias se volvieron cada vez más naturales, hasta el punto de que Jungkook y Taehyung ya no sentían el nerviosismo que los había invadido al principio. La alianza entre los Jeon y los Kim florecía, y no solo en el ámbito empresarial, sino también en lo personal. Sin embargo, a pesar de la armonía que ambos chicos habían creado en sus familias, sabían que su relación aún enfrentaría desafíos.

Una tarde, mientras Jungkook y Taehyung paseaban por el parque cercano a la casa de los Jeon, Taehyung no pudo evitar expresar sus preocupaciones. El otoño había cubierto el suelo con hojas doradas, y el viento soplaba suavemente, haciéndoles compañía en su caminata.

— Jungkook, a veces me pregunto si todo esto es demasiado perfecto para ser verdad —Taehyung soltó el comentario mientras miraba al suelo, pateando una hoja con suavidad.

Jungkook frunció el ceño, deteniéndose y girándose para mirarlo.

— ¿Por qué dices eso, amor? —preguntó, tomando la mano de Taehyung—. Estamos juntos, nuestras familias nos apoyan, y todo va bien. No hay nada de qué preocuparse.

Taehyung suspiró, levantando la mirada hacia el cielo antes de responder.

— Lo sé, pero... siempre he tenido miedo de que cuando todo parece ir bien, algo malo suceda. Siento que tal vez no merezco tanta felicidad. Como si... no sé, fuera a perderlo todo de un momento a otro.

Jungkook lo miró con ternura, entendiendo que los miedos de Taehyung provenían de sus propias inseguridades.

— Escucha, Tae —dijo, acercándose más y apoyando su frente contra la de él—. Todo esto que tenemos, lo hemos construido juntos. No es algo que se va a desmoronar de un día para otro. Hemos pasado por mucho para estar aquí, y no dejaré que nada ni nadie nos lo arrebate.

Taehyung sonrió débilmente, agradecido por el apoyo constante de Jungkook. A veces olvidaba lo afortunado que era por tenerlo a su lado.

— Tienes razón, como siempre —murmuró Taehyung, relajándose un poco—. Supongo que me dejo llevar demasiado por mis pensamientos.

Jungkook sonrió de vuelta y le dio un suave beso en los labios.

— Si alguna vez te sientes así de nuevo, solo recuerda esto —le dijo Jungkook mientras lo abrazaba con fuerza—. No importa lo que pase, nunca estarás solo. Yo siempre estaré aquí, a tu lado.

Después de su charla, continuaron su paseo, disfrutando de la tranquilidad de estar juntos. Sin embargo, lo que Taehyung no sabía era que Jungkook tenía planes mucho más grandes para ellos sin saber que se arruinarían por la ambición de su padre Soohyuk.

🎶

En la noche.

La noche había caído sobre la mansión Jeon, y la atmósfera era tensa. Jungkook, agotado tras un día lleno de estudios y compromisos, se sentó en la sala de estar, esperando a que su padre, Soohyuk, llegara de una reunión con los Kims.

Cuando Soohyuk entró, su expresión era grave. Jungkook lo miró, sintiendo que algo no estaba bien.

— Jungkook, necesitamos hablar — dijo Soohyuk, con una seriedad que hizo que el corazón de Jungkook se acelerara sintiendo a su lobo interior tenso.

— ¿De qué se trata, papá? — preguntó Jungkook, inquieto.

— Taehyung y tú... deben casarse.

Las palabras de Soohyuk resonaron en la habitación como un trueno. Jungkook se quedó boquiabierto, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar.

— ¿Qué? — exclamó, levantándose abruptamente. — ¡No puedo creer que estés diciendo esto! ¿Qué pasa con nosotros? ¡Es nuestra relación, no un acuerdo de negocios!

Soohyuk se cruzó de brazos, manteniendo la calma.

— No es solo un acuerdo, Jungkook. Esta alianza entre nuestras familias es beneficiosa. Unir sus nombres es la mejor manera de asegurar el futuro de ambos clanes.

— ¿Asegurar el futuro? ¿Y qué hay de mis sentimientos? — Jungkook lanzó las palabras con furia, sintiéndose cada vez más frustrado. — Nunca te importó cómo me siento realmente.

— No es que no me importe, pero como cabeza de la familia, tengo que pensar en el bien mayor. Este matrimonio fortalecerá nuestras posiciones, y Taehyung también se beneficiará.

— ¿Beneficios? ¿Qué tipo de vida quieres para nosotros? No quiero ser parte de un trato en el que solo se tiene en cuenta la imagen. ¡Yo amo a Taehyung!

Soohyuk dejó escapar un suspiro, claramente tratando de mantener su compostura.

— No es solo una cuestión de amor, Jungkook. Hay muchas cosas en juego.

— ¡Tú no entiendes! — grito Jungkook, sintiendo cómo la rabia se acumulaba dentro de él. — Siempre me has presionado para que sea alguien que no soy. Y ahora quieres decidir con quién me tengo que casar.

— Estoy tratando de protegerte, hijo. — Soohyuk apretó los labios, su tono volviéndose más firme. — La vida no es un cuento de hadas. Tienes que abrir los ojos a la realidad.

— ¡No! — Jungkook estalló, sus puños apretándose. — No puedes dictar mi vida. Quiero estar con Taehyung porque lo amo, no porque sea parte de un plan que tú diseñaste.

La tensión en la sala era palpable. Soohyuk se acercó un paso, mirando a su hijo con determinación.

— Esto no es solo tu vida, Jungkook. Tus decisiones afectan a todos.

— ¡No me importa! — respondió Jungkook, sintiendo que su corazón se rompía. — Haré lo que quiera. No me voy a casar con Taehyung solo porque tú lo digas.

Soohyuk, con el ceño fruncido, pareció considerar las palabras de su hijo. Sin embargo, el silencio en la habitación se llenó de desasosiego. Finalmente, Soohyuk habló, su voz más suave, pero firme.

— Si decides ir en contra de esto, habrá consecuencias.

— ¡No me importa! — gritó Jungkook una vez más, con lágrimas en los ojos. — No puedes obligarme a hacer algo que no quiero.

En ese momento, la discusión se volvió personal, y Jungkook sintió que todo lo que había querido, toda la felicidad que había encontrado junto a Taehyung, estaba en peligro. Con el corazón desgarrado, salió de la mansión, sintiendo el aire frío de la noche golpear su rostro. No sabía a dónde ir, solo sabía que necesitaba alejarse de su padre y de la presión que sentía en su pecho.

Mientras caminaba sin rumbo, su mente giraba en torno a Taehyung, a su sonrisa, a los momentos compartidos, y a cómo todo parecía desmoronarse a su alrededor. La idea de casarse por obligación lo atormentaba, y no podía imaginar un futuro sin la verdadera conexión que había construido con su mejor amigo.

Esa noche, la sombra de la presión y la responsabilidad se cernía sobre Jungkook, y solo podía esperar que, de alguna manera, el amor que compartía con Taehyung pudiera superar la tormenta que se avecinaba.

Los días pasaron y Jungkook se sintió atrapado en una prisión dorada, la opulenta mansión Jeon ahora se sentía más como un laberinto del que no podía escapar. Cada mañana, se despertaba con la misma sensación de desesperación, sintiendo el peso de las decisiones que habían sido tomadas por otros.

Su padre, Soohyuk, había decidido que la única forma de mantenerlo bajo control era restringir su libertad. Las tarjetas de crédito que le habían dado eran solo un recuerdo; sus cuentas estaban congeladas y no podía acceder a su dinero. La vida que una vez consideró cómoda y llena de posibilidades se había convertido en un infierno de aislamiento.

Jungkook miraba por la ventana de su habitación, observando la lluvia caer, sintiendo que reflejaba su estado emocional. Ya no podía salir con sus amigos como solía hacerlo. Los hombres de seguridad de su familia tenían instrucciones estrictas: estaba prohibido llevarlo o traerlo a cualquier lugar.

Una tarde, mientras estaba sentado en el borde de su cama, Jungkook vio cómo su motocicleta, símbolo de su libertad y rebeldía, era llevada por uno de los hombres de seguridad. La rabia y la impotencia lo invadieron.

— ¡Hey! ¿Qué crees que estás haciendo? — gritó, corriendo hacia la puerta, pero fue detenido por un guardia.

— Lo siento, Joven Jungkook. Son órdenes de su padre.

— ¡No puedes hacer esto! — su voz se elevó en un grito de desesperación. — ¡Eso es mío!

— No está permitido. Solo estamos siguiendo las instrucciones.

Con el corazón pesado, Jungkook se volvió, sintiéndose como un prisionero en su propia vida. Sin su moto, su carro y sin el acceso a su dinero, su mundo se encogía más y más. La angustia se hacía más intensa al recordarle que no solo había perdido su libertad, sino también su capacidad de tomar decisiones por sí mismo.

🐞

En la universidad.

Las cosas no eran mucho mejores. La ausencia de Taehyung lo atormentaba, y cada vez que sus amigos preguntaban por él, Jungkook se sentía más frustrado. ¿Cómo podía explicarles que su vida había sido tomada de las manos?

Una tarde, mientras miraba el celular, se sintió tentado a enviarle un mensaje a Taehyung, pero se contuvo. Sabía que no podía arrastrar a su novio a su caos. Sin embargo, su corazón anhelaba escuchar la voz de Taehyung, la calidez de su risa y el consuelo de su presencia.

Fue entonces cuando su padre entró en su habitación, con una expresión de desaprobación en el rostro.

— Jungkook, es hora de que entiendas la gravedad de la situación — comenzó Soohyuk, cruzando los brazos. — Esta no es solo una cuestión de amor. Hay mucho en juego, y debes pensar en la familia.

— ¡¿Familia?! — Jungkook sintió que la ira burbujeaba dentro de él. — No se trata de una familia. Se trata de ti y de tus planes. No puedes decidir sobre mi vida como si fuera un juego.

— No se trata de decisiones personales, se trata de asegurar nuestro legado. No puedo permitir que actúes impulsivamente.

— ¿Asegurar qué legado? — respondió Jungkook, sintiendo cómo su voz se quebraba. — ¿Qué tipo de legado es el que me quita la libertad y me hace sentir miserable?

Soohyuk lo miró con firmeza, sin ceder.

— Entiende que todo esto se hace por tu propio bien. Si estás con Taehyung, tiene que ser en el contexto adecuado, y eso significa un compromiso formal.

Jungkook se sintió agotado. Era una batalla que no podía ganar.

— No quiero seguir así. — dijo, su voz ahora más suave. — Solo quiero ser feliz.

— La felicidad a veces requiere sacrificios, Jungkook.

El corazón de Jungkook se hundió ante esas palabras. ¿Era ese el tipo de sacrificio que su padre estaba dispuesto a imponerle? La idea de casarse con Taehyung bajo la presión de sus familias era algo que nunca había querido. La vida que una vez imaginó junto a su mejor amigo se desvanecía ante sus ojos.

Con un último suspiro, Soohyuk salió de la habitación, dejando a Jungkook solo con sus pensamientos. La lucha por su libertad y su amor parecía ser cada vez más difícil. Sin embargo, Jungkook sabía que, a pesar de todo, tenía que encontrar una forma de luchar, no solo por él, sino también por Taehyung. La llama de su amor aún ardía en su interior, y aunque las cadenas parecían pesadas, sabía que no podía rendirse.

Esa noche, tras la confrontación con su padre, algo cambió en Jungkook. La frustración y la desesperanza se transformaron en un frío distante, como si una barrera invisible se hubiera levantado entre él y el mundo que solía conocer. La dulzura y la alegría que solían definirlo se desvanecieron, dejando solo sarcasmo y arrogancia a su paso. Se sintió como un volcán a punto de erupcionar, y cualquier chispa podría encender su furia.

🐾

A la mañana siguiente.

Jungkook se despertó con la determinación de aceptar la relación con Taehyung. Sabía que no podía continuar viviendo en la sombra de su familia, pero también entendía que lo que había decidido iba a traer complicaciones inimaginables. La idea de convertirse en el prometido de Taehyung le resultaba agridulce; aunque lo amaba, sabía que su amor tendría que lidiar con el peso de las expectativas familiares.

En la universidad, se encontró con Taehyung en el patio, donde el sol iluminaba su sonrisa como un faro en la tormenta. Pero Jungkook, sintiéndose distante, se acercó con una actitud más fría de lo habitual.

— Taehyung, tenemos que hablar — dijo, su voz carecía de la calidez que solía tener.

Taehyung lo miró, notando la falta de brillo en los ojos de Jungkook.

— ¿Qué pasa amor? Te veo... diferente — le dice Taehyung en una pregunta mirándolo sintiendo a su lobo tenso.

— He decidido aceptar nuestra relación. Pero hay condiciones — replicó Jungkook, cruzando los brazos con una mirada desafiante.

— ¿Condiciones? — preguntó Taehyung, con una mezcla de sorpresa y preocupación.

— Sí. No quiero que hagas planes románticos. No quiero que hablemos de futuro ni de sueños. Solo quiero que esto sea lo que es: un acuerdo.

La expresión de Taehyung se desvaneció, sustituyéndose por confusión.

— Pero... ¿Por qué me estás hablando así? — le dice Taehyung en una pregunta mirándolo sintiendo a su lobo interior tenso.

— Porque no tengo tiempo para juegos, Taehyung. Mi familia no acepta esto, y yo tampoco puedo permitirme ser vulnerable.

El corazón de Taehyung se hundió.

— Jungkook, esto no es solo un juego para mí. Te amo.

— Bueno, pues parece que mis sentimientos no importan, ¿Verdad? — replicó Jungkook con sarcasmo, notando el dolor en los ojos de Taehyung y sintiéndose culpable.

Sin embargo, el nuevo y frío exterior lo había atrapado, y no sabía cómo volver atrás.

Los días se convirtieron en semanas.

Jungkook mantuvo su fachada. Aparentemente todo iba bien, pero por dentro se sentía como si estuviera en una montaña rusa de emociones. Cada vez que veía a Taehyung, su corazón se rompía un poco más. La distancia emocional que había creado lo mantenía en una prisión, y, sin embargo, creía que era lo mejor para ambos.

En casa, la tensión aumentaba. Jungkook enfrentaba presiones constantes de su familia para que mantuviera las apariencias. La relación con Taehyung se convirtió en un juego de secretos, lleno de susurros y miradas furtivas.

Una noche, mientras estaba solo en su habitación, recibió un mensaje de Taehyung.

Taehyung:

Jungkook, necesito hablar contigo. ¿Podemos vernos?

Jungkook se sintió mal. Sabía que Taehyung merecía algo más que lo que él podía ofrecerle en ese momento, pero su orgullo lo mantenía atrapado.

Jungkook: No puedo. Estoy ocupado.

La respuesta fría fue como un puñetazo en el estómago de Taehyung. Se quedó mirando su teléfono, sintiendo el dolor agudo de ser rechazado, no por el amor de Jungkook, sino por su propia inseguridad.

Taehyung cerró los ojos con fuerza, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con caer. El rechazo de Jungkook era como un cuchillo en su pecho, hiriendo no solo su corazón, sino también a su lobo interior, que se retorcía en su interior, inquieto y herido. No comprendía cómo la persona que había prometido estar a su lado, la persona a quien amaba incondicionalmente, podía ser tan fría y distante.

Los días pasaron, y la distancia entre ellos se amplió. Jungkook se volvió más frío y sarcástico con su grupo de amigos, tratando de ocultar el vacío que sentía por dentro. La falta de Taehyung lo dejaba exhausto, pero su orgullo lo mantenía en pie.

Sin embargo, lo que Jungkook no podía imaginar era que sus vidas pronto se convertirían en un infierno. La presión de sus familias, las expectativas y la falta de comunicación entre ellos empezarían a desbordarse, llevándolos a un camino que pondría a prueba su amor y su amistad de maneras que jamás habían anticipado.

Cuando Taehyung finalmente se atrevió a confrontar a Jungkook, lo encontró en el patio de la universidad, rodeado de amigos, pero con una mirada distante.

— Jungkook, no puedo más con esto. — Taehyung lo miró fijamente, su voz temblaba. — Merecemos ser felices juntos.

Jungkook se dio la vuelta, y aunque su rostro era una máscara de indiferencia, su interior ardía.

— ¿Feliz? ¿Crees que eso es posible con todas las restricciones que tenemos? — Su tono era cortante.

— ¡Es nuestro amor! — gritó Taehyung, sintiendo que sus lágrimas comenzaban a brotar. — ¡No puedo soportar esta distancia!

La presión acumulada estalló, y en ese momento, Jungkook sintió la verdad de sus palabras. Pero, en lugar de ceder, su mente se llenó de pensamientos oscuros, y cerró su corazón aún más.

— Lo siento, Taehyung. — Dijo, su voz fría como el acero. — No estoy dispuesto a arriesgarme.

El dolor en los ojos de Taehyung era devastador, pero Jungkook se dio la vuelta, sintiendo que su decisión era la única forma de proteger lo poco que le quedaba de control en su vida. Mientras caminaba, una parte de él sabía que, aunque había elegido el camino más fácil, había sellado su destino, y lo que se avecinaba sería un infierno para ambos.

🎶

Días después.

Taehyung se encontró de pie frente a una ventana de la mansión Jeon, observando con una mezcla de asombro y tristeza cómo los decoradores trabajaban incansablemente para transformar el lugar en un escenario de ensueño para su boda con Jungkook. Las risas de los trabajadores resonaban en el aire, y el aroma de las flores frescas llenaba el espacio, pero en su corazón solo había un vacío profundo.

¿Así que esto es lo que se siente al ser forzado a vivir un sueño? pensó Taehyung, sintiendo cómo la presión de la situación le oprimía el pecho. Mientras miraba a su alrededor, las luces brillantes y los adornos elegantes solo resaltaban el dolor de su realidad. Todo esto se había convertido en una celebración de algo que nunca había deseado.

Gracias, papá. murmuró en voz baja, recordando la conversación desgarradora con su padre. Su papa Seokjin había intentado interceder, pero había sido en vano. La decisión ya estaba tomada. Soohyuk había visto esta boda como una forma de consolidar el poder y la influencia de la familia, y no le importaba si eso significaba romper el corazón de su propio hijo.

Mientras Taehyung miraba a los decoradores, se preguntaba si Jungkook sentía lo mismo. La frialdad con la que su amado había tratado su relación le había hecho dudar. ¿Acaso Jungkook también había sido atrapado en esta red de decisiones impuestas?

Fue en ese momento que recordó la promesa que ambos habían hecho de ser felices, de construir un futuro juntos. Pero ahora, todo eso se había desvanecido como un espejismo. La idea de un matrimonio que no deseaba se sentía como una traición a todo lo que habían compartido.

"No puedo dejar que esto me defina," se dijo a sí mismo, aunque la inseguridad lo atormentaba. Con un suspiro profundo, se alejó de la ventana, sintiendo el peso de su decisión. Era hora de hablar con Jungkook, de confrontar sus miedos y su dolor. Tenía que entender si había alguna forma de cambiar este destino que parecía tan sellado.

Al salir del vestíbulo, su corazón latía con fuerza, y cada paso hacia la habitación de Jungkook era un recordatorio de lo que realmente quería. No un matrimonio por conveniencia, sino un amor verdadero. La idea de perder a Jungkook lo aterraba, pero quedarse en esta prisión de obligaciones lo desgastaba aún más.

Finalmente, llegó frente a la puerta de Jungkook, dudando por un instante. La última vez que había estado aquí, la distancia y la frialdad habían marcado la conversación. Pero esta vez, estaba decidido a luchar por lo que quería.

Con un golpe firme, llamó a la puerta.

— Jungkook, ¿Puedo entrar? — preguntó, sintiendo que su voz temblaba.

No hubo respuesta al principio, pero después de un momento, escuchó el sonido de un cerrojo que se movía. Jungkook abrió la puerta, y su expresión era un mar de emociones reprimidas.

— ¿Qué quieres, Taehyung? — preguntó, su tono era cortante.

— Necesitamos hablar. — Taehyung sintió cómo la angustia crecía en su pecho. — Sobre nosotros, sobre este matrimonio.

Los ojos de Jungkook se oscurecieron, pero algo en la voz de Taehyung lo detuvo. Se apartó, permitiéndole pasar, y Taehyung entró, sintiendo la tensión en el aire.

— Esto no es lo que quiero, Jungkook. — Taehyung se armó de valor, mirándolo directamente a los ojos. — No quiero un matrimonio que no elegí.

Jungkook lo miró con sorpresa.

— ¿Y qué crees que podemos hacer al respecto? Ya está decidido.

— No tiene por qué ser así. — Taehyung sintió que la desesperación lo invadía. — Te amo, Jungkook. Siempre lo he hecho. Pero esto no es amor, es un pacto que nunca quise.

Las palabras de Taehyung parecieron resonar en la habitación. Jungkook sintió que su corazón se contraía.

— No sé si podemos cambiarlo, Taehyung.

— Tal vez debamos intentar. No podemos dejar que nuestras familias nos controlen de esta manera. No es justo para ninguno de nosotros. — Taehyung tomó una respiración profunda, sintiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas. — Por favor, lucha conmigo.

El silencio se volvió pesado entre ellos, y Jungkook sintió cómo la verdad de las palabras de Taehyung se asentaba en su pecho.

— No sé si tengo el poder para hacerlo, — respondió finalmente, su voz llena de incertidumbre. — Pero no quiero perderte.

— Entonces, luchemos juntos. — Taehyung dio un paso hacia él, esperando que su cercanía pudiera romper las barreras que los mantenían separados.

La conexión entre ellos brillaba, y aunque sabían que el camino sería difícil, esa pequeña chispa de esperanza encendió un nuevo propósito en sus corazones. Era hora de enfrentar a sus familias y reclamar el amor que merecían.

Mientras Taehyung se acercaba a Jungkook, el ambiente se llenó de una tensión palpable. Las palabras que había querido compartir con él se quedaban atascadas en su garganta al ver el hielo en la mirada de su novio. Jungkook, que hasta hacía poco había sido su refugio, ahora parecía un extraño.

— ¿Y qué se supone que deberíamos hacer? — dijo Jungkook, su tono frío como el acero. — ¿Debemos llorar por lo que no podemos cambiar? Este matrimonio es lo que nuestros padres quieren.

Las palabras de Jungkook fueron como dagas, y Taehyung sintió que su corazón se rompía en pedazos.

— Pero Jungkook, esto no es lo que deseamos.

— ¿Y qué importa lo que deseemos? — interrumpió Jungkook, cruzando los brazos con una expresión de desdén. — No somos niños. Es hora de que aceptes la realidad.

"¿Qué ha pasado con el Jungkook que conocía?" se preguntó Taehyung, sintiendo cómo la angustia se apoderaba de él. La frialdad de Jungkook lo dejaba sin aliento, y, por un instante, consideró que tal vez había perdido su amor para siempre.

— No puedo hacer esto. — Taehyung se giró, sintiendo que su corazón se partía mientras las lágrimas amenazaban con salir. — No puedo casarme contigo sabiendo que no quieres esto.

— Entonces, ¿Qué sugieres? ¿Que huyamos y abandonemos nuestras responsabilidades? — Jungkook lo miró con desprecio. — Eso no es más que una fantasía.

Esa noche, Taehyung se sintió devastado. La conversación con Jungkook resonaba en su mente, y el frío de sus palabras lo perseguía. Pasaron los días, y el día de la boda se acercaba como una sombra amenazante.

Finalmente, el día fatídico llegó. La mansión estaba adornada con flores y luces, pero la belleza del lugar no podía ocultar la tristeza que llenaba el corazón de Taehyung. Con cada paso que daba hacia el altar, se sentía como si estuviera caminando hacia su propia tumba.

En el camino, miró a su alrededor, viendo a amigos y familiares sonriendo, ajenos a la tormenta emocional que estaba atravesando. Su padre sonreía, satisfecho con el compromiso que había forjado, mientras que su madre parecía emocionada, como si estuviera en un cuento de hadas.

Pero Taehyung no podía compartir esa felicidad. En su mente, las palabras de Jungkook resonaban. Esto es lo que queremos. No somos niños.

Finalmente, llegó al altar. Jungkook estaba allí, de pie, con una expresión que era un enigma. La frialdad en su rostro le recordaba las últimas semanas, donde todo había cambiado entre ellos.

— ¿Estás listo? — preguntó Jungkook, su voz sin emociones.

Taehyung tragó saliva, sintiendo que su corazón se encogía.

— No estoy seguro de estar listo para esto.

— Es tarde para dudas, Taehyung. — Jungkook lo miró, y había algo en sus ojos que lo desarmó.

Pero también había un desdén oculto, una resignación que le hizo preguntarse si había alguna parte de Jungkook que realmente quería este matrimonio.

El oficiante comenzó la ceremonia, y Taehyung sintió cómo su mundo se desvanecía a su alrededor. Cada palabra era como un eco vacío. ¿Era realmente lo que querían?

— ¿Aceptas a Jungkook como tu esposo? — preguntó el oficiante, y Taehyung sintió que su pecho se oprimía.

— Lo acepto — murmuró, sintiendo que su voz temblaba.

Pero en su interior, había una batalla en curso. Quería a Jungkook, pero la realidad de su relación era diferente de lo que había soñado. La conexión que solían tener ahora parecía un recuerdo lejano.

Cuando llegó el momento de que Jungkook respondiera, Taehyung sintió que cada latido de su corazón resonaba con esperanza.

— Lo acepto — dijo Jungkook.

Y aunque su voz era firme, sus ojos no mostraban el mismo brillo que solían tener.

Mientras se intercambiaban los anillos, Taehyung sintió que una parte de su alma se sellaba en ese momento. Sabía que, aunque estaban juntos, había una barrera entre ellos que sería difícil de romper.

Y cuando finalmente se dijeron "sí", un profundo vacío se instaló entre ellos, marcando el comienzo de una vida juntos que no era la que realmente deseaban.

Los días de luna de miel comenzaron con la esperanza de que, a pesar de la frialdad que había marcado su relación, tal vez ese tiempo juntos podría sanar las heridas que llevaban consigo. Taehyung había imaginado un escape romántico, un lugar donde podrían reconectar y dejar atrás las tensiones de sus familias. Pero la realidad se tornó sombría rápidamente.

Los primeros días en la isla pasaron lentos. Taehyung exploraba solo las playas de arena blanca, sentía la brisa del mar y el sol calentar su piel, pero su corazón estaba en un lugar oscuro. Jungkook no había aparecido. Las noches pasaban, y cada vez que el reloj marcaba la hora de dormir, Taehyung sentía que la ansiedad lo invadía.

— ¿Dónde estás, Jungkook? — se preguntaba, cada vez más preocupado.

Después de días de incertidumbre, finalmente, la verdad lo golpeó con toda su fuerza. Al revisar las redes sociales en un momento de debilidad, Taehyung vio las fotos que habían estado circulando: Jungkook riendo y divirtiéndose con mujeres Omegas y Alfas en una fiesta. La imagen de Jungkook, con una sonrisa deslumbrante en su rostro, rodeado de admiradores, lo hirió profundamente.

Taehyung sintió que su corazón se rompía una vez más. ¿Qué se supone que somos, Jungkook? pensó, sintiendo la desilusión y la traición apoderarse de él. Esto no es lo que prometimos.

Su mente daba vueltas mientras recordaba los momentos que habían compartido, las promesas que habían hecho el uno al otro. La dulce conexión que habían tenido durante su infancia parecía un recuerdo lejano, ahogada por la realidad de su matrimonio.

— ¿Por qué no me dijiste que tenías planes? — murmuró para sí mismo, sintiendo las lágrimas amenazar con salir. — ¿Por qué no me llamaste?

Los días se convirtieron en un torbellino de emociones. Taehyung se sintió más solo que nunca en ese paraíso, un lugar que se suponía debía ser un sueño. La tristeza lo invadía mientras cada imagen en las redes sociales lo torturaba, mostrando a Jungkook disfrutando de la vida, despreocupado y feliz, mientras él estaba atrapado en su dolor.

Finalmente, la angustia llegó a un punto crítico. Taehyung decidió que no podía permanecer en esa isla sin respuesta. Necesito hablar con él, se dijo, decidido a confrontarlo. Así que tomó su teléfono y marcó su número, la espera se volvió agonizante.

Cuando Jungkook finalmente contestó, la voz que salió del otro lado era un eco de su desdén.

— ¿Qué quieres, Taehyung? — preguntó Jungkook, su tono sonaba distante, casi como si no le importara.

— ¿Qué quiero? — repitió Taehyung, sintiendo que la ira comenzaba a burbujear en su interior. — Quiero saber dónde has estado. Te casaste conmigo y te desapareciste. ¡Me dejaste solo aquí!

— No necesito rendir cuentas, Taehyung. Esto no es lo que tú creías. — Jungkook respondió, su tono sarcástico punzante.

— ¿Así que esto es todo? ¿Un matrimonio de conveniencia? — Taehyung sintió que su voz se quebraba. — ¿Te parece que esto es justo para mí?

— ¿Y qué se supone que haga? ¿Permanecer aquí y actuar como si todo estuviera bien? — Jungkook contraatacó, frustrado. — No sé si esto fue un error, pero estoy tratando de vivir mi vida.

— ¿Vivir tu vida? — Taehyung sintió que la rabia se mezclaba con el dolor. — ¿Y yo? ¿Soy solo una fachada?

Jungkook guardó silencio por un momento, y Taehyung supo que las palabras que estaban en sus labios no iban a ser pronunciadas. Fue un silencio ensordecedor, uno que dejó claro que ya no había espacio para ellos.

Finalmente, Taehyung decidió que era hora de dejarlo ir. "Quizás deberíamos simplemente dejar esto atrás," dijo, sintiendo que su corazón se rompía un poco más.

— No sé si puedo seguir así.

— Haz lo que quieras, Taehyung. — Jungkook respondió fríamente, y esas palabras sonaron como un clavo en el ataúd de su relación.

La llamada terminó, y Taehyung sintió que la desilusión lo envolvía. Se dio cuenta de que estaban en caminos completamente diferentes, y aunque el matrimonio había sido un intento de unir sus vidas, ahora solo servía para separarles más.

En su corazón, sabía que esta luna de miel sería el punto de inflexión que marcaría el resto de sus vidas. Mientras miraba el horizonte desde su ventana, se preguntó si alguna vez volverían a ser quienes fueron, si el amor que una vez compartieron podría renacer de las cenizas de lo que se había perdido.

Al llegar a la mansión Jeon, la opulencia de su nuevo hogar era abrumadora. Las paredes estaban adornadas con obras de arte y los muebles lujosos parecían contar historias de riqueza y poder. Sin embargo, Taehyung se sintió más como un prisionero en un palacio que como el esposo que había soñado ser.

— Bienvenido a casa, Taehyung. — dijo Jungkook con una sonrisa fría, su tono tan distante como siempre.

— Es... hermoso — respondió Taehyung, forzando una sonrisa mientras exploraba cada rincón.

La mansión tenía todo lo que uno podría desear, pero la sensación de vacío lo acompañaba constantemente.

Con el tiempo, Taehyung se dio cuenta de que su vida había cambiado drásticamente. Jungkook le había prohibido trabajar, alegando que quería protegerlo y que su deber era estar a su lado. "No quiero que nadie te vea como un objeto más. Eres mi esposo, no un proyecto de trabajo," le había dicho con un tono que no dejaba lugar a discusión.

Aunque al principio Taehyung había estado de acuerdo, pronto se dio cuenta de que no podía soportar la monotonía de su nueva vida. Los días se convirtieron en una rutina de compras y salidas con amigas. Cada mañana, se vestía con ropa de diseñador y se preparaba para un día en el que no tenía nada importante que hacer. Su manada de guardaespaldas siempre estaba cerca, siguiendo cada uno de sus pasos, lo que solo aumentaba su sensación de claustrofobia.

— ¿Por qué no podemos ir a un café sin que parezca que estamos rodeados de un ejército? — se quejó un día con su amiga Somin, mientras tomaban té en una lujosa tienda de la ciudad.

— Es solo por tu seguridad, Taehyung. Sabes cómo es tu esposo. — Yuna sonrió, pero la preocupación en su mirada era evidente. — Quiero que seas feliz, pero entiendo que esta vida es... diferente.

"Diferente" no era la palabra que Taehyung hubiera usado. Era como vivir en un mundo de cristal, donde todo era brillante pero frágil.

Cada vez que volvía a casa, la presencia de Jungkook era casi palpable. Él siempre estaba allí, ya fuera en reuniones de negocios o entrenando en el gimnasio. A menudo, se veía a sí mismo como un extraño en su propio hogar. "¿Qué está pasando con nosotros?" se preguntaba, sintiendo el vacío crecer entre ellos.

Una noche, cuando la soledad se volvió demasiado pesada, decidió enfrentarlo.

— Jungkook ¿Podemos hablar? — preguntó, encontrando a su esposo en la sala de estar, con la mirada perdida en su teléfono.

— Claro — respondió Jungkook sin mirarlo.

— No quiero vivir así. — Taehyung se atrevió a decir, sintiendo que su corazón latía con fuerza. — Necesito algo más. Quiero trabajar, quiero ser yo mismo.

Jungkook alzó la vista, su expresión se endureció. — ¿Y qué hay de tu seguridad? No puedo arriesgarme a que te pase algo.

— Pero yo no soy un niño, Jungkook. — Taehyung insistió, la frustración acumulándose en su pecho. — Me siento atrapado aquí.

— Es por tu propio bien, Taehyung. — dijo Jungkook con frialdad, y esa falta de empatía solo exacerbó la ira de Taehyung.

— ¿Y qué hay de mí? ¿Qué hay de lo que yo quiero? — Taehyung se sintió a punto de explotar. — ¿No importa en absoluto?

Jungkook se levantó, su mirada se volvió intensa.

— No estoy aquí para hacerte feliz, Taehyung. Estoy aquí para mantenerte a salvo.

Taehyung sintió que el dolor y la decepción lo ahogaban. La distancia entre ellos parecía aumentar con cada palabra.

— No se trata solo de estar a salvo, Jungkook. Se trata de vivir.

La conversación terminó sin resolución, y Taehyung se dio cuenta de que el abismo entre ellos solo se expandía. A pesar de los lujos y la seguridad que había obtenido, su corazón anhelaba la libertad que había perdido, la misma que parecía desvanecerse a medida que pasaban los días.

Con cada día que pasaba, su frustración creció, y la vida que había imaginado junto a Jungkook parecía estar desvaneciéndose, dejando solo un eco de lo que podría haber sido. "¿Qué puedo hacer?" se preguntaba en las noches, sintiéndose más solo que nunca.

Después de meses de frustración y anhelos reprimidos, Taehyung finalmente decidió que era hora de hacer un cambio. Había pasado demasiado tiempo sintiéndose atrapado en un mundo que no era el suyo, y la chispa de su ambición había comenzado a resurgir. Así que un día, con determinación en su corazón, decidió presentarse en la empresa de Jungkook.

Al llegar, la imponente fachada de vidrio y acero le dio una mezcla de nervios y emoción. Había estado esperando este momento durante tanto tiempo. No solo quería ser reconocido como el esposo de Jungkook, sino como alguien que tenía su propio lugar y poder.

— ¿Qué haces aquí, Taehyung? — preguntó Jungkook, sorprendido al verlo entrar a su oficina.

— Vine a hablar de mi lugar aquí — respondió Taehyung, cruzando los brazos con confianza.

Jungkook frunció el ceño.

— ¿Tu lugar? ¿Qué quieres decir con eso? — le pregunta mirándolo.

— Quiero que me consideres como el segundo jefe. — Taehyung no se echó atrás, sintiendo que la decisión que había tomado era la correcta — Tengo ideas, proyectos en mente. Puedo ayudar a la empresa a crecer.

Jungkook soltó una risa sarcástica.

— ¿De verdad crees que puedes simplemente entrar y asumir un cargo? No es un juego, Taehyung.

— No es un juego para mí. — Taehyung lo miró a los ojos, sintiendo cómo la tensión comenzaba a acumularse entre ellos. — Quiero trabajar aquí. Estoy cansado de ser solo el esposo del jefe.

— No puedo permitir que esto se convierta en un circo, Taehyung. — Jungkook apretó los dientes, claramente molesto. — Las cosas ya son lo suficientemente complicadas.

— Complicadas porque te empeñas en controlarlo todo. — Taehyung se acercó un paso más, su voz elevada. — ¿Por qué no me dejas demostrar lo que puedo hacer?

El silencio llenó la habitación. Jungkook se pasó una mano por el cabello, frustrado.

— Está bien, supongo que podemos probar. — concedió, pero su tono seguía siendo de advertencia. — No me decepciones, Taehyung.

— Nunca lo haré. — Taehyung se sintió como si hubiera dado un gran paso adelante, una mezcla de alivio y emoción recorriendo su cuerpo.

Jungkook suspiró.

— Solo recuerda, esto no significa que todo será fácil.

— No espero que sea fácil, — respondió Taehyung con una sonrisa desafiante. — Pero estoy listo para enfrentar cualquier reto.

Mientras Jungkook miraba a su esposo, una parte de él se sentía orgulloso. Taehyung siempre había tenido un espíritu indomable, y ahora, al fin, estaba reclamando su lugar en el mundo. Pero otra parte de él seguía inquieta; sabía que esto podría cambiar la dinámica entre ellos, y no estaba seguro de cómo se sentiría al respecto.

Los días pasaron, y Taehyung comenzó a hacer su marca en la empresa. Se sumergió en el trabajo, proponiendo nuevas estrategias y conectando con los empleados. Su carisma natural pronto comenzó a brillar en el ambiente de trabajo, y Jungkook se dio cuenta de que no podía ignorar el talento y la pasión de su esposo.

Sin embargo, la tensión entre ellos no desapareció por completo. Había días en que las discusiones eran inevitables, especialmente cuando Taehyung tomaba decisiones que Jungkook no aprobaba. Aun así, había algo electrizante en sus peleas, una chispa que mantenía viva la pasión que habían compartido al principio.

Una tarde, después de una discusión acalorada sobre un nuevo proyecto que Taehyung quería implementar, se encontraron solos en la oficina de Jungkook.

— No entiendo por qué siempre tienes que complicarlo todo. — Jungkook frunció el ceño, claramente frustrado.

— Porque tengo una visión, Jungkook. — Taehyung replicó, cruzando los brazos. — No quiero quedarme en la sombra.

— Y yo no quiero que esto afecte nuestra relación. — Jungkook dejó caer su voz, su mirada suave, pero aun así intensa. — Esto no es solo trabajo.

Taehyung respiró hondo, sintiendo el peso de sus palabras. — Lo sé. Pero también quiero ser más que solo el esposo de Jungkook Jeon. Quiero ser Taehyung.

Jungkook lo observó, y en ese momento, pareció darse cuenta de que no podía mantenerlo encerrado en su propia vida. Había crecido, se había transformado, y él también debía aprender a adaptarse a esa nueva realidad.

— De acuerdo. Lo haré. Te apoyaré. Pero necesito que seas consciente de lo que eso significa. — Jungkook finalmente cedió, una sonrisa pequeña asomándose en sus labios.

— Lo prometo. — Taehyung sintió que un nuevo capítulo comenzaba para ellos, lleno de desafíos, pero también de oportunidades para crecer juntos.

Así, entre peleas y reconciliaciones, comenzaron a construir una nueva realidad en la que ambos podían encontrar su lugar, y la promesa de un futuro juntos, lleno de posibilidades, parecía más brillante que nunca.

Con cada día que pasaba, Taehyung se adentraba más en el mundo empresarial, deslumbrando a todos con su habilidad para resolver problemas y cerrar contratos millonarios. La empresa, que antes había sido solo el lugar de trabajo de Jungkook, ahora empezaba a transformarse en un espacio donde Taehyung podía brillar con luz propia.

Un día, después de una importante reunión con un cliente clave, Taehyung regresó a la oficina de Jungkook, su rostro iluminado por una sonrisa de triunfo.

— ¡Lo hice! — exclamó, cerrando la puerta detrás de él. — ¡Acabo de cerrar un contrato con X Corp por más de cinco millones!

Jungkook levantó la vista de su computadora, sorprendido.

— ¿En serio? — su voz revelaba una mezcla de asombro y admiración. — Eso es increíble, Tae.

Taehyung no pudo evitar sonreír más, la emoción burbujeando dentro de él.

— No solo eso, pero también aseguré una reunión con el CEO para el próximo mes. Podría ser nuestra oportunidad para expandir la empresa a nivel internacional.

— Wow, realmente estás sorprendiéndome. — Jungkook se puso de pie, acercándose a Taehyung con admiración en sus ojos. — Siempre pensé que tenías potencial, pero esto... esto es algo más.

— Gracias, Jungkook. — Taehyung sintió cómo su lobo interior se alzaba, saltando de felicidad ante el reconocimiento de su esposo. — He estado trabajando duro, y quiero que sepas que esto también es por nosotros. Quiero que nuestra vida juntos sea increíble.

Jungkook asintió, y una sonrisa genuina se dibujó en su rostro. — Nunca debiste sentirte limitado, Tae. Sabía que eras capaz de esto. Estoy orgulloso de ti.

En el fondo, Jungkook también sentía un alivio. Taehyung estaba encontrando su lugar, y eso lo hacía feliz. Ya no era solo el chico que necesitaba ser protegido; ahora estaba convirtiéndose en un hombre fuerte, uno que estaba contribuyendo de manera significativa al futuro que ambos habían soñado.

A medida que los días se convertían en semanas, la reputación de Taehyung continuaba creciendo. Cerraba contratos que otros consideraban imposibles, negociando con confianza y estableciendo relaciones con figuras clave en el mundo empresarial. Su creatividad y su instinto natural para entender a las personas le dieron una ventaja única, y cada vez que se sentaba a discutir una propuesta, Jungkook no podía evitar sentirse asombrado.

— Tae, te han llamado de la revista Fortune. Quieren hacer un artículo sobre ti y tu trabajo aquí. — le dijo Jungkook un día, mientras revisaban algunos documentos en la oficina.

— ¿Fortune? — Taehyung se quedó boquiabierto. — ¿En serio?

— Sí, quieren saber más sobre cómo un nuevo ejecutivo está revolucionando la industria. — Jungkook sonrió, sintiendo que la emoción de Taehyung era contagiosa. — ¡Esto es enorme!

La felicidad de Taehyung era palpable, su lobo interior aullando de alegría. — No puedo creer que esto esté sucediendo. Esto significa que estamos haciendo un buen trabajo.

— Y solo es el principio. — Jungkook lo miró con seriedad. — Tú eres el futuro de esta empresa, Tae.

Los días pasaron, y el trabajo de Taehyung siguió floreciendo. Cada vez que regresaba a casa después de una jornada laboral, Jungkook podía notar el brillo en sus ojos, la energía que emanaba de su ser. La relación entre ellos también comenzaba a cambiar; las peleas se convirtieron en discusiones constructivas, y las tensiones se disiparon a medida que aprendían a trabajar juntos como un equipo.

Un viernes por la tarde, mientras revisaban los planes para la próxima semana, Jungkook se atrevió a preguntar.

— ¿Alguna vez has pensado en cómo esto cambiará nuestra vida personal?

Taehyung levantó la vista, su expresión un tanto pensativa.

— No sé, Jungkook. Solo quiero seguir creciendo. Pero... quiero que lo hagamos juntos.

— Lo haremos, — respondió Jungkook, su tono decidido. — No importa lo que pase, siempre estaré a tu lado.

En ese momento, Taehyung sintió una oleada de amor por su esposo. A pesar de las dificultades pasadas, ambos habían encontrado una nueva forma de comunicarse y apoyarse mutuamente.

Así, a medida que los días se convertían en semanas y las semanas en meses, Taehyung y Jungkook se sumergieron en un nuevo capítulo de su vida, uno lleno de oportunidades, desafíos y un amor que se fortalecía con cada experiencia compartida. Mientras la vida empresarial de Taehyung despegaba, su vínculo se hacía más fuerte, alimentado por el respeto mutuo y el deseo de alcanzar nuevas alturas juntos.

A medida que las semanas se transformaban en meses, Taehyung comenzó a notar ciertos cambios en el comportamiento de Jungkook. Aunque su relación parecía estar floreciendo en el ámbito profesional, había un pequeño detalle que comenzaba a preocuparlo: Jungkook coqueteaba con su secretaria, Lisa.

Todo comenzó sutilmente. Al principio, fue solo una broma aquí y allá, un intercambio de sonrisas durante las reuniones, pero con el tiempo, esas interacciones se volvieron más evidentes. Taehyung lo observaba desde su oficina, sintiendo cómo una punzada de celos se apoderaba de él cada vez que veía a Jungkook reírse más de la cuenta con Lisa.

Un día, mientras revisaba algunos documentos, decidió que ya era suficiente.

— Jungkook, podemos hablar un momento? — dijo Taehyung, tratando de mantener su tono neutral.

Jungkook levantó la vista, sorprendido.

— Claro, ¿Qué sucede?

Taehyung se acercó, el corazón latiendo rápido en su pecho.

— He notado que estás pasando mucho tiempo con Lisa últimamente.

Jungkook frunció el ceño, un poco confundido.

— ¿Y? Ella es una buena asistente. Nos ayuda con un montón de cosas.

— Sí, lo sé, pero... a veces parece que hay algo más. — Taehyung no pudo evitar que su voz temblara un poco. — La forma en que te miras, las risas que compartes.

Jungkook se cruzó de brazos, su expresión volviéndose defensiva. — ¿Estás celoso?

— No sé si celoso es la palabra. Solo me preocupa. — Taehyung tomó un respiro profundo, intentando mantener la calma. — Lo que tenemos es importante, y no quiero que se interpongan cosas que puedan afectar nuestra relación.

Jungkook suspiró, dándose cuenta de la seriedad en la voz de Taehyung.

— Tae, es solo un juego. No significa nada. No me interesa.

— ¿De verdad? — Taehyung lo miró a los ojos, buscando sinceridad. — Porque me parece que hay una conexión, y yo no quiero ser el que se sienta inseguro.

— No tienes por qué sentirte así. — Jungkook dio un paso hacia él, tomando su mano. — Eres mi prioridad, siempre lo has sido. Lisa es solo una colega.

Taehyung sintió un ligero alivio, pero aún había un atisbo de preocupación en su corazón. — Solo quiero que seas sincero conmigo.

— Te lo prometo. — Jungkook sonrió, su confianza brillando. — Eres el único que quiero.

Sin embargo, a pesar de las palabras de Jungkook, la preocupación de Taehyung persistió. Había algo en el aire que no podía ignorar, una sensación de que las cosas podrían cambiar rápidamente.

A medida que pasaban los días, la tensión seguía latente. Taehyung se dio cuenta de que cada vez que Jungkook interactuaba con Lisa, su lobo interior se sentía inquieto, ansioso, como si percibiera una amenaza.

Un día, mientras regresaba de una reunión, Taehyung entró en la oficina y vio a Jungkook y Lisa juntos, riéndose y bromeando como si fueran viejos amigos. Su corazón se hundió un poco, y antes de que pudiera pensar mejor, decidió actuar.

— Hola, Jungkook. — dijo Taehyung con una voz más fría de lo que pretendía. — ¿Te importa si hablamos un momento?

Jungkook giró la cabeza, sorprendiendo a Lisa.

— Oh, claro. Un momento, Lisa.

Cuando se alejaron, Taehyung sintió la presión en el pecho.

— No quiero que esto se vuelva incómodo entre nosotros. — comenzó, incapaz de ocultar su frustración. — Si hay algo que te guste de ella, dímelo.

— No me gusta nadie más que tú. — Jungkook frunció el ceño, sintiendo la tensión en el aire. — No quiero que pienses así.

— Pero lo haces. A veces parece que te gusta más pasar tiempo con ella que conmigo.

— Eso no es cierto. — Jungkook lo miró a los ojos, intentando transmitir su sinceridad. — Estás exagerando.

A pesar de sus palabras, Taehyung no podía sacudir la sensación de que algo no estaba bien. La inseguridad lo consumía, y sabía que tenía que hacer algo al respecto antes de que su relación se viera amenazada por un simple coqueteo.

— Jungkook, quiero que sepas que estoy aquí para ti, pero necesito que también me pongas en primer lugar.

— Lo haré. Prometido. — Jungkook apretó su mano, su mirada seria. — Nunca querría lastimarte.

Mientras la tensión persistía, Taehyung se sintió dividido entre la confianza en su esposo y la preocupación por la creciente atención de Jungkook hacia Lisa. El tiempo diría si sus temores eran infundados o si el amor que habían construido se vería amenazado por algo inesperado.

Taehyung continuó con su rutina diaria, intentando mantenerse enfocado en su trabajo y su relación con Jungkook, pero la inquietud no lo abandonaba. Sabía que Jungkook lo amaba, pero algo dentro de él le decía que había más en la relación entre Jungkook y Lisa de lo que él quería aceptar. Su lobo interior aullaba de descontento, sintiendo que había un secreto que lo estaba alejando de su pareja.

Mientras tanto, Jungkook intentaba mantener las apariencias. Se esforzaba por ser el esposo atento que Taehyung merecía, pero había algo en su mente que no lo dejaba en paz. Sus encuentros furtivos con Lisa se habían vuelto más frecuentes. Al principio, era solo una atracción inocente, una chispa que rápidamente se convirtió en algo más. Sin embargo, en su corazón, sabía que no podía seguir engañando a Taehyung. Pero el miedo a perderlo lo mantenía atrapado en un ciclo de mentiras.

Una tarde, mientras Taehyung estaba en su oficina, recibió un mensaje de Jungkook que lo invitaba a una cena especial. Taehyung sonrió al leerlo, su corazón se llenó de esperanza. Tal vez Jungkook finalmente estaba listo para hablar de sus inseguridades y fortalecer su relación. Pero, al mismo tiempo, una pequeña voz en su cabeza le decía que debía estar preparado para cualquier cosa.

Esa noche, Taehyung se vistió con esmero, eligiendo su mejor traje. Quería lucir deslumbrante para su esposo, deseando que la cena fuera una oportunidad para volver a conectarse. Sin embargo, mientras se miraba en el espejo, sintió un escalofrío recorrer su espalda. El presentimiento de que algo no estaba bien se intensificó.

Cuando llegó al restaurante, se encontró con Jungkook, quien lo recibió con una sonrisa cálida, pero Taehyung notó un brillo extraño en sus ojos.

— ¡Tae! Te ves increíble. — dijo Jungkook, dándole un abrazo, pero había algo en su abrazo que se sentía un poco distante.

— Gracias. Tú también estás genial. — respondió Taehyung, tratando de ignorar su inquietud.

A medida que la cena avanzaba, la conversación fue amena, pero había un aire de tensión que no podía sacudirse. Jungkook se mostró encantador y atento, pero Taehyung sentía que había algo oculto detrás de su sonrisa.

— ¿Cómo va todo en el trabajo? — preguntó Taehyung, intentando romper el hielo.

— Bien, todo marcha. Lisa ha sido de gran ayuda. — Jungkook respondió, una sonrisa en su rostro, pero sus palabras resonaron en la mente de Taehyung como un eco inquietante.

— Me alegra oír eso. — dijo Taehyung, tratando de mantener la compostura.

La cena continuó, y aunque intentaron disfrutar del momento, la incomodidad entre ellos persistía. Taehyung se dio cuenta de que cada vez que Jungkook mencionaba a Lisa, su corazón se encogía un poco más. Su lobo interior estaba alerta, y la inquietud crecía en su pecho.

Al final de la cena, mientras esperaban la cuenta, Taehyung decidió que era el momento de abordar sus preocupaciones.

— Jungkook, hay algo de lo que quiero hablar. — comenzó, su voz temblando levemente. — He estado sintiendo que hay algo entre tú y Lisa que no me has contado.

Jungkook lo miró, la sorpresa pintada en su rostro. — Tae, ya te dije que no es nada. Estás exagerando.

— No lo estoy. Te veo sonreír cuando hablas de ella. Y sé que nuestra relación debería ser la prioridad. — Taehyung sintió que la presión en su pecho aumentaba.

— No hay nada entre nosotros. — Jungkook se mostró defensivo, frunciendo el ceño. — Eres tú a quien amo.

Taehyung, sintiéndose abrumado, bajó la mirada.

— ¿Y si eso no es suficiente para ti? ¿Y si estás buscando algo más con ella?

Jungkook respiró hondo, pero Taehyung pudo ver una sombra de conflicto en sus ojos.

— No, nunca haría eso. Te lo prometo.

Con la tensión aún palpable, decidieron regresar a casa. Taehyung se sintió frustrado y confuso, sin saber si debía confiar en las palabras de Jungkook o en sus instintos.

Cuando llegaron a la mansión, Taehyung se retiró a su habitación, intentando procesar lo que había sucedido. Su lobo interior estaba inquieto, ladrando y reclamando la verdad que sentía en el aire. La inseguridad lo consumía.

🐞

Al día siguiente

Taehyung decidió enfrentarse a la situación de frente. Se armó de valor y fue a la empresa de Jungkook, dispuesto a hablar con Lisa. Quería entender la naturaleza de su relación, por más que le doliera.

Al llegar, vio a Lisa en la recepción, conversando alegremente con Jungkook. El corazón de Taehyung se hundió al ver la conexión que parecía existir entre ellos, un destello de complicidad que no podía ignorar.

Sin pensarlo dos veces, se acercó, tratando de mantener la calma.

— ¿Puedo hablar contigo, Lisa? — su voz salió firme, pero su interior temblaba.

— Claro, Taehyung. — Lisa sonrió, pero Taehyung notó que había un brillo en sus ojos que lo incomodaba.

Lo llevó a un rincón apartado de la oficina, y Taehyung sintió cómo el nudo en su estómago se apretaba.

— ¿Qué pasa? — preguntó Lisa, inclinándose ligeramente hacia él, como si quisiera conocer su preocupación.

— Quiero saber cómo te llevas con Jungkook. — Taehyung se obligó a mantener la mirada, aunque su voz temblaba ligeramente. — He notado que pasan mucho tiempo juntos.

Lisa se quedó en silencio por un momento, y Taehyung sintió que el aire se volvía pesado entre ellos. — Jungkook es un gran jefe, y la verdad es que hemos compartido algunas risas. — su tono era inocente, pero Taehyung podía sentir la tensión.

— ¿Solo risas? — preguntó Taehyung, intentando no sonar acusatorio.

— Sí, Tae. — Lisa se encogió de hombros, pero había un destello de algo en su mirada que Taehyung no podía identificar. — No hay nada entre nosotros, lo prometo.

Taehyung sintió una mezcla de alivio y confusión.

— Lo que más quiero es que Jungkook sea feliz.

— Y lo es. — Lisa sonrió. — Eres un gran esposo, Taehyung. No te preocupes.

Taehyung salió de la conversación sin una respuesta clara, sintiendo que las piezas del rompecabezas no encajaban. La duda se apoderó de él mientras regresaba a su oficina, luchando por encontrar la verdad en medio de la confusión.

Mientras tanto, Jungkook, oculto en su propia tormenta emocional, seguía luchando con su relación con Lisa. No podía seguir manteniendo la mentira, pero cada vez que miraba a Taehyung, recordaba el amor que sentía por él, un amor que no quería perder.

Ambos, sin saberlo, estaban atrapados en un juego de sombras donde sus corazones estaban en juego, y la verdad estaba a punto de salir a la luz, causando un golpe devastador para Taehyung y su lobo interior.

El día que Taehyung descubrió la verdad llegó sin previo aviso, como una tormenta oscura que se cernía sobre su mundo. Estaba en casa, revisando unos documentos para su trabajo, cuando recibió un mensaje anónimo con fotos de Jungkook y Lisa juntos, en situaciones que dejaban poco a la imaginación. Su corazón se detuvo. El dolor se transformó rápidamente en ira, y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

Sin pensarlo dos veces, Taehyung se dirigió a la oficina de Jungkook, sus pasos pesados y decididos. La ansiedad y la tristeza lo consumían mientras imaginaba la confrontación que estaba a punto de tener. Al entrar en la oficina, el ambiente se sentía pesado, y su corazón latía con fuerza.

Jungkook estaba allí, hablando con Lisa. Al ver a Taehyung, su rostro cambió de inmediato. Lisa, sorprendida, se puso en pie, pero Taehyung ya no podía controlar sus emociones.

— ¡¿Qué es esto?! — gritó, levantando el celular con las imágenes.

Su voz resonó en la oficina, y la tensión en el aire se volvió palpable.

Jungkook se levantó rápidamente, sus ojos llenos de preocupación.

— Tae, espera, no es lo que piensas.

— ¿No es lo que pienso? ¡¿Cómo puedes hacerme esto?! — Taehyung sintió que la rabia lo consumía. — Me prometiste que nunca harías esto.

Lisa intentó hablar, pero Taehyung levantó la mano, interrumpiéndola.

— ¡Cállate! ¡No quiero oírte! — su voz temblaba de emoción.

Jungkook se acercó, intentando tomar los brazos de Taehyung.

— Lo siento, Tae. Te lo juro, fue un error.

— ¡Un error! — Taehyung gritó, quitándose de sus manos. — ¡Esto no es un error, Jungkook! Esto es una traición.

Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras la angustia se transformaba en desesperación. Jungkook, en un intento de calmarlo, intentó abrazarlo, pero Taehyung se lo quitó de encima con fuerza, sintiendo que su corazón se rompía.

— Eres un mal esposo. — le espetó, su voz llena de dolor y furia. — No puedo creer que hayas hecho esto.

Con un movimiento rápido, Taehyung le dio una fuerte cachetada en la cara a Jungkook. El sonido resonó en la oficina como un eco doloroso, y Jungkook quedó paralizado, su rostro lleno de shock y arrepentimiento.

— ¿Por qué, Jungkook? — Taehyung gritó, sus palabras salían entre sollozos. — ¿Por qué me hiciste esto?

Jungkook, sintiendo el peso de su culpa, intentó buscar las palabras correctas.

— Tae, por favor, escucha...

— ¡No! — Taehyung lo interrumpió, incapaz de controlar su dolor. — No quiero escuchar más tus mentiras.

Las palabras de Taehyung golpearon a Jungkook como un puñetazo en el estómago. Sabía que había cruzado una línea, pero nunca había imaginado que las cosas llegarían a este punto. La desesperación se apoderó de él.

— Tae, por favor, solo escúchame. Lo que pasó con Lisa no significa nada. — Jungkook intentó acercarse de nuevo, pero Taehyung retrocedió, como si su presencia fuera un veneno que no podía soportar.

— ¿No significa nada? — Taehyung repitió, su voz era un susurro helado. — ¡Estás bromeando! Te vi, Jungkook. La forma en que la mirabas, cómo la tocabas. No me vengas con excusas.

— Lo sé, lo sé... cometí un error, pero no puedo perderte. — Jungkook suplicó, su voz llena de desesperación. — Te amo, Taehyung. No puedes dejar que esto nos destruya.

— ¿Amor? — Taehyung se rió sin alegría, una risa amarga y desgarradora. — ¿Cómo puedes decir eso? Has traicionado todo lo que hemos construido juntos. Todo lo que prometiste.

Jungkook sintió que la rabia comenzaba a emerger en su interior, una mezcla de frustración y tristeza. — No es justo que me grites así. No me dejas explicarme.

— ¡¿Qué explicación necesitas?! — Taehyung lo cortó, sintiendo que cada palabra que decía era como un puñal en su corazón. — ¿Es que hay alguna justificación para lo que hiciste? Te casaste conmigo, Jungkook. Me prometiste que siempre estarías a mi lado.

— No puedes simplemente salir corriendo a la primera señal de problemas. — Jungkook apretó los dientes, sintiendo que su propia vulnerabilidad lo estaba llevando al límite.

— ¿Así que ahora soy yo el que debe quedarse callado? — Taehyung estaba furioso, su voz se elevaba con cada palabra. — ¿Tú eres el que me engaña y yo soy el que debe tragarme mi dolor?

El aire entre ellos se volvía cada vez más tenso, como si pudieran cortarlo con un cuchillo. Jungkook sintió que estaba perdiendo el control, la rabia y la tristeza se mezclaban en una tormenta en su interior.

— ¡Te amaba, Tae! — gritó, su voz resonando en las paredes de la oficina. — ¿Es eso lo que no entiendes? Cometí un error, pero nunca dejé de amarte.

— ¡Tu amor no significa nada si no puedes ser leal! — Taehyung sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. — No puedo creer que estés tan ciego.

El silencio que siguió fue abrumador. Ambos hombres se miraron a los ojos, y Taehyung pudo ver la tormenta de emociones en el rostro de Jungkook. Pero ya no había lugar para la compasión.

— No voy a quedarme aquí escuchando tus mentiras. — dijo Taehyung con un susurro, pero su determinación era firme. — Me has decepcionado, Jungkook. Ya no sé si esto tiene solución.

Sin esperar a que Jungkook respondiera, Taehyung dio la vuelta y salió de la oficina, dejando a Jungkook con su dolor y culpa, sintiendo que todo lo que había construido se desmoronaba a su alrededor.

Mientras Taehyung caminaba, las lágrimas caían libremente por su rostro. Cada paso que daba era un recordatorio de lo que había perdido y de la traición que sentía como un puñal en su pecho. La lucha de su lobo interior resonaba con el dolor de su corazón roto, y sabía que había una batalla que pelear, no solo con Jungkook, sino también con el amor que aún sentía por él.

Al cerrar la puerta detrás de él, Taehyung comprendió que su vida nunca volvería a ser la misma.

Jungkook salió apresuradamente detrás de Taehyung, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Al verlo avanzar por los pasillos, rodeado de miradas preocupadas de los empleados que presenciaban la escena, sintió un pánico creciente. Las lágrimas corrían por las mejillas de Taehyung, y cada gota era como un golpe más en su alma.

— ¡Tae! — gritó Jungkook, tratando de alcanzarlo.

Su voz resonaba en el aire tenso, pero Taehyung no se detuvo.

— Déjame en paz, Jungkook. — respondió Taehyung con un tono frío y quebrado, sin volverse a mirarlo. — Ya no puedo más.

— ¿Qué estás diciendo? — Jungkook sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies. — No puedes simplemente irte así.

Taehyung finalmente se detuvo, girándose para enfrentar a Jungkook, y la desesperación en sus ojos lo atravesó como un rayo.

— Te pido el divorcio. — pronunció Taehyung, su voz temblando, pero decidida.

Jungkook sintió que su mundo se desplomaba.

— ¡No! — gritó, incapaz de contener la angustia que brotaba de su interior. — No puedo permitir que eso pase.

— ¿Y qué me propones? — Taehyung se cruzó de brazos, su mirada ardía con dolor. — ¿Vivir en una mentira? ¿Pretender que todo está bien mientras me traicionas?

— No quiero perderte, Tae. — Jungkook se acercó, intentando tomar su mano, pero Taehyung se la quitó rápidamente.

— ¿Perderme? — repitió Taehyung, su voz elevándose de nuevo.

— Ya me has perdido. Te lo he dado todo, y tú elegiste traicionarme.

El dolor y la rabia se mezclaban en el rostro de Jungkook.

— No es tan simple. — intentó argumentar, pero sus palabras se sentían vacías. — Te amo.

— ¿El amor? — Taehyung se rió amargamente, sus ojos brillantes por las lágrimas. — El amor no se siente así. No se siente traicionado y dolido.

El eco de su risa hizo que Jungkook se sintiera aún más impotente.

— Tae, por favor, piensa en lo que estás diciendo. No podemos tirar todo a la basura por un error.

— ¿Un error? — Taehyung lo miró con incredulidad. — Esto no es un error, Jungkook. Es una elección que hiciste.

La conversación atrajo la atención de algunos empleados que pasaban, sus murmullos aumentaban, pero ninguno se atrevería a intervenir.

— No voy a dejar que me divorcien. — Jungkook dijo, la determinación en su voz sonando más fuerte de lo que se sentía en su interior. — No puedes hacer esto.

— Ya lo he decidido. — Taehyung mantuvo la mirada, sintiendo una mezcla de tristeza y liberación. — No quiero seguir en una relación basada en la desconfianza.

— No lo entiendes. — Jungkook suplicó, acercándose aún más. — No puedo vivir sin ti.

Pero Taehyung se dio la vuelta, dejando a Jungkook solo en el pasillo. A cada paso que daba, sentía que un trozo de su corazón se quedaba atrás, pero sabía que no podía mirar hacia atrás. Su decisión estaba tomada, y aunque el dolor lo consumiría, también sabía que era un paso necesario hacia su libertad.

Las lágrimas caían con más fuerza mientras se alejaba, y Jungkook se quedó parado, su mente llena de confusión y desesperación, sintiendo que su mundo se desmoronaba, incapaz de aceptar que lo había perdido.

Los días pasaron y la tensión en la casa de los Jeon se volvió insoportable. Taehyung decidió que era el momento de poner distancia entre él y Jungkook, y lo hizo de la manera más fría y hiriente posible. Cada encuentro se convertía en un campo de batalla, donde los dardos de palabras afiladas se lanzaban de un lado a otro, dejando heridas profundas.

Taehyung evitaba cualquier tipo de contacto físico con Jungkook, incluso en los momentos en que la cercanía era inevitable. Si Jungkook intentaba acercarse a él para hablar, Taehyung siempre encontraba una excusa para alejarse, ya fuera con el trabajo, salidas con sus amigas o simplemente cerrándose en su habitación. Su comportamiento se tornó hostil, y Jungkook se sentía cada vez más frustrado y confundido.

— ¿No puedes dejar de actuar como si fueras el rey del mundo? — le lanzó Taehyung un día, mientras él trataba de explicarle sus sentimientos. — No tienes idea de lo que es ser verdaderamente herido.

Jungkook sintió como si cada palabra de Taehyung fuera un puñetazo directo en su corazón. 

— Tae, solo quiero que me escuches...

— ¿Escucharte? — Taehyung se río con amargura. — ¿Qué más puedes decirme? ¿Cuántas más mentiras me vas a contar?

Las discusiones se volvieron rutinarias, y cada enfrentamiento dejaba a Jungkook con una sensación de desamparo. Se sentía atrapado, y a medida que Taehyung lo rechazaba una y otra vez, su frustración crecía. A pesar de sus intentos de arreglar las cosas, Taehyung lo rechazaba en cada oportunidad.

Cada vez que Taehyung llegaba a casa después de pasar el día fuera, Jungkook lo miraba con la esperanza de que su esposo se acercara, pero siempre se encontraba con la misma actitud: una frialdad que le cortaba el aliento.

— No quiero verte. — decía Taehyung sin rodeos, su tono era firme y desprovisto de emociones.

— Tae, por favor. Estoy intentando arreglar las cosas. — insistía Jungkook, sintiendo que cada palabra suya caía en oídos sordos.

— No hay nada que arreglar. — replicó Taehyung, su mirada despectiva. — Eres un traidor y nunca te lo voy a perdonar.

Las noches se tornaron solitarias y frías para ambos. Jungkook pasaba las horas en su estudio, rodeado de documentos y distracciones, pero su mente siempre regresaba a Taehyung. Por su parte, Taehyung buscaba consuelo en sus amigas, quienes lo apoyaban y le recordaban su valía.

La atmósfera en la mansión se sentía cada vez más pesada, y el eco de las palabras de Taehyung resonaba en la mente de Jungkook como un recordatorio constante de su fracaso. Cada día se enfrentaba a su propia culpa y desesperación, sabiendo que la relación que una vez consideró indestructible estaba desmoronándose.

Sin embargo, a pesar de su deseo de hacer las paces, Jungkook no podía ignorar el dolor que él mismo había causado. Mientras Taehyung se aferraba a su nuevo papel de desdén y resentimiento, Jungkook se daba cuenta de que la batalla por recuperar el amor de su esposo apenas comenzaba.

Una tarde.

Después de un día particularmente difícil, Taehyung se sintió abrumado. Había intentado ser fuerte, pero la realidad de su situación lo había golpeado con toda su fuerza. Estaba sentado en el borde de la cama, sintiendo las lágrimas amenazar con salir una vez más. En su mente, la única salida que podía imaginar era el divorcio.

Con una resolución temblorosa, decidió que tenía que confrontar a Jungkook de nuevo. Al salir de su habitación, el aire en la casa se sentía denso, como si todos los recuerdos de momentos felices se hubieran convertido en una pesada carga. Caminó hacia la oficina donde Jungkook estaba, concentrado en su trabajo.

— Necesitamos hablar. — dijo Taehyung con una voz firme, pero en el fondo sabía que el miedo y la tristeza se filtraban en sus palabras.

Jungkook levantó la vista, su expresión se tornó seria al notar la determinación en el rostro de su esposo. — ¿De qué se trata, Tae?

— Quiero el divorcio. — las palabras salieron de sus labios como un susurro, pero el impacto fue como un trueno.

Jungkook se quedó paralizado, su corazón se detuvo por un momento.

— ¿Qué? No, no puedes estar hablando en serio.

— Soy más que serio. — Taehyung lo miró a los ojos, su voz era tensa. — No puedo seguir así. No puedo seguir siendo tu esposo cuando has traicionado nuestra confianza.

— Tae, por favor... — Jungkook se levantó, acercándose a él. — No quiero que esto termine. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para solucionarlo.

— ¿Y cómo planeas hacerlo? — preguntó Taehyung, su voz temblaba de ira y tristeza. — ¿Volviendo a estar con Lisa? ¡Eso no es una solución!

Jungkook sintió que el aire le faltaba.

— No, no es eso. Estoy... Estoy dispuesto a luchar por nosotros.

— ¿Luchar? — Taehyung se burló, la frustración se reflejaba en su rostro. — ¿Desde cuándo eso incluye seguir engañándome?

— Te lo prometo, Tae, ya no estoy con ella. Lo que hice fue un error, un maldito error. No quiero perderte. — la súplica de Jungkook era desesperada, y sus ojos estaban llenos de emoción.

— No me hables de promesas. — Taehyung sintió que su corazón se desgarraba. — No puedo estar en esta relación si no confío en ti.

Jungkook dio un paso adelante, tratando de tomar las manos de Taehyung, pero este se apartó rápidamente.

— No! — gritó. — No quiero que me toques.

La desesperación se apoderó de Jungkook. — No puedes simplemente decidir esto. Es más complicado. Hay cosas en juego, Tae.

— ¿Y qué hay de mi vida? — Taehyung lo interrumpió, la voz rota. — ¿Qué hay de mis sentimientos? No puedo seguir siendo tu esposa en estas condiciones.

— ¡No quiero el divorcio! — Jungkook gritó, la frustración estallando en un momento de desesperación. — No puedo perderte así. No quiero que esto termine.

El silencio se volvió denso, y el dolor de Taehyung se hizo palpable.

— No entiendo por qué no puedes dejarme ir. — dijo en voz baja, sus ojos brillando con lágrimas.

Jungkook, sintiéndose impotente, solo pudo mirar a Taehyung, sabiendo que la batalla apenas comenzaba.

— Porque te amo, y estoy dispuesto a pelear por ti.

— Eso no parece suficiente. — respondió Taehyung, su voz llena de tristeza.

Y dio la vuelta para marcharse, dejando a Jungkook atrapado en una tormenta de emociones y arrepentimientos.

Mientras se alejaba, Taehyung sintió que su corazón se rompía un poco más, sabiendo que la lucha por su amor estaba lejos de terminar.

La tensión en la casa era casi palpable. Taehyung se encerró en su habitación, intentando ordenar sus pensamientos. Sin embargo, la ira y el dolor que sentía parecían multiplicarse con cada minuto que pasaba. No podía dejar de pensar en las palabras de Jungkook, en su insistencia, en su incapacidad de dejarlo ir. "¿Cómo puede amarme y aún así haberme lastimado tanto?", se preguntó, su mente atrapada en un torbellino de emociones.

Mientras tanto, Jungkook estaba en la sala, con un vaso de whisky en la mano, pero sin apenas tocarlo. Sus pensamientos no le daban tregua. Había cometido un error imperdonable, y lo sabía. Pero la idea de perder a Taehyung lo destrozaba por dentro. "Debo hacer algo... no puedo dejar que esto termine así", pensó, apretando los puños con frustración.

Pasaron unas horas hasta que Jungkook no pudo soportar más el silencio. Subió las escaleras y se detuvo frente a la puerta de la habitación de Taehyung. Golpeó suavemente al principio, pero al no obtener respuesta, su paciencia se agotó.

— Voy a entrar, Tae —dijo, abriendo la puerta sin esperar permiso.

Taehyung estaba sentado en el alféizar de la ventana, con la mirada perdida en la oscuridad de la noche. Cuando oyó la voz de Jungkook, apenas giró la cabeza.

— ¿Qué quieres ahora? —preguntó, su tono frío como el hielo.

— Hablar. — Jungkook cerró la puerta detrás de él. — No puedo dejar que esto termine así.

— ¿Hablar? — Taehyung se rió sin humor. — Ya hemos hablado, Jungkook. No hay nada más que decir.

— Hay mucho más que decir. — Jungkook avanzó unos pasos, sus ojos oscuros fijos en Taehyung. — No quiero que esto termine, y tú tampoco.

Taehyung lo miró, su expresión endurecida por el dolor. 

— No tienes idea de lo que quiero o no quiero. Tú lo decidiste todo cuando elegiste a Lisa.

— ¡Ya no estoy con ella! — exclamó Jungkook, su voz cargada de desesperación. — Fue un error, lo sé, pero no puedo cambiar el pasado. Solo puedo prometerte que no volverá a pasar.

— ¿Promesas? — Taehyung se levantó de golpe, enfrentándolo. — ¡Tus promesas no valen nada para mí! Ya me fallaste una vez. ¿Cómo se supone que confíe en ti de nuevo?

— ¡Porque te amo, maldita sea! — Jungkook golpeó la pared, su frustración desbordándose. — Cometí un error, pero no significa que nuestro amor no valga la pena.

Taehyung retrocedió, sacudiendo la cabeza. — No puedo vivir con esto, Jungkook. No puedo vivir preguntándome si cada vez que sales por esa puerta, vas a traicionarme otra vez.

— Entonces dime qué tengo que hacer. — Jungkook se acercó, su voz baja y suplicante. — Dime cómo puedo demostrarte que estoy dispuesto a cambiar, a hacer lo que sea por ti.

Taehyung lo miró fijamente, las lágrimas acumulándose en sus ojos. — No lo sé, Jungkook. Tal vez ya no haya nada que puedas hacer.

El silencio volvió a caer entre ellos, pesado y lleno de angustia. Jungkook sintió que su mundo se desmoronaba, pero no podía rendirse. No podía aceptar que todo estuviera perdido.

— No me voy a rendir, Tae. — Susurró con determinación. — No importa cuánto me odies ahora, voy a luchar por nosotros. Porque sé que en el fondo, tú también me amas.

Taehyung cerró los ojos, dejando que las lágrimas cayeran. No podía negar que aún sentía algo por Jungkook, pero el dolor y la traición pesaban demasiado.

— Entonces lucha si quieres. — respondió con la voz quebrada. — Pero no esperes que yo lo haga.

Y con esas palabras, volvió a darle la espalda, dejando a Jungkook solo en la habitación, con el corazón roto y la determinación ardiendo en su interior.

Esa noche, después de horas de llanto y reflexión, decidió que era hora de pensar en sí mismo. Taehyung se deslizó dentro de un conjunto de lencería negra de encaje que se ajustaba perfectamente a su figura, realzando su sensualidad con un toque de elegancia.

Encima, se colocó un traje negro transparente que apenas dejaba algo a la imaginación, complementado por unos tacones de aguja que resonaban con autoridad en cada paso. Un accesorio plateado adornaba su oreja izquierda, añadiendo un aire de misterio. Su maquillaje era sencillo pero impecable, resaltando sus rasgos con una naturalidad provocadora.

Y antes de salir se envolvió en una larga gabardina negra que ocultaba su atuendo debajo. Con calma, metió su celular en silencio dentro de su bolso de mano, junto con las llaves del Ferrari.

Bajó las escaleras con una confianza que irradiaba en cada movimiento, notando de reojo a los guardaespaldas que patrullaban los alrededores.

—Luna Jeon, no tiene permitido salir — le advirtió uno de los guardaespaldas, interponiéndose en su camino.

Taehyung dejó escapar una carcajada, una mezcla de diversión y desafío brillando en sus ojos sintiendo a su lobo interior aullar.

—Soy libre de hacer lo que me venga en gana y nadie me dirá que debo hacer se acabó —respondió con una sonrisa irónica, pasando junto al guardaespaldas sin darle más importancia sacándole el dedo del medio en una grosería.

Salió de la mansión, dejando al guardaespaldas sin palabras, y se subió a su Ferrari, rugiendo el motor antes de dirigirse al club.

Se reunió con sus amigas en un exclusivo club de la ciudad, decidido a dejar atrás, al menos por una noche, el dolor y la traición.

Mientras bebían y reían, una de las amigas de Taehyung, con una sonrisa pícara, lo miró de reojo y señaló con la cabeza hacia la barra.

— Taehyung, mira a ese hombre en la barra — dijo, inclinándose un poco hacia él—. Es increíblemente atractivo. Deberías ir y coquetearle un poco.

Taehyung siguió la dirección que le indicaba su amiga y encontró a un hombre que capturaba la atención de todos a su alrededor. Tenía una mirada penetrante, casi hipnótica, y un aire de peligro que lo hacía aún más intrigante. Taehyung sintió una mezcla de atracción y duda al mismo tiempo.

— No sé... — dice Teahyung sintiendo a su lobo con sus orejitas alzadas curioso.

Jisso riendo con ligereza lo animo mas

— Vamos, Tae. Es solo un coqueteo inocente. Nadie se enterará.

Taehyung mordió su labio inferior, debatiéndose internamente. Una parte de él sabía que estaba mal, que estaba cruzando una línea que no debía. Pero otra parte, más oscura y desesperada, anhelaba ser visto, ser deseado, ser valorado, aunque fuera solo por una noche.

— ¿Qué puede pasar? —musitó para sí mismo, sintiendo una oleada de nerviosismo mezclada con adrenalina sintiendo a su lobo aullar.

Las luces parpadeaban en tonos rojos y dorados mientras la música resonaba en todo el club. El ambiente vibraba con energía, risas y el aroma embriagador de licores caros. Taehyung se levantó de su asiento, sintiendo el peso de las miradas de sus amigas y la curiosidad de su lobo interior, que parecía ansioso por lo que vendría.

Con cada paso hacia la barra, sus tacones resonaban como un latido constante, atrayendo la atención de algunos curiosos en el camino. Finalmente, se detuvo a pocos metros del hombre. Lo observó por un momento: su mandíbula afilada, los labios ligeramente curvados en una sonrisa perezosa, y esos ojos oscuros que parecían ver a través de cualquiera.

Sin decir una palabra, Taehyung dejó que la música lo envolviera. Lentamente comenzó a moverse al ritmo, sus caderas oscilando con una sensualidad natural. Los pliegues de su traje negro transparente se adherían a su piel como una segunda capa, dejando entrever su lencería de encaje debajo.

El hombre en la barra levantó la mirada, notando inmediatamente la presencia de Taehyung. Su expresión cambió de indiferencia a fascinación. Dejó su vaso en la barra, sus ojos ahora fijos en cada movimiento del Omega.

Taehyung, sintiendo la intensidad de la mirada sobre él, dejó que una pequeña sonrisa se dibujara en sus labios. Se acercó un poco más, girando sobre sus tacones mientras pasaba una mano por su cuello, bajándola lentamente por su pecho. Sus movimientos eran hipnotizantes, y cada giro y cada contoneo parecía estar diseñado para atrapar al hombre.

El desconocido se inclinó ligeramente hacia adelante, como si quisiera absorber cada detalle. Su mandíbula se tensó y su respiración se hizo más lenta, claramente cautivado. Taehyung lo notó y decidió intensificar el juego.

Se inclinó hacia la barra, dejando que su gabardina se abriera ligeramente, revelando más de su atuendo. Sus ojos se encontraron con los del hombre, y una chispa eléctrica pareció pasar entre ellos.

—¿Disfrutando del espectáculo? —murmuró Taehyung, su voz baja y provocativa, apenas audible sobre la música.

El hombre esbozó una sonrisa torcida, sus ojos oscuros brillando con interés. —Mucho más de lo que imaginaba.

Taehyung se mordió el labio inferior, inclinando su cabeza con un aire de inocencia que contrastaba con la provocación de sus movimientos. Lentamente se acercó más, acortando la distancia entre ellos.

—¿Te gustaría unirte? —susurró, su tono juguetón, mientras sus dedos rozaban ligeramente el borde del vaso del hombre.

—Depende... —El hombre se inclinó aún más cerca, susurrando en el oído de Taehyung. —¿Crees que podrías manejarlo?

Taehyung sintió un escalofrío recorrer su columna, pero no retrocedió. En lugar de eso, giró sobre sus talones y volvió al centro de la pista de baile, sabiendo que el hombre lo seguiría con la mirada, incapaz de resistirse.

La música cambió, volviéndose más intensa, y Taehyung dejó que su cuerpo se moviera al ritmo, cada giro y cada movimiento calculado para mantener la atención del hombre. Su lobo interior aullaba, emocionado, disfrutando del juego y del poder que sentía al tener toda la atención del extraño.

Cuando finalmente el hombre se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia él, Taehyung sonrió para sí mismo. Había logrado lo que quería. Era su momento de brillar, de sentirse deseado y poderoso.

Pero mientras el hombre se acercaba, una voz en su mente le susurró: "¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar esta noche?"

El lobo de Taehyung respondió con un rugido silencioso, listo para descubrirlo.

El hombre llegó hasta Taehyung, deteniéndose apenas a unos centímetros de él. El Omega alzó la mirada, encontrándose con esos ojos oscuros que parecían brillar bajo las luces del club. La música cambió a un ritmo más lento y sensual, como si el universo conspirara para que ese momento fuera perfecto.

Taehyung dejó que sus caderas siguieran el ritmo, rozando apenas al hombre frente a él. Este, sin perder el contacto visual, colocó sus manos con firmeza en la cintura del Omega, guiándolo en un baile que era tan íntimo como provocador.

El calor entre ambos era palpable, y cada movimiento parecía sincronizado, como si hubieran bailado juntos toda la vida. Sus cuerpos se acercaban y se alejaban en un juego peligroso, alimentado por la adrenalina y la atracción.

—Eres un misterio, ¿Lo sabes? —dijo el hombre, inclinándose para que su voz se escuchara por encima de la música.

Taehyung sonrió con un toque de desafío. —Tal vez, pero los misterios son más interesantes cuando no se resuelven del todo.

El hombre rió suavemente, su aliento cálido rozando la piel de Taehyung.

Después de un par de canciones más, ambos se dirigieron a la barra. El hombre pidió dos copas de whisky, y cuando el barman las entregó, le ofreció una a Taehyung.

—Por una noche inolvidable —brindó el hombre, levantando su vaso.

—Por los secretos y las sorpresas —respondió Taehyung, chocando suavemente su copa contra la del otro antes de beber.

El alcohol quemó suavemente al bajar por su garganta, pero el calor en su pecho ya no provenía solo de la bebida. La conexión entre ellos se hacía más fuerte con cada mirada, con cada roce accidental.

Finalmente, el hombre se inclinó y susurró en el oído de Taehyung: —Ven conmigo.

Sin dudarlo, Taehyung asintió. Había algo en la voz del desconocido, algo en su presencia, que le hacía querer seguirlo sin cuestionar.

Ambos salieron del club bajo las miradas curiosas de los demás asistentes. Subieron al coche del hombre, un lujoso Bentley negro, y se dirigieron a un elegante edificio en el corazón de la ciudad.

Al llegar al departamento, el ascensor los llevó directamente al último piso. La puerta se abrió revelando un espacio minimalista pero opulento, con ventanas de piso a techo que ofrecían una vista espectacular de la ciudad iluminada.

Sin decir una palabra, el hombre tomó la mano de Taehyung y lo guió hacia la habitación principal. La puerta se cerró tras ellos con un clic sutil, pero para Taehyung, ese sonido resonó como un presagio de que algo grande estaba por suceder.

El ambiente en la habitación era íntimo, con luces tenues y una suave fragancia amaderada en el aire. El hombre se acercó lentamente, sus manos encontraron el rostro de Taehyung mientras sus labios se unían en un beso profundo, cargado de deseo.

Sus ropas cayeron al suelo una por una, y cada caricia encendía un fuego que consumía a ambos. Taehyung sentía que su lobo interior rugía con cada toque, cada beso, mientras se entregaba completamente.

En medio del éxtasis, el hombre susurró: 

— ¿Cuál es tu nombre?

Taehyung, con la respiración entrecortada y los ojos llenos de deseo, respondió: 

— Kim Taehyung.

El hombre sonrió, su mirada ahora aún más intensa. Taehyung aprovechó el momento para preguntar: 

—¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

El hombre solo rió suavemente y lo besó, esquivando la respuesta.

Esa noche, bajo la luz tenue y envueltos en sábanas de seda, Taehyung y el misterioso hombre se entregaron el uno al otro. Para Taehyung, cada segundo con él era como un sueño febril, y aunque el hombre permanecía envuelto en secretos, la conexión entre ambos se sentía irrompible.

La respiración de ambos llenaba la habitación, pesada y cargada de deseo. Los labios del hombre se movían lentamente sobre el cuello de Taehyung, dejando un rastro ardiente mientras sus manos exploraban cada curva de su cuerpo. Todo parecía desvanecerse a su alrededor: el tiempo, la realidad, los problemas. Sólo quedaban ellos dos, atrapados en ese momento de pura intensidad.

El hombre se detuvo por un segundo, sus ojos oscuros buscando los de Taehyung. Con una voz profunda y cargada de seriedad, preguntó:

—¿Estás casado?

La pregunta colgó en el aire como una amenaza de romper la magia del momento. Taehyung se quedó inmóvil, sus labios entreabiertos y su pecho subiendo y bajando rápidamente. No podía mentir, pero tampoco quería que esa confesión lo alejara de lo único que había logrado hacerle sentir vivo en mucho tiempo.

—Sí... —susurró, casi sin voz, como si la palabra en sí misma lo lastimara.

El hombre se quedó en silencio, retrocediendo apenas, su mirada ahora más cautelosa. Había un conflicto evidente en sus ojos, como si estuviera debatiéndose entre detenerse o continuar.

—No debería estar haciendo esto contigo... —murmuró, apartando sus manos de la cintura de Taehyung.

Pero antes de que pudiera decir algo más, Taehyung lo tomó por la nuca y lo besó con una pasión desenfrenada, como si ese beso fuera la única manera de borrar sus propios remordimientos.

El hombre, sorprendido al principio, cedió rápidamente al deseo. Sus manos regresaron al cuerpo de Taehyung, esta vez con más hambre, con más necesidad. Ambos se olvidaron del mundo exterior, de las reglas, de las promesas rotas y los lazos que deberían haberlos detenido.

El hombre bajó a Taehyung sobre la cama, con movimientos que parecían calculados pero impulsivos al mismo tiempo. Sus labios viajaron por la clavícula del Omega, deslizándose hasta su pecho, mientras sus manos lo sostenían firmemente, como si temiera que Taehyung pudiera desvanecerse.

—Eres perfecto... —susurró el hombre, su voz era como un gruñido, grave y suave a la vez, enviando escalofríos por todo el cuerpo de Taehyung.

Cada caricia era como un hechizo, cada beso una promesa silenciosa. Taehyung sentía que el hombre conocía cada rincón de su cuerpo, cada punto que podía hacerle perder la razón. Su lobo interior estaba completamente sometido, aullando en éxtasis con cada roce.

El hombre sabía exactamente cómo llevarlo al límite, al borde de la cordura. Lo hacía sentir como si estuviera flotando en el cielo, solo para luego arrastrarlo de vuelta al infierno, donde el calor y la intensidad eran casi insoportables.

Cada movimiento era calculado, pero cargado de pasión. La habitación se llenó de gemidos ahogados, de palabras susurradas que solo ellos podían entender. El hombre marcó el cuerpo de Taehyung con caricias ardientes, llevándolo a un estado de éxtasis que parecía interminable.

—Dime que me necesitas, Taehyung... —le susurró al oído mientras sus labios seguían explorando cada rincón de su piel.

—Te necesito... —respondió Taehyung, completamente entregado.

Las horas pasaron, y ambos quedaron atrapados en una danza entre el placer y el dolor, entre la realidad y el deseo. El hombre parecía incansable, como si su único propósito fuera llevar a Taehyung a lo más alto, solo para luego hacerle sentir cada segundo de la caída.

Al final, cuando el sol comenzaba a asomar por las ventanas, ambos quedaron tendidos en la cama, sus cuerpos entrelazados y cubiertos de sudor. Taehyung, con el corazón latiendo con fuerza, sintió una calma extraña.

El hombre acarició suavemente su rostro, sus ojos ahora suaves pero aún intensos.

—Nunca olvidaré esta noche, Taehyung...

Y aunque ninguno de los dos lo decía en voz alta, ambos sabían que lo que había ocurrido entre ellos había cambiado sus vidas para siempre.

El sol filtraba sus primeros rayos a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación donde Taehyung se despertó, aún envuelto en la calma que le había dejado la noche anterior. Su cuerpo estaba relajado, pero había algo en el aire, una energía diferente. Su lobo interior, que normalmente se mantenía alerta, parecía estar satisfecho, feliz incluso. Había una paz extraña en su pecho, algo que no había sentido en mucho tiempo.

Se sentó lentamente en la cama, observando el desorden de ropa esparcida por el suelo, vestigios de lo que había sucedido entre ellos. Una sonrisa se dibujó en su rostro, algo suave, como si la memoria de la noche pasada fuera un sueño fugaz. Sin embargo, el despertar era todo lo contrario a un sueño.

De repente, la sensación de ser observado lo hizo tensarse. Volteó rápidamente, encontrándose con los ojos intensos del hombre, que estaba en el balcón, mirándolo en silencio. El hombre lo observaba profundamente, como si pudiera ver a través de él.

Taehyung, sorprendido y un poco avergonzado por la cercanía de su mirada, rápidamente se cubrió con las sábanas, sus mejillas tiñéndose de rojo. Sin embargo, en sus ojos también había curiosidad. ¿Quién era este hombre que lo había hecho sentirse tan intensamente durante la noche?

El hombre, con su mirada fija y su presencia imponente, se acercó al ventanal y abrió la puerta del balcón con una calma inquietante. Su figura destacaba en la luz suave de la mañana, aún en su total misterio.

— ¿Quién eres? — Taehyung no pudo evitar preguntar, su voz temblando ligeramente, pero con determinación. No quería quedarse en la oscuridad. Necesitaba saber más, no solo de él, sino de todo lo que había sucedido.

El hombre sonrió, pero fue una sonrisa críptica, como si supiera algo que Taehyung aún no comprendía.

— Muy pronto lo sabrás — respondió con voz grave y profunda, mientras sus ojos nunca dejaban los de Taehyung.

Taehyung sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Algo en la manera en que hablaba ese hombre, la seguridad con la que lo miraba, le hizo saber que no estaba ante alguien común. Pero antes de que pudiera procesar más, algo en él se disparó como una alarma interna. Miró rápidamente la hora, y su corazón dio un vuelco.

— ¡Dios! — murmuró, sus ojos agrandándose mientras su mente entraba en pánico. 

Se levantó rápidamente, comenzando a vestirse apresuradamente, dejando atrás cualquier pensamiento o duda. Tenía que irse, no podía quedarse más tiempo.

Se acercó al balcón, tratando de poner algo de distancia emocional entre sí mismo y el hombre, pero al salir a la terraza, la mirada del hombre no se apartaba de él. Taehyung evitó mirar el lugar donde había dejado su carro, sabiendo que no era el momento para enfocarse en eso. Solo quería irse, lo necesitaba.

Sin embargo, en el instante en que dio el primer paso fuera del balcón, el sonido de un motor hizo que se detuviera en seco. Miró hacia abajo, y el hombre, como si hubiera previsto su movimiento, dio un paso hacia él.

— Tu coche — dijo con tono tranquilo, señalando hacia la calle.

Taehyung giró la cabeza, sin esperar encontrar el Ferrari estacionado frente a la casa. Se sorprendió al ver que, efectivamente, el carro que había dejado en la noche anterior estaba allí, esperándolo, perfectamente alineado.

El hombre le dedicó una sonrisa tranquila, la misma sonrisa que había tenido la noche anterior, esa que parecía tener el poder de derribar cualquier barrera.

Taehyung no supo qué hacer, no sabía qué decir. En un impulso, se despidió de él con un gesto leve, pero el hombre simplemente inclinó la cabeza, observando cómo él se subía al carro.

El hombre, aún en su lugar, lo miró mientras se alejaba, sin prisa, con una sonrisa que parecía tener más secretos de los que Taehyung podría comprender.

Y mientras Taehyung arrancaba el motor y comenzaba a alejarse, no podía evitar preguntarse qué había comenzado realmente, qué significaba esa noche y quién era realmente el hombre que lo había llevado más allá de los límites de lo que conocía.

Taehyung llegó a la mansión sin pensarlo dos veces, estacionó su Ferrari en el garaje y salió del vehículo sin prestar atención a los ecos de la noche que aún lo perseguían en su mente. El sol de la mañana apenas comenzaba a filtrarse por las ventanas, pero no tenía tiempo para reflexionar. Entró corriendo a su habitación, con el corazón acelerado, y se dirigió directo al baño. El agua caliente lo envolvió, dándole un momento de claridad, pero su mente seguía dividida entre la confusión y el deseo de olvidar lo sucedido.

Se vistió rápidamente, eligiendo un conjunto de negocios que destacaba su elegancia pero que también reflejaba la urgencia con la que se movía esa mañana. Arregló su cabello y se aplicó el maquillaje con precisión, dejando todo en orden como si nada hubiera pasado. Sin embargo, la sensación de esa noche seguía latente, como un eco constante en su interior.

Subió las escaleras hacia su oficina, su mente aún agitada. Antes de entrar al edificio, ya podía escuchar las voces familiares de su equipo de trabajo. Al llegar, fue recibido por Jisso, su secretaria, quien lo miró con una mezcla de desaprobación y preocupación.

— ¡Taehyung! ¡¿Dónde has estado?! Ya es tarde, tienes una reunión importante — le reprochó con voz firme, mientras ordenaba unos papeles sobre su escritorio.

Taehyung se rió nerviosamente, ajustándose la chaqueta.

— Lo siento, Jisso, tuve que... solucionar algo — dijo, sin mucha explicación. Sabía que las palabras no eran suficientes para justificar su retraso, pero no quería entrar en detalles.

Jisso suspiró, pero no insistió más, y lo acompañó hacia la sala de juntas. Los demás miembros de la junta ya estaban sentados, y Taehyung pudo sentir el ambiente tenso cuando entró. Todos miraron hacia él, pero fue Jungkook quien atrajo su atención.

Jungkook, sentado al final de la mesa con una expresión que mezclaba paciencia y molestia, levantó la mirada cuando vio a Taehyung entrar.

— Llegaste tarde — le dijo, su tono serio, pero sin levantar la voz.

Taehyung sintió una punzada de culpa, pero se acercó con una sonrisa y una ligera inclinación de cabeza.

— Lo siento mucho, Jungkook. No volverá a ocurrir — respondió, intentando suavizar el momento.

La tensión entre ambos fue palpable, pero antes de que pudieran seguir con la conversación, la puerta de la sala de juntas se abrió, y todos los ojos se volvieron hacia la entrada.

Jungkook, con su habitual porte autoritario y seguro, se adelantó para recibir al invitado que acababa de llegar.

— Señores y señoras — anunció Jungkook con una sonrisa — Es un honor presentarles a nuestro nuevo socio, el señor Park Jimin.

El corazón de Taehyung se detuvo por un instante cuando escuchó el nombre. Al levantar la vista, su peor temor se confirmó. El hombre que entraba a la sala no era otro que el mismo hombre con quien había compartido una noche de pasión descontrolada. El aire pareció espesarse mientras Jimin se acercaba con una sonrisa tranquila en el rostro.

Jungkook, sin notar el conflicto interno de Taehyung, le hizo un gesto para que se levantara.

—Mi luna, quiero que conozcas a Park Jimin — dijo Jungkook con una sonrisa cálida—. Es un gran honor tenerlo con nosotros. Jimin, este es mi esposo, Jeon Taehyung.

Taehyung intentó controlar la expresión de su rostro mientras extendía la mano para estrechar la de Jimin. A pesar de la formalidad del gesto, sintió una descarga de electricidad al contacto, y por un segundo, todo lo demás pareció desvanecerse.

— Encantado de conocerlo señor Kim — dijo Jimin, con un tono de voz suave, pero cargado de algo que solo ellos dos entendían.

Y Taehyung siente a su lobo interior aullar emocionado, pero siente que su vida ha cambiado

— Igualmente Señor Park Jimin — lo saluda Taehyung sonriendo leve.

La tensión en la sala se palpaba en el aire, pero solo Taehyung y Jimin parecían ser conscientes de ello. Mientras todos los demás continuaban con sus formalidades, Taehyung sentía que el tiempo se había detenido. Su lobo interior aullaba con una mezcla de emoción y ansiedad, como si una parte de él hubiera estado esperando este momento desde siempre.

Jungkook, ajeno a la tormenta interna de su esposo, continuó con las presentaciones y los intercambios de cortesía. Sin embargo, Taehyung apenas podía concentrarse en las palabras que se decían a su alrededor. Su mente estaba atrapada en un torbellino de recuerdos y emociones confusas. Jimin, por su parte, mantenía una sonrisa educada y profesional, pero sus ojos oscuros hablaban de secretos compartidos, de una conexión que iba más allá de las palabras.

— Estoy seguro de que esta colaboración será muy fructífera para ambas partes — dijo Jungkook con entusiasmo.

Y toma asiento junto a Taehyung, sin percatarse de la tensión que emanaba de su esposo.

— No tengo ninguna duda al respecto — respondió Jimin, sus ojos nunca alejándose del rostro de Taehyung.

A medida que la reunión avanzaba, Taehyung hacía un esfuerzo monumental por mantener la compostura. Cada vez que Jimin hablaba, su voz parecía resonar directamente en su ser, evocando recuerdos de aquella noche que había intentado olvidar. La conexión entre ellos era innegable, y aunque Taehyung se esforzaba por ocultarlo, sabía que Jimin lo sentía también.

Finalmente, la reunión llegó a su fin. Jungkook se levantó primero, extendiendo la mano a Jimin con una sonrisa cordial.

— Fue un placer, Jimin. Estoy deseando que comencemos a trabajar juntos — dijo con sinceridad.

— El placer es mío, Jungkook — respondió Jimin, apretando la mano de su nuevo socio antes de volverse hacia Taehyung—. Y Taehyung, espero que tengamos la oportunidad de conocernos mejor.

Taehyung sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en la forma en que Jimin dijo esas palabras que sugería mucho más de lo que parecía a simple vista.

— Estoy seguro de que lo haremos, Señor Park — contestó Taehyung, esforzándose por mantener su tono neutral mientras una sonrisa leve se formaba en sus labios.

Jimin mantuvo su mirada fija en Taehyung un segundo más antes de apartarse con una sonrisa enigmática. A medida que abandonaba la sala de reuniones, su presencia dejaba una sensación extraña en el aire, como si su partida no fuera más que el preludio de algo mucho más complicado.

Jungkook, ajeno a la tormenta interna de Taehyung, le dio unas palmaditas en el hombro mientras hablaba de lo emocionado que estaba por la nueva asociación con Jimin.

— ¿Qué te parece, Tae? — preguntó Jungkook con una sonrisa radiante, sin percibir la incomodidad en su esposo. — Park Jimin es un gran activo para la empresa, ¿Verdad?

Taehyung tragó saliva, sintiendo que su garganta se secaba. Le costaba articular palabras, pero sabía que tenía que mantener la compostura. No podía permitirse perder el control delante de Jungkook, no ahora.

— Sí, parece... muy competente, — respondió con una sonrisa forzada, tratando de desviar la conversación antes de que se notara más su nerviosismo.

Jungkook, satisfecho con la respuesta, asintió antes de volver a centrarse en sus documentos. Pero en cuanto Taehyung vio que su esposo estaba distraído, su mente volvió a Jimin, y el torrente de emociones que intentaba suprimir amenazó con desbordarse.

Los recuerdos de aquella noche se filtraban en su conciencia: la calidez de las manos de Jimin sobre su piel, el deseo que había sentido en cada toque, la forma en que su lobo interior había respondido con una intensidad que nunca había experimentado antes. Todo ello lo abrumaba, haciéndolo sentir como si estuviera a punto de explotar.

Taehyung se levantó abruptamente, sintiendo que necesitaba aire antes de que su mente se desmoronara por completo. Jungkook lo miró, sorprendido.

— ¿Estás bien? — preguntó Jungkook mirándolo con genuina preocupación.

— Sí, solo... necesito un momento a solas, — respondió Taehyung con rapidez, sin mirar a su esposo a los ojos, para evitar que viera la confusión que lo consumía.

Jungkook lo observó salir de la sala, preocupado, pero sin sospechar nada fuera de lo común. Taehyung caminó rápidamente por los pasillos de la empresa, sintiendo que el aire se volvía denso a su alrededor. Finalmente, llegó a un pequeño balcón donde podía estar solo.

Apenas cerró la puerta, apoyó las manos sobre la barandilla, respirando profundamente, tratando de recuperar el control. Su lobo interior estaba inquieto, aullando de manera insistente, como si algo en su ser lo estuviera llamando a tomar una decisión imposible. La conexión que sentía con Jimin era profunda, más allá de lo físico, y su lobo lo sabía.

Taehyung cerró los ojos, dejando que las lágrimas cayeran. Sabía que su vida acababa de cambiar, y por más que intentara huir de ello, esa conexión que había sentido con Jimin iba más allá de lo que su mente racional podía comprender. Era como si algo primitivo en su interior lo estuviera reclamando, algo que no podía controlar ni entender.

De repente, escuchó pasos detrás de él, ligeros pero inconfundibles. Sin abrir los ojos, supo quién era.

— ¿Te encuentras bien, Taehyung? — la voz suave de Jimin lo alcanzó como un susurro en la brisa.

Había una calma en su tono que contrastaba con la tormenta emocional que Taehyung sentía.

Taehyung abrió los ojos, pero no se giró para mirarlo. Sabía que, si lo hacía, todo lo que estaba tratando de contener se derrumbaría.

— No deberías estar aquí, — dijo Taehyung en voz baja, apretando la barandilla con fuerza. — Jungkook podría vernos.

Jimin se acercó un poco más, manteniendo cierta distancia, pero lo suficientemente cerca como para que Taehyung pudiera sentir su presencia.

— No vine aquí para causarte problemas, — respondió Jimin con serenidad. — Solo quería asegurarme de que estás bien.

Taehyung soltó una amarga risa, finalmente girándose para mirarlo. Sus ojos, aunque llenos de tristeza, también reflejaban la batalla interna que libraba.

— ¿Bien? — repitió Taehyung, su voz temblando. — No estoy bien. Mi vida está patas arriba, y ahora apareces tú...

Jimin lo observó en silencio, sus ojos oscuros manteniendo una comprensión tranquila, como si supiera exactamente lo que Taehyung estaba sintiendo.

— No puedo cambiar lo que pasó entre nosotros, — dijo Jimin finalmente. — Pero no puedo negar lo que siento... Y sé que tú también lo sientes, Taehyung.

Las palabras de Jimin resonaron en el interior de Taehyung como una verdad innegable. Su lobo interior aullaba en respuesta, incapaz de ignorar lo que estaba ocurriendo entre ellos.

— No puedo hacerle esto a Jungkook... — susurró Taehyung, bajando la mirada, como si decirlo en voz alta pudiera romper el hechizo que los envolvía.

Jimin dio un paso más cerca, lo suficiente para que Taehyung sintiera su calor.

— A veces, las decisiones no son tan simples, Taehyung, — dijo Jimin suavemente. — Lo que sea que esté ocurriendo entre nosotros, no puedes negarlo para siempre.

Taehyung sintió que su corazón latía con fuerza. Sabía que Jimin tenía razón, pero el miedo y la confusión lo consumían. No podía traicionar a Jungkook, pero tampoco podía ignorar la conexión que sentía con Jimin.

Y en ese momento, atrapado entre su lealtad a Jungkook y la intensa atracción hacia Jimin, Taehyung se dio cuenta de que su vida estaba a punto de cambiar de una forma que nunca había imaginado.

Jimin dio un último paso, reduciendo la distancia entre ellos a apenas un suspiro. Taehyung lo miró con ojos llenos de conflicto, pero antes de que pudiera decir algo más, sintió los labios de Jimin sobre los suyos.

Fue un beso suave al principio, como si Jimin le diera la oportunidad de alejarse, pero cuando Taehyung, casi sin darse cuenta, respondió al beso, todo se desbordó. El lobo interior de Taehyung aullaba de excitación, su pecho vibraba con una energía desconocida, y su cuerpo respondió a Jimin de manera instintiva, como si siempre hubiera estado destinado a ese momento.

El tiempo se detuvo mientras los labios de Jimin se movían con habilidad sobre los suyos, profundizando el beso. Cada segundo parecía eterno, cargado de una emoción tan intensa que Taehyung sintió que su resistencia se desvanecía.

Finalmente, cuando Jimin se separó apenas un milímetro, sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de satisfacción y algo mucho más profundo. Su respiración se entremezclaba con la de Taehyung, quien tenía las mejillas encendidas y el corazón desbocado.

— Sabes — murmuró Jimin, su voz ronca contra los labios de Taehyung — Dejaste algo en mi cama esa noche...

Lo miró, confundido, mientras su pecho se elevaba con respiraciones erráticas. La intensidad del momento lo había atrapado de tal manera que tardó un segundo en procesar las palabras de Jimin.

— ¿Qué... qué quieres decir? — susurró, con los ojos brillando de vergüenza y confusión.

Jimin sonrió, inclinándose lo suficiente como para que sus labios rozaran apenas la oreja de Taehyung.

— Tu virginidad, Taehyung, — le susurró con una mezcla de placer y orgullo. — Fui el primero... y eso me emociona más de lo que imaginas.

El corazón de Taehyung se detuvo por un momento, y el rubor en su rostro se intensificó. Se sentía expuesto, vulnerable. Nunca había querido que Jungkook descubriera aquello, y ahora Jimin lo sabía. La vergüenza lo invadió, como si esa confesión lo hubiera desnudo aún más ante Jimin.

— Jimin... — balbuceó Taehyung, intentando dar un paso atrás, pero Jimin lo sostuvo firmemente por la cintura.

— No te avergüences, Taehyung, — continuó Jimin, sus ojos oscuros brillando con un fuego que Taehyung nunca había visto antes. — Es un honor para mí ser el primero. Y tú lobo lo sabe... lo siente.

Taehyung cerró los ojos, incapaz de lidiar con la avalancha de emociones que lo embargaba. Su lobo interior aullaba de emoción, un torbellino de sentimientos que lo sacudían desde lo más profundo de su ser. La conexión con Jimin era más fuerte de lo que había imaginado, y el saber que Jimin había sido el primero, que le pertenecía de una forma tan íntima, despertaba algo en su lobo que no podía controlar.

Jimin, por su parte, sonrió con satisfacción, sabiendo que la semilla de la duda y el deseo ya estaba plantada en Taehyung. Su lobo interior se regocijaba al saber que ese vínculo primigenio entre ellos era real, profundo y casi imposible de romper.

— Y esto es solo el comienzo, Taehyung, — susurró Jimin, antes de darle un último beso suave en los labios. — Lo que sentimos no se puede ignorar para siempre.

Con esas palabras, Jimin se alejó lentamente, dejándolo solo en el balcón, con el corazón en un puño y la mente sumida en el caos. Mientras su figura desaparecía de la vista, Taehyung se quedó inmóvil, temblando ligeramente. Sabía que su vida acababa de tomar un giro peligroso, y no estaba seguro de cómo iba a enfrentar lo que venía.

Lo único que sabía con certeza era que, después de ese beso y de la confesión de Jimin, nada volvería a ser igual.

Taehyung permaneció inmóvil en el balcón, con los labios aun hormigueando por el contacto reciente de Jimin. Su mente era un caos de emociones conflictivas. Se llevó una mano al pecho, intentando calmar el latido frenético de su corazón, pero la imagen de Jimin seguía grabada en su mente, y las palabras que le había susurrado resonaban como un eco interminable.

Finalmente, Taehyung dio un paso atrás, decidido a regresar a la realidad. Sabía que tenía que enfrentarse a su esposo, a la vida que había construido, pero en lo más profundo de su ser, también sabía que las decisiones que tomaría en los próximos días cambiarían todo lo que conocía.

Cuando volvió a la sala de reuniones, Jungkook lo miró con una expresión preocupada.

— ¿Todo bien, Tae? — preguntó con una sonrisa cálida, sin sospechar nada.

Taehyung forzó una sonrisa mientras se sentaba, tratando de disimular la tormenta que aún rugía dentro de él.

— Sí, todo bien, — respondió, aunque su voz tembló ligeramente.

Jungkook, satisfecho con la respuesta, retomó la conversación sobre los negocios, pero Taehyung no podía concentrarse en nada. Su mente seguía atrapada en lo que había sucedido con Jimin, y la creciente incertidumbre sobre lo que realmente deseaba.

El futuro de Taehyung, su lealtad, y su deseo se entrelazaban de una manera que ya no podía ignorar.

Taehyung salió del balcón con una sensación de incomodidad en el pecho. No podía creer lo que acababa de suceder en la sala de juntas. Los murmullos y las miradas de todos lo seguían como sombras, pero él no podía centrarse en eso en ese momento. Necesitaba estar solo, pensar, respirar.

Cerró la puerta de su oficina con un golpecito suave, apenas sin sonido. La luz tenue de la lámpara de escritorio iluminaba el espacio, pero lo que más llamó su atención fue la figura de Jimin, que estaba sentada en su silla, con los pies sobre el escritorio y una sonrisa juguetona en su rostro.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Taehyung, frunciendo el ceño, sin poder ocultar el desconcierto.

Jimin levantó una ceja, todavía sentado con aire relajado, como si estuviera completamente en su casa.

— Solo pensaba que podríamos hablar — dijo Jimin con voz suave, pero cargada de intenciones, sus ojos brillando en la penumbra.

Taehyung respiró hondo, aún nervioso por lo que había sucedido en la junta. Caminó hacia su escritorio, pero no se atrevió a sentarse. Era como si algo invisible lo manteniera a distancia.

— ¿Sobre qué? —replicó, tratando de mantener la calma, aunque algo en su interior le decía que esta conversación no sería tan sencilla.

Jimin se recostó en la silla, cruzando los brazos detrás de su cabeza con una sonrisa ladeada.

— Sobre nosotros — dijo, la palabra "nosotros" colgando en el aire como una amenaza no dicha.

Taehyung lo miró, confundido. La tensión entre ellos había aumentado desde hace semanas, pero hablar sobre ello... nunca había sido una opción. Hasta ahora.

— No tenemos nada que hablar, Jimin — dijo, con la voz un poco más firme de lo que se sentía. No podía permitir que esa relación, tan cargada de cosas no resultatas, lo dominara.

Jimin se levantó lentamente de la silla, dando un paso hacia Taehyung, que dio un paso atrás, aunque sabía que no podría escapar de la intensidad de su mirada.

— Claro que sí — respondió Jimin, acercándose más. Su cercanía hizo que Taehyung se sintiera vulnerable, sin poder evitarlo. — Pero si no quieres hablar... entonces tal vez... deberíamos hacer algo más.

Antes de que Taehyung pudiera replicar, Jimin lo alcanzó, sus manos tomando su rostro con suavidad. Taehyung intentó alejarse, pero Jimin lo detuvo, acercándose hasta que sus labios se encontraron en un beso ardiente, inesperado, pero igualmente inconfundible.

El corazón de Taehyung latió con fuerza, como si quisiera salir de su pecho. Pero no logró apartarse. Al contrario, en ese momento, todo su ser pareció rendirse.

Cuando finalmente se separaron, Taehyung respiraba agitadamente, mirándolo fijamente, como si buscara algo en los ojos de Jimin. Pero el hombre solo se rió, suavemente.

— Lo sabía — murmuró Jimin, con una sonrisa traviesa en su rostro. — Sabía que no podrías resistirte.

Taehyung lo miró en silencio, su mente hecha un caos, pero por alguna razón, sintió que era demasiado tarde para intentar huir.

— Eres un maldito... — susurró Taehyung, pero la risa de Jimin solo se hizo más fuerte.

— Te lo dije, Tae. Nadie puede resistirse a mí.

El aire en la oficina parecía denso, cargado de una tensión que Taehyung no lograba ignorar. Jimin seguía sonriendo, pero había algo en su expresión que hacía que Taehyung no pudiera apartar la mirada. Como si las palabras no fueran necesarias para entender lo que estaba sucediendo. La risa de Jimin desapareció poco a poco, y un silencio pesado llenó el espacio entre ellos.

— ¿Sabes? — comenzó Jimin, sus ojos ahora más intensos, más serios, como si las palabras que iba a decir tuvieran un peso ineludible. — No olvides nuestra noche.

Taehyung frunció el ceño al instante, su respiración se aceleró al recordar, al escuchar esas palabras. La noche, aquella noche que no quería volver a pensar, que le hacía sentirse tan vulnerable.

Jimin dio un paso más hacia él, acercándose lo suficiente como para susurrar en su oído, la proximidad haciendo que el cuerpo de Taehyung reaccionara, a pesar de sí mismo.

— Sabes de qué hablo, ¿verdad? Esa noche, cuando todo cambió entre nosotros — dijo Jimin, su tono bajo y provocador. — Yo no olvido, Taehyung. No olvido lo que compartimos.

Taehyung cerró los ojos por un momento, como si intentara apartar los recuerdos lo ayudara a controlar lo que estaba sintiendo. Pero no pudo. La imagen de esa noche se sentía fresca en su mente, la cercanía, el calor de los cuerpos, las miradas cargadas de deseo y de algo más profundo, algo que ninguno de los dos quería admitir.

— Jimin... — murmuró, pero su voz vaciló, llena de confusión y sentimientos contradictorios. No quería hablar de eso. No quería revivir lo que pasó, no ahora, no en ese momento.

Jimin lo miró fijamente, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de desafío y algo más que Taehyung no logró identificarse. El tacto de sus dedos en el rostro de Taehyung lo hizo sentir atrapado, como si ya no tuviera escapatoria.

— No me hagas recordarlo, Taehyung. Porque sé que tú tampoco lo has olvidado — dijo Jimin, sus labios cerca del oído de Taehyung, su respiración cálida sobre su piel.

La memoria de la noche en cuestión se disparó en la mente de Taehyung como un relámpago. El roce de los dedos de Jimin, el beso apasionado, las palabras susurradas al oído, las sensaciones intensas que ambos compartieron en un rincón oscuro de la ciudad, sin importarle el mundo ni las consecuencias. Fue como un destello de luz que lo consumió por completo.

Pero ahora todo eso parecía lejano y tangible al mismo tiempo, un recuerdo doloroso, pero real. Y aquí estaba Jimin, frente a él, grabándole lo que nunca pensó que volvería a enfrentar.

— No lo he olvidado, pero no quiero hablar de eso — respondió Taehyung con la voz un poco más firme, apartándose ligeramente, buscando recuperar algo de control.

Jimin lo observó por un momento, como si estuviera valorando su respuesta. Luego, escuchó, un gesto pequeño pero cargado de significado.

—Claro, lo entiendo. Pero no puedes negar lo que pasó, Tae. Lo que sucedió esa noche cambió todo entre nosotros, y aunque lo quieras ignorar, siempre va a estar ahí — dijo Jimin, como si esas palabras fueran una promesa que Taehyung no podía romper.

Un silencio incómodo los envolvió, pero Taehyung no sabía qué más decir. ¿Cómo podía negarlo? Esa noche había marcado algo en él, algo que no podía entender del todo, algo que no quería aceptar.

Jimin observó la reacción de Taehyung con atención, sabiendo que había tocado un punto sensible. Se acercó un poco más, su tono ahora más suave, casi como una amenaza cariñosa.

— Y no creas que voy a dejarlo ir tan fácilmente, Tae — susurró Jimin, con esa sonrisa que parecía ser su sello personal.

Taehyung levantó la vista hacia él, enfrentándolo directamente, pero por dentro sabía que no iba a ser tan fácil escapar de lo que sentía. Jimin no iba a dejarlo ir.

— ¿Qué quieres de mí, Jimin? — preguntó finalmente, la pregunta flotando en el aire con una mezcla de desesperación y aceptación.

Jimin, con su risa traviesa, dio un paso atrás, mirándolo con una expresión casi inocente.

— Lo mismo que siempre he querido, Tae — respondió, sin dejar de sonreír. — Lo mismo que siempre quise.

Taehyung sintió que su corazón daba un vuelco al escuchar esas palabras. No quería preguntar, pero su mente ya sabía la respuesta. Aun así, necesitaba escucharlo, enfrentarlo.

— ¿Y qué es eso, Jimin? — inquirió, su voz apenas un susurro, cargada de una mezcla de miedo y desafío.

Jimin inclinó la cabeza ligeramente, sus ojos brillaban con una intensidad desconcertante. Dio un par de pasos hacia el escritorio, se sentó en el borde con la misma confianza que siempre irradiaba, cruzando los brazos mientras lo miraba fijamente.

— A ti, Taehyung — dijo Jimin con voz suave pero firme, como si la respuesta fuera obvia. — Siempre has sido tú.

Taehyung se quedó sin palabras. La confesión lo golpeó con fuerza, aunque no era la primera vez que lo escuchaba. Pero esta vez, sonaba más real, más ineludible. Dio un paso atrás, tratando de poner distancia entre ellos, aunque sabía que no era suficiente.

— Jimin... esto no tiene sentido — murmuró, pasando una mano por su cabello en un gesto nervioso. — Esa noche fue un error. Ambos lo sabemos.

Jimin se levantó lentamente del escritorio, acercándose a Taehyung con pasos calculados, cada uno aumentando la tensión en el aire.

— ¿Un error? — preguntó, su tono teñido de incredulidad y algo de burla. — Si fue un error, entonces, ¿por qué no puedes olvidarlo? ¿Por qué sigues recordándolo como yo?

Taehyung apretó los labios, incapaz de responder. Jimin estaba demasiado cerca ahora, sus ojos oscuros clavados en él, buscando una verdad que Taehyung no estaba listo para admitir.

— Porque fue real, Taehyung — continuó Jimin, su voz bajando hasta un susurro mientras extendía una mano hacia el rostro de Taehyung. — Lo que sentiste, lo que sentimos... fue real.

El tacto de sus dedos en la mejilla de Taehyung lo desarmó por completo. Cerró los ojos, intentando bloquear las emociones que lo abrumaban, pero fue inútil. El calor del contacto, la cercanía de Jimin, todo lo hacía revivir esa noche con una claridad que lo asustaba.

— Jimin, por favor... — susurró Taehyung, su voz quebrándose ligeramente. — No puedo hacer esto.

Jimin acarició suavemente su mejilla, su sonrisa ahora más cálida, casi tierna.

— Sí puedes, Tae. Lo que temes no es lo que pasó, sino lo que aún sientes.

Taehyung abrió los ojos y, antes de que pudiera decir algo, Jimin acortó la distancia entre ellos. Sus labios se encontraron nuevamente en un beso lento, cargado de emociones reprimidas y promesas sin cumplir. Taehyung quiso resistirse, pero su cuerpo traicionó a su mente, y se dejó llevar por un instante.

Sin embargo, al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, Taehyung se apartó de golpe, respirando con dificultad, su rostro rojo por la mezcla de rabia y confusión.

— Esto no puede seguir así, Jimin — dijo con firmeza, aunque su voz temblaba ligeramente. — Necesito que te vayas.

Jimin lo miró con calma, su sonrisa apenas desvaneciéndose.

— Me iré, si eso es lo que quieres ahora — respondió, dando un paso atrás. — Pero recuerda, Taehyung... no puedes huir de lo que sientes. No importa cuánto lo intentes.

Con esas palabras, Jimin se dirigió hacia la puerta, pero antes de salir, se detuvo y giró ligeramente la cabeza.

— Volveremos a hablar de esto, Tae. Lo sabes tan bien como yo.

Taehyung no respondió. Se quedó en silencio, escuchando cómo la puerta se cerraba detrás de Jimin. Su pecho subía y bajaba rápidamente, intentando calmar el torbellino de emociones que lo consumía.

Al quedarse solo en la oficina, se dejó caer en el sofá, cubriéndose el rostro con las manos. No sabía cómo enfrentar todo lo que estaba pasando, pero algo dentro de él sabía que Jimin tenía razón.

No podía huir para siempre.

El silencio en la oficina se volvió pesado, como si las palabras de Jimin aún flotaran en el aire. Taehyung permanecía sentado en el sofá, con las manos cubriendo su rostro, mientras intentaba calmar el caos en su mente.

Respiró profundamente y se levantó con dificultad, caminando hacia su escritorio. Necesitaba concentrarse en algo, cualquier cosa que lo alejara del recuerdo del beso de Jimin y de esa noche que había intentado enterrar durante tanto tiempo. Encendió su computadora y trató de enfocarse en los documentos que tenía pendientes, pero sus manos temblaban y las palabras se mezclaban en la pantalla.

— Maldita sea... — murmuró, apartándose bruscamente de la mesa.

El sonido de un suave golpeteo en la puerta lo hizo tensarse. Por un momento, su mente volvió a Jimin, pero cuando la puerta se abrió lentamente, apareció su asistente, Minah, con una carpeta en las manos.

— Luna Jeon, lamento interrumpir, pero necesitaba traerle estos contratos para la reunión de la tarde — dijo con voz profesional, aunque un poco nerviosa al notar el semblante tenso de su jefe.

Taehyung asintió, recuperando su postura firme y profesional.

—Déjalos sobre el escritorio, Minah. Gracias — dijo en tono seco, sin mirarla.

Minah obedeció y colocó la carpeta sobre la mesa. Sin embargo, antes de salir, vaciló un momento.

—Señor Kim... ¿está todo bien? Parece un poco... cansado.

Taehyung levantó la vista y forzó una pequeña sonrisa.

—Estoy bien, Minah. Sólo un día complicado. Puedes retirarte.

Ella inclinó la cabeza con una ligera sonrisa de comprensión antes de salir de la oficina, cerrando la puerta detrás de ella. Taehyung dejó escapar un largo suspiro y volvió a sentarse frente al escritorio, mirando la carpeta sin realmente verla.

El sonido de su teléfono vibrando sobre la mesa lo sacó de sus pensamientos. Era un mensaje. Al desbloquear la pantalla, su corazón se aceleró al ver el nombre del remitente: Jimin. Dudó por un instante antes de abrirlo.

Jimin:

"Sabes que esto no terminó aquí, ¿verdad? No importa cuánto intentes ignorarlo, Tae. Nos vemos en la reunión de la tarde. Prepárate."

Taehyung apretó la mandíbula, sintiendo una mezcla de irritación y nerviosismo. Jimin siempre sabía cómo descolocarlo, cómo empujar cada botón que lo hacía perder el control.

Se levantó del escritorio y caminó hacia el balcón, abriendo las puertas de par en par. El aire fresco le golpeó el rostro, aliviando un poco la presión en su pecho. Miró hacia la ciudad que se extendía bajo sus pies, recordando el motivo por el que había llegado tan lejos: trabajo duro, disciplina, mantener las emociones fuera de sus decisiones.

Pero con Jimin, esas reglas parecían desmoronarse con facilidad.

—Tengo que controlarlo... no puedo dejar que me afecte — murmuró para sí mismo, apretando el borde del balcón con fuerza.

Aun así, sabía que las palabras de Jimin no eran una simple amenaza, sino una promesa. Esa tarde, en la reunión, volvería a enfrentarlo. Y esta vez, tendría que estar preparado para no ceder nuevamente.

La batalla apenas comenzaba.

🐺

La tarde llegó más rápido de lo que Taehyung esperaba. Se había sumergido en su trabajo, revisando los contratos que Minah le había dejado, pero su mente seguía enredada en las palabras de Jimin y el mensaje que había recibido. Finalmente, llegó la hora de la reunión. Taehyung se ajustó el reloj en la muñeca, tomó los documentos necesarios y salió de su oficina con pasos firmes.

Al llegar a la sala de juntas, se encontró con todos los asistentes ya sentados, susurrando entre ellos. Pero su mirada se detuvo inmediatamente en Jimin, quien estaba reclinado en su silla al final de la mesa, con una expresión confiada y una ligera sonrisa que Taehyung odiaba tanto como temía. Jimin levantó la vista al notar su presencia y sus ojos se encontraron.

— Llegas justo a tiempo, director Kim — dijo Jimin con voz suave, pero cargada de provocación.

Taehyung ignoró el tono y se dirigió a su lugar en la cabecera de la mesa. Dejó caer los documentos con un golpe seco y se sentó, cruzando las manos frente a él.

—Comencemos. No tengo tiempo para perder en distracciones — dijo con frialdad, mirando al resto de los asistentes.

La reunión comenzó, y Taehyung intentó mantener su concentración en los temas que se discutían. Sin embargo, cada vez que levantaba la vista, encontraba a Jimin mirándolo fijamente, con esa expresión que parecía desarmarlo poco a poco. Cuando uno de los directivos le pidió su opinión sobre una propuesta, Taehyung tuvo que aclararse la garganta antes de hablar.

— La propuesta parece viable, pero necesitamos ajustar el presupuesto — dijo con voz firme, a pesar de que sentía un nudo en el estómago.

Jimin intervino entonces, inclinándose hacia adelante con una sonrisa divertida.

— Estoy de acuerdo con el director Kim, pero quizás podríamos organizar una cena para discutir los detalles con más calma. ¿Qué opinas, Taehyung? — preguntó, enfatizando su nombre de una manera que solo él podría captar.

Taehyung sintió un leve calor subir por su cuello, pero mantuvo la compostura.

— No hay necesidad. Todo puede resolverse aquí y ahora. Sigamos con el siguiente punto — respondió sin mirarlo.

La reunión continuó, pero el ambiente estaba cargado de tensión. Cada palabra de Jimin parecía estar diseñada para provocarlo, para recordarle que su batalla no era solo profesional, sino personal. Cuando finalmente terminó, todos comenzaron a recoger sus cosas y salir de la sala. Taehyung se quedó un momento organizando sus documentos, esperando que Jimin se marchara primero. Pero, por supuesto, Jimin no tenía intenciones de hacerlo.

— Fue una reunión interesante, ¿No crees? — dijo Jimin, acercándose lentamente hasta quedar justo detrás de Taehyung.

— No tengo tiempo para tus juegos, Jimin. Si tienes algo que decir, dilo de una vez — respondió Taehyung sin volverse, su tono lleno de cansancio.

Jimin se inclinó, sus labios casi rozando el oído de Taehyung.

— Solo quería recordarte lo bien que nos entendemos cuando dejamos de fingir que esto es solo trabajo — susurró, su voz suave pero cargada de intención.

Taehyung se giró bruscamente, quedando cara a cara con él.

— Ya basta, Jimin. Esto no volverá a pasar. Lo que sucedió esa noche fue un error, y lo sabes — dijo, su voz firme pero con un leve temblor.

Jimin lo miró fijamente, su sonrisa desapareciendo lentamente.

— ¿Un error? Si eso es lo que quieres creer, adelante. Pero ambos sabemos que fue más que eso, Taehyung — respondió, su tono más serio ahora.

El silencio se alargó entre ellos, y por un momento, Taehyung pensó que Jimin iba a retroceder. Pero en lugar de eso, Jimin dio un paso más cerca, acortando la distancia entre ambos.

— No puedes huir de esto para siempre, Tae. No de mí — dijo antes de salir de la sala, dejándolo solo con sus pensamientos y el peso de sus palabras.

Taehyung cerró los ojos y exhaló profundamente, intentando recuperar el control. Pero en el fondo sabía que Jimin tenía razón. Huir ya no era una opción.

Taehyung salió de la sala de juntas con pasos rápidos, su corazón latiendo con fuerza. Sentía la mirada de Jimin quemándole la espalda, como un constante recordatorio de la tensión entre ellos. Se dirigió directamente a su secretaria, Jisso, quien levantó la vista de su escritorio al notar su llegada.

— Luna Jeon, ¿Necesita algo más antes de que termine mi turno? — preguntó con profesionalismo, pero con un toque de preocupación al ver la expresión tensa de su jefe.

— No, Jisso. Solo revisa los documentos del contrato y asegúrate de que todo esté en orden para la firma mañana — respondió Taehyung, intentando mantener su voz neutral.

Minah asintió y volvió a concentrarse en su computadora. Taehyung estaba a punto de entrar en su oficina cuando sintió la presencia de alguien detrás de él. No necesitaba voltear para saber quién era; el aire a su alrededor cambió, y el calor de esa mirada se hizo más intenso.

— ¿No piensas saludarme antes de entrar, Taehyung? — dijo Jimin con un tono suave, pero lleno de provocación.

Taehyung apretó los dientes, sintiendo un escalofrío recorrerle la columna. Ignoró el comentario y abrió la puerta de su oficina, entrando sin mirar atrás. Sin embargo, Jimin lo siguió, cerrando la puerta con un clic firme tras de sí.

— Jimin, ¿Qué demonios estás haciendo? — preguntó Taehyung, girándose rápidamente para enfrentarlo.

Antes de que pudiera decir algo más, Jimin dio un paso adelante, arrinconándolo contra la pared. Sus manos se apoyaron a ambos lados de la cabeza de Taehyung, bloqueando cualquier intento de escape. Sus ojos oscuros lo atravesaron, llenos de intensidad.

— No digas nada, Tae — murmuró Jimin, su voz ronca y baja, apenas un susurro entre ellos.

Taehyung abrió la boca para protestar, pero Jimin no le dio oportunidad. Sus labios se encontraron en un beso que era tan inesperado como feroz. Taehyung intentó resistirse al principio, sus manos empujando débilmente el pecho de Jimin. Pero la calidez y la familiaridad del contacto comenzaron a desmoronar su determinación.

El beso era una mezcla de rabia contenida y deseo reprimido. Jimin lo sostenía como si quisiera borrar cualquier distancia entre ellos, y Taehyung, contra todo pronóstico, se encontró respondiendo. Sus manos, que antes lo empujaban, ahora se aferraban a la camisa de Jimin, atrayéndolo más cerca.

Cuando finalmente se separaron, ambos estaban jadeando, sus respiraciones entrecortadas llenando el silencio de la oficina. Los ojos de Taehyung estaban llenos de confusión y rabia.

—¿Por qué haces esto, Jimin? — preguntó con voz temblorosa.

Jimin lo miró fijamente, su expresión seria pero con un destello de algo más profundo.

—Porque no puedo evitarlo, Taehyung. No puedo dejarte ir, no quiero hacerlo — respondió, su voz sincera.

Taehyung cerró los ojos, sintiendo cómo sus palabras lo atravesaban. Sabía que estaba jugando con fuego, pero el calor que sentía era imposible de ignorar. Con un suspiro tembloroso, lo empujó ligeramente, creando una pequeña distancia entre ellos.

—Esto no puede seguir así. No aquí, no ahora — murmuró, aunque su voz carecía de la firmeza que quería transmitir.

Jimin dio un paso atrás, pero su mirada seguía fija en Taehyung, como si estuviera grabando cada detalle de su rostro.

—Entonces dime cuándo y dónde, porque no pienso rendirme — respondió antes de girarse y salir de la oficina, dejándolo solo con el caos de sus emociones.

Taehyung se apoyó contra la pared, llevándose una mano al pecho mientras intentaba calmar los latidos frenéticos de su corazón. Sabía que estaba en problemas, pero también sabía que, de alguna manera, no quería salir de ellos.

Taehyung quedó inmóvil por un momento, el sonido de los latidos de su corazón llenando el aire mientras la confusión lo invadía. Sabía que no podía ceder, no debía dejarse llevar, pero algo en el aire, algo en la intensidad de la mirada de Jimin, hizo que todo lo demás desapareciera. Como si el mundo entero se desvaneciera, dejándolos solo a ellos dos en ese pequeño espacio de tiempo.

Sin pensarlo más, Taehyung se acercó un poco más, se paró de puntitas, y sin decir palabra alguna, sus labios buscaron los de Jimin. El beso comenzó suave, tentativo, como si ambos estuvieran dudando de lo que hacían, pero pronto se convirtió en algo más apasionado, más urgente. Los labios de Jimin lo tomaron con fuerza, como si no quisiera soltarlo, y Taehyung, perdiendo el control, correspondió con la misma intensidad.

La mano de Jimin acarició su mejilla y, poco a poco, comenzó a bajar por su cuello, hasta llegar a su cintura, donde apretó ligeramente, acercándolo más a él. El calor de sus cuerpos se hacía cada vez más evidente, y el deseo se expandía por cada rincón de la oficina. Jimin sonrió contra sus labios, un gesto que Taehyung no pudo evitar ver, y eso lo hizo perder aún más la razón.

Con una habilidad rápida, Jimin comenzó a desabrochar los botones de la camisa de Taehyung, mientras que, al mismo tiempo, Taehyung hizo lo mismo con la chaqueta de Jimin, sintiendo cómo la ropa se deslizaba fácilmente de sus cuerpos. Cada acción parecía llevándolos más lejos, pero ninguno de los dos quería detenerse. El espacio entre ellos desaparecía, y cada centímetro de piel que se tocaba los envolvía en una espiral de deseo.

Justo cuando la ropa comenzó a caer al suelo, un leve toque en la puerta hizo que ambos se separaran abruptamente. El sonido resonó en el aire, como un cubo de agua fría derramado sobre su ardiente pasión. Taehyung respiró con rapidez, todavía sintiendo el ardor de los besos, mientras Jimin soltaba una risa baja, casi burlona.

—Tsk, ¿Quién será ahora? — murmuró Jimin, claramente frustrado, pero manteniendo su sonrisa juguetona.

Taehyung, aún aturdido por lo que acababa de suceder, dio unos pasos hacia atrás, apartándose de Jimin y comenzando a ponerse rápidamente la ropa, intentando recobrar algo de compostura. La puerta volvió a sonar, esta vez con más insistencia.

—¿Luna Jeon? — se escuchó la voz de Minah desde el otro lado, claramente ajena a lo que había sucedido dentro de la oficina.

Taehyung se apresuró a alisar su camisa, mirando a Jimin con una mezcla de desconcierto y deseo no resuelto. Jimin, por su parte, parecía relajado, disfrutando del caos que acababa de crear.

—Te dije que no podías resistirte, ¿Verdad? — Jimin soltó una última sonrisa burlona antes de comenzar a vestirse también, sin apuro, como si el beso no hubiera sido más que un juego.

Taehyung pasó una mano por su rostro, sintiendo cómo el calor en sus mejillas no disminuía. Al final, solo logró suspirar.

—Vete, Jimin — ordenó, su voz más baja de lo que le gustaría.

Jimin lo miró por un momento, su mirada recorriendo lentamente el rostro de Taehyung, como si estuviera memorizando cada detalle.

—Claro, Tae. Pero esto no ha terminado — respondió con una última sonrisa antes de salir por la puerta, dejándola entreabierta.

Taehyung se quedó allí, aún respirando con dificultad, mientras Minah entraba con una expresión preocupada.

—¿Está todo bien, Luna Jeon? — preguntó, sin notar nada fuera de lo común.

Taehyung la miró, forzando una sonrisa, y asintió.

—Sí, Minah. Todo está bien — dijo, aunque su mente y su corazón seguían atrapados en la confusión de lo sucedido.

Minah, aún con su expresión preocupada, asintió lentamente, sin sospechar lo que realmente había sucedido en la oficina. Taehyung dio un último vistazo al lugar donde Jimin había estado momentos antes, sintiendo la mezcla de emociones que lo embargaban, desde la ira hasta el deseo. Su pecho seguía agitado, como si la tensión del momento estuviera grabada en su piel.

—¿Necesita algo más, señor Kim? — Minah preguntó de nuevo, mientras tomaba unos papeles de su escritorio.

Taehyung la miró por un segundo, tratando de ordenar sus pensamientos, pero su mente estaba nublada por la presencia de Jimin, por la intensidad de todo lo que había sucedido. Finalmente, suspiró y se dirigió a su propia silla, sentándose con una leve incomodidad, como si algo todavía lo estuviera persiguiendo.

—No, Minah. Eso es todo por ahora — respondió con voz firme, aunque interiormente sentía que estaba a punto de estallar.

Minah lo miró de manera curiosa, como si no entendiera del todo la tensión en su voz, pero no dijo nada más. Al final, salió de la oficina, dejando a Taehyung a solas con sus pensamientos.

El silencio que siguió fue pesado, como si todo en la oficina hubiera cambiado con la partida de Minah. Taehyung miró hacia la puerta entreabierta, donde Jimin había salido minutos antes, y su mente volvía una y otra vez al beso, al roce de sus labios, a la manera en que Jimin lo había tocado, dominado, como si todo aquello fuera inevitable.

El sonido de unos pasos en el pasillo lo sacó de su trance. Taehyung se levantó y cerró la puerta de la oficina con fuerza, como si eso pudiera cerrar también el conflicto dentro de su cabeza. Se dejó caer en su silla, la cabeza entre las manos, mientras un torrente de emociones lo invadía.

—¿Qué demonios hago? — susurró para sí mismo, luchando por entender lo que acababa de suceder.

El teléfono de la oficina sonó abruptamente, y Taehyung lo levantó casi automáticamente.

—¿Kim Taehyung? — la voz del otro lado era seria y decidida, alguien que no tenía tiempo para rodeos.

—Sí, soy yo. — Taehyung se recompuso, tomando una respiración profunda para ocultar el desorden de su mente. — ¿En qué puedo ayudarle?

La voz al otro lado de la línea lo hizo salir de sus pensamientos, pero la tensión de lo sucedido entre él y Jimin seguía palpando en cada fibra de su ser.

—Tenemos una reunión en treinta minutos. ¿Está listo para discutir el asunto del nuevo contrato? — la voz era firme, con una urgencia de la que Taehyung no podía librarse.

—Sí... claro. Estaré allí — respondió, colgando el teléfono rápidamente, pero sin poder evitar que su mente volviera a Jimin, a la sonrisa burlona que él había mostrado antes de irse.

Momentos después, Taehyung llegó a la sala de juntas.

Al entrar, fue recibido por el resto del equipo, quienes ya estaban sentados, preparados para iniciar la reunión. Pero la atmósfera era diferente, algo en el aire parecía cargado, y Taehyung no podía evitar sentir la presión de la mirada de Jimin cuando éste se levantó de su asiento para darle la bienvenida.

Jimin, de pie junto a la mesa, sonrió con sutileza. Algo en su expresión era diferente, algo que Taehyung no podía identificar, pero que, sin duda, le provocaba una reacción visceral. Jimin no dijo nada, pero sus ojos no dejaron de seguir cada uno de los movimientos de Taehyung, una constante que lo ponía nervioso y, al mismo tiempo, lo atraía.

Al final, Taehyung no sabía si quería continuar la lucha que había comenzado o si simplemente iba a ceder a la tentación que Jimin representaba. La reunión comenzó, pero sus pensamientos seguían atrapados entre la necesidad de mantener el control y el deseo de rendirse ante lo que estaba creciendo entre ellos.

🎶

En la noche.

La mansión, bañada en la suave luz de la luna, estaba tranquila. Taehyung había llegado agotado, sintiendo el peso del día aún sobre sus hombros. Cerró la puerta detrás de él con un suspiro profundo, quitándose los zapatos y dejando que sus pies descansaran sobre el frío suelo de mármol. Se dirigió rápidamente a su habitación, apagando las luces del pasillo mientras caminaba por los largos pasillos del lugar.

Entró en su habitación, donde la quietud lo rodeó, el sonido de la casa vacía casi abrumador. Se despojó de la ropa del día, dejando que el agua caliente de la ducha lo relajara. El vapor llenó la habitación, y Taehyung cerró los ojos mientras la corriente de agua caía sobre su piel, intentando despejar su mente de todo lo que había sucedido esa tarde. Los pensamientos de Jimin, su cuerpo cerca de él, la mirada profunda y la sensación de sus labios... no podía sacárselos de la cabeza.

Después de un rato, salió de la ducha, envuelto en una toalla. Se puso una piyama cómoda, un conjunto de algodón suave que le daba la sensación de estar en su propio mundo. Tomó su libro favorito y se acomodó en la cama, intentando perderse en la historia para olvidar lo que había sucedido en el trabajo. Pero los pensamientos de Jimin lo seguían, acechando, como una sombra persistente que no podía ignorar.

Con un suspiro, dejó el libro a un lado y se recostó, mirando al techo mientras la noche lo envolvía.

Fue entonces cuando escuchó un suave sonido en el balcón. Al principio pensó que era el viento, pero pronto se dio cuenta de que no era el caso. Antes de que pudiera moverse, la puerta del balcón se abrió con un suave crujido.

Jimin apareció en el umbral, entrando con gracia y sin hacer ruido, como si estuviera acostumbrado a moverse sin ser visto.

—¿No es un poco tarde para una visita, Jimin? — preguntó Taehyung, con una mezcla de sorpresa y curiosidad en su voz.

Jimin sonrió de manera juguetona, acercándose a la cama con pasos suaves, casi como si fuera a devorarlo con su mirada. Sus ojos brillaban con esa intensidad que siempre lograba que Taehyung se sintiera fuera de control.

—No podía dejar que terminara el día sin verte — dijo Jimin, su voz baja, cargada de una cercanía peligrosa.

Se agachó, acercándose al rostro de Taehyung, y antes de que este pudiera reaccionar, sus labios se encontraron en un beso suave pero apasionado.

El contacto hizo que Taehyung se tensara momentáneamente, pero luego cedió. Cerró los ojos, dejándose llevar por el calor y la intensidad del beso. Jimin sabía cómo hacer que todo lo demás desapareciera, cómo apagar todas las dudas y miedos con un solo gesto. Cuando se separaron, Taehyung estaba respirando de manera agitada, con el rostro enrojecido por la proximidad.

—¿Por qué estás aquí? — preguntó Taehyung, aunque en el fondo sabía la respuesta.

Jimin sonrió de nuevo, esta vez con un toque de picardía.

—Porque no puedo dejarte ir. Y porque hoy, más que nunca, quiero que seas solo mío — susurró

Y sus dedos recorren suavemente la piel de Taehyung.

Taehyung lo miró fijamente, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba ante la cercanía de Jimin. No había vuelta atrás ahora. Sabía lo que quería, aunque no estaba seguro de cómo había llegado hasta este punto.

Sin decir palabra, Jimin se inclinó para besar de nuevo a Taehyung, esta vez con más urgencia. Sus manos se movieron por su cuerpo, despojándolo lentamente de la piyama, mientras sus labios recorrían su cuello, dejando una estela de fuego en su piel. Taehyung tembló bajo su toque, su mente nublada por el deseo.

La habitación, bañada por la luz tenue de la luna, se llenó del sonido de sus respiraciones entrecortadas, el roce de sus cuerpos acercándose cada vez más. La pasión entre ellos era palpable, como si todo lo demás fuera irrelevante. Ninguno de los dos podía resistirse más.

Esa noche, perdidos en el deseo y la necesidad, Taehyung y Jimin compartieron un momento de intimidad que les perteneció por completo. El mundo exterior se desvaneció, y solo quedaban ellos, atrapados en una mezcla de sentimientos que ninguno de los dos sabía cómo manejar, pero que los unía de una manera imparable.

🐻

Al día siguiente.

La luz del día comenzó a filtrarse suavemente a través de las cortinas, iluminando la habitación con una tenue resplandeciente que hacía que las sombras parecieran danzar sobre las paredes. Taehyung despertó lentamente, sintiendo una cálida paz en su interior que le resultaba extraña. Miró a su lado, y por un momento, pensó que Jimin todavía estaba allí, pero se dio cuenta de que la cama estaba vacía. La figura de Jimin, sin embargo, permanecía en su mente.

Se incorporó lentamente, todavía adormilado, mirando al lugar donde Jimin había estado. Fue entonces cuando lo vio: Jimin estaba sentado al borde de la cama, de espaldas a él, con una postura relajada. Aunque su cuerpo estaba quieto, Taehyung podía sentir la energía juguetona que siempre emanaba de él.

—¿Te vas ya? — preguntó Taehyung con la voz rasposa por el sueño, mirando cómo Jimin parecía perderse en sus propios pensamientos.

Jimin giró la cabeza lentamente, y su sonrisa apareció en su rostro. Era una sonrisa que denotaba diversión, como si algo lo hiciera encontrar placer en la situación.

—No es que no quisiera quedarme —dijo Jimin, levantándose de la cama y girándose para mirar a Taehyung—. Pero tengo cosas que hacer, y no puedo quedarme todo el día... Aunque, debo admitir, anoche estuvo... interesante.

Taehyung sintió cómo la calidez de la noche anterior se evaporaba en un instante, pero no pudo evitar sonreír ante la forma tan despreocupada en la que Jimin hablaba. Antes de que pudiera responder, Jimin se acercó y, con un rápido gesto, le dio un beso en la frente.

—Te veré después —susurró, como si esa despedida fuera lo más natural del mundo.

Luego, sin dar tiempo para más palabras, se dio media vuelta y caminó hacia la puerta del balcón.

Taehyung observó cómo Jimin desaparecía en la distancia, perdiéndose en la luz del día. Por un momento, se quedó inmóvil, pensando en lo que acababa de suceder. Sin embargo, algo en su interior sabía que, aunque intentara alejarse de todo, Jimin tenía una forma de infiltrarse en su mente y corazón que no podía evitar.

Horas después, Jimin regresó a su mansión, y su actitud cambiaba instantáneamente al entrar en su hogar. La atmósfera en la mansión era diferente, mucho más seria y cargada de tensión. Apenas había cruzado la puerta cuando vio a su hermano Felix esperándolo, con los brazos cruzados y una mirada de desaprobación.

—¿Qué demonios estás haciendo, Jimin? — Felix lo miró con severidad, su voz cargada de reproche—. ¿Estuviste con él? ¿Con el Omega del Empresario Jungkook?

Jimin se detuvo un momento, observando a Felix con una expresión imperturbable. Sabía de antemano lo que venía, y había estado esperando que su hermano se metiera en sus asuntos. Con una sonrisa arrogante, se encogió de hombros.

—¿Y qué pasa si lo estuve? — respondió Jimin con tono burlón, como si el reproche de su hermano fuera algo que ya esperaba, pero que no le importaba en absoluto.

Felix lo observó fijamente, su expresión un reflejo de preocupación y molestia.

—No sabes en lo que te estás metiendo —advirtió Felix, acercándose un poco más—. No solo estás involucrándote con alguien de la competencia, sino que estás jugando con algo mucho más grande. ¿No te importa?

Jimin lo miró con una sonrisa en los labios, su actitud tranquila pero desafiante.

—¿De verdad crees que me preocupa? —dijo, sacudiendo la cabeza con desdén. — Además, no es asunto tuyo. Tengo cosas que hacer, y no voy a quedarme aquí discutiendo contigo.

Sin más, Jimin pasó de largo, dejando a Felix de pie, furioso y sin poder hacer mucho más. Jimin se dirigió a su oficina, la conversación con su hermano ya olvidada. Sabía perfectamente lo que hacía y, aunque su hermano intentara advertirle, Jimin no podía evitarlo. Había algo en Taehyung que lo atraía, algo que lo mantenía intrigado, y no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente.

Entró a su oficina, tomando asiento con una sonrisa socarrona en el rostro. Mientras tanto, su mente seguía divagando entre lo que había sucedido esa noche y lo que le esperaba más adelante. El juego apenas comenzaba.

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