₂. Mₑ 𝐩ₑᵣ𝚝ₑ𝚗ₑ𝚌ₑ𝘴
⋆┊ ┊ . ┊ . ┊✩.𝕺𝖒𝖊𝖌𝖆𝖛𝖊𝖗𝖘𝖊 ✫ ┊° ☪⋆ ✯. • ° ⋆ ┊
—¿Qué haces aquí? Este lado del bosque es mío, ¿ahora piensas pasar los límites de Geléa?
—Escapó mi presa, entrégamelo y me iré en paz.
—Está en mi territorio, Min, no puedes entrar y llevártelo.
—No quieres empezar una pelea que no va a terminar, Alfa Layn; entrégame al chico y me iré de aquí.
—Ni lo sueñes. —Los dos lobos gruñeron al mismo tiempo, ambos igual de grandes y fuertes. De un momento a otro se llenó de lobos Layn; Jeon se vio rodeado por decenas de ellos, se abrazó a sus rodillas escondido en un árbol mientras los lobos se gruñían unos a otros. De la multitud salió una mujer adulta; le pareció ver a su abuela, sintió por un momento seguridad; aun así no se movió de su lugar.
—Ustedes dos, deténganse. —La abuela habló, metiéndose en medio de ambos. —Hemos hecho un pacto que no podemos romper entre manadas.
—Kim TaeHyung no me quiere dar mi presa.
—Te he dicho que no está en tu lado del bosque; cualquier criatura que pise mi terreno es mía, tengo derecho a darle una oportunidad de vivir.
—¡Qué benevolencia en el Alfa Layn! —Taehyung gruñó molesto al intento de burla de Min.
—Basta, basta los dos...
La mujer se acercó a Jeon, le tendió una mano y esperó a que se levantara. Con miedo, tomó la mano y se levantó mirando a todos; a pesar de que podía escuchar rugir a los lobos, entendía por alguna razón sus palabras, pero eso fue algo que no dijo. La mujer lo examinó viendo sus golpes, miró sus ojos negros y grandes llenos de lágrimas, sonrió cuando encontró la raíz de su alma muy en lo profundo de su corazón. (leer su pensamiento, recuerdos y ver de dónde provenía su ADN)
—¿Asustado, hijo de humanos? Llevas mucho tiempo perseguido y herido por los demás, ¿Cómo es que un descendiente de la hermosa Geléa vive con miedo sin defenderse?
Los lobos, incluidos los alfa, giraron a verle; la figura masculina delante de ellos siendo examinada a detenimiento. La mujer observó sus orejas, la mandíbula, sus manos y ese pequeño colgante en el cuello de madera antigua; "AdoraGeléa". Era hermoso a pesar de su estado malherido, alto, delgado, ojos grandes, piel blanquita como la leche; "la flor de Layn".
—Min Yoongi, no puedes adueñarte de este humano; tiene sangre de dioses; si te lo damos, sería como entregarte la corona de nuestra manada; ya hemos entregado varios príncipes y princesas para apaciguar las luchas con tu manada; esta vez, el niño humano no puede ser tuyo.
—Viejo espíritu de luna, ¿estas diciendo que no puedo tener mi presa? Lo vi primero; es mío.
—No busques el castigo de la luna para tus esposas en cinta; vete a casa...
El lobo negro no cedió, gruñó con fuerza.ae, que aún no terminaba de entender todo lo que decía su abuela, volvió a rugir y, dando una leve pero profunda mordida en la mano de Jeon, dejó la mitad de su mandíbula dibujada en rojo.
—¡Ah! ... Los presentes no se perdieron como el alfa de la manada Layn, recién puesto como el siguiente al mando; joven y soltero en busca de su destinado, tomó a la "primera pareja" de su vida.
Para estas manadas, no era un anillo de compromiso el que te decía o le decía al mundo que estabas prometido, sino la marca dental de tu esposo o esposa; era como la marca civil de un matrimonio. Con ese simple hecho no solo le decía a la manada y a sus diferentes regiones que el Lobo Alfa macho de la rama Layn y Geléa estaba prometido y tenía su primera esposa o esposo, sino que también le decía al joven detrás de él: "Eres mío, eres mi esposo, soy tu dueño, me perteneces". Y Jeon jamás pensó por sí mismo en que ese acto jamás lo devolvería a la raza humana y, por alguna razón, su cabeza divagó en las leyendas de su abuela: "Cuando un alfa te toma, el dolor que experimentas es placentero o doloroso según sea el caso y los sentimientos"; "Cuando un alfa toma a su pareja, muerde su piel para que sepan todos de quién es"; "Cuando un alfa anuda a su pareja, lo muerde cerca del cuello, señal de que ha sido tomado y tendrá sus cachorros en un futuro".
—¡¡No puede ser!! —Sus ojos se agrandaron del miedo, vio en su mano la gran marca de mandíbula dibujada, su corazón dio un vuelco enorme, entre las interminables voces que le decían los cuentos míticos de su abuela ese en específico volvió a golpear su cabeza "cuando un alfa toma a su pareja muerde su piel para que sepan todos de quien es", palideció y comenzó a alejarse despacio de todos, la abuela luna lo llamo pero él no se detuvo corrió siguiendo un prado iluminado por el sol, llorando desesperado por volver a casa con su abuela, ir al médico y ser cuidado por sus amigos, no podía estar viviendo en una fantasía, los lobos no eran personas, ellos estaban gruñendo y por alguna razón el entendió todo, no podía quedarse y ser pareja de un alfa que no conocía, era un humano, según los relatos de la abuela, los alfa utilizaban toda su fuerza para anudar, como es que engendraría cachorros, era un hombre, y los hombres no lo hacen, si de acuerdo él vivía enamorado de su mejor amigo Hyung sik; adoraba todo lo que hacia sokk como jeon le decía era líder de baloncesto; hacia ejercicio, cuidaba de Jeon, lo consentía; los dos se querían; pero de eso a que pudiera formar una familia no; no se podía el simplemente no podía.
Vio a lo lejos las torres de comunicación de los humanos; unos cuantos metros estaría lejos de aquella broma mal hecha del destino, de nuevo esa voz en su cabeza: "Se acerca, debes correr, se acerca", su corazón latiendo más rápido de lo normal; a punto de salir del bosque, fue jalado por el cabello y regresado con fuerza hacia atrás.
—¡Ah! ¡Suéltame! ¡Por favor! Chocó con el aliento dulce y unas manos largas que abrazaron el choque de su espalda contra un pecho fornido. Se sintió temblar al ver que no era un lobo sino un hombre; de su estatura, más corpulento, de cabellos dorados, ojos color nuez, labios rojos, piel avainillada, espalda ancha. Por un momento se dejó hacer en sus manos. ¿Cómo es que un hombre tan hermoso estaba en un lugar así?
—¿A dónde vas, lechita? ¡Me has hecho correr bastante!
—Por favor, déjame, ellos vienen por mí, necesito ir a casa, por favor, suéltame. —Pero noto que entre más forzaba el agarre, más fuerte se hacía; esos ojos, ¿Dónde los había visto?
—¡Quédate quieto, precioso!
—Por favor, corre, vienen por mí, son muy grandes.
—¡Dije que te quedes quieto, pequeño! —Lo tomó de los brazos y lo detuvo contra un árbol.
"Acabo de verlos en aquel lobo café con blanco".
—Tiene que ser una broma. —Se soltó de su agarre y caminó hacia atrás. —No es cierto, no es cierto.
—Cálmate, estás entrando en pánico, necesito que te relajes, no te voy a dañar.
—No, no voy a ir contigo, no me voy a quedar en un lugar de locos como ustedes.
Los rasgos del chico rubio se tensaron, su tez cambió de un momento a otro tan rápido que pareció que le echaron encima el odio del mundo entero. Jeon volvió a correr, pero metros más adelante lo alcanzó de la cintura, tirándolo al suelo e inmovilizando sus manos. Forcejeó, pero no logró moverlo ni un poco, y por lo visto el lobo tampoco se movió ni un poco.
—Vuelve a usar esa boca para llamarnos locos y me darás razones para demostrarte que lo estamos . "Ahora te vas a callar esa hermosa boca y vas a seguirme hasta la cueva, sin decir una palabra más, ¿entendiste?". Esto último lo dijo solo con la mente, como si sus ojos transmitieran ese mensaje, su voz más ronca y demandante, sus labios curvados en una pequeña sonrisa. Jeon luchó contra eso y algo lo hizo bajar la cabeza siguiendo las órdenes.
—¡¡¡No quiero ir!!! —Lo empujó haciéndolo caer de espaldas; se levantó y echó a correr para cruzar la cerca. Cuando lo hizo, un perro colosal brincó por encima de él y se paró al frente, deteniendo su camino. El perro gruñía molesto, enseñando los colmillos y dando pasos sigilosos al pelinegro que retrocedió asustado. —Te he dicho que regreses en silencio.
—No voy a ir, puedes matarme, no pienso ser pareja de ese alfa imbécil que me mordió.
Un gruñido y después solo vio cómo se abalanzo debajo de él, levantándolo en el momento y quedando acostado o montado sobre su lomo; comenzó a correr tan rápido entre los árboles, no tuvo otra alternativa que rodear su cuello y cubrir sus ojos de lo rápido que se movía, si se caía seguro se haría nada en el proceso; por lo que fue un tiempo extenso no dejo de sentir el aire y el movimiento del animal; una vez que se detuvo, sintió que se desmayó en el proceso; cuando volvió a cobrar la consciencia estaba en una recamara con colores cafés y rojos como adorno; no se escuchaba nada a su alrededor; era de noche, solo se veían las farolas de madera encendidas por la ventana; "tenemos hambre, busca comida", su estómago gruño; tenía mucha hambre de hecho, así que se levantó de la cama y anduvo por la puerta buscando la cocina; era una casa enorme, se preguntaba cómo es que una casa así estaba a mitad del bosque sin ser vista.
—¡Despertaste! —La abuela Luna estaba allí, tomándole la mano y la frente.
—¡Humm!
—Tuviste mucha temperatura estos días; debes tener hambre, vamos a comer algo.
—¿Estos días? Cuánto, cuánto ha pasado, abuela. —La mujer tomó sus mejillas.
—Nueve días, pequeño...
—¿Nueve días? No puede ser, no es posible. Yo necesito volver, no pueden ser nueve días; mi familia estará muy preocupada.
—No te exaltes, por favor, te hará daño.
—Lo siento, debo irme, debo salir de aquí. —Buscando la salida, vio una puerta de cristal grande, abierta de par en par; por donde se colaba la brisa fresca de la noche. Corrió sintiendo liberarse y, antes de cruzar más de 4 metros, se vio rodeado de cachorros y lobos más grandes; entre la multitud, de frente a él, salió el Alfa con paso firme a su encuentro; se detuvo y empezó a retroceder.
"Está aquí, debemos regresar, tengo hambre, vuelve, es peligroso".
"Regresa dentro, pequeño". Jeon no se movió; se quedó mirando esos ojos nuez que lo miraban sin parpadear; no quería regresar, quería irse. —"Obedece, precioso".
Y no sabía qué o por qué, pero dentro de él algo lo hacía bajar la cabeza y obedecer; maldijo cuando regresó dentro a los brazos de la abuela, la cual lo abrazó y acarició su espalda. Después lo llevó a la mesa y le sirvió comida, pero él no quería comer a pesar de esa voz que le alertaba de todo y de su hambre; quería a su abuela, a la real, a la que sabía que estaría preocupada por él.
—¡Come! —Esa voz, el lobo que lo secuestró estaba detrás de él.
—¡No quiero! —¡Berrinches!, con lo poco que a TaeHyung le gustaban.
—¡No fue para nada una pregunta!, te dije que comieras ya! —Tomó una silla, la puso al lado de Kook y, dejando el respaldo de frente, se montó sobre la misma para recargar los codos en el respaldo y mirarlo de cerca.
—¿Por qué debo obedecerte cuando lo que quiero es irme y evitar estar discutiendo con alguien como yo?
—Porque ahora me perteneces, ¿ves la marca en tu mano? Es una promesa; de no tenerla, ¿crees que ese perro negro de Min te dejaría en paz? Da gracias que escuché cómo pedías ayuda y fui por ti; de otra manera, no estarías respirando.
—Yo en ningún momento recuerdo pedirte ayuda, a nadie en sí; lo único que hice fue correr para evitarlos.
—¿Estás seguro de eso, precioso? Porque, por lo que recuerdo, pedías a gritos auxilio y morías del miedo.
Entonces Jeon empezó a pensar seriamente en que esa voz que le hablaba desde que entró al bosque no era normal ni era su conciencia hablándole y diciéndole lo mejor que podía hacer; realmente la escuchaba y realmente existía, pero ¿qué era?, ¿por qué estaba delirando de esa manera?
Y en realidad había sucedido. Ese día en específico, TaeHyung estaba recostado en su cama; desde que había ascendido como el alfa de la manada, todos sus sentidos se habían disparado al 100. Podía sentir todo lo que le ocurría al bosque y cada criatura existente bajo su protección. Se levantó dispuesto a dar la ronda ya conocida por el lugar para asegurarse de que todo estaba bien; cuando sintió una angustia en el pecho que lo sofocó, como miedo, y una de las sensaciones que más odiaba era esa. Odiaba con todo su ser sentir miedo y, como si de un estruendo se tratara, sus orejas percibieron el ruido acelerado entrando por la ciudad. Durante los años de su vida nunca había escuchado que alguien entrara del mundo humano al bosque, suficiente habían tenido con los últimos que entraron y no salieron y ahora por primera vez alguien lo hacía en su tiempo como alfa; su obligación era encontrarlo y regresarlo o matarlo, así que guiado por sus orejas que todo escuchaban a kilómetros comenzó a correr tan rápido como podía; cerca de aquellos pasos desesperados sintió el aroma; golpeo su pecho haciendo que se detuviera a causa del mareo que le dio esa loción a "azares azules", un elixir antiguo que solo crecía dentro del bosque y no en cualquier lugar; crecía solamente en las raíces del árbol de la gran Geléa Madre; como es que un humano podía tener ese aroma afrodisiaco para los lobos alfa si esa flor nadie podía tomarla y reproducirla; una voz desesperada gritándole pudo sacarlo de su mareo.
"¡Ayúdame! ¡Por favor, ayúdame! ¡Estoy aquí!"
Guiado ahora por el aroma que lo envolvía y le despertaba todos los sentidos, lo vio atravesar los árboles tan rápido como podía. Detrás de él, Min Yoongi, el alfa de pelaje negro de la manada del este, subió brincando tan rápido como pudo y, antes de que lo mordieran, jaló de la ropa hacia atrás al pequeño humano y saltó sobre él, dejándolo escondido entre sus patas en señal de ataque a los demás; seguro que el aroma del humano también atrajo al alfa, pues era tan fuerte que dolía estar cerca de él y no morder su piel. Si fuera un lobo, seguro ya lo hubiera anudado de tan fuerte que se sentía estar cerca de él y sentir cómo las hormonas le removían hasta la cordura.
Había experimentado el celo una vez; es por eso que había ascendido como el siguiente Alfa de la manada. Sus padres, ahora los jefes de la manada antiguos, se alegraron cuando su pequeño llegó a la madurez con ese hecho; pero en lugar de ver que su hijo tomara a su pareja y anudara en su primer celo, lo vieron encerrarse y no salir en días mientras el aroma de su celo se agotaba; no entendían por qué no quiso aparearse; sin embargo, le dieron esa decisión de permanecer limpio hasta que él quisiera hacerlo por su voluntad.
Ese día, mientras veía cómo el joven humano se alejaba corriendo, la abuela lo llamó jalando sus orejas para que dejara en paz a Min: "No debe abandonar el bosque o morirá". A decir verdad, una persona humana jamás podría tener un aroma como ese; naturalmente tenía que ser un descendiente, pero de quién o cómo es que había un humano así y nunca lo había visto.
—Debes dejarlo en paz, Min; no volverás a acercarte a él, de lo contrario vamos a tener muchos problemas.
Ahora no había forma en la que él no supiera dónde estaba; con la mordida en la mano podía ver por encima de los árboles un destello que lo guiaba hasta donde él estaba; incluso su aroma en la sangre lo podía guiar hasta donde estaba, quemaban sus fosas nasales y ahora mismo lo único que quería era enterrar sus dientes en ese perfecto cuello, hacerlo llorar por el placer que le daría; moría porque llegara su celo cuanto antes.
Ese mismo día, cuando se detuvo fuera de la mansión, volvió a su forma humana tomándolo en sus brazos; el chico estaba pálido y frío de las manos; pensó para sí mismo: "Tan delicado el precioso". Sus hermanitos, todos más pequeños, lo rodearon para poder admirar al nuevo juguete de la manada, recostado en el piso y en los brazos de su hermano mayor; miraban con detenimiento aquel hermoso humano.
—Taehyung, ¿por qué está muerto? Queríamos jugar con él. —El alfa miró a sus 25 hermanos y negó con una ceja levantada.
—No está muerto, está muy asustado. —Removió sus cabellos y apreció mejor su rostro.
—Es muy hermoso, de donde proviene, huele a azares azules y miel, ¡quiero morderlo!
—¡Azalea! Aléjate del joven humano, no es un juguete. —La niña hizo un gesto de molestia cuando Tae la regañó. —Escuchen todos, este niño no es un lobo, no pueden asustarlo ni jugar con él como acostumbran, es muy frágil, por lo que van a tener que tener cuidado con él.
—¡Sí, gran Alfa! —Todos salieron corriendo a seguir jugando mientras Tae lo cargó en brazos y lo llevó a su habitación dentro; la abuela estuvo cuidando de él, no despertaba, estaba en shock y su temperatura no bajaba.
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