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Capítulo 10

El aire gélido del invierno acariciaba las mejillas de Minnie, que estaban ligeramente enrojecidas por el frío. A pesar de ello, el omega no podía evitar sentirse cálido por dentro. La vida al lado de Jungkook era todo lo que alguna vez había soñado, y más. Sus días estaban llenos de amor, risas y pequeñas atenciones que demostraban cuánto le importaba su alfa.

Minnie estaba sentado en el cómodo sillón de madera que Jungkook había construido especialmente para él, justo frente a la cabaña. Entre sus manos sostenía una pequeña manta que estaba tejiendo con esmero. Cada puntada llevaba consigo un pedazo de su amor y esperanza por el futuro que estaban construyendo juntos.

A lo lejos, vio a Jungkook caminar hacia él, con una canasta rebosante de fresas frescas. Las orejas del tigre se movían ligeramente con el viento, y su mirada brillaba con esa ternura que siempre reservaba para su omega. Minnie sintió que su corazón se aceleraba; incluso con el tiempo, Jungkook seguía provocándole esos nervios dulces de cuando se enamoró de él.

—¿Qué haces afuera con este frío, omega? —preguntó el alfa al llegar a su lado, su voz profunda y cálida contrastando con el aire helado.

Minnie levantó la mirada, con los ojos brillando por el amor y la tranquilidad que sentía. Jungkook lo observó con detenimiento, notando lo adorable que se veía envuelto en la bufanda que apenas dejaba entrever su nariz, con medias gruesas de algodón y el conjunto de ropa que él mismo había mandado a confeccionar especialmente para Minnie.

—Estaba aburrido dentro, —respondió el omega con una pequeña sonrisa que se escondía detrás de la bufanda.

Jungkook negó suavemente con la cabeza y dejó la canasta de fresas a un lado antes de agacharse para quedar a la altura de su omega. Con delicadeza, colocó una mano sobre la abultada panza de Minnie, acariciándola con ternura infinita.

—¿Y cómo está la pasita que está aquí? —preguntó Jungkook con una sonrisa traviesa, refiriéndose al pequeño cachorro que crecía en su vientre.

Minnie rió suavemente, su mano uniéndose a la del alfa para acariciar su vientre.

—Cachorrito está muy bien, —dijo con dulzura—. Esperando sus fresas, por supuesto.

Jungkook soltó una carcajada, ese sonido grave y reconfortante que siempre hacía que Minnie se sintiera completamente en casa. Con una ternura infinita, Jungkook inclinó la cabeza y besó la barriga del omega, haciendo que Minnie sintiera un cosquilleo cálido que lo llenó de felicidad.

—¿Sabes que eres el omega más hermoso y brillante de todo el mundo, verdad? —dijo Jungkook, alzando la mirada hacia él mientras seguía acariciando su vientre.

—Solo cuando mi alfa me mira así, —respondió Minnie, jugueteando con las orejas de Jungkook, que reaccionaron ante su toque como un reflejo.

Jungkook se levantó y tomó la canasta de fresas, ofreciéndosela al omega con una sonrisa. Minnie aceptó, sintiendo cómo la frescura del aroma le abría aún más el apetito. Comió una, cerrando los ojos mientras disfrutaba del dulzor que llenaba su boca.

—Deliciosas, —murmuró, feliz.

Jungkook lo observaba con adoración, como si Minnie fuera el sol que iluminaba incluso los días más fríos del invierno. Se sentó a su lado en el sillón, pasando un brazo alrededor de sus hombros para mantenerlo más abrigado. Minnie se acurrucó contra él, dejando de lado su tejido por un momento.

—¿Has pensado en algún nombre para el cachorro? —preguntó Jungkook después de un rato, su voz suave mientras miraba hacia el cielo grisáceo.

Minnie levantó la mirada hacia él, sorprendido por la pregunta. Había estado pensando en ello, pero no estaba seguro de qué nombres le gustarían a Jungkook.

—He pensado en algunos, —confesó, jugando con los dedos del alfa—. Pero quería saber qué nombres te gustan a ti.

—¿Ah, sí? —dijo Jungkook, con una sonrisa traviesa—. ¿Y qué nombres tienes en mente, omega?

Minnie se sonrojó ligeramente y desvió la mirada, mordiéndose el labio mientras trataba de decidir si compartirlos o no. Finalmente, tomó aire y lo soltó con suavidad.

—Si es niña… pensé en algo como… Hana. Es dulce y significa "flor".

Jungkook asintió, sonriendo con calidez.

—Me gusta, —dijo con sinceridad—. ¿Y si es niño?

—Tal vez… Jisoo. Es fuerte, pero también tiene un significado hermoso, "sabiduría".

El alfa se inclinó para besar la frente de Minnie, orgulloso de las elecciones que había hecho.

—Ambos son perfectos, como tú.

Minnie dejó escapar una risa suave, inclinándose para apoyar su cabeza en el hombro de Jungkook. El invierno podía ser frío y cruel, pero con el alfa a su lado, no había lugar más cálido ni seguro que ese.

Ambos permanecieron en silencio, observando a los demás miembros de la aldea moverse entre las cabañas, algunos con risas y otros con saludos amables al pasar. Minnie se sentía en paz, rodeado de la vida que ahora era su hogar.

—Jungkook, —murmuró después de un rato—. ¿Crees que seré un buen padre?

El alfa frunció el ceño ante la inseguridad en la voz de Minnie. Inmediatamente, lo abrazó más fuerte, acariciando su cabello con ternura.

—Omega, —dijo con firmeza—. Serás el mejor padre que este cachorro pueda tener. No hay duda en mi mente. Eres fuerte, amoroso, y tienes un corazón tan grande que no podría pedir nada más para nuestra familia.

Las palabras del alfa hicieron que los ojos de Minnie se llenaran de lágrimas, pero eran lágrimas de gratitud y felicidad.

—Gracias, alfa, —susurró, inclinándose para besarlo suavemente.

El alfa respondió al beso con la misma suavidad, asegurándose de transmitir todo su amor y apoyo en ese gesto. La promesa de un futuro brillante y lleno de felicidad estaba presente en cada caricia, en cada mirada.

El frío del invierno comenzaba a calar más fuerte, y Jungkook no podía permitir que su omega estuviera afuera ni un segundo más.

—Pasemos, no quiero que te enfermes, —dijo, ayudando a Minnie a levantarse con cuidado.

El omega aceptó su mano, su bufanda cubriendo la sonrisa que había formado al ver la preocupación en los ojos del alfa. Juntos entraron a la cálida cabaña, donde el aroma a madera y hierbas secas los envolvió como un abrazo reconfortante.

Minnie se dejó caer en el cómodo sofá que ocupaba el centro de la sala, suspirando al sentir el calor de la chimenea cercana. Extendió los pies hacia Jungkook, que no tardó en sentarse en el borde del mueble para tomarlos entre sus manos.

El alfa comenzó a masajearlos con movimientos lentos y precisos, sus dedos fuertes trabajando con esmero. Había aprendido mucho sobre las sensibilidades de su omega, especialmente durante el embarazo, y siempre se aseguraba de atender cada necesidad, por pequeña que fuera.

Minnie cerró los ojos, disfrutando de las caricias mientras un suspiro escapaba de sus labios.

—Estás muy consentido, omega, —comentó Jungkook, con una sonrisa que no podía ocultar.

El conejito abrió los ojos, abultando los labios de manera exagerada para mostrar su "desacuerdo".

—Cuando nazca cachorrito, me robará toda la atención de mi alfa, —replicó con un ligero puchero, sus orejas moviéndose con un deje de celos.

Jungkook soltó una risa suave ante la adorabilidad de su pareja. Levantó uno de los pies de Minnie y dejó un beso suave en el empeine, sus labios cálidos haciendo que el omega se estremeciera ligeramente.

—Siempre serás mi número uno, amor, —murmuró el alfa con seriedad, sus ojos fijos en los de Minnie—. Sin ti, mi alfa no podría vivir.

Las palabras del tigre llenaron de calor el corazón de Minnie, que no pudo evitar sonreír.

—Ya lo sabía, —dijo con un tono juguetón, su voz tintineando como una campana en el aire.

Ahora fue el turno de Jungkook de reír, y lo hizo con esa carcajada grave y profunda que hacía vibrar el pecho del omega. El alfa dejó los pies de Minnie y se inclinó hacia él, asegurándose de no aplastarlo mientras se apoyaba en sus codos. Con una sonrisa traviesa, capturó los labios del omega en un beso suave y dulce.

Minnie respondió al beso, sintiendo cómo el calor de Jungkook lo envolvía por completo, más reconfortante que cualquier manta en esa fría temporada. Cuando el alfa se separó ligeramente, aún con su frente apoyada contra la de Minnie, ambos compartieron un momento de tranquilidad.

—Te amo, Minnie, —murmuró Jungkook, sus dedos trazando pequeñas líneas en el costado del omega.

—Y yo a ti, alfa, —respondió el omega, acariciando las orejas del tigre con una sonrisa tierna.

Pasaron un rato así, disfrutando de la paz que solo podían encontrar en la compañía del otro. Jungkook finalmente se levantó y, después de cubrir al omega con una manta, fue a la cocina para preparar algo caliente.

Minnie lo observó desde el sofá, su mirada llena de amor mientras el alfa se movía con destreza, preparando un té de hierbas que sabía que le haría bien. Jungkook regresó con una taza humeante y se sentó a su lado, ayudándolo a sostenerla mientras tomaba pequeños sorbos.

—¿Sabes? —comenzó Jungkook, rompiendo el silencio—. No dejo de imaginar cómo será nuestro cachorro.

Minnie lo miró con curiosidad, dejando la taza en la mesa.

—¿Y cómo lo imaginas, alfa?

Jungkook se recostó en el sofá, atrayendo a Minnie para que se acurrucara contra su pecho.

—Creo que tendrá tus ojos, —dijo mientras acariciaba el cabello del omega—. Grandes, brillantes y llenos de dulzura.

Minnie rió suavemente, jugueteando con los dedos de Jungkook.

—¿Y tus orejas? —preguntó, levantando la mirada con una sonrisa traviesa.

Jungkook frunció el ceño de manera teatral.

—¿Mis orejas? No lo sé… —respondió, fingiendo estar en desacuerdo—. Creo que las tuyas serían más lindas.

Ambos rieron, dejando que la calidez de la conversación los envolviera. Hablar del futuro siempre llenaba a Minnie de esperanza, especialmente cuando podía compartir esos pensamientos con Jungkook.

—¿Crees que seremos buenos padres? —preguntó el omega después de un rato, su voz suave y cargada de sinceridad.

Jungkook lo miró con una seriedad que contrastaba con el tono ligero de su conversación anterior.

—No tengo dudas, Minnie. Ya eres el mejor padre, incluso antes de que nuestro cachorrito esté aquí.

El omega parpadeó, sorprendido por la seguridad en las palabras de Jungkook.

—¿De verdad crees eso?

—Lo sé, —afirmó Jungkook, inclinándose para besar su frente—. El amor que tienes dentro de ti es lo que hará de nuestra familia algo especial.

Las palabras de Jungkook llenaron a Minnie de una calidez indescriptible, y por un momento, todas sus inseguridades parecieron desvanecerse. El omega cerró los ojos, disfrutando de la sensación de estar en casa, no solo en la cabaña, sino en los brazos de su alfa.

Esa noche, mientras el viento frío soplaba fuera, los dos se acurrucaron juntos, soñando con el día en que su pequeño cachorrito finalmente llegara para completar la felicidad que ya compartían.

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