Epílogo

Un pequeño llanto rompió la calma de la madrugada, llenando la cabaña con su suave eco. Jungkook abrió los ojos al instante, su instinto alfa despertándose completamente. Miró hacia su lado y vio a Minnie aún profundamente dormido, su rostro apacible bajo las mantas. Sonrió, asegurándose de no destaparlo mientras se levantaba de la cama.

Cruzó el cuarto con pasos ligeros, llegando a la cuna de madera donde su pequeño cachorrito movía las manitas, demandando atención. Jungkook lo tomó con cuidado, sorprendiéndose una vez más de lo diminuto que era en comparación con sus grandes manos.

—Shh, haz silencio, Jisoo, —susurró mientras lo apoyaba contra su pecho.

El alfa dejó que sus feromonas fluyeran, envolviendo al pequeño en un aroma cálido y reconfortante. Al instante, el bebé dejó de llorar, acurrucándose contra su pecho con un suspiro casi inaudible.

—Eso es… No despertemos a papi, ¿de acuerdo? —agregó con una sonrisa mientras besaba la cabecita de su hijo.

Jungkook caminó hacia la cocina, balanceando al cachorrito con suavidad mientras calentaba la leche en un pequeño biberón. Cuando estuvo a la temperatura ideal, colocó la tetina en los labios de Jisoo, quien comenzó a succionar con entusiasmo, cerrando sus ojitos mientras bebía.

El alfa lo miró con adoración. Jisoo era todo lo que alguna vez había soñado y más. Después de que terminó de alimentarse, lo sostuvo contra su hombro, dándole suaves palmaditas en la espalda hasta que un pequeño eructo salió.

—Muy bien, pequeño tigre, —murmuró con orgullo, su pecho hinchándose al ver cómo Jisoo volvía a dormirse entre sus brazos.

—Estás aquí, —una voz suave rompió el momento, y Jungkook levantó la mirada hacia el marco de la puerta. Minnie estaba ahí, con las mejillas sonrojadas y el cabello ligeramente despeinado por el sueño.

—Jisoo tiene un buen volumen para despertarme, —respondió Jungkook con una sonrisa juguetona.

El omega soltó una risita, sus orejas moviéndose ligeramente mientras se acercaba a ellos. Sin decir una palabra, Jungkook extendió un brazo y lo envolvió por la cintura, atrayéndolo hacia sí. Minnie apoyó su cabeza en el pecho de su alfa, acariciando con ternura el rostro del bebé que dormía profundamente.

Jungkook había acertado desde el principio: Jisoo era la perfecta combinación de ambos. Había heredado los grandes y brillantes ojos de Minnie, junto con su cabello rubio como el sol. Pero el pequeño también tenía las orejitas y la cola del tigre, un pelaje suave y esponjoso que lo hacía único dentro de la manada.

—Es tan hermoso, —murmuró Minnie, su voz cargada de emoción.

—Como tú, omega, —respondió Jungkook sin dudar, besando la frente de su pareja.

Minnie levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de Jungkook. Había amor, devoción y gratitud en su mirada, un vínculo que solo ellos podían entender.

—No puedo creer que esté aquí, que sea nuestro, —confesó el omega, dejando escapar un suspiro lleno de felicidad.

—Es todo lo que soñamos, —afirmó el alfs, moviendo ligeramente su brazo para acomodar mejor a Minnie contra él.

Por unos minutos, ambos se quedaron así, envueltos en un silencio que hablaba más que cualquier palabra. La luz tenue de la chimenea iluminaba sus rostros, resaltando la paz y el amor que habían construido juntos.

—¿Sabes? —empezó Minnie, rompiendo el silencio con un tono travieso—. Creo que Jisoo será aún más consentido que yo.

Jungkook rió bajo, intentando no despertar al bebé.

—Puede ser, pero nadie puede superar a mi número uno, —respondió, mirando a Minnie con un brillo especial en los ojos.

El omega sonrió ampliamente, sus orejas moviéndose con felicidad.

—Ya veremos, alfa.

Esa madrugada se convirtió en un reflejo de todo lo que habían logrado. A pesar de los retos y los miedos, habían construido una familia llena de amor y esperanza. Mientras Jisoo dormía plácidamente en los brazos de su padre y Minnie se dejaba envolver por el calor de su alfa, ambos sabían que su hogar estaba completo.

La vida podía traer más desafíos, pero mientras estuvieran juntos, no había nada que no pudieran superar. Jisoo era el símbolo de ese amor inquebrantable, un recordatorio de que, después de todo, habían encontrado su final feliz.

Porque era así. Minnie era el omega perfecto en una manada de tigres. Minnie era el omega perfecto ante los ojos de Jungkook y eso era más que suficiente para convertirse en su hogar.

Fin.