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Capítulo 2
No supo en qué momento había perdido la noción del tiempo. Los recuerdos se sentían como fragmentos rotos, y lo único claro eran esos ojos dorados que lo observaban antes de que todo se volviera negro. Minnie abrió los ojos lentamente, parpadeando ante la luz tenue que iluminaba la habitación. Su cuerpo dolía por completo, cada músculo y articulación parecían gritar por el esfuerzo de la noche anterior.
Sus orejas estaban caídas, reflejo de su agotamiento físico y emocional, y sus ojos pesados le dificultaban enfocar. Intentó moverse, pero el dolor en sus extremidades lo hizo soltar un pequeño quejido. Fue entonces cuando notó dónde estaba: una cama grande, cálida y sorprendentemente cómoda, un lujo al que no estaba acostumbrado.
Miró a su alrededor, reconociendo la diferencia abismal entre este lugar y su antigua cabaña. Aquí no había humedad, ni muebles desvencijados. La habitación estaba impecable, con paredes de madera bien pulidas, una chimenea encendida en la esquina y muebles de calidad distribuidos con buen gusto. La calidez del fuego contrastaba con el frío húmedo que recordaba del bosque.
Bajó la mirada hacia sus piernas. Las heridas estaban limpias y vendadas con precisión. Sus brazos también estaban tratados con un cuidado que lo sorprendió. ¿Quién lo había atendido?
-Despertaste.
El sonido grave de la voz lo hizo sobresaltarse. Minnie se encogió al instante, apretando las mantas con nerviosismo. En el umbral de la puerta estaba el alfa de ojos dorados, su presencia imponente llenando todo el espacio. Llevaba una bandeja en las manos, y el aroma de la sopa humeante llegó hasta el conejito, haciendo que su nariz se moviera involuntariamente.
Sin embargo, la sensación de hambre fue reemplazada rápidamente por miedo cuando el alfa se acercó. Minnie tembló, abrazándose a sí mismo, mientras sus orejas caían aún más.
-No temas, no te haré daño -dijo el alfa, su tono calmado aunque firme.
Minnie no pudo evitar retroceder en la cama, acurrucándose como si quisiera desaparecer. Jungkook, el líder de los tigres, suspiró al verlo reaccionar de esa forma, pero no hizo ningún movimiento brusco. En su lugar, se sentó cuidadosamente en el borde de la cama, dejando la bandeja sobre la mesita de noche.
-Has invadido un territorio muy peligroso -continuó el alfa, con la mirada fija en el conejito. Aunque intentaba sonar suave, su voz seguía siendo profunda y demandante-. Has tenido suerte de que mi gente no te atacara.
Minnie apretó las mantas con fuerza, bajando la cabeza en señal de sumisión.
-Gracias... -murmuró apenas, su voz temblorosa como una hoja en el viento. Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente, cristalizándose mientras el miedo seguía enraizado en su pecho-. Por favor... no me hagas daño.
Jungkook sintió algo extraño en su pecho al verlo. Ese pequeño omega, tan vulnerable y frágil, estaba temblando como si el solo hecho de estar cerca de él fuera un castigo. No podía apartar la mirada de esas lágrimas, de esa postura encogida que clamaba por piedad.
¿Por qué me afecta tanto? pensó el alfa, intentando mantener su fachada imperturbable. Pero no podía ignorarlo. Había algo en ese omega que lo hacía sentir... diferente. Como si cada lágrima que derramaba lo desgarrara un poco por dentro.
Minnie sollozó, bajando aún más la cabeza. Sus hombros temblaban con cada respiro, y sus orejitas no se alzaban ni un poco.
-Omega -llamó Jungkook, su voz cargada de autoridad pero también de algo más, algo que ni él mismo entendía.
Minnie levantó apenas la mirada, sus ojos brillantes por las lágrimas encontrándose con los dorados del alfa. Jungkook decidió liberar una pequeña cantidad de sus feromonas. El aroma a incienso, profundo y calmante, llenó la habitación. Minnie parpadeó sorprendido, sus temblores disminuyendo poco a poco mientras el olor lo envolvía como un abrazo cálido.
-Estás a salvo -aseguró el alfa, tomando el tazón de sopa caliente y una cuchara de la bandeja.
Minnie miró el gesto con cautela, sus orejitas finalmente alzándose un poco. No dijo nada, pero tampoco retrocedió cuando Jungkook llevó la cuchara llena hacia él. Con un movimiento lento, el omega abrió la boca y aceptó el alimento.
El sabor cálido y reconfortante de la sopa le arrancó una pequeña lágrima. No recordaba la última vez que alguien lo había cuidado de esa manera. Minnie tragó con dificultad, y aunque su cuerpo seguía tenso, no rechazó las siguientes cucharadas que el alfa le ofreció.
-¿Cuál es tu nombre? -preguntó Jungkook mientras lo alimentaba, intentando romper el silencio que parecía eterno.
-M-Minnie... -respondió el omega en un susurro, bajando la mirada nuevamente.
-Minnie, ¿de dónde vienes?
El conejito dudó, sus manos apretando las mantas con fuerza. No quería hablar de su manada, de los recuerdos que aún lo atormentaban.
-No... no quiero volver ahí -murmuró finalmente, su voz quebrándose.
Jungkook alzó una ceja, notando la profundidad del dolor en sus palabras. No insistió, aunque la curiosidad seguía ardiendo en su interior. ¿Qué había llevado a un omega tan pequeño y frágil a vagar solo por un territorio tan peligroso?
-No necesitas hablar ahora -dijo el alfa, su tono más suave esta vez. Dejó el tazón vacío a un lado y miró al omega-. Pero aquí, bajo mi protección, nadie te hará daño.
Minnie alzó la vista, sus ojos temblorosos buscando alguna señal de engaño en el rostro del alfa. Pero todo lo que encontró fue firmeza, un extraño tipo de honestidad que no estaba acostumbrado a recibir.
-Gracias... -murmuró nuevamente, sus palabras cargadas de un alivio que apenas comenzaba a entender.
Jungkook asintió y se levantó de la cama, dándole espacio al omega para que se acomodara.
-Descansa, Minnie. Mañana hablaremos más.
El alfa salió de la habitación, dejando al conejito en la calidez del fuego y el aroma a incienso que aún flotaba en el aire. Minnie cerró los ojos, dejando que el cansancio lo venciera finalmente. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que podía dormir sin el peso constante del miedo en su pecho.
ᐢ..ᐢ
Jungkook soltó un suspiro pesado, sentándose en el sofá de la sala común. Había dejado al pequeño omega descansando en la habitación, pero la inquietud seguía raspando su mente. Apoyó los codos en las rodillas y se frotó el rostro, como si así pudiera despejar el revoltijo de pensamientos que lo atormentaban.
A unos metros, Yoongi estaba en la mesa, disfrutando de la sopa que el alfa había preparado. Lo observó de reojo, notando la tensión en los hombros de su líder.
-¿No te cansas de invadir mi cocina? -gruñó Jungkook, dejándose caer más en el respaldo del sofá mientras echaba la cabeza hacia atrás.
-¿Y tú no te cansas de llevar problemas a casa? -replicó Yoongi, dejando el plato vacío a un lado. Su mirada era inquisitiva-. Entonces, ¿qué harás con el conejo?
Jungkook cerró los ojos, exhalando lentamente para contener la turbulencia en su interior.
-No lo sé. Tiene miedo... miedo de volver a su manada.
-Eso es extraño -comentó Yoongi, apoyando los brazos sobre la mesa-. Según sé, su manada está al otro lado del bosque. ¿Por qué alguien como él vendría tan lejos, y peor, al área de los depredadores?
La pregunta se quedó flotando en el aire. Jungkook no tenía respuesta. Solo recordaba el terror en los ojos del omega, las lágrimas cayendo sin cesar y el olor débil que, de alguna manera, había roto algo dentro de él.
-¿Y bien? -insistió Yoongi, levantando una ceja-. ¿Qué harás con él entonces?
El alfa apretó los puños sobre sus rodillas. Había un torbellino en su pecho que no sabía cómo nombrar, y peor aún, su lado animal lo mantenía al borde. Su tigre rugía, arañando desde el interior, como si exigiera respuestas.
-Yoongi... -comenzó Jungkook, su tono era bajo, casi titubeante.
-¿Qué? -respondió el alfa, arqueando una ceja ante la expresión inusualmente insegura del alfa.
-¿Cómo supiste que Taehyung era tu omega?
El silencio que siguió hizo que Yoongi frunciera ligeramente el ceño. Esa pregunta, viniendo de Jungkook, lo tomó completamente por sorpresa. El alfa siempre había sido alguien reservado en temas amorosos, incluso indiferente cuando se trataba de vínculos o relaciones. Durante años, había mostrado una desinteresada calma hacia los omegas, lo que hacía esta pregunta aún más intrigante.
-Uhm... -Yoongi se tomó un momento para pensar en su respuesta-. Pues, simplemente lo sientes. Es como si algo dentro de ti despertara, ese instinto de querer protegerlo a toda costa, de enfrentarte a todo y todos por él. Y luego... solo lo amas. Caí rendido ante Taehyung desde el día en que lo conocí.
Jungkook se quedó en silencio, con la mirada fija en el techo. La palabra "amor" resonó en su cabeza, pero no era algo que pudiera procesar tan fácilmente.
-¿Por qué lo preguntas? -presionó Yoongi, inclinándose hacia adelante. Pero cuando no recibió una respuesta inmediata, sus ojos se entrecerraron con suspicacia-. ¡Por la diosa luna! No me digas... ¿encontraste a tu omega?
El silencio del alfa fue suficiente confirmación para él.
-¿Quién es? -insistió Yoongi, su tono más serio esta vez.
Jungkook se removió incómodo en el sofá, llevándose una mano al cabello y despeinándolo en frustración.
-Estoy confundido -admitió finalmente, su voz cargada de un peso que no podía explicar del todo-. Yo... mierda.
Yoongi cruzó los brazos, esperando que continuara.
-Todo comenzó cuando sentí su aroma. Era tan tenue, pero aun así... lavanda. Mi tigre empezó a ronronear. No lo entendí en ese momento. Luego lo vi. Estaba tan... vulnerable.
Los ojos del otro alfa se abrieron un poco más, sorprendido por lo que estaba escuchando.
-Y cuando lo vi en mi cama, tan pequeño, tan frágil... algo dentro de mí cambió.
Yoongi se enderezó en su asiento, la sorpresa pintándose en su rostro.
-Espera un momento... ¿El conejo?
Jungkook asintió lentamente, encontrándose con la mirada incrédula de su amigo.
-Creí que no tenía olor, pero... mierda -murmuró Yoongi, frotándose la sien como si tratara de asimilar lo que acababa de escuchar.
El silencio se alargó entre ambos, roto solo por el crepitar de la chimenea en la esquina de la sala.
-Esto cambia las cosas, Jungkook -dijo finalmente Yoongi, su tono más grave.
-Lo sé -respondió el alfa, apretando los puños nuevamente. No había duda en su mente de que este omega, ese pequeño conejo tembloroso, había desatado algo primitivo dentro de él. Pero junto con eso venía una responsabilidad que no sabía si estaba listo para asumir.
-Entonces, ¿cuál es el plan? -preguntó Yoongi, recobrando su compostura habitual.
-Primero, quiero saber por qué huyó de su manada -dijo Jungkook, su voz recuperando algo de firmeza-. Algo le pasó allí. Algo lo asustó tanto que prefirió arriesgarse a cruzar un bosque lleno de depredadores.
-Eso es evidente. Pero si ese pequeño es tu omega... -Yoongi hizo una pausa para que sus palabras calaran-. No puedes perder el tiempo. Los demás lo notarán tarde o temprano, y no todos estarán contentos con que un herbívoro comparta nuestro territorio, y menos con nuestro líder.
Jungkook sabía que tenía razón. Su manada era fuerte y leal, pero no todos aceptaban con facilidad a los extraños, especialmente a aquellos que no encajaban en su jerarquía de depredadores.
-Lo protegeré -declaró Jungkook, su voz llena de determinación.
Yoongi sonrió levemente, aunque su expresión seguía siendo seria.
-Eso espero. Porque si realmente es tu omega, no hay vuelta atrás.
El alfa asintió, su mirada fija en el fuego. Su tigre rugía suavemente en su interior, como si confirmara que la decisión ya estaba tomada. Minnie era suyo, y no permitiría que nada ni nadie lo lastimara jamás.
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