Capitulo 12: Primera Oleada
12 de Marzo / Hora 6 :23 pm
Plaza de Mayo, Buenos Aires, Argentina
El sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras mientras la histórica Plaza de Mayo en Buenos Aires cobraba vida. Miles de soldados uniformados se agrupaban en formación, sus corazones latiendo al unísono con una mezcla de emoción y nerviosismo. Esa noche, el presidente León de Argentina se dirigiría a sus valientes hombres y mujeres que se preparaban para enfrentar la amenaza terrorista que acechaba a la nación.
El presidente León era un líder carismático y respetado, conocido por su discurso inspirador y su compromiso inquebrantable con la seguridad de su país. Vestido con un traje oscuro y una bandera argentina en la solapa, se paró frente a la multitud, con un fondo majestuoso que incluía la Casa Rosada y la Pirámide de Mayo.
—¡Soldados de la patria!" comenzó su discurso con una voz fuerte y firme que resonó en todo el lugar. "Hoy estamos aquí, reunidos como una nación unida y comprometida con nuestra libertad y soberanía. Nos enfrentamos a un enemigo despiadado que busca socavar nuestros valores y nuestra forma de vida. Pero les digo que no lo permitiremos.
Los soldados escuchaban con atención, sintiendo una mezcla de orgullo y determinación al escuchar las palabras del presidente. León continuó: "Ustedes, valientes hombres y mujeres, son el escudo que protegerá a nuestra querida Argentina de cualquier amenaza externa. Han sido entrenados para este momento, y confío plenamente en su valentía y habilidades".
La plaza estaba en silencio, solo interrumpido por el viento que soplaba suavemente. Los ojos de los soldados brillaban con resolución y compromiso.
"Esta lucha no será fácil", continuó el presidente. "Habrá desafíos y sacrificios, pero siempre recordemos que luchamos por nuestra tierra, nuestras familias y nuestros valores. No permitiremos que el miedo o la incertidumbre nublen nuestro camino. ¡Somos Argentina, y juntos somos imparables!"
Un aplauso resonante y vigoroso se elevó desde la multitud. El presidente León sonrió, conmovido por la determinación de sus soldados. Luego, un coro espontáneo comenzó a cantar el himno nacional argentino, una poderosa expresión de patriotismo que llenó la plaza.
"¡Oíd, mortales, el grito sagrado!" cantaban con fervor, cada palabra cargada de emoción y orgullo. Las voces se unían en perfecta armonía, y la emoción era palpable en el aire
El presidente se unió al canto, sintiendo el corazón henchido de emoción mientras la pasión del himno resonaba en su interior. La plaza vibraba con el espíritu de la unidad y el compromiso inquebrantable con la nación.
Después de que el himno terminara, el presidente León se acercó al micrófono nuevamente. "Queridos soldados, vayan a la batalla con la certeza de que toda la nación está con ustedes. Confiamos en su valentía, en su disciplina y en su dedicación. Regresen victoriosos, y que la paz reine en nuestra amada Argentina una vez más".
La multitud estalló en aplausos y vítores, llenos de energía y confianza. Los soldados se dispersaron en silencio hacia sus unidades, llevando consigo el mensaje del presidente y el poderoso himno en sus corazones.
Esa noche, la Plaza de Mayo se convirtió en un símbolo de unidad y determinación. La guerra que enfrentaban era difícil y desafiante, pero bajo el liderazgo del presidente León y con el apoyo del pueblo, Argentina estaba lista para enfrentar su destino con coraje y valentía.
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El presidente León se encontraba en la habitación rodeado de hologramas que representaban imágenes relacionadas con la internet y la conectividad global. El transmite en vivo al país. A medida que las luces se encendían, su mirada reflejaba asombro y emoción ante la avanzada tecnología que tenía frente a él.
—El mundo se ha tornado muy pequeño, porque todos estamos conectados, desde el nacer de la radio, hasta la era dorada de la televisión. Desde el valle de silicon a la internet y mucho mas allá —dijo el presidente león con entusiasmo y una pizca de nostalgia en su voz.
El presidente inspiraba confianza y sabiduría, transmitiendo una mezcla de emoción al hablar sobre el poder de la tecnología y la evolución de los medios de comunicación.
—Una foto de perfil Compartida y un video viral. Un pensamiento por cientos de caracteres leído por el mundo. La gente puede saber lo que pensamos en las redes. El entretenimiento ha evolucionado. La red de las sombras que controlaba Cyberex esta muriendo, los medios de comunicación están cambiando, pero lo único que permanece constante, es la similitud social, y eso somos nosotros, tu, yo, la conexión humana —continuó, sus palabras mostrando una comprensión profunda de cómo la conectividad global ha transformado la forma en que nos comunicamos y compartimos información.
—Cuando estas en un evento, miras que estas rodeado en un mar de extraños, pero de alguna manera sientes que conoces a todos. En ese instante sientes algo en común con el resto. Momentos, Emociones, Tristeza, Alegría —agregó con una voz cálida y emocionada, conectando con la audiencia y resaltando la naturaleza humana que une a todas las personas a través de la conectividad.
—Durante años sudamérica fue atacada por el ejercito de Hifflon. En el 2010 en Colombia vimos varios muertos de policías, en el 2015 en el valle de Catamarca, argentina fue atacada, en el 2019 sao paulo, brasil fue destruida. Cada país sufrió la primera oleada, que solo sucede una vez en la vida.
—Todos estos eventos fueron momentos oscuros a nuestra nación que quedaran para la historia —dijo, expresando su respeto por los desafíos que enfrentó su nación y la región en su conjunto.
Finalmente, el presidente se dirigió a los valientes hombres y mujeres que conformaban el ejército, con una mezcla de orgullo y gratitud en su voz.
—El evento que veremos hoy lo enfrentaremos con estos hombres y mujeres, estos soldados, estos guerreros, son mas grandes que la propia vida, por que darán todo para defender a nuestra nación. Una vez más nos inspirarán, conmoverán, nos moldearán. Ellos sabrán conectarnos. Hoy el mundo estará observando. Esto es la primera oleada —dijo con firmeza y pasión, sus ojos brillando con una breve sonrisa.
Al terminar su discurso, Un holograma en 3D de un botón de play rojo se materializa frente a él, flotando en el aire. Su sonrisa confiada y decidida demostró que estaba listo para presionar el botón. Luego un intenso flujo de energía se dispara desde el botón y recorre los circuitos en la sala. Esta corriente de energía parece ser de un tipo muy avanzado y desconocido.
Sin embargo, lo más asombroso es lo que sucede después: bajo el mar, en algún lugar remoto y desconocido, comienzan a activarse estructuras de un satélite altamente tecnológico. Estas estructuras, previamente inactivas y desconocidas para la mayoría, se encienden y empiezan a operar con el flujo de corriente proporcionado por el botón de play.
A medida que la corriente fluye por los circuitos del satélite bajo el mar, una serie de luces brillantes y complejos mecanismos se ponen en marcha. Es evidente que esta tecnología avanzada ha estado oculta durante mucho tiempo, y solo el presidente parece tener el conocimiento o la autorización para activarla.
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Por otro lado, Keizer esta cara a cara con la bestia Zaigor. Ambos se miran con odio, luego Keizer corre hacia la bestia, golpes y ataques seguían sucediéndose rápidamente en la encarnizada pelea entre Zaigor en su forma reptiliana y Keizer, quien mantenía su determinación a pesar del desafío abrumador que tenía frente a él.
La bestia reptil de cuatro metros, embestía con su cola y sus garras, tratando de aplastar a Keizer. Pero el guerrero demostraba agilidad y habilidad, esquivando los ataques y respondiendo con movimientos precisos y rápidos.
Luego lanzaba ráfagas de energía desde sus brazaletes, intentando debilitar al monstruo, pero la escamosa piel de Zaigor resistía el impacto. Sin embargo, cada golpe de energía lograba ralentizar los movimientos del reptil, lo que le daba al guerrero una pequeña ventaja.
Sarah, observando desde la distancia, sintió una mezcla de miedo y esperanza. Sabía que si Himeya no encontraba una forma de detener a la bestia, la situación podría volverse desesperada. Pero también confiaba en la valentía y habilidad de su compañero.
La pelea continuó durante lo que pareció una eternidad, con ambos luchadores agotándose pero sin ceder ante la adversidad. Keizer buscaba una abertura en la defensa de Zaigor, mientras que este último intentaba encontrar una oportunidad para embestir con fuerza a su oponente.
Finalmente, en un momento crucial, Keizer vio una oportunidad. Esperó a que la cola del reptil se alzara para un nuevo ataque, y en ese instante, se lanzó hacia el cuerpo de Zaigor. Logró aferrarse a una de las escamas y escaló rápidamente hasta llegar a su espalda.
La bestia intentó deshacerse de él, pero Keizer se mantuvo firme y encontró una rendija entre las escamas donde concentrar su energía. Concentrando toda su fuerza, liberó una explosión de energía directamente en el punto vulnerable de Zaigor.
Keizer lo suelta y desata Un rayo verde disparado desde su cristal en la frente que impacta a la bestia y lo sacude contra los pilares de metal.
Luego un temblor se siente, Sarah corre hacia los otras cámaras y ve los soldados muertos. Ella intenta comunicarse con el director de la A.M.S pero fracasa.
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Por la tarde, en el horizonte tiñendo el cielo con tonos cálidos y dorados mientras los barcos de guerra uruguayos navegaban con sigilo por el ancho Río de la Plata. El ambiente estaba cargado de tensión, y cada tripulante se encontraba en estado de alerta máxima. Los navíos avanzaban lentamente, manteniendo una formación estratégica, listos para enfrentar cualquier obstáculo que pudiera interponerse en su camino.
Desde la costa argentina, la Marina de Guerra de detectó la presencia de los barcos uruguayos en su territorio y respondió rápidamente. La sirena de alerta resonó en las bases militares, y los barcos de guerra argentinos se pusieron en marcha para interceptar a los intrusos. El clima tenso se podía sentir en el aire, como si cada latido del corazón fuera una advertencia de lo que estaba por venir.
La situación se volvió aún más explosiva cuando ambas flotas se encontraron cara a cara en el ancho río. El silencio se rompió por el sonido ensordecedor de las sirenas y las órdenes gritadas por los oficiales al mando. Los barcos se acercaron lentamente, cada uno dispuesto a defender sus intereses y territorios.
El agua se agitaba violentamente con el fuego de los cañones y misiles que comenzaron a cruzarse. Los barcos uruguayos y argentinos se enfrentaron en una danza mortal, disparando ráfagas de proyectiles que cortaban el aire y hacían temblar el agua que los rodeaba. La estruendosa batalla naval llenó el lugar con una cacofonía de sonidos, dejando claro que la paz estaba muy lejos en ese momento.
Mientras la guerra naval se desataba en el Río de la Plata, una nueva amenaza se avecinaba desde el cielo. Helicópteros uruguayos, armados hasta los dientes, surgieron entre las nubes con un objetivo en mente: destruir la ciudad de Buenos Aires. La tensión aumentó aún más, y el miedo se apoderó de la población de la capital argentina.
Desde los barcos de guerra argentinos, se lanzaron misiles antiaéreos para interceptar a los helicópteros invasores. El cielo se iluminó con los destellos de los proyectiles y las estelas de humo, mientras el aire vibraba con el constante estruendo de la artillería. Los helicópteros uruguayos maniobraron con habilidad, esquivando los ataques y respondiendo con feroces embates que amenazaban con cambiar el destino de la ciudad.
La guerra se había desatado en múltiples frentes, en el río y en el cielo. Ambos países se enfrentaban en una batalla sin precedentes, donde las vidas de miles de personas estaban en juego. La tensión y el caos eran palpables, y la incertidumbre se aferraba a cada alma que presenciaba el conflicto.
Ambos bandos luchaban por sus ideales y soberanía, pero en medio de la destrucción, se preguntaban si esta violencia sin sentido podría llevar a una solución duradera o si solo sembraría más dolor y resentimiento en el futuro.
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Por otro lado, La bestia Zaigor emitió un sonido ensordecedor que hizo que Keizer se llevara las manos a los oídos, sintiendo un dolor agudo atravesar su cabeza. El corazón le latía con fuerza, mientras el temor y la incertidumbre se apoderaban de él ante el poder de la criatura. El cuerpo de Zaigor se iluminó con un misterioso resplandor azul, aumentando aún más la amenaza que representaba.
Antes de que Keizer pudiera reaccionar, Zaigor saltó con una fuerza impresionante, rompiendo el techo de la cámara y permitiendo que una inmensa cantidad de agua del río entrara al lugar. Sarah, con valentía pero dificultades, logró ingresar al submarino, consciente de que cada segundo contaba para sobrevivir a ese enfrentamiento.
Keizer no se dejó intimidar y, movido por el deseo de proteger a Sarah y detener a la bestia, saltó hacia el techo para perseguir a Zaigor. Su mente estaba centrada en la lucha, pero también sentía la preocupación latente por lo que el destino les tenía reservado.
Sin embargo, lo que encontró lo dejó sorprendido y asombrado. Zaigor se rodeó con varias anguilas eléctricas, manipulándolas para formar una especie de capullo a su alrededor. Keizer observó cómo la bestia absorbía la energía de las criaturas y se transformaba en una nueva y temible forma. Una mezcla de asombro y temor se apoderó de él al ver cómo la corriente eléctrica recorría el cuerpo de la monstruosidad, dotándola de un poder aún más aterrador.
No dejando tiempo para pensamientos, Keizer se lanzó a la acción, enfrentando valientemente a la bestia bajo las aguas del río de la Plata. La adrenalina corría por sus venas mientras lidiaba con la fuerza y ferocidad de Zaigor. La determinación y el instinto de supervivencia lo guiaban en cada movimiento, sabiendo que el destino de todos dependía de su capacidad para detener a esa abominación.
Mientras luchaban, las estructuras subacuáticas del satélite comenzaron a moverse inquietantemente, creando una atmósfera aún más tensa y caótica. Keizer se sorprendió al ver un gigantesco satélite emergiendo lentamente de las profundidades del río, una prueba más del alcance de los planes de la bestia.
Zaigor embistió a Keizer con fuerza, lanzándolo hacia el satélite. El guerrero se recuperó rápidamente y esquivó con agilidad el siguiente ataque de la criatura. La lucha continuó, ambos seres peleando encarnizadamente en lo alto del satélite donde choca con varios submarinos de los soldados, una batalla épica que desafió la gravedad y la lógica, pero que se libraba con una mezcla de miedo y valentía por parte de Keizer.
Cada movimiento y golpe era crucial, y Keizer se mantenía enfocado en el objetivo: detener a Zaigor. Aunque el temor estaba presente, la determinación y el coraje lo impulsaban a seguir luchando sin descanso.
La lucha bajo el agua se intensificó, el río de la Plata se convirtió en un escenario caótico y mortal. Keizer se esforzaba por enfrentar a Zaigor y a la vez lidiar con la amenaza de los peces infectados que se habían transformado en monstruos marinos bajo el control del malévolo ser.
La tensión se reflejaba en el rostro de Keizer, sus músculos tensos y sus sentidos alerta. Cada vez que se zambullía para esquivar un ataque, se encontraba rodeado por las aterradoras criaturas marinas que antes eran pacíficos habitantes del río.
Con una combinación de habilidad y astucia, Keizer trataba de contener las embestidas de los monstruos marinos mientras continuaba enfrentándose a Zaigor. Golpeaba, esquivaba y usaba sus habilidades para mantenerse a flote en la feroz batalla. Pero el número de enemigos aumentaba cada vez más, poniéndolo en una situación desesperada.
La ira y el desconcierto se reflejaban en los ojos de Keizer mientras veía cómo Zaigor manipulaba a los inocentes peces para convertirlos en sus siniestros secuaces. Se sentía impotente ante la devastación que estaba causando el monstruo.
Por otro lado, la mirada de Zaigor irradiaba malicia y triunfo, disfrutando de su sádico juego y destrucción. Su plan parecía estar funcionando a la perfección, lo que aumentaba la rabia y la determinación de Keizer para detenerlo.
El guerrero sabía que no podía permitirse distraerse, debía concentrarse en cada movimiento y estrategia para enfrentar tanto a Zaigor como a los monstruos marinos. A medida que la lucha se prolongaba, la tensión y el agotamiento se apoderaban de su cuerpo y mente.
El río se llenó de choques y choques de fuerzas sobrenaturales. Keizer buscaba una oportunidad para desequilibrar a Zaigor, pero parecía inmune a sus ataques. La bestia había obtenido un poder impresionante, y Keizer sabía que enfrentarla era una tarea casi imposible.
Sin embargo, en medio del caos, una chispa de determinación y esperanza se encendió en el corazón de Keizer. Recordó las palabras de Sarah y cómo ella siempre había creído en él. Con una renovada resolución, Keizer canalizó su poder interior y se enfrentó a los monstruos marinos con sus poderes. No permitiría que Zaigor destruyera todo ser vivo.
La batalla bajo el agua continuó, una lucha épica entre el bien y el mal, entre la oscuridad y la luz. Keizer sabía que el destino de muchas vidas dependía de su valentía y habilidades. La esperanza y el coraje se entrelazaron en su corazón mientras luchaba contra las fuerzas sobrenaturales, determinado a proteger a sus seres queridos y a su hogar de la amenaza de Zaigor y sus monstruos marinos.
La batalla alcanzó su punto álgido, cuando el enorme satélite sale lentamente del rio, varios pilotos de helicópteros se aterran al ver semejante estructura saliendo del rio. Ellos ven a Keizer quien se encontraba en una lucha desesperada contra Zaigor sobre en satélite, cuyo poder seguía creciendo con cada momento que pasaba. Sin embargo, antes de que pudiera encontrar una oportunidad para derrotar a la bestia, varios monstruos marinos emergieron del río de la Plata y se unieron a Zaigor, aumentando la amenaza y dificultando aún más la pelea.
Keizer se enfrentaba a una abrumadora cantidad de enemigos, pero su determinación no flaqueó. Con habilidad y valentía, se defendía de los ataques de los monstruos marinos mientras mantenía su enfoque en el despiadado Zaigor. La furia y la frustración ardían dentro de él, al ver cómo la ciudad y sus habitantes estaban siendo amenazados por esta invasión de criaturas oscuras.
Justo en el momento más crítico, la Marina de Guerra de Argentina intervino para enfrentar la amenaza. Los buques de guerra disparaban sus cañones hacia el satélite, tratando de frenar el avance de las monstruosidades. Helicópteros sobrevolaban la escena, lanzando ráfagas de fuego y misiles en un intento por debilitar al enemigo.
La batalla se volvió aún más caótica, con los monstruos marinos, Zaigor y Keizer luchando en un frenesí de acción. Keizer se sentía abrumado y superado en número, pero no se rindió. Inspirado por la valentía de la Marina y su determinación para proteger a su país, se llenó de fuerza renovada.
Utilizando la distracción de los ataques externos, Keizer encontró una oportunidad para enfrentar a Zaigor. Concentró su poder y se lanzó hacia la bestia con un golpe certero, impactando en su punto más vulnerable. Zaigor rugió de dolor y sorpresa, lo que le permitió a Keizer ganar un breve respiro.
Sin embargo, la batalla estaba lejos de terminar. Zaigor se recuperó rápidamente y contraatacó con ferocidad. Keizer se defendía con todas sus fuerzas, evadiendo los embates de los monstruos marinos y manteniendo a raya a Zaigor. La lucha se extendía sobre el satélite y la superficie del río de la Plata, mientras la ciudad observaba atónita el enfrentamiento titánico que tenía lugar.
Los helicópteros continuaban sus ataques desde el aire, apoyando a Keizer y a la Marina en su intento por contener a las fuerzas oscuras. La batalla era intensa y desgarradora, pero la determinación de Keizer y el apoyo de las fuerzas argentinas no flaquearon.
Con cada golpe y cada movimiento, Keizer recordaba a sus seres queridos y a la ciudad que amaba. Se negaba a dejar que Zaigor y sus monstruos marinos destruyeran todo lo que valoraba. La esperanza y la valentía se entrelazaban en su interior mientras luchaba sin descanso por proteger a su hogar y a sus amigos.
La batalla continuaba, una lucha épica y desafiante que decidiría el destino de la ciudad y de todos los que habitaban en ella. Keizer sabía que la victoria no sería fácil, pero estaba dispuesto a darlo todo por aquellos a quienes amaba y por el futuro de la ciudad que lo había acogido como su protector.
Próximo Capitulo - (Capitulo 13: "Destrucción")
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