Capitulo 11: Secretos en las Profundidades
12 de marzo Hora - 5: 34 pm
En una gran fábrica de tecnología en Buenos Aires, Argentina, el presidente Leon, un hombre de mediana edad con traje y corbata, llega acompañado de su equipo de seguridad y asesores. Mientras recorre la fábrica, observa al Profesor Gregor Martínez, un científico de apariencia angustiada, empacando dispositivos electrónicos y documentos en cajas. El ambiente es tenso y lleno de preocupación.
El corazón del Profesor Martínez latía aceleradamente mientras sus manos temblorosas intentaban empaquetar sus investigaciones más preciadas. Una mezcla de miedo y tristeza se reflejaba en sus ojos cansados. Se sentía atrapado entre el deber hacia su país y la inminente amenaza que acechaba en las sombras.
—¿Profesor Martínez, qué está sucediendo aquí? ¿Por qué está empacando todo esto? —pregunta el presidente con una mezcla de curiosidad y preocupación en su voz.
El Profesor Martínez suspira profundamente, intentando contener la angustia que lo embargaba antes de responder.
—Señor presidente, lo siento mucho, pero he tomado la decisión de irme del país. He recibido información de inteligencia que indica que los terroristas están planeando atacar Argentina, y no quiero estar aquí cuando ocurra —confiesa, dejando entrever la vulnerabilidad que sentía en esos momentos de incertidumbre.
El presidente asiente comprensivamente, consciente de la carga emocional que el Profesor llevaba sobre sus hombros.
—Entiendo su preocupación, Profesor, pero huir no es la solución. Usted es una pieza fundamental en el desarrollo tecnológico de nuestro país, y su trabajo es valioso para nuestra nación —dice el presidente con voz serena, tratando de transmitirle seguridad.
El Profesor Martínez mira al presidente, sus ojos reflejando una mezcla de miedo y gratitud por su apoyo.
—Lo sé, señor presidente, pero temo por mi seguridad y la de mi familia. Es un riesgo que no puedo permitirme —responde, con un nudo en la garganta.
El presidente se acerca un paso más, mostrando empatía hacia la situación del científico.
—Profesor, comprendo que la situación es delicada, pero escapar no es la respuesta. Nuestra nación necesita personas talentosas como usted para enfrentar estos desafíos. Juntos podemos encontrar una solución y proteger a nuestro país —insiste, tratando de infundirle esperanza.
Sin embargo, el miedo seguía aferrado al Profesor Martínez, que no podía evitar pensar en las posibles consecuencias.
—¿Una solución? ¿Cómo podríamos enfrentar a los terroristas? Son peligrosos y están bien armados —cuestiona con una mirada angustiada, sintiendo la magnitud de la amenaza que se cernía sobre ellos.
El presidente respira profundamente, su rostro reflejando la determinación que había forjado durante su trayectoria política.
—Es cierto que enfrentamos una amenaza, pero también tenemos recursos y fuerzas para defendernos. Trabajemos juntos con las fuerzas de seguridad para fortalecer nuestras defensas. No podemos permitir que el miedo nos haga abandonar nuestros principios y responsabilidades —afirma con convicción, buscando inspirar valentía en el científico.
El Profesor Martínez se detiene por un momento, mirando al presidente, pero su temor sigue siendo evidente.
Es que... no sé qué hacer. Siento que todo mi esfuerzo podría desaparecer en un instante. Aquí le dejo los códigos para activar el proyecto StarLink. Haga usted, por que yo no pienso hacerlo. Hasta luego.
El profesor con manos temblorosa entrega una tablet con los códigos, sintiendo el peso emocional de sus decisiones. Sus sentimientos oscilan entre la preocupación por su familia y la angustia de dejar su trabajo inconcluso.
El presidente toma los códigos con seriedad, comprendiendo la magnitud de la responsabilidad que acababa de adquirir.
Después de que el profesor se va con un camión de mudanza, el presidente se encuentra con su asistente, su expresión reflejando cierto disgusto y preocupación por la situación.
—Espero que Martínez reconsidere su decisión. Su trabajo es valioso para el país, y necesitamos su talento en momentos como estos —comenta con pesar, sin poder evitar sentirse afectado por la partida del científico.
El asistente asiente, comprendiendo la complejidad de la situación emocional que enfrentaban.
—Sí, señor presidente. Haré un seguimiento con él para ver si podemos encontrar una solución y convencerlo de quedarse —responde, mostrando determinación para abordar el problema.
Así, entre emociones tensas y decisiones cruciales, los personajes se ven enfrentados a un dilema que despierta miedos y responsabilidades. La narrativa se enriquece con el flujo de emociones de los protagonistas, haciendo que la historia cobre vida y se sienta más cercana al lector.
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"Si en otro momento de mi vida, años y meses atrás, me hubieran dicho que habría estado viviendo lo que estaba presenciando día a día, no lo hubiera creído. Esto es una locura, y eso lo que claramente me dejaba en claro que no estamos tan preparados para una crisis nacional y que tan mente cerrados habíamos sido"
Hora - 6 :03 pm
Himeya junto a Sara se dirigen a un túnel debajo de un edificios evacuados. Ellos son interceptados por militares quienes apuntan con sus armas. Sara con el joven bajan del coche, al acercarse son increpados por el general Angel Ronney.
—Ustedes demoraron mucho —dijo el general
—Tengo ordenes del director Morgan —comento Himeya.
—Lo se, pero su error mato a muchos de mis hombres, no puedo dejarlos ir, ¿¡entendieron!? —grito el general.
—Tenemos que investigar algo que esta en el rio de la plata. Pero necesitamos de su ayuda. Confíen en nosotros, una vez mas —dijo Sara.
El general pensó sobre la situación a ver que harán. Luego dijo que bajen sus armas. Himeya y Sarah logran entrar a los túneles donde hay varios submarinos. El lugar es algo oscuro y gran con varios pilares sosteniendo el techo desquebrajado.
—¿Que estamos buscando? —pregunto Himeya.
—Sospechamos que hay algo escondido en el rio de la plata, debemos averiguar que es. Nuestro dron tomo estas fotos, parece que hay una estructura debajo del rio —responde Sara.
—Se ve que es enorme. Si descubrimos que es, avisaremos al director de inmediato.
—No solo eso. La señal oscilatoria es fuerte, y proviene debajo del rio. Recuerden, esta es una operación de alto secreto. No podemos permitir que nadie se entere de lo que estamos investigando —advirtió Sara mientras se aseguraba de que todos entendieran la importancia de la discreción.
Himeya observaba a su alrededor, sintiendo la emoción y la incertidumbre ante lo desconocido. La adrenalina corría por sus venas mientras se preparaba para la misión.
—Todos a bordo —ordenó Sara, liderando el camino hacia el primer submarino.
El equipo se adentró en los sumergibles y, uno tras otro, descendieron a las profundidades del Río de la Plata. La sensación de estar rodeado por las aguas oscuras y desconocidas era abrumadora, pero Himeya se mantuvo enfocado en el propósito de la misión.
Dentro de los submarinos, el silencio era inquietante. La única iluminación provenía de las pantallas de control y los instrumentos, creando una atmósfera sombría y tensa. El sonido del agua golpeando el casco de los sumergibles aumentaba la ansiedad de la tripulación.
—Las fuerzas armadas están evacuando la ciudad. y la marina de guerra se prepara para un ataque terrorista, esto lo confirmo el Presidente León —Anuncio El general.
—Estamos llegando a la zona de interés. Preparémonos para sumergirnos más profundo —anunció Sara.
Los submarinos se sumergieron aún más, internándose en las oscuras profundidades del Río de la Plata. A medida que avanzaban, Himeya notó una extraña energía en el ambiente, como si algo misterioso los rodeara.
—Sara, siento algo extraño aquí abajo. Como si algo nos estuviera observando —comentó Himeya en voz baja.
—Yo también lo siento, Himeya. Pero debemos continuar, necesitamos descubrir qué está sucediendo aquí.
El equipo se mantuvo alerta mientras exploraban la zona submarina. A medida que avanzaban, descubrieron restos de estructuras y artefactos antiguos que parecían haber estado sumergidos durante siglos. La intriga crecía a medida que desentrañaban los misterios que ocultaba el Río de la Plata.
De repente, un extraño ruido resonó en los submarinos. Algo se acercaba rápidamente hacia ellos. Los soldados se prepararon para cualquier eventualidad, mientras Sara analizaba las pantallas de control con atención.
—¡Alarma! ¡Algo se acerca a gran velocidad! —advirtió Sara.
Antes de que pudieran reaccionar, una masa oscura y enorme apareció frente a ellos. Una criatura marina gigante emergió de las profundidades y se lanzó hacia los submarinos. Los soldados dispararon sus armas, pero apenas lograban causar daño.
—¡Es inútil! —exclamó Himeya, mientras se preparaba para enfrentar a la criatura.
Sara miró a Himeya con preocupación, pero sabía que tenían que proteger la integridad de la misión. Tras una intensa lucha, Himeya logró incapacitar temporalmente a la criatura, permitiendo que los submarinos escaparan.
A medida que avanzan, el brillo de las luces submarinas ilumina su camino. La adrenalina se mezcla con la incertidumbre mientras se acercan a la misteriosa estructura que ha llamado la atención de las autoridades.
El equipo de soldados entra en la estructura submarina, y quedan maravillados al descubrir que se trata de una especie estructura. Las paredes están decoradas con símbolos y jeroglíficos desconocidos.
—Esto es increíble. ¿Podría ser un ovni? —pregunta uno de los soldados, asombrado.
—No lo sé, pero estamos aquí para descubrirlo. Sigan adelante, pero con cautela. No sabemos qué peligros podríamos encontrar —advierte Himeya.
Avanzan lentamente al entrar a la estructura. Los soldados salen del submarino y caminan por los pasillos del templo sumergido, con sus linternas iluminando el camino. Cada paso que dan los acerca a la verdad oculta en las profundidades del río.
De repente, se encuentran con una puerta masiva y misteriosa, sellada por siglos de historia. Sara utiliza sus habilidades técnicas para descifrar la cerradura, y la puerta se abre lentamente, revelando una enorme cámara subacuática.
Dentro de la cámara, encuentran una esfera luminosa flotando en el centro, irradiando una energía desconocida. La luz azil parpadea y los soldados se sienten atraídos por su resplandor hipnótico.
—Cuidado, no sabemos qué es eso. Podría ser peligroso —advierte Himeya.
—Es hermoso... siento que me atrae hacia él —comenta uno de los soldados, hipnotizado por la esfera.
—No se acerquen demasiado, podría ser una trampa —insiste Sara.
Himeya dispara a la esfera y esta explota en partículas. Los soldados toman un camino y Sara junto a Himeya se dirigen hacia la otra cámara.
—Dylan, absorbió todo tipo de criaturas. Se desarrollo y muto. Su figura debe ser horrenda. No puedo ni imaginarlo —exclamó Sarah, visiblemente inquieta.
—Dime Sarah, yo mantengo mi conciencia y mis sentimientos intactos. ¿Pero que hay de el? ¿No hemos sido afectado por la misma luz? —pregunto Himeya.
—No es así. La luz azul lo ha generado un efecto diferente. El no tuvo suerte. Lo afecto la luz maligna, suena raro, pero las cosas aveces son impredecibles.
De pronto escucharon el rugido de la bestia. Ambos prendieron sus linternas para ver mejor. Los gruñidos se dejan de oír. Entre los pilares, aparece un hombre con el torso desnudo. Al dúo logra ver a Dylan, el hombre que fue poseido por la bestia.
—¿Sarah? ¿Que haces aquí? —pregunto el hombre con voz temblorosa—. Dime, ¿que esta pasando conmigo?
—Lo sabia. Sigue siendo un humano completo, aun conserva su conciencia, pero la bestia lo posee —comenta Himeya.
—Yo no estaría tan segura de eso —dijo Sarah sospechando la actitud de Dylan.
—Sarah, ¿dónde estoy? Dime, ¡¿dónde estoy?! —preguntó Dylan, mirando a su alrededor con desesperación.
—Dylan, tú estás... en el cielo —comentó Sarah, conteniendo la tristeza en su voz.
—¿Que estas diciendo? —pregunto dylan sin comprender..
—Eso mismo. Esto es el cielo, por que tu estas muerto —sentencio Sarah recordando de como ambos se conocieron y despues dispara varias veces a Dylan.
La mano del hombre se deforma y sufre de dolor, luego golpea el suelo que hace que ambos caigan al suelo.
—Sarah... fueron 7 disparos, pero solo me has dado en una ocasión. Intenta a puntar con mas precisión —comento Dylan ya con una voz mas monstruosa. Luego el camina hasta que la agarra del cuello a la mujer—. ¿Acaso tus lagrimas anulan tu visión?
—Hasta siempre, Dylan —Sarah disparo en el pecho del hombre que hace que la suelte.
El grita de dolor aparentemente, pero luego unos espinas grandes que sobresalen en su espalda.
—Por fin revelas tu identidad, Zaigor —comentó Himeya.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Sarah, desafiante.
—Estoy en medio de un divertido juego. Humanos contra humanos, una vez más estarán en una guerra. En este caso, verán que hasta las personas buenas serán consumidas por la oscuridad. —expresó Dylan, con malicia.
—¿Te refieres a nosotros? —pregunto sarah.
—¿Sabes del conflicto de los terroristas? ¿El ejercito de Hifflon? —pregunto Himeya.
—He observado a todos ellos desde el espacio, es momento de verlos como se matan entre ellos —expresó Dylan, con malicia.
Luego el se abalanza hacia la mujer,pero Himeya lo detiene empujándolo. Dylan salta por varios de los pilares tratando de confundir al joven. Sarah se aparta del lugar, pero el hombre crea un hoyo y esta cae a unos metros. Himeya choca sus puños para activar sus brazaletes y dispara ráfagas de energía. Dylan se mueve como un animal por las paredes, y se cubre con su espalda para amortiguar el daño.
—¡Ya no eres humano! ¡Te destruiré! —gritó Himeya, con furia.
Dylan se lanzó hacia Himeya y ambos lucharon cuerpo a cuerpo, demostrando sus habilidades en un enfrentamiento tenso y desgarrador.
Dylan, estaba lleno de una ira oscura y descontrolada. Sus ojos brillaban con una malevolencia que dejaba en claro que ya no era el mismo ser humano de antes. La bestia que lo habitaba había tomado control de sus acciones, y aunque alguna parte de su conciencia resistía, la oscuridad lo envolvía cada vez más.
La batalla entre Dylan y Himeya desató una furiosa tormenta de poderes sobrenaturales. Sarah, al verse incapacitada temporalmente, observó con impotencia la colisión de energías que llenaba el lugar. Los destellos de luz y sombra se entrelazaban en un ballet caótico, iluminando las oscuras profundidades del escenario.
Dylan, poseído por la bestia, era una fuerza imparable. Sus movimientos eran ágiles y salvajes, como si hubiera adquirido la agilidad de todas las criaturas que había absorbido. La monstruosa voz que emergía de su garganta era aterradora, pero aún había un atisbo de lucha interna en sus ojos.
Himeya, por otro lado, desplegó su destreza como portador de los brazaletes místicos. Lanzaba rayos de energía con precisión y rapidez, tratando de mantener a raya a la criatura que alguna vez fue su amigo. Sus emociones se mezclaban entre la tristeza y la resolución, pues sabía que, aunque estuviera enfrentando a Dylan, aún había una parte de él que luchaba contra la posesión.
Los escombros volaban a su alrededor mientras las ondas de choque de sus poderes colisionaban. Las estructuras de los pilares crujían bajo la intensa presión del enfrentamiento.
Los poderes colisionaban en un enfrentamiento épico mientras la oscuridad los rodeaba, y los pilares crujían bajo la fuerza del combate. Dylan parecía haberse fortalecido con el poder de la bestia que lo poseía, su figura ahora era una mezcla grotesca de humano y criatura, con ojos brillantes y garras afiladas.
Himeya luchaba con valentía, esforzándose por contener la arremetida de Dylan. Pero a medida que pasaban los minutos, su resistencia se desgastaba y la superioridad de la bestia se hacía evidente.
—¡No te dejaré ganar, Dylan! —gritó Himeya, lanzando rayos de energía con determinación.
Dylan apenas parecía esforzarse, desviaba los ataques con facilidad y contraatacaba con ferocidad. Sarah, que había logrado recuperarse del golpe y había observado la pelea desde la distancia para luego comunicarse con el director de lo que esta viendo.
La lucha entre Himeya y Dylan se volvía cada vez más intensa y caótica. Los golpes resonaban en el lugar, mientras ambos esquivaban y contraatacaban con todas sus fuerzas.
—El juego ha terminado, es hora de luchar con nuestras formas originales —comento Dylan.
—¿De que hablas? Esta es mi verdadera forma.
—Esa forma humana es solo un camuflaje para ocultar tu poder, victoriano, no me hagas esperar, quiero ver que tan fuerte eres.
Las fuerzas oscuras que habían poseído a Dylan eran poderosas y arraigadas. En ese momento, el hombre soltó un grito de dolor que llenó el aire, y su cuerpo comenzó a iluminarse con una luz azul y se transforma. Escamas negras emergieron de su piel, y su cuerpo se alargó hasta alcanzar los cuatro metros de altura. Una larga cola reptiliana apareció detrás de él, balanceándose con ferocidad.
Sarah contuvo el aliento, horrorizada por la monstruosa metamorfosis de su antiguo compañero.
—Ya veo, entonces vamos a divertirnos —comento Himeya desliza su mano sobre el cristal hacia el codo de su brazalete derecho. Luego el cristal libera partícula de luz que convoca la medalla verde de un halcón.
El joven presiona la medalla verde, y una voz masculina emerge de la medalla, resonando con autoridad y misterio mientras declara las palabras:
— "¡Keizer Dimensión!"
La medalla fue colocada cuidadosamente sobre el cristal del brazalete derecho, permitiendo que este capturara su esencia y desencadenara el proceso de transformación.
—"¡Dimensión Load! ¡Falcón Suprenimal!" —una voz vibrante anunció, llevando consigo un sentimiento de emoción y poder.
Himeya desliza su mano izquierda hacia el brazalete derecho, preparándose para la transformación que estaba por venir.
—¡Keizer! —El grito de Himeya resonó en el aire, lleno de emoción, mientras elevaba su brazo derecho hacia el cielo.
El cuerpo de Himeya se ilumina y la forma brillante de un Halcón blanco se aleja volando, el joven lo sigue en forma de una esfera de luz, fusionándose ambos seres. La escena muestra a Keizer elevándose hacia una túnel de luz verde.
—"Ultimate Rising: Omega-Keizer" —la voz declara la forma del humanoide.
Finalmente, la luz se desvanece, revelando la forma del humanoide de 2 metros. Su armadura brillante verde y su mirada resuelta muestran que está listo para enfrentar cualquier desafío que se interponga en su camino.
Próximo Capitulo - (Capitulo 12: "Primera Oleada")
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