Capitulo 10: Nueva Misión
12 de Marzo - Casa Rosada, Buenos Aires / Hora 9 :34 Am
El agente Azgalor lleva una capucha negra y camina muy serio por los pasillos del edificio. Al llegar a un patio, observa la seguridad que hay, y lanza un par de dardos cortantes a los 3 policías. Este camina hacia el patio y logra ver a mucha gente en los alrededores como transitan de un lugar a otro. Los otros policías se percatan y apuntan al sujeto, pero este lanza un rayo desde su ojo bionico haciendo pedazos a los policías.
El alcalde, paralizado por el horror de presenciar los actos violentos de Azgalor, temblaba mientras observaba cómo el agente asesinaba a los policías sin piedad. La incredulidad y el miedo se reflejaban en sus ojos, mientras buscaba respuestas en la mirada despiadada de su atacante.
La llegada de otro escuadrón de policías no intimidó a Azgalor en lo más mínimo. Un destello de desprecio se reflejó en su rostro mientras levantaba su ojo biónico y lanzaba un rayo devastador que desintegró a los agentes en un instante. Un breve estallido de risa se escapó de sus labios, revelando su siniestro deleite ante la impotencia de aquellos que intentaban detenerlo.
La gente del palacio, aterrorizada por la violencia desatada, huía a toda prisa, buscando refugio donde pudieran. El alcalde y sus ministros, aún aturdidos por lo sucedido, se quedaron petrificados ante la presencia de Azgalor, sintiendo cómo el peso de su amenaza se apoderaba de ellos.
—¿Quién eres? ¡¿Por qué haces esto?! —tartamudeó el nuevo alcalde, temblando de miedo mientras veía al sujeto acercarse a él con paso seguro.
Azgalor se detuvo frente al alcalde, su mirada penetrante y despiadada.
—Esto es solo una pequeña muestra de lo que soy capaz. Será mejor que se preparen. Dile al presidente que la primera oleada comenzará en unos días. Espero que traiga a sus mejores soldados para dar un gran espectáculo —comunicó Azgalor con soberbia, su voz cargada de amenaza, antes de retirarse del lugar con paso firme.
El alcalde y sus ministros quedaron atemorizados y conmocionados por la violencia desatada. En medio del silencio sepulcral, el eco de las palabras de Azgalor resonaba en sus mentes, llenándolos de incertidumbre y temor.
Al salir del palacio, Azgalor apuntó su ojobiónico hacia las cámaras de seguridad y disparó un rayo destructor, reduciendo las cámaras a escombros y dejando el lugar sumido en la oscuridad. Sin inmutarse, continuó su marcha, su rostro imperturbable y serio mientras avanzaba por el entorno con determinación.
Mientras caminaba por el lugar, los pensamientos oscuros y siniestros de Azgalor se mezclaban con las emociones encontradas de aquellos que habían presenciado su brutalidad. Su presencia imponente y sus acciones despiadadas dejaban una marca indeleble en la mente y el corazón de quienes se habían cruzado en su camino.
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El director de la A.M.S, Chris Morgan, acompañado por el general. Juntos, se dirigieron a la habitación donde Himeya estaba viendo las noticias sobre el atentado. Sara y el general se retiraron, dejando a Himeya solo con el director.
—Buenas tardes, soldado. Soy Chris Morgan, director de la A.M.S —se presentó el director, su tono serio pero cargado de autoridad.
—Mucho gusto, un placer conocerlo —respondió Himeya, su voz reflejando de emoción y respeto ante la presencia del director.
—Te he estado observando durante mucho tiempo, y ahora quiero que te unas a mi organización. Si no me equivoco, tu general ya te lo ha mencionado, oficial Himeya —continuó el director, su tono revelando una mezcla de admiración y confianza en el joven soldado.
Himeya frunció el ceño, asombrado por el nuevo título que le otorgaban. La curiosidad se apoderó de él y formuló una pregunta.
—¿Ahora soy un oficial? ¿Qué harán conmigo? —inquirió Himeya, su interés evidente en conocer los detalles de su futuro dentro de la organización.
Chris Morgan miró fijamente a Himeya, su expresión seria pero con una chispa de expectativa en sus ojos.
—Vamos directo al grano. A partir de hoy, serás transferido a nuestra organización. Estas son tus órdenes —anunció el director, entregándole una hoja que detallaba el currículum de la A.M.S.
Himeya tomó la hoja y comenzó a leerla con atención, sus ojos se movían rápidamente mientras asimilaba la información.
—Agencia Militar Secreta, una organización nacional clandestina para investigar y derrotar a las "Bestias Espaciales" —murmuró Himeya, mientras continuaba leyendo—. ¿Y yo estaré en ese grupo para eliminar bestias y terroristas? —preguntó Himeya, su voz reflejando una mezcla de asombro y determinación.
El director asintió, su mirada firme y su tono cargado de convicción.
—Exactamente. Nuestra agencia va más allá de las fronteras nacionales. Nuestra misión es promover la paz. Tú has sido seleccionado para formar parte de nuestro equipo —aseguró el director, su voz revelando su confianza en las habilidades y potencial de Himeya.
Himeya asimiló la información, sintiéndose honrado y al mismo tiempo desafiado por la responsabilidad que se le asignaba.
—¿Por qué fui seleccionado? —inquirió Himeya, su curiosidad palpable en su tono.
El director tomó una pausa antes de responder, buscando las palabras adecuadas.
—Una de las razones es porque eres un experimento de la A.M.S —respondió el director, sorprendiendo a Himeya—. Sí, eres parte de nosotros. Lo que sucedió en 2008 cuando mataron a tus hermanos, todo eso se perdió. Aquí tienes tu expediente.
Himeya tomó el expediente y lo revisó con detenimiento, sus ojos se posaron en su fecha de nacimiento y una serie de fotografías que mostraban su pasado.
—Dice aquí que nací el 12 de enero de 1998 —dijo Himeya.
—Cuando ingresaste a la Academia Inter Global en 2015, nos sorprendió descubrir que uno de nuestros experimentos seguía con vida. Tenemos algunas fotos tuyas cuando tenías 10 años. No tenías esa cicatriz en la mejilla —comentó el director, su voz revelando su sorpresa y confusión ante los nuevos descubrimientos.
—Esa cicatriz es producto de un accidente, ocurrió hace mucho tiempo. ¿Quien mas sabe que soy un experimento?
—Solo los altos mandos de la organización conocen tu verdadera identidad. Recuerda que solo los mejores en cada especialidad son elegidos para fortalecer nuestra organización. Ahora, un nuevo desafío se presenta ante ti —explicó el director, abriendo su maleta y entregándole a Himeya un dispositivo azul moderno.
Himeya examinó el dispositivo, asombrado por su aparente versatilidad y funcionalidad.
—¿Qué es esto? —preguntó Himeya, su voz cargada de asombro.
—Es un "Smartwatch", un dispositivo de comunicación de alta calidad. Nuestro equipo lo utiliza como un teléfono de video, un mapa, un detector de bestias y un escáner. También puede ser equipado con armas como una pistola paralizante, una bomba de napalm, un arma de rayos y un dardo congelante. Por ahora, los nuevos miembros solo lo utilizarán para la navegación —explicó el director, revelando la tecnología avanzada que poseían.
Himeya asintió, impresionado por las capacidades del dispositivo y la tecnología que la A.M.S poseía.
—Es impresionante la tecnología que tienen. Entonces, ¿cuál es la siguiente misión que debo llevar a cabo? —preguntó Himeya, su voz reflejando su disposición y entusiasmo para enfrentar nuevos desafíos.
El director sonrió, apreciando la determinación en las palabras de Himeya.
—Hemos detectado una señal oscilatoria en el rio de la plata, asi que nuestro dron tomo fotografías sobre una estructura debajo del rio. Tu iras con un equipo para averiguar que es. Irán por submarinos —comunicó el director, esperando la reacción de Himeya.
Himeya asintió, recordando las noticias sobre las personas secuestradas y la preocupación por la situación.
—Entonces, ¿la bestia estaría oculto en esa estructura? —Pregunto Himeya, su voz cargada de preocupación y determinación.
El director asintió, compartiendo la preocupación de Himeya.
—Es lo mas probable. Los terroristas que destruyeron la academia se llevaron tecnología valiosa y también secuestraron a profesores y científicos. Es probable que los estén utilizando para sus propios fines. Nuestra científica, Sara, se ha infiltrado en Uruguay y ha recopilado mucha información al respecto. Sabemos dónde se encuentran sus bases. Nuestra misión es destruirlo todo para evitar la primera oleada. Así que te lo preguntaré solo una vez, Himeya: ¿aceptas esta misión? —inquirió el director, su voz reflejando la importancia y el desafío que implicaba la tarea.
Himeya miró al director con determinación, consciente de la gravedad de la situación y la responsabilidad que recaía sobre sus hombros.
—Acepto el desafío. Estoy agradecido de que me hayan considerado y confiado en mí. Si esta misión implica eliminar a los terroristas de una vez por todas, no puedo negarme a participar —respondió Himeya, su voz llena de determinación y un resuelto sentido de justicia.
El director asintió, reconociendo la valentía y la determinación en las palabras de Himeya.
—Bien. Tu equipo estará esperándote en la tarde en los túneles de la ciudad. Eso es todo por hoy. Me retiro —anunció el director, guardando su maleta y preparándose para partir—. Ah, una última cosa: la información sobre tu asignación es altamente confidencial. No lo olvides.
Himeya asintió, comprendiendo la importancia de mantener la discreción en una misión de tal magnitud.
—Entendido, señor. La discreción será mi prioridad —afirmó Himeya, su voz reflejando su compromiso con la seguridad y el éxito de la operación.
Con esas palabras, el director se retiró de la habitación, dejando a Himeya sumido en un torbellino de emociones. La excitación por la oportunidad de formar parte de una organización secreta y enfrentar a los terroristas se mezclaba con la seriedad y la responsabilidad de la misión que se avecinaba.
Himeya se tomó un momento para reflexionar sobre todo lo que había aprendido. Aceptando su destino como parte de la A.M.S, se preparó mental y emocionalmente para enfrentar los desafíos que le esperaban. Sabía que el camino sería difícil, pero estaba decidido a hacer todo lo necesario para proteger a los inocentes y llevar a los culpables ante la justicia.
Con su nuevo dispositivo en la muñeca y su determinación ardiendo en su interior, Himeya se dirigió hacia el futuro, listo para enfrentar lo que fuera necesario con valentía y convicción. La batalla por la paz apenas comenzaba, y él estaba dispuesto a convertirse en el héroe que su nación necesitaba.
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Bueno Aires - 11 :23 am
Por la mañana, Zhera sale del colegio acompañada de su madre. Ambas caminan juntas mientras conversan sobre Himeya, el hermano de Zhera que está involucrado en el ejército.
—Oye mama... ¿Crees que mi hermano dejará de volar en el ejército por mí? —pregunta Zhera con cierta inseguridad, mirando a su madre en busca de respuestas.
—Claro que no, cariño. ¿Por qué piensas eso? ¿El te ha dicho algo al respecto? —responde su madre, tratando de calmar las preocupaciones de su hija.
—No, pero a veces cuando se junta con sus amigos y hablan de aviones, se le ilumina el rostro y se ve muy feliz. Volar es lo más importante para él, ¿no crees?
La madre sonríe con ternura, comprendiendo la preocupación de Zhera. Acaricia suavemente el hombro de su hija mientras le responde con amor:
—Es cierto que a Himeya le apasiona volar y estar en el ejército, pero eso no significa que te quiera menos. Él te adora, eres su hermana pequeña y nada podría cambiar eso. Estoy segura de que él siempre estará aquí para ti, sin importar lo que pase.
Al continuar caminando, Zhera empieza a sentirse mareada y confundida. De repente, se desmaya en brazos de su madre. Esta entra en pánico y trata de que Zhera recobre el conocimiento.
—¡Zhera! ¡Despierta, por favor! —exclama la madre, con lágrimas en los ojos y el corazón palpitando con temor.
La madre toma a Zhera en sus brazos y busca ayuda desesperadamente, llamando a la gente cercana para que llamen a una ambulancia. La incertidumbre y el miedo se reflejan en su rostro mientras espera la llegada de la ayuda.
En medio de la angustia, su mente se llena de pensamientos sobre la salud de su hija y el amor incondicional que siente por ella y su hermano Himeya. A pesar de las preocupaciones sobre el futuro y las responsabilidades que ambos hermanos enfrentan, su amor como familia es lo que les da fuerzas para seguir adelante.
Finalmente, la ambulancia llega y Zhera es llevada rápidamente al hospital. La madre la acompaña, sosteniendo su mano con ternura y rezando para que todo esté bien. En ese momento, las emociones se entrelazan en un torbellino de esperanza y preocupación, mientras enfrentan juntas este desafío inesperado.
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Ciudad de Zarate, Argentina / 11 :45 am
En la base de Zarate, Himeya camina junto a unos soldados que se dirigen a unos vehículos militares. Aunque aparenta tranquilidad, su mente está inundada de imágenes desconcertantes, visiones de su hermana siendo llevada a una ambulancia. El dolor y la preocupación lo abruman, pero antes de que pueda procesar completamente sus emociones, los instintos sobrehumanos de Himeya se activan de forma abrupta.
Con una fuerza impresionante, saca al piloto de un carro militar y arroja al conductor hacia los arbustos cercanos. Los soldados reaccionan rápidamente y comienzan a disparar al vehículo robado. La confusión y la adrenalina se mezclan en el ambiente mientras Himeya intenta lidiar con sus propias emociones y la situación en la que se encuentra.
—Pediré permiso a la base para eliminarlo —declara el comandante Angel Ronney, mirando la situación con preocupación.
—No espere. Él es el único que puede derrotar al monstruo —comenta Sarah, una mirada decidida en sus ojos.
—El es un monstruo, no debimos confiar en él —responde el comandante, lleno de desconfianza.
Sarah toma una decisión rápida y se dirige hacia un coche para perseguir a Himeya. A través de un SmartWatch, intenta comunicarse con él, pero no obtiene respuesta. A pesar de la incertidumbre, Sarah tiene claro que debe encontrar a Himeya y ayudarlo en lo que pueda. Lo localiza en su radar y llama a su amigo Morales para informar sobre la situación.
—Sargento Morales, Himeya sintió que la niña estaba enferma, estaré ahí en unos minutos. Mantenga los ojos abiertos —dice Sarah, su voz llena de urgencia.
—Estoy en el hospital de Villa Sur, y veo a su madre con otras personas en la sala de espera. Pero si Himeya llega, ¿qué harías con él? —pregunta Morales, preocupado por la seguridad de su amigo.
—Sargento, eso no es asunto suyo, deje esto en mis manos. Confío en que puedo ayudarlo a manejar sus emociones y tomar las decisiones correctas —responde Sarah, con determinación y una mezcla de comprensión por la situación de Himeya.
La incertidumbre y la tensión se intensifican mientras Sarah se dirige a la ubicación de Himeya. Las emociones de los personajes se entrelazan en una compleja red de preocupación, miedo y valentía, mientras enfrentan una situación imprevista y buscan ayudar a su amigo en un momento de gran necesidad.
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Hora - 12: 05 pm
El presidente de Argentina, Rufino León, se encontraba sentado en su despacho dentro de una corporación, rodeado de sus ministros, todos ellos con expresiones preocupadas en sus rostros. La noticia del reciente atentado terrorista que había tenido lugar en la casa rosada, había sacudido al país entero, y ahora era momento de tomar decisiones cruciales.
El presidente, un hombre de rostro sereno y cabello canoso, pero con ojos llenos de determinación, tomó la palabra y dirigió su mirada hacia los miembros de su gabinete.
—Estamos frente a una situación sumamente grave y delicada. El atentado en la Casa Rosada ha dejado una herida profunda en nuestra nación. Nuestro deber ahora es mantener la calma y trabajar juntos para enfrentar esta crisis —dijo el presidente, su voz firme y resonante, tratando de infundir confianza en sus colaboradores.
La ministra de Seguridad, Valeria Mendoza, una mujer de cabello corto y gesto decidido, tomó la palabra, su voz cargada de preocupación y determinación.
—Presidente, hemos recabado toda la información disponible hasta el momento. El ataque fue llevado a cabo por un grupo terrorista conocido como "El Alba", cuyo objetivo principal era causar caos y sembrar el miedo en nuestra sociedad. Estamos trabajando junto con las fuerzas de seguridad para capturar a los responsables y llevarlos ante la justicia —informó la ministra, su mirada firme y su tono reflejando su compromiso con la seguridad del país.
El ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Rodríguez, un hombre de apariencia distinguida y lentes de montura metálica, intervino con voz serena pero cargada de preocupación.
—Es crucial que nos comuniquemos con los líderes internacionales y les informemos sobre lo sucedido. El ataque en la Casa Rosada ha tenido un impacto significativo en la imagen de nuestro país en el ámbito internacional. Debemos asegurarnos de que la comunidad internacional comprenda que estamos tomando medidas firmes para garantizar la seguridad y la estabilidad de Argentina —sugirió el ministro, enfatizando la importancia de la diplomacia en estos momentos difíciles.
El presidente González asintió, reconociendo la relevancia de una respuesta internacional adecuada.
—Tiene razón, ministro Rodríguez. Debemos coordinar esfuerzos con nuestros aliados y asegurarnos de que sepan que Argentina no tolerará actos de terrorismo en nuestro suelo. El mensaje que debemos enviar es de unidad y fortaleza frente a esta amenaza que es el presidente de Uruguay —afirmó el presidente, su mirada reflejando su determinación y liderazgo.
El ministro de Defensa, Alejandro Fernández, un hombre de porte firme y semblante serio, intervino enérgicamente.
—Señor, debemos reforzar nuestras medidas de seguridad en todos los puntos estratégicos del país. Además, es vital trabajar en conjunto con las fuerzas de inteligencia para desmantelar cualquier célula terrorista que pueda estar operando en nuestro territorio. No podemos permitir que el miedo y la inseguridad se apoderen de nuestra nación —declaró el ministro, su voz resonando con determinación y preocupación por la seguridad de los ciudadanos argentinos.
El presidente escuchó atentamente a cada uno de sus ministros, asimilando sus propuestas y preocupaciones. Sabía que debía tomar decisiones cruciales en este momento crítico.
—Estoy convencido de que, como nación, podemos superar esta prueba. Debemos unirnos como argentinos y demostrar nuestra fortaleza ante quienes intentan debilitarnos. Trabajaremos incansablemente para garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos y llevar a los responsables ante la justicia. Argentina no se doblegará ante el terrorismo —afirmó el presidente González, su voz cargada de esperanza y determinación.
La sala se sumió en un breve silencio, todos los ministros asintieron en acuerdo con las palabras del presidente. A pesar de la gravedad de la situación, la confianza en el liderazgo del presidente y la unidad de propósito llenaban el ambiente.
El presidente León se levantó de su asiento, mirando a sus ministros con determinación en los ojos.
—Es hora de actuar. Cada uno de nosotros tiene un papel vital en esta lucha. Juntos, superaremos esta crisis y haremos justicia por aquellos que han sido afectados. Activar el proyecto StarLink es imposible, por que el profesor Gregor conocer la clave para activarlo. No he tenido comunicación con el hace dias. Solo tendré que mandar a todo mi ejercito a proteger el país —concluyó el presidente, su voz resonando con la certeza de que Argentina saldría fortalecida de esta prueba.
Con un nuevo sentido de propósito y unidad, el presidente y sus ministros se prepararon para enfrentar los desafíos que les esperaban, trabajando incansablemente para proteger a su nación y asegurar un futuro mejor para todos los argentinos.
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A las afueras del hospital, Himeya llega agitado y aliviado. Sus pensamientos están llenos de preocupación por su hermana. Cuando está por cruzar una pista, un carro militar aparece sorpresivamente. Sarah, con determinación, se hace presente y confronta a Himeya.
—¿A dónde crees que vas? —pregunta Sarah con firmeza.
—¿Viste cuando luche con esa bestia?. No podía moverme. Si lucho con esas cosas o con los terroristas, puedo terminar muriendo. Solo quiero ver a mi hermana enferma una vez más —responde Himeya, su voz llena de desesperación y anhelo.
—Pronto serás parte de los Night Riders, un grupo secreto, y no puedes estar hablando de ese grupo con nadie. ¿Te quedó claro? —interviene Sarah, enfocada en mantener la seguridad y el secreto de su equipo.
—Muy claro —asiente Himeya, aceptando la advertencia.
—Tienes 10 minutos, eso es todo —concede Sarah, permitiéndole un breve tiempo para ver a su hermana.
Himeya entra apresuradamente al hospital y busca información acerca de su hermana. Sube al segundo piso hasta encontrarse con su madre en un pabellón, y ambos se abrazan con fuerza, compartiendo el alivio de saber que Zhera está estable.
Luego, un médico se acerca y les explica lo que ocurrió.
—En este momento se encuentra estable. Le hicimos estudios pero no encontramos nada raro.
—Entonces, ¿por que se desmayo? —pregunto su madre.
—Es posible que el desmayo haya sido causado por el estrés. Quedará en observación hoy y le daremos medicación para que mejore. Permiso —dice el médico, dejando espacio para que la familia comparta un momento de intimidad.
Mientras esperan en la habitación de Zhera, observan las noticias en la televisión. Las imágenes muestran cómo los soldados están evacuando la ciudad debido a la amenaza terrorista. Himeya y su madre se miran, compartiendo la preocupación por la situación que enfrenta el país.
Finalmente, ambos entran en la habitación para ver a Zhera despertando. Los ojos de Himeya se llenan de emoción y alivio al ver a su hermana despertar. La pequeña sonríe débilmente al ver a su hermano mayor y a su madre, sintiéndose reconfortada por su presencia.
Las emociones se entrelazan en la habitación del hospital, donde el amor y el cuidado de una familia se encuentran con la incertidumbre y la preocupación por los eventos externos que amenazan su paz y seguridad. En medio de esta compleja mezcla de sentimientos, Himeya encuentra un momento de paz al estar junto a su hermana, sabiendo que está a salvo por ahora.
Himeya se acerca a la cama de su hermana con una mezcla de alivio y cariño en sus ojos. Acaricia suavemente el cabello de Zhera y le dedica una dulce sonrisa.
—Estás bien, pequeña. No sabes cuánto me alegra verte despierta —le dice con ternura.
La niña le devuelve la sonrisa, apretando con suavidad la mano de su hermano. Aunque su rostro muestra signos de cansancio, también refleja la calidez y el amor que siente por Himeya.
—¿Te asustaste mucho, verdad? —pregunta Zhera con una vocecita.
—Sí, me preocupé mucho por ti. Pero ahora estás aquí y eso es lo que importa. No te preocupes, estaré contigo todo el tiempo que necesites.
—Hermanito, ¿estás bien? —pregunta Zhera con voz suave.
—Estoy bien, Zhera. No te preocupes por mí. Lo importante es que estés bien tú —responde Himeya con ternura, acariciando suavemente el cabello de su hermana.
La emoción en la habitación es palpable mientras la madre de ambos observa con ojos llenos de ternura la conexión especial que existe entre sus hijos. Puede sentir el amor y la protección mutua que se tienen, y eso la llena de gratitud.
La madre de ambos, observando la escena con una sonrisa, interviene emocionada:
—Gracias, Himeya, por estar aquí para ella —dice la madre con la voz ligeramente quebrada por la emoción.
Himeya asiente con sinceridad, demostrando que la salud y el bienestar de Zhera son su prioridad absoluta, sin importar las difíciles circunstancias en las que se encuentran.
—Siempre estaré para ella, mamá. Y también para ti —afirma con determinación, transmitiendo un fuerte sentido de compromiso y lealtad hacia su familia.
—Hermano, pensé que estabas en tu trabajo —comenta Zhera, sorprendida de verlo allí.
—El trabajo ahora no importa —responde Himeya, dejando de lado cualquier preocupación externa para centrarse en su hermana y su madre.
En ese momento, el tono de su SmartWatch interrumpe la escena. Himeya mira el mensaje de Sarah y comprende que ha llegado el momento de partir. No quiere dejar a su hermana y a su madre, pero sabe que tiene una responsabilidad que cumplir y un deber que no puede ignorar.
—Claro que sí, Himeya. Siempre supe que volar en esos aviones siempre ha sido tu sueño —dice Zhera con una mirada llena de admiración y una sonrisa sincera—. A mí también me gusta el cielo, por eso debes volar ahora. Mientras yo me recupero aquí, estaré pensando en ti y en tus aventuras.
Himeya asiente con gratitud por el apoyo de su hermana, sabiendo que su fuerza y valentía provienen de los lazos familiares que los unen.
—No sé si regresaré después de esto —confiesa Himeya, con cierta inquietud en su voz.
—Yo creo en ti. Si vuelves, puedes llevarme a pasear contigo en tu avión, surcando el cielo juntos. ¿Me lo prometes? —pregunta Zhera, con una mezcla de esperanza y confianza en sus ojos.
Himeya sonríe con ternura, prometiendo a su hermana pequeña que, si todo sale bien, cumplirá ese deseo con todo su corazón.
—Te lo prometo, Zhera. Volveré, y juntos surcaremos los cielos como siempre lo hemos soñado —afirma con convicción, sellando su promesa con un abrazo cálido y protector hacia su amada hermana. En ese instante, siente que la fuerza y el coraje para enfrentar su destino surgen de la fortaleza y el amor que emana de su familia.
Después de ese emotivo encuentro con su hermana y su madre, Himeya sale de la habitación del hospital con una determinación renovada. Sus ojos brillan con una mezcla de emoción y ansiedad mientras repasa en su mente las palabras de su familia. Su madre lo sigue y habla sobre los planes para el futuro.
—Himeya —llama su madre con voz serena pero llena de preocupación.
El corazón de Himeya se acelera al escuchar la voz de su madre, recordando cuánto la había extrañado y cuánto significaba su seguridad para él.
—Madre, debo irme. Los terroristas están cada vez más cerca y ustedes también deben evacuar cuanto antes —expresa con urgencia, sintiendo el peso de la responsabilidad de proteger a su familia.
La mirada de su madre es compasiva pero firme, demostrando la confianza que tiene en él y, al mismo tiempo, su preocupación maternal.
—Lo sé. Tu padre vendrá pronto y nos reuniremos en la ciudad de San Antonio de Padua en unas horas. Hijo, entiendo lo que sientes cuando vuelas y lo feliz que eso te hace. Quiero que encuentres la felicidad en tu vida, pero también quiero que te cuides —dice, sus ojos reflejando el amor y el temor por el futuro incierto.
Himeya asiente con determinación, sintiendo un nudo en la garganta por la mezcla de emociones que lo embargan.
—Claro. Prometo que volveré, madre —asegura con voz decidida, consciente de que la despedida no será fácil.
—Confío en ti, Himeya. Recuerda lo que te enseñamos. No solo se trata de matar, sino de proteger a las personas que necesitan ayuda —le recuerda, transmitiéndole la importancia de sus valores y principios.
Los ojos de Himeya se llenan de determinación mientras mira a su madre, apreciando el apoyo y el amor incondicional que siempre le ha brindado.
Así, entre emociones intensas y palabras cargadas de afecto, Himeya se prepara para enfrentar el peligro que se cierne sobre ellos.
Himeya asiente con determinación, sabiendo que debe proteger a su nación y a su familia. Se despide de su madre con un abrazo y una mirada llena de amor y gratitud. Luego, con el corazón decidido, se va del hospital, listo para enfrentar el desafío que se avecina.
Junto a Sarah, Himeya emprende el viaje a las afueras de la ciudad a través de la carretera. Los sentimientos de preocupación, determinación y lealtad se entrelazan en su interior mientras se prepara para enfrentar lo que vendrá. La carretera se despliega ante ellos, marcando el camino hacia una batalla que definirá el destino de muchos.
En el interior del vehículo, el silencio se rompe por momentos con el sonido del motor y el eco de los pensamientos de ambos. Sarah mira a Himeya de reojo, viendo en su rostro una mezcla de emociones difíciles de descifrar. Ambos saben que lo que enfrentarán será peligroso y desafiante, pero también entienden la importancia de la misión.
A medida que avanzan por la carretera, Sarah decide romper el silencio.
—Himeya, ¿estás bien? —pregunta con preocupación.
—Sí, solo estoy pensando en lo que me dijo mi madre. Quiero proteger a mi familia y a las personas inocentes, pero también necesito enfrentar a los terroristas y a esas criaturas. Es como si estuviera atrapado entre dos mundos.
—Entiendo lo que sientes. Debes saber que Eres fuerte y tienes habilidades extraordinarias, y eso te permite proteger a aquellos que no pueden defenderse por sí mismos. A veces, tomar decisiones difíciles es parte de ser un héroe.
Himeya asiente, sintiendo un torbellino de emociones dentro de él. La responsabilidad y el deber lo abruman, pero también siente la determinación de proteger a los demás y hacer lo correcto.
Sarah mira fijamente al horizonte, sus ojos reflejan una mezcla de determinación y tristeza mientras habla sobre Zaigor y su pasado con Dylan Savage.
—Cuando cortaste la cola de Zaigor, utilizamos una parte de ella para crear balas venenosas. No sé si usará su habilidad de transformarse más. No cuesta nada intentarlo —explica Sarah, tratando de mantener la calma.
Himeya observa a su compañera con curiosidad y preocupación, notando que hay algo más en su expresión y palabras.
—Sarah, cuando hablas sobre Zaigor, parece que escondieras un sentimiento especial —comenta Himeya, tratando de descifrar lo que hay detrás de la aparente frialdad de su compañera.
—¿Tienes el poder de la Percepción? —pregunta Sarah, sorprendida por la observación de Himeya.
—No sé. Solo lo percibo —responde él, sin tener una explicación clara de cómo puede sentir lo que está más allá de las palabras.
Sarah suspira y, finalmente, decide compartir sus sentimientos más íntimos con Himeya.
—Dylan Fossati... en realidad, era mi prometido. Íbamos a casarnos al final de este año. Teníamos la esperanza de formar una familia común, pero fue absorbido por una bestia del espacio. En el laboratorio en Uruguay, no pude matarlo. Mucha gente murió por mi error. Pero esta vez no fallaré —confiesa Sarah, sus ojos se llenan de lágrimas contenidas y el peso de la culpa se refleja en su voz.
Himeya siente empatía por su amiga y compañera. Comprende el dolor que lleva consigo y se acerca a ella, colocando una mano reconfortante sobre su hombro.
—Escucha, lo conseguiremos. Es nuestro trabajo proteger a la ciudad de estas amenazas. Juntos, enfrentaremos a Zaigor y a cualquier otra criatura que intente dañar a nuestro país —afirma Himeya con convicción, transmitiendo su confianza en el equipo y su determinación para proteger lo que más importa.
Sarah asiente, sintiendo el apoyo de su compañero en momentos de duda y pesar. Aunque enfrentan desafíos temibles, saben que están unidos por un propósito más grande y que, juntos, son capaces de superar cualquier obstáculo que se interponga en su camino.
Próximo Capitulo: (CAPITULO 11: "Secretos en las profundidades")
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