
Capítulo 1: Un Omega diferente.
Asier casi no resistía ocultar su sonrisa.
Between lines acababa de firmar un contrato con Thomas Miller, un prometedor autor que había llevado su manuscrito a su empresa, solo porque su cita con ML (Magic leaves) había sido cancelada repentinamente. Además esto había pasado gracias a su sugerencia de hacer puertas abiertas y recibir a cualquier autor que quisiera intentar mostrar su trabajo.
La sensación de orgullo y conformidad lo hacían casi imposible no sonreír, incluso sus dedos se movían con un ritmo alegre sobre la mesa. Casi todo el mundo en Between lines había generado una relación de competitividad contra la empresa rival, lo cual era bastante divertido cuando antes de empezar a trabajar la mayoría postuló a ambas empresas.
― Buen trabajo, Asier― El jefe editor le dio unas palmaditas en el hombro ―. Yo mismo le diré al director de esto hoy, ya sabes como odia a ML.
Esta vez ni siquiera pudo reprimir su sonrisa.
― Mantente en contacto con ese autor y revisa bien su manuscrito, vamos a hacerlo una obra maestra y darle a ML donde más le duele.
Asier asintió y cuando vio que su jefe se alejaba, comenzó a buscar el archivo en su computador, las hojas impresas de muestra, que ya había leído y re-leído descansaban a un lado, el texto completo estaba asegurado en su computadora y en la nube de datos de la empresa, se entretuvo revisando meticulosamente cada página hasta la hora de salida.
Eran las cinco de la tarde cuando los del turno de la mañana podían retirarse, lo que significaba que ahora tenía unas pocas horas disponibles para descansar. Asier guardó sus avances, comprobó por segunda vez, una costumbre que lo había salvado en más de una ocasión, y pasó su tarjeta firmando su salida.
Ya fuera de la empresa y aún complacido consigo mismo, decidió ir de compras y terminar el día con broche de oro. Se detuvo frente a una vitrina a mirarse y arreglarse un poco. Su cabello negro y largo estaba peinado hacia un lado intentando dar una apariencia más adulta y respetable; sus ojos castaños brillaban transmitiendo lo feliz que estaba, y estaba seguro que su olor lo delataba también; sus rasgos favorecían mucho su rostro, una nariz pequeña y recta, pómulos altos, y labios carnosos; estaba vestido con la ropa sencilla de siempre, una camiseta celeste, una chaqueta gris, sus piernas resaltaban en unos vaqueros que él hubiera preferido más ajustados. Despeinó su pelo, desabotonó unos botones de su camiseta y sonrió a su reflejo. Sabía que era engreído pensarlo, pero sabía que era un hombre bien parecido.
Feliz, se dirigió al mejor lugar para hacer compras, el gran centro comercial que estaba a pocos minutos de allí.
Nada podría arruinar su día.
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No tendría que ser tan fácilmente mangoneado, pero Irene le había gritado que fuera a dormir o al final terminarían perdiendo también a los clientes de mañana, así que salió de la empresa intentando no mostrarse humillado, que al final, era el cómo se sentía. Para colmo ya no tenía sueño, él no era de necesitar dormir mucho y las pocas horas de anoche sumadas con las de la siesta le habían devuelto la energía, y definitivamente no quería ir a casa. Esperaba que nadie leyera su mente, pero cielos, de verdad quería mantenerse todo el tiempo que pudiera alejado de los grandes gritos, llantos y ruido que Daphnee lograba crear ¿Cómo lograba hacer tanto ruido y ser tan pequeña? era un misterio que la ciencia debería plantearse.
Comió un bocadillo en el camino, aprovechó de pasear y mirar las vitrinas a su paso, cuando fue tentado por un traje, de un azul oscuro con líneas verticales de un tono celeste oscuro, obviamente no lo compraría en esa tienda, él tenía su tienda de ropa favorita a la cual nunca fallaba, pero le gusto la tela y el diseño, así que sacó una foto con su celular y se dirigió al centro comercial esperando que pudieran hacerle un traje parecido, pero a medida.
Luego de unas horas tomando medidas y eligiendo telas, salió de la tienda feliz de haber encargado dos trajes al final.
Sacó su celular, intentando decidir si llamar a su hermana y decirle que iba a casa, o decirle que hoy no llegaría y quedarse en un hotel y descansar sin interrupciones.
Tardó varios segundos en darse cuenta que la gente a su alrededor murmuraba mientras miraba algo, la curiosidad le ganó, así que guardó su celular y comenzó a avanzar buscando sea lo que sea que la gente miraba. Solo había avanzado unos pasos cuando comenzó a escuchar un llanto y la voz enfadada de una mujer, una leve extensión de espalda y logró ver que pasaba.
Una mujer gritaba histérica a un joven hombre, un pequeño que no debería pasar los cinco años lloraba mientras su helado se derretía en el suelo y en parte del pantalón, muy cerca de la ingle, del hombre que era regañado.
Thibaut sintió las ganas de detener el conflicto como sus genes de Alfa se lo indicaban, e instintivamente olió su ambiente para medir cual era la disconformidad de las partes en la discusión. La mujer olía a rabia mientras gritaba, su olor apocado por exceso de perfume floral lo hizo fruncir la nariz, el niño olía a dulce y tristeza, ambos olían a Menta, indicando su estatus de Betas y el hombre... el hombre olía delicioso, no solo el olor a Glicinia en época de florecer, ese olor suave y dulce característico de los Omegas, había un olor propio del hombre que lo cautivaba, algo más fuerte, y no sabía como lo lograba, pero no había olor para sus emociones, estaba completamente en blanco, como si no estuviera sintiendo nada, y eso lo dejó tan sorprendido que quedó con la multitud mirando sin hacer nada.
― ¿¡Por qué no estás disculpándote con mi hijo!? no pareces ni un poco arrepentido de lo que acaba de pasar― La mujer gritaba llamando más la atención, la gente murmurando.
Un suspiró salió de la boca del Omega, al parecer, dispuesto hablar.
― Señora, si callará la boca por un segundo e intentará escuchar podría haberle dicho hace mucho tiempo que fue su hijo el que corría como loco con un helado en su mano y chocó conmigo, que por cierto estaba de pie, quieto, exactamente en este mismo lugar―. El hombre apuntó su ropa―. Yo también podría estar exigiendo que me pida disculpas y creo que mandar a sacar esta mancha le saldrá más caro que comprar otro helado, pero no lo haré, porque no quiero desperdiciar mi tiempo ni hacer escándalos como se ve que le gusta provocar.
Thibaut no pudo evitar sonreír antes la voz firme del Omega, su postura y expresión tranquila indicando su opinión con seguridad. Sorprendentemente más de una persona a su alrededor dio unos aplausos y gritos apoyando al joven. La mujer completamente avergonzada y aún más irritada que antes, alzó su mano dispuesta a golpear al hombre frente a ella.
Thibaut y otros Alfas, llevados por su instinto, detuvieron a la mujer, alejándola del lugar.
El Omega seguía en su sitio, mirando la escena, no había retrocedido ni cambiado su expresión.
― Bueno, supongo que con esto el espectáculo termina ― Indicó al niño que había dejado de llorar y miraba a su madre siendo regañada por unos Alfas―. Hey, pequeño, sin correr cuando comas ¿bien? puede ser peligroso. Ahora voy al baño porque mis bolas están congeladas y pegajosas―. Se alejó de ellos directo a la salida dejando a varios boquiabiertos y a otros riendo en el lugar.
Thibaut evaluó la escena con la mujer que parecía ya calmada, y sin dudar más fue detrás del Omega que desaparecía entre la multitud que se había juntado a su alrededor.
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Asier entró al baño de hombres agradecido de que no hubiera nadie, camino al lavamanos y miró la gran mancha en su ropa, movió sus manos frente a sí, intentando indicarse a sí mismo que conservara la calma, no iba a dejar que él mocoso y su histérica madre arruinará este buen día, no lo permitirá.
Saco varios trozos de papel disponible en el baño y comenzó a refregar la mancha.
La puerta se abrió, y un hombre alto y robusto ingreso, buscó con la mirada y luego se detuvo en él, sus ojos se encontraron a través del espejo.
El hombre era al menos diez centímetros más alto que él, y no es que él fuera bajo, medía 1,78; el cabello del extraño era castaño oscuro, tenía barba perfectamente recortada y sus ojos parecían claros, pero no pudo identificar el color; tenía tez morena y rasgos fuertes; vestía un traje oscuro. El olor a sándalo era fuerte en él, indicando que era un Alfa.
El hombre seguía mirándolo, y eso comenzaba a ponerlo incómodo.
― ¿Buscas algo? ― Esperaba que no fuera otro regaño por el incidente del niño, lo miró a través del espejo, intentando transmitir que no serían bienvenidas más palabras.
― A ti― El hombre dio una sonrisa y su olor comenzó a tener un efecto tranquilizante, como si se diera cuenta de la desconfianza en él―, en realidad, quería hacerte una propuesta.
Asier examinó al hombre, intentando descifrar sus intenciones, se le hacía levemente familiar, pero no lograba recordar de dónde, y su olor era tranquilizante, no lucía como un Alfa que fuera a lastimarlo, o a intentarlo.
― ¿Que propuesta?― Bajo un poco sus barreras, y notó como la nariz del hombre se contraía un poco olfateando que él también estaba interesado, si la sonrisa del extraño era un indicativo, parecía muy interesado en él.
― Podemos ir a comer algo, y si gustas te recomendaré una buena tienda donde limpiarte y cambiar ese pantalón.
Lo meditó unos segundos, no era el tipo de persona que se iba a la primera propuesta, pero hoy era un buen día, si borraban al mocoso y la madre gritona.
― Está bien, solo si primero me muestras el camino a esa tienda.
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Thibaut no pudo evitar sonreír de haber logrado que el lindo joven aceptará su propuesta. Asier, cómo había descubierto que se llamaba, no dejaba de sorprenderlo con esa personalidad tan segura que nunca había visto en un Omega, incluso se había negado a que le pagará el nuevo pantalón. Era un Omega diferente a todos los que conocía, normalmente sus amantes exigían regalos. No podía parar de pensar que, tal vez, Asier aún no confiaba en él y por eso era cauteloso.
Habían entrado a un pequeño restaurante a pedir un aperitivo. Se sentaron uno frente al otro en una mesa cerca de la ventana y tuvieron suerte de que sus pedidos fueron entregados rápidamente.
― Gracias por el dato de esa tienda ― Asier sonrió, su rostro se iluminandose y Thibaut intentó no quedarse mirándolo como un acosador.
― De nada, me gusta recomendar un par de tiendas que son mis preferidas.
Comieron en silencio, intercambiado una que otra palabra y opinión. Era agradable no tener que estar pensando en varios temas de conversación para mantener interesada a la otra parte, Asier parecía contento con la ligera conversación que llevaban.
― Fue lamentable lo que te ocurrió en el centro comercial, pero me sorprendió el cómo pudiste llevar todo bien.
Asier lo miró, pensando antes de responder.
― No soy el tipo de persona que acepta culpa ajena, esa mujer se equivocaba y yo lo sabía, no iba a dejar que me hiciera sentir mal ― Se encogió de hombros, como si no fuera la gran cosa. Thibaut había visto a más de un Omega rendirse en una discusión incluso cuando no era su culpa, estaba en su naturaleza evitar confrontaciones.
― Supongo que por eso es sorprendente.
― ¿Lo dices porque soy un Omega? ― No hubo ni un titubeo en su voz cuando lo dijo, cuando en general, los de su estatus parecían avergonzados de ello.
― No quise decirlo así― Se puso en defensiva, inesperadamente asustado de que Asier se sintiera ofendido.
― Está bien, sé que no es con mala intención, a mi no me importa lo que soy, aunque parece que al resto del mundo le importa demasiado― Dio una sonrisa traviesa, como si tuviera un plan para hacer a todos voltear sus cabezas y quedar con la boca abierta―. Yo soy diferente a como ellos creen que es un Omega, es su problema no el mio.
No pudo evitar reír, algo en la personalidad de Asier le parecía cautivador.
― Hombre, estoy seguro de que eres un caso difícil ― Asier le sonrió, tomando sus palabras como halago―, pero no deja de sorprenderme el hecho que no hayas cedido con un niño de por medio.
La nariz de Asier se arrugó, como si hubiera comido algo malo.
― ¿Qué quieres que diga? No soy un gran fan de los niños.
Thibaut lo miró sorprendido, porque era imposible equivocarse en que Asier era un Omega, pero igualmente imposible que a un Omega no le gustaran los niños.
― ¿Por qué ? ¿Te pasó algo cuando niño?
Asier rodó los ojos, y Thibaut temió haberlo molestado.
― No, no es un trauma, es solo como soy― Apuntó al hombre que comía una ensalada de tomate a pocos metros de ellos―. También odio el tomate y no es que tenga un trauma con ellos.
Thibaut miró el plato del hombre, intentando entender como Asier comparaba los niños con los tomates, luego miró a Asier, que parecía listo para contradecirlo en cualquier momento, cuando se enojaba parecía incluso más joven, y creyó entenderlo.
Asier era joven, demasiado joven para ir pensando en el futuro, aún. Parecía un joven inteligente que planeaba muy bien las cosas, debía saber cuán grande era la responsabilidad de tener hijos.
― Está bien, lo entiendo, no te enojes.
Asier pareció sorprendido, como si nunca en la vida alguien le hubiera dicho eso.
― ¿Lo entiendes?― Asier lo apunto―, pero eres un Alfa.
― Bueno, soy un Alfa al que le gusta pensar muy bien las cosas, la gente también ha criticado mis decisiones antes, y no me gusta que me critiquen por eso.
Asier lo miró sorprendido, pero luego dio una sonrisa. Era una sonrisa diferente a cualquier que le hubiera dado antes, con esta simplemente no podía evitar mirarlo embobado.
― Genial―Asier lucía un poco avergonzado cuando volvió a hablar―, creo que eres la primera persona que entiende un poco el cómo pienso.
― Me pasa igual.
Algo en la conversación pareció desvanecer las últimas barreras que quedaban en el pequeño Omega. Asier parecía más dispuesto a hablarle y debatir algunos temas.
Ambos se despidieron intercambiando información de contacto.
Con su energía más que renovada, Thibaut decidió volver a casa esta noche.
― Ya llegué.
― ¡Tío Thib! ― La pequeña Daphnee corrió a su encuentro saltando a último minuto, agradecía sus buenos reflejos o no hubiera podido atraparla sin caer.
― Hey, pequeña ¿Cómo ha ido tu día?
― Azombrozo ― Su lengua siseo de más haciendo que la palabra sonará extraña.
― Me alegro ¿Dónde está tu mami?
― Cocina― Daphnee desapareció tan rápido como había venido.
Thibaut, ya acostumbrado a la hiperactividad de la niña, solo negó con una sonrisa. Se encaminó a la cocina esquivando los juguetes en el camino.
― Adele, yo ya comí.
― ¿Qué? ¿Y ahora me dices? Ya preparé tu parte.
― ¿Qué es?
― Está bien, tal vez exagere, solo son panqueques.
― Espera, para eso si tengo espacio en mi estómago.
Adele rodó los ojos.
― Eres un glotón... pareces feliz ¿Pasó algo bueno?
Thibaut se recargo en la silla, viendo a su hermana repartiendo los panqueques.
― En la empresa no, pero si después, conocí a alguien.
― ¿Alguien especial o solo alguien?
― Creo que puede ser especial.
Adele le sonrió con ternura, era una de las personas más preocupadas de que a su edad no tuviera una pareja estable.
Thibaut esperaba que eso cambiará pronto, Asier podría ser la persona que estuvo buscando todo este tiempo. La persona con la que podría tomarse su tiempo antes de tener hijos.
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¡Por fin el primer capítulo!
Siento que haya partido un poco fome y gracias a toda la gente que ha leído esta historia, gracias si han llegado al primer capítulo.
Sobre los olores, quería aclararlo ya que es algo que me tomo tiempo decidir, hace un tiempo en mi primer internado presente terapias alternativas como aromaterapia, y de allí nació la idea de que cada "rol" tenga su olor, cada olor tiene sus capacidades, tal vez haga una nota aclaratoria en la semana para detallar más esto, pero en resumen es algo así:
SÁNDALO: ALFA --> Olor fuerte. El aroma del sándalo puede actuar como afrodisíaco. Su aroma relaja la mente, al punto de actuar como sedante (con la dosis correcta), equilibra las emociones, limpia el aires negativos, ayuda en la concentración. Ideal para personas energéticas y con fuerte personalidad.
MENTA: BETA --> El aroma de la menta aumenta el rendimiento y productividad, elimina el malestar de la gente, y disminuye el estrés, actúa como relajante.
GLICINA [O WISTERIA]: OMEGA --> La glicina se dice que es el olor más dulce del mundo cuando está en época de florecer. Disminuye el estrés, alivia la ansiedad, aumenta la calidad del sueño, devuelve las emociones a la normalidad, efecto de sanación con heridas o enfermedades, y mantiene la piel sana.
Se dice que es la planta más dulce en aroma, pero también es venenosa.
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