—Estoy bien— sonrió levemente acariciando la mejilla de su pareja.
Marco nunca hubiera imaginado que Kyle en realidad podía ser una masita con él, pero así era. Desde que había despertado, su padre, Kyle y Hiro estuvieron ahí. Megan y Fred también eran recurrentes visitas. Durante su mes en el hospital, ellos estuvieron ahí.
Su madre debió volver a México con Socorro para la escuela, Miguel había decidido irse con ellas, a pesar de querer quedarse, alguien debía estar con ellas. Y Marco agradeció eso.
Había estado un mes más en el hospital donde todos los días eran bastante pesados, se sentía cansado y adolorido, además de confundido, había estado dos meses en coma, se había perdido el cumpleaños de Socorro, estuvo a nada de morir varias veces. Las noticias habían corrido y de alguna forma los medios se habían enterado el primer mes. Y cuando despertó tenía demasiado en lo que ponerse al corriente.
Entre ello, las nuevas medidas de seguridad que Megan le había dado, unas que Kyle adaptó de inmediato.
Y ahora estaban ahí, en la cama del chef mientras Marco intentaba entender todo lo que se había perdido, todo lo que había sucedido. Aceptar que realmente había pasado y no fue un sueño. Que el secuestro sucedió.
Que fue real
—Si necesitas algo, no dudes en pedirlo. Soy responsable de ti— dijo serio viendo el rostro del omega, estaba mejor, desde que había despertado había logrado intentar aliviar el ambiente con chistes.
Marco siendo Marco.
Pese a su dolor, el mexicano buscaba sonreír para quienes estaban con él, y principalmente con Kyle, quería calmar el nerviosismo que podía sentir en su pareja.
—Eso hasta que mis padres resuelvan lo de su pasaporte—susurró volviendo a las caricias a la mejilla de su pareja.
—Mientras tanto voy a cuidarte Rivera— dijo serio acercándose, pidiendo permiso para besarlo.
Una sonrisa salió del chico terminando por juntar sus labios con los del alfa. Un beso tranquilo y agradable. Ambos se sentían en calma, en su espacio, solo ellos dos.
—Te extrañé.
—Me lo has dicho. Pero ya estoy aquí, no me iré. Lo prometo— susurró volviendo a besar a su pareja y hacerla caer a su lado para seguir así.
Ambos querían quedarse así. Disfrutar su momento y su espacio.
Llevaban casi dos semanas viviendo juntos, Marco adaptándose de nuevo a su entorno, al hogar del chef.
En un inicio Marco iba a regresar con su padre a la Ciudad de México, pero las consultas de revisión le impedían volar a otro país en ese momento, y Kyle se había ofrecido a cuidar de él, ofreciéndole su hogar y protección.
Y aunque Marco no estaba seguro en un inicio, sabía que también quería estar ahí. Con su pareja. Estaban a inicios de Mayo, y genuinamente para el mexicano le parecía extraño, había perdido el inicio del año por culpa de unos locos, pero todo estaba bien, estaba bien, con Kyle.
—Si no falla, mi celo está cerca. Sé que ya no estamos enlazados, pero ¿Quieres pasarlo conmigo?—susurró nervioso el menor mirando a su pareja, ver esa expresión calmada se le hacía sorprendente.
Kyle no sólo tenía la mirada seria y peligrosa, podía mostrarle expresiones de serenidad propias de su relación. Una comodidad y actitud hogareña que había mostrado sin pena al mexicano.
—Me sentiré honrado si me permites pasarlo a tu lado—susurró viendo el rostro rojo de su pareja. Marco era muy expresivo aún con cosas mínimas. Y Kyle lo empezaba resentir, genuinamente.
Se estaba enamorando de Marco Rivera.
—Quiero, si tú también, realmente quiero—susurró acercándose a besar los labios del alfa con la ternura propia que sólo el momento les podría permitir.
—Necesitamos conseguir un collar.
—No me molestaría volver a tener tu marca, pero si estás más cómodo, consigamos uno Kyle— sonrió acariciando la mejilla de su pareja y dejar que el aroma del chef lo invadiese—. Pero por ahora, no dejes de besarme—susurró acercándose de nuevo obligando a su pareja a abrazarlo para que no estuvieran lejos.
Y no es como que quisieran estar lejos del otro. Los fuertes brazos de Kyle lo acercaron lo suficiente para impedir que hubiera un mínimo espacio que los separara. Sus besos fueron escalando poco a poco, causando ligeros gemidos por parte del mexicano. Se separó mirando a su pareja, tenía una mirada seria, Kyle era apuesto, demasiado, que hacía sentirse pequeño, con la necesidad impropia de ser dominado por él.
Pero no era el único. Su aroma lo delataba, los delataba. Ambos querían continuar, ambos querían lo mismo. Estaban excitados, y querían tener más del otro. Sólo que esta vez, ambos estaban conscientes, lo recordarían.
—Kyle, quítate ese maldito pantalón de pijama, y tócame— demandó serio viendo el rostro de su pareja. Si bien la expresión seria seguía ahí, podía percibir la lujuria en sus ojos y las mejillas sonrojadas de su pareja.
Sin decir nada, volvieron a sus besos, cambiando de tiernos a intensos. Caricias que se ofrecían mutuamente, pequeños gemidos que salían del mexicano y bajos gruñidos por parte del mayor.
¿Marco podía tener sexo?, no tenían idea, ¿Debieron investigar antes de iniciar algo?, probablemente.
Pero no les importaba, Marco quería a Kyle, Kyle a Marco. Era mutuo, completamente. Y estaban seguros que si les decían donde estaban a sus yo del pasado, no podrían más que burlarse, pero aquí estaban.
Marco gimiendo bajo el cuerpo del chef. Sintiéndose lleno e indefenso ante el cuerpo de su pareja. Se sentía agradecido de estar en sus cinco sentidos, podía sentir perfectamente a su compañero, podía escuchar sus gruñidos, podía tocar su cuerpo, podía observar sus reacciones, podía oler las feromonas que este soltaba.
Estaba perdido ante ese alfa terco, gruñón, amable y cariñoso.
—Marco—susurró bajo viendo a su pareja, su rostro sonrojado y sus ojos suplicantes. Ambos estaban perdidos por el otro—, ¿Puedo morder?
—Puedes hacerlo Kyle—respondió acercándolo a su cuello y ofrecerlo. Tal vez esa misma acción los había condenado en un inicio, pero esto era diferente.
No era una condena, era una decisión, que ambos tomaban.
Un compromiso con el otro.
Con algunos besos y lamidas para preparar la zona, Kyle mordió con fuerza, sintiendo el sabor metálico, siguió hasta sentir una ola de calor invadirlo, además del aroma fuerte de su pareja.
Había sellado su compromiso.
Kyle era de Marco.
Y si en algún momento intentó negarlo, sólo lo había aplazado. Las cosas eran así, irremediablemente.
Kyle nació para ser de Marco, y no iba a negarlo.
La mirada de Marco era de asombro e incredulidad. Las nuevas sensaciones que los albergaban eran extrañas, agradables pero diferentes.
Estaban enlazados.
Una risa salió del mexicano mirando con pena al chef y luego ver a la puerta.
—Creo que hay que ponernos un letrerito para recordar el preservativo— sonrió nervioso sintiendo como el nudo los aprisionaba, sacándole un bajo gemido.
El rostro de Kyle se volvió totalmente rojo mirando al chico bajo suyo. Después una risa salió de ambos mientras se miraban con ternura. Marco se veía precioso para los ojos de Kyle, y no iba a dejar de admirarlo.
—Basta, es vergonzoso— exclamó cubriendo su rostro con su brazo intentando ver a otro lado. La mirada de su pareja era intensa.
—Lo siento, eres hermoso— susurró sin medirse viendo el rostro de su pareja colorarse más.
Bajó su rostro para besarlo nuevamente. Estarían así un rato, y se aseguraría que para los siguientes encuentros, llevara condón con él.
Estaban seguros, juntos.
Y eso estaba bien.
.....
—¿Lo tienen?— la voz del capitán del grupo resonó en los cascos del equipo.
Habían tenido que hacer una intervención de emergencia, dos puntos tenían mucho movimiento, Tadashi les había informado mientras ellos patrullaban. La advertencia los había hecho separarse y moverse demasiado rápido. Una de las rutas que había estado inactiva durante meses, había presentado movimiento, y era de prostitución.
Megan estaba fuera de la ciudad por su trabajo, así que Hiro era quien tenía el mando, a pesar de todo, él era la cabeza del grupo, y en ese momento, debía actuar cómo tal. Sólo que sin ayuda.
—No Hiro, la señal se está perdiendo, es como si nos neutralizaran— respondió Gogo mientras recorría lo más rápido que podía.
—Pero la fuente de calor está ahí— susurró Honey viendo la imagen que su prometido les compartía.
—Sigo teniendo la señal Hiro— la voz de Tadashi tranquilizó al omega mientras seguían avanzando buscando acercarse a los puntos—. Hay una entrada a la derecha, es donde hay más movimiento. Hiro, chicas, tengan cuidado.
—Lo tendremos— respondieron al unísono acercándose a la zona y ver a varios omegas. Estaban drogados, pero estaban solos, totalmente solos.
—¡Es una trampa!— Honey fue la primera en intervenir viendo como Hiro sobrevolaba para acercarse con Baymax—. Hiro, debemos irnos.
—Gogo, llévate a Honey, le he enviado mi dirección a los chicos— respondió serio entrando sin más al lugar.
Los omegas estaban drogados y apenas podían mantenerse despiertos, pero algo no estaba bien, era estúpidamente tranquilo. Sabía que Honey no entraría, a pesar de decir que quería continuar, sabía que ella había generado un pánico después de lo que pasó, y lo entendía. Mejor que nadie lo entendía.
Pero a diferencia de su yo del pasado, Hiro iba a adentrarse incluso donde no debía, pero no obligaría a Honey a intentarlo.
—Hey, ¿Puedes hablar?— Hiro se acercó a una chica que se veía medianamente despierta.
Una negativa por su parte causó un suspiro en el genio. Pero la chica estaba consciente. Vio a un chico que estaba acostado en el suelo, se acercó notando que estaba despierto, pero por la droga había vuelto el estómago sobre sí mismo.
Era una imagen grotesca, pero sabía que podía haber una imagen peor.
—¿Te encuentras bien?, tranquilo, saca todo— animó ayudándole a sentarse. Algo no estaba bien.
—Nos dejaron atrás —susurró con dificultad aferrándose al brazo de Hiro.
—¿Los abandonaron?— susurró confundido—, ¿Quiénes?, ¿Por qué?
—Somos defectuosos. Tenemos un lazo—logró explicar mirando al genio—. No les servimos.
—¿No toman omegas con lazo?— susurró mirando al chico quien volvía a vomitar. Debía sacarlos de aquí.
Pero esa era nueva información. Eso no era lo que tenían, eso no les importaba, nunca les importaba si destruían vidas o parejas.
¿Por qué los dejaron?
¿Desde cuándo importaba?
¿La información que tenían era falsa?
Al ver al chico más calmado, le ayudó a recostarse, recargado en la pared para que no se ahogara si volvía el estómago. Se levantó separándose un poco, vio el panorama, podían sacarlos.
Necesitaba ayudarlos, y principalmente saber cómo estaba la situación. Sabía que la información que tenían no era la pura verdad, que podría cambiar, que podían retomar más fuerza y tener nuevas rutas.
En cualquier momento, ellos volverían a estar pasos detrás de esos infelices. Pero no esperaba eso, no tan pronto.
—Chicas, es seguro, necesitamos sacarlos, son seis, están drogados— ordenó nervioso viendo aún al chico, podía notar cómo iba perdiendo la conciencia y eso le preocupaba. Necesitaba ayudarlo, necesitaba sacar la información que esos chicos supieran.
—Hiro, hay una fuente de calor creciente en esa dirección — la voz de Baymax alarmó a Hiro y antes de poder dar una orden una onda caliente lo invadió por completo.
Honey tenía razón, era una trampa, una en la que habían caído. Pero eso no quitaba las dudas. ¿Por qué?
¿Los habían usado de carnada?, ¿Los habían hecho creer eso?
Baymax había logrado reaccionar más rápido tomando a Hiro y salir.
Estaban lastimados, y la explosión les había afectado. Pero estaban fuera, estaban vivos. Pero habían perdido, los chicos que estaban dentro no habían sobrevivido, no debían ser genios para darse cuenta de ello.
Y por eso mismo, Hiro quería llorar y maldecir a todo el mundo. Hubiera podido sacar al chico, si tan sólo lo hubiera seguido sujetando, si no lo hubiera ayudado a recostarse. Tal vez pudo haber sobrevivido.
Pero no era así. Estaban muertos y Hiro sentía enojo. Y otras víctimas más que cargaba sobre sus hombros.
....
—Miguel, ¿Cómo sigue tu hermano?, ¿Está mejor?
Esas preguntas eran regulares para Miguel, desde que había regresado de la gira, Miguel había decidido retomar su vida universitaria, Marco había descartado y había escogido regresar a Sanfransokyo.
Bajo esas condiciones, ambos estaban en contrato de empresa, pero sus caminos ya eran diferentes. Ya no estaban juntos en eso, y Miguel se sentía extraño.
Pero lo entendía, él también quería descartar la universidad para este punto y sólo cantar, pero sabía que quería tener un título, sabía que lo necesitaba.
Porque quería estar a la altura de Hiro. Ser digno de él y de su amor. Aún si ya lo tenía, quería ser digno de ello, y sabía que sus estudios eran importantes.
—Sí, lo está, por suerte fue llevado a tiempo al hospital —respondió tranquilo mientras estudiaba sus partituras.
—Nos alegra saberlo. Marco es igual de importante que tú en esta escuela. O como cualquiera de nosotros— respondió un compañero viendo a Miguel. Quien no les prestaba mucha atención a decir verdad.
—Oye Miguel, iremos a tomar al rato, iremos a un bar, ¿Quieres venir?, Sabemos que estás atrasado, pero es de grupo, no estás obligado a venir. Pero si quieres, la dirección está en el grupo— dijo una compañera señalando su celular, empezando a caminar con sus dos acompañantes.
Miguel resopló rodando los ojos. Habían ido a preguntar sólo para invitarlo a irse de peda, y si bien, no sonaba mala idea, no tenían porqué intentar una conversación con lo de Marco.
Sintió su celular vibrar, así que lo sacó mirando el mensaje de su mamá.
"Tengo que trabajar hasta tarde, por favor cuida a tu hermana"
"Claro, le enviaré mensaje"
Respondió rápido viendo la hora. Aún faltaba para que Socorro saliera de la escuela, había entrado a una actividad deportiva y eso le hacía salir más tarde a su hora normal. Si ajustaba bien sus tiempos podía pasar por ella sin problema.
"Iré por ti después de tu práctica"
Fue cuestión de minutos para que su hermanita respondiera. Una respuesta que le dió una posibilidad.
"No tengo práctica hoy, puedo adelantarme si quieres"
"Me encamino con mis amigos"
Con algo de duda miró el mensaje. Si bien podía irse de una vez y alcanzar a llegar a recogerla, también quería practicar un poco antes. Y la invitación de sus compañeros también le tentaba lo suficiente para querer acceder.
"Me avisas cuando llegues a casa. Saldré con unos amigos"
Envió por fin mirando la ubicación del bar. Sonaba a un lugar culero, pero era universitario, y sus compañeros igual. Lujo era tener alcohol.
"Bueno, te veo en la casa Miguel"
Con ese último mensaje, Miguel se levantó para dirigirse a la salida. Si se apresuraba podría alcanzar a sus compañeros de clase. Sonaba como un buen plan. Sólo por hoy.
.....
"Miguel alguien me están siguiendo"
"Estoy cerca de casa, pero siento que me siguen"
"Hermano contesta por favor"
Los mensajes no llegaban, Miguel tenía sus datos apagados seguramente, aun con ese conocimiento lógico, quería con desesperación que por alguna razón le llegaran a su hermano. Estaba asustada.
Desde que se había separado de sus amigos, sintió algo raro, pero había intentado no prestarle atención. Pero al bajar del camión, ya era imposible ignorarlo, no era posible hacerse de la vista gorda. Ese auto la seguía desde la escuela. Sus amigos no le respondían, y sentía como el pánico empezaba a llenarla, quería correr, pero le asustaba que ellos se dieran cuenta que ella lo había notado.
No sabía qué hacer, no veía a ningún vecino y el negocio más cercano aún le faltaba una cuadra. Quería llegar a casa con desesperación, de verdad quería llegar y refugiarse.
Su mamá no respondía, y su padre menos lo haría, él con suerte respondía.
Marco estaba en otro país, su única salvación era Miguel, y no respondía.
Socorro estaba muerta de miedo, y ese miedo la venció.
Empezó a correr con todas sus fuerzas, la mochila era incómoda, pero no podía detenerse, y no por ello.
Dejó caer su mochila para tener más movilidad, a pesar de que se metería en problemas, sabía que si no lo hacía la alcanzarían más rápido, que ahora importaba ella, y después podría recuperar sus cosas.
Pero ahora debía huir, debía hacerlo.
Pero un pensamiento cruzó su mente, ¿Si lo que querían era que los guiara a su hogar?, si lo hacían por Miguel o Marco. Ese sólo pensamiento la hizo desviarse de su camino, de su hogar, necesitaba encontrar a alguien, a algún vecino, algún local, algo.
Que fuera una zona llena de casas no le permitía sentirse segura en ese momento. Pero una papelería fue su salvación, era lo que necesitaba, pero antes de poder llegar, alguien la agarró con fuerza, sus brazos eran fuertes y la sujetaban firmemente.
Intentaba con fuerza zafarse, pedir ayuda, que alguien saliera y la auxiliara, pero no había nadie, estaba sola, nadie le ayudaría.
Veía su destino de salvación alejarse cada vez más, mucho más lejano, y como aquel hombre la llevaba en dirección al carro.
No, no quería.
Quería ayuda.
Quien sea.
Quien sea.
Quien sea.
Por favor.
Sentía el pánico llenarla, y sus lágrimas empezar a bajar por el miedo. ¿Qué iba a pasar?, ¿Por qué?, cerró sus ojos con fuerza intentando no llorar y ceder al miedo, pero estaba aterrada, no podía, no quería.
Quería a sus hermanos, a sus papás, a Hiro, a su familia.
¡Ayuda!
—¡Suéltenla!— una voz la hizo abrir los ojos con rapidez viendo a Priscila con una botella de jugo rota, había golpeado al tipo.
Con un movimiento rápido, ella logró poner a Socorro detrás suyo, de forma protectora.
Ambas estaban ansiosas, pero en el caso de Priscila estaba más nerviosa, debía poner a Socorro a salvo, debía llevarla a casa, si lograban llegar a ese negocio o a su hogar, estarían bien.
Su cuarto de universitaria, donde rentaba estaba cerca, había visto cómo intentaban secuestrar a alguien y tuvo duda si acercarse, pero al final decidió hacerlo, y al notar que era la Rivera menor, su cuerpo actuó demasiado rápido atacando al alfa frente suyo.
Apretó con fuerza lo que quedaba de su botella, ¿Si se la lanzaba sería mejor?, ¿Les daría oportunidad de escapar?
—No te metas en esto, omega— su voz era seria y fuerte—, ¡Apártate!
El cuerpo de la omega tembló, la voz de mando y las feromonas eran fuertes, quería someterse a ella, pero no podía, al carajo los instintos, debía proteger a esa niña.
—¡A la chingada, no la vas a tocar!— gritó seria, añorando que algún vecino chismoso o alguien se percatara.
Que alguien ayudara.
—No es tu problema, pero nos sirves— susurró serio golpeando con fuerza el rostro de la chica.
—¡Priscila!— Socorro se agacho para auxiliarla y sentir como ella la abrazaba con fuerza adelantando el movimiento del mayor, querer jalar a Socorro.
—No te atrevas a tocarla, maldito imbécil— gruñó aferrándose a la pequeña y levantarse con rapidez, volviendo a ponerla tras suyo. Pero antes de poder decir algo, incitar a Socorro a correr, sintió un piquete en su cuello y sintiendo su vista nublada.
Sin poder evitarlo, se dejó invadir por la oscuridad, aún con el miedo y la duda acompañándola.
Pero con un sólo pensamiento.
Socorro.
.....
—No, espere, señora Luisa, no estoy entendiendo— Hiro miró con duda a su hermano, llevaban cinco minutos en esa llamada, y Hiro no podía entender mucho, por no decir nada, el miedo de malas noticias estaba activado, y Tadashi estaba al pendiente con él—. Por favor, intente respirar, ¿Qué pasó?, ¿Miguel está bien?
Sintió más miedo mientras veía los papeles frente suyo, debía estar viendo lo de la intervención, ahora no podía pensar en ello como prioridad, la llamada de su suegra había tomado ese puesto.
Escuchó a la mujer intentar calmarse con respiraciones, y él intentó lo mismo. Tadashi le quitó su celular para ponerlo en altavoz. Ambos hermanos estaban nerviosos.
—Socorro está desaparecida— logró decir antes de volver a llorar, pero esas palabras habían llegado con fuerza a Hiro.
Miró a su hermano quién al igual que él tenía una expresión sorprendida.
—Intente respirar otra vez, por favor— murmuró nervioso mordiendo su mejilla con fuerza—. Por favor.
—No lo sé Hiro, no lo sé, tengo llamadas perdidas de ella, alguien la estaba siguiendo, pero no tengo forma de contactarla, Miguel no responde— explicó entre sollozos—, No sé dónde está mi niña, no puedo encontrar a Miguel.
—V-Voy a intentar contactar a Miguel, yo, veré cómo ayudo desde aquí. Le prometo que la encontraremos, lo prometo— exclamó serio sintiendo el pánico albergarse en la boca del estómago.
—Tu suegro viene en camino, pero nadie sabe nada, nadie vio nada— sollozó aún más, podía escuchar como sorbió su nariz. Si él se sentía alterado, no quería imaginar el sentimiento de ella.
Lo que debía resentir por su niña.
—Voy a contactar a Miguel... Y la vamos a encontrar.
—Por favor, si logras hablar con Miguel, que se contacte de inmediato. Por favor Hiro.
—Lo haré. Gracias por avisarme— se despidió colgando la llamada y ver a Tadashi—. Ayúdame a rastrear los celulares.
—Intenta localizar a Miguel primero, si podemos registrar la llamada es más fácil ubicarlo.
Con un movimiento de cabeza Hiro marcó el número de su novio, recibiendo un pitido, dos, tres, luego más, y por último buzón.
Intentó cuatro veces antes de sentir la desesperación invadirle.
—Hay que buscar esos malditos celulares ya.
Tadashi asintió abriendo su laptop y empezar a buscar, Hiro hacía lo mismo. Ambos buscando a ambos hermanos.
Tenían muchas cosas en mente mientras trabajaban, hipótesis de quienes habían sido.
Y para Hiro, una conclusión le asustaba,.
La conversación con Fred le llegó de golpe, no, no iba aguantar. No, no iba a sacrificar a Socorro, ni a Miguel. Si esto era por su culpa, iba a matarse. No podía permitirlo.
—Tengo el de Miguel— la voz de su hermano lo sacó de sus pensamiento girando a verlo—. Su última ubicación fue en... ¿Un bar?, no estoy seguro que es.
—¿Está apagado?
—No hay movimiento, probablemente.
—Mierda.
—¿Tú encontraste el de Socorro?
—No.... no puedo concentrarme
—Yo lo hago Hiro— exclamó cambiando de computadoras y empezar a trabajar. Podía entender que su hermano estaba preocupado, él también lo estaba, pero sabía que Hiro lo estaría más.
Sabía que Hiro tenía un lazo con esa pequeña, que Hiro adoraba a esa niña y viceversa.
Que Hiro, que el omega de su hermano, estaba asustado.
—La encontré. Bueno su celular está aquí, su última ubicación.
Hiro volteó a verlo de forma automática y acercarse a ver la pantalla.
—¿Reconoces?
—No, se lo enviaré a la señora Luisa—susurró tomando la ubicación y pasarle lo que sabía a su suegra. No sabía cómo ayudarla, no sabía cómo seguir.
—Hermano, ¿Qué tan difícil sería hackear las cámaras más cercanas?
—No creo que sea sencillo Hiro, suena imposible de alguna forma—dijo sincero volteando a ver a su hermano.
Su mirada era seria, pero podía observar la preocupación en sus ojos.
Un suspiro salió viendo la pantalla. No tenía idea de cómo hacerlo, pero lo iba a lograr. Por Hiro, por Socorro.
Para ayudar.
Fueron dos horas de trabajo, dos horas donde Dashi no supo cómo diablos lo había hecho, pero lo logró. Tenía las grabaciones.
Miró a su hermano quién tenía la mirada perdida, se encontraba apretando su puño con fuerza, sus nudillos estaban blancos. No sabía que pasaba por su mente, no sabía si quería adentrarse en ello, pero debía adentrarse.
—Lo tengo. Ven a ver.
Sin tener que decirlo por segunda vez, Hiro se levantó sentándose al lado de su hermano y ver las grabaciones con atención. Sentían el nervio crecer, y más cuando se pudo presenciar a Socorro aparecer corriendo.
Mordió con fuerza el interior de su mejilla viendo atentamente lo que sucedía. Lo que les habían hecho. Como se habían llevado a ambas chicas.
Quienes lo habían hecho.
—¿Hiro?
—Voy a matar a esos hijos de perra— exclamó enojado levantándose y empezar a caminar en círculos.
—Hiro, lamentamos la demora, vimos algo de... ¿Qué pasó?— Fred vio con duda a ambos hermanos, Tadashi estaba serio pero Hiro estaba enojado, podía notarlo.
—Secuestraron a Socorro. Ellos la tienen, también a otra chica.
—¿Qué?— Honey los vio con miedo acercándose a su pareja para ver lo que ellos.
—Sé que tenemos que intervenir, y ver lo de la ruta de prostitución— habló serio viendo a su equipo—, pero por favor, ayúdenme a encontrarla.
—Es la ruta de México, no podemos intervenir sin Megan.
—Esto no se trata del tráfico, es por la niña— explicó Gogo mirando a su amigo.
—La advertencia de Megan se puede ir al carajo, entraremos por ellas y saldremos. No dejaré que la toquen.
El equipo vio con duda a Hiro, pero no podían negarse.
Hiro estaba enojado, tenía determinación en su mirada, y sus feromonas empezaban a salir. Realmente estaba furioso.
—Vamos a cambiarnos.
....
—Tranquila, todo está bien, estoy contigo— susurró apretando con fuerza a la menor contra suyo. Socorro estaba temblando y sollozando.
Desde que su cerebro había reaccionado, y había podido despertar, su única misión fue intentar tranquilizar a Socorro. No sabía dónde estaban, o el por qué estaban ahí. Era una habitación fría y húmeda.
Podía entender que la habían drogado, pero lo que le preocupaba era lo que le hubiesen hecho a la menor mientras ella no podía defenderla.
—Shhhh, estoy aquí, vamos a salir de aquí, no sé como, pero voy a sacarte de aquí.
—Tengo miedo, tengo miedo— dijo sincera aferrándose a la chica. Intentaba encontrar esa poquita seguridad que la chica representaba en ese momento.
A pesar de los sentimientos encontrados, ella era la única seguridad en ese lugar, su único salvavidas. La única persona y razón por la cual estaba a salvo.
Ella se había sacrificado por ella. No por Miguel, por ella. Y eso no podría olvidarlo o ignorarlo.
Ella estaba con ella, por ella.
Y Socorro se sintió mal por el pasado.
—Lo sé, lo entiendo, también yo, pero escucha Coquito— susurró tomando su rostro y limpiar sus mejillas—. No podemos dejar que nos venza en este momento, necesitamos salir de aquí. No dudes que yo haré todo para que salgas de aquí, pero necesito que seas fuerte, ¿Está bien?
La menor asintió despacio intentando detener sus lágrimas y dejar de temblar. Debían salir de ahí, no sabían qué esperar, podía ser sólo una extorsión por sus hermanos o puede ser algo peor. Y ellas no querían averiguar cuál opción era.
—¿C-Cómo...?—susurró sin poder hablar, estaba nerviosa, y estaba luchando por no entrar en pánico.
—Encontraremos la forma, encontraremos como salir de esto, ¿Está bien?, necesito, que me prometas, que pase lo que pase, vas a correr, ¿Okay?, no importa lo que me hagan o digan, tú corres.
La mirada de Socorro se volvió de pánico, no iba a dejarla, no después de que ella estaba en esa situación por su culpa, no pensaba dejarla.
—No.
—Coquito, escucha, necesito que salgas, necesito que corras y que me prometas que no te detendrás. Yo estaré bien.
—No puedo hacer eso.
—Por favor, a la primera oportunidad, corre, y no te detengas. Por favor.
La menor se aferró con fuerza al cuello de la chica asintiendo, aún si no quería, estaba asustada, si podía conseguir ayuda, podía salvar a Pri. Podría hacerlo si lograba escapar.
Priscila la abrazó con fuerza al escuchar un golpe fuera, pudo sentir a Socorro temblar ante la situación y el estruendo. No sabían qué pasaba, no tenían idea de donde estaban. Con quienes estaban.
Pero era consciente de algo, que iba a proteger a esa niña.
Aunque pronto un aroma la desconcertó, miró a Socorro sintiendo miedo. La situación era estresante, lo entendía, pero eso estaba mal, era un mal momento.
No era común.
Socorro se estaba presentando de forma temprana.
Socorro estaba entrando en celo.
Socorro era un omega.
.....
Holiiiiiiiiiiii
Espero les haya gustado, nos vemos en el siguiente, les tqm.
Empecemos modo serio.
Bai bai, hasta la próxima.
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