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Mentira.

Hiro despertó alterado, buscando identificar el lugar donde estaba, quitó prendas arriba suyo, notando la oscuridad total en la habitación. Era de noche. ¿En que momento se había quedado dormido?, ¿Cuánto tiempo?, ¿Miguel ya habría llegado?

Con algo de duda terminó por retiras las prendas a su alrededor y colocarse sólo una sudadera del moreno. Odiaba sus estúpidos instintos de omega, pero encontrar paz en el reconfortante aroma del alfa, bueno, al menos tenía algo a su favor en esta vida.

La habitación estaba vacía, totalmente a oscuras, las cortinas corridas eran su único indicio de que el moreno había llegado. La única cosa diferente de cuando llegó.

Sus piernas le dolían, había estado en una posición bastante estrecha, haberse quedado dormido dentro del armario de Miguel, simplemente no había sido la mejor idea. Aunque debía admitirlo, se sentía mucho mejor a como había llegado, muchísimo. Aún podía sentir esa ligera marca de su ansiedad. La culpa también estaba bastante presente, Marco estaba herido, por su culpa. 

Marco estaba herido por su culpa    

La realidad le llegó de golpe levantándose rápido y pisar a quien estaba al lado de su escondite de ropa. Miró con miedo a Miguel quien se había despertado de golpe por el pisotón.

—¡Lo lamento!, ¡¿Estás bien?!, ¿Te lastimé?

—Tranquilo Hiro, estoy bien, descuida greñudo— la voz serena de Miguel lo hizo calmarse. La mirada del chico frene suyo era bastante tranquilizadora, no había mentira en ella. Aún así se sentía avergonzado por lo ocurrido. 

—Lo lamento.

—No es necesario que te disculpes, tranquilo, ven.

Sin duda alguna había algo mejor que esa mirada sincera, sin temer Hiro elegiría siempre los brazos del moreno, los abrazos llenos de cariño y seguridad, aquellos abrazos que podía disfrutar sin pena, sin miedo. Abrazos que eran hacia él. Sólo para él. 

Si veía hacia atrás, la forma en que se habían conocido había sido ridícula, su interacción con sus amigos y Miguel al inicio, no lo iba a negar, le daba vergüenza, la forma en que había conocido a Miguel, bueno, no era la de un cuento de hadas o una historia de amor. Había sido de una forma común, una forma ridícula y vergonzosa. Pero aquí estaban, las cosas se habían acomodado de una forma agradable, su relación, simplemente no podría decir que es perfecta, pero tampoco era un desastre. Había confianza y seguridad. Simplemente Hiro no podía pedir más, estaba cómodo, y al igual cómo Miguel hacía todo lo posible para que su relación funcionara, él haría lo mismo. 

Aunque claro, decirle a tu novio "Tu hermano está en el hospital por mi culpa, es por que soy el héroe de Sanfransokyo" era una pésima idea, ¡No!, claro que no, no podía decirle eso, pero, ¿Cómo podía estar mintiendo a Miguel, cuando él era sincero?, no podía decirle sin delatarse, pero no se quedaría callado, una verdad a medias, lo seguía sintiendo como traición. Simplemente no sabía que hacer. 

No sabía como decirlo mejor dicho, puesto que es algo que Miguel debía saber. Y le iba a decir. No rompería la confianza de ellos, pero ¿Si Miguel lo veía como un peligro y lo quería lejos de su familia?, bueno, era entendible, muchísimo.

Pero no quería aquello.

—¿Estás más tranquilo? 

—Sí, gracias... Miguel, yo, lamento mucho el no haber avisado 

—Descuida, esta es tu casa, puedes venir cuando gustes. 

—Gracias. 

—¿Quieres hablarlo? 

—¿El qué?

—Bueno, si me dices que viajaste hasta aquí sólo porqué me extrañaste, anqué me sentiré inmensamente halagado, sé que hay algo más, mi amor. 

—No, bueno, claro que te extrañé, pero tienes razón, hay algo más—  el silencio envolvió la habitación. Aún si Miguel no quisiera aceptarlo, sus instintos gritaban que escondiera al chico frente suyo y lo mantuviera lejos de aquello intangible que lastimaba a su pareja. 

Aquello que no conocía, pero claramente estaba jugando un papel importante con Hiro. 

—No debes forzarte, tranquilo— 

—No, no es eso... Es que...— cerró la boca mirando el suelo, era difícil, más difícil de lo que imaginaba—, Sucedió algo,  yo no pude evitarlo, pero debí evitarlo, debí estar ahí. Debí ser yo desde el inicio, lo lamento, lo lamento muchísimo.  

—Hiro, Hiro, respira, no estoy entendiendo, pero sea lo que fuere, no fue tu culpa, no fue tu culpa. 

—Lo es, yo los he retado, es mi culpa, los puse en peligro— el aroma amargo del chico empezó a llenar el ambiente. Sus manos apretadas, volviendo sus nudillos blancos por la fuerza. 

No, no iba a tener un ataque de pánico, no, no ahora, no.

No, no, ¡NO!

Podía odiar a su cerebro en estos momentos, recordar el momento, estar ahí, con alguien sobre él, se sentía pequeño, indefenso. Como el pequeño niño que fue. 

Pero no lo era ahora, era un adulto, uno que eligió enfrentarlos, un adulto que tomó una decisión para proteger a su familia. 

Un adulto que no iba a dejar que un recuerdo lo mantuviera hundido más tiempo. Debía ser más fuerte ahora, sabían quienes eran, los iban a matar en cualquier momento, ¿Iba a pasarlo con miedo?, no, ¡NO!

Hiro iba a pelear, iba a acabar con ellos, uno a uno, se pondría en medio las veces que fueran necesarias. Salvaría a ese pequeño niño que fue en algún momento. 

—Hiro— la voz preocupada del moreno lo intentó regresar. Las lagrimas salían de aquellos ojos rasgados, pero a pesar de todo, no se mostraban asustados como hace unos momentos, había enojo, furia en ellos. 

Unos ojos de soldado que Miguel no esperaba ver y no sabía como interpretar. 

Él no podía leer sus pensamientos, no podía saber que pasaba en esa cabecita greñuda, pero algo podía interpretar, algo podía adivinar. 

Hiro estaba luchando, y él saltaría a la guerra si se lo pidiera.

—Lastimaron a Marco. Está en el hospital.

Con esas palabras Miguel alzó la mirada de golpe, vio con miedo a su pequeña hermana. 

¿Qué estaba diciendo?

Sus padres estaban abajo, debía saber que sucedió.

 Antes de levantarse por completo se giró mirando a Hiro. Después de la reveladora mirada, Hiro no había dicho nada más, pero poco a poco lo fue perdiendo. El chico había tenido una guerra interna, y su cansancio salió a flote al terminar dormido en brazos de su novio. 

Hiro dormía tranquilo, y estaba seguro que era porque él estaba a su lado. Cuidándolo, velando su sueño. No quería arruinar eso, después de todo no sabía la razón del porque Hiro estaba ahí. O al menos no podía imaginar por completo el porqué. 

Socorro notó ese sentimiento de duda en su hermano. Podía sentir el ambiente pesado en la casa. Y no sabía cómo dirigirse tampoco, porque a ella no le dirían nada, por ser una niña. Por ser la menor. Pero podía sentirlo, podía darse cuenta de que algo raro pasaba.

—Yo lo cuido. Ve con mamá.

—Gracias Socorro.

Miguel se sintió ligero. Se sintió un poco más seguro al dejar a Hiro con su hermana, a dejarlo solo. Ahora se sentía ansioso. Marco estaba herido.

Bajó con prisa mirando a sus padres. Su madre estaba llorando. Su padre intentaba mantenerse calmado por su esposa. Pero se podía notar que ambos estaban ansiosos.

—Mamá... ¿Qué pasa?, ¿Qué sucedió?

.....

Hiro despertó ansioso. El no sentir el cuerpo de Miguel cerca lo alteró. Vio por la habitación notando a Socorro a los pies de la cama. Lloraba.

—Socorro... ¿Qué ocurre?

—No sé, Marco está en el hospital, pero no sé más de eso.

—¿Y Miguel?

—Abajo. Está abajo. ¿Hiro?, ¿Qué le pasa a Marco?

El rostro lloroso y asustado, de aquella pequeña que siempre le mostraba una sonrisa. De aquella niña que tenía una actitud animada y divertida. Hacían que el corazón de Hiro se estrujara. Hiro quería llorar de nuevo.

Se acercó abrazándola con fuerza. Dejando salir ligeramente su aroma. Sólo para calmar a Socorro.

—Vamos abajo.

Hiro cargó a Socorro con cuidado. Tan sólo salir de la habitación, pudo sentir el ambiente pesado. Las feromonas del padre de Miguel, y de Miguel, eran fuertes. Demasiado pesadas, que quería regresar a esconderse.

Bajó a Socorro de sus brazos y ambos bajaron. Al llegar a la sala notó aún más pesado todo.

La madre de Miguel lloraba, su padre estaba serio y Miguel también.

—Hiro.

La voz de Miguel, lo sintió en parte como orden de acercarse. Y no se negó. Se sentía ansioso con el aroma de otro alfa que no fuera él. Aún si sabía que estaba fuera de peligro en ese sentido. No quería estar lejos de Miguel.

—¡Hiro!, dime que sucedió, ¡DÍMELO!

La voz de la Omega era fuerte. Estaba enojada y preocupada.

Hiro se aferró más a Miguel. Buscando protección.

No podía decir que pasó, porque no lo sabía, no del todo. Él no estuvo con Marco. Debió estar ahí.

—Mamá no es momento. No tienes porque gritar— la voz de Miguel fue calmada. Pero tenía un ligero enojo. Miguel era consiente de la situación de su novio, que habían cosas que podían ser muy serias. Y aún si eran sus padres, no iba a dejar que le hicieran daño a Hiro.

Tomó la mano de su novio y alejarse a la cocina, dejando atrás a su madre y su llanto. Debía poner a Hiro a salvo. Podía sentirlo temblar.

Hiro se sentía asustado, su cuerpo lo demostraba, y su expresión también.

Él ya no se sentía cómodo en la casa. Y Miguel no podía tenerlo en su habitación para calmarlo. Debían buscar soluciones.

—Hiro... ven aquí.

Ambos se abrazaron, Miguel abrazando a su novio con un poco de fuerza escuchando sollozar levemente a su novio. Odiaba como nunca imaginó odiar algo. La sensación de impotencia. De no poder ayudar a Hiro cómo quisiera. De no saber a qué se enfrentaba.

Ver llorar a Hiro. Le dolía. Le provocaba un dolor en el pecho.

Simplemente era abrumante. 

—Mi amor. ¿Qué sucedió?

La respuesta que tuvo fue una negación. Sólo eso.

—¿Puedo saber que pasó, con mi hermano?, sólo lo de él.

—No lo sé. En el hospital dijeron que tenía una contusión, dos costillas rotas y está inconsciente. Debí estar ahí, debí estar con él. Yo... Yo debí estar con Marco, con Honey. Yo no... Lo lamento mucho.

—No, no, no, no, tranquilo Hiro. Esto no es tu culpa. No lo es mi amor— un beso suave acompaño las palabras. En muestra de que era cierto. Que Miguel no estaba enojado con él—, mi amor. Tranquilo. Estás a salvo. Iremos a ver a Marco. Y él estará bien.

—Pero si yo hubiese sabido, si hubiese estado con Marco, no habría pasado, no estaría así.

—No podrías saber lo que va a suceder. Que esto iba a suceder. No te mortifiques Hiro. No es tu culpa.

—Miguel, lo lamento.

—No tienes porque. Esto no es tu culpa. ¿De acuerdo?

Las palabras salían tranquilas. Cada una de ellas era un respiro a Hiro. Un poco de calma. El Omega se acercó a su pareja escondiéndose en su pecho. Un abrazo fuerte que necesitaba. Uno que le decía que estaba a salvo y que todo estaría bien.

Tal vez si quería quedarse con Miguel. Sólo quedarse ahí y ser su omega. Pero antes de poder hacer ello, debía confesarse. Y con pensar en eso. Sus inseguridades regresaban.

.....
—¿Hiro se durmió?

—Sí, ¿Mamá y Socorro también?

—Sí, el llanto las venció. Miguel. Ambos sabemos que algo está mal. Con Hiro.

—Papá...

—No Miguel. Deja que termine. Escucha, no lo digo en mala forma o una insinuación a que terminen. Pero Hiro está mal, tiene algo malo. Y sabes bien que lo hay. Sus reacciones no son normales. Reaccionar con miedo, mostrar esa actitud tan desesperada por protección. ¿En serio crees que no íbamos a darnos cuenta?

Miguel se quedó en silencio. Mirando el piso. No sabía que decir. No podía decir lo que sabía de Hiro. No le correspondía, y no debía ir divulgando eso.

—Miguel. Hiro es tu pareja, y por ende nuestro nuevo hijo. Pero si pone en peligro a tus hermanos, debe terminar.

—Papá...—por un momento la mirada seria del mayor de los Rivera lo hizo retroceder. Entendía su postura. Entendía el porqué lo decía, en otras circunstancias, habría estado de acuerdo sin dudarlo—. Lo siento, pero no voy a terminar con él... aún si debo separarme de ustedes, si deciden que Hiro es un peligro.

—Miguel.

—Hiro es a quien debemos proteger. No por quien debemos tener miedo. Y yo no voy a abandonar a Hiro.

—Sabes que será un problema si tu mamá te escucha.

—Lo sé. Pero no voy a dejar a Hiro.— Un suspiro salió del mayor. Miró con duda a su hijo y luego el piso.

—No podemos viajar todos. Tu madre y yo iremos donde está Marco. Te quedarás a cargo de la casa y Socorro... Y de Hiro.

—Está bien.

—Miguel. No sé que está pasando. Pero si sientes que es mejor o que ayuda. Hiro puede venir a vivir con nosotros. Sólo asegúrate de saber su opinión. Y que esté seguro él.

—Lo hablaré en la mañana con él. ¿Tienen sus boletos?

—Sí. Kyle nos los compro—Un sonoro suspiro salió el mayor cubriendo su rostro con ambas manos, una reacción de verdadero cansancio—. Así que voy a conocer al alfa de mi otro hijo. Demasiadas emociones.

—¿Qué?...

—¿Qué?, ¿Crees que no voy a notar que mi hijo huele a otro alfa, y que tiene tremenda marca en el cuello?, Miguel, soy su padre. Sé que van a hacer antes de que lo piensen siquiera. Y tu madre igual.

—¿Por qué no dijeron nada?

—Porque eso nos lo debía decir Marco. Y nunca hubo un momento donde estuviéramos solos, para que lo reprimiéramos por sus mentiras. Y no lo diríamos frente a tus tías o abuela.

—Gracias.

—No hay gracias. Ambos estarán castigados. Bueno, los tres. Sabemos que Hiro es parte de esto. 

Una leve sonrisa salió de ambos alfas. Un paso a la vez. 

.....

—Entonces somos responsables de una casa y una niña de ocho años— la voz insegura del japoamericano causó una risa en el mexicano. 

—Bueno, si lo dices de esa forma, pereciera que vamos a explotar la casa o perder a Socorro. 

—Bueno, jamás he cuidado a un niño. 

—Yo sí, y he cuidado a Socorro desde que nació. No es tan complicado, es bastante independiente la mayor parte del tiempo. 

—Sigue siendo una niña Miguel, ¿Cómo podríamos ser responsables de ella?

—No pasará nada malo, sólo será una semana. Después mamá vendrá por ella. 

—Creo que descubrirás que es más fácil preocuparte por Miguel, que por mí— con una sonrisa burlona la menor miró al omega frente suyo. 

—¡Mentira!, soy bastante responsable, un excelente hermano mayor. 

—Claro, perder a tu hermanita en una exposición de ciencias, con muchas personas al rededor es responsable— se burlo con cariño el mayor, notando las mejillas rojas de su novio, una risa suave salió por su reacción mirando de nuevo a la menor de la casa—. Bueno, díganme cuales son sus rutinas. 

Ambos hermanos se miraron confundidos, ¿Rutinas? 

....

—Señor Rivera— fue lo primero que salió de los labios de Kyle, se sentía nervioso, le había costado todo su valor el llamar a los padres de Marco, pero era algo que debía hacer, era su hijo. 

—Kyle, ¿Es así?

Ambos alfas se miraron con tensión. Kyle no sabía que decir o hacer, era el padre de Marco, para este punto podría darse cuenta de la marca de enlace, es decir, el cuello de Marco estaba descubierto, en cuanto lo vieran lo iban a descubrir. Y no tenía idea de que reacción esperar, ¿Lo correrían?, ¿Lo querrían lejos de Marco?, ¿Lo agredirían?, había escuchado de padres que eran agresivos con las parejas de sus hijos, ¿Cómo eran ellos?

Por otra parte, el mayor de los Rivera quería preguntarle todo tipo de cosas, ¿Cómo se conocieron?, ¿Marco había consensuado esa marca?, ¿Cómo habían llegado a ello?, ¿Por qué nunca lo dijeron?, ¿A que se dedicaba?, ¿Era bueno con Marco?, era la pareja de su niño, de verdad se moría por preguntar muchas cosas, pero entendía que no era el momento, aunque también quería examinar del todo al chico, ¿Era bueno para su niño?, ¿Cómo era Marco con él?

—Kyle, ¿Dónde está Marco?, ¿Qué sucedió?, ¿Qué te han dicho?— la omega se puso en medio de ambos dirigiendo toda su preocupación por su hijo al alfa más joven—, ¿Estará bien?...

—Está estable..., no me han dicho mucho salvo de sus heridas, logró pasar la noche, pero dicen que podría empeorar en cualquier momento— respondió con dolorosa honestidad—, No me han dicho nada más. 

—¡¿Qué sucedió?!— ahora la voz desesperada alcanzó con dolor al joven, no podía ver a la mujer a la cara, no podía. Sabía de quien había heredado los ojos Marco, no podía verlos ahora. 

—Cariño...

—¡NO!, ¡Es mi hijo, tengo todo el derecho de saber!— exclamó acercándose con seriedad al chico frente suyo—. Soy su madre, ¡Dime, que mierda a sucedido con mi hijo! 

Pudo notarse la sorpresa en ambos alfas, Enrique pudo reconocer el peligro en el tono de su esposa, era una orden, bien dicha que exigía una respuesta ahora mismo. Su pareja estaba enojada, preocupada, y sería capaz de sacarle a la fuerza las palabras al alfa frente suyo, por su cachorro. 

Mientras que Kyle sintió más esa apuñalada, los ojos no era lo único que Marco había heredado de su madre. Suspiró de forma temblorosa mirando a la mujer. 

Explicó de forma honesta lo que había pasado, el secuestro, lo que Hiro había hecho para sacar a Honey y Marco, ocultando bien el tema de lo superhéroes, el diagnostico, todo lo que sabía. Lo soltó sin medirse. Casi quiso arrepentirse al ver a la mujer cubrir su boca con la palma de su mano angustiada y las lagrimas saliendo sin control, por su hijo, por Hiro, por todo. Su esposo abrazándola pero también mostrando esa preocupación en su mirada. 

Casi quiso arrepentirse, pero ocultar la verdad no iba a solucionar nada, ellos debían saber en caso de que su hijo no sobreviviera. En caso de que Marco se fuera. Ellos debían saber la razón, lo que había sucedido. Aunque el porque no lo podría decir, porque no lo sabía.

Casi quiso arrepentirse, hasta que los brazos de ambos mayores lo rodearon, no con fuerza, no como amenaza, un abrazo de apoyo. De que los tres estaban en el mismo nivel. Los tres preocupados por Marco. 

Que los tres estaban sintiendo lo mismo. 

Si debían dar la vida por el chico ruidoso, bromista y maravilloso que estaba en esa cama de hospital inconsciente, lo harían. 

—Gracias por estar aquí, por él, sé que estará alegre de saber que estás aquí— la voz tranquilizadora de la omega hizo que el corazón de Kyle se estrujara. 

¿Y si Marco no despertaba?, ¿Y si Marco lo quería lejos ahora?

Bueno, eso no importaba, no ahora. Cruzarían ese puente cuando estuvieran ahí, por mientras, no se alejaría de esa habitación. Estaría con Marco, con sus padres. Hasta el final, hasta que Marco lo decidiera.

—No podría dejarlo.

—Sabemos que no. Eres su alfa después de todo. Sólo como advertencia, no esperen que sea amable con su regaño. Pero esperaré a que estén los dos— Enrique fue el primero en separarse acercando a su esposa a él. La necesitaba cerca, necesitaba el apoyo que sólo su esposa podía darle. 

Era su niño. 

El que luchaba por su vida en la habitación frente suyo. 

¿En qué momento las cosas se habían torcido así? 

.... 

—¿Miguel fue a su disquera? 

—Eso me dijo, uhm, no voy a mentirte, olvidé el camino de regreso a casa— suspiró derrotado el mayor viendo a la niña que llevaba de la mano. 

Había ido a recogerla a la escuela, confiando en que podría recordar como regresar, pero estaba muy equivocado, no recordaba ni que trasporte lo acercaba. 

—Descuida, ven, aquí sale el camión— dijo con tranquilidad dirigiendo a Hiro a la base. Era una situación nueva, pero sería por pocos días, luego todos irían a ver a Marco—, Hiro, ¿Crees que mi hermano estará bien? 

Con duda, Hiro se agachó quedando de cuclillas, para poder estar a la altura de la niña. No quería responder con la brutal honestidad que le carcomía, pero no podía mentirle, menos a la cara. 

—No lo sé, quiero creer que sí, Marco es muy fuerte, y podrá salir de esto— respondió tomando una pequeña mano de la niña y colocarla en su propia mejilla—. Sino lo está, puedes golpearme hasta la muerte. 

—No quiero golpearte Hiro, tampoco podría hacerlo. 

—Queda abierta la oferta Coquito— respondió tranquilo levantándose y ver a la menor.

Si supieran la verdad, lo odiarían. 

No tenía duda alguna. 

Y se lo merecería. 

Merece su odio, lo merece. 

Debió ser él. 

—No lo haré, no importa qué— sentenció mirando al suelo y luego afrontando la mirada angustiada del mayor—. Aún si quisieras que lo hiciera, jamás lo haría. Somos familia, ¿Por qué golpearía hasta la muerte a uno de mis hermanos?

—Socorro...

—Oh, ese es nuestro camión—con una sonrisa hizo la parada subiendo al trasponte con el chico tras suyo y pagando lo correspondiente. 

Con la mirada perdida Hiro la siguió. Marco estaría bien, haría todo lo posible, todo lo que pudiera. 

Porqué quería proteger la sonrisa de esa pequeña que tenía a un lado. 

Porqué quemaría el mundo entero si algo hace llorar a Socorro. 

Porqué se destruiría a si mismo si por su error, Socorro llora por Marco. 

—Hiro, ¿Podrías ayudarme con mi tarea?, no es que no pueda, pero... ¿Podrías? 

—Por supuesto. 

Ambos sonrieron mirando el camino por la ventana. Ninguno estaba acostumbrado, sonaba raro en palabras del otro. Hiro nunca convivió con niños, él era el pequeño del grupo. Socorro no convivía con alguien que no fueran sus hermanos, y decir que convivían realmente era mucho. 

Pero ellos eran adultos con sus propias vidas y sueños, ella sólo era su pequeña hermana menor, que veían de momentos y le daban obsequios. Hacer la tarea con un hermano mayor, que tu hermano te recoja de la escuela, que tu hermano te escuche, que tu hermano te sea sincero. 

Sin mentiras. 

Hiro no era de sangre, era el novio de su hermano, era su cuñado, pero eso no era impedimento para mentirle o tratarla como una niña pequeña que no entiende, pero no, Hiro siempre le ha sido sincero, y lo acababa de demostrar, no fue afirmativo que Marco estaba bien, pero tampoco lo negaba, era sincero con lo que él sabía, y eso se lo compartía. 

No era mucho, pero era suficiente. 

Socorro confiaba en Hiro, era otro hermano, e iba a golpear hasta la muerte a Miguel si Hiro se iba por su culpa. 

....

—Eso es horrible— Sofía mantenía una mirada perdida en el suelo, hace una hora que Miguel había llegado a informar lo de su hermano, el porque no podrían estar en una presentación próxima. 

—Miguel, ¿Sabes que sucedió?

Con una negativa Miguel miró a Alejandro. 

—No realmente, pero tengo una idea de que pudo ser... Conoces el trafico de omegas, ¿No es así?

—¡Miguel!— Sofí lo miró exaltada, ¿Que diablos estaba preguntando?, ¡¿Que diablos estaba insinuando?!

—Lo hago... Tranquila Sofí, lo hago, soy consiente de lo que es, y honestamente para este punto de tu carrera me sorprendería si tú no lo supieras— respondió mirando al menor, una mirada dura y seria. 

—¡¿Pero qué mierda?!, Miguel atrás— Sofía fue la primera en ponerse frente al alfa mayor y apuntar su arma contra él. Protegería a Miguel, y si tuvo que ver con lo que le pasó a Marco, ella misma lo mataría. 

—¡Sofí!

—Descuida, no es contra mí quien debes alzar esa arma... Lamento no explicarme bien, soy consiente de lo que es el trafico de omegas, sé de ello, y yo mismo viví lo que es perder a alguien por ello— respondió mirando a nada en especifico, su mirada se perdió, recuerdos dolorosos, abrumantes, o sólo recuerdos de un pasado demasiado lejano para intentar alcanzar. 

—Explícate o yo misma te mando a la siguiente vida. 

Un suspiro salió mirando de nuevo a las dos personas frente suyo. Con una lentitud para no ser tomado como amenaza, se acercó a su librero, sacando un disco de vinil, al abrirlo sacó una hoja de periódico, una noticia. 


Famoso omega, encontrado sin vida. 

Después de haber estado desaparecido por meses...

Miguel no pudo terminar de leer el titular, era muy cruel. Demasiado. 

—Mi esposo, era bastante conocido en su momento, era cantante también. Por una broma horrible del destino me lo arrebataron. Llegué al trafico de omegas buscando a mi esposo, claro que tuve mi amenaza y casi pierdo la vida. No sé porqué razón sigo aquí, porque no me arrebataron la vida en ese momento, pero no la iba a desperdiciar, nada me iba a quitar el dolor de perder a mi pareja— una débil sonrisa salió mirando a sus dos acompañantes—, pero iba a evitar que alguien más pasara por ello. Hice todo lo que pude, logré hacer esta disquera, poco a poco creció. Supongo que siempre se preguntaron porque había más omegas que alfas, porqué tenían un trato mejor. Bueno, es para mantenerlos a salvo aquí, en nuestra familia, su seguridad es primero, no tenemos acuerdos con aquellos que quieran sobrepasarse, entre más talento y belleza tengan, serán un blanco más atractivo. 

—Marco... 

La mirada de Miguel viajó a la ventana, Hiro, Hiro era talentoso, sumamente inteligente, y Dios, es sumamente precioso, fue un blanco fácil de niño, ¿Que le daba seguridad que ahora, a esta edad, no lo era?, nada. 

—No podemos permitir que se limiten por el miedo, ofrecemos seguridad todo lo que podemos. En el incidente que pasaron en su gira, intenté que tuvieran más seguridad, intentamos investigar lo más que podemos en su alojamiento... 

—Ustedes se arriesgan para mantener omegas a salvo. 

—Sofí, baja esa arma, siento incongruencia en tu tono de voz mientras me apuntas—una leve sonrisa salió del alfa y una mirada apenada de la chica—. Pero sí, nadie protegió a mi esposo, nadie intentó salvarlo, ni su compañía, ni sus representantes, todos estaban metidos en eso... yo me prometí hacer todo lo que pudiera para hacer una pequeña diferencia, sé que no puedo hacer mucho, sé que es una pequeñez en comparación a toda esa asquerosidad..., pero lo hago por él, porqué sé que él estaría de acuerdo... porqué si tal vez, alguien hubiese hecho esto antes, él estaría aquí. 

—Lo siento, por lo que pasó— la voz de Miguel fue débil, pero sincera. Intentó ponerse en sus zapatos, no pudo, era un dolor horrible aún si sólo lo imaginaba, si perdiera a su pareja, a su hermano. 

—Descuida, no puedo hacer mucho, salvo seguir luchando, y ayudar a tantos como pueda, aún si nos ven raro porque hay más omegas que alfas, no me interesa si nos señalan de prostíbulo o algo más, yo sé porque lo hago, por quién lo hago... Si necesitan cualquier cosa para Marco, no duden que estaré ahí. 

—Gracias... si necesitas algo, yo puedo...

—No es necesario Miguel, ha pasado ya un tiempo, estoy bien con mi duelo—una sonrisa un poco más animada salió del alfa mayor volviendo a dejar el disco donde iba—. ¿No dijiste que estabas a cargo de tu hermana?, deberías volver, estoy seguro que debes darle de comer. 

Reconociendo eso como una despedida, tanto Miguel como Sofía salieron de la oficina. Se sentían ligeramente abrumados. Nueva información, diferente a la que hubieran esperado, y no sabían si aquella era mejor o peor. 

—No sabía que tenías un arma...

—Soy mujer en México, además... fue una recomendación de Alejandro después del accidente de Sanfransokyo... tiene sentido, ¿No? 

—Sí..., ¿Quieres ir a comer con nosotros? 

—Acepto la oferta Miguel... y si tienes un trago, lo necesito. 

—También yo. Vamos. 

.....

—Megan, no entiendo, ¿Qué es exactamente? 

—Hiro, es complicado, necesito que tengas la mente abierta— las palabras de la chica contrario a buscar una calma para el joven, estaban teniendo un efecto contrario, miles de cosas cruzaban su mente, y Marco era la principal de ella. 

—Megan, sólo dime que es. 

Un suspiro salió del otro lado de la línea. El sonido de la ciudad era poco tranquilizadora para el joven genio, ¿Qué era tan difícil de decir? 

—Fred... Fred encontró una lista de los compradores en el trafico de omegas... el nombre de Miguel está en esa lista. Un omega japones, hace unos meses, asumimos que fue en el tiempo que estuvo de gira....

Las palabras dejaron de ser procesadas por la mente de Hiro, podía escuchar un pitido en sus oídos, la vista nublosa y su cuerpo temblando. ¿Qué era eso?, ¿Miguel?, ¿Miguel Rivera?, ¿Su Miguel Rivera?, había comprado un Omega, en su cara, se había burlado en su cara. 

Todo ese tiempo. 

Él le había confesado algo importante, pero él sólo se burló en su cara. 

Era igual a todos. 

Igual a ellos. 

—¡¿HIRO?!

—Te hablaré después Megan... Tomaré un avión a casa hoy— susurró dando por terminada la conversación. 

Se sentía herido, la traición se expandía en su cabeza causando un palpitar, la vergüenza se apoderó de su persona dejándose caer con un ruido sordo. 

Todo ese tiempo, Miguel le vio la cara de imbécil, con un tema tan serio, tan fuerte. Conocía su historia, ¿Con que cara se atrevía a mirarle a los ojos?

¿Cómo podía? 

Ese bastardo hijo de...

—Hiro, ¿Te encuentras bien?

Su cabeza se giró de forma rápida viendo a la pequeña niña frente suyo. Tenía una expresión preocupada, podía entenderlo, podía imaginar cual era su imagen, lo lamentable que debía verse en ese momento. 

—Hiro... ¿Sucedió algo?, ¿Marco?

—No, no sé nada de él aún— respondió, su voz salió más seria de lo que pretendía, debía calmarse, ella no tenía la culpa, ella no sabía nada, ¡Era una niña! 

—Hiro, ¿Qué te pasa?, ¿Te sientes mal?, ¿Es tu celo?, yo... llamaré a Miguel, no debe tardar en llegar a casa, él...

—¡No!

—¿Hiro? 

Reuniendo todo el valor que pudo se levantó del suelo, sentía su cuerpo temblar, sentía las piernas querer fallarle, pero no, no podía, no mientras siguiera en esa casa, con él cerca. 

No le daría la oportunidad, no se la daría. 

—Debo irme Socorro, debo volver. 

—¿Volver?, creí que te quedarías aquí un tiempo, ¿Paso algo con Marco? 

—¡No ha pasado nada con Marco!— de forma automática uso sus manos para cubrir su boca, no, ella no era él, ella no era Miguel. Debía controlarse, no debía gritar, debía calmarse. 

"Control Hiro"

¡Control!

—Hiro... 

—Lo siento, lo siento, no, no debí gritar, lo siento. Debo irme Socorro—su voz salió ligeramente más fuerte, aun era un susurro, pero lo suficientemente fuerte para escucharse en la habitación. 

No tenía idea de donde estaba Miguel, no quería saberlo, quería irse antes de verlo. Pero Socorro tenía razón, era de noche, él no debía tardar en llegar. 

Dio un paso tembloroso, pero después empezó a obtener valor, pasando de lado a la niña e ir camino a la habitación de Miguel. Se sentía agradecido de no haber desempacado, sólo debía tomar su maleta e irse. 

Se sentía ridículo, era irónico y cruel, hasta hace unos momentos, este sería un lugar seguro para él, ahora, era una sofocante prueba, amargo y dolorosa. 

—Hiro no puedes irte, es tarde, no sabes moverte, el aeropuerto está lejos, no, Miguel no debe tardar, debes quedarte. 

—No puedo hacer eso. Asegúrate de cerrar bien la puerta Socorro 

—¡Hiro! ¡¿Qué pasa?!, ¿Es por Marco? 

—No tiene nada que ver con Marco— El impulso de Hiro por gritar estaba a su limite, debía salir de ahí, debía alejarse. No podía desquitarse con una pequeña que no sabía nada, que no era el  imbécil de su hermano. 

—¿Entonces por qué?, ¿Qué sucede? 

Apretó sus labios mirando a la niña frente suyo, impedía su paso. Quería salir de la habitación, de esa casa, ¡Necesitaba alejarse de Miguel! 

—Eres una niña, no tienes porqué enterarte de cosas. Y es mejor así. Ahora hazte a un lado Socorro, debo irme. 

—¡No!, mi hermano llegará pronto, no te dejaré irte solo en una ciudad que claramente no conoces. 

Y cómo si hubiera sido invocado, el zaguán de la vivienda había sido abierto. Miguel había llegado para calma de Socorro y desgracia del omega. No quería verle, No quería hacerlo. 

La menor fue la primera en bajar en busca del joven, en su inocencia e ignorancia, era lo correcto, Hiro entendía un poco eso, pero no iba a aceptar al alfa, bajo ninguna circunstancia. Si iba a enfrentarlo, lo haría. 

No iba a dejarlo así. 

Porque era un maldito alfa al final del día. Igual que todos. 

—Coquito, ¿Qué haces despierta?, ¿No tienes clases mañana? 

—Eso no importa, Hiro quiere irse

—¿Qué? 

—No quiero, me voy Rivera— No tenía idea de donde salió esa voz, de donde sacó valor. Pero iba a aprovecharlo. 

—¿Sucedió algo?, ¡¿Marco?!

—No, no he sido informado de nada, y en todo caso tus padres te informarían Rivera. 

—¿Estás enojado?, Hiro...

—No te atrevas a dar un paso más hacia mi. 

Un sensación de miedo y furia estaban surgiendo en su pecho, bastante amargo para soportar, demasiado fuerte para no temblar, pero él no iba a agachar la cabeza por nadie, no iba a dejarse usar por ningún otro alfa, no de nuevo. 

—¿Qué?, ¿Qué sucede?, Hiro... 

—¡No te acerques!, No quiero verte la cara nunca más. 

—¡¿Pero que mierda estás hablando?!

—Hermano...

—Vete a tu cuarto Socorro, ¡Ahora! 

El cuerpo del omega tembló, la voz de mando de Miguel, no, no podía permitirse doblegarse. Vio el rostro de Socorro y el como se alejaba, ella no se negaría a una orden. 

—Vamos arriba Hiro. 

—No, no iré contigo. 

Dije, vamos arriba Hiro.

Antes de sacar otro impulso de valentía la mano de Miguel ya sujetaba con suficiente fuerza su muñeca llevándolo a su habitación. Podía sentir el pánico apoderarse de cada parte de su cuerpo, cada segundo que pasaba era una nueva bomba de pánico que explotaba en su interior.  

—Ahora, explícame, ¿Qué mierda está sucediendo?, ¿Por qué te vas? 

—Suéltame. 

—Responde Hiro. 

—Eres un imbécil. 

Pudo tener un ligero regocijo al notar el rostro sorprendido del alfa, el cual desapareció por un semblante serio, su aroma ahora llenaba su habitación, demasiado sofocante, demasiado peligroso. 

—¿Qué carajo te sucede?, ¿Qué sucedió mientras no estaba?  

—Suéltame— y como protesta, Miguel lo acercó más a él, sentía de primera el aroma molesto del alfa, mezclado con alcohol. Un aroma desagradable. 

—Responde Hiro. 

—Eres un idiota, un maldito y asqueroso alfa, ¿Necesitas que te diga más? 

—Sí, si vas a insultarme en mi cara sin razón— respondió serio tomando los hombros del omega y obligarlo a sentarse en su cama. 

El pánico se desató en el genio empezando a hiperventilar, no, no, no era eso, no, no quería eso, quería huir. 

A pesar de la furia que claramente sentía, y lo adormecido de su cerebro, Miguel era consiente, que algo no estaba bien. Separó sus manos como si le hubiera quemado. Se alejó unos pasos mirando al chico frente suyo derrumbarse, sus lagrimas salían sin detenerse y pequeños susurros de suplicas lo acompañaban. 

"No lo hagas"

"Por favor detente" 

"No quiero"

Miró con miedo al chico frente suyo, ¿Qué había hecho?, ¿Lo había asustado?, ¿Hiro pensó que lo iba a lastimar? 

Ese pensamiento lo hizo enojar más, la frustración se reflejó en su mirada acercándose de nuevo y tomar el rostro del chico. 

—Si en verdad crees que una sola parte de mí quiere hacerte daño, eres un pendejo, y el titulo de genio te queda enorme— pronunció limpiando las lagrimas del mayor. 

Acercó al chico más a si mismo abrazándolo con fuerza, no iba a soltarlo, no iba a dejarlo. Quería que supiera que lo decía en serio, él iba a cuidarlo. Sentía el cuerpo de su pareja temblar bajo suyo, apretó más su abrazo intentando usar sus feromonas para calmarlo. 

—Hiro... No puedo defenderme del imbécil que crees que soy, si no sé de que se me acusa. 

Intentó sin éxito, Hiro aun lloraba y temblaba, sentía los débiles intentos del chico de alejarse, de huir. 

—Lo siento... por lo de hace unos momentos, por la voz de mando, por asustarte, por todo. Soy un idiota. Lo lamento. 

Los brazos no perdieron fuerza, tampoco su intento de hacer hablar a su novio o calmarlo. Sentía su humor irse perdiendo, en esos momentos se arrepentía de haber ido a beber con Sofía, pero lo había hecho, no podía cambiar ese hecho, ahora debía controlarse para poder ayudar a su omega, para entender que había pasado. 

Después de varios minutos donde Hiro dejó de pelear, donde Miguel mordía con fuerza sus mejillas para no hablar de más, la voz débil del chico por fin salió.

—Compraste un omega... Todo este maldito tiempo has sido un bastardo. 

La claridad de la situación golpearon a Miguel como un puñetazo, directo y fuerte, ahora lo entendía, Hiro lo sabía. 

No había marcha atrás. ahora, debía confesar sus pecados. 

—Lo hice. 

—Maldito cínico, suéltame. 

—Lo hice, pero no para lo que crees que fue. No fue como posiblemente lo imaginas. Compré un omega, para ayudarlo, para salvarlo de ese lugar, porque mi amigo me pidió ayuda. 

—¿Quieres que crea esa basura de excusa? 

—Sí, porqué es la verdad. No sé como te enteraste, pero de esa misma forma puedes averiguar más, soy sincero con esto— de forma lenta el agarre del moreno se soltó dejando libre al omega en sus brazos—, Leo es mi amigo, el chico que sacamos se llama Kubo, ambos están en Puebla en estos momentos, pueden confirmarte mi versión, si me permites demostrártelo. 

—Suena a un suicidio. 

—Supongo que sí, pero ¿Realmente crees que me permitiría perderte por algo tan estúpido como eso? Si soy sincero lo había olvidado, aunque ahora veo que debí confesarlo desde el primer día, me disculpo por ello. 

—¿Cómo sé que no mientes? 

—No está en mi moral comprar... bueno, personas en general. Mi madre me colgará en cuanto se entere, el temor a mi madre es suficiente para no mentir con eso. Mi madre, mi hermano, amigos, compañeros, tú, son omegas, les tengo demasiado respeto y admiración, cómo para traicionarlos. 

—Lo hiciste al entrar en ese lugar. 

—Lo sé, pero pude ayudar a alguien más. Supongo que condenarme valió la pena. 

—¿Lo harías de nuevo? 

—Si es necesario, probablemente. Si puedo ayudar, ¿Por qué no hacerlo? 

—¿Me comprarías a mí? 

La mirada de Hiro era seria, una molestia oculta en esos ojos rasgados. La de Miguel era calmada, estaba en su juicio con el omega que amaba. 

—No permitiría que te tuvieran en primer lugar. 

—Eso no es lo que pregunté. 

—Daría todo lo que tengo para tenerte a mi lado Hiro. Renunciaría a mi vida con tal de tenerte a salvo. 

"Toma valor. Toma valor" 

—¿Me darías tu vida? 

"Toma valor"

—Sin pensarlo dos veces. 

"Acércate al precipicio" 

—¿Serás leal a mí?

—Desde que te conocí, lo he sido, no habrá día que no. 

"Sólo un poco más a la orilla" 

—¿Morderías mi cuello?, ¿Te enlazarías a mí?

"Y salta" 

—Sí.



......

Holaaaaaaaaaa, oh vaya, un año de espera, lo siento mucho por ello, tuve algunas situaciones en mi vida, pero estoy feliz de retomar esta historia. 

Quiero pedirles una disculpa por la tardanza y quería agradecerles por esperar, a quienes me acompañan desde el inicio o se fueron uniendo en el camino. Amo sus mensajitos y comentarios, me alegran mucho. 

Bueno, espero que les haya gustado el capitulo, y que me sigan acompañando en este bello fic. 

Les tqm. Gracias por todo. 















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