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[ÚLTIMO EXTRA] 👑 [Primera Navidad en Adaman]

Con los ojos cerrados, Jimin arrastró un costado de su rostro sobre la almohada de seda negra, buscando el cabello negro de Jungkook, quien aún dormía a su lado.

Cuando lo encontró y olió ese aroma a miel que siempre flotaba alrededor del alfa, enterró su rostro en los mechones negros y se acurrucó allí. Luego se encogió por completo, tirando de la manta y envolviendo sus piernas y brazos alrededor del cuerpo de Jungkook, porque esa mañana hacía un frío que le castañeteaba los dientes, y Jimin quería aferrarse a su marido para absorber todo el calor que pudiera prestarle.

El movimiento terminó provocando que el alfa despertara, quien de inmediato sonrió al notar a su esposo completamente acurrucado sobre su espalda.

—¿Tienes frio? —preguntó en un susurro ronco, y se giró hacia Jimin, abriendo los brazos para atraerlo contra él.

—Un poco. Estoy pensando seriamente en cambiar el clima y hacerlo más cálido. —La voz de Jimin sonó apagada, ya que su rostro ahora estaba enterrado en la curva del cuello de Jungkook.

—¿Y por qué no haces eso, mi amor?

Jimin negó con la cabeza.

—No puedo. —murmuró, mirando a Jungkook. —Hacerlo afectaría muy negativamente al ecosistema de Adaman. Y según mis cálculos, hoy es Navidad. Quiero que esté nevando, entonces necesito este frío.

—¿Navidad? —Jungkook se rió. —¿Es esa celebración de tu mundo de la que has estado hablando estas últimas semanas, en la que un anciano entrará al palacio a través de nuestras chimeneas y luego saldrá con copias tuyas tirando de un trineo?

Jimin le hizo una mueca al alfa.

—Jaja, muy gracioso, Su Majestad. Papá Noel tiene un trineo tirado por renos voladores.

—Ah, sí, renos, esos animales con cuernos que nada tienen que ver con Su Magnificencia. Me equivoqué, lo siento.  —Jungkook fingió disculparse mientras contenía una risa. Debido a eso, Jimin le dio un puñetazo en el pecho y ambos empezaron a reir a carcajadas.

El ruido alertó a los sirvientes que esperaban afuera de la sala a que los reyes despertaran para realizar su trabajo. También alertó a un pequeño grupo que estaba ansioso por invadir los aposentos de sus majestades.

—iPapi, Papá! ¡Miren esto! —El grito de Yeonjun llegó justo después de que él y los gemelos Hyunjin y Yeji prácticamente derribaron la puerta cuando la abrieron.

El trío, aún vestido con ropa de dormir, llevaban consigo un pequeño baúl similar a otros que también portaban los sirvientes al entrar a la habitación.

—Entregaron estos baúles esta mañana!

Los tres príncipes se acercaron a la cama de la pareja con la velocidad de un tifón para entregar el baúl a sus padres. La ansiedad vibraba en sus ojos rojos y flotaba sobre sus pequeños cuerpos infantiles.

—¿¡Qué tienes dentro!? ¿Podemos abrirlo? —Yeonjun saltó frenéticamente. A su petición siguió la de los gemelos, quienes hablaron al unísono:

—iPor favor, papá!

—Tranquilos chicos, acabamos de despertar. —Jimin se acomodó el pijama que llevaba, se sentó y tomó el baúl.

Después de analizar rápidamente su contenido, sonrió.

—Finalmente están listos..

—¿Qué hay en esos baúles, Jimin? —preguntó Jungkook mientras levantaba a los niños y los colocaba en la cama para darles un beso de "buenos días" en la frente.

—Se los mostrare. Pero quiero que sea para todos ustedes. —Jimin inclinó su cabeza hacia la puerta, buscando a alguien. —¿Dónde están Soobin y Niki?

—El principe Niki está siendo bañado por su niñera. Se ensució con las gachas que desayunó. —informó un sirviente, conteniendo una risita.

—Está bien. —la sonrisa de Jimin creció. —¿y Soobin?

—Está entrenando lucha con espada en el patio del palacio, bajo la tutela de un pariente de Su Majestad.

El sirviente señaló a Jungkook. Este último soltó una risa nasal y satisfecha ante aquella información.

—Soobin ha estado practicando mucho. —murmuró el rey, exudando un poco de orgullo.

—Mmm, ¡ya sé! Jungkook, trae a Niki. Decidí que iremos todos al patio. —Jimin saltó de la cama y sostuvo el baúl que habían traído los niños. —Allí nos reunimos con Soobin y luego les mostraré lo que pretendo hacer con estos baúles.

Los niños gritaron de emoción.

—De hecho, ¡trae a todos los del palacio, Jungkook! —El omega tomó a su marido por los hombros y lo sacudió. —Haz un decreto o una convocatoria real, no lo sé. Quiero una multitud en ese patio para poder mostrar lo respetuosa que es una Navidad.

Otro grito de los niños, ahora más agitados. Nadie sabía qué era la Navidad, pero sonaba increíble.

—Está bien, convocaré a todo el palacio. Sinceramente tengo curiosidad por todo esto... —Jungkook tomó una de las manos de Jimin y la besó cálidamente, poniéndole la piel de gallina.

—Te espero en el patio. —dijo el omega.

—¿Vas a volver a sorprenderme?

—¿Después de tantas veces que te mostré cosas diferentes? no lo creo.

El alfa le guiñó un ojo y dijo: —Bueno, apuesto a que lo harás.

🌔🌘👑🌖🌒

Minutos más tarde, después de que todos se habían reunido nuevamente en el centro del patio más grande del palacio de Adwan, Jimin vio que pedirle a Jungkook que convocara a todos los residentes de ese lugar no había sido la mejor idea. Ahora, además de Yeonjun, Hyunjin, Yeji, Niki, Soobin y su tutora de espada, Sira, que lo miraban expectantes, también había más de cien personas apiñadas en un semicírculo, mirando en su dirección, esperando alguna gran hazaña de su parte..

—Oh, Dios mío... —Jimin sintió que sus piernas temblaban. Siempre se sentía intimidado cuando tenía que lidiar con multitudes así, muchas veces prefería tratar asuntos de la corona más ligados a su rol como deidad manteniendo el equilibrio y la paz, y dejaba la parte de comunicación y administración directa a Jungkook. quien era mucho mejor en eso.

—¿Estás bien? —preguntó el alfa, quien estaba parado a su lado, esperando pacientemente sus próximas acciones.

Jungkook sintió su malestar a través del vínculo, por lo que acarició su palma con su pulgar.

—S-Si... —respondió el omega, y, mientras ajustaba la tela de su ropa para dispersar una ola de nerviosismo, pensó: "Es que no sé si lo que voy a hacer es tan interesante como para reunir a tanta gente".

Jimin se aclaró la garganta y dio un paso adelante.

Luego hinchó el pecho para dirigirse a la multitud: —¿Ey, cómo están todos? ¿Bien? Ah, buenos días, general Namjoon y Lulu, tanto tiempo que no los veo. ¿Y cómo están gente de la Mesa de Plata? Más tarde habrá una fiesta de empresa para todos ustedes, haha.. Ah, ya no sé estoy haciendo. —murmuró la última frase y se pellizcó el puente de la nariz. —Está bien, intentaré ir directo al punto... —Se enfrentó a la multitud y exhaló, preparándose para hablar en voz alta y en buen tono.

—Desde que llegué a este lugar he estado pensando en hacer una cosa. Traerle algo a Adaman en esta época del año, ya que creo que todos aquí todavía tienen un poco de miedo al invierno por lo que pasó en aquel entonces...

Jimin sıntio la mırada pesada de Jungkook en su espalda.

—Desde entonces, hemos estado ocupados tratando de olvidar ese período frío, y también hemos estado ocupados tratando de recuperar el reino de antes. Este año, para estas fechas, me gustaría presentarles una tradición de mi mundo que quizás no tenga mucho sentido para ustedes, pero les prometo que puede ser muy divertida y... puede ayudarnos a quitarnos ese mal sentimiento que ese invierno trae.

Le dio la espalda a la multitud y se volvió hacia las baldosas que marcaban el centro del patio. Luego suspiró, tratando de relajar su cuerpo y se concentró en el suelo debajo de las baldosas. Un suelo rico y húmedo, ideal para un árbol especifico que Jimin pretendía invocar en el momento adecuado.

—La tradición de la que hablo se llama Navidad. En Navidad nos reunimos con nuestra familia, comemos una rica cena, intercambiamos regalos... Además hay una cosa más, algo muy destacable: ¡colocamos ur árbol de Navidad!

Aún nervioso, Jimin intentó convocar el pino más hermoso que pudo. Lanzó una estocada hacia el suelo y, a partir de ahí, creó un cráter en el patio, que pronto se llenó con la apariencia de un pequeño brote. El brote creció, y creció, y creció un poco más... creció más y más, hasta que se detuvo y abrió sus hojas en lo alto Sin embargo no eran las características ramas de un pino.

—¿¡Esos son cocos!? —exclamó alguien entre la multitud cuando la planta recién convocada floreció con cocos.

Uh-oh, de los pinos no crecen cocos.

Sin querer, por un segundo, Jimin pensó en las playas y por ende, en los cocoteros. Las playas eran relajantes, y lo que él quería era relajarse frente a esa multitud de ojos. Su cerebro lo había metido en problemas.

—¡El Omega de Plata trajo cosas del verano para suavizar nuestros inviernos! —exclamó otra persona entre la multitud, y su discurso provocó una ola de aplausos y gritos de alegría.

—iNos encanta la Navidad! —Más exclamaciones de felicidad, que pronto fueron seguidas por aplausos de toda la multitud que miraba.

Jimin no sabía qué hacer. Miró a sus hijos y los encontró tan emocionados como los demás espectadores, y luego miró a Jungkook, buscando ayuda de él, pero notó que su esposo también parecía deslumbrado por ese enorme cocotero frente a ellos. Todos estaban tan contentos con su error que no tuvo el coraje de silenciar la emoción y corregir el error.

—Papi, ¿¡vamos a usar esto para decorar el cocotero!? —preguntó Yeonjun, luego de acercarse con el baúl de antes. Lo había abierto y descubrió en su interior un juego súper brillante de bolas de madera pintadas a mano y varios metros de trenza roja brillantes, todo hecho por un artesano de Adwan con el que Jimin había contactado semanas antes.

Detrás de él, Soobin se acercó tímidamente. El niño también tuvo una duda:

—Dijiste que poner el árbol es una tradición navideña. ¿En serio vamos a hacer eso? —parecía ansioso.

Todos los niños parecían ansiosos.

La cabeza de Jimin daba vueltas.

—No, no, todo está mal... ¿C-cómo vamos a decorar un cocotero? ¡Es demasiado alto! — dijo.

—iCon Hanna! —Yeonjun señaló la cima del palacio, donde el enorme cóndor del desierto observaba todo con su mirada de ave rapaz. —Puede llevarnos hasta allí.

Los demás niños gritaron palabras de apoyo a esa idea.

Jimin palideció.

—No, no, no debería ser así, aaaah...

—¿Jimin? —Jungkook caminó hacia el omega. Había notado que algo andaba mal con su marido, asi que le tomó la mano y se colocó en su campo de visión. ¿Necesitas decir algo?

—Sí, cometí un error. —Jimin suspiró. —Estan muy felices con este cocotero, pero un árbol de Navidad clásico en realidad es de otro tipo.

Se agachó y tocó el suelo del patio. Un instante después, el suelo de baldosas dio paso a un gran y hermoso pino de color verde oscuro.

—Ese es el árbol de Navidad. Lo del cocotero fue un error muchachos. —dijo mostrando una sonrisa incómoda.

Los espectadores miraron fijamente el nuevo árbol y luego volvieron a mirar el cocotero. Los cocoteros eran raros en esa zona de Adaman, más aún en invierno, y todos extrañaban el calor y los cocos del verano, por lo que, entre las dos opciones, la que parecía más atractiva era precisamente la más inusual.

—¿Aún podemos quedarnos con el cocotero? —preguntó alguien de la multitud.

—¡Sí, por favor, papá! —pidió la princesa Yeji, y su gemelo, Hyunjin, repitió la petición justo después de ella.

En un instante, todo el mundo empezó a dejar clara su preferencia por los cocoteros en Navidad. Los pinos eran aburridos y bastante comunes en los bosques de Adaman en esa época del año, nadie tenía ningún interés en ellos. Al final, Jimin se dio por vencido y reemplazó el nuevo árbol con dos docenas de cocoteros, que eran más bajos y podían decorarse fácilmente.

Pronto, todo el palacio se estaba divirtiendo con esta nueva tradición traída por el Omega de Plata. Les tomó toda la tarde terminar de colocar las esferas y trenzas de colores encima de las anchas hojas y los esbeltos troncos. Ya estaba oscureciendo cuando terminaron.

Las celebraciones navideñas comenzarían a la mañana siguiente, por lo que la multitud se dispersó para dedicarse a sus propios asuntos.

Jimin permaneció en el patio. Sentado en el suelo, se enfrentó a los cocoteros alineados y completamente decorados. No parecía un escenario navideño, pero tenía un ambiente familiar interesante, por lo que era lindo y divertido.

Un momento después, el omega sintió un acercamiento familiar. El olor de Jungkook llenó sus fosas nasales antes de que el alfa se sentara a su lado.

—¿Así está bien? —preguntó Jungkook mientras le entregaba un pequeño frasco.

En él, había un pino en miniatura, y estaba completamente rodeado por trenzas de plata hechas de manera torpe y piedras preciosas que colgaban de las pequeñas ramas. Jimin lo miró fijamente durante un largo minuto, completamente perplejo, sintiendo que sus ojos se volvían pesados. Era hermoso, absolutamente hermoso.

—¿F-fuiste tú quien hizo esto? —preguntó mientras sostenía el frasco. Se le formó un nudo en la garganta.

—Encontré este pino creciendo en el patio este. Pensé que te gustaría algo más parecido a la tradición de tu mundo, así que lo junté y lo cubrí con estas cosas... — Jungkook señaló las piedras colgantes. El brillo de las piedras se reflejaba en sus ojos.

Jimin colocó el frssco en el suelo a su lado y se arrojó sobre su marido, abrazándolo fuertemente.

—Me encanta. —Su voz quedó amortiguada por el cabello suelto del alfa. —Realmente me encanta, Jungkook.

Jungkook sonrió y le dio un tierno beso en la mejilla al omega.

—En serio... —Jimin volvió a sostener el frasco y la miró. —Han pasado casi seis años desde que aparecí aquí. Amo a Adaman, pero extraño algunas cosas y algunas personas, así que quería traer la Navidad, que era algo que siempre celebraba con mis padres, mi hermana y mis amigos. Quería celebrarlo contigo, mi familia.. Sólo creo que resultó un poco diferente. —Se rió, dirigiendo su mirada hacia los cocoteros.

—Me gustaría incentivar lo que estás intentando hacer. Jungkook limpió una hoja roja del cabello de Jimin que se había caído de sus cuernos. —Sabes que tengo curiosidad por las cosas de tu mundo, y me gusta verte así también.

—¿"Así" como?

—Emocionado al intentar traer a nuestra familia cosas que tú le hiciste a la tuya. Sé que esta es tu manera de aliviar la carencia que sientes por ellos y de conectarlos con lo que tienes aquí.

Jimin reflexionó sobre las palabras dichas por su esposo mientras observaba el pequeño árbol de Navidad que sostenía. Sus labios se curvaron en una enorme sonrisa.

—¿Sabes qué hacemos también en Navidad? Le escribíamos cartitas a ese viejo barbudo llamado Papá Noel del que te hablé. En las cartas le pedimos algo como regalo para que él lo traiga. Por supuesto nada de esto es real, es sólo.. un cuento de hadas. —contuvo una risita. _Pero, si fuera real, le pediría la oportunidad de hacer una visita rápida a casa de mis padres contigo, al menos contigo, para presentarle a ellos y a mi hermana pasarte de la familia que ahora tengo.

El rostro de Jungkook se iluminó.

—Sería un honor conocerlos. También me gustaría pedir esto... Tú conoces mi mundo, pero yo no conozco el tuyo. Una visita sería increible.

—Sí... Lo sería. —Jimin apoyó su cabeza en el hombro de su esposo y cerró los ojos, tratando de imaginar un escenario en el que Jungkook estuviera saludando al señor y la señora Park, y a la pequeña Yeseo. ¿Cómo reaccionarían? ¿Qué harían? ¿Les parecería extraño?

Nunca lo sabría, y eso le dolió un poco.

La brisa fría de esa noche empezó a llegar hasta ellos, moviendo sus cabellos y ropa, tocando sus mejillas calientes. El cielo estaba despejado, por lo que no habría tormenta de nieve, pero aún así, la temperatura daba señales de que bajaría un poco más. Pensando en esto, Jungkook se sacó la capa y la usó para cubrir a Jimin.

—Vamos a entrar. Pronto hará mucho frío aquí afuera. —murmuró contra el cabello plateado del omega.

—Hmmm, no quiero, se está muy bien aquí. —Jimin se acurrucó en el regazo de su marido. —Y además, puedo evitar que nos congelemos, ya sabes.

—Es correcto. Siempre lo olvido... —Jungkook se rió.

—Es porque eres lindo y estás preocupado.

Esto hizo que el alfa se sonrojara. Un poco tímido, se transformó en forma de lobo y jaló a Jimin para que quedara acostado sobre su enorme vientre. El omega soltó un grito de sorpresa y abrazó ese cuerpo peludo que ahora le servía de cama.

—En unas horas comenzará la Navidad. —susurró Jimin colocándose encima de Jungkook y peinando su pelo con sus dedos. —Déjame dormir un rato aquí porque mañana va a ser un día ajetreado.

En respuesta, el alfa se lamió un costado de la cara y dijo:

—Por supuesto que te dejaré. Me transformé con esta exacta intención.

Felizmente, los dos se acomodaron en ese rincón del patio y se relajaron bajo una cúpula invisible de calor. A los pocos minutos se dieron por vencidos y se quedaron dormidos.

Cuando esa zona del palacio quedó en completo silencio, una brisa diferente meció las piedras preciosas que colgaban de las ramas del pequeño árbol de Navidad. Brillaban de manera extraña y reflejaban las imágenes del rey y el Omega de Plata.

Después de eso, sucedió algo extraordinario.

🌔🌘👑🌒🌖

Jimin se despertó escuchando el sonido de un auto moviéndose.

Imaginó que solo era un error de su mente adormecida, porque era imposible que hubiera autos en Adaman, y se giró para seguir durmiendo en esa cama peluda y cómoda que era el cuerpo lobuno de Jungkook.

"Qué raro, ya no es tan cómodo como antes", pensó, palpando la superficie que ahora parecía muy dura, aunque todavía estaba bastante peluda.

Otro sonido de coche cruzó por sus oídos, esta vez seguido de bocinas. Jimin abrió los ojos asustado y se sentó en un solo impulso.

—E-espera un minuto... ¿Qué diablos está pasando? —Miró a su alrededor y quedó completamente perplejo al toparse con una escena que pensó que no vería pronto: Edificios apoderándose del horizonte. Calles, coches, bicicletas, motos y autobuses ocupaban una gran y transitada avenida. Gente corriente vestida con ropa moderna y caminando de un lado a otro por la acera, la mayoría ocupada con sus teléfonos móviles.

Ese era el mundo de Jimin.

—iY-yo volví? —Una ola de comprensión lo recorrió distribuyendo una angustia creciente hasta llegar a su garganta y cerrarla en un nudo de desesperación y tristeza.

Miró hacia abajo, buscando a Jungkook, pero lo que encontró fue una alfombra blanca de piel sintética en medio de una escena navideña colocada frente a una tienda de variedades. La alfombra estaba ahí para imitar la nieve profunda. Él no era su marido, no era el hombre que amaba.

Jungkook se había ido. Adaman y toda su familia se habían ido. Jimin estaba completamente abrumado por la desesperación.

Se puso de pie tambaleándose y el shock le impidió derramar lágrimas. Sólo más tarde se dio cuenta de que había gente mirándolo fijamente, todos con miradas de admiración.

—Mamá, ¿ese es el reno de Santa?—preguntó un niño, y la mujer que estaba a su lado respondió con un indeciso "Sí".

Con un vistazo de su reflejo en el cristal de la tienda, Jimin concluyó que todavía vestía la ropa de Adamany todavía tenía la apariencia del Omega de Plata. Sus cuernos estaban allí, sus ojos estaban rojos y su piel también era sobrenaturalmente pálida. No sabía qué pensar de eso. ¿Seguiría siendo una deidad en ese otro mundo? ¿Pero, importaba siquiera en ese momento?

Después de todo, se había ido y nunca podría volver a encontrarse con ninguno de ellos. Nunca volvería a ver a Jungkook y sus hijos.

Nunca más...

De repente, notó un sonido ensordecedor de bocinas provenientes de la avenida que se encontraba a metros de distancia. Un niño que caminaba por la acera, después de haber pasado por la fuente de ese ruido, se encontró con una joven parada al lado de Jimin, y comentó:

—Hay un loco disfrazado retrasando el tráfico. Deberías ver, está apuntando con una espada a los autos.

El comentario hizo que Jimin se congelara y contuviera la respiración. Por un momento, su mente quedó atrapada en las posibilidades, las expectativas y la esperanza que de repente nació. Al instante siguiente, saltó de la escena navideña y corrió hacia los sonidos.

Cuando llegó al origen del ruido, su corazón dio un salto de alivio, porque allí estaba él, magnifico con su túnica real y portando su espada, en medio de una situación caótica.

Jungkook se encontró en el centro de una concurrida intersección, bloqueando el paso de los autos que venían de cuatro direcciones diferentes, con conductores impacientes tocando sus bocinas frenéticamente.

El rey de Adaman no parecía temer nada de eso, actuaba como si simplemente estuviera analizando la situación, visualizando a las personas dentro de esas enormes máquinas de metal.

En un momento, un auto avanzó queriendo cruzar la avenida a toda costa. Quizás el conductor solo pretendía asustar a Jungkook para que se quitara del camino, pero Jimin no esperó a confirmar esta hipótesis e invocó un enorme tronco de árbol que bloqueó el avance del auto.

Esto desató el caos en la avenida. Ahora todos se giraron para observar lo que estaba sucediendo y los conductores bajaron de sus autos para ver bien la situación que se desarrollaba. Jimin corrió hacia Jungkook y jaló de él para poder salir de allí antes de que la situación se complicara.

El alfa abrió mucho los ojos y sonrió al verlo, para luego dejarse llevar por él a un parque cercano, con varios árboles y senderos donde esconderse del caos. Qué haría la gente si supiera quiénes son y qué son capaces de hacer? Jimin sólo estaba pensando en eso en ese momento.

—Jimin, te encontré. _dijo Jungkook, con un suspiro de alivio y una sonrisa feliz.

El omega le devolvió la sonrisa y lo abrazó con fuerza.

Sus ojos ahora estaban pesados por la emoción que sentía .

—Estás aquí, no lo puedo creer. Pensé que los había perdido a todos.  —murmuró con voz ahogada.

—¿Perdido?

—Sí... Estamos en mi mundo. Creo que dejamos a Adaman. —Jimin trató de soportar la opresión en su pecho mientras pensaba en los niños que había dejado atrás. Sabía que la gente de palacio los cuidaría bien, pero le dolía terriblemente pensar que nunca los volvería a ver, que no los vería crecer.

El rostro de Jungkook adquirió una expresión oscura y pesada cuando se dio cuenta de este detalle. Agarró la mano de su marido y la apretó.

—Quizás... Quizás haya una manera de regresar. —murmuró, tratando de encontrar algo de esperanza.

Cuando Jimin pensó en responder, una tercera voz cortó el aire:

—Oh, deja este drama, realmente no te fuiste. —La voz era familiar, sarcástica y contenía risas etéreas.

Lo primero que hicieron Jungkook y Jimin fue transformarse en forma de lobo y mostrarle sus afilados dientes al dueño de ese discurso, quien había aparecido justo detrás de ellos, en la rama de un árbol en el parque.

—Seokjin. —Gruñó Jungkook, hundiendo sus garras en el suelo.

Jimin se limitó a mirarlo con atención, analizándolo. El hombre zorro tenía el mismo aspecto que la última vez que se vieron, con sus nueve colas serpenteando a su alrededor, sus ojos dorados y divertidos, la sonrisa maliciosa en sus labios carnosos... —Hace cuánto tiempo, Sus Majestades. —dijo el chico, y una vez más una risa etérea acompañó su voz.

—¿Qué está sucediendo? Te mate. Te envié a quedarte con Kang Song, para que todos estuvieran en paz. —Jimin volvió a mostrar los dientes.

-Una linda manera de deshacerse de mí. —El mago le guiñó un ojo. Sus nueve colas serpentinas lo seguían.

—Tienes el coraje audaz de presentarte así, ante mí, sin miedo a represalias. Dame una buena razón para no matarte en este mismo momento. —rugió Jungkook. El rey de Adaman ya había calculado la fuerza del salto que tendría que dar para llegar a la altura de la rama donde estaba Seokjin y arrancarlo de un violento mordisco.

—La razón que tengo es la siguiente: no estoy vivo. Solo soy un espectro de sus mentes que vino a entregarles un regalito. Y el regalo es exactamente este sueño que están teniendo ahora. —Seokjin levantó las manos para mostrar el ambiente.

Jimin inmediatamente volvió a su forma humana.

—¿Sueño? ¿De qué estás hablando, loco? —Frunció el ceño.

—Este lugar es un sueño, un sueño tuyo que está conectado a su mente. —Seokjin señaló a Jungkook.

Era el turno del alfa de volver a su forma humana.

El hombre zorro bajó del árbol y se acercó a la pareja.

Mientras tanto, retomó su explicación:

—Digamos que te escucharon cuando querías visitar el mundo de Park Jimin. Esta no es una visita real, por supuesto, pero contiene todo lo que nuestro querido Omega de Plata recuerda sobre su mundo, por lo que, en su mayor parte, todas las cosas y personas reaccionarán de acuerdo con sus experiencias, recuerdos y conocimientos, Park. Tienes hasta el próximo amanecer aquí para disfrutar de todo, antes de despertar y volver a sus vidas en Adaman. —agitó una mano, actuando como si dijera que todo esto era agotadoramente aburrido.

Jimin y Jungkook abrieron mucho los ojos y se miraron, sintiendo la agitación creciendo dentro de ellos. La presencia de Seokjin ya no los dejaba alerta ni irritados, pues ahora sus mentes estaban enfocadas en ese maravilloso regalo y en el hecho de que no habían dejado a Adaman. Pronto volverían a ver a sus hijos, después de esa aventura.

—¿Por qué viniste a decirnos esto? _le preguntó Jimin a Seokjin. El omega se cruzó de brazos y arqueó una ceja.

Seokjin dejó escapar una risa sarcástica.

—Le quité algo de magia al regalo, ¿no? —dijo abriendo una sonrisa cínica y acercándose a Jimin unos pasos más. De repente, su aire rudo fue sustituido por algo más tranquilo, más retraído. Incluso sus ojos dejaron de quemar oro y se volvieron más humanos. —Es Navidad, así que aproveché para invadir este sueño y pedirte disculpas. A tí, principalmente. —Miró a Jungkook con pesar. —Durante mucho tiempo tuve un enojo infundado hacia ti y todo lo que representabas.

—No acepto tus disculpas. —Los ojos de Jungkook estaban rojos, completamente iluminados. —Si no estuvieras muerto, ya te hubiera matado.

—Lo sé. De todos modos, no esperaba el perdón de nadie. —La boca de Seokjin se torció en una débil sonrisa. De un salto, se transformó en un pequeño zorro con nueve colas serpenteantes. Su voz empezó a salir como un susurro en el viento: —Su sueño comienza ahora. Estaré aquí si necesitan ayuda.

—¿Nos estás ayudando? Esto en serio es un sueño, já. —Jimin puso sus manos en sus caderas, mostrando su incredulidad

_O una pesadilla. _La versión zorro de Seokjin rió siniestramente, dejando un suspenso en el aire que puso alerta a Jimin y Jungkook. Sin embargo, un momento después, el ambiente volvió a la normalidad y, antes de desaparecer, el mago añadió, tranquilizándolos: —Es broma.

Cuando la pareja real quedó sola en ese rincón del parque, volvieron a mirarse, se tomaron de la mano y suspiraron. Sus rostros se cubrieron rápidamente de enormes sonrisas.

—Entonces, ¿por dónde debería empezar? —Jimin se levantó de un salto y comenzó a observar su entorno. —¿Debería mostrarte los edificios y los coches? Ah, pero has visto ambos... Simplemente no has visto el interior. iOh! También hay bicicletas y motos. iLos alimentos! iNo puedo olvidarme de mostrarte la comida coreana, por supuesto! Las bebidas, los dulces, los snacks, las palomitas.. ¡Cine! ¡Necesitas ver una película en el cine! Y parar en un parque de atracciones, isí, sí! Dios mío, hay tantas cosas! N-no sé qué mostrarte primero...

—Jimin. —Jungkook puso su mano en el hombro de su marido y lo miró con ternura. —Tengo una idea. Es algo que he querido desde hace mucho tiempo...

—¡Bien! Dime, ¡porque lo haremos de inmediato!

—Quiero conocer a tu familia.

La respuesta del alfa dejó a Jimin paralizado y sin palabras. Un instante después, sus ojos se llenaron de lágrimas, que cayeron levemente, acompañadas de un sollozo.

—No puedo creer que vaya a poder experimentar esto. —murmuró el omega, abrazando fuertemente a Jungkook. —Sí, vamos con mis padres y mi hermana. Quiero que sepas cómo son. Finalmente te mostraré esta parte de mi mundo.

🌔🌘👑🌒🌖

Como esa realidad era como un sueño, a Jimin le encantaba saber que no necesitaba dinero para conseguir ciertas cosas, como cuando salió del parque con Jungkook y le compró un algodón de azúcar de fresa en forma de corazón sin tener que pagar nada. El omega solo le pidió a un vendedor y poco después recibió el dulce.

Al principio, el rey de Adaman miró el algodón de azúcar con una mirada confusa, viendo esa cosa rosada de forma extraña que parecía una nube puntiaguda. Un poco de mala gana, mordisqueó la suave superficie y sus ojos se abrieron al notar que, luego de probar un peculiar sabor azucarado, la textura de "nube" desapareció en su boca. Jungkook pensó que era increíble y continuó experimentando hasta devorarlo todo.

Luego, para equilibrar su apetito, Jimin le ofreció tokkebi, un hot dog y una banderilla. El fuerte olor a queso y salchicha hizo que el rostro de Jungkook se iluminara. Debido a su actitud comedida, aceptó la nueva comida y la disfrutó poco a poco.

Internamente, su deseo era meterse todo en la boca como un auténtico animal salvaje, porque estaba delicioso.

Después de pasar por algunos puestos callejeros más y disfrutar de una buena cantidad de comidas que no existían en Adaman, Jimin detuvo un taxi y se lo mostró a Jungkook.

—Adelante. Me acabo de enterar que estamos en Seúl, la capital de Corea del Sur, la casa donde vivía con mi familia está en un pueblo un poco lejos de aquí, así que tenemos que viajar. _explicó abriendo la puerta a su esposo.

Jungkook analizó esa colorida caja de metal sostenida por cuatro ruedas oscuras, y al hombre sentado en el asiento delantero que esperaba, un poco impaciente, que los clientes entraran a su vehículo.

—iQué asombroso! —dijo el rey, mientras se acomodaba en el asiento trasero.

Sintió el techo y los asientos, sintiendo la textura de ambos, mientras Jimin se sentaba a su lado-o mejor dicho, se encogía, ya que los cuernos en su cabeza le impedían estar completamente erguido-y cerraba la puerta. En el estéreo del auto había una radio que tocaba canciones pop a alto volumen y había un ambientador de lavanda colgado del espejo retrovisor.

Los ojos de Jungkook se abrieron ante tanto estímulo.

—Es usted nuestro carretista, caballero? _le preguntó al conductor.

—Uhm... _El taxista lo miró sin entender realmente. —Sólo voy a conducir, joven disfrazado. Por cierto, ¿a dónde quieres que te lleve?

—iA Gimpo, lo más rápido posible! _Exclamó Jimin emocionado.

Al instante siguiente, el taxi chirrió por las calles de Seúl.

Dentro del vehículo, Jungkook, aturdido por la aceleración, tomó la mano del omega y el respaldo del asiento delantero. Afuera la ciudad pasaba a gran velocidad, los ruidos del tráfico y la vida metropolitana se mezclaban con el bombardeo de información visual, dejando al rey de Adaman completamente perplejo.

Jimin notó esto y, sonriendo, acarició su mano para ofrecerle un poco de calma.

—¿Sabes qué hay en Gimpo? —susurró al oído de su marido.

—No. No sé absolutamente nada —respondió Jungkook con una sonrisa que el omega pensaba que era la cosa más linda del mundo.

—Hay muchas tiendas, mucha comida y lo que nos llevará a mi familia: ¡Un aeropuerto! —Se acercó y habló, resaltando cada silaba: _Es decir, aviones.

Jungkook lo miró y, recordando las explicaciones que el omega le dio en el pasado acerca de que los aviones eran máquinas capaces de surcar los cielos, su rostro se llenó de un brillo ansioso.

Subir en globo aerostático había sido una aventura incomparable, pero cruzar las nubes en algo parecido a un carro metálico superrápido nunca había dejado de ser un deseo del rey de Adaman.

Momentos después llegaron a Gimpo Avenue, una zona comercial llena de restaurantes, tiendas y otros establecimientos ubicada muy cerca del Aeropuerto Internacional de Gimpo, principal objetivo del matrimonio de Adaman.

Lo primero que hizo Jimin cuando salió del taxi fue llevar a Jungkook a una tienda de ropa. Se moría por ver a su esposo probándose ropa de ese mundo y tenía intención de llevarse algunas prendas para ponérsela cuando fuera a encontrarse con sus padres. Aunque nada de eso estaba sucediendo realmente, Jimin quería tener la experiencia completa de una verdadera reunión con su familia, vistiendo ropa común y moderna, porque, muy probablemente, nunca volvería a tener una oportunidad como esa.

Entraron en una tienda de diseño en la que el omega nunca pondría un pie en la vida real, pues cada pieza costaba más que su propia PlayStation.

Jimin tomó algunas prendas y se las entregó a Jungkook, y luego eligió otras para él. Se cambiaron en probadores separados con la promesa de que se verían cuando eligieran el outfit más cómodo y atractivo para cada uno de ellos.

Al final, el omega optó por jeans oscuros, una camisa de punto blanca de manga larga y estampado de cuadros, una chaqueta de algodón beige y botas estilo leñador. El día en ese sueño era muy frío y navideño, por lo que optó por prendas calentitas.

Fue el turno de Jungkook de aparecer. Antes de que esto sucediera, Jimin imaginó que tal vez su esposo necesitaba un poco de ayuda con toda esa ropa extraña.

Sin embargo, cuando el alfa cruzó la puerta del probador, vio que no había sido necesario preocuparse.

Jungkook estaba impresionante. Su look ahora era una elegante combinación de pantalones negros, un suéter de cuello alto gris, un abrigo de lana negro y zapatos de vestir a juego.

Jimin notó que solo había un error en ello. La cremallera de sus pantalones no estaba cerrada. Que peligro...

—Vuelve adentro. —dijo el omega, casi en una orden, y empujó a su esposo hacia el probador detrás de él, siguiéndolo esta vez.

¿Qué pasó? —preguntó Jungkook, confundido. —¿Me veo extraño? <Elegí las piezas equivocadas?

—N-no... —Jimin lo colocó contra la pared en un impulso que le llegó inconscientemente, y sujetó la cremallera del pantalón del alfa, haciendo como si tirara del pequeño metal hacia arriba, para cerrar la abertura.

Pero en ese momento se detuvo y respiró hondo.

Un cálido aroma llenó el aire del probador en el mismo segundo.

—Jimin... La voz de Jungkook ahora era ronca y en un susurro interrogativo que demostraba su confusión.

—¿Cómo logras lucir perfecto de cualquier modo? Ese es un golpe bajo... —Mantuvo su mano en la cremallera, preguntándose si realmente quería cerrarla.

No tuvo mucho tiempo para pensar, ya que Jungkook lo tomó de las muñecas y, al mismo tiempo, sumergió el probador en una caliente ola de feromonas.

Jimin sintió que sus piernas se debilitaban y su temperatura corporal aumentaba.

—¿Aquí? ¿Lo haremos aquí? _murmuró. Su voz era ronca.

—Aquí. Quitate la ropa. —Los ojos del alfa eran escarlata, reflejando al omega como si lo quemara.

Jimin, un poco tembloroso, comenzó a desabrochar los botones y cremalleras de su ropa. Una a una, colocó cada pieza en un rincón del probador. El silbido de las telas al arrastrarse sobre su piel calmó aún más la temperatura entre los dos reyes.

Cuando Jimin estuvo completamente desnudo, Jungkook lo estudió por un momento, mirando la piel húmeda y sonrojada de su esposo. Al momento siguiente, lo agarró por la nuca y, en un gesto repentino, lo hizo girar y lo colocó contra la pared del vestidor.

—Será rápido, todavía tenemos que llegar a los aviones, ¿no? —susurró el alfa contra el oído del Omega. Su aliento cálido y dulce como la miel hizo que este último se estremeciera.

Jimin asintió confirmando y murmuró cálidamente: —Quiero algo de ti.

—Dime.

—Fóllame fuerte hasta romperme los cuernos. Los dos.

El alfa se tomó un momento para procesar esa solicitud.

—Muy bien.

Colocó ambas manos sobre el cuerpo desnudo de Jimin y comenzó a acariciarlo. Subió por su espalda, trazando los caminos de músculos delgados, articulaciones rosadas y curvas atractivas. Subió hasta su cuello, donde sus dedos grandes y anchos rozaron el área de la garganta y llegaron a su mandíbula. Más arriba, encontraron unos labios carnosos y sedosos y se insertaron provocativamente, moviéndose dentro y fuera, robándole un gemido torpe al omega.

El olor a humedad que se acumulaba entre las nalgas de Jimin inundó las fosas nasales de Jungkook, actuando como una invitación, una hipnosis entusiasta. Por eso, dejó las provocaciones a un lado y llevó sus manos al cabello plateado de su marido, tirándolo en mechones, debilitándolo aún más con la estimulación. Luego subió a las astas y las agarró, jalandolas, haciendo que Jimin levantara la cabeza y dejara escapar un grito ahogado. Jungkook lamió su cuello completamente expuesto, bajando hasta la marca en su clavícula y mordiendo ligeramente esa zona. Cuando el omega estaba a un paso de rogar que lo follaran, el alfa sacó su pene erecto y se metió en él con todas sus fuerzas.

Se empujó una, dos, tres, cuatro... varias veces, yendo y viniendo, abriéndose camino, abriendo a Jimin, haciéndolo sentir cada centimetro, sumergiéndose en cada centímetro de su interior. Lo tocó con una de sus manos, masturbándolo con fuerza, sintiendo el sensible miembro de su marido palpitar y brotar de placer.

Continuó un poco más, con tirones que hacían que las astas golpearan la pared, agrietándolas poco a poco.

Cada vez que esto sucedía, Jimin gemía más fuerte, pedía más, porque quería sentir toda la fuerza de Jungkook, cada parte de él.

Jungkook entró y salió y entró, y luego sostuvo el cuerpo de su esposo, lo levantó y lo giró, colocándolo en su regazo, con sus piernas y brazos envueltos alrededor de su propio torso, y así continuó follándolo mientras movía sus caderas rítmicamente, presionándolo siempre contra la pared, para que los cuernos no tuvieran más opción que ceder y romperse.

Si Jimin quería esto, lo tendría, incluso si le doliera cuando sucediera.

Y sucedió. Una de las astas se rompió casi en la base.

Dejaron de tener relaciones sexuales y miraron el trozo que se había soltado y ahora estaba en el suelo, desechado.

—Rompe el otro. Hazlo con tus manos ahora mismo. —ordenó Jimin. Rara vez usaba ese tono de voz con Jungkook, y mucho menos escogía ese tipo de palabras para dirigirse a su marido, porque no era propio de él.

Pero cuando entró en trance, cuando su cerebro se convirtió en un receptáculo para las feromonas y el sabor del alfa, el omega se volvió exigente, desesperado, el epítome de la imperatividad.

Jungkook, quien nunca dudó en darle lo que quería, tomó el cuerno restante y depositando su fuerza en su mano la partió hasta separarla de la cabeza del omega, dejando solo un cuerno tan pequeño como el otro.

—¿Por qué me pediste eso? _quiso saber, tirando la segunda pieza al suelo y colocando el cuerpo de Jimin en su regazo.

Con la sacudida, el omega gimió suavemente, mientras el pene de su marido aún lo llenaba, siendo un recordatorio de lo que aún faltaba por completar en aquel probador.

—Y-yo... Te lo explicaré más tarde... Sólo continúa, no te detengas... —suplicó en un balbuceo, y rodeó con sus brazos el cuello de Jungkook. Luego, se movió hacia arriba y hacia abajo, para absorber y sentir nuevamente su gran miembro.

Jungkook lo colocó nuevamente contra la pared, para que pudiera apoyarse en ella, ya que sus siguientes movimientos requerían que sus cuerpos estuvieran firmes.

Sujetó a Jimin por las nalgas y las separó, luego se inclinó y embistió de nuevo. Inmediatamente se vino el omega, ensuciando la cara del alfa, quien lamió las gotas.

Continuó el movimiento con constancia y fuerza, empujándolo hacia adentro y hacia afuera, abriéndolo y empujándolo más hacia adentro, y sacándolo todo de una vez, robándole jadeos, gritos y gemidos. Siempre fue así, sexo entre ellos, entre un rey profético y una deidad.

Jimin ya no tenía fuerzas y ya ni siquiera se aferraba a nada, solo era Jungkooky su deseo voraz, su deseo de lobo controlando todo. Tener sexo en un espacio tan pequeño y extraño, con diferentes personas esperándolos afuera, le producía sensaciones lascivas y provocativas. Fue pulido y educado en Adaman. En ese mundo podría ser, por un momento, un hombre completamente diferente.

Así que no se preocupó por el ruido, las exclamaciones de lujuria y los movimientos exagerados. Le encantaba ver a Jimin luchar de placer y suplicar. Fue el único momento en el que le encantó verlo débil y torpe.

Hacerlo sentir en un ambiente que imitaba su antiguo hogar, su mundo, le dio satisfacción al rey de Adaman, porque sabía que el omega se derretía de placer y nunca olvidaría esta experiencia.

Entonces continuó.

Giró a Jimin una vez más y lo puso en cuatro, haciéndolo recostarse en un asiento dentro del vestidor.

Luego volvió a meterse dentro de él, en ese culo que siempre lo absorbía por completo y pedía más. Para intensificar las embestidas, tomó las muñecas de Jimin y echó sus brazos hacia atrás, luego comenzó a tirar de él mientras movía sus caderas hacia adelante y hacia atrás, aumentando los sonidos de follar, del encuentro de piel húmeda contra piel húmeda.

Las olas de placer llegaron como tormentas dentro del cuerpo de Jungkook. Quería correrse, correrse mucho, correrse por todas partes, porque se había reprimido hasta ese momento del sexo. Por eso, decidió hacerlo dentro de Jimin, pero de una manera diferente.

Tiró del omega, lo giró y, sujetándole la mandibula cálidamente, murmuró:

—Abre esa boquita para recibirme.

Jimin lo miró lascivamente y abrió la boca sacando la lengua.

Así recibió el pene del alfa y se lo metió profundamente en la garganta. Para provocarlo, lo mantuvo allí, sin moverse, y jugó con su lengua. Jungkook tembló y forzó un movimiento. Jimin aflojó su agarre y comenzó a chupar, metiéndolo y sacándolo, usando toda su boca y toda la longitud de su lengua. Chupó y probó hasta la base, hasta casi llegar a los testículos, hasta que sintió la tensión en el cuerpo del alfa y la ráfaga de semen caliente corriendo por su garganta.

Los dos cayeron sobre el asiento del vestidor, exhaustos y sudorosos, a pesar de que la temperatura ambiente era baja. Sus miembros íntimos palpitaban, sus cuerpos exudaban calor y se cubrían de sonrojo. Sus rostros sonreían, satisfechos, felices y sensuales.

—J-joder. —tartamudeó Jimin. No tenía fuerzas y su respiración era dificultosa, por lo que le tomó un tiempo darse cuenta del estado de las cosas a su alrededor. —Jungkook, mira lo que hicimos.

El suelo del probador se había transformado en una alfombra de hierba fresca llena de margaritas, y las paredes ahora estaban decoradas con unas cuantas enredaderas llenas de rosas. Una mariposa, que no debería haber estado allí porque era invierno, entró al vestidor por un hueco, indicando que afuera había más de ese jardín.

—¿Hasta dónde hemos llegado? —preguntó Jungkook.

No parecía preocupado ni avergonzado en absoluto.

"Qué travieso!" pensó Jimin, dándole un empujón juguetón a su marido, quien contuvo una risa.

—Me alegro que sea sólo un sueño. Pero aún así, espero no haber destruido toda la tienda. —murmuró, apoyándose en una enredadera para levantarse.

—Hm, ¿entonces nos quedaremos con esta ropa? Por cierto... no me dijiste si lo que elegí usar es apropiado. —recordó Jungkook.

—¿¡Todavía lo preguntas, después de todo eso!? —El omega agitó sus manos, mostrando el estado del vestidor.

El rostro del alfa se iluminó con una sonrisa de comprensión y diversión.

—Bien. Por tanto, lo tomaré como "muy apropiado".

Jimin puso los ojos en blanco, en un gesto juguetón, y volvió a ponerse la ropa que había elegido en la tienda.

—Es genial que no tengamos que pagar nada, porque entonces podremos simplemente salir corriendo del probador y correr directamente a la calle. —dijo mientras se arreglaba el cabello en un intento de disimular las bases de sus cuernos rotos. Ese punto le dolió un poco, pero quedó satisfecho

A su lado, Jungkook lo estudió en silencio.

—Jimin, todavía no me has explicado por qué querías romperte los cuernos. —quiso saber el alfa.

—Hm, es porque... —Jimin frunció los labios. —Tengo muchas ganas de fingir que estoy en una situación normal en la que voy a encontrarme con mis padres para presentarles a mi esposo. En una situación normal en mi mundo, no tendría estas cosas en mi cabeza. Ya estoy bastante nervioso, ¿sabes?

Jungkook dejó escapar una bocanada de aire, sonrió y abrazó al omega.

—Entiendo. ¿Qué más puedo hacer para que te sientas cómodo y menos nervioso?

—Tal vez si pudiera encontrar algo que ponerme en la cabeza... No creo que mi cabello por sí solo sea suficiente para ocultar esas ramitas que quedan.

—Bien. Cuando salgamos corriendo de la tienda, recordaré tomar algunas cosas para taparlas.

—Está bien. —Se posicionaron frente a la entrada del vestidor, como corredores preparándose para una maratón. _A las tres. ¡Uno, dos, tres!

Se dio la salida, los dos corrieron hacia la salida del establecimiento. A medio camino, Jungkook agarró lo que vio frente a él: Bufandas, sombreros, abrigos... todo lo que pudiera, de una forma u otra, cubrir la cabeza de Jimin. Al final, cuando llegaron a la acera, quedaron petrificados por lo que encontraron. La tienda no fue la única afectada por el jardín del Omega. Casi la mitad de la avenida ahora tenía árboles coloridos y pasto verde, ya ni siquiera parecía una escena invernal.

—Ups... —Jimin mostró una sonrisa y se volvió hacia su marido. —Entonces, ¿qué tomaste para mí?... ¡Dios!

Miró las decenas de piezas que Jungkook había recogido, formaban un montón en los brazos del alfa.

—C-creo que solo necesitaré esto. —dijo el omega, agarrando un gorro para el frío que hacía juego con su chaqueta. —Gracias, amor.

—Por nada. —Jungkook descartó las piezas restantes.

—Ahora, veamos... Ya te has subido a un coche, has comido algo de comida de Corea del Sur y te has probado ropa de mi mundo. ¡Es hora de tomar un avión!
—Jimin señaló el final de la avenida, donde se encontraba un enorme edificio que ocupaba mucho más que una cuadra. —Aeropuerto Internacional de
Gimpo, ¡allá vamos!

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[Parte 2 el 28-12-2023]

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