👑|Epílogo|👑
Park Jimin miró fijamente la puerta de la vieja casa y examinó el interior a través de los huecos. Aquella residencia no parecía abandonada, pero tampoco daba la impresión de que alguien la visitara constantemente, pues el patio estaba lleno de arbustos rebeldes, el suelo necesitaba ser barrido y las paredes suplicaban una mano de pintura fresca.
Junto a él yacía Taehyung. El chico se enderezó el cuello y tragó en seco.
—Creo que está en esta casa. —su rostro pálido daba la impresión de que iba a caer con fuerza al suelo en cualquier momento.
—... ¿Estás seguro de que puedes hacerlo? —Jimin puso la mano en el hombro de su amigo y le dijo: —Puedes venir mañana. Aún nos quedan cinco días en Seúl.
—No. Hace mucho tiempo que volví, y hasta ahora conseguí viajar hasta aquí. Tengo que cumplirle mi promesa a ese tipo lo antes posible.
Jimin elevó una comisura de los labios.
—En mi cabeza, esa promesa fue hecha hace setenta años.
—No me estás ayudando.
Ambos se rieron.
—Aún no puedo creer todo lo que pasó. A veces pienso que fue sólo un sueño. —murmuró Taehyung, mirando el ramo de lirios blancos que había traído.
Jimin lo observó un momento y luego miró al suelo.
—Para mí, es lo contrario. Aún no me acostumbro a estar de vuelta, aún después de dos años enteros. —se encogió de hombros y suspiró profundamente. En fin. ¿Vamos a quedarnos aquí mirando o piensas tocar el timbre?
—Ah...
Vio cómo su amigo apretaba el puño, contenía la respiración y caminaba torpemente hacia el botón de la verja.
Para sorpresa de ambos -que esperaban el silencio de un lugar vacío-, una voz femenina y rasposa sonó a través de la caja del timbre:
—¿Quién es?
—Ah, hm, e-escuché que aquí hay oratorios budistas para gente que ha fallecido. Vine a traer flores para... un conocido. —explicó Taehyung. Detrás de él, Jimin levantó el pulgar hacia arriba para animarlo.
—¡Un momento!
Minutos después, una señora les abrió la puerta. Después de observarla un rato, Jimin la reconoció de viejos recuerdos que había visto hace muchos, muchos años en el otro mundo. Era la anciana que había estado junto a Seokjin en el pasado, antes de que el mago se convirtiera en una criatura destructiva.
—¡Qué sorpresa! Es la primera vez que alguien viene aquí. —sonrió ampliamente a los chicos. —Todos los oratorios de los que me ocupo son para gente sin amigos ni parientes, así que este lugar está olvidado...
Taehyung se encogió de hombros y apretó los labios.
Fue Jimin quien continuó la conversación:
—Yo soy Park Jimin, y él es Kim Taehyung. ¿Podemos entrar?
—¡Claro que sí! Pasen. Mi nombre es Jang Wei. —les abrió paso y empezó a guiarles por la residencia. —Soy enfermera, así que me cuesta aparecerme por aquí. Hoy han tenido suerte.
El interior de la casa era mejor que el exterior. Aunque las instalaciones eran antiguas, los suelos de madera, las cortinas y las paredes estaban en buen estado.
No era un lugar hecho para que viviera una persona, sino más bien un templo funerario improvisado, con pequeños oratorios -mesitas estrechas parecidas a altares- repartidos por las habitaciones. Cada uno tenía una jarra con plantas, un incensario y una foto. Todo muy sencillo, pero claramente hecho con amabilidad.
—Qué hermosas flores, joven. ¿Para quién son? —le preguntó la anciana a Taehyung.
—... Seokjin. Un hombre llamado Kim Seokjin.
Parpadeó, y por un instante su rostro entró en estado de shock.
—Oh... Ese joven... —Jang Wei se quedó pensativa antes de hacerles un gesto con la mano a los dos. —Vengan conmigo.
Se dirigieron a una habitación situada en la parte trasera. Una vez allí, el primer oratorio que vieron fue el del mago. Era un poco más grande y estaba más decorada que las otras, y tenía la imagen de un Seokjin humano, con el pelo relativamente claro y los ojos oscuros y algo arrogantes.
—Viví con este chico durante una época curiosa de mi vida. Era un chico con muchos problemas... —la anciana suspiró. —Sinceramente, me sorprende y me alegra que haya alguien en este mundo que sepa de él, aparte de mí.
—¿No tenía padre? —Jimin aún recordaba ciertos detalles de los recuerdos que le habían mostrado en el pasado.
—Ah, ese hombre... —la amargura en su voz era palpable. —Falleció hace algunos años en una residencia de ancianos. Ya ni siquiera recordaba que tenía un hijo.
El rostro de Taehyung se puso sombrío.
Jimin lo miró y, con un movimiento de cabeza, señaló las flores. Entendiendo la señal, el chico dio un paso adelante y depositó el ramo delante de la foto de Seokjin.
En un acto de respeto por los muertos, los dos amigos se inclinaron durante unos segundos. Taehyung se tomó más tiempo en señal de reverencia y se quedó mirando la foto del difunto durante unos minutos en silencio.
Tras terminar lo que habían venido a hacer allí, se marcharon.
De vuelta a la puerta de entrada de la residencia, Jang Wei hizo una pregunta a los chicos antes de marcharse:
—Por cierto, ¿cómo supieron que la oratoria de Seokiin es en este lugar?
—Ah... —Taehyung y Jimin intercambiaron miradas nerviosas. Este último fue quien le dio una respuesta: —Es que... también convivimos con él en un momento curioso de nuestras vidas. —terminó con un pequeño guiño cómplice y, pensativo, añadió: "Convivir"' es un eufemismo para "casi nos matamos..."
La anciana comprendió el significado implícito en las palabras y el guiño de Jimin. Tras exclamar un sorprendido "Oh", sacudió la cabeza y comentó:
—A veces, las cosas del mundo son muy sorprendentes...
Los tres se despidieron, ella volvió al interior de la residencia y los chicos se alejaron por las calles de Seúl.
—¿Qué vamos a hacer ahora? Nuestras entrevistas de trabajo no empiezan hasta mañana. —preguntó Taehyung.
—No sé, fuiste tú quien me arrastró a este lugar.
—Jimin se encogió de hombros y miró los edificios que lo rodeaban. Seúl estaba repleta de ellos, mucho más que Busan, su ciudad natal.
Anteriormente, le habría parecido increíble visitar la capital del país y ver esos rascacielos que gritaban "Gigantescas oportunidades de empleo para licenciados en química". Ahora, en el corazón del muchacho, residía mucho más la añoranza de los campos abiertos y los castillos de piedra.
—Hay un centro comercial cerca. ¿Quieres ir allá? —sugirió Taehyung tras mirar el mapa en su móvil.
—Está bien.
Los dos tomaron un autobús al centro comercial. Cuando llegaron, compraron unos bocadillos y buscaron algo para pasar el rato. Vieron las películas que estaban dando en los cines, pero no encontraron ninguna realmente interesante, así que decidieron ir a la zona de juegos para recordar los viejos tiempos, cuando ambos solían participar en competiciones de MMORPG pensando que esta sería la mayor aventura que tendrían en sus vidas.
De camino, pasaron por delante de una tienda de música en la que sonaba una emisora de radio internacional. Jimin reconoció inmediatamente la melodía de su canción favorita -Send me an angel de los Scorpions- y se detuvo allí para escucharla.
—Oye, Park, ¿no vienes? —llamó Taehyung, unos metros más adelante.
—Adelantate, compra algunos créditos para mí, te los devolveré más tarde. Quiero ver algo aquí. —dijo Jimin, señalando la tienda.
En realidad, sólo quería escuchar toda la canción y en la distancia.
—Está bien. —su amigo se encogió de hombros y se marchó.
Cuando se quedó solo, Jimin cerró los ojos y se concentró sólo en el estribillo que empezaba ahora, la parte más bonita de la canción, en su opinión. Siempre le recordaba a Jungkook, a los bailes, a las tardes en la casita bajo el castillo, a los paseos en globo, a correr por el bosque en sus formas lobunas.
Habían pasado dos años desde que abandonó Adaman. Dos años que no podía escuchar Send me an angel, porque cada parte de esa canción le traía un recuerdo diferente sobre su vida en el otro mundo. Era la primera vez después de veinticuatro meses que se permitía disfrutar de su canción favorita.
Pero ese momento de apreciación se vio interrumpido por el acercamiento de una persona que se detuvo frente a la tienda, a su lado.
—Escuché que se irán de gira por Asia el mes que viene. —dijo la persona. De reojo, Jimin concluyó que era otro chico.
Para no parecer un loco, el chico se tragó el nudo que se le había formado en la garganta y se secó discretamente una lágrima.
—¿Ellos? ¿Una gira? —preguntó, sintiéndose un poco incómodo. "¿Qué quiere este tipo?"
—Los Scorpions. La banda que toca esta canción —explicó el chico.
Un momento, esa voz...
¡Esa voz...!
Jimin se giró de repente y miró fijamente al desconocido.
"No puede ser", su corazón dió un salto.
—Lo siento. Me dio la impresión de que estabas escuchando Send me an ángel. Ah... -El chico suspiró y se rascó la nuca, después cambió el peso de un pie al otro. Parecía avergonzado y nervioso, sus ojos oscuros -esos ojos oscuros- se apartaron de los de Jimin. —En fin, que tengas un buen día.
Inclinó la cabeza rápidamente y se dio la vuelta para marcharse, pero Jimin le sujetó por el brazo con una fuerza impulsiva que surgió de lo más profundo de su alma, y lo analizó de arriba abajo.
Cabello negro que le llegaba hasta la mandíbula, iris oscuros en unos ojos grandes e intensos que marcaban el atractivo semblante. Y su ropa -tenis y pantalones negros, camisa gris y sudadera rojo oscuro- era una variación moderna que no podía ocultar la familiaridad.
—¿Jungkook? —apenas podía oírse a sí mismo.
El otro chico parpadeó, confuso.
—Ah, sí, Jungkook es mi nombre... ¿Nos conocemos?
Jimin tardó un segundo en darse cuenta.
Él no era Jeon Jungkook; rey de Adaman, su esposo y padre de sus hijos. Él no era su alma gemela y gran amor. No. Él era un Jeon Jungkook distinto, nacido en esta realidad sin magia ni profecías. Un chico ordinario que nunca había tenido nada con Park Jimin.
El parecido entre ambos, sin embargo, permitió al chico conjeturar que, por alguna absurda coincidencia, se había encontrado con la persona que había inspirado a Kang Song para crear al protagonista de su historia.
Claro... En el pasado, cuando estaba vivo, Kang Song estudiaba en una universidad de Seúl, por lo que las personas que él conocía debían seguir vagando por allí. Encontrarse de repente a ese otro Jeon Jungkook no sería imposible, al final. Pero Jimin nunca imaginó que el chico se parecería tanto al gran amor de su vida, incluso los gestos confusos de su rostro...
Al darse cuenta de que había estado mirando fijamente al otro chico durante demasiado tiempo, Jimin lo soltó y apartó la mirada.
—Lo siento, yo... —resopló, nervioso. —Sí, te conozco... de lejos. Soy, quiero decir, era amigo de un chico llamado Kang Song que estudió contigo en la universidad. —intentó dar una explicación improvisada.
Un destello de comprensión apareció en el rostro de Jungkook.
—Ya veo. Lo recuerdo un poco. —el chico negó con la cabeza. —Me enteré de lo que sucedió. El accidente de Kang Song... Todo el campus estaba en shook.
—Ah, claro...
—Pero... —la mirada de Jungkook recorrió el rostro de Jimin. —¿Estás seguro de que nos conocimos por eso?
—¿Cómo?
—Tengo la impresión de que... —hizo un gesto con la cara. Parecía que intentaba encajar algunas piezas en su cerebro. —No importa, no tiene sentido. Ehm... Bueno, tú sabes mi nombre, pero yo no sé el tuyo.
—Mi nombre es Park Jimin.
Los ojos de Jungkook se abrieron ligeramente, pero fue un gesto tan sutil que pasó desapercibido para Jimin.
—Park Jimin... —escucharlo decir su nombre fue como sentir que una mano le apretaba el corazón. —¿Estás solo? He quedado con mi hermano en la librería. Su prometido es profesor y acaba de sacar un libro, así que hay un evento allá. Si quieres venir conmigo...
Jimin casi pierde el aliento.
—¿H-hermano? ¿P-prometido? —¿Es posible? ¿Yoongi y Hoseok? Será que...
La expresión de sorpresa del chico acabó siendo malinterpretada por Jungkook, quien frunció el ceño y adoptó una postura vacilante.
—Si... ellos son gays. —adoptó una pose defensiva. —¿Acaso estás en contra de...?
Al darse cuenta de que se había metido en un malentendido, Jimin agitó las manos en una negativa urgente y se apresuró a corregir la situación.
—¡NO! y-yo también soy gay. Super gay. Demasiado gay para funcionar. —se señaló el pecho de forma desesperada. Pronto se arrepintió. "Maldita sea, parezco un bicho raro".
Lo que aligeró el incómodo ambiente fue la media sonrisa que apareció en los labios del otro chico.
Jimin se tomó un segundo para disfrutar de la visión de ese rostro joven y sonriente. Lo echaba tanto de menos...
—Es bueno saberlo. —Jungkook se aclaró la garganta y se metió las manos en los bolsillos de la sudadera. —Hmm, entonces, ¿quieres venir conmigo?
—Sí... Pero no soy el único. Hay alguien esperándome en la zona de juegos.
—Entiendo. —la sonrisa disminuyó de tamaño. —Entonces dejaré de atrasarte. Nos vemos, Park Jimin.
Sin pensar bien, Jimin se interpuso rápidamente en su camino, impidiéndole marcharse y desaparecer para siempre.
—Es un amigo el que me está esperando. Hemos venido juntos a Seúl a buscar trabajo porque nos vamos a graduar pronto. —¿Por qué estoy diciendo estas cosas? —Estamos pasando el día aquí porque básicamente no conocemos ningún sitio en esta ciudad. —¿Acaso estoy comenzando a narrar un monólogo sobre mi vida...? —y pues... estaría muy bien... salir contigo. —¿"Salir contigo"? ¿Qué es eso? ¿Acaso le estoy pidiendo una cita? —Quiero decir, ir contigo a la librería. Sólo tengo que avisarle a mi amigo.
Jimin sintió que su cara ardía de vergüenza. Podía vivir mil años en otra realidad, pero ese lado suyo descuidado y mal hablado por momentos de vergüenza nunca iba a cambiar.
—¿No vives en Seúl? —preguntó Jungkook, que había recuperado la sonrisa bonita y sincera de antes.
—Todavía no. Mudarme es el objetivo.
—Entonces es bueno conocer a gente que es de aquí, ya sabes, para que te presenten lugares. Puedo ayudar con eso... —se encogió de hombros como si no quisiera nada, pero había un ligero tono de emoción en su voz.
—Eso sería realmente genial. —el corazón de Jimin resonó en sus oídos.
—Bien.
Los dos se balancearon, cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a la otra. En sus mejillas, un rubor se hizo presente.
—La librería. ¿Nos vamos? —Jungkook señaló algún lugar del centro comercial.
—¡Ah, sí! ¡Vamos! Le enviaré un mensaje a mi amigo para que me vea allá.
Jimin tomó su móvil -un modelo nuevo, ya que el antiguo se había roto y desaparecido por completo en Adaman- y envió a Taehyung un resumen de lo que estaba ocurriendo.
—Podemos irnos. —dijo, tras recibir el okay de su amigo.
Empezaron a caminar uno al lado del otro por el centro comercial, a una distancia que casi permitía que sus hombros se apoyaran el uno en el otro, intercambiando conversaciones casuales y sonrisas tímidas, compartiendo números de teléfono y algunos gustos personales sobre música.
Mientras tanto, Park Jimin se preguntaba si este encuentro casual entre Jungkook y él era ese mundo diciéndole que una nueva historia estaba a punto de comenzar, esta vez sin magia, profecías, lobos y otras cosas surrealistas. Pero eso estaba bien, porque sabía que había llegado el momento de probar otro tipo de aventura.
Sin embargo, si en algún momento deseaba echar la vista atrás y matar la nostalgia de un reino en una fantástica tierra lejana, sólo tenía que hojear el libro que guardaba en casa, cerrar los ojos y concentrarse, pues los susurros llegarían a sus oídos y Adaman volvería a aparecer en sus sueños, junto con el recuerdo de un lobo tan oscuro y majestuoso como la noche sin estrellas.
🐾
Ahora no me tardé tanto. Yeiii
No olviden que todavía faltan los extras. Esto no se ha acabado.
Y por último, quisiera agradecerle a la autora original por haberme permitido traducir está hermosa historia. K_M_R_Leda
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