|6|👑|Sangre azul, roja y gris
Park Jimin siguió a Lu Keran por los rincones del palacio real, a través de salones y largos pasillos, hasta llegar a los impresionantes jardines del ala norte. Mientras caminaban, vieron grupos de nobles charlando fuera y disfrutando de juegos de mesa, sentados en mesas de piedra cerca de las fuentes y los rosales.
Las ropas abullonadas y de colores vivos de la gente, sus transformaciones lobunas, la fuente que salpicaba agua a metros de altura y los arbustos llenos de flores en plena floración, hacían que fuera un escenario digno de una película medieval de fantasía.
Park Jimin casi sonríe al ver tantas cosas bonitas a la vez, si no hubiera notado las miradas de desaprobación que recibió en cuanto entró a los jardines.
No todos los nobles lo miraban así, por supuesto, pero los que lo hacían dejaban claro que no les gustaba su presencia.
—Mira eso, el farsante. —escuchó Jimin a uno de ellos hablar, y, acompañado de éste, otro dijo: —"¿Por qué sigue aquí, incluso después de ser desenmascarado?".
El chico decidió ignorarlo, suspirando profundamente. No le apetecía empezar otro lío, porque al final, aunque repitiera mil veces que sus intenciones en aquel lugar eran otras, esa gente que le juzgaba no le escucharía. Sólo mirarían a Park Jimin como un cualquiera que compite por un lugar en el harem del rey.
Cuando la mirada indiferente del chico casi se desmorona tras escuchar otro insulto pronunciado entre susurros, Lu Keran señaló un conjunto de flores azules junto a Jimin y exclamó, ocultando cualquier susurro desagradable.
—¡Señor, mire esto! Creo que podrían ser útiles para su invento! —Keran cogió una de las flores y sacó el pétalo más grande de ella. —Son rosas del océano, fueron un regalo del clan Choi a la Gran Reina. Su color es muy fuerte y se tiñe bien. Necesitará algo muy colorido para sus fuegos artificiales, ¿verdad, señor?
Park Jimin encontró la actitud del joven curandero bastante gentil, por lo que volvió a sonreír como antes.
—Gracias, pero si eran un regalo para su reina, creo que será mejor no tocarlas... Además, parece que el clan Choi no me quiere mucho. —dijo el chico, recordando la forma en que el patriarca Choi Kangson lo había tratado el otro día.
—Oh, no, señor. Estas flores son utilizadas en todo el reino, incluso por los más humildes. Aquí crecen abundantemente. No será en absoluto una falta de respeto. —explicó Lu Keran, doblando ya las mangas de su túnica roja para empezar a recoger más flores azules.
—Ah, entonces... Bueno, el color de los fuegos artificiales no funciona exactamente como uno piensa, pero nunca está de más probar algunas sustancias nuevas. Tal vez el color azul de la flor se convierta en púrpura durante la explosión en el cielo. —pensó en voz alta Jimin, pasando sus dedos por los suaves pétalos. Las rosas oceánicas se parecían a las rosas ordinarias, pero además del color único, tenían una diferencia peculiar: en su centro había pequeños tallos blancos que terminaban en espiral y liberaban polen. Era muy bonito.
—¿Púrpura? Vaya, ¡debe ser estupendo, señor! —Los ojos de Lu Keran estaban cubiertos de una capa de brillo de ensueño. El sanador se llenó rápidamente los bolsillos con las flores azules.
—Sí, hehe... Eh, Lu Keran, no tienes que seguir llamándome "señor". ¿No te has enterado del gran disgusto de ayer? —Jimin se rascó la nuca y sacudió el cuerpo.
Cada vez que sus ojos parpadeaban, la imagen del árbol sagrado cruzaba su mente, intrigándole de forma extraña. Park podría jurar que había soñado con él la noche anterior, con sus hojas rojas y su grueso y pálido tronco. Había algo realmente misterioso en esa planta, sólo que no podía entender qué. Quizá si le dejaran analizar sus propiedades químicas...
—No me importa, señor, —replicó Keran de repente, devolviendo los pensamientos de Park Jimin a la realidad. —no me importa si es el Omega de Plata o no. Lo trato con respeto porque siento que debo hacerlo. Estaríamos en problemas si no hubiera utilizado su inteligencia para ayudarnos a todos. Algunas personas también deberían tenerlo en cuenta antes de pronunciar tan malas palabras...
El sanador entrecerró los ojos ante dos nobles que miraban a Jimin con gran desprecio.
—Desgraciadamente, algunas personas nacidas en cunas de oro no suelen mirar mucho más allá de sus propias narices... —Keran se arremangó las mangas de la túnica y juntó las manos. Luego le dio a Jimin una sonrisa complaciente. —Sé por lo que está pasando en este momento, también me miraron así cuando fui apadrinado por el maestro Jung. Nunca seremos considerados dignos por esta gente... Pero eso no significa que sus opiniones sean realmente relevantes.
La sonrisa en la cara de Park Jimin se ensanchó por completo, y aún así se las arregló para dejar salir una pequeña risa.
—¡Vaya, Lu Keran! Eres un amor, haha... —dijo el chico, torpemente, pero sumamente aliviado. Al fin y al cabo, no era considerado un indigente por todos los habitantes del lugar.
—Tiene usted un vocabulario muy curioso, señor. — Keran observó con una mirada de desconcierto.
—Ah, haha... Quise decir que gracias. —tengo que cambiar un poco mi forma de hablar en este lugar, pensó el chico. —En fin... ¿Cuánto falta para que veamos a el Alquimista real?
—Oh, no, está justo ahí, mire. —señaló el curandero hacia un horizonte cercano. Park Jimin miró hacia arriba, y una vez más sintió que se le caía la mandíbula.
Al final del jardín, entre dos manzanos, había una estructura muy parecida a un invernadero, ya que tenía paredes de cristal esmerilado que se curvaban en forma de arco hasta el alto techo, y era del tamaño de una pequeña casa de campo.
Jimin y Keran se acercaron rápidamente a la gran puerta de cristal y metal gris. El sanador giró el pomo con cuidado, evitando hacer un ruido innecesario mientras abría la puerta para permitir el paso.
En el interior, el joven Park respiró el aire fresco promovido por las raras y delicadas plantas que crecían en las macetas abonadas que se alineaban alrededor del espacio. Sintió el calor húmedo que flotaba allí a causa del ambiente cerrado por el techo de cristal, que facilitaba la entrada de la luz, y que al mismo tiempo impedía que la luminosidad y sus propiedades se escaparan a la velocidad de un soplo. Aquel lugar sí que se parecía a un invernadero, y quizá lo fuera realmente, pero con algunas diferencias notables.
Entre las hileras de plantas y arbustos, y tras un
gran tallo verde que crecía y se retorcía en el centro del lugar, del que brotaban zarcillos que se adherían al techo, era un espacio lleno de armarios, libros, baratijas rústicas, cristales con contenidos extraños, y un escritorio de madera completamente desordenado, con papeles y plumas esparcidas por su superficie.
—Hm, durante la mañana, el maestro Jung suele quedarse en su escritorio, leyendo las notas que hizo la noche anterior. —explicó Lu Keran, mirando el escritorio mientras fruncía el ceño.
—Tal vez aún esté durmiendo... —sugirió Jimin, no queriendo perder la esperanza de encontrar al alquimista.
Sin embargo, Lu Keran negó rápidamente con la cabeza.
—El Gran Alquimista se despierta junto con el sol, señor... A menos que... —Keran se giró y se dirigió a una puerta situada en la parte trasera del invernadero. Jimin lo siguió, curioso por la actitud del sanador.
Los dos chicos se acercaron a la puerta en silencio, con los oídos atentos, y se detuvieron cuando oyeron dos voces masculinas susurrantes que provenían de la habitación del otro lado.
—Me siento incómodo dejándote descansar en mi cama, no es lo suficientemente cómodo para ti aquí, mi príncipe... —el suave tono era de Jung Hoseok, el alquimista real. Inmediatamente después se escuchó un ruido de telas crujiendo y una risa nasal.
—Hemos hecho el amor aquí tantas veces, ¿por qué no iba a ser cómodo para mí? —el dueño de la segunda voz era Min Yoongi, el hermano mayor de Jeon Jungkook. Su tono llevaba un hilo de sensualidad mezclado con las feromonas alfa que parecían inundar aquella habitación cerrada hasta el punto de desbordarla, haciendo que la conversación fuera bastante íntima y seductora.
¿Son dos alfas? se preguntaba Jimin en sus pensamientos, sintiéndose intrigado mientras se sonrojaba al escuchar la conversación. A su lado, Lu Keran tenía el color de un tomate maduro.
—Pero no puedo prestarte tanta atención esta mañana, ya lo sabes. Tengo que hacer tu tónico antes de que termine el día. —dijo Jung Hoseok, parecía entristecido. —Tienes que estar fuerte para el baile de esta noche.
—Un beso tuyo me recarga la energía mucho más que esa horrible medicina que haces con gusanos. —refunfuñó Yoongi, lo que provocó una pequeña risa del alquimista.
—Si besarte fuera realmente tan eficaz como las sustancias de los "Pelo de oro", hace tiempo que habría perdido mis labios por ti, mi príncipe. —murmuró el alquimista, y entonces se oyeron sonidos de besos, húmedos y cálidos, inmersos en una intensidad estremecedora.
Jimin y Keran se miraron y tragaron en seco.
—Será mejor que volvamos más tarde. —murmuró el sanador con la cara encendida. Jimin asintió en acuerdo con el otro chico y se sonrojó.
Sin embargo, un segundo antes de que dieran el primer paso, la voz del príncipe Min sonó fuerte y clara.
—Si van a espiar, háganlo hasta el final, como dos buenos fisgones. —Su Alteza parecía estar disfrutando.
La puerta fue abierta por Jung Hoseok poco después. El alquimista primero miró al discípulo Lu Keran con una ceja arqueada. Luego dirigió su mirada a Park Jimin y lo analizó de pies a cabeza.
—¡Mil perdones, maestro! No era mi intención espiar... —Keran dobló el torso en noventa grados, un hilillo de sudor le empapó la frente.
—Sí, perdón por interrumpirlos, haha. —Jimin se puso la mano en la nuca mientras se alejaba. —Muy linda pareja, haha. Felicidades. Ahora, discúlpeme...
—Espere un segundo, señor Park Jimin. —el alquimista agarró el cuello de la camisa del chico, antes de que éste huyera. —en verdad quería verlo para que pudiéramos discutir algo.
—¿Estás seguro? —Jimin miró hacia la habitación, donde Min Yoongi yacía en una cama estrecha, mirando la escena con una sonrisa en los labios.
—Ah, no se preocupen por mí. —el Príncipe Min agitó lentamente una fina mano. —Sólo he venido a distraer a Hoseok y a dormir. Este es el único lugar del palacio donde los sirvientes me dejan en paz.
—Realmente... Me tienen miedo. —por alguna razón el alquimista Jung pensó en voz alta, rascándose la barbilla.
—Tal vez porque siempre los amenaza con convertirlos en perros. —sugirió Lu Keran con una sonrisa nerviosa.
—Ah, sí... Sería increíble si realmente pudiera lograr semejante hazaña. —reflexionó Hoseok, sacudiendo las pequeñas trenzas que se le caían del pelo. —En fin... Mi discípulo no vendría aquí a estas horas por razones de debilidad. ¿En qué puedo ayudarlos?
Lu Keran y Park Jimin intercambiaron miradas antes de que este último tomara la palabra.
—He oído que hoy es el cumpleaños del Rey... Es decir, hoy es su noche de luna. Así que... Quería hacer un regalo... Pero, para construir este regalo, necesitaré algunas cosas difíciles de conseguir. —Jimin cambió su peso de un pie a otro. —Como eres alquimista, supuse que podrías ayudarme a encontrar algunas sustancias... Si no es mucha molestia...
Los labios de Hoseok se abrieron en una gran sonrisa divertida.
—Aaaaah. —el alquimista se giró entonces para mirar a Yoongi. —¿Ha oído eso, Su Alteza? Su futuro cuñado es bastante romántico, hmmm...
—¡H-hey! No es así... —Jimin sintió la sangre arder en sus mejillas.
—¿Ah? ¿Hoy es noche es la noche de luna de Jungkook? —Min Yoongi se revolvió en la cama, parpadeando somnoliento.
—Mi príncipe, ¿no lo sabía? —el alquimista miró incrédulo a su compañero.
—Siempre lo olvido, y él también olvida mi noche de luna. Es una reciprocidad común entre hermanos. —Yoongi se encogió de hombros mientras se levantaba lentamente de la cama. —Ahora iré a buscar algo bonito para regalarle.
El príncipe se levantó lentamente, cuidando de mantener el equilibrio, y luego arrastró su cuerpo hacia la salida, apoyándose en los muebles y finalmente apoyándose en Jung Hoseok, que le ofreció gustosamente su mano.
—Llamaré a un sirviente para que te ayude, mi amor. —murmuró el alquimista a Yoongi, acariciando la mano entrelazada.
—No es necesario. Encontraré uno por el camino. —el príncipe sonrió y soltó la mano del alquimista para alejarse. Cuando se acercó a Park Jimin, inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado, con curiosidad por el chico. —No me he presentado adecuadamente a ti, señor Park. Sé que ya lo debes saber, pero mi nombre es Min Yoongi. Espero que podamos ser amigos en el futuro, ya que mi hermano te tiene en tan alta estima.
Señalar este último hecho hizo que Jimin mirara hacia otro lado, ligeramente avergonzado. Parecía que todo Adaman ya era consciente de la forma en que Jeon Jungkook había estado tratando a su nuevo y desconocido invitado omega.
—Ah, es... Estaría bien, hm... Su Alteza. —dijo Jimin, tratando de sonar cortés.
El príncipe del clan Min se rió una vez más, mostrando una sonrisa blanca y glamurosa, y luego salió del invernadero con pasos lentos y pesados.
Al instante siguiente, el alquimista real resopló, llamando la atención de los intrusos en su lugar de trabajo.
—¿No vas a decirme de qué va tu regalo, señor Park? —Jung cruzó los brazos delante de su cuerpo.
—Buenp... Quiero hacer algo que vuele hacia el cielo y explote de forma colorida. De donde yo vengo, eso se llama Fuegos Artificiales. —trató de explicar Jimin mientras gesticulaba con sus manos.
—Intrigante. Realmente intrigante. —el alquimista frunció el ceño, imaginando los fuegos artificiales en acción. —Si realmente eres capaz de crearlos, entonces Su Majestad estará bastante impresionado.
Las palabras de Jung Hoseok despertaron una ansiedad oculta dentro del pecho de Park Jimin. El chico comenzó entonces a revolverse, excitándose cada vez más ante la idea.
—Sí, puedo crearlo. Sólo necesito papel, pólvora, algunas sales y también compuestos de una sustancia llamada potasio... No sé si sabes lo que es eso.
—Potasio... Potasio... Hmmm, experimento constantemente con rocas y minerales, por lo que encuentro algunas sustancias muy interesantes durante ciertos procesos. Algunos incluso los guardo en mi cristalería. —Hoseok se acercó a las estanterías que había junto a su desordenado escritorio y señaló los cristales que allí se exponían. —Tu explicación me ha llamado la atención, así que te doy permiso para que uses lo que quieras de mi arsenal... Mientras tanto, me concentraré en mi propio trabajo. Con su permiso...
El alquimista inclinó ligeramente la cabeza y luego dio la espalda a Keran y Jimin. A continuación, limpió la superficie de su escritorio, retirando los papeles y libros del centro, y colocó encima un frasco lleno de gusanos "Pelo de Oro"
Aparentemente, va a hacer la medicina para el príncipe... Park Jimin concluyó, observándolo rápidamente.
—Gracias, Alquimista Real. —dijo el chico, girandose a examinar cada una de las cristalerías de la estantería.
—Señor... —Lu Keran se acercó a Park. —Si no va a necesitar nada más, entonces volveré a hacer mi invento.
—Ah, claro. Siento haberte quitado tiempo.
—No hay problema. —El joven sanador inclinó su cuerpo y se dio la vuelta para irse.
Ahora solo, Park Jimin se centró única y exclusivamente en las sustancias de Jung Hoseok. Tras comprobar el olor y la reacción de algunos de ellos, el chico sonrió, completamente satisfecho.
—Me está empezando a gustar este sitio. —murmuró, reuniendo en su regazo una cristalería con todo lo que necesitaría para el espectáculo de esa noche.
🌘🌔👑🌖🌒
El proceso para fabricar fuegos artificiales es relativamente sencillo. Basta tener el papel necesario para construir la estructura, donde se colocarán de forma organizada todos los sustratos que definirán el efecto de explosión colorida. El único problema es que, aunque parece un proceso fácil, también es extremadamente delicado. Un error en la estructura podría provocar una explosión antes de tiempo y, en consecuencia, lesiones graves o incluso la muerte de alguien.
Park Jimin era muy consciente de ello. En sus clases prácticas en la universidad, estuvo a punto de presenciar un accidente de este tipo con uno de sus compañeros. Debido a esto, desde entonces, Jimin siempre hacía pruebas previas con los explosivos. El chico creaba mini fuegos artificiales para probar su calidad.
El alquimista real, Jung Hoseok, fue testigo cuando Jimin hizo la primera prueba. Hasta ese momento, estaba muy concentrado en unir el aceite obtenido de los gusanos "Piel de Oro" con las vitaminas tomadas de las frutas y verduras; creando así la medicina que le daría al Príncipe Min.
Sin embargo, su atención fue captada por un sonido de desgarro, un BOOM y un grito de sorpresa. Luego, Hoseok olió humo.
—Opa. —murmuró Jimin, aturdido. La prueba con los mini fuegos artificiales había salido mal.
El alquimista se giró para ver qué había pasado, y cuando vio el estado de Park Jimin, contuvo la risa.
—¿Qué pasa, chico? Pfff... —Hoseok se tapó la boca, deteniendo la risa histérica que insistía en llegar a él.
Park Jimin estaba decadente. La explosión había conseguido esparcir las sales y la pólvora por todas partes. Por eso, desde su pecho hasta el último mechón de su cabello había una densa cobertura de ceniza. Sus mechones estaban levantados, como si hubiera estática, y su cara tenía el color del hollín, como un niño sucio jugando en la arena mojada.
Pero a pesar de lo sucio que estaba, la concentración del chico le impidió darse cuenta de este hecho. Entonces, cuando Jimin vio al Alquimista Real conteniendo su risa, pensó que el otro hombre se estaba riendo de su fracaso.
—Lo arreglaré, ¿vale? ¡No se supone que sea así! Creo que mezclé el equivocado y se quemó antes de tiempo. —el chico se apresuró a hacer otra estructura de cilindro de papel, donde de nuevo pondría sales y sustancias explosivas.
—Haha, muy bien... —respondió Jung Hoseok, ya recuperado de su carcajada. —Cuando las noticias sobre tu aparición llegaron a Adwan, tuve un buen presentimiento.
—¿Enserio? —Jimin sonrió.
—En serio. ¡Tenía la sensación de que estabas completamente loco!
La sonrisa de Park vaciló.
—Haha, aprecio a las personas locas, señor Park. Tanto así que me propuse traer a Lu Keran a mi clan. —Jung explicó mientras terminaba de hacer la medicina Su Alteza, Min Yoongi.
—Pero Lu Keran parece ser bastante normal... —murmuró Jimin, enrollando un papel grueso para crear la estructura de un nuevo fuego artificial.
Fue entonces cuando el alquimista real saltó delante de Park y le dio una palmada en la frente.
—Me refiero a la forma de pensar, querido. Lulu es un poco tímido, pero tiene unas ideas adorables y es bastante curioso, así que siempre intenta hacer cosas nuevas. —Jung dio vueltas, pasando la mano por la superficie de las plantas que brotaban de las macetas del invernadero. —En otras palabras, ustedes son unos genios. Y me atraen los genios.
—Oh... Gracias, supongo. —se las arregló para halagarme después de llamarme loco, genial, pensó Jimin mientras dejaba escapar una risa nasal.
Después de pensar un momento y de llenar el rollo de papel con las últimas sustancias necesarias, el joven sintió que una impetuosa curiosidad le subía a la garganta y que las palabras se formaban en su boca.
—¿El Príncipe Min también está loco para ti? Es sólo que ustedes dos parecen, ehm... Atraídos el uno por el otro. —Jimin miró al alquimista, observando su reacción, rezando para que la pregunta no lo ofendiera de alguna manera.
Para su alivio, el rostro de Jung Hoseok se vio envuelto en una sutil sonrisa, y sus ojos adquirieron un brillo encantador.
—No está loco... Pero me roba hasta la última pizca de cordura. —murmuró el alquimista, con voz distante y pensativa.
—Dios. —Jimin dejó escapar, parpadeando rápidamente.
—¿Qué? —Hoseok encontró divertido el semblante de sorpresa de Park.
—Ah, eh... Hm... —Jimin tartamudeó, volviendo los ojos al cilindro de papel que pronto explotaría. —Es que, en este lugar, parecen tan seguros de sus sentimientos. No sé, es todo tan... Intenso.
El alquimista meditó las palabras de Jimin durante unos segundos mientras el chico sellaba el cilindro lleno de sal y lo colocaba cuidadosamente en una pequeña ventana del invernadero, para que esta vez los fuegos explotaran fuera.
—Lo dices no sólo por mi relación con el príncipe, ¿verdad? He visto la forma en que tu y Su Majestad se miran. Jung Hoseok se acercó hasta ponerse al lado de Jimin. Sus ojos se entrecerraron en una expresión de concentración, como si se esforzara por destapar un misterio. —Había una cierta vacilación, especialmente en ti.
Park suspiró profundamente y miró hacia otro lado, tratando de alejarse de la pregunta. Entonces, el joven se apresuró a encender la mecha del cilindro y retrocedió varios pasos, arrastrando al alquimista con él.
Los dos esperaron en silencio el resultado
de la segunda prueba. Tragaron en seco al mismo tiempo que el fuego quemaba toda la mecha y alcanzaba el propulsor. En unos segundos, la explosión comenzaría. Si salía mal, otra nube de humo cubriría el invernadero.
La segunda prueba, sin embargo, fue completamente exitosa. La combustión hizo que los explosivos propulsaran el cilindro por la ventana, y éste se elevó hasta alcanzar unos metros de altura, donde se deshizo en un resplandor anaranjado con forma de flor de pétalos largos y finos.
Park Jimin cerró sus manos en puños y las levantó en el aire mientras saltaba, celebrando el resultado.
—¿Qué te pareció, Alquimista Jung? —El chico se preguntó cómo reaccionaría la gente de ese mundo a sus fuegos artificiales.
—¡Eso fue increíble! Definitivamente con eso la noche será magistral. Después me explicarás cómo funciona, ¿verdad? —Jung Hoseok dio una palmada, sinceramente impresionado. A continuación, dio un codazo a Jimin con su codo doblado y le hizo un guiño.
—A-ah, bien. —Park se rascó la nuca. El chico sintió que sus mejillas se sonrojaban al imaginarse a Jungkook mirando al cielo nocturno y viendo las explosiones que lo iluminaban.
Jimin volvió a reunir los materiales para empezar a hacer los fuegos artificiales que se usarían esa noche. Esta vez, debían ser de mayor tamaño y más potentes, para que el cielo quedara cubierto por su brillo explosivo.
Mientras calculaba la cantidad de sales y propulsores necesarios, el chico se encontró atrapado en otro ensueño. Después de comprimir sus carnosos labios y pensar varias veces las palabras que diría a continuación, finalmente las dejó salir.
—Alquimista Jung, ¿puede aclararme una duda?
—Hmm, siéntete como en casa- Hoseok estaba analizando la medicina del Príncipe Min. Quería asegurarse de que esa medicina era lo suficientemente adecuada para ser ingerida.
—¿Hasta qué punto interfieren las feromonas en los sentimientos de las personas?
Finalmente pregunté, pensó Jimin dejando escapar un suspiro.
—Hmmm... Ellas no interfieren. —respondió el alquimista, todavía sin apartar los ojos del vaso medicinal.
Park Jimin casi se ahoga.
—¿Ah? ¿Cómo que no interfieren? ¿Qué pasa con el tema del vínculo? Y eso del celo... —Pensar en ello hizo que la cara de Jimin se calentara. —¿N-no crees, como hombre de ciencia, como investigador, que estas cosas se meten en la mente de la gente?
—Claro que lo hacen. —Jung frunció el ceño, como si hablara de un hecho muy conocido. —señor Park, ¿realmente no sabes nada sobre esto?
—No soy de aquí... —Y todo lo que sé de este mundo viene de un libro de una niña de doce años, completó Jimin en sus pensamientos.
—Curioso... Bueno, respondiendo a tu pregunta: sí se meten, pero no sentimentalmente. Puedes sentir el deseo de acostarte con alguien hermoso, pero eso no significa que esa persona sea el amor de tu vida. —el alquimista sacudió los hombros, afirmando lo obvio.
—Oh, claro, es verdad, viéndolo desde ese punto de vista. —Jimin apretó la boca y se acercó al alquimista real. —Pero he leído sobre el celo, y los enredos entre omegas y alfas... Me preguntaba si... Si usted y el... ehm —no sabía cómo terminar sin sonar extremadamente invasivo
Pero el alquimista no esperó al chico para dar su respuesta.
—¿Tienes curiosidad por mi relación con Su Alteza, Min Yoongi? —Jung Hoseok mostró una sonrisa divertida. —Sí, los dos somos alfas y estamos desafiando todos nuestros instintos primitivos.... Y ya que quieres saber tanto, en nuestros períodos, nos bastamos mutuamente.
—Oh... —Jimin procesó las palabras del joven y giró los ojos para mirar al suelo.
—¿Te resulta extraño?
—Oh, en absoluto. —se apresuró a decir Jimi , agitando las manos frenéticamente. —Sólo estaba pensando que... Para mí, su relación es quizás una de las más sinceras que pueden existir en este lugar, ya que no necesitan de vínculos ni instintos para quererse...
Tras escuchar las palabras del chico, Jung Hoseok volvió a entrecerrar los ojos y lo miró fijamente durante largos segundos, hasta que levantó el dedo índice de su mano derecha y exclamó:
—¡Ajá! señor Park Jimin, creo que he entendido a dónde quieres llegar con esta conversación... —sus labios se curvaron hacia arriba. —¡Tienes miedo de los supuestos sentimientos de Su Majestad!
—Haha, ¿sentimientos? En absoluto, haha. —con el sudor goteando de su frente manchada de ceniza, Jimin giró rápidamente su cuerpo para alejarse del alquimista. —Gracias por quitarme la duda, ahora terminaré de hacer...
—¿De hacer el regalo para el rey? Sí, parece que el asunto realmente tiene que ver con los sentimientos... —Las ceja de Hoseok se arquearon. —¿De qué tienes miedo, muchacho? ¿Tienes miedo de la vida en el palacio? ¿De convertirte en un rey consorte? O, tal vez, teniendo en cuenta todo lo que hemos discutido hace unos segundos, ¿temes que el rey te esté engañando de alguna manera?
—P-por ahí mismo. —murmuró el chico, dejando de pasearse. —Alquimista Jung. Esa es una pregunta que todavía no me has contestado: ¿Los vínculos obligan a las personas a permanecer juntas?
—Jamás. — el semblante de Hoseok era solemne. —Los vínculos sólo se forman cuando dos personas están profundamente involucradas.
—Entonces, al final, la idea de que esté vinculado a él es realmente imposible. Apenas nos conocemos...
—No lo entiendes, chico. —Jung le dio a Jimin otra palmada en la frente. —Puede que sólo haya durado un año, un mes, una semana, un día, un minuto o incluso un solo segundo; si hay algo real mientras tanto, algo que conecta el núcleo de ambos de la forma más armoniosa posible, entonces significa que puede producirse un vínculo. Y esto no es forzar una relación, porque es como si sólo ocurriera entre aquellos que, de una manera u otra, permanecerán juntos hasta el final. Desgraciadamente no hay forma racional de explicar este suceso, he intentado analizarlo, pero es realmente complicado. Por eso digo estas afirmaciones basadas en experiencias transcritas de la historia de nuestro pueblo.
Park Jimin permaneció paralizado, sin voz, mientras su mente absorbía cada coma y sílaba pronunciada por el Gran Alquimista. Al instante siguiente, un calor envolvió su pecho, intensificando el latido de su impetuoso y contradictoriamente temeroso corazón.
Una tensa mezcla de agitación y felicidad rondaba sobre el chico, y no tenía idea de cómo actuar al respecto. No cuando sólo la mitad de sus problemas fueron resueltos. Park Jimin realmente no sabía qué hacer con el sentimiento de ligera esperanza y alivio que había empezado a desencadenar, y al mismo tiempo temía romperlo en un millón de pedazos, al igual que los sentimientos del ganador de la primera ronda de un partido que, después de alegrarse por la victoria, acaba perdiendo en la segunda ronda.
Pero el interrogatorio no había llegado a su fin.
Todavía había una pregunta que rascaba bajo la lengua de Park.
—Alquimista Jung... ¿Es posible que alguien se vincule más de una vez? Con diferentes personas... —el chico necesitaba saberlo, de lo contrario las cosas que pasaban por su cabeza no tendrían sentido.
—Hmm... Hay informes antiguos que confirman la tesis de que es posible que alguien pase por esto más de una vez. Pero es tan difícil, tan absurdamente difícil que suceda, que la mayoría de la gente no cree en la posibilidad. —Jung Hoseok guardó el frasco de la medicina que se le daría al Príncipe Min en una pequeña caja de madera. —Pero yo me guío por estudios y análisis, así que si mis estudios apuntan a la posibilidad, entonces mi respuesta a tu pregunta es: Sí.
—Ah... Pero, ¿por qué es tan difícil que ocurra? —Jimin inclinó la cabeza hacia un lado.
—Por el simple hecho de que el vínculo, cuando se produce, dura toda la vida. Así que para que alguien pueda establecer un vínculo con otra persona, su pareja tendría que morir primero. Y cuando muera, esa muerte dañará las dos almas. —explicó el alquimista mientras guardaba bajo el brazo la caja que contenía la medicina de Min Yoongi.
Después de arreglar su chaqueta oscura y pasarse la mano por el pelo trenzado, Hoseok se volvió por última vez hacia Park Jimin, con la intención de terminar la conversación
—Un ejemplo conocido por todos en Adaman es el de la Gran Reina, Wang Nara. Cuando la omega Min Hyuna, que era la madre de Min Yoongi, falleció, la fuerte e imponente guerrera que existía dentro de Nara murió junto con su amada. La reina vivió sólo unos días más después del funeral de Hyuna. —dijo Jung con un suspiro pesado, con una mirada lejana, como si estuviera reviviendo aquellos fatídicos y fúnebres días: —Para conseguir un nuevo vínculo, primero hay que ser lo suficientemente fuerte para superar la pérdida del anterior.
El alquimista le dio una ligera palmadita en la espalda a Jimin y se dirigió hacia la salida del invernadero.
—Tengo que entregar esta medicina al Príncipe Min. Nos vemos en el baile, señor Park. —se despidió sin mirar atrás.
En cuanto estuvo solo, Park Jimin se sentó en el tallo de la planta que ocupaba el centro del invernadero y se acurrucó allí, entre las hojas y los zarcillos que caían a su alrededor. Luego se encogió hacia atrás, abrazando sus piernas dobladas mientras suspiraba profundamente.
—Hipótesis número... Maldita sea, no recuerdo cuántas hipótesis he hecho ya. —artamudeó el chico, moqueando. —En fin, la hipótesis número X: soy el segundo protagonista y estoy aquí para guiar al protagonista hasta que lleguemos a un determinado momento de la historia en el que... —le tembló la voz. — en el que moriré y se romperá nuestro vínculo. Así que pasará por la "pérdida" y se hará más fuerte. Después de eso, el protagonista se encontrará con el Omega de Plata y comenzará el arco principal de la historia. —Jimin tragó en seco, y esbozó una sonrisa forzada después. —Y... No hay nada como el buen "monomito". Harry Potter, Percy Jackson y Luke Skywalker pasaron por ello, tiene sentido que Jeon también lo haga... Y, jeje... Todo va a estar bien, me iré a casa cuando pase... Todo bien.
Jimin se levantó de nuevo y respiró profundamente.
llenando sus pulmones de aire fresco en un intento de calmar su pecho dolorido y nervioso.
—Mierda, me encantaba el monomito.... Nunca más miraré a los secundarios como solía hacerlo. —el chico se frotó la mano sobre sus ojos cerrados y relativamente húmedos.
Tras resoplar y recomponerse, sacudió la cabeza de un lado a otro y tomó una decisión:
—Una cosa a la vez, Park Jimin: Primero, tengo que terminar estos fuegos artificiales, ya que el baile empezará pronto. —el chico volvió a enrollar los papeles para formar la estructura de un nuevo explosivo. Pero se detuvo enseguida, pues pensó en algo importante. —¿Qué color debo elegir para brillar en el cielo durante la explosión? Aaaaaaa... ¡Debería haberle preguntado al alquimista Jung cuál es el color favorito de Jungkook! ¡Mierda!
Park Jimin cerró los ojos y se alborotó el cabello.
Ahora sólo hay una manera de que me entere de eso.
Puso las manos a los lados de su cadera y golpeó frenéticamente con los pies el suelo de piedra mientras reflexionaba sobre lo que debía hacer a continuación.
Finalmente, el joven Park se subió las mangas de la camisa, como si se preparara para una pelea, y empezó a salir del invernadero, con aspecto decidido.
Le preguntaría personalmente a Jeon Jungkook cuál era su color favorito, y poco después volvería para terminar de construir los fuegos artificiales. Sería conciso y rápido, así de simple.
Park Jimin ignoró a todas las personas que se cruzaron en su camino, creyendo que sus miradas eran meramente despectivas, como parecían serlo aquella mañana. Poco sabía el chico que su aspecto era lo que más llamaba la atención de los nobles que paseaban por el castillo. Jimin tenía un aspecto extraño, con la cara llena de ceniza y el pelo revuelto, completamente sucio. Visto de lejos, cualquiera lo confundiría con un niño malhumorado y gruñón.
Sólo dejó de caminar cuando se topó con la figura arrogante y superguapa de Choi Ren, el omega que había intervenido en la discusión de la Mesa de Plata en nombre de su abuelo, el patriarca Choi Kangson, y al que parecía haberle encantado burlarse del rey el último día con su sensual aroma.
Choi Ren miró a Park Jimin de pies a cabeza y mostró una pequeña risa burlona en sus labios tan finos y rosados como un pétalo de flor.
—Señor Park Jimin, ese es su nombre, ¿verdad? —preguntó el noble, girando uno de los botones de su blazer azul de cola larga.
—Sí, lo es. Y el tuyo es Choi Ren, ¿no? Un placer. —Jimin casi puso los ojos en blanco. Él no iba en busca de la cara de ese omega, así que no perdió tiempo antes de intentar apartarse. —Ahora, discúlpeme...
—Déjame adivinar... Estás buscando al rey. —Choi Ren se interpuso en el camino del otro joven, impidiéndole continuar.
—Sí, así es. Entonces, ¿podría dejarme pasar?
—¿Sabes dónde está, señor Park? —había un toque de sarcasmo en el discurso de Ren cada vez que usaba "señor" para referirse a Jimin.
—No, no lo sé. Pero puedo encontrarlo por mi cuenta. Así que de nuevo, discúlpeme. —Jimin trató de esquivar a Choi Ren una vez más. Sin embargo, el joven noble se movió para interponerse en su camino.
—El rey está en la sala del trono, con sus súbditos más importantes y los líderes de los principales clanes de Adaman. La reunión es abierta, ya que están tratando sobre el baile de esta noche y la noche de luna de Su Majestad. Sin embargo... —Los labios de Choi Ren soltaba las palabras de una manera que, en la mente de Park, se asemejaba a la entonación de un encantamiento maligno.
—... Todos los que ven al rey en este día se muestran mínimamente presentables, señor Park Jimin, ¿siquiera sabes lo que es estar "mínimamente presentable"?
Jimin frunció el ceño y casi hizo una mueca.
¿De qué habla este tipo? pensó el chico. Me duché y cogí ropa bonita del armario de la habitación. Si quieres quejarte con alguien sobre mi ropa, quéjate con el rey.
Un segundo antes de que Park iniciara una discusión con el chico de pelo largo, que era casi tan grande como su arrogancia, una joven un poco mayor que Choi Ren se acercó y le lanzó un abanico de encaje en la nuca.
—¿Qué haces aquí, Ren? Cuánto te cuesta quedarte en tu habitación, descansando, en lugar de estar aquí, creando más problemas diplomáticos a nuestro clan. —la chica comenzó a abanicarse, estupefacta.
También había asistido a la reunión de la Mesa de Plata el día anterior. Era una chica preciosa, con el pelo rizado, la cara ovalada, las mejillas bonitas y los labios finos como los de Choi Ren.
—¿Problemas diplomáticos? Con este... Indigente. —Ren señaló con el dedo índice a Jimin.
—Sigo aquí, gracias. —Park bufó.
—Así es, Ren, no hables así de la gente y... ¡Ah! —los ojos de la chica se abrieron de par en par cuando finalmente se enfrentó a Park Jimin. —Por los dioses... ¿Estás bien?
—Sí, ahora adiós ahora. —Jimin se dio la vuelta rápidamente y se alejó de ellos.
El color favorito de Jungkook. El color favorito de Jungkook. Esos eran los únicos pensamientos que importaban en la mente del chico en ese momento, nada más le quitaría la atención.
De esa rápida molestia con Choi Ren, Park Jimin logró ganar al menos alguna ventaja: ahora sabía dónde ir a buscar a Jeon Jungkook.
Esa mañana, Lu Keran le había enseñado el palacio mientras se dirigían al lugar de trabajo del alquimista real, así que fue fácil encontrar la sala en la que estaría Su Majestad.
Cuando llegó allí, Park Jimin vio que las grandes puertas de la sala denotaban la importancia del ambiente. En el interior, había altísimas columnas de hormigón gris que sostenían un techo arqueado cubierto de mosaicos de colores. Cada mosaico representaba magníficamente una escena histórica del reino de Adaman.
Una inmensa alfombra roja atravesaba el centro del gran espacio, y al final se dividía en dos para cubrir las dos escaleras laterales redondeadas que conducían a un podio. En este podio había dos tronos unidos entre sí que parecían haber sido tallados en el tronco de un árbol de plata. Este árbol crecía a lo largo del muro en un gigantesco y glorioso monumento.
Park Jimin se sintió tan pequeño como una hormiga en cuanto puso un pie en ese lugar.
"¿Cuál es tu color favorito?". "¿Cuál es tu color favorito?" "Oh, ¿es ese? Entonces, ¡gracias y hasta luego!" —el chico murmuraba una y otra vez las líneas preprogramadas que le diría a Jungkook, mientras se arrastraba velozmente por la alfombra, manteniendo siempre la vista en el suelo frente a él para evitar humillantes tropiezos.
Jeon Jungkook estaba sentado en su trono, con la cabeza apoyada en uno de sus puños cerrados, escuchando a sus súbditos que le felicitaban por su noche de luna, por su regreso a Adwan, por su victoria sobre Eliah y por el proyecto de distribuir alimentos a los campesinos de Adaman durante el periodo invernal.
La concentración en Su Majestad era tan grande que sólo se dieron cuenta de la aparición de la extraña y estrafalaria figura de Park Jimin cuando el chico apareció justo detrás de ellos, como un fantasma atormentado.
—¡Por los dioses! —exclamaron los súbditos y se alejaron de un salto, algunos de ellos se convirtieron en lobos sólo por el susto.
Jeon Jungkook levantó entonces la mirada y parpadeó varias veces mientras sentía que las comisuras de sus labios se curvaban hacia arriba, formando una sonrisa feliz y divertida.
Se levantó y movió la cabeza de un lado a otro con incredulidad en cuanto se dio cuenta del estado de Park.
Eres realmente impresionante, Park Jimin, pensó el joven rey, sintiendo un gran impulso de reír.
—Park Jimin, ¿qué pasa? —Jungkook utilizó un tono de voz lo suficientemente alto como para ser escuchado por el otro chico, que estaba de pie un poco lejos del podio del trono.
Vale, no digas nada malo delante de esta gente, pensó Jimin, al notar las miradas extrañas que todos los presentes le dirigían.
Respiró profundamente, levantó la cabeza y habló en voz alta.
—Su Majestad, ¿puedo hacerle una pregunta? —desgraciadamente, su voz se quebró a mitad de la frase, lo que provocó la risa de los súbditos del rey. Esto hizo que Park Jimin se sintiera aún más nervioso y fuera de lugar.
Jeon Jungkook, a diferencia de todos los demás, sólo pudo encontrar otro chico extremadamente dulce y lindo.
—Puedes preguntar. —dijo el joven rey. A continuación, comenzó a bajar del podio, bajando una de las escaleras con su forma de actuar tranquila y elegante.
Al ver que Jungkook se acercaba, el corazón de Jimin dio un salto. Park sintió un fuerte impulso de huir de aquel lugar. Todo parecía extremadamente incómodo en ese momento.
Tuvo que volver a respirar profundo antes de que las palabras pudieran formarse en su boca. Pero, para su total desesperación, eso fue todo lo que el chico pudo hacer.
—¿Cual favorito tu es color? —Jimin sintió una neurona morir.
Jeon Jungkook contuvo otra carcajada y frunció el ceño ante el chico.
—¿Podrías repetirlo, por favor? Creo que no entendí.
—Ehm... —Jimin entrecerró los ojos y tragó. Había mucha gente en ese lugar, y todos parecían tragárselo con los ojos. —Color. Cual. Tu... ¿Tu color?
—¿Mi color? No entiendo. —Jungkook parecía casi tan perdido como Jimin. —¿Te refieres al color de mi clan?
Park Jimin sacudió la cabeza con agonía. Quería llorar en ese mismo momento.
—Entonces el color de mi ropa... —el rey volvió a intentarlo, mirando la camisa que llevaba puesta. Era blanca, con mangas largas y encaje negro alrededor del cuello.
—No, tu... Te gusta... El que te gusta... Tu favorito. —Jimin se encogió de hombros, aliviado. Por fin había conseguido hacer la pregunta.
—Ah... ¿Mi color favorito? —Jeon Jungkook ya no pudo reprimir la amplia sonrisa que había estado reprimiendo durante varios minutos.
En cuanto terminó de bajar las escaleras y se acercó a aquel muchacho nervioso, Su Majestad se acercó a él y comenzó a pensar en la respuesta que le daría.
El joven rey nunca se había parado a pensar qué color le gustaba más, ni siquiera cuando se trataba de su ropa, porque siempre estaba confeccionada en base a los colores de su clan: negro, blanco y rojo. No era algo de su elección personal.
Después de pensarlo mucho, Jeon Jungkook miró la cara sucia de Park Jimin. Tenía una curiosa capa de polvo, como si el chico hubiera estado frente a una chimenea que le hubiera arrojado cenizas.
—Gris. Me gusta el color gris. —dijo por fin el rey.
—Oh... Entonces, m-me voy. No interrumpiré más sus asuntos. —Jimin giró su cuerpo y se fue. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Jungkook habló rápidamente.
—No interrumpes. —el rey puso las manos sobre los hombros del muchacho y se giró para hablar con sus súbditos. —Ahora me retiro. Espero verlos en el baile esta noche.
La gente se miró y rápidamente inclinaron sus cuerpos para despedirse del rey. Jungkook asintió, y al momento siguiente arrastró a Park Jimin fuera de la habitación sin soltarlo.
—Gracias a los dioses que apareciste. Estaba cansado de oírlos. —murmuró el joven rey, sintiéndose agitado por la vigorosa presencia del otro muchacho.
A su lado, Park Jimin reprimió una sonrisa alegre, también afectado por las feromonas.
El dúo caminó hasta llegar a un pequeño patio, situado al final de un pasillo vacío. En ese espacio había un jardín, con dos altos árboles de coloración amarilla y rosales esparcidos de forma bonita. En el centro, también se podía ver una pequeña fuente de agua, cuya forma era de dos lobos danzantes.
—Vaya, parece que no existe un lugar feo en este castillo tuyo. —murmuró Jimin tras un siseo de sorpresa.
—¿Te gusta? —Jungkook quería saber, había un brillo en sus ojos.
—¿Cómo no gustarme? Mira esta fuente, hombre. —Jimin se acercó a la fuente y miró de cerca la escultura de los dos lobos. Estaban de pie sobre sus patas traseras. En el aire, los dos unieron sus patas delanteras, y el agua brotaba hacia arriba de sus bocas.
—También me gusta esto. Se construyó antes de que yo naciera, por orden de mi madre, Wang Nara, para presentárselo a mi madre omega, Jeon Haerin, en su noche de luna. Los lobos las representan. —Jungkook explicó en un suspiro. —De lo que sé, este lugar era el favorito de Haerin. Pero hoy en día lo evita. Así que... Me he tomado la libertad de apropiármelo. Es uno de los pocos recuerdos que tengo de la Gran Reina.
—Oh. —Park recordó entonces la historia que había
oído del alquimista Jung sobre los romances de Wang Nara. —¿La razón por la que Jeon Haerin no viene aquí tiene que ver con la madre de tu hermano mayor? ¿La omega del clan Min?
Jeon Jungkook reflexionó por un momento.
—Creo que sí. Jeon Haerin quería mucho a Wang Nara, y viceversa, pero... Nada es más fuerte que un vínculo. Ni siquiera toda la atención de mi madre omega fue suficiente para reconquistar todo el corazón de la Gran Reina.
—¿Y tienes algún resentimiento por eso? —preguntó Jimin, al notar la expresión de melancolía en el rostro del otro chico.
—¿Y ha tenido algún resentimiento por ello? No... Nunca odié a Min Hyuna o a mi hermano por ello. Porque, después de todo, no es culpa de nadie.
Park procesó esa información y frunció sus labios hacia abajo.
—¿Qué edad tenías cuando murió Wang Nara?
—Ah, yo era un adolescente. Fue justo después de regresar a la capital, cuando Nara terminó su campaña por la frontera norte. Mientras luchábamos contra los bárbaros invasores, Min Hyuna fue atacada por una extraña bestia que apareció repentinamente en los alrededores del castillo. —la expresión de Jungkook se volvió sombría. —Nadie lo vio pasar, Hyuna simplemente había desaparecido de la vista de todos. Fue encontrada muerta a pocos kilómetros del palacio al día siguiente. La noticia nos llegó a la frontera sólo tres días después. Pero cuando lo pienso ahora, Wang Nara ya lo sabía. Sintió cuando Hyuna murió. Recuerdo haberla visto caer en su tienda y murmurar el nombre de la omega
De repente, el aire que rodeaba al joven rey comenzó a volverse más denso. Una dolorosa melancolía lo envolvió profundamente
—Mi madre alfa vivió sólo para volver a Adwan y ver de nuevo la cara muerta de Min Hyuna. Poco después, se fue de este mundo...
—Lo siento, Jeon... —la voz de Jimin salió débilmente.
—Gracias, pero está bien. —Jungkook acarició el hombro del chico. —Creemos que las parejas vinculadas van al mismo lugar después de la muerte... Sólo lo lamento por mi otra madre, Jeon Haerin. Ni siquiera pudo despedirse de Nara, todo pasó tan rápido...
Park Jimin miró al rey a su lado y se mordisqueó los labios mientras un pensamiento cruzaba su mente.
La hipótesis número X que había creado esa tarde salió de repente a la luz. Si resultaba ser la correcta, entonces Jeon Jungkook probablemente se enfrentaría a un momento bastante difícil después de la muerte de Jimin.
Con esta idea palpitando en su cabeza, el joven Park pronunció la siguiente petición:
—Promete que serás muy fuerte.
—¿Uhm..? —Las cejas de Jungkook se fruncieron.
—Solo... Promete que serás muy fuerte y que vivirás mucho tiempo, pase lo que pase. —Eres el protagonista, así que tienes que terminar esta historia con un final feliz, completó Park Jimin en su mente.
Jeon Jungkook parpadeó varias veces, sin entender todavía el punto del otro chico.
—Lo prometo... Pero, ¿por qué dices eso?
—Hmm, nada... Eres el rey, ¿no? Entonces hay que ser fuerte para poder comandar un reino tan grande. Sólo imagina cuántos problemas debes resolver... —Jimin se encogió de hombros. —Ah, y hablando de problemas, ¿qué clase de bestia es la que mató a Min Hyuna?
—No estamos seguros, ya que se evaporó como el agua bajo el sol justo después de la muerte de Hyuna. Sin embargo, algunos plebeyos han afirmado haber visto un alfa lobuno desconocido escalando la muralla que rodea la capital. Sólo recibimos dos informes, y en ambos se describía a esta criatura como un monstruo espantoso. —explicó el joven rey, con la mirada fija en un horizonte lejano.
Park Jimin sintió que todo su cuerpo se estremecía. Antes, la idea de estar en un mundo donde existían criaturas mágicas no le parecía tan aterradora. Ahora, tras saber que los monstruos también podían caminar por esas tierras, esa idea se había convertido en algo tan malo como una pesadilla.
Al ver la mirada nerviosa del otro chico, Jeon Jungkook le apartó un mechón de pelo y le dedicó una sonrisa tranquila, llena de confianza.
—La seguridad en Adwan se ha reforzado desde ese día. No tienes que preocuparte... Y siempre estaré cerca. —La voz del rey era suave, y transmitía la misma serenidad que sus feromonas alfa, algo que rápidamente relajó los nervios de Park Jimin.
Lentamente, las sucias mejillas del chico comenzaron a calentarse, ganando una fina capa de rubor. Incapaz de sostener la mirada de Jungkook por más tiempo, Jimin volvió su rostro en dirección a la fuente. Sin embargo, esta vez, al estar cabizbajo, vio su reflejo en la clara superficie del agua.
—¡AH! —exclamó Park y se tocó la cara. —¡Madre mía! Parece que me ha caído un rayo.
Jeon Jungkook sonrió a su lado.
—¿No sabías que estabas así?
—No, clar q-que no... Sé que soy extraño en este lugar, pero no estoy tan loco como para ir por allá así. —tartamudeó Jimin, encogiéndose.
—¿Pero nadie te lo dijo mientras caminabas hacia la sala del trono?
—No... La gente me miraba de forma extraña. Pero, de todos modos, desde que puse un pie en este lugar, no le he gustado a casi nadie... —Jimin puso los ojos en blanco y se sentó en el borde de hormigón de la fuente.
El joven rey se sintió frustrado por esa declaración de Park. Con los puños cerrados, se sentó junto al chico, sacó un pañuelo del bolsillo de su camisa y lo sumergió en el agua. Entonces Jungkook sostuvo cariñosamente la cara de Jimin y comenzó a limpiarla suavemente, deteniéndose en sus suaves mejillas.
Jimin sintió que su mente daba vueltas con ese toque tan cálido y cariñoso de Su Majestad. Y para empeorar las cosas, las feromonas del alfa marcaban mucha presencia.
—Perdóname por eso. Te prometí comodidad, pero mi hogar sólo te entregó lo contrario... —Los ojos de Jungkook estaban caídos. —Dime quién te hizo esto, y lo castigaré inmediatamente.
—¿Esto...? ¿Te refieres a esta porquería?
—Sí. Imagino que algún sinvergüenza se atrevió a molestar a mi ome... D-digo... A molestar a mi invitado. —Jungkook tartamudeó.
—¡Oh, no! Me ensucié así en el lugar de trabajo del alquimista Jung.
—Hmm. —Jungkook entrecerró los ojos con una mirada reflexiva. —Voy a tener que pedir disculpas a mi hermano....
—¿Ah? ¿Por qué?
—¡Porque castigaré a Jung Hoseok por hacerte esto! ¡Iré tras él ahora mismo! —Jeon Jungkook se levantó de un salto, decidido a hacer lo que había dicho.
Park Jimin se alarmó y rápidamente agarró el brazo del rey, alejándolo. Este repentino movimiento suyo obligó a Jungkook a retroceder, desequilibrándolo y haciéndolo caer encima de Jimin. Este último apenas tuvo tiempo de pensar antes de ser golpeado por la coraza del rey. Los dos chicos acabaron hundiéndose en el agua de la fuente por la fuerza del encuentro.
Después de luchar en el pequeño depósito de agua, Jimin y Jungkook intercambiaron miradas y se rieron hasta que sus pulmones se quedaron sin aliento.
—¿Por qué has hecho eso? —preguntó el joven rey tras escupir el agua que le había entrado en la garganta.
Como había caído justo encima del cuerpo de Park Jimin cuando los dos se sumergieron en la fuente, Jeon Jungkook utilizó la fuerza de los músculos de sus brazos para sostener su propio peso, evitando así que todo el peso de su cuerpo presionara al otro joven.
Tras recuperar el aliento, Park se retorció bajo el rey en busca de una posición cómoda que le permitiera respirar correctamente.
—Po-Por qué no lo entendiste... —replicó jimin, pasándose la mano por el pelo para apartar los mechones húmedos. —El alquimista Jung no me ensució. De hecho, Jung Hoseok fue una de las únicas personas que me trató bien, e incluso me ayudó con un asunto... Fui yo quien se llenó de pólvora y cenizas.
La expresión del rostro de Jeon se relajó y adoptó un aspecto de comprensión.
—Ahora tengo curiosidad... ¿Por qué te estuviste metiendo con la pólvora? —volvió a sonreír.
Park Jimin selló inmediatamente sus labios y giró su cuerpo para escapar de las garras del rey. Sin embargo, Jeon fue más rápido y lo inmovilizó allí, entre sus brazos.
—Espera, Park Jimin, ¿qué está pasando? ¿Por qué no me contestas? —el joven rey miró al otro chico. —¿Estás planeando otra actuación con fuego? Park, si te metes con cosas peligrosas para impresionar a mis súbditos y así ser aceptado, por favor no lo hagas...
—No, ¡no es así! —Jimin hinchó las mejillas con frustración. —Es tu cump... tu noche de luna. Estoy tratando de hacer algo bonito para regalarte....
Esos súbditos tuyos no me molestan realmente.
Jeon Jungkook se quedó sin palabras durante unos segundos y sus ojos adquirieron un brillo negro que parecía reunir las estrellas.
—¿Estás creando algo para regalarme? —sonrió el joven rey, sintiéndose extraña y absolutamente feliz.
—Sí, lo hago, —Jimin apartó la mirada, con la cara ardiendo. —pero si no fuera porque Lu Keran me informó sobre tu noche de luna, ni siquiera tendría nada que darte. ¿Por qué no me hablaste de esto?
Jungkook frunció los labios.
—Ayer te sometí a una situación embarazosa delante de los lords. Me molestó demasiado lo que te pasó y no me atreví a decir nada sobre las celebraciones. —explicó soltando un suspiro.
Su aliento olía a miel. Sentirlo tan cerca hizo que Park Jimin deseara poder probarlo para ver si el sabor de Jungkook sería igual de dulce.
Con sus rostros tan cerca, los dos chicos volvieron a estar inmersos en una nube invisible de calor y feromonas. Esa sensación no parecía tan evidente como antes para los sentidos de Park, pero al contrario, sus efectos se veían más intensos.
El joven rey curvó entonces sus labios cerrados en una sonrisa comedida y pasó una mano húmeda por el lado de la cara de Jimin.
—Ahora estás completamente limpio, Park Jimin. —murmuró Jeon, cepillando los últimos restos de ceniza de la piel del chico.
—Sí, limpio y empapado de agua. —Jimin se rió en un susurro.
La temperatura entre ellos subió cada vez más. Sus miradas se dirigieron a sus bocas, analizando cada movimiento de sus labios húmedos y sus lenguas ávidas. La respiración de los dos jóvenes comenzó a volverse pesada e inestable, al igual que las pulsaciones de sus corazones. Jeon Jungkook estaba listo para reducir la distancia entre ellos y sólo esperaba el permiso del terco y vacilante Park Jimin.
Y ese permiso llegó antes de que el rey se diera cuenta.
Fue Park Jimin quien se inclinó para sellar el primer beso. El toque de los labios del chico despertó algo dentro de él y de Jeon Jungkook que, hasta ahora, había permanecido dormido.
Los lobos encadenados en sus almas se balancearon, despertando, reconociéndose una vez más.
Jungkook siguió el ritmo del omega y se aventuró en esos labios suaves y regordetes. La timidez de aquel gesto y los temores que envolvían a los dos jóvenes mantuvieron reprimido el verdadero deseo que podría haberse liberado, pero no impidió la placentera sensación del beso que incluso consiguió robar bajos gemidos de las gargantas de ambos.
Park Jimin se maldijo a sí mismo por no haber cedido un poco antes, porque eso era como estar en las nubes. Besar a Jungkook fue como tocar el cielo y flotar.
El beso duró largos y prolongados minutos, llenos de caricias contenidas y jadeos bajos. Sólo se separaron cuando, desde la torre más alta del palacio, sonó una campana que anunciaba el final de la tarde. El atardecer en el horizonte se desdibujaba en rojo y naranja, y el cielo era tomado por el color índigo que se oscurecía.
—¿Qué pasa? —preguntó Jimin, un poco sin aliento, tras notar la expresión dividida de Su Majestad.
—Debería estar preparándome para el baile, para
mis súbditos e invitados que pronto me esperarán en el salón de baile. Pero no quiero alejarme de ti. —Jungkook bajó su mirada a los labios de jimin y los tocó con dos dedos. —No cuando finalmente te tengo... Temo que esto sea un ilusión.
El corazón de Park Jimin latía tan fuerte en su pecho que el chico temía haber sido escuchado por el gran oído de Jeon Jungkook.
—No es una ilusión. —susurró Jimin, levantando una mano para acariciar los cabellos de Jungkook.
Sólo estoy aprovechando el momento, si mi hipótesis es correcta, pensó el chico. En su exterior, una sonrisa sutilmente lúgubre asomó.
—Será mejor que te vayas, yo también tengo que volver para terminar tu regalo. —Park se arrastró hacia atrás e inclinó su cuerpo para quedar sentado.
Jeon Jungkook le siguió, y se puso de cunclillas dentro de la fuente para salir de ella en un impulso.
—¿Lo mostrarás en el baile de esta noche? —el rey quería saber. Se sintió como si hubiera vuelto a la edad de doce años, cuando la idea de recibir regalos le hacía muchísima ilusión.
—I-intentaré tenerlo listo para entonces. —Jimin se llevó la mano a la nuca y ocultó su rostro sonrojado.
Después de salir de la fuente, chapoteando y goteando agua en el suelo de piedra del patio por la ropa empapada, Jeon Jungkook, con una expresión ligera y feliz, sostuvo cuidadosamente la parte trasera de la cabeza de Park Jimin y depositó un pequeño beso en la frente del otro joven.
—Estoy muy ansioso.—dijo el rey.
Entonces Jungkook se dio la vuelta y desapareció por el pasillo, llevándose consigo su agradable aroma y todas las certezas que Park Jimin podía tener en ese mundo.
🐾
Así quedé cuando dije que iba a publicar los spoilers en Instagram y no he hecho nada 🤡
Les prometo que ya los publicaré jsjs
Estoy en un pequeño bloqueo (cómo siempre) y se me está dificultando traducir los capítulos. PWEROOO no teman. Ya tengo varios capítulos terminados, así que las actualizaciones serán normales y seguramente superaré mi bloqueo muy pronto.
En otras noticias: ESTOY ENFERMAAAA 😭 Creo que muchas personas se enfermaron la anterior semana y esta.
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