|5|👑|La nobleza de Adwan
Park Jimin tardó algún tiempo en volver a donde estaban estacionadas las tropas de Adaman, descansando antes de retomar el camino hacia Adwan, la capital del reino. El chico se pasó un buen puñado de horas discutiendo consigo mismo y con los pececitos del estanque sobre todo lo que había pasado desde el momento en que se había despertado. También aprovechó para darse un baño en el lago para refrescar su cabeza que aún parecía dar vueltas con tanta información.
Entre tantas cosas nuevas y extrañas, lo que más le impresionó fue la capacidad de sus fosas nasales. Podía sentir todo lo que le rodeaba, como si realmente hubiera obtenido el olfato de un lobo.
Pero entre tantos olores intensos, los restos del perfume de Jeon Jungkook lo perturbaron de una manera indescriptible.
—Tal vez fui un poco grosero con él... —murmuró Jimin para sí mismo, mientras pisaba la hierba hasta llegar al carruaje donde había sido colocado mientras dormía durante los últimos días.
Esta vez no se encontró con ningún soldado en el camino, pues todos estaban ya colocados al frente de la comitiva, probablemente junto al rey, preparándose para la salida. Park sólo se cruzó con Lu Keran mientras éste analizaba algo en un arbusto mediano, utilizando una lente similar a una gran lupa.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Jimin al sanador, encontrándolo lo suficientemente interesante como para distraer sus conflictivos pensamientos.
Keran estaba tan concentrado que dió un brinco del susto.
—¡Señor!... Ah, estaba mirando este bichito de aquí, vea. —el chico le pasó la lente al otro, y Jimin miró a través de ella y vió un lindo gusanito, muy regordete y lleno de pelaje amarillo. —Estoy bastante seguro de que es un "Pell de oro"
—¿Un qué?
—Es una especie de gusano muy rara. Lo utilizamos en los medicamentos para los ancianos, porque estas pequeñas criaturas tienen una sustancia que retrasa el deterioro de los músculos. —explicó alegremente Keran. Jimin tenía ese mismo brillo en los ojos cuando hablaba de química.
—Hm, genial. —La medicina de este lugar parece estar un poco avanzada, al parecer, pensó Jimin.
Mientras tanto, Lu Keran sacó un frasco de cristal de su túnica. Con mucho cuidado, el curandero capturó al pequeño gusano y lo encerró en su interior.
—Mi maestro me felicitará por esto. —dijo Keran con orgullo, agitando el frasco con el gusano. —Encontrar un "Pelo de Oro" es bastante difícil, y el palacio siempre paga mucho a los que nos dan estos gusanos.
—¿Ah, sí? ¿Y por qué? ¿La usa el rey para desarrollar músculos y conseguir un cuerpo grande y definido? ¿Es posible que haya crossfiters incluso aquí...? —Jimin murmuró esta última pregunta con una sonrisa ladeada.
—Oh, no, señor. Lo utilizamos para ayudar al hermano mayor del rey. —dijo Keran, poniendo una expresión ligeramente triste. —Nació con algunas dificultades, por lo que siempre necesita suministros.
Con eso, Park Jimin borró la sonrisa de su cara y miró al principio de la fila de soldados, donde probablemente estaba Jeon Jungkook. Recordó lo que el joven rey había dicho antes sobre su hermano mayor, y sobre que éste estaba en la cama.
—¿En verdad muy grave la situación del hermano del rey? —Jimin quiso saber, sintiendo repentinamente melancolía por Jungkook.
—Desgraciadamente... Mi maestro lamenta cada día no poder revertir el caso del príncipe... Ese sentimiento de inutilidad lo entiendo un poco. —Keran levantó entonces la vista y divisó una figura que caminaba en medio de los soldados. El general Kim Namjoon estaba haciendo los últimos preparativos, dando órdenes a sus subordinados, siempre con una mirada seria y distante.
Tras observarlo durante unos segundos, el sanador suspiró profundamente y añadió:
—Es frustrante no poder ayudar a alguien a quien amamos tanto.
—¿Amamos?—Park Jimin se quedó momentáneamente aturdido.
Justo cuando estaba a punto de cuestionar el discurso del curandero, surgieron exclamaciones de la primera línea de tropas y fueron repetidas por los demás soldados de las líneas posteriores, anunciando la salida de la comitiva. Lu Keran se despidió rápida y cortésmente de Park Jimin antes de dirigirse a los vagones donde se encontraban los demás sanadores.
Con un suspiro, Jimin subió al carruaje y se acostó dentro, en completa soledad. Minutos después, el transporte comenzó a moverse. Ahora se dirigían a Adwan.
"Parece que Jungkook tiene muchas ganas de ver a su hermano enfermo.... Hmm, y yo que pensaba que quería secuestrarme para llevarme a su palacio" El chico movió la cabeza de un lado a otro y se rió para sí mismo. Luego se dio la vuelta y buscó su teléfono, estirando la mano hasta alcanzarlo.
Park Jimin dudó un segundo antes de pulsar la pantalla para encenderla, ya que pensó que después de toda una semana, su batería debía estar agotada.
Pero no fue así. El teléfono se encendió con normalidad, y las pequeñas barras que indicaban su batería estaban intactas, al 100%. Era como si el aparato acabara de recargarse.
Y la extrañeza no se detuvo ahí. Jimin también se dio cuenta de que la fecha y la hora en la pantalla no habían avanzado desde el día en que apareció en ese extraño mundo. Era como si el tiempo se hubiera detenido para su celular.
—Ah, vale... ¿Qué carajo está pasando aquí? —cerró los ojos y respiró profundamente, cansado de experimentar tantas cosas extrañas al mismo tiempo.
Tras calentarse los sesos mientras reflexionaba sobre ello, el chico volvió a mirar el aparato con los ojos entrecerrados.
—O bien el móvil se ha vuelto loco por las extrañas propiedades de este mundo, o bien el hecho de estar dentro de un libro me hace vivir un tiempo diferente al de fuera... Aaaah. —Jimin casi se arranca sus mechones de cabello.
Cuando Park dejó de retorcerse y revolcarse en el vagón, se pellizcó el puente de la nariz con una expresión profunda y pensativa.
Bien, a este paso voy a enloquecer. No puedo jugar a Alicia en el País de las Maravillas, o me meterán en un psiquiátrico cuando llegue a casa. —decidió, llevándose dos dedos a la barbilla. —Jungkook tenía razón cuando dijo que tenía que usar la lógica. No voy a salir de este libro sólo lanzándome al lago o arriesgando mi vida. Si estoy aquí es por algo, o quizá tenga que hacer ese "algo" ....
¿Será que mi personaje tiene algún un propósito?
Park tomó el libro y volvió a hojearlo hasta encontrar la página con sus descripciones.
Desgraciadamente, nada había cambiado desde el principio de ese día. Sus descripciones eran las mismas, sin añadir nada curioso. Park Jimin era un simple y extraño personaje secundario.
—Hmmm... Tal vez sea un apoyo para el protagonista, porque al final, todo lo que he hecho hasta es ayudar a Jeon Jungkook, —se encogió de hombros, pensando que la idea era factible. —pero... Si tengo en cuenta todo lo que pasó entre él y yo, también existe la posibilidad de que yo sea un segundo protagonista, ese tipo de personaje que existe para estorbar a la pareja principa. —resopló, apartando el libro. —Estoy cansado de ver programas de televisión con triángulos amorosos. Siempre me enfadan los segundos protagonistas porque son muy molestos.
Park Jimin se echó hacia atrás, hundiéndose en las almohadas apiladas en la esquina del vagón, y miró al techo con una mirada desolada.
—Yo. Solo. Quería. Un. Manual De Instrucciones, ¡Ahhhh! —bramó Jimin, tan fuerte que sus gritos y gruñidos llegaron a los oídos de los soldados más cercanos al vagón en el que se encontraba.
Algunos de los oyentes se miraron, preocupados y confusos, y empezaron a murmurar entre ellos cosas como:
—"Su Magnificencia suele gritar mucho, ¿no les parece?"
—"He oído que se golpeó la cabeza cuando llegó aquí desde el mundo celestial"
—"Su Majestad necesitará tener una santa paciencia y dos oídos divinos para desposar al Omega de Plata"
—"De hecho, no es una tarea para cualquier persona"
Más adelante, al frente de las tropas, algunos de los alfas más hábiles también captaron las exclamaciones y ciertas maldiciones de Park Jimin. Sus miradas se dirigieron directamente al rey, que escuchaba todo en silencio.
Jeon Jungkook apretó discretamente las riendas de su caballo y cerró la mandíbula, tratando de reprimir el impulso de dar la vuelta a su montura e ir hacia Park Jimin y luego tener otra pelea con ese chico. Esta vez, sin embargo, le robaría al menos un beso antes de alejarse arrepentido y angustiado.
—¿Por qué esa cara de culpabilidad, Su Majestad? —Kim Namjoon se acercó al rey, siguiendo fácilmente los pasos del caballo real con sus poderosas y rápidas patas lobunas.
—Lo estoy forzando... —murmuró Jungkook.
—Pero tiene que estar seguro de que él es... él... Es por un bien mayor, es por su gente también. —dijo Namjoon, usando su habitual tono sabio y severo.
—Lo sé, pero... —el joven rey comprimió sus labios, sellándolos.
El general Kim levantó los ojos para mirarlo más de cerca.
—Se ha encariñado con él... Entiendo.
Jeon Jungkook giró su cara que ya empezaba a tomar color.
—Park Jimin cree que es por las feromonas. No cree en su propia capacidad para hacerme perder la cabeza. —refunfuñó el rey, frunciendo el ceño, sintiendo la amargura en la garganta. —Rechaza la idea de que haya un "nosotros".
Kim Namjoon se sorprendió por la intensidad incrustada en las palabras del joven, y se quedó momentáneamente en silencio, un poco aturdido por las ideas que cruzaban su mente en ese momento.
—Si fuera un poco más osado, Su Majestad, incluso afirmaría que su melancolía es el resultado de un vínculo... Pero eso no es posible, ¿tengo razón? Vincularse a alguien tan rápidamente... No es normal. —dijo el general de Adaman.
El joven rey volvió a mirar el camino frente a él, con una mirada distante y opaca.
—¿Y si ha ocurrido? Cómo es la sensación de tener que separarse del omega... —Jungkook no podía dejar de pensar en el insistente deseo de Park Jimin de volver a casa. Tenía el deseo intenso de dar todo lo que ese bendito y extraño omega quería, pero dejarlo ir parecía tan... Mal.
El semblante del general Kim se convirtió en una hoja en blanco, inexpresivo, sólo sosteniendo una fría mirada marrón entre las canas de su rostro canino.
—La sensación es como... Querer morir constantemente. —la profunda voz de Namjoon hizo que Jungkook se arrepintiera de haber hecho esa pregunta en el mismo instante.
El general continuó explicando:
—Es un vacío. Un gran vacío. Como si una parte de tu alma hubiera sido arrancada.... Por eso la mayoría de nosotros morimos junto con nuestros omegas, y viceversa.
—Nunca has sido tan honesto conmigo sobre este tema, Kim... Lo siento mucho. —las palabras parecían pesar en los labios de Jungkook. —¿cómo te las arreglaste para...?
—Vivir... —El semblante inexpresivo del general mostró de repente una pequeña sonrisa. —La razón es Jina, por supuesto. Mi hija necesita de alguien. Es demasiado joven para estar sola en el mundo.
Jeon Jungkook asintió, comprendiendo, y relajó los músculos de su rostro, pues las palabras de su viejo amigo habían sido tan solemnes e intensas que hicieron que el pecho angustiado del joven rey fuera abrazado por una triste calma.
Con una mirada hacia atrás por encima de su hombro, Jeon Jungkook observó una vez más el carruaje en el que yacía aquel bendito y exaltado omega. Era como si Su Majestad intentara verle a través de los revestimientos de madera, pues su mirada era profunda, como la negrura sin estrellas de la noche.
🌔🌘👑🌒🌖
Las tropas tardaron toda la noche y parte de la mañana en cruzar una cordillera de montañas, el último obstáculo antes de los campos llanos que rodeaban el territorio de la capital. Jeon Jungkook y Kim Namjoon guiaron a la compañía a través de un valle que atravesaba el centro de la cordillera, un atajo seguro para llegar rápidamente al otro lado.
Desde el interior del carruaje, Park Jimin admiraba el grandioso paisaje que se alzaba ante él. El chico nunca había visto montañas tan altas y tan juntas, y ni siquiera ese tipo de vegetación que las cubría como un manto natural. Los árboles al pie de las montañas parecían coníferas, pero el color de sus hojas era amarillo. Así, cuando caían, formaban una alfombra de oro por todo el fondo del valle.
Al cabo de un tiempo, tras acostumbrarse a la vista y no tener ganas de dormir, el joven Park se aburrió e intentó recurrir a los juegos de su teléfono móvil. Sin embargo, para su desgracia, todos ellos necesitaban Internet para funcionar.
Jimin entonces fue a releer el extraño y mágico libro de su hermana pequeña. Pero incluso después de horas de tragar páginas y páginas, no pudo encontrar nada nuevo. El aburrimiento, que ya lo consumía, casi le hizo abrir el paquete de regalo que Yeseo iba a entregar a su mejor amiga y que, por una gran casualidad, todavía estaba en manos del chico. Pero como a Jimin no le gustaba revisar las cosas de los demás, y todavía esperaba volver pronto a casa, prefirió dejar el paquete intacto.
Cuando las tropas de Adaman estaban a punto de llegar al final de la cordillera, el chico estaba a un paso de implosionar. Lo que antes parecía un simple aburrimiento ahora se asemejaba a una mezcla de ansiedad y energía reprimida. Park Jimin se dio cuenta de que no era una sensación normal, nunca se había sentido tan alterado y electrizado en toda su vida, ni siquiera cuando se bebió dos latas de energizante antes de hacer un examen importante en su universidad. En esa ocasión, el corazón del chico saltó frenéticamente en su pecho, y los músculos de todo su cuerpo giraron en impulsos automáticos e inconscientes. Fue tan malo que Park Jimin se prometió a sí mismo que nunca repetiría tal dosis.
"Mierda... Si tuviera vagina, diría que estoy en mis días. Mi madre se estresa en esos días..." murmuró el chico, apoyando la cabeza en la ventanilla del vagón.
En ese instante, la línea de soldados atravesaba un declive del valle, lo que daba a Park una perfecta visión del frente de las tropas.
Sin darse cuenta, sus pupilas se dilataron ligeramente cuando vio a Jeon Jungkook montando su caballo de pelo negro. Las ropas oscuras y plateadas del joven rey le daban un aspecto extremadamente elegante y moldeaban muy bien su fuerte cuerpo.
Al notar que después de vislumbrar a Su Majestad, su cuerpo se sintió algo más tranquilo, Jimin suspiró profundamente.
—¿Qué piensas hacer, eh, Park Jimin...? —murmuró para sí mismo mientras una idea cruzaba su mente.
Momentos después, durante la hora de la comida, mientras los curanderos distribuían comida a las tropas sin detener la marcha de su viaje, los sentidos de Jeon Jungkook captaron algo que se acercaba justo detrás de él. La peculiar y encantadora presencia hizo que su pecho se sintiera inquieto.
Cuando volvió los ojos a un lado, el rey parpadeó, sin saber cómo reaccionar ante lo que veía.
—¿Pa-Park Jimin? —la voz de Jungkook vaciló al ver al chico a unos metros de distancia, montado en una figura lobuna ligeramente más pequeña que la de Kim Namjoon, por ejemplo.
—¡H-hey! Hm. Hola, Su Majestad... —la sonrisa de Jimin se abrió con dificultad. El chico intentaba mantener el equilibrio sobre el lomo de la criatura en movimiento mientras evitaba mostrar el ligero nerviosismo que sentía.
—Es un soldado... —Jungkook miró al lobo que estaba debajo de Jimin, y entrecerró los ojos cuando se dio cuenta de que era un alfa.
El alfa dudó ante la mirada del rey e inclinó la cabeza, pero sin disminuir el ritmo de su marcha.
Fue Park Jimin quien tomó la palabra primero para explicar lo que estaba pasando.
—Entonces, Jun... Quiero decir, rey. El carruaje es un poco aburrido, así que pensé que tal vez podría viajar fuera de él, sabe... —el chico se rascó la nuca, incómodo.
—Hay asientos en la parte delantera exterior del carruaje. Siéntete libre de disfrutar del viaje a través del valle sentado allá. —dijo Jungkook con sencillez, volviendo los ojos al caminó con un semblante tan frío que hizo que a Jimin se le encogiera el pecho.
Sí, creo que me merezco un poco este trato.... Pensó Park.
Tras aclararse la garganta, el joven continuó con su discurso.
—Hmmm, no. Tenía ganas de montar un poco, haha.
—Pensé que no sabías montar... Y que te atemorizaban nuestras transformaciones lobunas. —la voz de Jungkook estaba bañada en un ligero sarcasmo.
—¡L-lo hacen! —Jimin se irguió, pero inmediatamente volvió a prestar atención al soldado que le estaba dando un paseo: —Pero no le tengo miedo, señor Gong. Es usted un buen hombre. —El chico acarició el pelo de su ayudante y éste casi no pudo contener una sonrisa.
Ese pequeño gesto de afecto entre Jimin y el soldado Gong hizo que la mandíbula del joven rey se tendara y animó al caballo a moverse más rápido, alejándose de la pareja.
—¡Hey! —gritó Jimin, y Gong volvió a acelerar para que el omega alcanzara al rey. Cuando volvieron a estar uno al lado del otro, el joven Park murmuró: —¿¡Qué pasa, Jungkook!? Espera, ¿no puedo hablar más contigo?
—Primero me provocas acercándote a mí montando en un alfa, ¿y ahora te refieres a mí por mi nombre, en público? Estás cruzando los límites, Park. —los ojos de Su Majestad brillaron y sus feromonas intimidantes y furiosas quemaron las fosas nasales de todos los que estaban cerca. Sin embargo, Jimin podía percibir, en medio de esa ira, una turbia sensación de tristeza y decepción.
Debajo del chico, el soldado Gong ya se estaba arrepintiendo de estar allí.
—Su Magnificencia... —El pobre alfa murmuró a Park... —Temo a la ira del rey.
—No te preocupes, Gong. Me encargaré de ello, —Jimin apretó sus manos en puños, en una pose decidida. —sólo necesito que hagas una última cosa por mí.
Al ver a Gong y a Jimin susurrándose cosas como si fueran dos confidentes, la fría expresión de Jungkook se rompió en mil pedazos, y sintió un sabor amargo recorrer su garganta y su pecho.
Pero justo en ese momento, el rey frunció el ceño al ver que el soldado alfa aceleraba repentinamente su velocidad, y cuando Jimin comenzó a arrodillarse encima él, levantando una mano hacia el caballo de Su Majestad.
Cuanto más se acercaba Jimin al cuadrúpedo, más se elevaba por encima del lobo, hasta quedar en una posición peligrosa.
—¡¿Estás intentando suicidarte otra vez?! —exclamó Jungkook con los dientes apretados.
—¡No! Es sólo que... ¡Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma irá a la montaña!AAAAAAAAH. —gritó Jimin mientras saltaba de Gong, apuntando a la parte trasera del caballo del rey, esperando poder alcanzarlo sin demasiados problemas.
Pero Jeon Jungkook no iba a esperar lo peor. Alcanzó el brazo del otro chico, todavía en el aire, y tiró de él con fuerza hasta que lo tuvo sentado frente a él en su regazo, donde estaba caliente y seguro.
—¿¡Has perdido la cabeza!? ¡¿En qué estabas pensando?! ¿¡Por qué siempre actúas de forma tan impetuosa!? —Jungkook sacudió los hombros de Jimin, ignorando su aroma por estar demasiado enfadado y preocupado.
—¡No ibas a parar aunque te lo pidiera! —habló Jimin, ladeando la cabeza, formando un puchero con los labios.
—Después de la discusión que tuvimos, tengo derecho a querer mantener mi distancia contigo... —Jeon apartó la mirada y respiró profundamente.
—No hagas eso. —dijo Jimin, sintiéndose débil de repente. —Eres la única persona con la que puedo contar en este extraño lugar. Y también... Me había gustado la idea de ser tu amigo.
Jungkook resopló. Luego cerró los ojos mientras inhalaba aire para llenar sus pulmones y luego los vaciaba. Era un acto que siempre le permitía recuperar la paciencia y la razón en los momentos turbulentos.
—Si querías acercarte a mí, ¿por qué no montaste en uno de los caballos de mis tropas? No es... No está bien visto que un omega salga andando sobre la espalda de un alfa que no es su compañero... —murmuró el joven rey con contención.
Park Jimin parpadeó y luego abrió los ojos, bastante sorprendido e intrigado por esa reacción de Jeon Jungkook.
—Dios, eso es tan... ¿Cómo puedo decirlo? Alfachista... Alfista... —se rió el chico.
—"¿Alfista?" —el rey frunció el ceño y se volvió a mirar a Jimin, buscando respuestas.
—Sí, es algo así como el machismo, sólo que en lugar de hombres, los opresores son los alfas. De donde yo vengo, el problema es el machismo. Aquí, aparentemente, es "alfismo".
—¡Pero yo no quiero oprimirte! Yo... —Jungkook se replanteó lo que había dicho minutos atrás y tragó en seco, la sangre subió a sus mejillas. —No fue mi intención... —el joven rey miró entonces profundamente a los ojos del otro chico. —Sólo me dieron celos.
El rostro de Park estaba tan enrojecido por la sangre que su piel se calentó. Sus mejillas, ahora extremadamente rosadas, parecían dos manzanas maduras. Y, por si todo eso fuera poco, el chico se vio envuelto en las feromonas del rey, con tanta fuerza que elevaron su temperatura corporal.
—T-tu... —Jimin trató de encarar algo más que a esas dos pupilas negras de Jeon. —Mira, sólo le pedí a ese soldado que me llevara porque no había ningún caballo libre. Tuvo la amabilidad de traerme aquí, pero lo asustaste con esa cara amargada...
Al escuchar la explicación, el semblante de Jungkook comenzó a relajarse, quedando cubierto por una capa de vergüenza.
—... Además, pedí esos inhibidores de feromonas para uno de los sanadores, para evitar atraer la atención de tus soldados alfa. Este asunto del aroma es bastante espeluznante, ¿sabes? No sé si alguna vez me acostumbraré. —Jimin se cruzó de brazos, resoplando.
—¿Tomaste una "Semilla de lobo"? —La última línea llamó la atención del rey.
—¿Es ese el nombre del inhibidor? Hmmm, sí, lo tomé. Es bastante amargo, argh.
—Pero... —Jungkook se inclinó instintivamente hacia el cuello de Jimin y respiró profundamente la fragancia e n él. —Sigue siendo fuerte para mí... Sigue igual... —Rosas, huele a rosas, pensó el rey, sintiendo la piel de gallina en su cuerpo.
Tanta cercanía entre ellos, encima del caballo en movimiento, mientras se encontraban rodeados
por la comitiva real, dejaba la situación tremendamente desconcertante. Por mucho que los sentidos de ambos estuvieran nublados por sus nuevos instintos lobunos, sus razones hablaron más fuerte, y se separaron el uno del otro.
—Ta-tal vez no funcionó en mí. Algunos medicamentos simplemente no son aceptados por ciertos organismos, haha... Debe ser eso... Debe ser eso. —repitió Jimin, en un intento fallido de cambiar el enfoque de la discusión y el ambiente incómodo entre ellos.
—Hmm. —Concordó Jungkook, apenas escuchando lo que el otro decía.
—Bien... Bien... ¡Ah, ehm, su majestad! ¿Puedes convertirte ya en un lobo gigante también? Hombre, por mucho que dé miedo, es muy impresionante.
—No... No puedo. Tal vez esto sea lo máximo. —Los labios de Jungkook se curvaron en una sonrisa forzada. —Pero soy más fuerte y más rápido. Es suficiente.
—Oh... —Jimin movió la cabeza, comprendiendo.
—Park Jimin, lo que dije antes sobre ti
dirigiéndote a mí usando mi nombre, eso no fue cierto... Puedes llamarme así, si lo deseas. —habló el joven rey.
—¿De verdad? ¿Pero no es un delito si lo digo delante de la gente?
—Soy el rey, puedo hacer excepciones. —la débil sonrisa de Jungkook fue reemplazada por una divertida y confiada, algo que Jimin encontró muy agradable de ver.
—Bien... Jeon Jungkook. —murmuró el chico, sin querer asumir que le había gustado el privilegio.
Momentos después, el final del valle se hizo visible. El sol de la tarde caía sobre el horizonte, descendiendo como una esfera ardiente entre dos montañas que marcaban el final de la cordillera. Esa iluminación amarillo-anaranjada se mezclaba con la oscuridad fría y azulada que existía entre los picos agrupados de las montañas. Incluso parecía que el día comenzaba de nuevo, en toda su magnitud.
Park Jimin se quedó boquiabierto cuando las tropas abandonaron la cordillera y entraron en los campos abiertos, ya que desde ese punto era posible ver la espléndida capital de Adaman, Adwan.
Adwan estaba rodeada por una muralla alta y fortificada, con torres que permitían una gran visión de lo que ocurría fuera de la ciudad. En su interior había cientos y cientos de viviendas y otras estructuras, dispuestas de forma alineada y bien organizada. Y en el centro yacía un palacio alto e imponente, tan majestuoso que una sola mirada arrancó un suspiro al joven Park.
La capital estaba situada en el centro de un inmenso río azul, en una isla apartada de las dos orillas del río. Para llegar a ella había que cruzar un amplio y extenso puente, y pasar por las vigilancias de la torre que abrían las puertas de la muralla.
—Bienvenido a mi hogar. —susurró Jungkook al oído de Jimin, y fue como si finalmente este último hubiera entrado finalmente en razón
Park Jimin se dio cuenta de que la historia que le esperaba era mucho más compleja y grandiosa de lo que había imaginado en un principio.
El camino hacia el puente estaba formado por aldeas con tierras llenas de ricas plantaciones y la cría de animales gordos para la matanza. Aquella tierra, incluso medieval, parecía próspera y feliz. Los campesinos, al ver la comitiva de Su Majestad, esbozaron grandes sonrisas y se inclinaron en señal de respeto, formando filas para saludar el regreso del rey.
Algunas personas notaron la presencia de Park Jimin en la montura real y se miraron entre sí, con expresiones confusas y divertidas en sus rostros.
—"¿El rey encontró un compañero?"
—"¿Quién podrá ser ese chico tan guapo en su regazo?"
Los súbditos murmuraban, en éxtasis.
Cuando la marcha llegó al puente, las trompetas resonaron desde lo alto de la muralla y los soldados que la custodiaban se movieron para abrir las inmensas puertas.
Se encendieron hogueras para iluminar el camino a través del paso elevado sobre el río, y los guerreros lobunos salieron de Adwan para guiar a las tropas de Adaman durante todo el camino.
En ese instante, pareció que incluso la naturaleza daba la bienvenida al rey, pues una ventisca levantó el follaje por los aires, decorando el cielo como adornos, provocando una lluvia de hojas rojas y amarillas. El río también se calmó bajo el puente, lo que permitió a Park Jimin vislumbrar cientos de peces de colores saltando de vez en cuando.
Jeon Jungkook y Jimin ni siquiera habían llegado a las puertas antes de que sus oídos captaran una celebración procedente de Adwan. Los vítores y las voces emocionadas de los ciudadanos de la capital llenaron el ambiente de alegría. El rey, montado en su caballo, saludó a sus súbditos que le esperaban ya en la entrada de la ciudad. Jimin se quedó perplejo ante la cantidad de gente que les miraba, era una multitud de un kilómetro de largo, con mucha gente sosteniendo pancartas en las que estaba plasmado el escudo del Reino de Adaman.
Jeon Jungkook parece ser muy querido... Debe ser un buen rey, reflexionó Jimin en silencio, todavía maravillado por aquella celebración de bienvenida.
Otra cosa que el joven Park se encontró contemplando fue la estructura de la ciudad. La forma en que se construyeron las casas y mansiones, mezclando estilos similares al románico medieval y al oriental antiguo, era impresionante. Gruesas columnas de piedra sostenían techos que se curvaban en sus extremos, y gárgolas de lobo decoraban la entrada de las viviendas más ricas.
Mientras cruzaban la avenida principal que llevaba directamente al castillo, Jimin vislumbró algunas fuentes con estatuas femeninas y masculinas que servían de fuentes.
La primera estatua que apareció en su camino fue la de una hermosa mujer, sentada sobre un lobo con expresión solemne, vistiendo una armadura que, sumada a la intensa y aguda mirada de su rostro, le daba un aire de grandeza.
—Ella es Wang Nara, la Gran Reina... Y mi difunta madre alfa. —le explicó Jungkook a Park, al notar la expresión de curiosidad en su rostro.
—Es hermosa, sin duda... —murmuró Jimin, recordando el dibujo de Wang Nara en el libro de Yoseo.
Jungkook se parece bastante a esa reina, pensó Park, después de notar que toda la forma de la cara de Jeon Jungkook, excepto los ojos, parecía ser la copia más joven y masculina del rostro de Wang Nara.
—Oye, Jeon Jungkook, ¿por qué ustedes dos tienen apellidos diferentes? Ya que Wang Nara era la reina a cargo, ¿no deberías tener el mismo apellido que ella? —Incluso después de leer y releer el libro de Yeseo, Jimin aún no tenía idea de cómo funcionaban algunas cosas en ese mundo.
—Hmm, no. Los hijos e hijas siempre heredan el apellido del clan del omega que se une en matrimonio al monarca de Adaman. —explicó Jungkook con paciencia. —Yo llevo el apellido del clan de mi madre omega, el clan Jeon de los lobos nocturnos.
Hmm, esa última parte ya la sabía, Jimin habló en sus pensamientos.
—Por eso mi hermano y yo tenemos apellidos diferentes. Yo, un Jeon, y él, un Min, del clan de los lobo del amanecer. —añadió el rey.
Jimin sacudió la cabeza, procesando la información. Hasta que se congeló al darse cuenta de un detalle —¿Ah? ¡Un momento! ¿Qué quieres decir con "diferente"? ¿Son hijos de padres diferentes?
—Hmm, sí. Su progenitora era la heredera omega del clan Min... Escuché que no estaba en la lista para casarse con la Gran Reina, pero después de unos cuantos encuentros, las dos se unieron fuertemente, y así nació mi hermano. —Jungkook miró un horizonte diferente. Parecía que había algo más que decir, pero que Su Majestad no se sentía del todo cómodo compartiendo.
—¿Entonces. Wang Nara se casó con dos personas al mismo tiempo...? —El ceño de Jimin se frunció un poco.
—Sí. No es tan raro tener concubinos. —dijo el otro. Explicar este tipo de cosas no debería ser tan difícil para Jeon Jungkook, sin embargo, el chico sintió que le estaba diciendo algo malo a Park Jimin. Algo que no debería decir.
Al ver la expresión sombría en el rostro del otro, el joven rey comprendió rápidamente ese sentimiento.
—Jeon Jungkook, ¿pretendes tener un concubino...? —Jimin entrecerró sus ojos hacia él.
—¡N-no! No veo la necesidad de hacerlo... —respondió rápidamente Jungkook, aclarándose la garganta. Enseguida disminuyó el espacio entre sus brazos, donde estaba sentado Park Jimin, y murmuró. —No cuando ya he encontrado lo que quiero.
El cuerpo de Jimin se encogió automáticamente y volvió a estar sonrojado como el cielo del amanecer. Con repentino nerviosismo, buscó cualquier otra cosa que pudiera generar un rápido cambio de tema, y sus ojos se detuvieron en la imagen de la última fuente situada antes de la entrada del castillo.
—¡Eso! Es decir... Ese es el Omega de Plata? —señaló la estatua en el centro de la fuente de agua. Era un lobo enorme, sentado sobre sus patas traseras con la cabeza peluda vuelta hacia arriba, como si admirara el cielo. En la parte superior de su frente brotaban dos cuernos de ciervo, de los que crecía un follaje que caía a su alrededor en una espiral danzante.
—Es él, sí. La entidad legendaria... —respondió el joven rey, contemplativo.
—Oh, vaya... —Cuando aparezca, será increíble. ¿Será que su versión humana es tan bella como la lobuna? Si es así, definitivamente no tendré ninguna oportunidad, haha.... Este pensamiento provocó una débil sonrisa en el rostro de Park Jimin. Empezaba a sentir una dolorosa lástima por todos esos personajes secundarios que se enamoraban en vano de los protagonistas.
Su atención estaba tan distraída por ese asunto
que el joven Park casi se pierde el momento en que se abrieron las puertas del palacio para que entrara la comitiva al territorio real. En el interior, fueron recibidos por un gran grupo de personas. Jimin supo enseguida que los que vestían ropas sencillas y estándar eran funcionarios y sirvientes del castillo, y los que llevaban ropas elegantes, con joyas y escudos, eran miembros de la nobleza.
Cuando Jeon Jungkook detuvo su caballo y se bajó, ayudando a Park Jimin a hacer lo mismo, los sirvientes del castillo se arrodillaron e inclinaron sus cuerpos hasta que sus frentes tocaron el suelo, poniendo sus manos juntas frente a sus cabezas. Los nobles también mostraron respeto a Su Majestad inclinándose hacia delante, agachando la cabeza en un ángulo de noventa grados.
Una hermosa mujer de mediana edad encabezaba el grupo de nobles, y mostraba una radiante sonrisa en su rostro limpio y claro. La mujer llevaba un largo vestido teñido del color del vino, cuyo dobladillo se arrastraba por el suelo de piedra de aquel patio; y llevaba el pelo negro sujeto en lo alto de la cabeza con pinzas de plata y rubí. Park Jimin notó que sus ojos eran tan grandes, redondos y oscuros como los del rey.
—Bienvenido, de vuela, Su Majestad. —recitó la mujer con solemnidad, e inclinó la cabeza con elegancia. Los demás imitaron su actuación y su discurso al unísono, haciéndose eco del saludo en todo el patio real.
Park Jimin ahora se sentía como si estuviera dentro de un drama sobre la edad imperial.
—Es bueno estar de vuelta, consorte Jeon Haerin. —Jeon Jungkook se dirigió a la mujer, altivo, lleno de decoro, como exigía su posición.
Pero poco después, su elegante pose se relajó y se acercó a la consorte con una enorme sonrisa, hasta envolverla en un fuerte abrazo.
—Te he echado de menos, madre. —murmuró contra el fino hombro de ella.
—Yo también, querido. —Jeon Haerin acarició el pelo del rey con ambas manos, luego le tocó la cara y tiró de él para observarlo mejor. —Cariño, sólo has viajado tres meses por las ciudadelas de Adaman, y sin embargo pareces haber madurado dos años enteros. Estás más alto, con un aspecto más fuerte.
—Experimenté muchas cosas mientras estaba fuera. —explicó Jeon con solemnidad, retirando los brazos de su alrededor.
—Me lo imagino. Leímos todas las noticias que nos envió el general Kim, incluidas las relativas a la invasión de Eliah. —el rostro de la mujer se ensombreció.
—Hay muchos asuntos urgentes que discutir, y este es sólo uno de los más importantes. —la voz de Jungkook sonaba tensa, y miró a Jimin en silencio. —No quiero perder el tiempo. Veo que los líderes de los principales clanes ya están aquí, así que. llámalos a la Mesa de Plata inmediatamente.
Tras procesar la petición de su hijo, la consorte Jeon asintió, comprendiendo. A continuación, el joven rey giró su cuerpo hacia Park Jimin.
Con una mirada intensa y vacilante, Jeon Jungkook lo llamó.
—Necesito que vengas conmigo.
Jimin parpadeó, sin entender lo que estaba sucediendo, pero decidió seguir al otro chico cuando empezó a caminar hacia el castillo.
Los sirvientes abrieron las enormes puertas en arco para que el rey y su invitado pasaran. En el interior, Park Jimin se sintió como si entrara en una catedral gótica, ya que las paredes eran extremadamente altas, con muchos detalles en madera y concreto, y vidrieras que formaban imágenes en las ventanas. Había varias esculturas de personas en poses imponentes y con ropas pomposas, y de enormes lobos que mostraban sus garras y afilados dientes. Aunque eran intimidantes, esas estatuas eran muy hermosas.
Jimin también se fijó en los marcos pegados a las paredes donde se exponían cuadros al óleo, y en los escudos alineados a lo largo del pasillo, cada uno con un escudo de armas con un lobo en el centro. También había armaduras vacías en el camino, Park no sabía si estaban allí para amenazar a los intrusos o simplemente para añadir más lujo al espacio, ya que estaban revestidas de plata, oro y bronce.
Incluso con la increíble sensación de estar en medio de un viaje turístico, Park Jimin no podía dejar de martillar en su mente la idea de que algo estaba fuera de lugar. No entendía lo que estaba pasando.
—Oye, Jeon, ¿qué es esa 'Mesa de Plata'? —preguntó el chico mientras seguían caminando por el largo pasillo. Algunos sirvientes aparecían aquí y allá en el camino, y siempre se inclinaban cuando veían al rey
—Aquí es donde celebro reuniones con mis consejeros, soldados y súbditos de la nobleza... —explicó Jungkook, manteniendo el rostro impasible, siempre mirando al frente.
Park Jimin comenzó a encontrar la actitud de Jungkook un poco extraña. No había estado así hasta hace unos minutos.
—Hmmm, así que es algo así como la mesa redonda del Rey Arturo, genial. —murmuró el chico en voz baja para sí mismo, tocándose la barbilla con los dedos. Enseguida levantó la voz para hablar de nuevo al rey. —Entonces... ¿Vas a tener una reunión ahora?
—Sí.
—¿Pero qué pasa con tu hermano? Pensé que estabas ansioso de verlo... ¿No fue por él por lo que decidiste volver aquí tan pronto? —las piezas no encajaban en la mente del chico.
Doblaron una esquina antes de que Jeon Jungkook abriera la boca para responder a la pregunta. Parecía que el joven rey se estaba guardando algo y aún no sabía cómo soltar las palabras que tenía atascadas en la boca.
Al final, Su Majestad de Adaman habló rápida y fríamente.
—Mentí. Mentí para convencerte de que me acompañaras aquí.
Park Jimin dejó de caminar y entrecerró los ojos hacia Jungkook.
—¿Tu hermano no está enfermo?
—Lo está, —Jungkook también se detuvo en su camino. —pero, afortunadamente, todavía no camina al lado de la muerte.
—¿Y cuándo pensabas decirme que has estado mintiendo?
—Ahora. —suspiró profundamente, pasándose una mano por la frente. —Vamos a tomar la ruta más lejana hasta la Mesa de Plata para poder hablar de esto contigo. ¿No te has dado cuenta de que no hay nadie que nos esté siguiendo hasta llegar a ella?
Es verdad, ninguno de esos nobles vino trás nosotros, pensó Jimin, frunciendo los labios.
—Por un momento realmente me sentí mal por ti y tu familia, Jeon. —Jimin se dio la vuelta, amargado.
La cara de Jungkook se marchitó.
—Sobre eso, en verdad lo siento. —dijo con un tono de culpabilidad en su voz.
—¿En qué estabas pensando cuando me dijiste eso? Que cuando llegáramos a Adwan, me impresionaría tu castillo y entonces decidiría vivir aquí para siempre... —Jimin se cruzó de brazos.
—No, ya sabía que reaccionarías así. Pero aún así, tenía que traerte aquí de alguna manera.
Park Jimin se rió, incrédulo, y giró la cara para mirar al rey por encima del hombro.
—"¿De alguna manera?" De donde yo vengo hay una palabra para eso: secuestro. Sabes, en realidad estaba empezando a pensar mejor en la idea de pasar un tiempo en este lugar para saber a qué he venido, pero si pretendes manipular mis decisiones y voluntades con mentiras... —Jimin se mordió los labios, sin saber cómo amenazar a Jungkook, y luego miró a su alrededor en busca de alguna idea, hasta que se fijó en una de las armaduras revestidas de metal precioso.
El chico corrió hacia ella y la sacó de la vitrina de inmediato.
—... Me llevaré esto, lo venderé en algún lugar de tu reino y usaré el dinero para comprar una casa lejos de ti, Jeon Jungkook. —dijo Park, abrazando la pesada armadura.
El joven rey le miró fijamente, estático. Por muy cómica que fuera la "amenaza" de Jimin, ya que aunque el chico comprara una casa lejos, no habría nada que impidiera que el rey de Adaman se presentara en cualquier parte del mundo buscándolo, la idea de que Park prefiriera quedarse lejos era angustiosa.
—Sé que estuvo mal engañarte.... Por los dioses, ¡me atreví a mentir sobre la situación de mi querido hermano para eso! —Jungkook apretó los párpados mientras se quejaba amargamente de sus propias acciones. —De todos modos... Lo que estoy tratando de decir es sólo... Sólo dame una oportunidad para que pueda explicar las razones por las que te traje a mi casa.
—Sé que estuvo mal engañarte.... Por los dioses, ¡me atreví a mentir sobre la situación de mi querido hermano para eso! —Jungkook apretó los párpados mientras se quejaba amargamente de sus propias acciones. —De todos modos... Lo que estoy tratando de decir es sólo... Sólo dame una oportunidad para que pueda explicar las razones por las que te traje a mi hogar. Asiste a esta reunión conmigo, escucha lo que se dirá en ella, y si incluso después de eso encuentras que mis pretensiones son falsas y deshonrosas, te daré una fortaleza lejos de aquí y joyas que te sustentarán toda la vida.
Park Jimin se quedó sin voz por un momento, aturdido por la vehemencia intrínseca a las palabras de Jeon Jungkook, su tono de voz e incluso su oscura mirada.
—Si tenías una verdadera razón, ¿por qué no me dijiste la verdad?
—Porque tiene que ver con el asunto que has rechazado desde el momento en que nos conocimos. —el joven rey tomó la palabra y comenzó a acercarse al otro muchacho. Cuando se puso delante de éste, tan cerca que sus olores se mezclaron, Jeon tomó amablemente la armadura de las manos de Park y la volvió a colocar en el expositor.
—Ah, entiendo... —Jimin murmuró, frunciendo el ceño.
¿Cuánto tiempo me va a perseguir aquí la leyenda del Omega de Plata?
—Sé que estás agotado de repetir que no eres él, pero incluso con todas las pruebas que demuestran la veracidad de lo que crees, yo, como rey de Adaman y heredero del clan Jeon, no puedo dejar pasar esta situación sin haber hecho una última comprobación. —Jungkook giró entonces su rostro y miró fijamente el rostro del otro chico. Park Jimin se vio instintivamente obligado a devolverle la mirada, recibiendo así otra oleada de calor, que parecía emanar sobre ellos.
El joven rey levantó una mano, casi alcanzando el lateral de la cara de Park, pero se controló en el último segundo y no lo tocó. Tras tragar con fuerza y suspirar profundamente, continuó explicando:
—Aunque llevo dentro de mí el obstinado y extraño deseo de mantenerte a mi lado, esa no es la razón por la que te he traído aquí. Quiero decir, no es la razón principal... Entonces... —apretó los labios finamente. —espero que el malentendido entre nosotros se aclare.
Jimin procesó las palabras del rey durante minutos de silencio. No es que fuera difícil aceptar la disculpa y la explicación de Jeon Jungkook. De hecho, lo más difícil era organizar sus pensamientos, que habían sido caóticos estos días debido a los sentimientos y sensaciones desconocidas que impregnaban su cuerpo.
—Confiaré en ti. —consiguió decir Jimin, dando un paso atrás. Fue desconcertante permanecer cara a cara con Jeon Jungkook durante tanto tiempo.
Un brillo de alivio cruzó el rostro del joven rey. Sacudió la cabeza lentamente, de arriba a abajo, y se volvió para retomar el camino que los llevaría a la Mesa de Plata. Park le siguió de cerca, sin más preguntas, refunfuños u objeciones. Su curiosidad hablaba ahora más fuerte, y admirar los rincones del castillo también le distraía eficazmente.
Los dos muchachos terminaron su recorrido cuando llegaron a un estrecho salón que no dejaba de ser tan inmenso como cualquier otro del palacio. La entrada estaba formada por un alto arco lleno de plantas talladas en hierro, y estos detalles se extendían por el techo y las paredes hasta descender al suelo y fundirse justo en el centro de la sala. donde el hierro fue sustituido por la plata y las plantas talladas se moldearon en una mesa triangular.
Como Jungkook y Jimin habían recorrido el camino largo, encontraron la Mesa de Plata ya rodeada por la nobleza, que esperaba a su rey con sumisa paciencia.
—Su Majestad, estábamos ansiosos. —esta vez fue el líder de uno de los clanes quien tomó la palabra.
Park Jimin se dio cuenta de que su tono de voz, aunque lleno de respeto, llevaba cierta irritación. También se dio cuenta de que el hombre tenía la túnica más pomposa del lugar, que cubría su curvilíneo cuerpo con un hanbok azul intenso lleno de zafiros y topacios, y que llevaba un sombrero cilíndrico de color añil sobre su cabello grisáceo y un bastón de madera blanca con un lobo tallado en el borde superior.
Jimin pudo notar por la mirada azulada del anciano, y por la forma en que se portaba junto a la Mesa de Plata -tomándola como propia- que era una persona rígida y exigente, quizás hasta bastante arrogante.
Jeon Jungkook lanzó una última mirada a Park, antes de apartarse de él y caminar hacia la punta más aguda de la mesa triangular, que era el lugar que le correspondía al monarca
Jimin dio las gracias en silencio cuando el general Kim Namjoon lo llamó con un discreto gesto de la mano y le ofreció un asiento en esa reunión, situado unos pasos atrás entre él y la consorte Jeon Haerin.
Después de un momento de preparación y de un carraspeo, Jeon Jungkook tomó la palabra.
—Imagino que ustedes, ya conocen el motivo que me llevó a convocarlos en esta fecha, poco después de mi llegada... El general Kim les envió unas cartas muy completas, en mi opinión. —el joven rey levantó las cejas, mirando a todos los presentes en la Mesa de Plata.
Los nobles se miraron con tensión, y Jimin captó algunos rostros que lo miraban discretamente, analizándolo de pies a cabeza.
—Sí, lo hizo... —fue la consorte Jeon Haerin la que respondió a la pregunta no formulada: —Sabemos sobre la osadía de Eliah y los percances causados por Han Untak en las aldeas del sur. Por desgracia, los pájaros que trajeron los mensajes de aviso de la invasión no fueron lo suficientemente rápidos como para que pudiéramos enviar refuerzos desde la capital. Entonces, me gustaría dirigirme con gratitud a este joven desconocido que, según Kim Namjoon, ha actuado con astucia para ayudarnos. —la mujer se volvió hacia Park Jimin y le dedicó una sonrisa brillante y sincera.
Park Jimin devolvió la sonrisa un poco avergonzado, sin saber qué hacer con tantos ojos sobre él.
—¿Cómo te llamas, joven? —preguntó una mujer mayor a Park. Parecía estar ciega pues además de no mirar hacia él cuando le habló, sus dos ojos eran blancos y opacos.
Y tan blanco como ellos era su vestido de encaje, que le cubría todo el cuerpo, incluidos los brazos y la parte superior del cuello. A diferencia de la anciana de azul que estaba a su lado, ella llevaba pocas joyas; sólo pendientes y un collar de oro. Su pelo, atado en dos trenzas desde la raíz, llevaba un rubio que se iba desvaneciendo en blanco debido a su edad
—Es Park Jimin... Señora. —Park Jimin respondió, sintiéndose un poco nervioso.
—Bueno... Siento una buena presencia a su alrededor, Su Majestad. Es adorable y llena de vitalidad. —la anciana se comunicaba ahora con el rey.
Jungkook reprimió la sonrisa de satisfacción que quería aparecer en sus labios.
Entonces, rompiendo el agradable ritmo de la conversación, el mismo hombre de antes, el que llevaba ropa azul, abrió la boca para hablar.
—Matriarca Min, ciertamente la presencia de este chico es... Interesante... Pero me gustaría proponer una discusión sobre la manera imprudente en que se llevó a cabo el viaje de Su Majestad. —el anciano contrajo su rostro y se dirigió a Jeon Jungkook. —Mi Rey, se ha puesto en un riesgo innecesario, cuando ni siquiera tiene un heredero todavía. Es arriesgado y peligroso. Su madre sólo volvió al campo de batalla después de dar a luz a dos hijos.
—¿Ya está entrando de nuevo en ese asunto, Patriarca Choi? —Kim Namjoon sorprendió a todos con su tono de voz frío y enfadado. Parecía que había un asunto entre él y el líder del clan Choi.
—¿Espera que lo olvidemos, General Kim? Por cierto, ¿qué pasó con sus tropas? Necesitaban la ayuda de un chico desconocido para deshacerse del ejército enemigo. —escupió Choi las palabras.
Jimin se encogió al mismo tiempo, por haber sido citado de la peor manera, pero se sintió aliviado al comprobar que el general Kim no se había plegado a las palabras ofensivas y ambiguas de aquel anciano.
—Habíamos estado en una paz fría y calculada todos estos años, excepto que la información sobre Su Majestad viajando con nosotros a través de la frontera no era conocida por muchos. Sin embargo, parece que el Rey de Eliah sabía muy bien el momento oportuno para entrar en el territorio de Adaman, y lo hizo como si estuviera declarando la guerra. —dijo Kim Namjoon, estrechando su mirada marrón.
—Aún así...
—Basta. —Jungkook interrumpió al Patriarca Choi y suspiró profundamente, irritado. —Líder Choi, comprendo sus temores, pero esto ya ha sido discutido en otras reuniones y no pretendo cambiar mi horario, ya que es lo que me hace estar al tanto de las necesidades del reino... Y una cosa más, no use ese tono de voz cuando vaya a referirse a la forma en que Kim Namjoon dirige el ejército de Adaman. Todo el mundo en este lugar es consciente de su habilidad, no hay otro, ni siquiera entre los del clan Kim, que pueda igualarlo. Además, Patriarca Choi, ¿ha olvidado que buena parte del territorio de su clan fue salvado por las estrategias del General Kim durante la última invasión bárbara que tuvimos en el Norte?
El anciano Choi respiró, contrayendo la nariz, sintiendo que había perdido la cara frente a todos.
—¡Muy bien, Jungkook! —Park Jimi celebró en voz baja, como si estuviera viendo un enfrentamiento en la televisión.
—En fin... —el joven rey relajó su discurso, pellizcándose el puente de la nariz. —quiero ser conciso en nuestra discusión, ya que estoy cansado después de tanto tiempo de viaje.
—¿Entonces Su Majestad desea hablar sobre este cjico? —dijo una mujer adulta, alta y delgada, de rostro alargado y mejillas profundas. Por su olor, era una alfa.
La mujer llevaba un vestido verde pegado al cuerpo. Tenía un profundo escote y dejaba a la vista sus hombros, pero sus brazos estaban cubiertos por una manta verde semitransparente. Su pelo era largo, oscuro y estaba recogido en una elegante coleta en lo alto de su cabeza.
—Para mí no hay duda de cuál es el verdadero tema de esta reunión, Wang Jena. —la consorte Jeon Haerin tomó la palabra. —¿Creo que aún no te has dado cuenta? Pero está claro que hay posibilidades de que tengamos el Omega de Plata aquí.
De repente, una oleada de charlas y exclamaciones avergonzadas se desató entre los nobles. Algunos se mostraron completamente incrédulos, como los miembros de los clanes Choi y Wang, encontrando la idea absurda y completamente reprobable. Otros, en cambio, sólo parecían perplejos, como los miembros de los clanes Min, Kim y Jeon.
Estos últimos miraban a Jimin con una mirada más analítica mientras debatían entre sí sobre los mensajes enviados por Kim Namjoon.
—¡¿Consorte Jeon, ¿nos está diciendo que este... chico ordinario es la entidad que hemos estado esperando durante siglos...?! —Wang Jena dio un golpe en la superficie plateada de la mesa triangular.
—Estoy de acuerdo con la matriarca Wang, ¡esto es una barbaridad! ¡Un completo desprecio por las profecías de nuestros antepasados! —exclamó asombrado el viejo Choi, y señaló a Jimin como si el chico fuera un insecto. —Ese pequeño plebeyo no tiene nada de especial. ¡Míralo! ¿Dónde están los cuernos de marfil? ¿Sus ojos son rojos como la sangre? ¿Su pelo plateado-platino? ¿Y su lobo? ¿Cómo es?
Jimin tragó con fuerza, sintiéndose como un acusado en un tribunal.
—No me convierto en lobo. Creo... —murmuró, inseguro.
—¿Lo ves? ¡Es un farsante! Ni siquiera puede transformarse, entonces ¡¿cómo puede ser un omega?! ¡Cómo se atreve a considerarse a sí mismo la entidad legendaria! —el patriarca Choi se acercó al chico, lo miró con el ceño fruncido y golpeó su bastón contra el suelo. Al otro lado, Jeon Jungkook trató de controlar sus propios instintos para no lanzarse sobre el anciano.
—¡Este mendigo debe haber usado trucos para atrapar a Su Majestad en un momento de vida o muerte. El olor que emana debe ser una de sus trampas, he oído hablar de betas que usan hierbas aromáticas que son muy efectivas. Además, sus acciones contra los soldados de Eliah son demasiado sospechosas!
Choi seguía escupiendo sobre Jimin. —Piensen bien, en los mensajes del General Kim se dice que este chico apareció precisamente en una noche de Luna de Sangre, y justo en el momento en que el rey estaba en gran peligro. ¡Para mí, él fue enviado por Eliah como espía!
Las exclamaciones en torno a la Mesa de Plata se intensificaron, los que ya estaban de acuerdo con Cho aumentaron sus voces, y los que antes no sabían qué pensar comenzaron a inclinarse hacia el lado del viejo Patriarca.
Sin embargo, un segundo antes de que Jeon Jungkook rugiera otro "¡Basta!", alguien gritó y silenció a todos.
—¡Alto ahí! —Park Jimin golpeó su pie en el suelo frenéticamente y puso sus manos en la cintura. Su cara era una mueca de rabia y frustración: —Mire, viejo decrépito, no soy un mendigo, ¿De acuerdo? ¡Y no soy un farsante! ¡Nunca dije que fuera ese Omega de Plata en primer lugar! ¡Fueron ustedes los que inventaron esa historia! Y otra cosa: yo ni siquiera quiero estar aquí en Adaman, ¡sólo quiero volver a casa! Así que antes de ir por ahí señalando con el dedo arrugado a la gente, al menos quítate de la cabeza esa ridícula cosa azul. ¿Qué es eso? ¿Un sombrero? ¡Me daría vergüenza andar así por ahí!
La Mesa de Plata se vio invadida por un silencio aturdidor.
Todos se miraron, atónitos y petrificados, con los ojos muy abiertos. Algunos, sin embargo, tuvieron que controlarse para no reírse; entre ellos estaba Jeon Jungkook, que hizo lo posible por no perder su pose solemne ante sus súbditos.
Pero era difícil.
Escuchar a Park Jimin explotando y hablando, sin ningún filtro todos sus pensamientos hacía el líder del clan Choi fue absolutamente divertido. Pocos tendrían el mismo valor que ese extraño muchacho.
Por ello, el viejo Choi se tomó un momento para recuperarse de las palabras del joven que tenía delante.
—Tú... Eres lo suficientemente audaz como para insistir en que no mientes sobre tu condición de omega, incluso después de contradecirte al afirmar que no eres capaz de transformar tu propio cuerpo en el de un lobo... —los ojos azules del anciano relampaguearon, amenazantes. —Estás aquí para seducir al rey y engañarlo, ¿no es así?
En ese momento, antes de que nadie pudiera responder a las preguntas, un enorme lobo pardo cruzó el arco de entrada al salón de la Mesa de Plata, llevando a su espalda a un joven un poco mayor que Jeon Jungkook, pero más pequeño y frágil, con la piel extremadamente pálida, como si rara vez hubiera estado en contacto con el sol. Su pelo tenía mechones rubios y el mismo tono de amarillo se veía en sus ojos y en su ropa.
—Choi Kangson, deberías contener tu lengua cuando no tienes propiedad para debatir sobre ciertos temas. —la voz del lobo pardo era animada, como si estuviera disfrutando de la situación.
—Gran Alquimista... Pensé que estabas demasiado ocupado cuidando de Su Alteza, el Príncipe Min, y no llevarlo por el castillo como si fueras un caballo. —dijo el Patriarca Choi con voz aguda, llena de arrogancia.
—No hables de mí como si no estuviera delante de ti, Señor Choi. — el príncipe Min, el chico sobre el lobo, parecía aburrido. Se bajó del cuadrúpedo y, con un poco de dificultad, se situó junto a la Mesa de Plata.
¿Así que ese es el hermano mayor de Jungkook? se preguntó Jimin, y luego miró al rey. Casualmente, intercambiaron miradas, y la pregunta de Park fue respondida afirmativamente con un guiño.
—No pretendía dar esa impresión, Su Alteza. —Choi inclinó ligeramente la cabeza ante el chico rubio.
—Claro que no. —había una pizca de sarcasmo en el discurso de Min.
Tras una risa nasal, el lobo pardo que había llevado a Su Alteza hasta allí comenzó a transformarse. Esas transformaciones siempre impresionaban y asustaban a Jimin, y esta vez no era diferente.
Cuando su figura canina dio paso a la humana, todos vislumbraron a un joven alto cuyo largo rostro albergaba una enorme sonrisa y unos ojos tan dorados como el oro. Su pelo llegaba hasta la nuca, moreno, con trenzas laterales atadas por mechones llenos de piedras marrones que tintineaban con el movimiento.
Vestía con la misma elegancia que los nobles de la Mesa de Plata, pero su ropa tenía un toque exótico, como el llamativo estampado de su kimono oscuro y sus holgados pantalones marrones. Sin embargo, nada de eso le restaba belleza.
—El Príncipe Min Yoongi es totalmente capaz de recorrer el perímetro del castillo y asistir a las reuniones con el rey, Lord Choi. —dijo el alquimista real con una sonrisa cínica. —Estas posturas suyas sobre ciertas cosas podrían terminar perjudicándole.
—¿Estás amenazando a nuestro patriarca del clan, alquimista Jung Hoseok? —un joven del caln Choi se entrometió en la charla. Era casi tan alto como el alquimista real, llevaba ropas azules como el señor Choi y tenía los ojos del color del mar. Era un hermoso omega, notó Park Jimin.
—No, es sólo un consejo. Estoy aquí para aconsejar... Y para explicarles lo desconocido a ustedes, caballeros. —Jung se giró entonces y se inclinó ante el rey, con una mano en el pecho, en señal de respeto. —Su Majestad, me disculpo por el retraso. Estaba en medio de un experimento cuando me avisaron de su llegada.
— Comprendo, —respondió Jungkook, relajado, y miró a Min Yoongi. —me alegra saber que no has explotado a mi hermano. —Min, Jung y otros miembros de la nobleza se rieron.
—Ah, pero casi me hace estallar un día de estos. —el príncipe Min se rió nasalmente.
—Hmm. —el Gran Alquimista sacudió los hombros, encontrándolo divertido. —En fin... Si mi rey lo permite, me gustaría investigar el asunto señalado por el Patriarca Choi Kangson.
—Sientete como en casa. —dijo Jeon.
Jung se giró rápidamente y se acercó a Park Jimin. Éste retrocedió e hizo una mueca en el momento en que el alquimista acercó su rostro para olerlo, como un perro olfateador.
Después de un rápido minuto, Jung levantó un dedo índice hacia el cielo y esbozó una enorme sonrisa
—¡Vaya! —exclamó de repente, sobresaltando a todos. —Es un caso peculiar, por lo que veo...
—Tenía razón, ¿no? Este chico es un farsante después de todo. —rugió el viejo Choi.
—Nada de eso, Milord Choi. El señor Park Jimin es sólo un raro individuo omega que es incapaz de transformarse. Su olor es fuerte e intrínseco y, me atrevo a decir, con todo respeto, muy agradable; no es el resultado de hierbas aromáticas. Ellas no actúan así en el individuo.
El patriarca Choi resopló y golpeó su bastón contra el suelo, lleno de rencor.
—Es una aberración. —murmuró el anciano.
La Mesa de Plata fue entonces tomada por otra ola de silencio, sin embargo, esta vez, no hubo risas ni murmullos entretenidos. No, sólo era una quietud sepulcral y tensa.
A continuación, sólo se oyeron los sonidos de los pasos del rey caminando por la superficie de hierro del salón. Cada golpe contra el metal parecía más agudo y frío, congelando los cuerpos de los presentes, especialmente el de Choi Kangson. En el momento en que Su Majestad se estuvo ante el Patriarca, lamentó amargamente no haber controlado su propia lengua.
—Choi Kangson, pensé que eras un hombre experimentado.... Incluso yo, en mis 23 años de vida, he sido testigo de algunos raros individuos alfa y omega que no han recibido la capacidad de transformación. Entonces, ¿no es algo tan absurdo como para ser considerado una "aberración"? Por cierto, curiosamente me incluyo como uno de esos casos. Así que... ¿Y así es como el líder de los Choi ve a su propio rey? Como una aberración... —la voz de Jeon Jungkook heló incluso los vellos de Park Jimin. El chico nunca había visto al joven rey con aquella mirada.... Con esa aura. Y por la forma en que todos los demás miraban a Su Majestad, con expresiones tensas y nerviosas, parecía que Jimin no era el único.
La presencia alfa de Jungkook temblaba en el aire sobre ellos, como una nube densa, invisible e intimidante.
—Ma-Majestad... —Choi seguía intentando ser firme, pero su voz y toda su pose flaqueaban.
Fue entonces cuando el joven de antes, el hermoso omega del clan Choi, se acercó a él y le tomó la mano, para detenerlo.
—Abuelo. —murmuró, lanzando su mirada color mar al viejo patriarca. Luego se volvió hacia Jungkook, mostrándole una sonrisa perfecta, al igual que el resto de su pálido rostro, y habló con voz dulce. —Mi rey, le ruego que me perdone. Todos estamos ansiosos, las noticias sobre los acontecimientos de los últimos días nos han puesto los nervios de punta... Mi abuelo sólo teme que a usted le afecten negativamente los extraños. Ninguno de nosotros del Cla Choi tiene esos pensamientos sobre Su Majestad, porque, después de todo, su reinado es uno de los más completos que hemos tenido en siglos, y nada ha interferido en el hecho de que sea un rey glorioso.
Fue entonces que, junto a las feromonas de Jeon Jungkook, el aroma de ese omega se cernió, y fue tan hipnotizante y fuerte que incluso aturdió los sentidos de Park Jimin. Todos los alfas del recinto se removieron en sus asientos, provocados por el sensual aroma. El rostro del joven rey llegó a vacilar por un segundo.
Y por si fuera poco, el omega incluso tocó la mano de Jeon y le miró profundamente a los ojos.
—Entonces... Espero que podamos ser perdonados por el mal uso de las palabras de mi abuelo, Su Majestad.
El olor a omega parecía ser cada vez más fuerte, las fosas nasales de Jeon Jungkook ardían y sus instintos empezaban a gritar en su interior.
Al otro lado, Park Jimin se dio cuenta de las reacciones del rey y sintió un sabor amargo en su garganta, que bajó hasta su pecho y lo marchitó.
Sin embargo, Jeon no se permitió permanecer en ese trance durante mucho tiempo. Tiró de la mano que sostenía el joven Choi y resopló, apartándose del chico.
—No deseo escuchar adulaciones, Choi Ren... Pero esta vez, haré caso omiso de las palabras del Señor Choi Kangson debido a mi relación con su clan todos estos años. —dijo Jungkook, apretando los puños discretamente. —Ahora, espero que pueda contener su presencia en la Mesa de Plata.
Choi Ren se sonrojó entonces, como si estuviera avergonzado, pero la sutil sonrisa de sus labios decía lo contrario. Parecía disfrutar sabiendo que que había molestado al rey con su aroma.
Junto al omega, una chica del mismo clan lo miraba con cierta irritación y ponía los ojos en blanco mientras agitaba un abanico azul.
—No deberías aparecer en público cuando estás tan cerca del celo, Ren. —murmuró, golpeando el abanico en el hombro del chico. Jimin podía oír sus palabras porque estaba muy cerca de ellos, y se preguntaba qué significaban mientras intentaba distraer su mente de los acontecimientos recientes.
Ver a Jeon Jungkook tan agitado por el olor de otras personas, especialmente alguien tan hermoso como Choi Ren, aturdió un poco los pensamientos del joven Park.
Una vez terminada la discusión, los ánimos sobre la Mesa de Plata volvieron a la normalidad. Ahora el tema principal de la reunión volvió.
—En fin... Los he convocado aquí para hablar de las circunstancias que me llevaron a traer a Park Jimin a la Mesa de Plata. —Jungkook se apretó las sienes con los dedos.
—Su Majestad, aunque el Señor Choi se haya exaltado hace un momento, su posición es similar a la mía. —la Matriarca Wang Jena balanceó la falda verde de su vestido después de volverse hacia el rey. —Sólo el hecho de que este muchacho haya aparecido durante una Luna de Sangre y le haya ayudado no lo convierte en un candidato al 'Omega de Plata'. Todos podemos percibir que no hay nada raro en él, ni en su aspecto, ni en sus feromonas. Ni siquiera se transforma. ¿Ha demostrado por casualidad tener alguna peculiaridad sobrenatural?
Wang Jena se dirigía ahora a Park Jimin. Todos se volvieron hacia él al mismo tiempo, esperando su respuesta.
—S-soy normal, —Jimin dio un paso atrás sintiéndose presionado. —ya les dije antes que no tengo nada especial...
—Hmm, lo sospechaba. —Wang Jena cruzó los brazos delante de su cuerpo.
—Hijo mío, acláranos un poco más tus pensamientos. —ahora hablaba Jeon Haerin
—Las sospechas son sospechas. Siempre comprobamos profundamente cuando aparece alguien muy distinguido en nuestro reino. Y eso es lo que propongo que se haga ahora mismo. —explicó Jungkook con sencillez.
—Entonces quieres que llevemos a Park Jimin al árbol sagrado. —preguntó el anciano del clan Min. Sus ojos blancos miraban un horizonte infinito.
—Sí.
Con la respuesta del rey, resonaron más murmullos alrededor de la Mesa de Plata. Park Jimin no sabía si ese árbol sagrado era algo bueno o malo.
—Hermano, estás proponiendo algo bastante serio.... No cualquiera puede acercarse a ese lugar. —el Príncipe Min Yoongi caminó con un poco de dificultad hasta acercarse a Jungkook. —Y además, te conozco, no reunirías a los principales clanes de Adaman sólo por unas simples sospechas. ¿Qué pasa realmente por tu cabeza?
Jeon Jungkook cerró la boca y miró a su hermano mayor con seriedad y duda. Entonces sus pupilas se volvieron hacia Jimin, cubiertas de un misterioso resplandor, para mirarlo en silencio durante un largo momento.
—Hay una razón, pero aún es incierta... —el joven rey hizo una pausa antes de continuar. —Estamos vinculados.
La sala se llenó de exclamaciones de asombro y de ojos que se salían de sus órbitas.
¿¡¡El Rey de Adaman se había vinculado a alguien!? Una noticia así podría sacudir a todo el reino. Todos, especialmente la consorte Jeon, estaban en completo shock.
Jimin casi se ahoga con su propia saliva. Dio un paso adelante, dispuesto a negar esa afirmación con todas sus fuerzas, pero una mano se posó en su hombro, deteniéndolo.
Cuando Jimin giró su cara hacia un lado, vio la mirada del General Kim Namjoon.
—Espera. —dijo en un tono de voz bajo y contenido. La mirada del general explicaba lo que realmente quería decir: "Espera y mira qué quiere hacer Jeon Jungkook"
Con eso, Jimin decidió quedarse callado, sólo observando el desarrollo de la situación.
—Majestad, ¿e-eso es cierto...? —Wang Jena apenas podía formular palabras.
—Mi rey. —quien habló a continuación fue el anciano del clan Min. —La consorte Jeon me habló de los cambios que ha sufrido en los últimos tiempos. Todo lo que le está sucediendo es tan repentino, ¿acaso Su Majestad conoce el peso y el significado de lo que es estar vinculado a un omega?
¡Hay alguien aquí que me entiende! Jimin sonrió aliviado en silencio.
—Precisamente porque conozco el peso de esto, estoy trayendo mis sospechas. —dijo el joven rey.
—Si esa es la situación, entonces ninguno de nosotros tiene derecho a intervenir en su decisión, Su Majestad. —el Gran Alquimista Jung Hoseok se inclinó ligeramente ante el rey. —Abramos las puertas del árbol sagrado.
Jeon Jungkook echó una última mirada a Park Jimin. Entonces el rey y los jefes de clan se volvieron y se dirigieron a la pared hacia la que apuntaba la punta más afilada de la Mesa de Plata. Al mismo tiempo, todos levantaron las manos sobre la superficie de hierro y la tocaron.
El corazón de Park Jimin perdió el ritmo cuando
vio que las enredaderas talladas en el metal de la pared empezaban a moverse, haciendo el movimiento inverso al de las plantas creciendo.
Las lianas se comprimieron hasta abrir un portal que conducía directamente a una escalera estrecha y oscura. Un viento frío proveniente de esa abertura sacudió el cabello de todos y revolvió el estómago nervioso de Park Jimin.
—¿En qué me he metido? —susurró Jimin, sobresaltado, pensando seriamente en darse la vuelta y correr.
Pero la mano de Jungkook lo alcanzó antes de que sus piernas pudieran hacer el movimiento pensado. Con un suave toque, el joven rey persuadió al chico para que le siguiera por las escaleras.
"Todo está bien" dijo la mirada de Jungkook, y Park quiso confiar en él, ya que sentía que realmente podía hacerlo.
Fueron los primeros en bajar los oscuros y húmedos escalones. Cuanto más se adentraban, más intensa era la negrura que les rodeaba. Cuando Jimin pensó que no podía ir más lejos, porque no podía ver nada delante de él, Jungkook le guió pacientemente hacia abajo. Al ser un alfa y también heredero de la clan de los lobos nocturnos, la oscuridad era casi una amiga del joven rey. Podía ver todo a través de ella.
Pero la ceguera duró poco. Al final de la escalera, cuando llegaron a un suelo de tierra húmeda, el grupo se vio iluminado por una luz pálida, casi rosada, que procedía de un punto situado más adelante. Caminaron unos metros más antes de toparse con un gran árbol, cuyas ramas se retorcían y sostenían hojas tan rubicundas que parecían obra de una sangría. La luz provenía de aquel hermoso e intrigante árbol, y se reflejaba en el agua cristalina que rodeaba sus raíces.
Park Jimin vio que había dos tablones tallados en el grueso tronco de esa enorme planta. Las superficies rectas y rectangulares eran lo suficientemente grandes como para tener la altura de un adulto promedio, por lo que las palabras escritas en ellas podían leerse incluso a distancia, ya que también tenían un buen tamaño.
El joven Park tardó sólo un instante en darse cuenta de que el texto grabado en las tablillas era la profecía del Omega de Plata, una de las primeras cosas que Jeon Jungkook había recitado cuando los dos chicos se conocieron y también algo que Jimin había leído en la introducción del libro de su hermana menor Yeseo.
"Nacido en Plata y concebido como Omega, vendrá en la luz roja de la noche, trayendo consigo el brillo de la Luna y las voces de su ejército espiritual. Vendrá a dejar su sabiduría celestial a los privados y a encontrar su hogar. Vendrá a proteger, a fortalecer, a guiar y a unirse al soberano Alfa en los días tormentosos que abrazarán a Adaman. También vendrá coronado por hilos de plata y cuernos de marfil de los que brotan flores de sangre. Y así todos lo reconocerán en el momento de su insurgencia".
—¿Ves, chico? —el patriarca Choi se puso al lado de Park Jimin y señaló las tablillas con sus dedos temblorosos y arrugados mientras le susurraba palabras. —Lo que dice el árbol sagrado es absoluto. No fue un simple humano el que la hizo y escribió la profecía.... Fue el primer omega de nuestro reino, el creador de todos nosotros. Tu no eres la entidad que esperamos.
Lo sé, Jimin tragó en seco. Por alguna razón, ahora le molestaba ligeramente.
Se sentía como un completo intruso en aquel lugar.
—Señor Park Jimin. —Llamó el consorte Jeon Haerin, y luego levantó su mano derecha, mostrando el camino hacia el árbol. —Tócalo. Veremos si hay respuesta o no.
Jimin sacudió la cabeza, comprendiendo, y empezó a caminar hacia el grueso tronco marrón. Sus pies se hundieron en el agua que rodeaba la planta, la cálida humedad abrazó su piel y alivió el irritante nerviosismo que recorría su cuerpo.
El chico utilizó ambas manos para tocar la superficie casi incandescente, fuente de toda la luz en aquel espacio, y cuando lo hizo, se dio cuenta de que aquel tronco y todas las ramas eran de marfil, como debían ser los cuernos del Omega de Plata. Otro detalle impresionante que dejó a Jimin sin aliento.
Sin embargo, nada más allá de eso parecía tan surrealista en ese momento. Las miradas llenas de expectativas de los nobles, y especialmente de Jeon Jungkook, cesaron rápidamente y fueron reemplazadas por una opaca decepción. Park Jimin, después de todo, no era la entidad legendaria.
—Lo sabía. —Refunfuñó el viejo Choi. —¡Algo debería pasar, pero aquí estamos, siendo ridiculizados por ese muchacho!
—Su Majestad, tal vez su vínculo sea sólo... —Wang Jena intentó hablar, pero se calló rápidamente al ver el semblante oscuro y distante del rey.
—Esperen en la Mesa de Plata. —dijo fríamente Jeon Jungkook. —Todavía tengo la intención de discutir las invasiones al Sur hasta el anochecer. Ese asunto tampoco puede esperar.
Los nobles, todavía un poco indecisos, inclinaron sus cuerpos ante el rey y se dieron la vuelta para volver a la escalera. El príncipe Min y el alquimista Jung echaron una última mirada tras ellos antes de salir. Al final, la única persona que seguía en pie era la consorte Jeon Haerin. Observando a su hijo con pesar.
Después de suspirar profundamente, la mujer se acercó a Park Jimin, todavía con la misma expresión amable de siempre.
—Perdónanos por las palabras ofensivas que escuchaste este día. —Jeon Haerin tocó el hombro del muchacho. La gente muestra facetas horribles cuando se enfrenta a algo que podría debilitarla de alguna manera.
—Realmente no hice nada... Señora. —murmuró Jimin, evitando mirar en dirección a Jeon Jungkook.
—De hecho, lo hiciste. Has ayudado a mi hijo. Además, esta sospecha de que ustedes dos están vinculados... Eso implica la corona y el linaje real. —Sacudió los hombros y juntó las manos frente a su cuerpo. —En fin, señor Park Jimin, sigue siendo un invitado, su habitación ya debería estar lista. Espero que puedas quedarte un par de días más, ya que mañana por la noche habrá un baile de celebración.
—Uhm... ¿Un baile?
—Sí. No te preocupes por los trajes ni por otros detalles, todo se arreglará para ti. —dijo la consorte, ampliando su sonrisa.
Luego volvió los ojos para mirar a su hijo, que permanecía quieto y callado.
—Ahora me retiraré y los dejaré solos. —Jeon Haerin se despidió con una elegante inclinación de cabeza y se dirigió hacia la escalera.
Cuando la falda roja del vestido de la consorte desapareció del campo de visión de Park Jimin, el chico se alejó del árbol sagrado, cruzando la charca para llegar al suelo del otro lado.
Debido al suelo resbaladizo, Jimin perdió el equilibrio antes de pisar tierra firme. Pero los instintos del rey fueron más rápidos que la gravedad, e hicieron que su cuerpo se moviera para alcanzar al del otro chico, antes de que éste sufriera una caída.
—G-gracias... —murmuró Jimin, sintiendo que su pecho se agitaba por el toque del brazo de Jungkook que lo sostenía a sus espaldas.
Todavía sin palabras, el joven rey ayudó a Park a levantarse del agua, manteniéndolo cerca de su cuerpo hasta que se equilibró de nuevo.
Cuando encontró tierra firme bajo sus pies, Jimin esbozó una débil sonrisa y se soltó de Jungkook educadamente.
—Te lo dije, ¿no? Te lo dije... No soy la persona que has estado esperando toda tu vida. No debería haberles mentido sobre el vínculo. —murmuró, apartando la vista para observar al árbol sagrado. Algunas de sus hojas rojas caían y giraban con el vaivén de un viento que venía de un lugar desconocido.
Pero un segundo antes de que tocaran la superficie acuosa del pequeño estanque, Park Jimin fue abrazado fuertemente por Jeon Jungkook, siendo envuelto en los cálidos y musculosos brazos del joven rey.
—¿Cuántas veces tengo que repetir que nada de eso importa? —el abrazo se hizo más fuerte, el pecho de Jungkook golpeaba con fuerza contra el de Jimin. —Si el árbol lo hubiera reconocido, hubiera brincado de felicidad. No porque la leyenda se hiciera realidad, sino porque habría una razón concreta para convencerte de que te quedaras aquí más tiempo...
Jimin tocó uno de los brazos del rey y tragó con fuerza.
Le estaba empezando a gustar mucho ese abrazo, y le asustaba. Era aterradora la idea de involucrarse emocionalmente con alguien que pronto dejaría de estar ahí, con los mismos sentimientos de antes.
—Bu-Bueno... De todos modos, voy a pasar unos días más aquí. No sé cómo salir de este lugar. —murmuró Jimin con un fuerte suspiro. —Después de todo, tenías razón en que necesitaba usar la lógica.
—Genial. —susurró Jungkook, tirando suavemente de la cara de Jimin para que pudiera verle mejor. —Porque pretendo demostrar que mis palabras no son sólo el resultado de instintos primitivos, como has estado insistiendo todo este tiempo.
Tras acariciar la mejilla sonrosada del muchacho, el joven rey se vio obligado a controlar sus propios impulsos internos para no sobrepasar los límites adecuados. Pero para su desgracia, era casi imposible reprimir las feromonas alfa, que insistían en aparecer y cubrir la piel del omega que tenía delante.
Park Jimin sintió toda esa intensidad y trató de no mostrarla en su rostro. No sabía qué tipo de cara hacer, o qué hacer, ni cómo afrontarlo con todo eso. Todo parecía demasiado extraño, demasiado nuevo, y revolvían su cabeza donde la química, los juegos y los cómics eran lo único que tenía sentido.
Además, la chispa de inseguridad que amenazaba con explotar en un fuego infernal dentro del pecho del joven Park era algo que nunca había sentido en toda su vida.
🌘🌔👑🌒🌖
Park Jimin y Jeon Jungkook salieron juntos del rincón del árbol sagrado y volvieron a la Sala de la Mesa de Plata, donde los principales clanes de Adaman esperaban a Su Majestad para el inicio del segundo debate de ese día.
Como ya no tenía relación con lo que se debatiría a partir de entonces, Jimin prefirió retirarse a los aposentos que le habían asignado. Mientras se alejaba de la sala, el joven Park pudo sentir el peso de la mirada de Jungkook en su espalda, siguiéndolo hasta que estuvo fuera de su campo de visión.
Un criado le guió hasta la habitación, situada dos pisos más arriba en una torre al norte. Jimin se sentía como un animalito mientras recorría los inmensos pasillos del palacio, asombrado a cada vuelta de esquina por las esculturas que decoraban el espacio, por las paredes cubiertas de tapizados y cortinas, y por las vidrieras.
Sin embargo, aunque ya estaba bastante deslumbrado por tanto lujo y belleza, el chico se quedó boquiabierto cuando llegó a sus aposentos. La habitación en la que dormiría durante los próximos días era tan grande como un piso pequeño, y tenía las paredes cubiertas con una capa de gamuza roja y madera oscura que también cubría el suelo. La iluminación corría a cargo de dos lámparas de araña sujetas al techo y de candelabros repartidos por la sala, todos llenos de velas ya encendidas.
En el centro había una enorme y hermosa cama, cubierta con colchas y almohadas adornadas con bordados. Junto a ella, había dos elegantes y barrocas mesitas de noche. Este estilo también se encontraba en las cómodas y sofás repartidos por la habitación, y en el gran armario que ocupaba casi toda una pared.
En el rincón más alejado de la cama había también una bañera de porcelana sostenida por pies dorados. Ya estaba llena de agua caliente, como si esperara al nuevo propietario de las habitación.
—Señor, si no va a necesitar nada, entonces me retiro. —dijo la sirvienta, que era una beta, mientras mantenía la cabeza baja.
—Hmm, no necesito nada. Puedes irte. Vale... Quiero decir, gracias. —dijo Jimin, sin saber muy bien cómo hablarle a alguien que insistía en hacerle una reverencia.
—Muy bien. Pronto le traeremos la cena. Que tenga una buena noche, Señor Park Jimin. —respondió, y comenzó a salir de la habitación.
Pero antes de que la sirvienta pudiera irse, Jimin se apresuró a hacerle una última pregunta.
—¡Espera! Jeon... ¿El rey también va a cenar? Osea, ¿Va a cenar solo?
—Oh, no, señor. Disfrutará de su comida con los nobles en la Mesa de Plata. Las reuniones siempre duran mucho tiempo. —explicó la sirvienta.
—Ah... Ya veo. —el chico se encogió de hombros.
Entonces supongo que no nos volveremos a ver hoy, pensó, riéndose internamente de su propia tontería.
—Entonces, con permiso. —la sirvienta se fue, cerrando la puerta tras de sí.
En cuanto estuvo solo, Park Jimin decidió explorar la habitación en busca de cosas que distrajeran su mente.
Tan pronto como estuvo solo, Park Jimin decidió explorar la habitación en busca de cosas para distraer su mente, mientras examinaba y admiraba la ropa, los zapatos y otros accesorios en el armario, y los libros esparcidos por las cómodas. Se dio cuenta de ahí estaban las cosas que había dejado en el carruaje; el libro de Yeseo, su regalo y su teléfono yacían juntos en una de las mesillas de noche, intactas y organizadas.
Más tarde, cuando se había cambiado de ropa después de darse un largo baño en la bañera, dos criados llamaron a la puerta, llevando bandejas con la cena del joven. Jimin miraba los sabrosos platos con un brillo hambriento en sus ojos. Había pescado y pollo asado, así como verduras sazonadas, salsas, fideos y arroz, entre otros alimentos que el chico no había probado en su vida.
Mientras se deleitaba en esa abundancia, pensó, por un breve instante, que la idea de quedarse en ese lugar para siempre no era tan mala. Sin embargo, en el momento en que terminó de comer y volvió a ser dejado solo por los sirvientes en aquella gran habitación, Jimin recordó todas las razones que le hacían temer quedarse allí.
Con la cabeza dando vueltas, el chico intentó dormirse entre la exuberante manta y las almohadas de plumas. Desgraciadamente, ni siquiera todo ese extraordinario confort consiguió darle una buena y tranquila noche de sueño.
Sin embargo, en plena noche, en un momento en el que sólo reinaban los sonidos de los búhos y los insectos nocturnos, Park Jimin sintió de repente que su cuerpo se relajaba y se calmaba, como si estuviera en casa y como si todos sus problemas se hubieran evaporado. Al estar dormido, el chico no era consciente de que esta reacción era consecuencia de la presencia que empezaba a rondar a su alrededor; pero sus instintos, que ahora vivían despiertos, la reconocieron inmediatamente. Venía de un conocido alfa que había entrado silenciosamente en la habitación.
El alfa se acercó para mirar al omega en su descanso, sólo para contemplarlo un poco. En otras ocasiones, ese alfa nunca invadiría los aposentos de alguien, pues era demasiado educado y respetuoso para hacerlo, aunque todo su cuerpo lo pidiera a gritos.
Pero sólo quería ver la cara de Jimin una última vez antes de retirarse por la noche. Sólo una vez, desde la distancia, sin tocarlo, sin faltarle el respeto, sin romper ningún límite.
El cansancio de la reunión y del viaje le estaba afectando, así que ese breve momento de agradecimiento a su mente era todo lo que necesitaba ahora. Ver al omega dormido le producía una paz absurda, y eso le asustaba, pues a cada momento aquel muchacho amenazaba con desaparecer de su vista.
Pensar en ello hizo que el tiempo dentro de la habitación pasara a una velocidad absurda. Cuando el alfa se liberó de sus ensueños, la luna ya estaba cayendo en el horizonte, y concluyó que debía marcharse.
Por lo tanto, cuando Jimin se despertó, la habitación ya estaba absolutamente vacía.
—Hmm, eso fue extraño... Podría jurar que...—murmuró el chico mientras se frotaba los ojos con el dorso de las manos.
Después de sentarse, se abrazó a sus piernas dobladas bajo la manta y apoyó la cabeza sobre las rodillas. Cuando sus ojos se acostumbraron a la tenue claridad que entraba por los cristales de la ventana y en la habitación, Jimin moqueó, reaccionando a los restos del olor del alfa que habían quedado.
Una leve viento hizo oscilar repentinamente las cortinas y disipó ese aroma. La cálida brisa de la mañana despertó los otros sentidos del chico y le hizo levantarse de la cama.
Se acercó al alféizar de la ventana y vio que unos metros más abajo, entre los tejados, había un enorme balcón que conectaba dos torres diferentes. Como no era tan alto, Jimin se sentó allí, con una de sus piernas sobresaliendo, y se quedó admirando el paisaje de la aurora sobre la naturaleza.
La belleza de Adwan, en ese momento, no podría describirse simplemente con palabras. Ningún adjetivo era suficiente para caracterizar adecuadamente la forma en que los rayos del sol de la mañana golpeaban el bosque que rodeaba la ciudad, las casas de los plebeyos y los nobles, y la muralla que rodeaba la capital. Los campos abiertos que rodeaban el perímetro del castillo también estaban embellecidos por sus jardines, cuyas flores aprovechaban el periodo matutino para florecer. Los pájaros flotaban por encima de todos ellos, tarareando la melodía del primer día.
Park Jimin cerró los ojos, sólo por un momento, y levantó una de sus manos hacia el horizonte. En ese instante, sintió otra brisa, y ésta se paseó entre sus dedos, levantando la manga de su camisa hasta llegar a su cara y a su cabello.
—Hey... Agui es muy genial. —se dijo el chico, sonriendo y frunciendo las cejas.
Ahora, con los ojos abiertos, Jimin vio que en el balcón de abajo yacía una figura baja y delgada que llevaba la toga roja de los curanderos. Aquella persona parecía estar concentrada en un mecanismo de hierro y madera, apretando tornillos aquí y allá, utilizando una lupa para analizar los más mínimos detalles del extraño objetom
—¡¿Lu Keran?! —Jimin gritó, curioso.
El sanador parpadeó y levantó la cabeza. Cuando Keran vio al joven Park sentado en el alféizar de la ventana, sonrió y saludó.
—¡Su magnificencia! ¡Buenos días!
Todavía me llama así... Pensó Jimin divertido.
—Buenos días. ¿Qué estás haciendo? —preguntó.
—Oh, es una máquina para el baile de esta noche. El maestro Jung me enseñó sobre el punto de ebullición de algunas sustancias, y sobre su forma gaseosa. Eso me inspiró y ahora estoy planeando crear humo ficticio para el momento del baile principal. —explicó Keran mientras sostenía su invento para que Jimin lo viera mejor. —¿¡Qué le parece, señor!?
Los ojos de Jimin se abrieron de par en par y esbozó una gran sonrisa.
Ahora están hablando mi idioma, pensó emocionado.
—¡Espera ahí, voy a bajar! —Park sacó la otra pierna por la ventana y empezó a apoyarse en los ladrillos del armazón de la torre. Incluso con un poco de dificultad, consiguió llegar hasta el balcón donde estaba Lu Keran.
—Vaya, eso parece muy ingenioso, Lu Keran. —dijo el chico tras examinar la máquina de cerca. Era pequeño y cúbico, como una caja, y tenía recipientes donde probablemente se colocarían las sustancias que se convertirían en gas en el momento adecuado. —¿Cómo se te ocurrió hacer esta cosa? —Jimin había visto algo parecido en las fiestas de su mundo, así que tenía curiosidad.
—A-ah, bueno. —los ojos del curandero se dirigieron rápidamente a algo que ocurría en el patio del castillo, a pocos metros de distancia.
Abajo pasó un grupo de soldados que se ejercitaban duramente, corriendo y moviendo los brazos con un movimiento rítmico. La mirada de Keran observó a uno de los dos hombres que encabezaban la marcha: Kim Namjoon, el general de Adaman. El otro era nada menos que Su Majestad, Jeon Jungkook, y eso capturó un poco la atención de Jimin.
Tanto el rey como el general iban vestidos únicamente con botas, pantalones negros cómodos y llevaban guantes en los puños. El sudor corría por sus pectorales, haciendo brillar la piel de ambos y permitiendo que la luz del sol se reflejara en ella.
A través de las ventanas de las torres cercanas, se podía observar que los empleados del castillo y la gente de la nobleza habían detenido sus actividades para contemplar el ejercicio matutino de aquel grupo. Un círculo de chicas y chicos revolotearon y lanzaron algunos pañuelos cuando Kim Namjoon, Jeon Jungkook y sus soldados se dieron la vuelta y se acercaron. Mientras se concentraban en sus actividades, el rey y sus súbditos saludaban cortésmente a los curiosos.
Park Jimin apartó la mirada antes de que Jungkook pudiera verlo, y resopló para llamar la atención del sanador que también estaba distraído con lo que estaba viendo.
—Hola, Lu Keran. No terminaste de explicar de dónde sacaste la idea para hacer esta máquina. —refunfuñó Jimin, quedando de espalda hacia el patio.
—¡Ah! Bueno... Una noche, el general Kim paseaba por el jardín del castillo. Había mucha niebla en ese momento, así que como era difícil ver con ojos humanos, utilizó sus ojos lobunld. Y eran muy brillantes... Y brillaban muy bonito... —Habló Keran con una mirada distante y una sonrisa tonta en el rostro. Pero enseguida se removió y se aclaró la garganta, recomponiéndose. —Lo-lo que quiero decir es que el efecto de la niebla hizo la escena bastante agradable... ¡Así que quiero recrearlo!
—Hmmm. Eso suena genial. —Jimin habló con sinceridad.
—Sí, y espero que funcione. El baile de hoy tendrá lugar tanto para celebrar el regreso del rey como su noche de luna. Es doblemente importante. —explicó el curador mientras apretaba el tornillo de una palanca.
—¿Su noche de luna? ¿Qué quieres decir?
—Señor, ¿no lo sabe? Me imagino que en su hogar es diferente. Aquí celebramos el día de nacimiento de nuestros seres queridos según la luna que apareció en el cielo en esa fecha, y le damos el nombre de "Noche de la luz de luna" —Keran dibujó una pequeña luna en el suelo del balcón, usando uno de sus implementos mecánicos. —Mi noche de luz de luna fue hace semanas, recibí como regalo del maestro Jung un pequeño carruaje que no necesita caballos. Es bastante útil, y quedé muy contento... Y el general Kim me regaló rosas nocturnas, unas flores muy raras que sólo florecen una vez en la vida. —los labios del chico se curvaron en una tímida sonris.
Park Jimin escuchó atentamente la explicación del otro, encontrando interesante cómo funcionaban ciertos detalles en ese mundo tan distinto.
—Ah, sí... —murmuró mientras procesaba las palabras de Keran. Sin embargo, tan pronto como los absorbió por completo, su cuerpo saltó hacia adelante. —Alto... ¿Qué? ¿Hoy es el cumpleaños de Jungkook?
—Por los dioses, has utilizado el nombre del rey. —los ojos de Keran casi se salen de sus órbitas.
—Fue él quien me dejó usarlo. —el chico casi frunció la nariz. —Pero espera, no cambies de tema. ¿Hoy es el cumpleaños del rey? Quiero decir, ¿nació en la fecha de hoy? ¿En la luna de hoy?
—Hmm, no exactamente, señor. La noche de Luna del rey ocurre durante la medianoche de hoy. Entonces cuando llega ese momento, levantamos nuestras copas para saludarle.
—Ah... —Jimin se puso la mano en la frente, sintiendo que se le marchitaba el pecho. —Ni siquiera preparé algo... Él no me dijo nada de eso.
—Pero usted parece ser muy inteligente. Por qué no piensa en construir algo. —sugirió el curador con vigor. —Tal vez mi maestro ya esté despierto. Él puede ayudarlo. ¡El Gran Alquimista siempre ayuda con los mejores inventos!
—¿Pero qué podía hacer...? Park se volteó de nuevo para mirar el patio del castillo. Abajo, el grupo seguía ejercitándose con entusiasmo, completamente concentrado, aunque recibían innumerables halagos de los admiradores que los observaban.
¿Qué podría impresionarlo? Jimin pensó mientras miraba la figura de Jungkook.
Le gusta mirar al cielo. El chico recordó la noche que habían acampado cerca de un pequeño arroyo
Momentos antes de que el general de Eliah los atormentara, Jungkook y Jimin estaban hablando del cielo y las estrellas.
Eso le dio una idea.
—Lu Keran, ¿tienen fuegos artificiales aquí?
—¿Qué es eso, señor?
—Son cosas de colores que explotan y brillan en el cielo. Es muy bonito de ver por la noche.
—¡Vaya, eso suena maravilloso, señor! Aquí no tenemos nada parecido. —Los ojos de Keran brillaron, imaginativos.
Emocionado al saber que en ese mundo aún no existían los fuegos artificiales, Park Jimin decidió que ese sería el regalo de Jeon Jungkook. Algo único y brillante, no está mal...
—Lu keran, por favor llévame hasta tu maestro, porque quiero hablar con él sobre las sustancias explosivas y coloridas! —pidió el chico, tirando del curandero por el cuello de su túnica roja.
Tendrían un largo día por delante.
🐾
Me encanta traducir, nunca me aburro, pero, confirmamos que los modismos propios de cada país son el peor enemigo de los que están aprendiendo un idioma?! 😭
Si vieran como batallo cada vez que me topo con un modismo AHHHHHH
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