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22|👑|El rey del amanecer

Park Jimin odiaba esa medicina, quería dar una patada al curandero que le había entregado la amarga sustancia viscosa y tirar el contenedor por la ventana. Debido a las sustancias medicinales, su cuerpo se encontraba aún más pesado y lento, y su mente no procesaba rápidamente la información y los acontecimientos que le rodeaban.

Era oficialmente un balón, no se movía hasta que alguien venía a lanzarlo a alguna portería.

—¡Qué horrible momento para activar una falsa alarma, pedazo de caca! —encaró su vientre redondo e hinchado. —¡Park Yeonjun, aún no has nacido, pero ya estás castigado!

A medida que pasaban los minutos, y con un ligero esfuerzo interno, Jimin empezó a notar algo extraño en el ambiente. Las personas que entraban y salían de la sala, como los sirvientes, los sanadores y los soldados -que estaban allí para mantener la seguridad de la sala-, parecían todos tensos y nerviosos, mirando discretamente al omega, para luego apartar la mirada y murmurar entre ellos. Esa impresión se hizo más fuerte momentos después, casualmente en el mismo instante en que los espíritus comenzaron a susurrarle de nuevo al oído.

Fue entonces cuando apareció la señorita Choi Yoojung acompañada de dos niños. Uno de ellos era Soobin, la otro era Jina. Ambos corrieron hacia Jimin cuando lo vieron en la cama.

—¡Señor Omega de Plata!

—¡Papaaá!

—Woah, hola, haha. —el chico acarició la cabeza de ambos y dejó que Soobin se sentara a su lado en la cama, ya que el chico quería acurrucarse en su regazo. Luego miró a la joven matriarca Choi y buscó algo en su rostro. —Yoojung, ¿qué está pasando afuera?

Ella parpadeó y juntó las dos manos delante de su vestido índigo. Intentó disimular su duda con un semblante relajado.

—El rey advirtió a los ciudadanos de los riesgos y puso a todos dentro de las murallas de la capital. Ordenó que se cerraran las puertas. —dijo, y era verdad, pero no toda la verdad.

—Ah, así que Jungkook va a empezar un asedio. Eso es bueno... Podría darme tiempo para recuperarme e intentar algo con mis poderes. El problema es que no sabemos si la otra parte se someterá a este asedio, ya que no son normales. No sé qué hará el tipo de los zorros... —Jimin vocalizó sus pensamientos, poniéndolos en orden ya que no podía hacerlo sólo dentro de su mente. El estado de embriaguez en el que los medicamentos le habían puesto lo hacía todo difícil. —Jungkook está pensando en ello, ¿verdad? También predice que un asedio podría no ser suficiente para detener a esa gente, ¿verdad?

—A-ah sí, está al tanto de varios detalles. Hm, Señor Park, he notado que la medicina te ha mareado mucho... —Yoojung se dio la vuelta y se dirigió a la mesa donde los curanderos dejaban preparados sus frascos de medicina. Ella estaba tratando de cambiar el tema.

—Lo hicieron, pero al menos ahora estoy bien. Hm... ¿hm? —Jimin sintió que Jina tiraba de la manga de su camisa.

—Señor Omega de Plata, ¿está papá fuera del muro? —la niña lo miraba atentamente con sus enormes ojos, tan parecidos a los de Kim Namjoon. —Lo echo de menos. ¿Puedo verlo?

—Oh, no, Jina. No está ahí fuera. Los que están ahí fuera no son nuestros amigos

—Pero papá está fuera de la ciudad, entonces, si el rey ha cerrado las puertas... ¿Papá se ha quedado con esta gente que no son amigos? —las comisuras de los ojos de Jina se volvieron rojos y llorosos.

Jimin se apresuró a explicar:

—¡No, no! No te preocupes, Jiji, el General Kim está muy lejos de aquí, muy lejos de esa gente también ¿Sabes? ¡El reino es muy grande! Tu padre está allí en la frontera, cuidando de varias personas y ciudades. —le aseguró, dándole ánimos a su corazón.

—Entonces... ¿cuándo podré verlo?

—No lo sé. Pero apuesto a que Jung..., es decir, el rey debe contar con las fuerzas del general para ayudarnos a solucionar nuestros problemas. Podría aparecer en cualquier momento.

—Oh... —Jina logró sonreír.

Al otro lado de la habitación, junto a la mesa de medicinas, Yoojung escuchaba todo con el corazón apretado y un inmenso peso en el pecho. Los pensamientos cruzaron entonces su mente y esto hizo que sus manos temblaran de repente. Accidentalmente derribó una de las botellas de cristal. El objeto se rompió en decenas de pedazos con un sonido estridente.

—P-perdóneme, yo... —la matriarca se agachó mientras un sirviente se ofrecía para limpiar los daños. Acabó tanteando con sus manos temblorosas, sin saber cómo actuar y qué hacer. Podía sentir los ojos de Jimin mirándola.

—Señorita Choi, ¿por qué está llorando?

—¿Llorando? —Yoojung ni siquiera había notado las lágrimas que rodaban por sus mejillas.

—Que extraño. —forzó una carcajada, parpadeando violentamente para disipar la inundación de sus ojos.
—Es s-solo que es tan lamentable que la pobre niña eche de menos al General. Es conmovedor.

—Señorita Choi... —el semblante de Jimin se oscureció. —Somos amigos, ¿no? Por favor, dígame la verdad.

Se había dado cuenta de que la joven actuaba de forma extraña, demasiado callada para alguien que solía conversar de forma extrovertida, temblando como si estuviera asustada por algo y con una mirada que no correspondía a su forma de ser de dama refinada. Entre varios detalles que lo convertían en un omega, estaban la capacidad de percepción y el olfato para notar el miedo y otras reacciones.

Yoojung vio que no tenía sentido seguir ocultándolo. Ella ni siquiera quería, ya que Jimin, de hecho, era un amigo. Pero no podía hablar delante de los niños.

El Omega se dio cuenta del motivo de su vacilación y se dirigió a los dos pequeños infantes.

—Oigan, ¿podrían esperar afuera? Necesito hablar con la señorita Choi sobre algo de gente grande.

—Yo soy grande. —murmuró Soobin.

—Ja, claro que sí, pero no eres una persona. Sólo eres un tercio de persona. En ocho o diez años, te volverás completamente en una persona.

—Ah...

Y así los dos salieron de la habitación.

Eso fue todo lo que hizo falta para que las lágrimas de Yoojung se desbordaran. Corrió y se sentó al lado de Jimin en la cama, mirándolo con una mirada aterrorizada.

—Hemos recibido información de que el General Kim está bajo el poder de las tropas enemigas. Su puesto en la frontera fue atacado... Miho estaba allí, no tengo noticias de ella. No tengo nada. —balbuceó, casi sollozando.

Los ojos de Jimin se abrieron completamente.

—Cálmese, señorita Yoojung, respire profundamente. Piensa en lo siguiente, —dijo mientras le acariciaba la espalda. —esos chicos están diciendo por ahí que el Príncipe Yoongi ha vuelto y se está haciendo cargo de esta situación. No quiero insinuar nada, pero eso favorece un poco al clan Min. Si quieren que las mentiras funcionen, probablemente estén usando a los familiares del príncipe. Miho debería estar a salvo.

Un rayo de esperanza alejó las nubes grises de la mirada azul de la Matriarca, como los rayos de sol que descongelan parcialmente el océano. Consiguió respirar profundamente y detener el temblor de su cuerpo. Agradeció el rápido y lógico razonamiento del omega.

La gratitud impulsó su deseo de ser completamente honesta con Park Jimin.

—Señor Park, fuimos informados de la situación del General por el portavoz del falso Príncipe Min, que parece tener el control de muchas cosas... —ella tragó en seco y sostuvo la mirada de Jimin. —Provocó y coaccionó al rey para que verificara la identidad de Min Yoongi. Y si se demuestra que el farsante es en realidad el propio príncipe, entonces Su Majestad aceptaría el duelo real.

—¿Qué es un duelo real? —Jimin no sabía qué significaba eso, pero ya podía sentir escalofríos dentro de su pecho incluso antes de que Yoojung lo explicara.

—Es cuando los parientes cercanos luchan en una batalla corporal por la posición de gobernante. Estas peleas suelen darse sólo en casos extremos, ya que destituir a un rey del trono de Adaman es complicado, ya que está ahí principalmente porque tiene influencia y apoyo en la Mesa de Plata. Pero, Señor Park... Nuestra corte ha estado dividida desde la muerte de la concubina Min Hyuna. Y el rey lo sabe. Así que si prueban que el Príncipe Min está vivo, algunos nobles discutirán...

—¿¡No miran esos hijos de puta lo que Jungkook ha hecho por ellos todo este tiempo!? —la ira hizo hervir la sangre del omega.

—Infelizmente algunos de ellos ni siquiera recuerdan que estamos con el Omega de Plata.... Oh, por los dioses, ¿¡qué estoy diciendo!? Mil perdones, no quise rebajarlo. —tartamudeó Yoojung con una mano en los labios. Jimin sacudió la cabeza y le ofreció una sonrisa melancólica.

—No pasa nada. No te culpo. En realidad, no culpo a nadie. No soy bueno en esto, apenas puedo hacer crecer algunas plantas y que algunos pájaros vuelen hacia mí. Tus leyendas hablan de un tipo realmente poderoso, yo no... no soy ninguna de esas cosas. —No le sorprendía que se estuvieran olvidando de él, así que suspiró y se removió en la cama, expulsando los pensamientos innecesarios por el momento. —Bueno, nos ocuparemos de ello más tarde. Quiero saber cuándo van a descubrir la identidad del príncipe.

—Debe haber ocurrido no hace mucho tiempo. Los braseros!de la pared arderán con llamas rojas si es realmente él, y con llamas azules si es un farsante.

Con eso, el omega miró la ventana más cercana de la habitación. Sintiendo una ligera dificultad, se arrastró fuera de la cama, se apoyó en un sillón hasta llegar a la cornisa que daba a la vista.

El muro se elevaba en la distancia, cortando el horizonte por la mitad y dejando ver sólo el cielo del otro lado. El sol salía con fuerza y su luz se reflejaba en la blanca nieve que lo cubría todo, lo que dificultaba al principio la visión de los enormes braseros de la gran muralla.

Cuando vio las llamas rojas que adornaban los alrededores del cuartel de los soldados, Jimin sintió que su propia alma se escapaba por las extremidades de su cuerpo.

—Señorita Yoojung, esas llamas... Son rojas.

Yoojung siguió su mirada, y cuando la vio, sus ojos se oscurecieron.

—Señor Park, la razón por la que vine aquí fue una petición de Su Majestad. Debería actuar si llega este momento.

—¿Qué te dijo Jungkook?

—Quiere mantenerlo lejos de aquí temporalmente, sólo hasta que resolvamos toda esta situación en la capital. Su estabilidad y comodidad emocional y mental son vitales.

Jimin apretó el alféizar de la ventana.

—¿Quiere que nos alejemos de nuevo? ¿Y cómo diablos se supone que voy a salir de la capital si todo está cerrado por el asedio? —su mente dió vueltas. —¡Maldita sea! Va a usar los globos para enviarme lejos.

—Señor Park no irá solo. Los niños y los inválidos también irán. Yo iré a escoltarlo hasta la fortaleza de los Choi.

—¡¿Vamos a la costa?! ¿¡Qué cosa tiene Jungkook en la cabeza!? —Hayang, la región del clan Choi, estaba casi tan lejos como la ciudad de Gwang. Serían semanas de distancia, semanas de tener que comunicarse a través de cartas que nunca fueron suficientes para calmar la nostalgia. El Omega no quería volver a experimentar eso, más aún en medio de una situación tan alarmante e incierta. —¿Por qué cree que yo no puedo manejar también las cosas? Siempre apartándome, siempre, como si no nos lastimara.... Ya sé que no puedo hacer mucho, y que soy prácticamente inútil, pero... ¡Argh!

El chico visualizó entonces a los sirvientes y a los soldados que lo observaban de pie frente a la puerta, como si esperaran algo, tal vez alguna orden de la señorita Choi.

Probablemente estaban allí para llevarlo a los globos.

—No tengo otra opción, ¿verdad? —preguntó.

—Su seguridad y su salud son esenciales. —la cara de Yoojung era un pozo lleno de culpa y arrepentimiento.

Jimin desvió la mirada hacia el paisaje más allá de la ventana, hacia el alto muro que rodeaba todo Adwan. Suspiró profundamente, frunció el ceño y tomó una decisión.

—Dos palabras para todo esto: Mi. Culo. —rápidamente se pegó a la cornisa, sacó la cara y gritó Help! de los Beatles tan fuerte como pudo: —HEEEELP!
NEED SOMEBODY! HELP!

Esa canción había funcionado la primera vez, hace meses. Esperaba obtener el mismo resultado en ese momento crítico. No se dejaría llevar por nadie, ni se quedaría quieto como una roca inerte sin probar algo antes.

Para su alivio, un enorme cóndor del desierto entró en la habitación a través de la ventana, sobresaltando a todos los que estaban dentro excepto a Jimin. El chico sonrió con una sonrisa de satisfacción y adrenalina.

—Muy bien, grandullón, es exactamente algo como tú lo que quería. —Jimin se acercó al animal sin miedo y levantó los brazos para facilitarle el trabajo.

—¿Señor Park? —Yoojung perdió todo el color de su cara.

—Lo siento, señorita Choi, pero es hora de que interfiera. ¡Adiós, goodbye y sayonara! —el pájaro agarró a Jimin por las axilas y salió flotando por la ventana, llevándolo hacia el cielo.

Un momento después, se pudo ver una pequeña bola blanca y plateada con cuernos flotando bajo las garras de un enorme pájaro y pasando cerca de las torres del castillo. Si no fuera por la situación actual, la absurda escena habría sido bastante cómica para todos los que la observaron.

🌔🌘👑🌖🌒

Cuando Jeon Jungkook vio las llamas rojas en la pared, como adornos de rubí en una corona de hierro oscuro, se cubrió de una ola de sentimientos en profusión.

La confirmación de que Min Yoongi estaba vivo fue lo primero que se le pasó por la cabeza, lanzándole buenas dosis de felicidad que le calentaron el pecho en un instante. Pero luego vinieron los pensamientos de lo que eso podría significar, y el recuerdo de lo que había despertado unos momentos antes.

Un verdadero duelo. Un duelo que, la mayoría de las veces, se desarrollaba hasta la muerte de uno de los contrincantes.

El calor en el pecho del rey se desvaneció tan pronto como surgió, y dejó atrás una confusa amargura, una profunda sensación de inseguridad.

Jungkook no entendía. ¿Por qué había sucedido esto? ¿Por qué su hermano volvió de entre los muertos y exigió tal cosa, trayendo incluso un ejército para que sus deseos fueran escuchados?

Y lo que es peor, si realmente era Min Yoongi, ¿estaba su propio hermano involucrado en el ataque al clan Jeon?

¿Por qué?

Volvió a la sala del trono para esperar allí al príncipe revivido, como era costumbre al inicio de los duelos reales. La lucha tendría que tener lugar frente al trono de plata, como forma de demostrar a los dioses que el ganador era digno de ocupar el poderoso asiento. Los soldados debían quedarse sólo para observar el desarrollo del duelo y evitar que alguien interfiriera.

La nobleza participaría como testigo, y tendrían que aceptar al que se pusiera de pie al final como su nuevo soberano.

Los minutos se alargaban, los murmullos a su alrededor se intensificaban cada vez más, su mente era un torbellino de pensamientos, hipótesis y sensaciones. El lobo en su núcleo sintió su acercamiento, pero en lugar de calor fraternal, envió la llama ardiente a sus venas. Sus instintos captaron una energía extraña, una criatura peligrosa... O tal vez dos. Tres.

Las puertas de la sala se abrieron.

El silencio se instaló, dejando sólo el sonido de los pasos del grupo que se acercaba. Había siete personas en total, sin contar la guardia real de Adaman que Jungkook había enviado. Dos de los soldados de Eliah les siguieron detrás de tres jóvenes altos, visualmente intimidantes, de aspecto y rasgos llamativos. La matriarca Min los acompañó y Jung Hoseok caminó junto a quien tenía un rostro demasiado familiar.

Los murmullos volvieron a ser masivos.

—Realmente es él.

—¡El Príncipe Min está vivo!

—El príncipe parece diferente... Volvió de entre los muertos sano y fuerte.

Jungkook tragó en seco ante la imagen de su hermano. Sus fosas nasales captaron un extraño aroma a su alrededor, pero era demasiado sutil, como si hubiera un velo que ocultara algo. Aparte de eso, sintió todo tipo de emociones posibles y un creciente deseo de abrazarlo.

Tuvo que contenerse.

—Estás vivo. —murmuró mientras Yoongi se acercaba. El rostro del príncipe era sombrío.

—Sí.

—Yo... ¿qué está sucediendo, hermano? —la mirada de Jungkook al príncipe fue tan penetrante y dolorosa que consiguió romper parte de su frío semblante. Un fragmento reacio dentro del núcleo de Yoongi se agitó.

Al notar esto, Seokjin se acercó y tomó la palabra, usando su atractiva e influyente labia.

—Su Alteza Real está aquí para ganar su posición como legítimo soberano de Adaman. Eso es lo que está sucediendo.

Jungkook entrecerró los ojos ante el hombre zorro, notando las nueve colas que revoloteaban detrás de él. El rey olió el extraño aroma que provenía de esa persona y se dio cuenta de que ese aroma se cernía con mucha fuerza sobre Yoongi. Eso unido a los recuerdos del asedio de Gwang y las trampas de los zorros en el castillo hicieron que Jungkook razonara rápidamente.

Sus ojos se convirtieron en dos infiernos brillantes.

Pero antes de que pudiera perder parte de su compostura, todos oyeron un grito fuerte y desesperado que parecía acercarse.

—¡ESPERA AHÍ! ¡ESPERA! ¡ALTO TODO! —Jimin apareció como una hoja arrojada por el viento. Pero en lugar del viento, un inmenso cóndor del desierto lo llevó a la sala del trono a toda velocidad. La cara del pobre omega oscilaba entre el verde y el azul, pero llevaba una determinación implacable.

Aterrizó en el suelo cerca de Jungkook, y cuando fue liberado por las garras del pájaro, se tambaleó hacia donde el grupo estaba de pie observando todo con caras de asombro.

—Jeon Jungkook, ¡me voy a arrancar un trozo de cuerno y te lo voy a rasguñar por toda la cara! —dijo, sin calcular bien sus pasos hacia el rey, por lo que empezó a desequilibrarse hasta el punto de chocar con su pecho, y Jungkook lo sujetó con fuerza.

—Jimin, eso fue peligroso. No deberías...

—¡"No debería" una mierda! Pretendías alejarme y pelear con tu... Con tu hermano. —la mirada del omega se dirigió a Yoongi y, al igual que Jungkook, notó que había algo extraño en el príncipe. Los ojos amarillos, que le habían ofrecido amabilidad y amistad en el pasado, eran ahora fríos como esferas de hielo dorado. Los murmullos de los espíritus también le pellizcaron los oídos de nuevo.

Y por si fuera poco, una voz detrás de Yoongi lo llamó:

—¡¿Jimin?!

El chico sintió que todo su cuerpo se tensaba. Frunciendo el ceño todo lo que pudo, giró la cara y miró fijamente a la persona que lo mencionó.

Kim Taehyung no había cambiado desde el día en que se encontraron en ese mundo. Las sutiles venas de los lados de su cuerpo eran un detalle puntual que no alteraba su reconocimiento. La única discrepancia visible era la mirada sobria y firme, sin temblores ni miedos aparentes. Taehyung no parecía estar a punto de perder el control, como aquel fatídico día.

—¿Qué está pasando aquí? —interrogó Jimin bruscamente, analizando a su amigo del otro mundo y luego a los demás de su grupo.

El omega bajó los ojos a las colas del desconocido cerca de Taehyung y su razonamiento fue paralelo al del rey. Sin embargo, a diferencia de Jungkook, su conflicto no era todo sobre Min Yoongi.

—Ese es el tipo que creó el caos en el castillo con esos zorros, ¿no es así? —exigió saber Jimin, sin apartar la vista de Taehyung. —Es el que me advertiste aquel día, ¿verdad? ¿Por qué parece que trabajan juntos ahora?

—Jimin...

—Y es por este tipo que él murió. —Jimin señaló a Yoongi. La atención del príncipe, que parecía distante y centrada únicamente en Jungkook, notó lentamente la presencia de Jimin, introduciéndolo en la discusión.

Jeon Jungkook se congeló a su lado, reviviendo el día de la muerte de Yoongi y siendo devorado por los recuerdos.

—¿Cómo demonios se convirtieron en un grupo? No tiene sentido. —Jimin seguía buscando una respuesta en la mirada de Taehyung.

—No es para que tenga sentido, nosotros sólo queremos acabar con esta mierda.

—¿Qué?

—¡Estoy hablando de volver a casa! Jimin, Seokjin también es de nuestro mundo. —Taehyung se refirió al hombre de las nueve colas. —Tenemos que juntarnos los dos, encontrar un camino de vuelta, y no actuar como si fuéramos... —personajes, eso es lo que quería decir, pero su conciencia le impedía hacerlo delante de Yoongi, Jungkook y los demás.

Aunque no entendía entre líneas el discurso del extraño chico que discutía con Jimin, Jungkook entendía el significado de "volver" y "volver a casa". Una dolorosa punzada le golpeó en lo más profundo del pecho, y pronto buscó la mano del omega para sujetarla con fuerza.

En respuesta, Jimin entrelazó sus dedos con los de él, en un mensaje silencioso que decía "Está bien, estoy aquí y no pienso irme".

—Gracias por la invitación, pero no. Esta gente y él... —el chico señaló al rey que estaba a su lado. —No es tan sencillo. No voy a actuar con indiferencia ante todo esto sólo porque vengo de otro lugar.

Taehyung miró rápidamente de soslayo a Seokjin y tragó en seco al notar la impaciencia en su semblante. El hombre zorro era imprevisible y definitivamente no tenía nada que perder, absolutamente nada. Estaba cansado y a un paso de conquistar sus objetivos, así que si Jimin seguía así de reacio, las cosas podrían acabar mal.

Así que el chico instó a su amigo:

—Jimin, nada de esto es real. Este lugar... Piensa, tratemos de encontrar una manera de salir de aquí para que te libres de esa... esta cosa. —Taehyung señaló el alto vientre del omega.

"Esa cosa". Para Jimin, fue como recibir una oleada de agua fría, o una fuerte y vergonzosa bofetada en la cara. En una fracción de segundo, se avergonzó de su propia imagen, de lo que había aceptado para sí mismo, y de todos sus sentimientos hacia su "nueva" vida. Se escondió un poco detrás de Jungkook, usando al alfa como una especie de escudo. Esta actitud estimuló el siguiente discurso de su amigom

—He oído lo que te ha pasado. Estas cosas que sientes, sólo existen aquí, Jimin. Estarás bien cuando nos vayamos.

—Te equivocas. —balbuceó el omega.

—¿Lo hago?

"No lo hace", una vocecita reticente que formaba parte de su lado escéptico a todo gritó desde el fondo de la mente de Park Jimin. Ya conocía esta posibilidad, y también había pensado en todas las cosas que Kim Taehyung estaba sacando a relucir ahora, pero prefirió arrojarlas a alguna parte inaccesible de su núcleo durante su estancia en Adaman. No quería aceptarlo, pero ahora, frente a Taehyung, parecía más bien alguien que ha cerrado los ojos a la realidad y se ha sumergido en un mundo surrealista, admitiendo para sí mismo hasta el más absurdo de los acontecimientos. El libro escondido en su armario era la prueba evidente de que algún día tendría que poner fin a esa gran broma. Los papeles se estaban acabando, las hojas restantes se iban llenando cada vez más. Y cuando llegara el final, todo lo que Jimin había cultivado allí... ¿Qué quedaría?

Entonces Jimin no se inmutó por la propuesta de su amigo del otro mundo, definitivamente no iba a dejar el lado de Jungkook para ser parte de lo que sea que fuera toda esa escena. Lo que realmente hizo que el chico se encogiera y se cerrara como un caparazón detrás del rey fue el sórdido recordatorio de que en algún momento él tendría que decir adiós a todo eso y despertar.

Jungkook, al notar y percibir la incomodidad de su compañero, olvidó momentáneamente el shock causado por el reencuentro con su hermano y lanzó una furia abrasadora en dirección a Kim Taehyung.

—Haz que tu perro deje de ladrar, antes de que yo lo haga por él. —le dijo a Yoongi.

El príncipe parpadeó, distante y enfadado, comportándose de nuevo de forma extraña. El olor del zorro se hizo más fuerte, como si la influencia que lo rodeaba mantuviera algún tipo de control allí.

Entonces el rey no perdió el tiempo con la marioneta que tenía delante y disparó directamente al hombre de las nueve colas.

—¡Tú! Identifícate y declara sus intenciones.

Seokjin forzó una sonrisa y actuó de acuerdo con su papel en ese momento:

—Mis acciones se realizaron sólo para el ascenso del verdadero rey. —reverenció a Yoongi en una pose teatral.

Jungkook no se tragó esa letanía.

—Vi a mi hermano muerto. Este que tengo delante es diferente. Respira y huele diferente. ¿Qué le han hecho? —sus notas hicieron que las personas que escuchaban la conversación se pusieran rígidas. Jung Hoseok era uno de ellos. Temblaba en silencio, una parte de él se negaba a ver esa verdad.

Después de todo, Min Yoongi estaba vivo, nada más debería importar...

—Tantas interrupciones... Tantas conversaciones innecesarias... —habló el príncipe, por primera vez actuando activamente desde la reunión. La atención se volvió hacia él, hacia sus ojos luminosos. —Soy yo, Jeon Jungkook. O una versión menos sumisa de mí. —su mirada a su hermano era lenta, como si sus pensamientos se ensamblaran y organizaran lentamente, bajo un razonamiento lineal culpablemente enfermizo.

—"¿Menos sumiso?" —dl semblante del rey se ensombreció. El único brillo era el rojo de sus ojos. -Me enteré de lo que pasó en Rangkee con mi familia. El viaje de la carta puede haber sido manipulado por este hombre, —miró rápidamente a Seokjin. —pero el sello, los códigos y la letra insertada en él por el general Kim eran reales. En este caso, también lo era su contenido. ¿Así que diezmar a todo un clan es ser menos sumiso para ti?

—El clan Jeon cometió crímenes.

—¿Eso es lo que te dijo ese desconocido? —Seokjin seguía siendo el tema de discusión, y le divertía mientras permanecía callado en su rincón. —¿No te diste cuenta de que sólo facilitaste lo que estaba planeando al matar a las únicas personas capaces de resistir sus conjuros?

El razonamiento de Jungkook sorprendió incluso a Park Jimin. El muchacho, en su lánguido silencio, se dio cuenta por primera vez, con el discurso del joven rey, de la profundidad de la manipulación que allí existía.

Su mente volvió a trabajar: Si el hombre de las nueve colas era realmente del otro mundo, ¿cuáles eran sus razones para actuar así? ¿Se había puesto en el papel de villano y ahora trabajaba para que su personaje alcanzara la gloria a través del Príncipe Min? Siguiendo esa lógica, todos los que se resistieran a la hipnosis de los zorros podrían interferir en sus planes, y eso no sólo incluía a los que tenían sangre Jeon, sino a él mismo, que era el Omega de Plata en ese mundo. Porque, al fin y al cabo, el clan de los Lobos Nocturnos había heredado la protección del Omega de Plata desde hacía cientos de años.

Siendo ese el caso, ¿fue por esa razón que Taehyung había insistido en que Jimin fuera con él, pues sabía que si no lo hacía, el hombre zorro podría hacer algo?

El Omega interpretaba ahora varias cosas al ver la angustia en el rostro de su amigo.

—Bueno, como tu río abuelo había dicho... —el tono decepcionado y amenazante en la voz de Min Yoongi hizo que Jimin volviera a la discusión que tenía lugar entre él y Jungkook. —Ese maldito Bongha... dijo que no te importaría... Que ignorarías las cosas que hizo tu sangre.

—No sé de qué estás hablando. —Jungkook apretó la mandíbula al notar que las feromonas agresivas de Yoongi creaban una atmósfera densa a su alrededor. También vio al hombre zorro, Taehyung dudando, y a los soldados de Eliah retrocediendo unos pasos.

Entonces la Matriarca Min fue lo suficientemente amable como para acercarse a Jimin y alejarlo. Jung Hoseok fue el único que resistió la sofocante presencia del príncipe y permaneció a su lado hasta que no pudo soportarlo más y dio un paso atrás.

Las esquinas de los ojos de Yoongi acumularon un lamentable enrojecimiento, frustración palpable y lágrimas. Uno pensaba que era la ira y la impaciencia que le consumían por completo, y que por eso reaccionaba así; pero en realidad, era su yo interior el que entraba en conflicto, intentando luchar contra lo que le había convertido en una bestia salvaje.

—Tu madre no te dijo nada, entonces. Pero, ¿por qué siempre es así? ¿Por qué, aunque no hayas sido el príncipe más frágil, siempre fuiste el más protegido en todas las circunstancias, eh, Jungkook? —la voz de Yoongi temblaba y se deformaba más con cada palabra. —Bueno. Ya no importa. Estoy cansado de tanta palabrería. He venido a reclamar lo que es mío, así que lo haré.

El dolor cruzó el semblante del rey. A pesar de que su alma estaba herida por saber que Min Yoongi estaba implicado en la muerte de los miembros de su familia, quizás incluso en la muerte de su madre, todavía se resistía a mantener los lazos fraternales que le unían al otro.

—¿Así que realmente acabaremos así, en un duelo?

—¿Estoy dudando, Jeon Jungkook?

—No, no lo estás. —Pero Jungkook observó cómo las lágrimas rodaban por el rostro de su hermano, y no parecían estar llenas de odio. Sin embargo, ¿qué había que hacer? Ninguna de las acciones del príncipe podía ser ignorada o simplemente perdonada. El duelo real era, en verdad, el medio más sencillo y menos tortuoso de resolver los dilemas nacidos entre los dos hermanos.

Con eso en mente, el joven rey lanzó una mirada llena de pesar a Park Jimin.

"Lo siento", sus labios dieron forma a las palabras. A continuación, movió dos dedos en señal a sus soldados, que actuaron de forma obediente al soberano.

—¿Q-qué? —Jimin luchó bajo las fuertes manos
de la guardia real e intentó liberarse de ellos invocando sus poderes, pero apenas consiguió hacer brotar unos centímetros de frágiles plantas, que fueron aplastadas por las botas de los soldados.

La mirada desesperada del chico hizo que Jungkook se sintiera terrible y angustiado, sus instintos querían liberarlo de lo que él mismo había causado, en una cáustica contradicción.

—¡Jungkook! —gritó el omega mientras era llevado por el guardia. Su negativa a cooperar en la huida acabó por frenarle. Siguió intentando desenredarse de aquellas manos que le sujetaban con cuidado para no volver a la línea de fuego.

Fue entonces cuando intervino la matriarca Min. Se acercó a él, le tocó la cara y le dijo afligida:

—Las espinas de la rosa son demasiado fuertes. Es necesario podarlas, pero aún no has aprendido a hacerlo, mi joven dios.

Entonces ella apretó las sienes de Jimin. El chico sintió como si la anciana le hubiera inyectado un sedante con sólo tocar su piel, lo que le provocó una repentina debilidad y lo hizo desmayarse.

La guardia real, después de haber tenido mucho trabajo, condujo al omega fuera del castillo, con la matriarca Min pisándoles los talones. Siendo la abuela del príncipe la responsable de los sucesos de ese día, su presencia allí era una incógnita para los soldados, pero decidieron hacer frente a las circunstancias después de haber obedecido la orden real de llevar a Park Jimin a los globos. Así que siguieron adelante.

🌔🌘👑🌖🌒

Jeon Jungkook arrancó la cadena de plata que unía su capa a los hombros del traje real y la tiró. El sonido sordo de la tela cayendo al suelo y las botas de los dos hermanos caminando lentamente alrededor de la sala del trono, rodeándose el uno al otro como dos depredadores escudriñando a su oponente antes de hacer su jugada, fueron los únicos ruidos presentes al principio, mientras todos los que observaban la escena permanecían en una tensa y ansiosa quietud.

Cuando el rey y el príncipe se transformaron, comenzó el duelo.

La figura lobuna de Jungkook era enorme, negra como la noche y con dos lunas rojas, con los ojos encendidos. Su aparición en esta forma siempre provocaba temblores en todos los que le veían -a excepción de Jimin, que sentía cualquier cosa menos miedo cuando estaba cerca del joven rey- y sus feromonas, que brotaban más libremente así, eran como la brisa que anuncia una brutal tormenta, o como el humo que predice una erupción volcánica. Ilusoriamente suave al principio, implacable y mortal al final.

Y frente a él, en una apariencia opuesta a la de Jungkook, Min Yoongi se reveló como algo que nunca tuvo la oportunidad de ser en el pasado. Su cuerpo de lobo cuadrúpedo era quizá el doble de grande que el anterior, con un pelaje amarillo que brillaba como el oro puro y afilado, patas tonificadas con músculos saltarines y enormes caninos y garras que serían capaces de decapitar a alguien de un solo golpe. Era una máquina de matar con feromonas corrosivas que apestaban a sangre.

Tras un empujón de las patas traseras, los dos saltaron con las garras expuestas y las mandíbulas abiertas, y entonces se dieron los primeros golpes. Sonaron ladridos y gruñidos mientras se mordían mutuamente la carne, arrancando mechones de pelo negro y dorado y varias gotas de sangre. De la sangre que ambos compartían.

Jungkook se dio cuenta del impacto de la nueva fuerza de Yoongi y comprendió que no podía tomarlo a la ligera. El Príncipe Min ahora era claramente un digno oponente. Tal vez era incluso más que eso, con el peso aplastante que podían ofrecer sus patas, sus poderosos dientes afilados y la agilidad de un monstruo incansable.

Sin embargo, aunque era consciente de ello, cometió el error de elevar su atención a un susurro en un punto lejano, pronunciado por el chico llamado Taehyung.

—¿Qué demonios estás haciendo? —le preguntó al zorro, que observaba la pelea con interés.

—Es demasiado arriesgado dejarlo escapar. Tengo que traerlo de vuelta, convencerlo por su cuenta, ya que tú no pudiste.

—¡No envíes a tus soldados tras Jimin!

"¿Soldados?" La mente de Jungkook se vio invadida por una neblina de salvajismo y fatalidad, lo que le hizo perder la concentración, abriendo una gran brecha para que Min Yoongi se acercara y le lanzara un zarpazo a su rostro lobuno.

La fuerza del impacto fue brutal y empujó a Jungkook directamente al suelo.

—¿Dónde estás mirando? A ustedes les gusta tanto subestimarme. —gruñó el príncipe, enseñando los dientes.

El error de Jungkook le causó heridas en un lado de la cabeza y en el interior de la boca. Escupió sangre mientras se levantaba y recuperaba sus sentidos.

La conversación entre Taehyung y Seokjin continuó:

—Voy a por él. No me fío de ti ni de tu forma de convencer a la gente.

—Será mejor que lo traigas de vuelta, Taehyung... —el rostro del hombre zorro era sombrío, y se ensombreció aún más cuando el chico le dio la espalda y se fue tras su amigo.

Con parte de su atención todavía en esa rápida discusión, Jungkook se obligó a no seguir al chico. Se sintió algo aliviado de que los soldados enemigos no hubieran sido enviados tras Jimin, y quiso creer las palabras del omega cuando dijo una vez que Taehyung era su amigo. Si realmente compartían una amistad, no se harían daño el uno al otro .... ¿Verdad? En cualquier caso, necesitaba confiar en la fuerza de su guardia real, sobre todo porque había guerreros de la manada del clan Jeon entre ellos, lobos que la comandante Sirah había dejado bajo las órdenes del joven rey cuando se separaron aquel día antes de regresar a las tierras de los lobos nocturnos con
Jeon Haerin.

La dirección de sus pensamientos terminó por dejarle un sabor amargo en la garganta que no tenía nada que ver con la sangre del moretón en la boca. Jeon Haerin y Sirah probablemente estaban muertas para entonces, al igual que el resto de la manada Jeon. Al igual que el resto de su clan. Todos sus familiares, desde los niños más pequeños hasta los ancianos...

Qué horrible y atroz maldición. El dolor en el pecho de Jungkook le devolvió la concentración en la lucha. Esquivó en el último segundo de tener su yugular perforada por los caninos de Min Yoongi. Después de un sigiloso empujón, giró y arañó profundamente las costillas del príncipe.

Notó la musculatura gruesa y gomosa de la carne de su hermano, algo anormal que sus garras nunca habían tocado.

No, si lo hicieron. En ese momento, en su noche de luna de hace varios meses. Cuando Jungkook había defendido a Park Jimin de la bestia que había invadido el castillo. El alfa aún podía recordar la extraña sustancia que recubría el cuerpo de la criatura, una carne endurecida como una armadura natural. increíblemente resistente.

Con ese recuerdo, al joven rey le llamó la atención algo más, y quiso sacarlo a colación mientras su hermano y él caminaban en círculos, uno frente al otro.

—Mira en lo que se ha convertido. Tu olor, tu mirada.... ¿Qué te han hecho? —Jungkook crispó el puente de su hocico, irritado por ese maldito miasma que se había revelado tras la transformación de Yoongi.

—Concéntrate en la lucha, Jungkook. —advirtió el príncipe, afilando sus garras ensangrentadas en el suelo del pasillo.

—Apestas como la bestia que mató a tu madre. ¿No te importa eso? —de hecho, era Jungkook el que estaba más preocupado de los dos.

Pero Yoongi, en su retorcida conciencia, interpretó la pregunta como una odiosa provocación.

—Qué ironía... También apestas como ella... Al igual que la perra que mató a mi madre. —gruñó. —el aroma de la consorte aún supura en mis fosas nasales.

La burla en la voz del príncipe y la información que lanzó hicieron que el cuerpo de Jungkook se estremeciera. Una dolorosa punzada palpitó en lo más profundo de su núcleo. Avanzó en otro ataque, esta vez utilizando su fuerte mandíbula para golpear las patas de su hermano y debilitarlo un poco.

Tras unos minutos de lucha, Jungkook y su hermano compartieron cortes en sus cuerpos y derramaron sangre por el suelo gris. El rey notó que su respiración era un poco más agitada que la de Min Yoongi.

—¿Por qué? Dame una razón por la que estás hablando y haciendo tantas tonterías  —la tristeza le invadió. —Tú no eres así, nunca lo fuiste.

Yoongi ladró, pasando su larga lengua por la primera fila de dientes puntiagudos.

—Yo era demasiado débil para serlo. ¡Para ver! —dijo gruñendo.

—¿Así que la debilidad era lo único que te permitía verme como un hermano?

—¡Cállate! —las comisuras rojas de los ojos del príncipe se hicieron más evidentes y se llenaron de lágrimas. Una intensa confesión tenía lugar en su interior.

—¿Realmente la mataste? —la pregunta de Jungkook fue como un soplo de desesperación. _¿Realmente los mataste a todos? —no quería creer que fuera real.

—¡ELLOS ME MATARON PRIMERO! Jeon Haerin, tu abuelo... todos ellos... ¡todos en conjunto! Ellos arrancaron de mi la sangre de mi sangre. _Yoongi se adelantó, sus ojos amarillos brillaban con ira y tristeza. —Te convertiste en rey porque clan Min fue humillado. ¡Tu corona está manchada con la sangre de Min Hyuna, Jeon Jungkook! ¡NO ERES DIGNO!

Min Yoongi lanzó la garra más fuerte a una velocidad que Jungkook no estaba preparado para manejar. Tenía el pecho desgarrado violentamente, pero su mente ya no estaba tan preocupada por esas heridas.

—¿Q-qué? —la voz del joven rey era un soplo de incredulidad y tristeza. Estaba tan perplejo que dio unos pasos atrás y volvió a su forma humana. Todo su cuerpo presentaba magulladuras y cortes a causa del duelo, y la sangre manchaba y empapaba sus ropas, a pesar de que su tejido era demasiado grueso.

Min Yoongi también volvió a su forma humana. Tenía muchas heridas, pero no tantas como Jungkook, ya que su carne, como se ha dicho antes, era una armadura natural difícil de atravesar.

Se miraron en silencio, jadeantes y espiritualmente distantes. Los lazos fraternales muertos como las flores de primavera bajo ese duro invierno.

🌔🌘👑🌖🌒

Cuando Jimin se despertó, ya estaba en uno de los globos que iban a viajar a Hayang, la tierra de los Choi. El movimiento a su alrededor era frenético, por lo que, al principio, al chico le costó entender lo que estaba pasando y situarse. Pero en cuanto siguió la familiar voz de Choi Yoojung, que daba órdenes mientras organizaba a todos los miembros de la tripulación en cestas de globos, Jimin recordó lo que tenía que hacer.

—Debo... ir. Tengo que parar ese duelo. —tartamudeó, forzando su cuerpo para poder saltar fuera de la enorme canasta.

Unas manos se lo impidieron.

—¡Déjame ir! Suéltame. —luchó, con la voz quebrada.  —¡Por favor, tengo que ir! Tengo un mal presentimiento sobre esto. Por favor...

Soobin, que también estaba en la cesta, vio la angustia de Jimin y lo abrazó, llorando en silencio.

El pequeño estaba asustado por todo ello.

—¡Park Jimin! —por encima de la caótica conmoción entre las docenas de globos, fue posible escuchar la llamada de Kim Taehyung. Había seguido el rastro de Jimin hasta allí y ahora intentaba intercambiar unas palabras, pero la guardia real le impidió acercarse.

—¡Espera! Quiero hablar con él. —dijo Jimin. Al menos esa petición fue concedida por los soldados.

Con el camino abierto, Taehyung se detuvo frente al globo donde estaba su amigo.

—Jimin, por favor detén esto. Vuelve conmigo y coopera con nosotros. —sacudió los hombros de Jimin y le dirigió una mirada urgente. —Ese tipo, Seokjin, no sé lo que podría intentar hacerte después de hoy. Sólo sé que no tiene nada que perder, es completamente impredecible. Tienes la capacidad de arruinar sus planes, así que si huyes, ese tipo no dejará de perseguirte.

—Taehyung, no voy a quedarme mirando mientras haces daño a Jungkook...

—¡Escúchame! ¡Escucha! Intentemos encontrar una forma de salir de aquí. Seokjin tiene muchos poderes y sabe mucho sobre este lugar. Es nuestra mejor oportunidad. Dejemos que consiga lo que quiere y...

—¡Lo que quiere es poner a Min Yoongi en el trono, ¡pero para eso Jungkook tiene que morir! —Jimin apartó a Taehyung, con los ojos pesados.

—Jungkook no es real, Jimin... Actuar así no es saludable.

Sacudiendo la cabeza y conteniendo los labios para que no le temblaran, el omega sujetó la túnica alrededor de Taehyung y murmuró:

—¡Ahora escucha! Si realmente te importa mi salud o lo que sea. O más bien, si quieres que viva, entonces vuelve al castillo y ayuda a Jungkook. Estoy vinculado a él, así que si uno muere, el otro muere. —el mero pensamiento hizo que el nudo en la garganta de Jimin se rompiera. Estaba temblando por todas partes. —Si eso es todo lo que te importa, entonces, por favor. No sé si puede ganar, hay algo mal, puedo sentirlo.

—¡LOS GLOBOS SALDRÁN AHORA! —la voz de Yoojung anunció el inicio del retiro. Los globos ya empezaban a flotar sobre el suelo.

Taehyung, aturdido por la reciente información que le dio Jimin, lo miró con asombro.

—¿Vinculado? E-eso... no lo sabía. Yo... Pero no debería ser real. Algo así no debería afectarte.

—¿Así cómo convertirte en una bestia irracional no te afectó, Taehyung...? —los ojos rojos de Jimin estaban impregnados de frío dolor. Su cesta empezó a despegarse del suelo.

Sin saber cómo actuar, Taehyung dio dos pasos hacia atrás tambaleándose y bajó la mirada para observar la nieve bajo sus pies. Sus pensamientos flotaron hacia las breves explicaciones que Seokjin le había dado sobre ese mundo. En ningún momento el hombre-zorro le había dicho nada sobre las consecuencias tras la muerte de una de las dos personas vinculadas. No le había dicho varias cosas. Esto le llenó de ira. Fue la gota que colmó el vaso.

Se giró rápidamente para volver a la sala del trono
y tratar de detener la realización de los planes de Seokjin.

Una parte de él odiaba tener que tomar esa medida, simplemente no le gustaba la idea de convertirse en un estorbo o enemigo del otro, tanto por razones estratégicas como sentimentales. Pero alguien tenía que detenerlo en ese momento. Había que acabar con la teatralidad.

Los globos ya se veían a unos metros de altura en el cielo cuando Taehyung llegó a la sala del trono.

El duelo real seguía su curso, lleno de violencia y sangre. Dos enormes criaturas se mutilan horriblemente en el centro de la sala, llenando el aire con el férreo olor de las heridas expuestas. Jungkook y Yoongi estaban intercambiando gruñidos y palabras hirientes en ese momento.

Taehyung se centró en Seokjin. En cuanto lo vio, se convirtió en un lobo y saltó sobre él, inmovilizándolo en el suelo.

—Hm, qué déjà vu... —las colas se balancearon al mismo ritmo lento que su voz. En cambio, los ojos dorados miraban al lobo con una promesa amenazante.

—Detén al Príncipe Min. ¡Detén todo esto ahora!

—No.

—Si ese rey muere, mi amigo se verá afectado. ¡Lo sabías! ¡Sé que lo sabías! —los dientes de Taehyung estaban a centímetros de la garganta de Seokjin. —Usa tus poderes y haz que Yoongi se detenga, o si no...

—¿O qué? ¿Me vas a mutilar el cuello? Adelante. —la sugerencia casi suicida de Seokjin tomó al chico por sorpresa. Durante una fracción de segundo, se arrepintió de ofrecer esa alternativa y se sintió culpable, pues sabía que el peso de esa propuesta sería diferente para el otro. Esa culpa atravesó la mirada del lobo como un rayo de luz, y fue captada por los agudos ojos del hombre zorro.

Odiaba esa lástima en el rostro de Taehyung y lo arrojó con un empujón de poder.

—Olvídalo. Has perdido tu oportunidad de detenerme.

Seokjin reunió el resto de sus fuerzas, formando una espesa niebla naranja alrededor de sus brazos. —Tendré que encadenar al cachorro hasta que se calme.

La niebla voló hasta enredarse en el cuerpo de Taehyung y tiró de él hacia abajo. Al cabo de unos segundos, tomó la forma de unas cadenas que se ataron alrededor del chico y lo inmovilizaron en el suelo.

Seokjin se acercó a él y, en un gesto contradictorio, le acarició el pelo de la cabeza.

—Kim Taehyung, esto sólo una historia. —murmuró con una mirada fría.

—Estás tratando de convencerte de eso.

—Duerme. Después hablaremos. —puso su dedo índice entre los ojos del lobo y, con un hechizo de hipnosis, lo dejó inconsciente.

Entonces, las rodillas de Seokjin, ahora debilitadas, cedieron y le hicieron caer al suelo. Medio tumbado sobre un Taehyung dormido, observó la pelea que se desarrollaba en el centro de la sala del trono y murmuró una petición:

—Acaben rápido con esto.

🌔🌘👑🌖🌒

En la agitada mente de Jeon Jungkook, sólo quedaban él y Yoongi en esa habitación, nadie más, ningún sonido excepto el interminable eco pronunciado por su hermano.

"Tu corona está manchada con la sangre de Min Hyuna".

Ligeramente tambaleante por la conmoción, se quedó mirando la figura del príncipe y buscó en su rostro alguna prueba de que aquellas acusaciones eran conjeturas o mentiras, o las falacias de una mente trastornada.

En ese momento, sin embargo, la mirada de su hermano sobre él llevaba una sobriedad aterradora.

—No me mires con incredulidad. Fue Jeon Bongha quien se hizo cargo de todo, y luego Jeon Haerin. Todos lo sabían, todos actuaron. —Yoongi escupió las palabras, con las cuencas de sus ojos amarillos ardiendo.

Jungkook tragó en seco y contrajo el ceño por completo. Sintió que su pecho se hundía en un mar de decepción y tormento, una profunda tristeza mezclada con la culpa por los crímenes de su familia.

Durante años había visto a Min Yoongi recluirse en los rincones del castillo, solo, mientras el clan Min pasaba su temporada exiliado de las tierras de la capital. Recordaba la mirada de soledad que le lanzaba su hermano mayor cuando lo veía acurrucado en Haerin, encontrando acomodo en el regazo de su madre. El príncipe a veces parecía un fantasma silencioso y frágil caminando por los fríos pasillos. Y aunque Jungkook trató de ofrecer algo de ánimo, todavía había un muro invisible que los dividía

"No puedes entender lo que siento", era lo que Yoongi parecía decirle en esos momentos, con su habitual mutismo.

Así que toda esta tristeza había sido causada por el clan Jeon ¿Qué tan miserable se sentía Jungkook ahora? No podía expresar con palabras la amargura que llenaba su garganta, la vergüenza en su mirada.

—El trono detrás de ti no te pertenece. La influencia que tu familia ha tenido hasta ahora en el reino, una falsa influencia manchada de sangre inocente, se evaporará como el agua bajo el sol. Mi sol. El Sol del amanecer.

Yoongi hervía cómo fuego, su presencia cáustica se asemeja al propio astro en cuestión.

Volvió a atacar, saltando y transformándose de nuevo en lobo. Jungkook se obligó a actuar, a pesar de que el peso de sus sentimientos quería clavarlo en el suelo, dejándolo aletargado. Esquivó el primer ataque de su hermano y luego el segundo, sabía que tenía que salir del modo defensivo si quería ganar aquello, más aún con todas las heridas que le cubrían, pero levantar sus afiladas garras hacia Yoongi en ese momento, después de descubrir algo tan terrible... ¿Tenía siquiera derecho a luchar por un trono?

"No eres digno", Jungkook siempre lo había sabido, en el fondo. Y también sabía que el poder de su corona no lo había ganado él, sino la anterior reina y sus parientes llenos de habilidad. Actualmente la Mesa de Plata no le era completamente leal, sólo unos pocos grandes señores creían realmente en él, mientras que el resto le observaba como buitres que esperan la caída de un ciervo para devorarlo. De acuerdo, no estaba orgulloso de ello. Tanto es así que en el pasado, cuando fue coronado, no imaginaba un futuro lleno de glorias, sólo deseaba convertirse en un gobernante de verdad, porque, para empezar, aparte de que en su momento había subido al trono en el cuerpo de un alfa incompleto, Jungkook también se sentía como si hubiera robado ese puesto a su hermano mayor. Y al final se demostró que efectivamente lo había hecho.

Tal vez por eso Park Jimin no podía expresar todo lo que era, teniendo sus poderes limitados por alguna fuerza oculta. Probablemente el destino y las entidades que regían la profecía se habían dado cuenta del error que habían cometido al enviar el Omega de Plata a un falso rey.

Jimin merecía a alguien mejor, más fuerte y con una sangre limpia de crímenes

Pensar en el omega y en su repentina cara de preocupación fue lo único que le movió a desviar el siguiente ataque de las garras de Yoongi. La mente confusa y abatida del joven alfa quería ceder y rendirse, ofrecer la corona y limpiar lo que había que limpiar, pero Jimin se mantuvo ahí, animándole a persistir y ofreciéndole palabras de ánimo como siempre hacía.

Ah, Jimin era tan precioso... Con él, Jungkook podía ver formas menos traumáticas de resolver los problemas. Era como un claro lleno de destellos de plata en el centro de un bosque denso y oscuro creado por el rey.

Entonces fue para él que, incluso con la sangre brotando de todo su cuerpo, con el dolor lacerante en el lado de su cara, sus costillas y sus patas heridas, Jungkook salió de su entumecimiento y actuó sin piedad. Unos ojos inyectados en rojo fueron lo último que vio Yoongi antes de que unos poderosos caninos entraran en su campo de visión y golpearan su cuello. La presión sobre su yugular podría haber matado a un lobo normal en cuestión de segundos, pero el príncipe maldito se resistió, se impulsó hacia la boca de su hermano y presionó ese punto para que Jungkook se viera obligado a abrir la mandíbula, como se sacudiría la mordedura de una serpiente.

La rápida y triunfal maniobra, sin embargo, no paralizó al rey, que ya había mentalizado una serie de ataques sucesivos y preparado sus músculos para ellos. Contrajo su cuerpo cuadrúpedo, luego saltó y utilizó la fuerza del impulso para derribar a Yoongi al suelo. Los dos salieron rodando, repartiendo mordiscos y arañazos el uno al otro. El príncipe clavó sus garras en el pecho y el torso del rey, y éste clavó sus uñas y sus dientes en la zona justo debajo de las costillas del príncipe. La sangre brotó, los gruñidos de dolor y de furia ensordecieron a los espectadores. Todo era rojo, negro y dorado, una danza rápida y mortal en el centro de la sala.

Jungkook era la noche, una oscuridad que ofrecía destinos miserables a sus objetivos; sin embargo, en ese momento, Yoongi era un sol abrasador que no dejaba espacio a las demás estrellas. Que no tendría piedad en borrar el cielo nocturno levantado por su hermano. Mientras el primero se cansaba y temblaba por el esfuerzo y la pérdida de sangre, el segundo continuaba con la misma fuerza que antes, con el cuerpo y la mente concentrados en matar a su oponente.

Pero el joven rey se resistió, porque tenía que hacerlo. No por la corona o por tener súbditos a su servicio, sino por el bien de Jimin y el bienestar de él. Jimin era su combustible, la fuerza para reponerlo en ese momento. Si Jungkook cayera, ¿qué pasaría con el omega? Las pesadillas flotaban sobre su mente, demasiadas opciones horribles y dolorosas pasaban por él.

Convirtió ese dolor en un violento golpe que lanzó la cabeza de Yoongi contra el suelo. El impacto fue tan fuerte que sólo el cuerpo anómalo del príncipe le protegió de obtener grietas fatales en el cráneo. A cambio, lo puso en un aturdimiento momentáneo, devolviéndolo a su forma humana y dejándolo a merced de lo que pudiera venir después.

Al ver el hueco ante sus ojos, Jungkook levantó sus garras y se preparó para bajarlas.

Pero no lo hizo.

No pudo.

Min Yoongi lo miraba con ojos distantes y alocados, de repente tan parecido al príncipe que era antes. Su querido hermano... ¿Cómo podía matarlo? Incluso después de todo, Jungkook no podía verlo como el culpable de la situación. Y aunque lo fuera, matarlo seguiría siendo difícil.

Así que ahí estaba la razón principal que le había llevado a enviar a Park Jimin lejos. No sabía si tendría el valor de dar el golpe final a Min Yoongi.... Y si de hecho no lo hacía, la situación en el palacio se volvería demasiado complicada, demasiado pesada. Jungkook sólo quería el bienestar del omega, por lo que enviarlo lejos, a pesar de que todo su núcleo lloraba de dolor por haberlo hecho, fue uno de sus mayores actos de amor.

—Acabemos con esto. —murmuró, bajando de Yoongi y lanzando una mirada en dirección a Seokjin, que estaba observando todo a unos metros de distancia, demasiado debilitado para siquiera moverse.

Después de volver a su forma humana, Jungkook entrecerró los ojos al hombre zorro y dijo:

—El primero que debe pagar por los crímenes que cometió no es Min Yoongi.

Pasó junto al cuerpo caído de su hermano y comenzó a caminar hacia su nuevo objetivo. Su cuerpo hervía, sus dientes sobresalían afilados y su mirada era dos lunas de sangre. Estaba dispuesto a sujetar al mago zorro por el cuello y arrancarle todas las colas hasta liberar a Min Yoongi de cualquier magia que se le impusiera.

Hasta que sintió un tirón seguido de un
un dolor agudo que rápidamente dejó todo su cuerpo entumecido y débil. Cuando miró su pecho, Jungkook vio las puntas de las uñas clavadas en el lugar donde estaba su corazón. La sangre rezumaba en una hemorragia irreversible.

Giró la cara para ver a Min Yoongi de pie detrás de él, con la mano apretada en la espalda y una cara más fría que el invierno de fuera.

—No me desprecies dándome la espalda. —gruñó el príncipe, levantando los ojos inyectados de una bestia furiosa.

Jungkook chorreó sangre. Su visión desapareció, todo se volvió un gran borrón.

—Nunca... te desprecié, hermano. —balbuceó, oyendo cómo su propia voz se desvanecía en un letargo que migraba hacia un profundo silencio.

Todo se volvió vacío.

Cayó boca abajo en el suelo, ahogado en su propia
sangre.

Min Yoongi, en un silencio aturdido, observó lo que había hecho. La parte aún humana de él, que era la más débil y también la más oprimida dentro de su espíritu, se quebró de dolor y desesperación, estallando un conflicto en el interior del príncipe, haciendo brotar lágrimas de dolor en su rostro manchado y magullado.

El duelo real había terminado. El trono daría la bienvenida a un nuevo rey.

Todos los espectadores se tomaron unos minutos para asimilar lo sucedido. Sus rodillas se doblaron para saludar al nuevo gobernante, pero algunos testigos cayeron al suelo porque estaban demasiado sorprendidos por el desarrollo de los acontecimientos.

Jung Hoseok fue el segundo caso. Se quedó mirando todo con asombro, con la bilis amargándole la boca y el pecho acelerado. Su reciente estado de alegría al encontrar a Yoongi vivo se dispersó de repente como una nube arrastrada por un tifón. Los acontecimientos que tenía ante sus ojos eran como una especie de pesadilla absurda.

Impulsado por algo inexplicable, Yoongi caminó fríamente hacia las escaleras que conducen al trono. Sus botas manchaban el suelo de sangre por donde pasaba.

Cuando se sentó, el asiento de plata se oxidó y su brillo gris fue sustituido por un color oscuro y enfermizo, como si hubiera entrado en contacto con veneno y toxinas. Pero nadie se atrevió a cuestionar el mal augurio que traía consigo aquella reacción del trono, nadie tuvo el valor de decir nada contra el príncipe bañado en el oro de la resurrección. Así que esa coronación fue prácticamente silenciosa.

Pero en ese momento un grito resonó en los cielos, uno que sonó con la fuerza de un trueno, rompiendo el hielo de las nubes y convocando la tormenta.

Llevado por la cesta de uno de los globos que se alejaban de Adwan, Park Jimin contorsionó su cuerpo junto a la barandilla y sollozó con un grito fuerte y angustioso lleno de dolor, pues la mitad de él había desaparecido como si hubiera sido rebanado por la mitad por una guillotina oxidada que hubiera dado un corte tortuoso.

Jimin se sujetó el pecho con una mano temblorosa y sintió dolor, mucho dolor. Y el vacío.

"Jungkook, ya no te siento..." su mente era una cúpula llena de la bruma de la desesperación. El lobo dentro de él temblaba y se tambaleaba como si hubiera sido herido físicamente.

No había más conexión, era débil... inexistente.

El Omega gritó una vez más, tan fuerte que podría romper sus cuerdas vocales. El dolor fue sentido por todos, los cielos y la tierra debajo de él. Comenzó a caer una ventisca, la más fría de todas, y del suelo brotaron infinitas flechas de inmensas espinas que llenaron la capital de arbustos resecos y puntiagudos.

Como si fueran malas hierbas, las espinas cubrieron la muralla, las calles de Adwan y el perímetro del castillo, horadando la tierra helada y convirtiendo aquel lugar, antes hermoso, en una escena sombría y lúgubre, igual que el corazón roto de Park Jimin.

🐾

PUTAMADREEMILIANO. otra vez de me olvidó que tenía que actualizar jajahshdhfki

Por cierto. Todavía falta lo más culer0. Adiós

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