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19|👑|Efímera calma

Jung Hoseok estaba medio sentado, medio tumbado en el sillón frente a lo que había sido su escritorio. Ahora el extenso escritorio parecía más bien un vertedero de basura y polvo, con zarcillos y musgos procedentes del invernadero que colonizaban algunas cristalerías y utensilios de investigación. No los había vuelto a tocar, no los había limpiado, y como nunca permitía que los sirvientes limpiaran su entorno de trabajo -para evitar que las mezclas se alteraran accidentalmente-, el lugar se había convertido en una zona fea en medio del hermoso invernadero del palacio.

En cinco semanas nadie había venido a molestarle con asuntos oficiales, cosas ordinarias que ocupaban los días del Gran Alquimista real, como crear y producir medicinas. Jeon Jungkook le había dado un tiempo libre en el trabajo y permitió que sus asuntos se transfirieran momentáneamente a los sanadores del castillo, que, aunque eran menos capaces, podían sustituir a Hoseok durante un tiempo.

A los ojos de algunos, se trataba de una actitud comprensiva del rey hacia el amante del difunto príncipe Min, pero a los ojos del propio alquimista, era algo verdaderamente problemático. Preferiría ocuparse hasta el último mechón de su cabello que pasar sus días en esa irritante y perturbadora calma.

La cama estaba fría, el invernadero estaba frío, todo estaba frío.

"El invierno es extrañamente largo este año", pensó, ya que no tenía otra cosa en que pensar.

Imaginó que aquel sería otro día aburrido e incoloro, como la nieve que seguía cayendo fuera. Sin embargo, sus especulaciones encontraron una grieta cuando vio un objeto peculiar flotando hacia él.

Un globo en miniatura, con una pequeña vela en la cesta que hacía que el aire caliente elevara la pequeña bolsa de lona.

La cosa viajó hasta él y se puso a girar frente a él. Parecía ansiar su atención.

—¿Su Magnificencia? —dijo en un susurro. Hoseok sabía quién era la única persona capaz de crear un objeto así.

Park Jimin, sentado en su silla de ruedas y con una expresión de duda en su rostro, salió de detrás de un enorme jarrón del que crecía una planta exótica aún más grande

—¿Puedes dejar de llamarme así? Por favor, señor Jung. —pidió el chico, juntando las manos delante de su vientre.

Su expresión era de consternación, pero también había un matiz de ansiedad y excitación, como si tuviera la intención de hacer algo más que una simple visita.

—Señor Park, —murmuró el alquimista, cediendo a la petición del otro. —¿qué te trae por aquí?

—¿Estás ocupado?

Suspiró profundamente. Hoseok se hundió en su sillón.

—No. Su Majestad me ha descansado temporalmente

—Entonces... Si no me odias tanto, puedo enseñarte algo... —Jimin apretó los labios, aprensivo. Su mirada era lastimosa, como la de un animalito abandonado.

"¿Si no te odio tanto?", pensó Hoseok por un momento. "Ah, sí... Debe pensar que lo odio. ¿Lo odio?"

—El rey probablemente estará contento si le muestras lo que quieres mostrarme. ¿Por qué acudir a mí?

El Omega enlazó los dedos de sus manos y los crispó. Parecía nervioso e incómodo.

—Yo también quiero enseñarle, pero... —su voz vaciló sutilmente, volviendo a la normalidad poco después. —Pero me han dicho que Jungkook está muy ocupado.

—¿Te dijieron? ¿No te lo dijo él directamente?

Jimin abrió y cerró la boca. Al final, forzó una sonrisa despreocupada.

—¡Pues no! Está tan ocupado que no me habla bien, haha. se encogió de hombros. —Quería mostrarle a Keran también, pero todavía está con el General Kim Namjoon en la frontera. El señor Jung es... la única persona presente que estaría interesada y podría dar opiniones constructivas.

Con esas palabras, Park Jimin logró encender una pequeña llama en el lugar donde antes residía la ardiente curiosidad de Jung Hoseok.

"No tengo nada que hacer en este maldito invernadero", reflexionó, agarrándose a los reposabrazos del sillón.

Tras exhalar otro suspiro, el alquimista se levantó y se acercó al omega. Seguía sintiendo esa molesta sensación de desconfianza y decepción cada vez que veía la cara de Jimin, pero el lado que se había hecho amigo suyo deseaba perdonarle, ceder y volver a tener su excéntrica compañía, como antaño.

Pero se necesitaba tiempo. Hoseok necesitaba curarse a sí mismo antes de intentar curar lo que le rodeaba.

—Muéstreme, entonces, Su Magnificencia. —murmuró, volviendo al punto de partida.

Con una apariencia de derrota, pero al mismo tiempo satisfecho de haber convencido al alquimista para que le siguiera, Jimin dio la vuelta a la silla y giró las ruedas para dirigirse a la salida del invernadero.

🌔🌘👑🌖🌒

—Por los... dioses. —murmuró Hoseok, estupefacto, en cuanto hubo cruzado la cabaña del herrero del ejército real y llegó a lo que se suponía era el patio de entrenamiento de esgrima de las tropas de Su Majestad.

Resultó que no había soldados entrenando allí, ya que el lugar había sido tomado por Park Jimin para su más reciente y exótica construcción: la creación de docenas de globos aerostáticos.

Dispuestos en una enorme hilera, los globos estaban recién pintados, incluso frescos, con lonas blancas vacías que caían al lado de cada uno, y enormes cestas que yacían estáticas en el suelo de tierra helada. Eran un poco más grandes que las que Jimin había hecho meses antes como regalo para Jungkook, y parecían más robustas, con quemadores distintivos.

—Bonito, ¿verdad? —Jimin sonrió, como un padre orgulloso de sus hijos. —He pasado las últimas semanas aquí instruyendo al tío herrero y a algunos buenos artesanos sobre cómo hacer estas pequeñas bellezas.

—Has creado una tropa de globos. —el alquimista pasó la mano por una de las cestas, sintiendo la pintura fría y aún húmeda.

—¡Así es!

—¿Con qué intención?

—Yo...  —el omega apretó los dedos de sus manos y miró al suelo. —Quiero ser un poco más útil. Estos globos servirán como escape de emergencia en caso de que el castillo sufra otra invasión como esa. Le pedí al tío herrero que encendieran las lonas en cuanto oyera las campanas de alarma de la capital, y que dejara las cestas preparadas para que las utilizaran principalmente los menos capaces de luchar.

Movió la silla de ruedas para pasar junto a las cestas y alcanzar una de las lonas caídas.

—He probado algunas fibras diferentes para usar en las lonas. Por ello, son más resistentes a las altas temperaturas y a los objetos punzantes que la lona del primer globo. Será difícil derribar a uno de nosotros mientras volamos en el cielo, incluso si nos atacan con flechas de fuego. —Jimin entregó una lona al alquimista para que lo analizara.

Con un simple toque, el otro notó los cambios y levantó las cejas, impresionado.

—Ah, también he pintado los globos de blanco por una cuestión de es-tra-té-gia. —Jimin enfatizó cada sílaba de la palabra.

—¿Eh? ¿Cómo...?

—El blanco se camufla entre las nubes. Si los globos fueran de colores, destacarían, entonces sería más difícil escapar. —explicó, y luego se llevó las manos a la cintura y miró expectante al alquimista. —Entonces ¿qué te pareció?

Hoseok lo miró fijamente, luego examinó la loma una vez más y levantó la vista hacia los globos alineados.

—Es muy bueno. Creo que ayudará a mucha gente. —suspiró y soltó el material. No quería admitirlo, pero desde el primer momento en que puso un pie en aquel patio y vio la tropa de globos, el alquimista sintió que se encendía como una pequeña llama.

—¿No quieres hacer ninguna pregunta sobre los nuevos quemadores? ¿No ves que se ven diferentes? —Jimin insistió, sabiendo que el tema podía cautivarlo.

Finalmente sonrió. Era una pequeña sonrisa, pero estaba ahí.

—¿Qué tienen de diferente? —preguntó, cediendo. Estaba cansado de muchas cosas y se sentía solo. Park Jimin y sus globos aerostáticos podrían traerle alguna distracción.

—¡Son más grandes! Pueden levantar un globo así en pocos minutos. —Jimin silbó y palmeó una cesta. —Además de eso, estoy tratando de probar combustibles gaseosos para acelerar el llenado de la lona, pero aún no sé cómo crear tanques de alta presión para meter esos gases.

—¿Alta presión?

—¡Sí! Funciona como el agua, mira. —el chico recogió un trozo de hielo que se había formado en el frío suelo a causa de la nieve. —El hielo es agua comprimida, y el agua son partículas comprimidas. ¿Sabes cuando hervimos el agua y se evapora? Ese es su estado gaseoso. Lo que quiero hacer es crear depósitos de combustible con gases comprimidos en su interior. La presión los obligaría a pasar al estado líquido.

—Y en estado líquido, los tanques llevarían mucho combustible, porque habría más gases en menos espacio. —añadió Hoseok, siguiendo la lógica del omega.

—¡Eso!

Las sonrisas se hicieron más grandes.

Se sentían como en los viejos tiempos, cuando todo parecía estar bien para todos. Pero esa sensación duró tan poco como la primavera de ese año.

Una sombra cruzó los rostros de ambos, agobiándolos.

—Sé que el señor Jung quiere una respuesta a las preguntas que me hizo aquel día en su funeral. —Jimin apretó sus labios temblorosos y bajó la mirada

Esas palabras estaban atascadas en su garganta desde el principio, quería soltarlas y asumir las consecuencias cuanto antes. Así que volvió a abrir la boca para contarlo todo, igual que hizo con Jeon Jungkook. Pero Jung Hoseok, con una calma demasiado extraña, intervino antes de que el omega dijera nada.

—Ya sé lo que me vas a decir. —dijo, tomando a Jimin por sorpresa y dejándolo confundido. La explicación vino a continuación, tras otro suspiro: —El rey me convocó para hablar conmigo hace unas semanas sobre mi retiro temporal. Acabamos entrando en el asunto del... asesinato y del asesino. Me relató todo lo dicho por tí y también debatimos sobre lo que tenía sentido y lo que no.

Los ojos de Jimin se salieron de sus órbitas.

—E-entonces...

—Honestamente, ese día estaba tan enojado que casi cometí un crimen contra Su Majestad, y contra usted, Señor Park. Sin embargo, ahora ya no sé qué pensar. ¿Quién tiene realmente la culpa en esta situación? —Hoseok soltó una risa amarga y se echó el pelo hacia atrás. —Conozco, quiero decir, conocía a Min Yoongi cómo la palma de mi mano. El bastardo sólo necesitó una pequeña oportunidad para lanzarse a este camino sin retorno. Si hay alguien que nunca pensó en las consecuencias... que nunca pensó en nadie —"en mí" —es él.

Sus ojos se volvieron pesados, acuosos. Su cuerpo comenzó a temblar, débil e hipotérmico.

Sintió que iba a perder el equilibrio, pero un instante después fue sujetado por la muñeca y abrazado por Jimin, que se había levantado de su silla de ruedas para ofrecer a su amigo ayuda y apoyo.

—Lo siento, señor Jung, de verdad... —balbuceó, también con lágrimas en la cara.

Tras respirar hondo y tragar unas cuantas lágrimas, levantando la vista como para evitar que se le cayeran de los ojos y le robaran la compostura, el alquimista le dio una palmadita en el hombro a Jimin y lo apartó con suavidad.

—Está bien, Todo bien. Gracias. Pero será mejor que vuelvas a tu silla rara lo antes posible.

—Puedo aguantar un rato, señor Jung.

—No es eso —resopló mientras dejaba escapar una risa nerviosa. —tu vínculo con el rey me está dando escalofríos. ¡Por la barba del anciano del clan Jung! Las feromonas... Es como si Su Majestad estuviera justo detrás de mí, listo para atacarme.

—Ah... —Jimin ofreció una media sonrisa sin gracia y volvió a sentarse. —Sería bueno que en verdad saliera de la nada y hablara conmigo.

Hoseok frunció el ceño.

—¿No sé están comunicando?

—Más o menos. —los labios regordetes del chico se transformaron en una fina línea.

Antes de que pudiera añadir más información, los dos fueron sorprendidos por un grito infantil procedente de los globos lejanos.

—¿Qué demonios...? —Jimin hizo girar la silla y aceleró las ruedas con un impulso para acercarse a la fuente del sonido. Cuando llegó, vio a Soobin colgado de la parte más alta de la cesta de uno de los globos: un hierro que sostenía el quemador.

Kim Jina apareció a continuación, riendo y dando brinquitos. Se calmó en el momento en que vio a Park Jimin.

—Ops... —susurró la niña, poniendo las manos en la espalda e inclinando la cabeza, como un delincuente que ha sido sorprendido cometiendo un crimen.

—¿Por qué? ¿Cómo es qué? ¡Soobin! —el omega se desesperó cuando se dio cuenta de que el niño estaba a un paso de caer desde una altura relativamente peligrosa.

Estaba a punto de girarse para pedir ayuda a Jung Hoseok, cuando una figura azul se cruzó con su mirada y saltó para atrapar al pequeño, rescatándolo rápidamente.

Cuando la situación se normalizó, Jimin vio que era la joven matriarca del clan Choi, Yoojung. El azul provenía de su vestido arremolinado con varias capas de tela y piel. Parecía agotada, como si hubiera estado corriendo detrás de esos niños durante horas. Probablemente estaría sudando si no fuera por el clima extremadamente frío que se cernía sobre ellos.

—Nunca más. JAMÁS vuelvan a utilizarme para despistar a sus niñeras, criaturas llenas de energía. ¡Por los dioses! —gritó mientras dejaba a Soobin en el suelo. En cuanto lo hizo, se percató de la presencia de Park y del alquimista, que se acercaba a paso lento y curioso. —Oh, ¡hola!, cielos, he perdido totalmente la compostura, qué vergüenza.

—¿Qué ha pasado aquí? —quiso saber Jimin, levantando una ceja hacia Soobin.

—Sólo... Aaaah. _Yoojung echó la cabeza hacia atrás y suspiró. —Estaba demasiado emocionada porque recibí una carta de Min Miho, y acabé cediendo a la petición de la señorita Kim de jugar con ella y Soobin. Querían alejarse un poco del perímetro del palacio, pero las niñeras no lo permitieron, así que aquí estoy, actuando como chivo expiatorio.

—Entiendo. —el chico sacudió la cabeza y se rió. —Binbin, niño loco, ¿qué estabas haciendo ahí arriba?

—¡Estaba huyendo de mí, señor Omega de Plata! —Jina habló. —Fingía ser el monstruo.

—¿El monstruo...?

Soobin corrió y se abrazó a la pierna izquierda de Jimin, apoyando la cara en ella y lloriqueando.

—Un monstruo feo, feo. —balbuceó.

"Ah, debe estar recordando el día en que el castillo fue atacado. El momento en que Taehyung nos persiguió", pensó el Omega, frunciendo el ceño y tensándose.

Entre todas las preocupaciones de las últimas semanas, el paradero de su amigo del otro mundo estaba presente. Mientras coordinaba al herrero y a los artesanos en la fabricación de los globos, Jimin se distrajo no sólo en los ansiosos pensamientos que giraban en torno a Jeon Jungkook, sino también del día en que había encontrado a Kim Taehyung y de las palabras que había dicho sobre que había alguien detrás de los extraños sucesos.

—Será mejor que no jueguen con eso, o tendrán pesadillas. —aconsejó con un suspiro, peinando el cabello negro de Soobin. Luego se volvió hacia Yoojung. —¿Está bien Miho? He oído que fue a la frontera con Lu Keran.

—Ah, Lulú... extraño a mi discípulo. —Jung Hoseok se balanceó a su lado.

—Sí, sí. Miho lo acompañó para ser tratada por él después de que le cortaran el brazo en Gwang. —el semblante de la matriarca se nubló.

—Escuché a gente del clan Min comentando al respecto.

—Yo también. ¿Sabes si Miho seguirá trabajando como soldado después de esto?

Yoojung sacó la carta de un bolsillo oculto de su vestido y se quedó mirando las palabras allí dibujadas con una letra temblorosa que indicaba que Miho había utilizado su otra mano para escribir. Un suave esfuerzo que la matriarca del clan Jung no dejó de notar.

—Me hizo hincapié en que no tendría que preocuparme por esas cuestiones. —una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de la joven beta. Mostró un extracto de la carta a los dos hombres. —Aquí Miho dice que para ciertas cosas, su otra mano es mucho más hábil, y que por lo tanto estaría satisfecha. Me pregunto qué pueden ser esas cosas, Miho es tan dulce.

Hoseok y Jimin intercambiaron miradas, dándose cuenta de los significados implícitos inscritos en la carta. Reprimieron las ganas de reír y se abrazaron en una conversación casi telepática.

"No le digamos"

"No destruyamos su inocencia".

—Entonces, —resopló Jimin mientras intentaba pensar en algo más que decir. —¡Oh, sí! Antes de salir de la habitación esta mañana, Jungkook me dijo que tenía una reunión con los líderes del clan. Estás aquí, ¿eso significa que ya ha terminado?

La miraba expectante. Después de la esclarecedora conversación que había tenido con Jung Hoseok, esperaba tener la misma suerte con Jeon Jungkook. Lo extrañaba, las miradas y las caricias que intercambiaban cuando todo iba bien.

Todo parecía tan lejano ahora...

Y esa distancia aumentó unos metros cuando el apuesto semblante de Choi Yoojung mostró una mirada de confusión, como si Jimin hubiera dicho algo sin sentido.

—No hubo reunión, señor Park. Tuvimos una semana muy ocupada en la Mesa de Plata, recibiendo a los comerciantes y los agricultores que sufrían el largo invierno. El rey ha decidido interrumpir los asuntos por hoy. —explicó ella, curvando las cejas hacia el omega, mirándolo con lástima. —Es posible que Su Magnificencia haya escuchado mal.

Jimin se quedó estático, procesando esa información, interiorizando cada palabra y mal pensamiento que pasaba por él.

Y una vez más el lobo escondido en lo más profundo de su interior, ya tan acorralado por las circunstancias, gruñó suavemente, reprimiéndose y escondiéndose en un limbo de sentimientos inseguros y dolorosos. Park odiaba cómo el vínculo que tenía con el rey empeoraba aún más esos sentimientos.

—¿Señor Jung? —llamó de repente, tras pasar largos segundos en silencio.

Todos los demás también se habían callado al notar su cara de tristeza.

—Ya que no está ocupado, señor, ¿quiere ayudarme con los globos? No todos están acabados. —dijo, tratando claramente de desviar el foco de atención del bochorno anterior hacia otra cosa.

Fue tan repentino que el alquimista se trabó al responder.

—Ah, hm, bueno... Sería una distracción bienvenida. Mucho mejor que pasar mis días encerrado en ese maldito invernadero...

—¡Bien! —Jimin apartó a Soobin, que seguía abrazado a su pierna, y dio la vuelta a la silla. —Binbin y Jina, dejen de molestar a la matriarca del clan Choi, le están faltando al respeto. Quédense conmigo a partir de ahora y ni se les ocurra subir a las cestas de los globos, o cantaré para que unos halcones vengan por ustedes dos, ¿entendido?

—S-sí. —respondieron al unísono, encogiendo sus pequeños cuerpos.

—Bueno. ¡Ahora, señorita Yoojung! —se volvió hacia ella de repente, sorprendiendo a todos.

—¿Necesita algo, Su Magnificencia?

—Conviértete en mi sujeto de prueba con los globos, por favor.

La mujer tragó con fuerza. Una de las comisuras de sus labios tembló.

—Oh, bueno, eso sería encantador, pero...

—Bien, ¡muchas gracias! Vamos a trabajar. —Jimin hizo girar las ruedas para hacerlas correr y se alejó por el patio a una velocidad asombrosa, murmurando palabras mientras tanto: —¿Dónde fue el tío Herrero? La última vez que encontré al viejo metido en un barril de ron....

De pie en el mismo lugar y aturdido por la repentina energía de Park Jimin, Choi Yoojung y Jung Hoseok se miraron y exhalaron un suspiro.

—Alquimista Jung, ¿está al tanto de lo que le ocurre al Omega de Plata? —quiso saber la matriarca Choi, estaba preocupada.

—Sí, un poco.

En ese momento, algo en el suelo donde Jimin había estado parado hace unos minutos llamó la atención de Hoseok. Se agachó para analizar la cosa retorcida y oscura y se dio cuenta de que era un arbusto con espinas afiladas. Estaba tan seco que parecía muerto, todo lo contrario a las coloridas y radiantes flores que a veces aparecían cuando omega aparecía en un lugar.

"¿Esto brotó aquí porque Jimin está triste?", se preguntó, sintiendo un breve e incómodo escalofrío.

🌔🌘👑🌖🌒

Jimin regresó a su habitación a última hora de la tarde, cuando el sol ya se desvanecía en el horizonte, dejando tras de sí sólo una oscuridad enfermiza por los vientos invernales.

Ya había esperado encontrar las habitaciones vacías, pero ese día en particular, después de escuchar la verdad sobre la "reunión" de Jeon Jungkook, notar eso, hizo la situación un poco más incómoda. Si no fuera por los sirvientes que siempre aparecían para ver cómo estaba, Jimin probablemente habría llorado de agonía y rabia.

Poco después, las puertas se abrieron y quien las atravesó no fue uno de los sirvientes del castillo, sino la figura del rey con su habitual y majestuoso atuendo.

Jungkook se detuvo frente al portal y observó al omega, que yacía sentado en un sillón cerca del balcón de la habitación, acurrucado sobre sí mismo y luchando contra su propio estómago para conseguir abrazar sus rodillas dobladas.

—Hoy has vuelto un poco temprano. —murmuró Jimin, cambiando su mirada hacia el cristal de la ventana.

—No he tenido que lidiar con tantos problemas esta tarde. —el alfa comenzó a desvestirse, se quitó la capa roja y la colgó en un perchero, luego se desabrochó el gabán y la camisa que llevaba debajo, dejando du pecho al descubierto. Finalmente, se quitó las botas y las colocó en un lugar donde los sirvientes vendrían después a recogerlas con el resto de las prendas desechadas.

Cuando terminó, volvió a observar a Jimin. El silencio se cernía sobre ellos como una densa niebla.

—¿Estar tan cerca del balcón no es demasiado frío para ti? —dijo el rey, acercándose con pasos lentos, midiendo la distancia que podía cubrir.

—Para mí, toda la habitación tiene la misma temperatura, así que no importa si estoy aquí o, no sé, cerca de la puerta. —intentó Jimin, pero no pudo ocultar la irritación en su voz.

Esto hizo que Jungkook se detuviera a mitad de camino.

Sin saber cómo reaccionar a continuación, el joven rey se mordisqueó los labios y recorrió la habitación con la mirada.

—Entonces... ¿la cena estuvo bien?

No he cenado. No estoy de humor. —los ojos del omega se entrecerraron. Sus feromonas revolotearon alrededor de Jungkook, chocando con las de él.

—Tienes que comer bien, Jimin.

—Como bien todos los días, gracias. Pero hoy tengo un nudo en el estómago, y punto.

Jungkook volvió a caminar, esta vez con pasos más largos.

—¿Las náuseas han vuelto...? —había una preocupación palpable en su oscura mirada, que de alguna manera quedaba resaltada por la cicatriz allí presente.

Jimin le miró fijamente una vez más antes de mirar a cualquier otro lugar de la habitación.

—Después de más de un mes, ¿te vuelves a preocupar un poco por mí..? —susurró tan bajo que imaginó que Jungkook no podría haberle oído. El oído del alfa, sin embargo, podía captar incluso el corazón que latía dentro del pecho de Park Jimin.

Jungkook cerró los ojos y exhaló un suspiro, luego giró su cuerpo y, aunque tenía su vestimenta desarreglada, abrió la puerta, indicando que se iría.

—Llamaré a los sirvientes para que te traigan la cena y luego aclararemos esto. —dijo, a punto de atravesar la puerta.

—¡Espera! —Jimin se levantó de repente y se dirigió hacia él. —¿Dónde estuviste esta tarde?

El alfa frunció el ceño, con cara de confusión.

—En la Mesa de Plata. Esta mañana te dije que estaría allí, ocupándome de una reunión.

Los labios carnosos de Jimin se comprimieron.

—¿Enserio? ¿Entonces vamos a ser ese tipo de pareja? ¿Por qué me mientes?

—No lo hago. —la frente de Jungkook se contrajo aún más.

—Choi Yoojung me dijo que pusiste en pausa las reuniones, Majestad. —la voz de Jimin se elevó, cada sílaba escupiendo un amargo sarcasmo.

—No sé a dónde quiere llegar Su Magnificencia con esto, pero Choi Yoojung no está totalmente consciente de mi cronograma. Mi reunión tuvo lugar con los representantes del clan Jeon exclusivamente.

Eso hizo que las palabras salieran de la boca de Jimin momentáneamente.

—Mi madre... La Consorte Jeon Haerin ha solicitado una audiencia conmigo. Me ha pedido permiso para volver a las tierras de nuestro clan. Este tipo de burocracia es necesaria porque Haerin ha sido la principal representante de Jeon aquí en la capital desde la muerte de mi abuelo, y yo, como rey, necesito evaluar cómo serán nuestras relaciones a partir de ahora en su ausencia. —la mirada del alfa se clavó en un punto lejano mientras lo explicaba todo. —Pasé la tarde con ella y con la comandante Sirah, Jimin. No te estoy mintiendo.

Fue como recibir un puñetazo en el estómago, pero en lugar de dolor muscular, Jimin sintió vergüenza y culpa por acusar a Jungkook de esa manera

"¿Qué demonios estoy haciendo?", pensó, con el pecho marchito. "Antes no estábamos bien, ahora sólo lo he empeorado"

—¿Te dijo por qué se iba así? —preguntó después de dar un paso atrás

Jungkook asintió, y luego murmuró:

—Haerin me confesó que llevaba años queriendo abandonar este castillo, pero que nunca lo hizo por culpa nuestra. De mí y de él... —Yoongi— Ahora ella siente que ya no tiene ningún deber aquí, que ya no sirve para nada. —dijo. —Pero en las tierras del clan Jeon lo hará, y creo que eso tiene que ver con la Comandante Sirah.

Una casi sonrisa pintó el rostro del rey.

—Escuché que Sirah cortejó a Haerin antes de que se casara con Wang Nara, y que por culpa de ese matrimonio, fueron una pareja que nunca pudo suceder.

—Me alegro de poder cambiar eso, de verdad.
Yo también estoy impresionado, fue todo tan repentino, así que hice una cena privada con las dos para despedirme de mi madre como es debido, porque ella quiere irse mañana. Debí haberte invitado a asistir, lo siento.

—No, está bien. S-sólo yo tengo que disculparme. —Jimin agitó sus manos frente a su cara y dio otro paso atrás. —No sé qué me pasó.

Con una sonrisa apagada en el rostro, el omega se encogió de hombros y se dio la vuelta, evitando por completo el contacto visual. Estaba al límite.

—Jimin, yo... —el alfa saltó de la cama y dirigió una mirada penetrante a Jimin, llena de palabras no pronunciadas. Acabó eliminándolas tras tragar en seco. El ambiente entre ellos era cada vez más incómodo. —Llamaré a los sirvientes para que te traigan la cena —se volvió a girar para salir de la habitación.

—No es necesario, de verdad. Tengo sueño, sólo puedo pensar en dormir, haha.... —Jimin se apresuró a decir, antes de que el otro estuviera ya muy lejos. Su mano se cernía en el aire frente a él.

—Aún así, iré. —dijo el rey, y cruzó la salida de los aposentos, dejando al chico solo.

Con el tortuoso silencio, Jimin sólo podía escuchar su propia respiración que salía fuerte y rápida, quemando su garganta tomada por un nudo. No se dio cuenta cuando cayó la primera lágrima. El goteo caliente y salado que bajaba por su mejilla se sentía como un molesto intruso, que daba paso a sus aún más insoportables amigos.

Pronto un sinnúmero de lágrimas mojaron su rostro y se mezclaron con los sollozos bajos.

"Deja de llorar. Deja de llorar. Deja de llorar, puede volver en cualquier momento", gritó la voz en su cabeza. Alertado, se metió en la cama y se acurrucó bajo las sábanas, hundiendo la cara en la almohada para fingir que se preparaba para dormir.

Si Jeon Jungkook lo viera acostado así, podría dejarlo quieto el tiempo suficiente para que recupere su cara limpia sin la hinchazón del llanto.

Minutos después, la puerta se abrió de nuevo. El aroma del rey volvió a dominar la sala

—La comida llegará pronto. —incluso su voz sonó diferente a todas las demás cuando llegó a los oídos del omega. En ese instante, provocó una mezcla de nerviosismo y angustia.

Pasó un instante de total quietud, el silencio creaba ahora expectativas. Con los ojos puestos en la almohada, Jimin no sabía lo que pasaba en el resto de la habitación. El chico sólo lo supo cuando sintió que un lado de la cama se hundía con el peso de un cuerpo, y que las mantas se erizaban.

Al sentir que Jungkook se acercaba, el interior del pecho de Jimin golpeó aún más fuerte, como si fueran tambores enloquecidos.

Aquellos tambores cesaron de repente conmocionados al ser abrazado, los fuertes brazos del rey envolviéndole por detrás, mucho más cálidos y cómodos que mil mantas.

—Hasta que llegue tu comida, tenemos que hablar. —murmuró Jungkook, contra su nuca. El cálido aliento a miel, tan atrayente y dulce, unido a sus palabras, que sonaban como la súplica de un amante necesitado, fue el detonante para que las lágrimas de Jimin volvieran a brotar.

—Mierda, no quiero llorar. ¡Odio llorar! —balbuceó mientras moqueaba y se limpiaba los ojos sin control con las palmas de las manos. —No puedo hablar claro así, ojalá pudiera ser como tú, que puedes tener TANTO autocontrol, pero no puedo, porque me duele mucho.

El abrazo de Jungkook se hizo más fuerte, tirando del chico con tanta fuerza que su espalda estaba contra su pecho. En ese momento, Jimin notó que el corazón del rey también latía con intensidad.

—Sé que estás enfadado conmigo por hacer lo que hice, por facilitar que las cosas llegaran al punto en que tu hermano falleció. —sollozó, ocultando su rostro húmedo bajo las sábanas. —Sé que estás confundido con todo esto, con lo que deberías sentir por mí y todo eso. Te juro que estoy tratando de hacer bien mi papel.

—¿Papel? Jimin, no, no es eso.

—S-sí, tengo un papel, pero no sirvo para eso. P-pero estoy construyendo algunas cosas geniales para ayudarte mientras estoy siendo tan... tan inútil.

—No. ¡No! Deja de decir tonterías y mírame, ahora. —Jungkook giró el cuerpo de Jimin con cuidado, tirando de él hacia sí. Cuando lo hizo le puso la mano en el costado de la cara para secar una lágrima y lo acarició, con los ojos mirándolo todo el tiempo. —¿De dónde sacaste estos pensamientos absurdos, Jimin? ¿Tú, inútil? ¿Y yo enfadado? No siento enojo hacia ti.

—¿Qué de dónde lo he sacado? —el Omega lo miró con incredulidad. —¿Qué pensabas que iba a imaginar y sentir todas estas semanas? Apenas nos hablamos, sólo nos vemos por la noche cuando nos vamos a dormir juntos. Si no compartiéramos la misma habitación, pensaría que te has ido.

La vergüenza atravesó el rostro del rey.

—No... no debería ser así. —Sacudió la cabeza, su cara era pura agonía. —Muy bien, tienes razón en una cosa. Estaba confundido por todo lo que pasó y por lo que sentía por ti el día del funeral. Pero nunca quise culparte de nada, Jimin, y no puedo seguir enojado contigo. Durante un tiempo eso me hizo cuestionar algunas cosas. ¿Podría el vínculo y mis sentimientos afectar mi juicio? Pero no, no es nada de eso. Simplemente nunca hubo un "culpable". Tú no eres responsable de lo que ocurrió y de lo que podría haber sido. Aquí no hay papeles, sólo hay... dos desgraciados tratando de seguir una profecía inexplicable y culpándose por no ser lo que todos esperan.

—¿Jungkook? —esto era inaudito para Jimin.

—Estaba confundido, y todavía lo estoy, para ser sincero. Crecí escuchando las leyendas sobre el rey que desposaría al Omega de Plata. Un rey fuerte y despiadado al que ningún enemigo se atrevería a enfrentarse. ¿Quién soy yo en medio de todo eso? —una sonrisa sin brillo manchó el semblante real. He pasado las últimas semanas inerte porque nos enfrentamos a uno de los inviernos más duros en décadas. Los ciudadanos no pueden cultivar sus alimentos, así que todo lo que les queda proviene de los almacenes que llenamos durante las cosechas. Por el orgullo del reino y el mío propio, debería concentrar los esfuerzos en averiguar qué clase de brujería nos ha ocurrido, y marchar para derrocar a Eliah de una vez por todas, pero no puedo reunir a miles de soldados y mantenerlos fuertes y bien alimentados en un momento como éste en el que hay poca comida. Tengo un número incontable de vidas en mis manos, necesito ser responsable.... Y estoy cansado de serlo.

Exhaló un suspiro tan pronto que fue como si las palabras que había pronunciado le hubieran quitado parte del peso que llevaba consigo.

—Las profecías y las leyendas no hablan de estos difíciles detalles. Mírame, he permitido que te hundas en una culpa sin sentido y te he alejado cuando debí haberte mantenido lo más cerca posible. Si te he hecho pensar que eres un Omega de Plata inútil, entonces no soy apto para llevar esta corona y ser tu alfa.

Jimin levantó ambas manos y las usó para sostener la cara de Jungkook. Con sus pulgares, delineó sus párpados, el puente de su nariz, la cicatriz que recorría la mitad de su rostro y el diseño de sus finos labios. Admiraba y absorbía cada centímetro de él, como si mirarlo cada noche nunca fuera suficiente.

En un momento dado, Jungkook cogió una de sus manos y le dio un profundo beso, cerrando los ojos al hacerlo.

—Quiero luchar. —murmuró, volviendo a abrir los ojos. La negrura en ellos ahora era letal. —Luchar en su nombre, luchar en nombre de mi pueblo que también ha sufrido.... Quiero vengarlos.

Las feromonas oscilaban como llamas invisibles, anhelando un incendio. Esas feromonas, sin embargo, no se atrevieron a herir a Jimin. Simplemente lo envolvieron como una capa protectora.

El Omega apoyó su frente contra el pliegue de su cuello e inhaló aquel reconfortante aroma.

—Así que en realidad tienes muchas inseguridades. —susurró, tan bajo como un silbido.

—Siento haberte decepcionado.

—No. Sólo te hace más real para mí. —Jimin lo abrazó y hundió las manos en su sedoso cabello negro, añadiendo: —Eres el perfecto príncipe azul.

Sintió que Jungkook se reía mientras sus hombros vibraban.

—Ya no soy un príncipe. Dejé ese título cuando tenía quince años, es extraño volver a escucharlo.

—"Príncipe Azul" es sólo una expresión..., ¡pero espera un momento! —Jimin lo miró fijamente, sorprendido. —¿¡Te convertiste en rey a los quince años!?

—Hm, sí. Fui coronado unos meses después de la muerte de la Gran Reina. El trono no podía permanecer vacío por mucho tiempo.

—Maldita sea, Jungkook. ¿Llevas dirigiendo un país desde los quince años? ¡Es una locura! A esa edad estaba dando mi primer beso, probando el alcohol por primera vez y enloqueciendo con los exámenes.

—Hm, ¿primer beso? Cuéntame más, Su Magnificencia. —un tenue brillo rojo tiñó los negros iris de Jungkook. Su sonrisa era felina mientras utilizaba sus labios entreabiertos para pasearse por el cuello de Jimin, dejando un rastro de calor humeante.

El chico casi puso los ojos en blanco ante aquella repentina actitud.

—No hay mucho que decir, porque fue una mierda. No sabía dónde meter la lengua ni dónde poner las manos. —dijo, incapaz de pensar con claridad.

Jungkook interrumpió su recorrido por el cuello porque le invadió un incipiente deseo de reír.

"Siempre es tan espontáneo..." pensó, pasándose la mano por la cara hasta cubrirse los ojos y moviendo los labios que temblaban de risa muda.

—Ven aquí. —pidió, tirando de la cara de Jimin lentamente para besarlo.

Fue respondió con entusiasmo y con una sonrisa llena de placer. Sintió las manos en su cabello tirando de algunos mechones con cariño, excitándolo, y el deseo apasionado del otro encendiendo su ya calentado torrente sanguíneo.

Tras unos minutos de tocarse y respirar, se separaron apenas unos centímetros para poder admirarse mutuamente.

—Parece que ahora sabes muy bien dónde poner la lengua y las manos. —murmuró el rey, lascivo y divertido.

Jimin mostró una sonrisa ladeada.

—Si me dejas, puedo mostrarte más de mis habilidades.

El intercambio de miradas estaba ahora lleno de expectación, esta última resaltada por las mejillas sonrojadas, la sangre entrando en combustión.

Jeon Jungkook abrió y cerró su boca, vacilante, y contuvo la respiración por un segundo, para detener la acción embriagadora del aroma de Jimin en su cerebro.

—No podemos. —dijo en voz baja, frunciendo el ceño Sabía que si no se detenía ahora, su lobo interior no podía ser controlado más tarde. No quería arriesgarse a cruzar los límites con el omega en esas circunstancias.

Sin embargo, cuando insinuó alejarse, Jimin le rodeó el cuello con sus brazos y le miró fijamente a los ojos.

—Hay otras formas de hacerlo..., no necesitas meterlo. —el murmullo del chico llevaba una dulce ambigüedad que hizo que el corazón del rey se acelerara. Ahora sus iris eran dos bolas de fuego rojo.

Fue entonces cuando alguien llamó a la puerta, interrumpiendo lo que fuera a suceder a continuación.

—¡La cena de su magnificencia! —anunció la voz de un sirviente al otro lado del portal.

Jimin cerró su cara en una mueca.

—Esto es culpa tuya. Te dije que no quería comer.

—Pero tienes que hacerlo. —Jungkook le besó la punta de la nariz y luego dirigió su voz a la persona que esperaba fuera: —Aguarde.

—Qué demonios. Jungkook, no... —Jimin le sujetó por la muñeca cuando comenzó a arrastrarse fuera de la cama. —Te juro que luego iré a la cocina y comeré lo que me den.

La promesa fue hecha junto con una mirada triste y mimosa que casi derritió el alma decidida y responsable del joven rey.

—Tienes que ponerte más fuerte, así que será mejor que comas cuanto antes. —en cuanto se bajó del mullido colchón, ocupó sus manos con la camisa arrugada y los pantalones desordenados que dejaban ver un buen bulto. Sería un poco escandaloso que el personal de cocina del palacio lo viera así.

Mientras arreglaba su ropa, escuchó a Jimin murmurar, malhumorado:

—Que después como...

Tuvo que contener una carcajada. ¿Park Jimin se daba cuenta de que era tan lindo como un cachorro de lobo cuando se enojaba? Sus labios carnosos se curvaron y sus ojos caídos se abrieron como pequeñas bolas rojas afectadas. Además, aún quedaba la barriga redondeada. Era una escena increíble.

Jungkook hizo tan evidente su diversión que Jimin, en un acto de rebeldía, se quedó mirando la puerta y volcó toda su concentración en ella.

En un abrir y cerrar de ojos, unos grandes tallos brotaron del suelo y de las paredes, y crecieron hasta formar una enredadera, bloqueando permanentemente la entrada a la habitación.

—Después como, Majestad. —Jimin sonreía ahora, lleno de picardía, y los anillos rojos que eran sus ojos revelaban un brillo casi salvaje.

Bajo el aroma de feromonas aún más dulces y adictivas, Jungkook se dio cuenta de que había puesto a prueba la paciencia del omega hasta el límite, avivando en consecuencia sus instintos más profundos. Él, como alfa vinculado, y como amante maravillado, sólo podía hacer una elección: entregarse.

Como una bestia domesticada, volvió a la cama. Tomó a Jimin para sí, lo abrazó, lo besó ardientemente y lo acostó entre las almohadas. Se quitó la ropa y la suya, tiró cualquier prenda que le separara de la piel desnuda del omega. Con cada nuevo centímetro de desnudez expuesta, el fuego se encendía un poco más, calentándolos, endureciéndolos.

—Ahora sí... —las palabras del omega rondaban la mente alcohólica del alfa.

—¿Cuándo comenzaste a utilizar tan bien tus —Jungkook inspiró hondo. —habilidades de omega?

La sonrisa creció en los labios de Jimin.

—Ponte de rodillas.

—¿Q-qué?

—Dije que puedo mostrar mis habilidades. Y como no podemos tener sexo como antes... Vamos, ponte de rodillas.

Curioso y vacilante -porque no quería separar su cuerpo del de Jimin-, Jungkook levantó el torso y se puso de rodillas en la cama, ofreciendo a su amante una vista amplia y deliciosamente enorme.

Jimin se humedeció los labios antes de arrastrarse lentamente y dar los primeros lametones a su premio. Utilizó una gran almohada para sostener su pecho y mantenerlo erguido, evitando así que el nuevo peso del cuerpo le cansara fuera de tiempo, y que su vientre le presionara contra la cama.

Cómodo y excitado, se tragó la primera mitad del pene erecto, bajando un poco con cada empuje. Se sintió satisfecho cuando escuchó los primeros gemidos que salían de los labios de Jungkook, y cuando notó el tenso temblor que de vez en cuando atacaba su cuerpo.

—Mi amor, no seas tan... Aaah. —el alfa apretó los dientes al ser tragado de nuevo, ahora hasta la base. —N-no me he duchado todavía, no deberías.

—Jodete. —Jimin masturbó el glande con el pulgar mientras trazaba líneas con la lengua por la longitud palpitante. Estaba caliente, ardiendo en su mano.

—Qué boca más bonita y sucia... —Jungkook le sujetó la barbilla con los dedos, mostrándole una sonrisa borracha y sensual que le hizo casi enloquecer.

"El salvajismo le sienta bien", pensó el Omega, enamorándose por milésima vez.

—Fóllame. —susurró la petición, acercando sus labios a la boca de él. Quería besarlo, quería ser tomado por Jungkook toda la noche. Quería gritar bajo su cuerpo sudoroso y retorcerse de placer.

Y como si sus pensamientos se mostraran en su mirada, como un enorme fuego en el centro de una noche eterna, Jeon Jungkook cumplió con la petición, murmurando con una profunda voz de alfa que debilitaba todo su cuerpo:

—Acuéstate de lado y dame la espalda.

Jimin, atónito, siguió la orden y se arrastró por la cama para recostar su cuerpo. Luego se estremeció al sentir el calor del aliento del alfa recorriendo su piel mientras frotaba la punta de su nariz contra ella, subiendo por sus muslos, pasando por sus caderas, bajando por sus brazos y deteniéndose en su cuello.

—Cruza las piernas. —otra orden proveniente de Jungkook. Ahora no sólo su boca trabajaba para arrancar escalofríos y suspiros a Jimin, sino que también lo hacía su mano aventurera que descubría el lugar entre las suaves nalgas del omega, sumergiendo algunos dedos en la inundante humedad.

El omega puso una pierna sobre la otra, cerrándolas como le habían ordenado, y esperó con el pecho vibrando.

No tardó en sentir el miembro erecto del otro atravesando la región entre sus muslos cerrados, deleitándose en el estrecho pasaje -por desgracia no tan estrecha como la entrada de su cuerpo- y con la humedad que se derramó allí. Luego vinieron los empujones, que comenzaron con una dulce fricción -un suave preludio- y evolucionaron hacia una incendiaria actividad frenética. Entre gemidos entrecortados y jadeos inmersos en una lujuria suplicante, le frió la razón la mano de Jungkook, que procedió a tocarlo en una masturbación.

El ritmo se aceleró en ambas zonas. Recibiendo estimulación en diferentes vías mientras también sucumbía al enredo de un beso húmedo en su cuello que se centraba en la marca de la cicatriz allí, Jimin gimió con fuerza y puso los ojos en blanco. Todo su cuerpo se agitaba, su lobo interno aullaba, comunicándose con el de su pareja en una danza romántica. Sabía que Jungkook no le estaba follando al máximo de su capacidad, que no estaba depositando en sus empujones todo el deseo que había estado acumulando en su interior durante semanas, y que estaba luchando por mantenerse como el amante más suave y delicado de todos. Le encantaba ese maravilloso cuidado, y también pensaba en ese detalle cuando alcanzaba el ápice del placer.

Al momento siguiente, fue el turno del joven rey de explotar. Hundió los colmillos en la marca del omega cerca del pliegue de su cuello, estabilizó los brazos alrededor de su pecho y sus hombros, y tensó las caderas para empujar entre sus húmedos muslos una última vez.

Terminó con un suspiro tembloroso, su aliento caliente y empañado como el de un borracho.

—Te amo. —susurró.

Jimin, aún de cara a él, cerró los ojos y tocó su cara con las yemas de los dedos, trazando sus rasgos. Quería crear un mapa mental de ellas para poder explorarlas siempre.

—Te amo... yo también te amo. —su voz sonaba cansada.

—¿No te sientes bien? —Jungkook se volvió para mirarlo. Su corazón empezó a latir rápido de nuevo, ahora por su repentina preocupación. ¿Podría haber sobrepasado el límite?

—Relájate, hehe... —el omega sonrió, y fue hermoso. —Estoy bien. Estuviste muy bien.

Un rubor cruzó el rostro del rey.

—Estás débil. Tienes que comer tu cena.

—¡Pero si acabo de comer! O me comieron... —una sonrisa furtiva  marcó los labios carnosos de Jimin.

Jungkook sacudió la cabeza, incrédulo.

—Para, o te devoraré de verdad, Omega de Plata. —se arrastró por la cama trás de la ropa que había tirado.

—Eh, Jungkook. —llamó el otro chico, sentándose en la cama con las piernas dobladas y cubriéndose con una sábana.

—¿Hm?

—¿El bebé sabe lo que hemos hecho? —Jimin se asomó a su regordeta barriga.

El rubor de antes volvió con más fuerza, convirtiendo la cara del alfa en un humeante tomate maduro.

—Por los dioses, espero que no. —dijo mientras se ponía los pantalones.

El otro sacudió los hombros, hizo una mueca y suspiró.

—De todos modos, todo el mundo lo sabe. Esta vez no fuimos discretos y ni siquiera fuimos al nido.

Ambos se volvieron para mirar el jardín que había crecido junto a la habitación del rey. Este parecía un poco más grande que los anteriores, con las flores que Jimin había leído en los libros de la biblioteca real mientras ungkook estaba fuera de la capital.

—En algún momento acabaría con un jardín en mi habitación. —se encogió de hombros Jungkook. Se veía radiante y completamente desvergonzado.

—Ah, maldición. Ya puedo oír las habladurías del personal de tu corte.

El rey se rió tanto que dobló su cuerpo hacia delante.

—Deja de pensar tan negativamente. —se acercó de nuevo al omega y le acarició la cara con una mano. —En lugar de eso, piensa en como desbloquear la puerta.

—Oh, si... La puerta. Espera.

Jimin miró el portal envuelto por los tallos, como una celda hecha por la naturaleza, y rompió a sudar frío al darse cuenta de que sacar esa barrera no sería tan sencillo.

—N-no creo que pueda. —tartamudeó después de concentrarse un par de veces, dando mentalmente una orden a los espíritus de la naturaleza. Al parecer, ninguno de ellos estaba dispuesto a obedecerle, pues los tallos seguían allí, enredados y firmes.

—Muy bien. Pensemos en otras alternativas...

—¿Son buenas esas espadas para cortar?

El omega señaló un estandarte de madera en la pared que estaba decorado con unas espadas demasiado hermosas para ser usadas en una pelea. Probablemente estaban allí sólo para decorar, pero no estaría de más intentarlo.

—Ya veremos. —Jungkook sacó una de ellas y avanzó hacia la puerta.

Se colocó frente a ella, concentró la fuerza en sus brazos y forzó la hoja contra la barrera de tallos. Cortó los tallos de arriba a abajo, en dos enormes rectángulos para que fuera posible abrir la puerta de nuevo. Sin embargo, cuando intentó abrirla por la manilla, vio que seguía cerrada.

—¿Por qué no se abre? —otro sudor frío recorrió la sien de Jimin.

—No entiendo... —Jungkook analizó cada parte, buscando cualquier detalle que se le hubiera escapado. Hasta que encontró uno. —Oh, entiendo. Los tallos, cuando brotaron, se enredaron en las bisagras de la puerta.

—Así que eso significa...

—Tendremos que derrumbarla.

—Maldita sea.

—Hm, bien. —Jungkook dio dos pasos hacia atrás y estiró las manos y el cuello. Entonces, sus ojos brillaron en rojo, saltó y se transformó.

El peso del lobo sumado al impacto del salto forzó la puerta hasta el límite. Con otro empujón, el rey derribó la superficie de madera tallada con un fuerte golpe.

A esa hora, se dieron cuenta de que en el exterior no sólo hacían acto de presencia los sirvientes de la cocina, sino también personas que habían sido atraídas por el fuerte ruido. Nobles, soldados y otros funcionarios del palacio. Todos fueron testigos de lo sucedido, y todos parecían conmocionados.

Los murmullos no se hicieron esperar, algunos chismes se modificaron aquí y allá.

En menos de una hora, gran parte de Adwan estaba comentando cómo el Omega de Plata había atrapado al rey dentro de su habitación para hacer lo locuras de amor con él, y cómo se descontrolaron hasta el punto de destruir sus aposentos personales.

Un escándalo cómico para alegrar las últimas horas de ese día de invierno.

🌔🌘👑🌖🌒

Sin la presencia de una ventisca la noche anterior, el amanecer se presentaba relativamente más cálido, lo que permitía que parte de la nieve que cubría la capital se derritiera, haciendo más llevadero el paseo por las zonas exteriores.

Por ello, se sentaron juntos en el jardín principal del castillo, en uno de los bancos de mármol cerca de los arbustos helados y las estatuas que decoraban el entorno.

Unos cuantos nobles paseaban, distantes, disfrutando también de la subida de temperatura y del segundo día libre que les había ofrecido Jeon Jungkook. El rey no quería pensar en reuniones después de hacer llorar a Jimin, después de hacerle sentir rechazado y culpable por tantos malos acontecimientos. Deseaba devolver un poco el tiempo perdido, así que estaba allí, sentado en el banco y al lado del muchacho, envolviéndolo en sus brazos y en un grueso manto cálido que lo mantendría lo suficientemente caliente mientras hablaban.

Se pusieron al día en muchas cosas que no se dijeron de forma correcta, asuntos que la corte había estado discutiendo durante las últimas semanas frente a la Mesa de Plata.

Hasta ese momento, Jungkook había optado por no compartir los acontecimientos en detalle con Park Jimin, ya que quería evitarle un estrés innecesario. Otro error suyo. El omega siempre se había interesado por esos asuntos. Había querido ayudar, y se había sentido ciego e inútil mientras deambulaba por el castillo como un inválido exiliado.

Así que el alfa le contó todo. Explicó que, como medida preventiva, había llegado a acuerdos con comerciantes y agricultores para distribuir sus rentas acumuladas y alimentos a los ciudadanos más afectados por el invierno a cambio de tierras cultivables y valiosos bienes de la corona, que les serían entregados a la vuelta de la primavera. Habló de su decisión de ofrecer sitios en la Mesa de Plata a los nuevos clanes que crecían en el sur, para unir sus lobos en un conjunto de legiones totalmente leales al trono que reforzarían la seguridad en la frontera, donde Kim Namjoon montaba guardia actualmente. También citó la distribución de "tónicos" con gotas de sangre de los Jeon a los soldados que ahora se reparten por las ciudadelas del reino como unidades de guerra, para protegerlos de la extraña brujería que los había puesto a punta de espada meses atrás.

Jungkook en efecto actuó como si ya estuviera en guerra de nuevo, pero su campo de batalla era ahora más grande y coordinado por su fría administración, ejecutada desde la distancia. Se centró en mantener la fuerza interna de Adaman, el bienestar del pueblo, que era el pilar del reino. Si ocurría algo hasta que el ejército se reorganizara, las ciudades estarían preparadas para resistir y nadie se rendiría ante un enemigo tan fácilmente..

Estrategia tras estrategia.

Jimin escuchaba todo en silencio, atento y asombrado. En su mente se cruzó un pensamiento: Jeon Jungkook. realmente no es un príncipe azul, es un rey puro.

—Quería hablar de lo antihigiénico que es distribuir sangre sin estudiarla para que la beba toda una población, pero supongo que, en este lugar, ese es el menor de los problemas. —murmuró el chico, hundiendo la cabeza en el pliegue del cuello de su compañero. Los labios de Jungkook se inclinaron en una media sonrisa.

—Espero que los tónicos protejan a todos durante mucho tiempo. No sabemos cuándo volverá a ocurrir un acontecimiento como el de los zorros. Hasta que encontremos al culpable, siempre estaremos en riesgo.

—Sí. —Jimin exhaló un suspiro tembloroso, recordando el fatídico día en que el castillo se hundió en el caos. El recuerdo de la gente volviéndose loca y matándose era perturbador. —Esa persona que está haciendo todo esto... Creo que ella ya sabe que la sangre de los Jeon es inmune. Él lo sabe. —"Él", había dicho Taehyung.

—Yo también tengo ese pensamiento. Si realmente había alguien que controlaba a esos zorros, existe la posibilidad de que ese alguien viera a través de ellos el momento en que la manada de Sirah llegó a Gwang y puso fin a sus planes. Debe haber deducido algo de lo ocurrido.

Jimin aceptó con un movimiento de cabeza.

—¿Será que porque lo sabe es que no hemos vuelto a saber de ningún ataque? Ha pasado un tiempo...

Los ojos del alfa miraban el horizonte más allá del jardín.

En ese momento, la luz del sol resaltó los pigmentos rojos que aparecieron en sus negros iris.

—No me gusta el silencio. No este silencio. Está extrañamente quieto, siento que algo podría pasar de repente.

Sus manos se juntaron bajo la capa, entrelazando sus dedos con fuerza para asegurarse de que estaban allí y de que estaban bien. No querían que eso cambiara.

Por favor, no.

—¿Tienes frío? —murmuró Jungkook tras sentir la piel fría del otro.

—No, estoy bien. Eres tú quien está demasiado caliente. —dijo Jimin, como si leyera sus pensamientos. Estaba siendo sincero, su calor no era mejor que el del joven rey, así que parecía que uno de ellos tenía un problema de temperatura.

—Ah, Jungkook, mira allí. —sus ojos se dirigieron a un punto más allá del jardín, en la amplia zona que conducía a las puertas que marcaban el perímetro del palacio.

Jungkook siguió la mirada del omega hasta que encontró a tres personas haciendo ejercicio. En realidad, dos personas eran niños ejercitándose. La tercera persona era una mujer adulta, y parecía dictar órdenes mientras daba golpecitos con los pies en la nieve poco profunda y apoyaba la mano derecha en la funda que sostenía una espada.

—¿Es la Comandante Sirah con Soobin y Jina? —su ceño se arrugó, confundido y desconcertado.

—Sí. Es una mujer muy agradable. Vino a preguntarme por Soobin hoy, antes de que me trajeras aquí.

—¿Qué quería saber Sirah del niño?

—Sobre cómo lo encontramos y de dónde viene. Según tengo entendido, su madre le dijo que Binbin es un Jeon con sangre del antiguo linaje, por sus ojos diferentes. —Jimin señaló los suyos, en un ejemplo. —Sabes, él tiene un degradado gris en la parte inferior de sus ojos. Es un poco diferente de tus ojos.

Jungkook parpadeó, sorprendido. Era la primera vez que oía hablar de eso.

—Interesante. Él... él vino de uno de los pueblos diezmados en la frontera. Uno un poco lejos de la tierra de mi clan. ¿Cómo pudo un Jeon como Soobin nacer allí?

—Eso le dije. Sirah también se quedó pensativa y luego sugirió que algún Jeon puro podría haberse aventurado allí románticamente, dejando a alguien embarazada.

—... Es posible. Sin embargo, espero que alguien haya asumido las consecuencias de sus actos hasta el último momento. No quiero oír hablar de un Jeon abandonando a un cachorro así, y tan lejos de su sangre.

—Tal vez también murió con los demás en el pueblo... —murmuró Jimin, con el pecho encogido mientras miraba al pequeño que, con gran esfuerzo, intentaba recrear los movimientos enseñados por Sirah mientras sostenía una pequeña espada de madera.

A su lado, Jina estaba ejecutando el entrenamiento muy bien.

Aparentemente había heredado el genio de combate del General Kim.

Por un momento, un pesado silencio se cernió entre la pareja.

—Una de las cosas que más quiero saber es en que momento ññ todo esto comenzó a salirse de control. —Jungkook suspiró profundamente, sus ojos brillaron como cuchillas. —Tal vez fue esa noche, cuando Eliah invadió por primera vez y aniquiló la tierra natal de Soobin. Hemos tenido conflictos con ellos antes, pero nada indicaba que fueran a tener tan pocos escrúpulos como para desafiar a mis fuerzas. Las fuerzas de mis soldados. El Rey Chang Sun siempre ha sido un tipo aprovechado y cobarde, no haría algo así sin garantías de no sufrir las consecuencias en el futuro, más aún bajo la Luna de Sangre en la que nos encontramos.

—Esa fue la noche en que aparecí aquí. —el cuerpo de Jimin se puso rígido bajo la capa. Tal vez yo sea el responsable de esta locura. Tal vez he despertado algo... en este mundo y lo puso todo de cabeza.

—Llevamos siglos esperando tu aparición. Lo he estado esperando desde que nací. Si lo que está sucediendo ahora fue realmente provocado por tu llegada, entonces ya estaba destinado a ser así, y eso es definitivo. No te pongas como culpable, por favor...

El omega le dirigió una sonrisa reconfortante y agradecida que hizo que el pecho de Jungkook se agitara un poco.

—En realidad no me estoy culpando, sólo... ¿En verdad debería ser así?

—¿Qué quieres decir?

—Las cosas que han pasado y siguen pasando. Los zorros embrujando a tus soldados y convirtiendo el castillo en un caos, una persona que conozco del otro mundo viniendo aquí y convirtiéndose en ese monstruo. ¿Este debería ser el guión? —Jimin no podía pensar en ninguna otra palabra que pudiera servir tan bien.

Pero Jungkook, en su esperada ingenuidad, sugirió una expresión más adecuada para él:

—¿Te refieres a nuestros destinos?

—El destino —pensó el chico en voz alta, reflexionando seriamente. —¿Todas estas situaciones fueron provocadas por el destino?

—Detalla mejor lo que estás pensando, cariño.

Los ojos escarlata de Jimin brillaron con fuerza. Era raro verlos así.

—¿Por qué ha cambiado el monstruo? ¿Por qué ahora es alguien que conozco? ¿Debería ser así? Lo que nos está ocurriendo, y lo que nos ocurrirá, forma parte de lo que ya estaba... escrito... —"Lo que ya estaba escrito en el libro antes de ser borrado y reescrito" Una extraña idea cruzó su mente. —Jungkook, ¿crees que podemos cambiar nuestros "destinos" en este mundo?

El rey frunció el ceño. Jimin parecía tan misterioso en ese momento, como si estuviera pensando mucho más de lo que explicaba con sus palabras.

—Nunca me detuve a pensar de esa manera, Jimin, pero... —se quedó mirando durante largos y reflexivos segundos el manto blanco de nieve que cubría el patio. —No conocemos nuestro destino hasta que llegamos al final del mismo. Entonces, ¿cómo podríamos cambiarlo? ¿Cómo sabemos que lo estamos cambiando?

—Tienes razón. —Jimin exhaló un suspiro. En su mente, los pensamientos crearon caminos: "Entonces las cosas deben seguir realmente el guión original del libro. Algo diferente podría haber desencadenado la entrada de Taehyung en este lugar, al igual que desencadenó la mía".

—Quería saber que va a suceder. —"Ojalá hubiera leído el libro antes de que se eliminaran los capítulos", pensó. "Espero que tenga un final feliz"

—¿Cómo uno de los libros de la biblioteca que has estado leyendo? —una esquina de los labios de Jungkook se levantó.

—Sí, así es. —Jimin se rió de la ironía.

El rey se acarició el costado de la cara. Sus miradas volvieron a cruzarse.

—No habrá un final. —murmuró.

—¿Qué quieres decir?

—¿Lo olvidaste? —la mano de Jungkook se deslizó hasta viajar bajo el cuello de la ropa de Jimin, llegando a su cuello y clavícula, deteniéndose sobre la marca cicatrizada. La marca de su unión. —Estamos obligados a ir al mismo lugar después de la muerte. Nunca se acabará el "nosotros".

El pecho de Jimin se agitó y se apretó, luego se aflojó de nuevo. Con el corazón acelerado, susurró:

—Quiero creerlo, Jungkook. —pero era complicado. ¿Hasta qué punto las cosas que movían las ruedas del lugar podían influir en el otro mundo, el mundo del que procedía Jimin? Desde el principio, cuando pisó por primera vez Adaman, el chico imaginó que cuando saliera de aquel lugar, pasara lo que pasara, volvería al mundo "real". ¿Cómo podrían llegar a esa otra realidad las preguntas y creencias en torno al vínculo? Jimin no podía pensar en ninguna respuesta. Y cada vez se angustiaba más por ello, por esta promesa del fin.

No quería que las páginas blancas del libro decidieran los últimos días de su estancia allí. No podía soportar seguir pensando en esas líneas.

Así que bajó los ojos y se hundió en el abrazo de Jungkook una vez más. Tan cálido y seguro... No podía estar sin eso otra vez. Odiaba el mero hecho de pensarlo.

—Hablemos de otra cosa. —balbuceó, tragándose el nudo que le llenaba la garganta

—Claro. —la mano de Jungkook se posó sobre su cabello, apartando algunos mechones hasta encontrar la base de uno de los cuernos. —Están creciendo un poco, también están saliendo algunas flores nuevas.

El omega refunfuñó y dio una pequeña palmada en el pecho del rey.

—El peor cambio de tema, Jungkook. ¡Qué estrés!

Jungkook se rió.

—Me pregunto si nuestro cachorro nacerá con brotes en la cabeza. —la idea le divirtió durante un segundo, pero poco después hizo que su sonrisa flaqueara y su ceño se frunciera en tensión. —Espero que no. No quiero que sea doloroso para ti.

La cara de Jimin se cerró en una mueca.

—En verdad quería seguir fingiendo que eso no va a suceder, —maldijo en voz baja. —pero sobre que el bebé tenga cuernos, investigué un poco. Revisé algunos pergaminos antiguos que contaban historias sobre la familia del Omega de Plata que se había unido al rey fundador de Adaman. Casi me muero de alivio cuando descubrí que ningún niño nació con cuernos, sólo heredaban algunas características físicas del omega, como el color de los ojos y el cabello. Entonces estoy a salvo, o parcialmente a salvo.

El rey volvió a sonreír, sin dejar de acariciar los mechones del omega

—¿Qué nombre le pondremos al niño?

Jimin guardó silencio por un momento antes de susurrar contra su pecho:

—Quería algo que recordara al nombre de tu hermano.

La respiración de Jungkook se entrecortó. Tragó en seco para recuperarse de la sorpresa y de la dolorosa punzada que le invadió el pecho.

—¿Tienes uno en mente? —no quería que le temblara la voz.

—No. Es decir, pensé en algunos, pero ninguno parecía tan interesante. ¿Puedes ayudarme a encontrar uno?

Su boca se abrió y se cerró, luego se comprimió. Los pensamientos se arremolinaban en su mente, el recuerdo de Yoongi, aún fresco y atroz, hacía sentir su presencia.

—Tal vez... Yeonjun.

—Yeonjun, Yoongi. —Jimin repitió los nombres, sintiendo la sutil similitud en la pronunciación de sus inicios. —Es bonito. Me gusta. ¿Tiene algún significado?

—Entre los Wang, los bebés que nacen después de que una tragedia afecte a la vida de sus padres se llaman Yeonjun. Eso es lo que mi madre, Nara, me dijo una vez.

—Entonces es perfecto. —el chico puso la mano en su alto vientre y lo pinchó con un dedo. —¿Has oído eso, pequeñito? Tu nombre será Yeonjun.

Sintió un movimiento dentro de su vientre, una ligera patada, como si el bebé realmente estuviera entendiendo todo lo que se le decía.

—Creo que aprobó el nombre. —dijo Jimin, invadido por una extraña felicidad.

A su lado, la sonrisa de Jungkook se tornó embobada.

En ese momento, los pasos y el susurro de un vestido resonaron en el patio, amortiguados por la nieve del camino. El perfume de la consorte de Jeon Haerin tomó el aire, tan lleno de refinamiento como ella.

—Siento molestar, pero... Necesitaba despedirme... —la omega inclinó su cuerpo en un saludo cortés y respetuoso, lo que hizo que las joyas que llevaba y la trenza negra de su cabello cayeran hacia delante. Se veía hermosa, más hermosa que de costumbre. Tal vez se había arreglado un poco mejor ese día, y tal vez la razón era la persona que ahora cruzaba el patio y caminaba hacia ellos, con dos niños a su espalda, cada uno con su espada de madera.

Una mirada de Sirah a Haerin decía mucho, incluso desde la distancia.

—Creía que te ibas de viaje después de comer, madre. —el semblante de Jungkook se nubló.

—Esta mañana hemos recibido un cuervo con una carta. Jeon Bongha lleva muchos días desaparecido. —explicó, sus ojos adquiriendo una sombra. —La comandante Sirah necesita volver cuanto antes para reunir a los lobos y ayudar en su búsqueda.

—¿Jeon Bongha? —Jimin buscó una explicación mientras miró a Jungkook.

—Es el hermano de mi abuelo. —dijo el rey, en voz baja..Luego volvió los ojos hacia la consorte. —¿Qué sospechas que le ha pasado al viejo Bongha?

Sirah intervino:

—No se sabe. Al parecer, su rastro se ha evaporado en el aire.

—Extraño, muy extraño. En cuestión de habilidad. Los rastreadores del clan Jeon eran los segundos después del clan Wang, así que ¿qué pudo haber pasado para que no tuvieran la capacidad de conseguir algún rastro del viejo Bongha?

Jungkook y Jimin intercambiaron miradas y fruncieron el ceño. Unas palabras silenciosas se cernían entre ellos.

"Antes hablábamos de que todo estaba demasiado tranquilo.

—¿Ya le informaron a Kim Namjoon? El general mantiene la seguridad de la frontera, podría haber visto algo sugerido al rey.

—Creo que nuestros parientes le han enviado cartas, Su Majestad. —Sirah entrecerró los ojos. —Sospechan que fue un secuestro.

Haerin se sujetó la barbilla con una mano y adoptó un semblante pensativo.

—¿Por qué secuestrarían a Bongha? No hay ninguna razón...

—Formaba parte del mando del clan en la época del antiguo patriarca, madre.

Jungkook recordaba bien la cara de prepotencia del viejo y cómo hacía que todas las reuniones del clan fueran más incómodas de lo que ya eran entonces. No le sorprendió que tal vez Bongha hubiera hecho enemigos; no era alguien muy diplomático. Por ello, podría haber atraído a algún grupo malintencionado que quisiera aprovechar estos tiempos de crisis para conquistar algo.

Mientras pensaba en eso, Soobin y Jina estaban distraídos con sus espadas, jugando en un lugar alejado de los adultos. La conversación sobre el secuestro y la desaparición no les pareció tan interesante como la pelea en la que estaban inmersos.

—Tengan cuidado. No sé cómo la desaparición de Bongha puede estar relacionada con la situación actual, pero aparentemente estamos tratando con algo bastante impredecible. —la voz de Jungkook reverberó profundamente, sus feromonas agresivas ardiendo alrededor.

Haerin asintió, dándole la razón, y Sirah adoptó una postura de soldado sumiso, inclinándose.

—¿Está listo el carruaje? —preguntó la comandante a la consorte, en un tono peculiarmente suave.

—Creo que sí. Los sirvientes ya habían terminado de llenarlo cuando llegué aquí. —respondió la omega, exudando la misma suavidad.

En verdad tenían algo, pensó Jimin.

Por la forma en que Jungkook relajó su semblante después, también debió notar la forma en que ambas se comunicaban.

—Esta es la hora de la despedida. —dijo Haerin, mostrando una débil sonrisa a su hijo, que era sincera pero estaba invadida por la tristeza de la despedida.

Jungkook se levantó del banco -un poco titubeante porque no quería alejarse ni un centímetro de Jimin-, y se acercó a la omega para envolverla en un fuerte abrazo. Haerin devolvió el gesto al segundo siguiente, con los ojos llorosos y las manos acariciando su cabello negro, como si aquel hombre maduro e imponente fuera sólo su niño.

Jimin encontró la escena conmovedora y entrañable, especialmente porque era raro ver el contacto físico entre los dos. Aunque era la madre de Jungkook, Haerin era una mujer fría en muchos aspectos. Seguía al pie de la letra la jerarquía de la corte, tratando siempre a su hijo como el rey que era, refiriéndose a él como si no compartieran ningún vínculo de sangre. Parecía que se había formado para ser una perfecta dama de palacio.

—Envíame cartas. Necesito más explicaciones sobre lo que hablamos ayer. —murmuró Jungkook al terminar el abrazo.

Jeon Haerin miró a Sirah. Un ligero rubor se apoderó de sus pálidas mejillas. Otra escena inédita.

—Mi vida romántica siempre ha sido un gran lío, querido... Las cartas no serían suficientes, pero enviaré algunas.

—Bien. —sonrió y se acercó a Sirah, luego puso su mano en el fuerte hombro de la alfa y le dirigió una mirada solemne.  —Cuida de ella.

La comandante inclinó la cabeza, moviéndola en un breve asentimiento de cabeza que indicaba que había captado la petición implícita en la orden dada. Y cuando su mirada se levantó de nuevo, llevaba consigo una feroz determinación.

Haerin también se despidió de Jimin poco después. Se vio sorprendida por un fuerte y tembloroso abrazo de su yerno.

—Ver nacer a este niño será probablemente la razón por la que volveré al castillo dentro de unas semanas. —dijo, observando el vientre que sobresalía bajo la ligera vestimenta del omega.

—Creo que Jungkook estará muy feliz con su regreso. —la resplandeciente sinceridad de Jimin dejó a la consorte muda por un instante, destrozando su severa pose y haciendo que su pecho encontrara un inestimable consuelo.

"Jungkook estará en buenas manos", pensó aliviada.

—Sé que lo que estoy haciendo es bastante repentino... —apartó la mirada para contemplar el castillo.

—No lo creo, señora Haerin. Entiendo por qué se va.

La mujer lo miró una vez más, curiosa por sus palabras.

—Quiero decir... —Jimin se rascó la nuca, tímido. —Recuerdo lo que me dijo entonces sobre su relación con la madre omega del Príncipe Min y la Gran Reina. Tiene sentido que haya estado aquí hasta debido a Jungkook y su hermano —observó el rey, que estaba intercambiando palabras con la comandante Sirah a unos metros de distancia. —y también tiene mucho sentido que usted quiera irse de aquí después de todo
que ha sucedido. Este lugar debe traer malos recuerdos.

Haerin permaneció estática, perpleja de que alguien la hubiera interpretado tan bien. Y también culpable, culpable por no haberle dicho, a un chico tan sincero, toda la verdad que le roía el interior de la garganta.

—Este lugar, de hecho, es como una prisión... Gracias por tu amabilidad, querido. —balbuceó.

Después de despedirse, se dirigieron a la entrada principal del castillo, donde las esperaba el carruaje de Haerin, el caballo ensillado de Sirah y la manada Jeon, o una parte de ella, ya que la otra permanecería en la capital para ayudar con las defensas, bajo orden directa de Jeon Jungkook.

Parte de los sirvientes que siempre los rodeaban se quedaron atrás, cuidando a los niños que seguían concentrados en las espadas de madera, imitando los golpes mostrados por la comandante Sirah.

Los adultos intercambiaron palabras por última vez antes de que el grupo siguiera adelante, cruzando las puertas y la calle principal de Adwan que llevaba directamente al cruce de la muralla.

Jungkook y Jimin observaron en silencio cómo los viajeros cruzaban el puente del río helado y corrían por el camino de tierra que los llevaría al sur del reino. El denso bosque cubierto de nieve los hizo desaparecer de la vista de la pareja en unos momentos.

Cuando el rey bajó la mirada al suelo y soltó el aire de sus pulmones, sintió una mano sobre la suya y cuando se giró, vio una hermosa sonrisa que se cernía sobre dos labios carnosos.

—Déjame mostrarte algo. —Jimin estaba animado por él. Para aliviar la carga de la mente del joven alfa.

—¿Qué cosa?

—Globos. Muchos globos aerostáticos.

Jungkook volvió a sonreír.

—¿Vamos a hacer otro viaje por los cielos?

Bueno... puedes ser mi conejillo de indias.

Otra risita.

—¿Dónde están esos globos, Jimin?

—Empuja mi silla hacia el campo de entrenamiento del ejército. ¡Están ahí!

—Por supuesto, Su Magnificencia.

Y con eso, los dos se fueron, paseando por las zonas exteriores como una simple pareja ignorante a todo lo que el destino tenía que ofrecerles.

🐾

Espero que no vuelva a aparecer el fallo que tuvo gaypad cuando publiqué el anterior capítulo.

Por eso decidí, que raíz de que no se mandaban las notificaciones y muchas personas no se entraron de la actualización, voy a establecer una hora de actualización.

Los capítulos los estaré publicando cada 4 días a las 12:pm (mañana) hora MÉXICO.

No se olviden de comentar. Me ayudan a saber si no es fallo y si les gusta la historia jsjs. Además, me motivan a seguir trayendo más traducciones para ustedes. ❤️

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