16|👑|Matrimonio fúnebre
Ciudadela Gwang. Sur de Adaman
Para Jeon Jungkook, la peor parte de luchar con Kim Namjoon se basaba en el hecho de que el general y él se conocían y entrenaban juntos desde la adolescencia. Por ello, ambos estaban bastante acostumbrados a los movimientos corporales del otro, a los vicios durante los golpes y a las debilidades que cada uno portaba.
Así, durante años el único detalle que siempre decidía la victoria de las batallas amistosas entre ambos era el hecho de que uno tenía más fuerza y resistencia que el otro, porque era un completo alfa.
Sin embargo, allí, en aquella caótica situación que se desarrollaba frente a las murallas y fortalezas de Gwang, tanto Kim Namjoon como Jeon Jungkook eran alfas puros y maduros.
Por lo tanto, estaban empatados en ese aspecto.
Sus respectivas habilidades hacían girar las espadas en el aire con la velocidad de un tifón, reflejando en las hojas de acero los rayos del sol de la mañana; y sus respectivas fuerzas, cuando chocaban por el filo de sus afiladas armas, tintineaban como la rotura de innumerables navajas.
Cuando Jungkook desviaba una embestida mortal, se movía rápidamente para ofrecer el contraataque, y poco después Namjoon imitaba su ritmo.
—¡Recupera tus sentidos, General! —reclamó el rey, colérico, tras evitar otro golpe. Pero a estas alturas sabía que gritar no serviría de mucho.
Kim Namjoon no estaba en su sano juicio. El alfa estaba luchando bien, como siempre, y utilizando todos sus conocimientos en esa batalla. Aparte de eso, sus ojos y expresiones seguían siendo inexpresivos, y sus actitudes iban en contra de todo lo que realmente era.
Debido a estas circunstancias, el joven rey pudo ver una tragedia inminente. Había agotado una buena parte de sus fuerzas durante la ruptura del asedio, y sabía que poco a poco Kim Namjoon podría reducir el resto.
Pronto estaría jadeando y alucinando por el cansancio. Era la soga del lazo que se apretaba alrededor de su cuello.
No puedo seguir así, Jungkook gruñó en sus
pensamientos.
Sus ojos rojos se desplazaron momentáneamente para comprobar de nuevo su entorno. Ya había visto la escena sangrienta dentro de la fortaleza, pero ahora quería ver algo más allá de los asesinatos y los enfrentamientos sin sentido.
El extraño zorro seguía deambulando como un bello e inquietante espectro, frotando su pequeña cola por las patas de los cadáveres que yacían en el suelo.
Un segundo antes de darse la vuelta para escapar de otra peligrosa embestida de Kim Namjoon, Jungkook vio a la pequeña criatura mirándole fijamente, enfocando sus ojos dorados en él.
Por un instante, el alfa sintió una caricia en sus oídos junto con un susurro melódico extrañamente seductor. Era como si algo le llamara, y el chico estuvo a punto de seguir esa línea, si el lobo de su interior no hubiera aullado, rompiendo el encanto.
De vuelta a sus sentidos, Jungkook entendió todo. Miho tenía grandes razones para teorizar sobre las personas que había encontrado en la torre, los supuestos desertores del reino. Y también tenía más que razón al sospechar del maldito zorro que había visto.
Todos aquellos guerreros que levantaban sus espadas contra sus compañeros estaban enloquecidos por algún tipo de hechizo místico.
Mirando ahora más de cerca, los ojos escarlata del rey pudieron percibir una niebla anaranjada y translúcida que atravesaba la atmósfera y que emanaba del pequeño animal dorado que no dejaba de mirarle.
Era como si el zorro estuviera luchando contra algo para alcanzar a Jungkook.
Con eso en mente, se preguntó por qué parecía ser el único lúcido en ese lugar.
Y antes de que pudiera llegar a una conclusión plausible, tuvo que moverse de nuevo para evitar que la espada de su general le cortara la cabeza.
—Kim Namjoon, tengo la intención de salvarte, —empujó su espada en el suelo cubierto de nieve y sangre, y se estiró el cuello. —así que perdóname por lo que voy a hacer.
Al segundo siguiente, liberó la bestia lobuna almacenada en su espíritu y permitió que saliera a la superficie una vez más.
De un salto, el lobo negro estaba de vuelta, enorme y voraz, su aliento caliente condensándose ante sus ojos enrojecidos.
El general Kim, todavía inexpresivo, palideció ante el otro alfa como si se preguntara qué debía hacer a continuación. Tras una rápida consulta, también dejó caer su espada y se preparó para realizar la metamorfosis. Pero Jeon Jungkook lo atacó antes de que tuviera la oportunidad.
Se controló para no emplear demasiada fuerza contra su viejo amigo mientras le agarraba las piernas con sus caninos puntiagudos y lo lanzaba lejos en una embestida. El rey lo trató de apuntar a un montón de nieve cercana, pero aún así, el impacto del cuerpo de Namjoon contra el suelo resonó con un ruido sordo.
Antes casi me decapitas, así que estamos a mano, pensó Jungkook, sintiendo una sensación divertida de la nada.
Poco después, el lobo corrió como el viento para capturar al zorro. Esta vez no escatimaría fuerzas, por lo que sus dientes y garras ya sobresalían, dispuestos a arrasar con la criatura.
La bestia mágica echó a correr en cuanto se vio amenazada, e intentó escapar trepando por los tejados de la torre, huyendo como si fuera un gato callejero.
Jungkook lo siguió por el suelo, esquivando a los soldados embrujados que en un momento se peleaban entre ellos y que al siguiente se giraban para golpearlo con sus armas, como marionetas puestas al servicio de los deseos del zorro.
Enfurecido, el joven alfa se subió a unos barriles y se impulsó hacia arriba, agarrándose a las tejas, hasta llegar al techo del primer piso de la fortaleza. Inmediatamente echó a correr, saltando entre las gárgolas y los relieves mal colocados del tejado, destrozando la superficie de piedra por la que pasaba.
Con sus afiladas garras expuestas, Jungkook cortó al zorro por la mitad, que se disipó en el aire junto a la niebla naranja.
En un efecto dominó, los soldados dejaron de luchar y se miraron con semblantes confusos. Poco a poco, se dieron cuenta de lo que había sucedido, pues los recuerdos de sus últimos actos aún estaban frescos en sus mentes.
Los que habían matado a amigos y amantes cayeron en un llanto desesperado, con gritos asustados preguntando por qué había sucedido todo. Kim Namjoon, sumido en un sentimiento de culpa aturdido, corrió hacia el rey -que ya bajaba del tejado- y se arrodilló ante él. Su cuerpo temblaba; nunca había estado en esta situación.
Perder el control era aterrador.
—Era una criatura mágica con forma de zorro. —explicó Jungkook mientras volvía a su cuerpo humano. Puso una mano en la espalda encorvada del general y lo encaró. —Te controló. Controló a todos... e imagino que también controlaba al clan Lee que residía aquí en Gwang. Nos trataron como piezas de un juego, parece, siendo atraídos aquí con ese mensaje de auxilio que me enviaron, haciéndonos luchar entre nosotros hasta la muerte.
El joven rey recogió un yelmo tirado en la nieve y analizó el dibujo tan típico de la armadura de los guerreros de Eliaj.
—Los Eliahnos están desafiando a Adaman, pero sus medios de lucha me resultan extraños. —murmuró.
Los ojos de Kim Namjoon se estrecharon con odio.
—¿Eliah se ha involucrado por casualidad con los demonios y la brujería?
—Parece que sí, —Jungkook también estaba reprimiendo su propio odio. —lo que no me sorprende, ya que su rey es un tonto ambicioso.
Tiró el casco al suelo, con tanta fuerza que la parte metálica del accesorio se arrugó sutilmente, y se quedó mirando un punto lejano sin ver realmente.
—Park Jimin fue enfático al decir que estaba preocupado por este viaje al sur. —citar al Omega hizo su pecho vibrar. —La mañana del día en que nos despedimos, me advirtió de la posibilidad de encontrarme con problemas mayores y sucesos más siniestros a partir de ahora.
—Comparado con la última invasión de Eliah a las comunidades cercanas a la frontera... —Namjoon, más calmado ahora, trataba de entender el razonamiento del rey.
—Eso, y también a la bestia que atacó el castillo en mi noche de luna.
—Mi señor, ¿está diciendo que Eliah también fue responsable de ese monstruo? —el general sintió un calor que hervía en sus venas. El hecho de haber cometido el desliz de no haber formado una línea de defensa eficaz capaz de impedir la entrada de la bestia alfa seguía hiriendo su orgullo.
—No sé, pero no puedo dejar de pensar en que lo que pasó esa noche no es una simple coincidencia en medio de todo esto.
Jungkook se apretó las sienes palpitantes con las yemas de los dedos, en un intento de disminuir el dolor que le seguía directamente al cerebro. Su resistencia pendía de un hilo. Se sentía como una estatua llena de grietas.
—Pero, Su Majestad, —Namjoon se puso a su lado.— si Eliah tiene tantas cartas en la manga, ¿por qué las usan aquí, tan lejos de la capital? El deseo del rey Chang Sun siempre ha sido tomar los dominios de Adaman y derrocar al clan que controla la corona, hasta el punto de que hace décadas la Gran Reina necesitó amenazarlo con sus tropas para mantenerlo alejado de su pueblo. Entonces, ¿por qué está usando hechizos en una ciudadela como Gwang?
—¿Por qué no sólo controlarme mientras estoy sentado en el trono de Adwan? —Jungkook siguió la línea de razonamiento de su general. —Es curioso, Namjoon... Ese zorro, no me hechizó. He estado lúcido hasta ahora.
—¿Así que el objetivo era ponerlo en medio de una matanza?
—Tal vez. Pero tengo la impresión de que no fue deliberado. Los susurros de esa criatura intentaron atraerme... El zorro pretendía domarme, pero no pudo. Su plan debe haber salido mal.
Ambos reflexionaron durante un segundo.
—Es posible que su envolvimiento con el Omega de Plata lo haya protegido. —sugirió Namjoon.
—El Omega de Plata... —Jungkook apretó el puño. — He estado distanciado de Jimin durante tanto tiempo que me parece imposible que todavía haya algo de él a mi alrededor. Me siento... débil.
Y él también debe estar débil, pensó con rabia.
Ese pensamiento, sin embargo, abrió una puerta en su mente que permitió el cruce de pensamientos paranoicos y urgentes, haciendo que el brillo de sus ojos se desvaneciera.
—Eliah nos atrajo hasta aquí con la historia de que nos estaban invadiendo, pero resultó que los soldados a los que nos enfrentamos eran compañeros inmersos en un hechizo. Y entonces mis tropas cayeron en la misma trampa. ¿Todo esto para qué? ¿Por qué hacerme venir hasta aquí y pasar largas semanas en un asedio, en un carrete interminable? ¿Y por qué no atacarme en Adwan, ya que pueden controlar monstruos y criaturas mágicas? ¿Por qué me sacaron de allí y me alejaron de Park Jimin? Es sabido que dos lobos vinculados se debilitan cuando están separados durante mucho tiempo... —la mente del alfa trabajaba a la misma velocidad que latía su corazón, en una agitación creciente. —La bestia fue tras el Omega de Plata cuando apareció en el castillo. Quería matarlo, pero no podía porque yo estaba allí.
Yo estaba allí. Y ahora no lo estoy.
Después de forzar la garganta para conseguir tragar el aire, porque la conclusión de su razonamiento trajo consigo la sequedad de un corazón asustado, Jeon Jungkook declamó entre dientes apretados:
—General Kim, ordeno el regreso inmediato a la capital del reino.
En lugar de una respuesta típica de su subordinado más leal, escuchó el silencio, el susurro de la brisa fría, casi fúnebre, y luego sintió que la atmósfera se volvía densa.
Por encima de las gárgolas de los tejados de la fortaleza, el joven rey divisó cuatro figuras de aspecto animal. Luego seis, diez, veinte, treinta. Zorros, dorados como un huerto de naranjas venenosas, emanando esa bruma viciosa y premonitoria.
Jungkook pronto vio algo afilado acercándose a su ojo izquierdo. Intentó esquivarlo, pero ni siquiera su agilidad pudo hacerle escapar de la embestida de Kim Namjoon en su versión lobuna.
El irracional General estaba de vuelta, inmerso en la magia del zorro, esta vez preparado para luchar contra la versión más fuerte de sí, su versión lobuna. Ya había golpeado la cara del rey con sus garras puntiagudas, aturdiéndolo gravemente.
Jungkook sintió que el ardor le llenaba la mitad de la cara y que el olor a sangre invadía sus fosas nasales.
Maldiciendo, su lobo interior rugió al darse cuenta de que el caos de antes también había vuelto. La situación se veía peor. Los soldados luchaban entre sí con más intensidad, dispuestos a exterminar cualquier cosa que se cruzara en su camino, y Kim Namjoon, aunque mantenía su rostro inexpresivo, llevaba ahora un brillo cruel en los ojos.
Exhausto y magullado, Jungkook eligió la opción más inteligente: huir y exterminar a los zorros.
Transformado en lobo, regresó a los tejados y trató de cazar todas las criaturas mágicas que pudo. Sin embargo, además de ser muchas, parecían haber aprendido de la muerte de su amigo, pues rápidamente convocaron a todos los guerreros embrujados para que los protegieran, incluyendo a Namjoon, que ya estaba detrás del joven.
Soltando maldiciones poco caballerosas, Jungkook esquivó espadas, flechas, dagas y caninos afilados. Sus patas sangraban por la pelea, su ojo izquierdo palpitaba y no se veía ninguna luz en el oscuro evento.
Estaba solo en medio de miles de soldados enloquecidos. Era el único lúcido y el único objetivo.
Imaginó que no escaparía y ante ese pensamiento tembló de miedo. Sin embargo, el temor no era por el fin en sí, sino por las consecuencias de ese fin.
¿Qué haría Park Jimin? ¿Y el bebé? ¿Nunca tendría la oportunidad de conocer a su hijo?
¿Y si, después de su muerte, Jimin sufriría por el vínculo? ¿Y si él era, de hecho, el objetivo final de la gente que controlaba esos zorros?
No. Jeon Jungkook no podía morir. No en esa fecha, no tan lejos de casa y del hombre que había llegado a amar.
Así que continuó luchando, utilizando el terreno alto del tejado en su beneficio.
Era un Jeon, un Lobo de la Noche. Sus patas, aunque magulladas, aún podían trepar y acabar con sus oponentes, porque habían nacido para enfrentarse a caminos tortuosos bajo noches sin luna. Su fuerza, aunque estuviera agotada, volvería durante rachas para derribar al enemigo con unos cuantos golpes, porque un Jeon nunca podría morir sin haber luchado hasta su último aliento.
Y cuando ese último aliento quiso salir de sus hirvientes pulmones, escuchó unos aullidos.
Aturdido, se dirigió a la cima de una torre de vigilancia, escapando momentáneamente de los soldados hechizados, sólo para vislumbrar docenas, no, cientos de lobos blancos acercándose a Gwang.
Jungkook miró al grupo sintiendo que el alivio corría por sus venas al reconocerlos rápidamente
El inconfundible pelaje blanco, los ojos tan escarlatas como el más cálido amanecer, la fuerza de sus patas al cruzar kilómetros de distancia en pocos minutos, todas estas eran características del clan de su madre. De su clan.
En el pasado, los Lobos de la Noche controlaban gran parte del Sur mientras vivían en sus fortalezas de piedra. Ahora vivían en zonas más aisladas, alejados de la política de la corona y reproduciéndose sólo entre ellos para mantener la línea de sangre pura. Sabiendo esto, Jungkook se sorprendió al verlos allí. Había pasado una década desde la última vez que vio a otro lobo blanco como la consorte Jeon Haerin.
¿Qué pudo haberlos movido a Gwang?
La respuesta a esa pregunta llegó poco después, cuando el discípulo del alquimista Jung apareció en medio de la manada blanca. Era un punto rojo en medio de un mar lechoso.
—¡Majestad! —Lu Keran le saludó nada más verle en lo alto de la torre.
El rey asintió bestialmente.
Kim Namjoon, si no desposas a este omega, serás el alfa más tonto que haya existido, pensó, queriendo sonreír.
Sus ojos se cruzaron entonces con los del lobo blanco que lideraba el clan, y tras una conversación prácticamente telepática, aullaron en sincronía.
Jungkook lo vio guiar a los demás por la entrada de la ciudadela, a través de las puertas y hacia la legión de hechizados; y temió por la cordura de los individuos de su clan, pues ahora se enfrentarían a la magia seductora de los zorros.
Sin embargo, para total sorpresa del chico, la niebla naranja no tuvo ningún efecto sobre esos lobos, como tampoco lo tuvo sobre él. Además, la manada avanzó contra los zorros sin dudar, como si ya supieran que eran el verdadero enemigo.
El exterminio total de aquellas criaturas mágicas duró menos de una hora, ya que los lobos blancos fueron precisos en sus ataques y ni siquiera parpadearon antes de partirlos por la mitad con sus afiladas garras.
Cuando el último fue reducido a cenizas doradas, todos los soldados hechizados se liberaron completamente.
Ahora lúcido -realmente lúcido y sin riesgo de volver a la locura de antes-, Kim Namjoon abrió y cerró los ojos para poder enfocar la figura roja que tenía delante.
—Mi general... —la voz de Lu Keran fue lo primero que reconoció. Entonces sintió el calor de un estrecho abrazo y el aroma del omega. —Por los dioses, casi lo pierdo.
Con los brazos temblorosos, Namjoon devolvió el abrazo a Keran y respiró profundamente. Su corazón podía volver a estar en paz.
—¿Dónde has estado? Estuviste desaparecido durante casi un mes, Keran... —murmuró el alfa.
—Lo explicaré pronto, hay mucho que decir.
El general escudriñó los alrededores con una mirada borrosa y se percató de la presencia de los lobos blancos, antes de hablar:
—Sí, efectivamente lo hay.
Los dos se dirigieron a un patio cercano a las puertas de la muralla, donde se reunía toda la manada. Kim Namjoon vio a Jeon Jungkook saltar lentamente desde los tejados para acercarse a ellos también, y se enfrió cuando notó el rastro de sangre detrás del lobo negro.
Se apresuró a ofrecer apoyo al soberano de Adaman un segundo antes de que éste volviera a su forma humana y su cuerpo cediera a una profunda fatiga.
—¡Keran! —gritó el General, en una llamada urgente. En un instante, Lu Keran apareció con una bolsa de medicinas que había sacado del interior de su capa roja.
Jungkook fue acostado en un piso de piedra seca, y fue tratado con hierbas y tónicos. Le limpiaron las heridas, algunas tuvieron que ser cosidas, como la del lado izquierdo de la cara.
—Se quedará con una hermosa cicatriz, Su Majestad. —dijo el líder de esa manada del clan Jeon.
—Agradezco a mi gran amigo, el general Kim, por el regalo. —Jungkook sonó sarcástico y juguetón, lo que hizo que Namjoon diera un respingo. —Por cierto, —continuó. —¿con quién estoy hablando?
—Mi nombre es Sirah, Jeon Sirah.
El lobo era de tamaño medio y su pelaje podía camuflarse fácilmente en la blanca nieve. Esta forma animal desapareció un instante después, cuando fue sustituida por la imagen de una mujer de baja estatura, con pelo largo y negro, ojos del mismo color y los rasgos distintivos de una Loba Nocturna. Su ropa no estaba acolchada para hacer frente al frío, como la mayoría de las prendas de la gente que vivía en el Sur, pero seguía pareciendo acolchada por los músculos que ocultaba.
Jeon Sirah era una alfa con un atractivo y
semblante intimidatorio.
Cuando Jungkook fue finalmente capaz de sentarse, miró a los individuos que le rodeaban,
analizándolos rápidamente.
—Tengo muchas preguntas, y me gustaría que me las respondieran cuanto antes. —dijo, y se enfrentó a Lu Keran: —Curandero Lu, ¿qué ocurrió durante su viaje a la frontera?
—Su Majestad, mi grupo y yo encontramos la manada de Jeon Sirah en uno de los pueblos de la frontera. Tenían el mismo problema que aquí. —respondió el chico.
Sirah, con su voz baja y suave, complementó:
—El primer zorro que encontramos intentando alterar el orden fue en una aldea cercana al nuevo hogar del clan Jeon. Los campesinos que vivían allí no tenían ninguna relación de sangre con nuestra familia, pero eran nuestros amigos... Nos dimos cuenta demasiado tarde de lo que estaba pasando. —el negro de sus iris palpitaba. —Descubrimos que estas criaturas estaban por toda la región que rodea las tierras de Eliah, y también nos dimos cuenta de que antes de acercarnos a los campesinos hechizados, no se movían. Parecían muertos vivientes esperando un estímulo o alguien... Reuní a los guerreros para exterminar a los zorros, y en eso estábamos cuando apareció el omega Lu Keran.
—Jeon Sirah me contó esa misma historia y no me lo pensé dos veces antes de pedirle que me siguiera aquí con los demás, Su Majestad. —explicó el sanador Lu.
—Actuaste correctamente y salvaste la vida de cientos de soldados, así como la mía. La corona está en deuda contigo. —Jungkook inclinó la cabeza en un gesto de profundo respeto.
Sintiéndose agradecido y avergonzadl a la vez, Keran también se inclinó para poder imitarle.
—Bien... Hm. —el rey respiró profundamente y contrajo el ceño después de que una dolorosa molestia golpeara el interior de su cuerpo, como las olas que rompen contra una palmera en la playa.
Se ofreció a si mismo un momento para recomponerse antes de hablar con Sirah.
—¿Cómo está la situación en la frontera?
—Hemos tratado con todos los zorros que hemos encontrado. Las cosas estaban estables cuando nos fuimos de allí. Los aldeanos quedarían bajo el cuidado de las patrullas del clan Jeon.
—¿Y cómo pudieron resistir la influencia de la magia?
Toda mi tropa se vio afectada, pero ninguno de los lobos de su grupo cambió de rumbo al llegar aquí. Y a mí tampoco me afectó. —Jungkook se miró las manos, abriendo y cerrando los puños heridos. —El General Kim sugirió que estoy siendo protegido por mi vínculo con el Omega de Plata. Esa puede ser la respuesta para mí, pero ¿y para ustedes?
—Mi rey, la sugerencia del General Kim Namjoon es congruente. Sin embargo, más allá de eso, hay otro factor. El linaje de los Lobos de la Noche es antiguo. Nuestro clan fue el primero en formarse tras la unión del rey fundador de Adaman y el primer Omega de Plata. La sangre que corre por nuestras venas todavía lleva restos de ese matrimonio.
—Tal vez... Tal vez tengamos escudos naturales contra esa magia. —complementó el alfa, concluyendo su razonamiento. —¿Y Lu Keran? ¿Cómo no sucumbió al hechizo?
—Fue con Lu Keran con quien probamos la teoría de la sangre de Jeon. —dijo Sirah con firmeza. —Les di a él y a sus compañeros unas jarras de cerveza con gotas de mi sangre diluida.
Todos los que la escucharon contrajeron sus rostros. El sanador tosió.
—Fue una experiencia... Nauseabunda. Pero eficaz. — dijo, sin ningún orgullo. —Tras el hallazgo, repetimos el procedimiento con todos los aldeanos que encontramos. Los otros omegas que viajaron conmigo en la misión se quedaron allí para ayudar, porque algunos de ellos son sanadores y también porque supuse que sería bueno que alguien del ejército real se quedara en la frontera para enviar mensajes cuando volviera a ocurrir algo extraño. —se volvió para susurrarle a Namjoon: —Lo siento por decidir las cosas por mi cuenta.
—No, no te disculpes. Estuviste increíble. —el general puso una mano en la mejilla de Keran y apoyó su frente contra la de él en un acto sutilmente íntimo.
Jungkook observó la escena con un suspiro y su pecho se apretó. A él también le gustaría volver a encontrarse con cierta persona para intercambiar caricias así.
Se estaba muriendo de agonía.
Y con el recuerdo de la persona responsable de ese anhelo, las preocupaciones comenzaron a palpitar en la mente del rey.
—Vinimos aquí después de Eliah, y nos pusieron una trampa en la que mis soldados lucharon entre sí hasta la muerte. Además, llenaron la frontera con los mismos trucos mágicas. Es más que evidente para mí que el objetivo del enemigo es alejarme de lo que realmente importa. —Jungkook se levantó del suelo un poco tambaleante, pero con algo de energía ya recuperada. —Namjoon, necesito que dirijas a los soldados que aún están en condiciones de luchar hacia la frontera, y también que busques a Wang Jena... —dudó. —Si todavía está viva, dale la tarea de vigilar Gwang.
—Sí, Su Majestad. Y si la Matriarca Wang no estuviera... —el general tragó en seco.
—Entonces entrega el puesto a otro comandante capaz. Lamentablemente, no tenemos tiempo para presentar nuestros respetos a nadie con una ceremonia oficial. —el rey apretó los labios.
Luego tomó la copa que había utilizado para beber uno de los tónicos medicinales, miró el interior vacío y pasó un lado de su brazo por la espada en su funda, sacando una gruesa línea de sangre de ella.
Derramó el líquido rojo en el vaso.
—¡Mi rey! —los ojos de Sirah se abrieron de par en par y Namjoon se controló para no exclamar una maldición.
—Mi sangre es Jeon y mi vínculo es con el Omega de Plata. Espero que eso sea suficiente para proteger a los soldados de alguna magia.
Sirah puso la mano sobre el vaso y, con una reverencia y una mirada obstinada, dijo:
—Su sacrificio nos honra como súbditos, pero déjenos esto a nosotros, Majestad. El clan Jeon entregará toda la sangre requerida.
Y en una acción en cadena que enfatizó las palabras de la mujer alfa, todos los lobos blancos inclinaron la cabeza en un gesto servil.
—Gracias. —murmuró Jungkook, sinceramente. Su voz agotada sonaba como una brisa solitaria que por fin había encontrado una corriente de aire con la que reunirse.
A lo largo del día, los cuerpos de los soldados y de los ciudadanos víctimas de la masacre se reunieron para ser enterrados en una ceremonia improvisada pero respetuosa. Los cantos fúnebres resonaron en la ciudadela manchada de sangre inocente, y los tristes aullidos cortaron el cielo del sur.
La matriarca Wang Jena fue encontrada muerta, así que la enterraron junto a su hijo, Wang Jiaer, y junto a él, Lee Yan, Lee Chunghee y el resto del clan.
Decenas de generaciones se perdieron allí, innumerables historias y recuerdos fueron arrojados bajo dos metros de tierra congelada. En ese momento no hubo victoria, sólo dolor y pérdida.
Cuando terminó el funeral, las tropas bebieron el llamado "antídoto rojo", que consistía en una mezcla de una bebida alcohólica con gotas de sangre de los Jeon, y se organizaron para recibir sus próximas órdenes.
Kim Namjoon eligió a los que le seguirían hasta la frontera y dejó bajo el mando de uno de los miembros del Consejo de Guerra a otro grupo de guerreros del ejército de Su Majestad para que velaran por el orden en Gwang.
Con el sol aún brillando en lo alto del cielo nublado, Jeon Jungkook se unió a su clan y tomó la delantera para guiarlos a través de las tierras de Adaman hasta la capital Adwan.
El mero hecho de volver a casa ofrecía fuerzas suficientes para que el joven rey emprendiera un viaje que probablemente duraría algo más de dos semanas.
Montado en un caballo negro, se dirigió al norte, al centro de Adaman, donde lo esperaba Park Jimin.
🌔🌘👑🌖🌒
Capital Adwan, Reino de Adaman
Dos semanas después
Min Yoongi observó con asombro cómo el castillo se sumía en un estado caótico en cuestión de pocos minutos.
Todo comenzó cuando, en las puertas de entrada, estallaron batallas sin fundamento entre los guardias reales. A partir de ahí, los impulsos llenos de ira se extendieron y llegaron a los soldados que vigilaban otras zonas, como si el perímetro del palacio estuviera siendo invadido por una plaga virulenta.
Y en el aire había una niebla anaranjada con un olor agradable, como el perfume que desprenden las plantas carnívoras para atraer a sus sabrosas presas.
El príncipe Min no sabía lo que era, pero su intuición le ordenó alejarse y ordenar a los guardias que le seguían que hicieran lo mismo.
En primer lugar, trató de escoltar a un lugar seguro a las personas indefensas que encontró en el camino, y ordenó a algunos de sus seguidores que fueran en busca de Park Jimin, ya que su cuñado necesitaba urgentemente protección.
A pesar de ser el Omega de Plata, se notaba que Jimin estaba agotado. En los últimos días, el brillo radiante de su mirada carmesí se había debilitado mucho. Yoongi no sabía si ese chico sería capaz de defenderse tan bien en caso de encontrar un conflictom
Tras despachar a los soldados, el príncipe suspiró profundamente y pensó en Jung Hoseok.
Ya debe estar escondido en algún lugar seguro, trató de convencer a su agitada mente de no hacer mover sus piernas en busca del alquimista.
Tenía que quedarse allí y encontrar una solución a lo que estaba sucediendo. Pero no parecía haber ninguna solución y ni siquiera una explicación.
Sin embargo, después de cruzar los patios del castillo luchando contra los guardias que alguna vez habían jurado lealtad a la realeza de Adaman, Min Yoongi se dio cuenta de que sobre los tejados de las torres había pequeños zorros que miraban el suelo lleno de caos y emanaban esa niebla sospechosa.
Y justo encima de ellos, en la cima de la torre más alta, un zorro más grande, con varias colas y un pelaje brillante, como los rayos del sol, observaba al acecho.
Su mirada se encontró con la de él, y entonces todo se volvió borroso.
🌔🌘👑🌖🌒
A través de la ventana de la habitación, Park Jimin vio la actitud del Príncipe Min cambiar radicalmente en cuestión de segundos. En un momento Yoongi estaba mirando la cima del castillo, y al siguiente estaba blandiendo su espada contra sus propios soldados.
Hasta entonces, su cuñado había sido su última esperanza de salvación. Ahora ya no había escapatoria. El Omega de Plata debía ocuparse de todo por sí mismo, en algún momento.
—Binbin, presta atención. Estabas jugando al escondite con Jina, ¿verdad? —el chico susurró cerca de la cara del pequeño.
Tras escuchar la pregunta, Soobin lo confirmó con un movimiento de cabeza.
—De acuerdo. Entonces volveremos a jugar al escondite, sólo que esta vez es más serio, así que tenemos que estar muy callados para poder escondernos de ese... alfa de afuera. Sin gritos, sin ruido. ¿Entiendes?
Soobin movió la cabeza asintiendo de nuevo.
—De acuerdo. Vamos...
Jimin puso al niño en su espalda y le pidió
que no lo soltarapor ningún motivo. Las manos y las pequeñas piernas de Soobin se hundieron en sus hombros y se enroscaron en la cintura del omega respectivamente.
Entonces Jimin corrió hacia la ventana, abrió el cristal con cuidado para que no se escapara ningún ruido metálico y puso las manos en el alféizar.
Con los ojos fijos en un pasillo justo debajo, que conectaba una torre con otra, suspiró profundamente y se concentró.
Un puente. ¡Sólo necesito un puente!
El sudor le resbalaba por las sienes y los latidos de su pecho se aceleraban. El hecho de que el olor de la criatura pareciera cada vez más cercano, como si estuviera deambulando justo al lado de sus aposentos, no ayudó en absoluto a Jimin.
Exclamó en silencio, tratando de alcanzar la magia que antes llegaba con mucha menos dificultad. Sus piernas y brazos temblaban, tirando de algo que parecía vacío o distante.
Por favor. Por favor.
Las lágrimas cayeron de sus ojos escarlata. Jimin se concentró de nuevo y, al pensar en el niño que llevaba a la espalda, en el bebé que llevaba dentro y en el hombre que se moría por echar de menos, volvió a suplicar que viniera algo.
Fue entonces cuando, brotando de la cornisa, zarcillos y enredaderas se enredaron como enrejados y descendieron hasta el piso de abajo, conectando con el corredor. Un puente improvisado y aparentemente sin mucha resistencia, pero fue suficiente en ese momento desesperado.
Jimin se apresuró a trepar por las lianas, con cuidado de no pisar las más finas envueltas de forma sospechosamente endeble. A su espalda, Soobin gruñó asustado por lo alto que estaban, pero cerró la boca poco después, recordando la petición anterior del chico de que guardara silencio.
Ya a mitad de camino en el puente, un golpe sonó desde el interior de la habitación del omega. El olor de la bestia irradiaba con tanta fuerza que hizo que Park tuviera náuseas. Contuvo automáticamente la respiración, pues sólo entonces recordó el día en que se sintió atraído por aquellas feromonas, por lo que temió que en ese momento ocurriera lo mismo. Pero poco después se dio cuenta de que desde el primer contacto con el perfume maldito, cuando vio a la bestia caminar por el ala de los aposentos reales, su conciencia no había cedido.
Con esa constatación en mente, Jimin respiró profundamente, sin miedo, y rezó para que la magia de ese mundo lo envolviera una vez más, como lo había hecho con el puente improvisado.
Al parecer, las fuerzas que había usado para recuperar una pequeña porción de sus poderes seguía allí, pues en un abrir y cerrar de ojos, el omega se transformó en un gran lobo plateado y saltó hacia el corredor que estaba justo debajo de él.
Soobin estrechó su abrazo alrededor del cuello peludo de Jimin y reprimió otro gruñido mientras atravesaban el aire hasta llegar al suelo de piedra.
En lo alto, el monstruoso alfa trepaba por la ventana y se preparaba para saltar. Sus ojos oscuros miraban fijamente al Omega de Plata, poniéndolo como objetivo.
Jimin no esperó ni un segundo antes de salir corriendo con sus cuatro patas de lobo. En una oleada de adrenalina, ignoró cada rigidez en sus articulaciones, cada dolorosa palpitación en sus debilitados músculos, y se concentró en evadir al monstruo.
Llegó a la torre en el otro extremo del castillo y se abrió paso por los pasillos menos concurridos.
Cuando fue inevitable pasar por uno lleno de gente enloquecida por el hechizo de los zorros, Jimin utilizó sus cuernos para despejar el camino, apartándolos con la parte superior de sus astas sin pestañear.
Por suerte para él, Soobin no parecía ser un objetivo de esa siniestra magia, ya que permanecía tranquilo y firme en su espalda.
De un vistazo, el omega divisó a la criatura que se acercaba rápidamente, con unas patas anormales que parecían de acero contra el suelo, rompiendo en millones de pedazos la cerámica y las piedras que adornaban el piso. Y por si fuera poco, aunque se movía a un ritmo descompasado, era extraordinariamente rápido, lo que lo hacía aún más aterrador.
Jimin trató de conseguir algo de tiempo de ventaja mientras empujaba las armaduras decorativas que encontraba en el camino, para que se convirtieran en obstáculos que retrasaran a la bestia. Al ver que la cosa no ofrecía ni un segundo para escapar porque eran fácilmente arrollados por las fuertes zarpas del monstruo, el omega se centró en crear muros con lianas enroscadas, formando redes ligeramente resistentes.
Habría sido de más ayuda si se tratara de algunos tallos del Árbol Sagrado, por ejemplo, que eran absurdamente duros y por lo que la bestia tardaría horas en atravesarlos, pero las lianas eran todo lo que Jimin podía conjurar en ese momento.
La primera red contuvo a la criatura, haciéndola permanecer quieta por unos momentos, mirando el obstáculo. La segundo duró menos tiempo. La tercera duró aún menos, ya que los poderes de Jimin se estaban agotando, dando lugar a reded demasiado finas. La cuarta red era tan inútil como una tela de araña, y se rompió con un simple empujón.
El Omega ya estaba sudando a través de su larga lengua de lobo, jadeando fuertemente con el agotamiento interno y externo. Su pecho estaba apretado ya que nada apuntaba a un final feliz. No había escapatoria y ni siquiera un salvador.
Jeon Jungkook, gritó en su mente el único nombre posible, sintió el amargo nudo en la garganta, el impulso de gritar y llorar de miedo.
Justo cuando su mente estaba a punto de ceder a todas las cadenas que querían llevarle hacia los colmillos del monstruo, oyó a Soobin llorar a su espalda, moqueando y sollozando suavemente. Entonces sintió que se estremecía.
Tan pequeño. Tan impotente... Y Park Jimin era el único que podía salvarlo.
Siendo así, no podía ceder. Todavía no.
Con una decisión en mente, el omega barrió el
ala del castillo con una mirada y se dirigió por otro camino, hacia las escaleras del balcón que utilizaban los vigilantes nocturnos para subir a lo alto de las torres.
Subió los escalones con todas las fuerzas que le quedaban, teniendo la ilusoria sensación de que se le iban a romper los huesos.
Allí arriba, frente a la inmensidad del cielo de Adwan y las murallas que lo separaban de una caída relativamente alta, Jimin clamó una vez más a los espíritus, convocando al lobo de su interior con un aullido suplicante.
Se volvió a hacer un muro, ahora no con lianas sino con gruesos tallos de árboles comunes. Eso serviría para unos minutos. Sí, eso era todo lo que necesitaba.
Entonces el chico buscó las herramientas de trabajo de los vigilantes, porque después de vagar por el castillo durante tanto tiempo sabía que habría escaleras hechas con cuerdas que podrían utilizarse para un descenso de emergencia.
Y allí estaba una de elas, envuelta en sí misma entre dos barriles, lista para ser arrojada por encima de la pared y utilizada por alguien.
—Soobin, escúchame. —Jimin se agachó para que el niño pudiera bajar de su espalda. Mirándolo ahora, continuó hablando: —¿Ves esta escalera? Vas a bajar por ella y te vas a esconder en algún lugar lejos de todos, ¿entendido?
Con su hocico, el omega desenrolló la escalera y la lanzó hacia abajo de la torre. Parecía lo suficientemente segura como para soportar el peso de un adulto robusto.
Soobin lo miró y volvió a llorar, moviendo la cabeza de lado a lado rápidamente
—Binbin, ese lobo loco me persigue, así que si vas primero, no te atrapará, ¿entiendes? —Jimin trató de transmitir confianza a través de sus ojos rojos, pero su voz podría flaquear en cualquier momento. —Para ganar, tienes que bajar la escalera y huir a un lugar completamente vacío, ¿vale? ¡Y quédate escondido hasta que alguien bueno te encuentre!
Soobin estaba a punto de negar de nuevo, pero la criatura apareció de detrás de la pared de tallos y dio un puñetazo tan fuerte a la dura superficie que la dobló
Viendo que no tendría mucho más tiempo, Jimin usó sus caninos para colocar cuidadosamente al pequeño en la escalera.
—¡Papá! —los ojos del niño estaban empapados, sus pequeñas manos temblaban alrededor de la escalera.
—Tengo que quedarme y enfrentarme a ese loco, Binbin. Va a ser una pelea fea, así que no quiero que la veas haha... —el omega rozó la punta húmeda de su hocico al costado del rostro de Soobin, en un gesto de despedida cariñoso. —Vamos, sé que puedes bajar, te he visto escalar los muros del castillo con Jina. ¡Eres muy bueno!
Soobin tragó con fuerza mientras miraba de nuevo hacia abajo, pero tras asentir, empezó a bajar la escalera de cuerda lentamente.
Jimin observó al niño hasta que llegó al suelo. Mientras tanto, justo detrás de él, el monstruo golpeaba y arañaba el muro de tallos con una fuerza poco común, dejándolo retorcido y aplastado. En cualquier momento cedería.
Consciente de ello, el muchacho exhaló un suspiro tembloroso y levantó la vista hacia el horizonte, de donde venían fuertes ráfagas de viento frío.
"Quedarse para enfrentar a ese loco", qué cosa más tonta, Jimin...
Apenas puedes moverte, pensó, sintiendo que se le entumecían las patas y las ganas de caer en el charco helado.
Otro golpe a su espalda, otro golpe de la bestia contra los tallos. Esta vez logró hacer un buen agujero en la barrera. Sus afiladas garras siguieron arañando la abertura, arrancando astillas y trozos más grandes de madera para que aumentara de tamaño.
Con su cuerpo paralizado, Jimin gruñó suavemente.
El lobo en su interior aulló en una llamada, esperando que el otro lado lo escuchara.
🌔🌘👑🌖🌒
Fue durante una parada de descanso, en medio de una rápida y atormentada siesta. En ese momento, vio un espectro plateado que caminaba sobre las aguas heladas del río que atravesaba gran parte de Adaman. Aquella luz pálida parecía invitarle de algún modo, por lo que el joven rey se permitió pisar la alfombra de hielo para seguir al espectro.
Cuando se despertó, Jungkook reflexionó sobre lo que había visto y se dirigió al mismo río que en su sueño, cuyo cauce también cruzaba esa región. Al llegar allí, comprobó que la superficie era dura como la roca, resultado de un duro invierno que había durado meses.
Después de pensar un poco más, se dio cuenta de algo.
—¿Qué es lo que observa tanto, Su Majestad? —preguntó Jeon Sirah tras acercarse a él.
Como estaban bajo la iluminación distorsionante del sol poniente, los gestos de la hembra alfa le recordaron un poco a la consorte de Jeon Haerin. Tal vez eran parientes cercanas.
—Un río, cuando se mueve, atraviesa los bosques e incluso las montañas más altas. Abre un camino llano para todos los que se aventuran por sus aguas
Entonces Jungkook pisó el duro hielo con fuerza, demostrando lo segura que era esa superficie.
—Congelado, el río se convierte en un pasaje para nosotros. Un atajo rápido a Adwan. —dijo, con los ojos brillantes. —Lo seguiremos, líder Jeon Sirah.
Sirah sonrió, aprobando la perspicacia del rey.
Y así fue como un viaje que duraría casi el periodo de un mes sólo tardó dos semanas en completarse. Además, la velocidad con la que la manada del clan Jeon avanzaba por el sendero de hielo no podía compararse con la de un grupo ordinario.
En un momento dado, cuando sintió que parte de su cuerpo de su cuerpo se había recuperado, Jungkook liberó al caballo que montaba y optó por continuar el viaje en forma lobuna.
Cuando divisaron las murallas de Adwan, apresuraron sus pasos, pues notaron un movimiento inusual de los guardias justo por encima de los altos muros.
Y justo cuando cruzaron las puertas de la capital, Jeon Jungkook escuchó la voz de su omega.
No estaba seguro de cómo, ya que todavía estaba relativamente lejos del castillo, pero no había duda de que era el lobo de Jimin el que le llamaba, con el aullido reverberando en su mente.
Y junto con el grito lobuno llegó la enorme sensación de terror que petrificó el corazón del rey.
Jimin estaba en peligro, constató. La rabia hervía en sus venas.
—¡Señor! ¡Hay zorros en la muralla! —advirtió Sirah con un ladrido tras observar a los resplandecientes animales que se movían por las murallas que rodeaban a Adwan.
Jungkook afiló sus caninos y garras.
—¡Divide a la tropa! —le respondió con un gruñido. —Lleva una mitad y sube allí, el resto me seguirá hasta el castillo.
Después de ladrar y aullar, el grupo se fragmentó en dos mientras corría por las bulliciosas calles de la capital. Los ciudadanos, atónitos por los últimos acontecimientos, se hicieron un hueco y exclamaron emocionados en cuanto vieron al rey abrirse paso mientras era seguido por decenas de lobos.
Jungkook lo agradeció, ya que acortaría el tiempo para llegar al castillo. Sin embargo, no podía relajarse ni un ápice, ya que esa sensación de terror seguía rondando dentro de su pecho, colonizando sus células a un ritmo ascendente.
Era como si el alfa sintiera el peligro justo delante de él, la sombra de la amenaza rozando la esquina de sus ojos e inflando todos sus sentidos e instintos. Saber que todas estas sensaciones provenían de Jimin lo angustió aún más.
Intentó acelerar el paso de sus patas, pero éstas
estaban ya tan ligeras como los vientos del cielo. Entonces, en un acto de desesperación, Jeon Jungkook aulló con toda la capacidad de sus pulmones y cuerdas vocales. El joven rey quería que fuera lo suficientemente fuerte como para llegar a Park Jimin. Tenía que decirle al omega que aguantara un poco más, sólo un poco más, porque él estaba volviendo y lo protegería a toda costa.
🌔🌘👑🌖🌒
Un árbol solitario nacido en el centro de un claro helado se encontró de repente frente a un fuego rojo. Las llamas de ese fuego eran ardientes, y tal vez mortales para los indignos, pero no estaban destinadas a herir al árbol de ninguna manera, sólo a abrazarlo y arrojarlo a un mar de calor suave y protector.
Así fue como Park Jimin se sintió después de escuchar el aullido del alfa. Él era el árbol y Jungkook era el fuego, la energía que el Omega necesitaba.
Repentinamente vigorizado, con la felicidad bailando en su corazón, el chico puso sus patas en la pared de la torre y aulló con fuerza, queriendo devolver el mensaje y todos los sentimientos al otro.
No se dio cuenta de que con este acto invocaría fuerzas que yacían dormidas en su interior y que las haría brotar por toda la capital en forma de raíces del Árbol Sagrado, pues tan inmenso era el calor de su alma.
Las raíces actuaron contra la magia oscura que rodeaba a Adwan y capturaron a todos los zorros que encontraron frente a ellas, arrastrándolos bajo tierra y convirtiéndolos en brotes de flores carmesí.
En una reacción en cadena, soldados, plebeyos y nobles fueron liberados del hechizo. El príncipe Min también se despertó, y en cuanto se recuperó por completo de su trance, se dio cuenta de lo que había ocurrido a su alrededor.
—¿Árbol Sagrado? —murmuró después de ver cómo las raíces de marfil arrastraban a un zorro a las profundidades de la tierra. En una epifanía, exclamó a los soldados despiertos que estaban cerca: —¡El Omega de Plata! ¡Busquen al Omega de plata!
Y antes de salir corriendo a buscar a Park Jimin, Yoongi miró hacia lo alto del castillo en busca del zorro que era diferente a todos los demás, pero no lo vio por ninguna parte.
Debe haber muerto, al igual que los otros, pensó, antes de correr.
🌔🌘👑🌖🌒
Un segundo después del aullido, la bestia destrozó el muro de tallos. Con un rugido gorgoteante, afiló sus garras y saltó hacia Park Jimin.
Sin embargo, el Omega de Plata estaba de vuelta, aunque no totalmente recuperado. Con un gesto suyo, los tallos del Árbol Sagrado atravesaron el suelo y agarraron a la criatura en el aire, envolviéndola desde los pies hasta el cuello, dejando sólo la cabeza libre de su prisión mística.
Por mucho que luchara y rugiera, no sería capaz de liberarse de él.
—Hombre, casi me matas del susto... —Jimin apartó sus patas de la pared y se arrastró por el suelo, con su cola plateada barriendo los copos de nieve caídos en el suelo.
Cada nervio de su cuerpo parecía entumecido por la fatiga y el miedo.
—Este tipo es mucho peor que los malos de mis juegos de PS4, joder. Espero que, después de todo esto, me hayan subido de nivel o algo así. —aunque le faltaba el aire, el chico habló para distraerse del terror que aún hacía temblar su cuerpo.
Los ojos del monstruo todavía daban demasiado miedo.
—En fin, técnicamente debería matarte ahora, para evitar problemas en el futuro de esta historia, ¿sabes? Pero estoy demasiado muerto. —el omega dobló sus patas traseras y se apoyó en la pared. Luego volvió a su forma humana: —Por favor, quédate ahí hasta que pueda moverme.
Para su sorpresa, el monstruo se quedó quieto. Sus ojos oscuros adquirieron un extraño brillo, como si recordara algo, como si tuviera una epifanía repentina.
Y un segundo después, la forma de la bestia fue sustituida por la de un humano. Un humano con rasgos muy parecidos a los de alguien que Park Jimin conocía.
—Ji-Jiminie... —murmuró el humano con voz ronca, como si le costara hablar y actuar de forma tan... inofensiva. —Jiminie, ¿eres tú?
—¿Qué? —los ojos del omega se salieron de sus órbitas. —¿Taehyung? ¿¡Kim Taehyung!? ¿Mi amigo de Daegu? ¿Mi compañero de los campeonatos de RPG? ¡¿Qué mierda es esto?!
Taehyung abrió y cerró los párpados con fuerza tras sacudir la cabeza. Estaba luchando contra algo en su mente.
—Ji-Jiminie...
—¿Esto es una broma? Eres esa clase de monstruo que puede convertirse en gente que la víctima conoce, ¡¿es eso?! —el cerebro de Park se estaba enredando en un nudo. ¿Cómo diablos entró Kim Taehyung en la historia del libro? ¿Quieres decir que podría haber otras personas del mundo real en Adaman?
—No de-deberías estar aquí. —murmuró Taehyung, respirando profundamente, estremeciéndose. ±¿Por qué tenías que ser su objetivo, Jiminie?
Jimin se levantó del suelo y se tambaleó hacia su amigo.
—¿De qué estás hablando?
—No sé cómo llegué aquí, Jiminie, lo juro. —el chico se puso a llorar. —Él dijo que estábamos en un libro. Mi cabeza... Me duele la cabeza y p-pierdo la conciencia, pero él siempre me ayuda.
—¿Libro? ¿Él? ¿Quién es "él", Taehyung? —la palabra "libro" hizo que Jimin estuviera un poco más seguro de que este Taehyung era auténtico, porque una persona del mundo real probablemente lo sabría. Siendo así, el omega hizo que los tallos se abrieran alrededor del chico, liberándolo.
Si fuera necesario, lo ataría de nuevo en segundos.
—"Él..." No estoy seguro de quién es, pero es poderoso. —respondió el otro, en estado de embriaguez.
Parpadeando, abriendo y cerrando las manos, Kim Taehyung dio un paso atrás.
—Me tengo que ir. T-tengo que salir de aquí. Quiere que te mate. No puedo... Eres una persona real, y eres mi amigo. N-no puedo...
—¡Tae! —Jimin levantó la mano hacia él.
—N-no controlo al monstruo. Lo s-siento.
Taehyung se dio la vuelta y corrió hacia el castillo, desapareciendo por completo de la vista de Omega.
Al quedarse atrás, Jimin se quedó parado durante unos segundos, paralizado, mirando el espacio vacío donde antes estaba su amigo. Entonces sus piernas cedieron, llevándolo al frío suelo.
Era demasiada información para un día, se sentía como si su cuerpo y su mente hubieran sido destrozados. Entonces cedió al cansancio, se tumbó entre los copos de nieve y quiso dormirse.
Ya estaba cerrando los ojos cuando, a pocos metros, Min Yoongi se acercó con soldados.
En cuanto percibió el olor de la bestia en el aire, el príncipe tragó en seco e imaginó el peor de los escenarios. Todavía estaba marcado en su memoria el día en que Min Hyuna, su madre omega, había sido asesinada por la criatura que exudaba ese olor.
Traer ese recuerdo en ese momento no sólo le preocupaba sino que le enfurecía.
Subió a lo alto de la torre en busca del olor de su cuñado -que se mezclaba con las extrañas feromonas de la bestia, rezando a los dioses para no haber llegado demasiado tarde- y lo encontró acurrucado en el suelo entre un amasijo de tallos retorcidos.
—¡Señor Park! —se arrodilló a su lado y comprobó su pulso.
Era débil, pero indicaba vida.
Gracias a los dioses.
—¡Busquen al Alquimista Real! Tráiganlo aquí inmediatamente. —ordenó a los soldados, que rápidamente se movilizaron para obedecerlo.
Después de examinar el cuerpo de Jimin en una observación superficial, Min Yoongi concluyó que no estaba herido. Sin embargo, el prominente vientre que levantaba la camisa del omega le recordó al príncipe que la situación seguía siendo preocupante y delicada.
Después de barrer el lugar con una mirada, supo que Jimin había luchado con todo lo que tenía. Ver las astillas de madera esparcidas por el suelo era una prueba de ello.
La prueba, también, de que la bestia había pasado por allí.
La maldita cosa aún estaba viva, el pensamiento palpitó en su mente, haciendo que sus puños se apretaran con fuerza.
Incluso después de todo, incluso después de haber asesinado a varias personas y de haber torturado a su madre omega hasta la muerte, la bestia seguía vagando. Esta vez estuvo a un paso de asesinar al omega que su querido hermano amaba, y en consecuencia un bebé que ni siquiera había nacido. El odio se infló en el pecho del príncipe, odio puro, resentimiento y dolor.
Quería vengarse. Yoongi quería decapitar al monstruo tal y como él había hecho con Min Hyuna.
—Cuiden al Omega de Plata y no se separen de él hasta la llegada del alquimista Jung. —dijo imperativamente a los soldados restantes, y se puso en pie con un impulso ansioso.
Olfateó el aire en busca del olor de su objetivo y siguió el rastro dejado por él. Caminó apresuradamente por el castillo para no para no perder la oportunidad de oro que el destino le había ofrecido. Cruzó las alas a un ritmo frenético, sintiendo que las venas de su cuerpo se encendían con la rabia que rondaba en su interior.
Llegó al piso de las habitaciones reales y se dio cuenta de que la criatura había entrado en el castillo por uno de los pasajes secretos.
¿Cómo lo ha sabido? Al príncipe no le importaba en ese momento.
Yoongi atravesó el estrecho portal y bajó los tramos de escaleras, tragando tres escalones con cada paso. El olor era mucho más fuerte allí abajo, lo que sólo indicaba una cosa.
Los colmillos del príncipe aumentaron de tamaño al ver al monstruo.
—Por fin... —murmuró Yoongi, sus ojos eran dos estrellas amarillas que emanaban un brillo letal.
La criatura caminó hacia atrás, tratando de alejarse de él.
—No actúes como un lobito asustado. ¡Muéstrame el demonio eres, porque te trataré como tal! —el príncipe cambió de forma para convertirse en un lobo, y hundió sus garras en el suelo de tierra húmeda, preparándose para la lucha.
—Huye... —la voz del monstruo era una inquietante mezcla de gruñidos y gritos torturados.
—¿Huir? —Yoongi dejó escapar una risa llena de burla y gruñó. —¿También le ofreciste a mi madre esa misericordia antes de matarla?
No. El monstruo no había ofrecido ni una gota de piedad. Sabiendo esto, el príncipe se adelantó dispuesto a exprimir hasta la última gota de su sangre. Tenía fe en que esta vez sería capaz de vengarse, pues el frágil y compasivo príncipe de antes era ahora fuerte y despiadado.
Sin embargo, en cuanto su primer golpe fue bloqueado por la pata de su oponente, Min Yoongi supo que no era capaz de vencerlo.
🌔🌘👑🌖🌒
Todo parecía cubierto por un velo translúcido ante los ojos de Park Jimin. Los rayos de luz atravesaron sus mejillas, haciéndole cosquillas en sus pupilas oscuramente dilatadas. Sombras borrosas se movían a su alrededor, portando voces lejanas que a veces lo llamaban por su nombre.
No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se hundió en ese profundo estado de inconsciencia. Su último recuerdo físico fue el del suelo frío y los copos de nieve humedeciendo la espalda de su camisa.
En algún momento incierto, la dureza y el hielo fueron sustituidos por una cálida suavidad.
Brazos cálidos, aliento a miel, perfume dulce y susurros, ojos negros llenos de estrellas con una leve e invisible cicatriz.
Cuando logró levantar los párpados, Jimin ladeó sus labios regordetes en una sonrisa al ver que estaba en su abrazo.
—Tú... tú. —tartamudeó, aletargado. En el mismo instante, su corazón se llenó de calor, palpitando un poco más fuerte, haciendo que su pecho se agitara y balanceara el lobo espectral allí escondido.
Jeon Jungkook suspiró profundamente y su semblante se relajó.
Hasta hace un momento, parecía tenso y nervioso, tanto que cuando tomó una de las manos de Jimin y la llevó a sus labios para depositar allí un profundo beso, sus dedos aún temblaban.
—Cuando te encontré tirado en el suelo, por un momento sentí que mi alma abandonaba mi cuerpo. Pensé en el peor de los casos. —tragó secamente. Sus pupilas se retrajeron mientras imágenes perturbadoras danzaban por su mente.
Con una mirada, Jimin notó el enrojecimiento alrededor de los botones negros que eran los ojos del rey, las ojeras que adornaban su rostro y el corte cicatrizado que estropeaba la perfecta piel de Su Majestad. Jungkook tenía la expresión de un hombre cansado que no había dormido en días, pero ese pequeño brillo reflejado en sus iris mostraba que, sin embargo, se sentía feliz.
Otra oleada de calor llenó al omega, una mezcla de sensaciones placenteras y revitalizantes, como baterías que se recargan a gran velocidad.
—Te he echado de menos... Te he echado mucho de menos. —dijo, presionando sus labios. Se deshizo el nudo en su garganta.
Jungkook esbozó una emotiva sonrisa y se inclinó para besarle en la frente.
Jimin complementó poco después, con los labios del rey aún tocando la piel de su mejilla:
—Nunca más volvamos a despedirnos cuando estemos alejados el uno del otro, ¿entendido? —el omega sintió el peso de las lágrimas. Sus mejillas pronto se llenaron de ellas. —Mejor, ni siquiera te despidas de mí, ¡sólo llévame contigo!
—Después de esta prueba, nunca me iré de tu lado, Jimin. —el alfa secó las lágrimas del chico con la punta del pulgar y aprovechó para acariciar toda su cara, apartando unos cuantos mechones de pelo plateado, para luego sentir la suavidad de sus labios carnosos y la angulación de su fina nariz.
Por los dioses, ¡cómo había echado de menos ver esa cara!
—Pensé que iba a perderte. —murmuró, con la voz quebrada. Jimin no era el único con lágrimas en los ojos. —Cuando sentí tu miedo y todo ese terror.... Casi me vuelvo loco, mi amor.
Jimin abrió y cerró la boca sorprendido por lo que había escuchado.
—Me llamaste "mi amor".
Jungkook se rió y se encogió de hombros.
—Es lo que tú eres para mí: mi amor...
Como reacción a la respuesta del rey, el omega ocultó su rostro con las manos y negó con la cabeza.
—¡Pero me veo tan raro y feo, Jungkook! Te le estás declarando a un globo aerostático. —su voz, dramáticamente triste, fue amortiguada por sus manos. Park Jimin había desarrollado ese lado melodramático de él con su embarazo.
Jeon se tocó la zona entre los ojos con la punta de los dedos y se rió a carcajadas.
Siempre es así, tan peculiar, pensó, y sintió que iba a enamorarse de nuevo.
—Eres el globo aerostático más hermoso... —dijo mientras acariciaba el vientre abultado del omega. Era tan grande que impresionaba. Eso hizo que Park Jimin fuera aún más lindo a los ojos de Jungkook.
El pecho del rey vibró entonces cuando sintió un movimiento allí, una agitación en su interior.
—Parece que no soy el único que te extrañaba... —el Omega ladeó la comisura de sus labios en una sonrisa. Luego rodeó con sus brazos el cuello de su alfa, a quien ya se le aguaban los ojos, y tiró de él para conseguir besarle en la boca.
Después de que sus labios se tocaran, ambos cerraron los párpados y se entregaron al acto, dejando que sólo sus toques transmitieran todas las sensaciones resultantes del beso. La profusión de ardor, el deseo contenido, el anhelo acumulado... Bajo el baile de lenguas y el ruido de los jadeos, aquella romántica calamidad encontró un feliz rincón entre ellos, donde se suavizaría maravillosamente.
—Mi amor... Creo que yo también usaré esa expresión, hehe... —dijo Jimin, aún sin alejarse de Jungkook. Sus dedos le acariciaron el rostro: —Esa cicatriz tuya te ha hecho más hermoso, si es que eso es posible, hombre.
Sin saber cómo manejar ese peculiar cumplido, el rey dejó escapar una pequeña risa y volvió a besar al omega.
Con los labios pegados, los dos sonrieron. Por fin podrían tener algo de paz.
O eso pensó Jimin durante unos segundos. Sus ojos se abrieron de par en par cuando una preocupación cruzó de repente su mente.
—¡Soobin! Jungkook, necesitamos encontrar a Soobin. Se escondió solo en algún abajo.
—Tranquilo, él ya fue encontrado y está con los otros niños —dijo una tercera voz, seguida de pasos y el crujido de una capa. Era Jung Hoseok, y llevaba consigo una maleta llena de utensilios medicinales. —Has estado inconsciente durante bastante tiempo, Ser Park.
—¿Ah, sí? —Jimin se relajó en los brazos del rey,
—Me las arreglé para hacer una mezcla con algunas plantas. —el alquimista mostró un frasco lleno de líquido verde. El omega frunció el ceño.
—Por el amor de Dios... Sálvame, Jungkook.
—Es para ayudarte a fortalecerte. Lo siento. —por la sonrisa divertida que adornaba la cara del alfa, no lo sentía.
—Sus latidos son débiles. En su estado, eso es peligroso. —explicó Jung.
—... ¿Y cómo está el bebé?
—Contradictoriamente, parece bastante fuerte y estable. su corazón vibra más vivamente que el tuyo.
Jimin suspiró, aliviado. La idea de que algo pudiera ir mal con la pequeña criatura que crecía en su interior le pareció de repente aterradora.
Por la expresión de la cara de Jeon, aparentemente sentía lo mismo.
—Entonces tiene mucha fuerza, a juzgar por lo que ha pasado hoy... —el Omega tragó en seco. Su mano acarició su vientre. —Había extraños zorros, que controlaban a la gente del castillo. Y también...
Fue en ese momento cuando el recuerdo del rostro de su amigo, Kim Taehyung, pasó por su mente, dejándolo paralizado, sin saber cómo seguir hablando.
—Ya he recibido un informe sobre lo ocurrido. Los zorros fueron exterminados por tu poder y por los lobos del clan Jeon. Por el momento, todo está bien. —aunque las palabras de Jungkook eran optimistas, sus ojos llevaban una sombra de aprensión.
—En realidad, hay otro problema. —Jimin apretó los labios. —Aquel extraño alfa... El monstruo apareció.
Los músculos del rey se tensaron.
Lo sabía, pensó, recordando las señales que había recibido a través del vínculo.
—¿Peleaste con esa bestia? —preguntó él, abrumado por la preocupación.
—No, ni siquiera lo intenté. Sólo logré escapar con Soobin. Mi cuerpo estaba demasiado débil.
El alfa tragó con fuerza.
Jimin se apresuró a seguir hablando:
—El monstruo es diferente, Jungkook... No sé cómo explicarlo, pero no es él quien controla todo esto y estoy bastante seguro de que ni siquiera es él quien se controla a sí mismo. —¿Cómo puedo decir que el monstruo es mi amigo del otro mundo? ¿Cómo diablos tiene eso sentido?
Junto a la pareja, escuchando todo en un perturbado silencio, Jung Hoseok se removió.
—Señor Park, ¿qué pasó con el monstruo?
—Se escapó, debe haber regresado al lugar de donde vino, no lo sé...
El alquimista contuvo la respiración.
—¿Sabe el Príncipe Min que estuvo aquí?
—No... No lo sé. -Jimin frunció el ceño y guardó silencio. Algo más se le pasó por la cabeza, una extraña sensación en la boca del estómago, una molestia seguida del calor de un líquido que rezumaba en el interior de sus pantalones. Tenía un olor distintivo y metálico.
Olía a sangre.
Ajeno momentáneamente a lo que sentía el omega, Jungkoook dijo:
—¿Todavía no han encontrado a mi hermano? —compartió la misma tensión que Hoseok. Ambos sabían lo que la bestia significaba para Min Yoongi.
—No. No ha aparecido... —en una sacudida, el alquimista se apartó de la pareja y se giró para atravesar el castillo.
Asumiendo su forma lobuna, olfateó el aire detrás del príncipe, guiándose por los mínimos rastros de sus huellas. Cuando encontró un lugar en el que las feromonas de Min Yoongi todavía estaban presentes, las siguió eso como un animal persiguiendo una luz bajo la oscuridad.
Jeon Jungkook se mostró aprensivo al ver a Hoseok desaparecer por los pasillos del castillo. Quería ayudar en la búsqueda, ya que algo en su pecho se apretó sin razón aparente; pero también necesitaba quedarse allí, al lado de Park Jimin, ya que no tenía fuerzas para alejarse de él. No después de todo lo que habían enfrentado.
Y esa necesidad de quedarse con Omega ganó fuerza cuando el rey olió el olor férreo en el aire y la frialdad se apoderó de la piel de Jimin.
—¿Mi amor? —preguntó, abriendo los ojos al ver la mancha de sangre que empapaba los pantalones del chico en sus brazos. Los ojos carmesí del omega estaban opacos.
—Tengo sueño... —susurró Jimin, en un siseo casi inaudible. Su débil mano cayó sobre su prominente vientre.
—No. No. ¡No! Jung Hoseok dijo que todo estaba bien. ¡Jimin! —Jungkook tanteó la cara del omega, tratando de reanimarlo. Luego, exclamó a los sirvientes y guardias que se encontraban alrededor, utilizando una voz feral que hizo temblar a todos, incluso a los betas que no se dejaban llevar por los instintos lobunos: —¡LLAMEN A TODOS LOS SANADORES, ¡YA! ¡RÁPIDO!
🌔🌘👑🌖🌒
Mientras tanto, Jung Hoseok recorría los pasillos y pabellones del castillo, doblando las esquinas hasta llegar a las recámaras reales, que era a donde le llevaba el rastro. En cuanto divisó el pasaje secreto y olió el fuerte aroma del monstruo mezclado con el del príncipe, el pecho del alquimista se hundió.
Bajó de un salto la escalera circular, llevado por la desesperación, y acabó haciéndose daño en el camino por culpa de las estrechas paredes.
Cuando llegó al jardín secreto, sus pupilas se estrecharon. No por la luz del día que allí se presentaba, sino por la triste imagen de un cuerpo tendido entre las flores heladas.
Había un mar de sangre que manchaba las ropas blancas del cuerpo y humedecía los mechones dorados de su pelo.
—No... —de vuelta a su forma humana, Hoseok se tambaleó y se arrodilló de golpe al ver el rostro de Min Yoongi cubierto por el velo de la muerte.
Los ojos amarillos y apagados, los labios frígidos y violáceo; la piel pálida y cadavérica.
Un gran desgarro delineaba el estómago del príncipe, a través del cual la sangre había rezumado hasta formar ese inquietante charco escarlata. Eso, el olor nauseabundo en el aire, algunos troncos de árboles llenos de arañazos frescos eran la única prueba de que la bestia había pasado por allí, pues ni siquiera se veía su sombra.
—Yoongi... —la voz de Hoseok era un balbuceo tembloroso amortiguado por las lágrimas y el insoportable dolor de su corazón. —Mi príncipe, me prometiste... Pediste mi mano... Seríamos felices, Yoongi.
Cayó en un fuerte llanto, con gritos de angustia, hundiendo sus dedos en la fría tierra y tirando de sus hebras. Todo el jardín se sumió en un silencio fúnebre para que sólo se pudiera expresar y escuchar su dolor.
—¡Mira lo que trajo la venganza, mi amor! —con manos temblorosas tocó el rostro helado del príncipe muerto.
Era como tocar la nieve, pero la nieve se derretiría con el verano, mientras que Min Yoongi se vería inmerso en un invierno gélido para la eternidad.
—Íbamos a casarnos... T-tenía la intención de poner un poco más de esfuerzo en tejer un collar de matrimonio digno.... Podríamos haber adoptado un niño. Amas a los niños, Yoongi. —las lágrimas del alquimista gotearon sobre la sangre fresca, pintando una acuarela que quedaría marcada para siempre en su memoria, enmarcada junto a los votos matrimoniales pronunciados en secreto, cuya frase final fue resaltada en rojo para que nunca se olvidara.
"Hasta que la muerte nos separe".
Y ella los separó.
🐾
Alquimista Jung y Príncipe Min
© A sus respectivas autoras
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