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43 pt. 1

comenten o me mato LQKSKW

ωμέγα φεγγάρι

YoonGi suspiró algo aliviado al cerrar la puerta de su habitación. Repasó con su mirada el interior desordenado y con los ojos ardiéndole en cansancio se dirigió a su cama. Se arrancó la ropa rápidamente y remplazó a duras penas su vestimenta por una pijama limpia.

Se aventó sobre el colchón que le recibió suave y casi ronroneó ante la sensación de sentirse cómodo. Inconscientemente movió el rostro hacia la almohada que guardaba como uno de sus más apreciados tesoros, y olfateó la tela con fervor. Se sintió deshacerse por el ligero aroma impregnado.

Y una parte de él gruñó molesta porque el aroma de su omega era demasiado tenue, pues era remplazado por el suyo, ya que era menester decir que YoonGi se la pasaba pegado a la almohada con tal de conseguir cordura en el olor dulce.

Con la almohada que alguna vez fue de JiMin a un lado y el cuerpo cansado se giró lentamente boca arriba, miró el techo y volvió a suspirar. Y sólo porque hacía frío se obligó a meterse debajo de las cobijas, pues siendo sincero, su flojera era superior aquella madrugada.

Bajo el calor de las mantas y la oscuridad de su pieza se permitió cerrar los ojos para buscar dormir, y quizá debió de haber sido la plática amena que mantuvo con su madre lo que le hizo tranquilizarse un poquito, porque no encontraba otro motivo positivo en ese día de mierda.

El último día del año, de hecho.

Chasqueó la lengua al pensar que su hermano y padre debían de seguir abajo en los salones principales celebrando y aparentando opulencia. Mientras que sus esposas estaban heridas y él estaba demasiado tristón como para fingir alegría.

Se cubrió los ojos con sus antebrazos, queriendo eliminar aquella extraña sensación que se le había quedado después de conversar con su madre. Y es que fue sorpresivo el hecho de que le pidiera perdón y le recibiera con los brazos abiertos después de no haber mantenido momentos tan amenos.

No sabía si catalogarlo como remordimiento.

Era claro que Yuna se estaba disculpando porque consideraba que su lobo estaba al borde de la muerte por el descuidado lazo que mantenía con su padre, eso aunado a las culpas acumuladas por el maltrato, lograban purgar a la omega que pedía perdón porque sentía a la muerte detrás.

YoonGi mordió su belfo algo inseguro a la par de que se volvía a remover por encima del colchón, con los labios abultados en un mohín volvió a cerrar los ojos y trató de dormir.

Y bendita la almohada de JiMin y el cansancio, porque oh. Hicieron que consumara más rápido su deseo de dormir y fueron factores para que soñara de forma amena.

Porque aunque su imaginación no puso manos a la obra, sí que se empeñó en hacerle soñar un bonito recuerdo que atesoraba.

Recordó en un sueño aquella tarde en donde él accedió a enseñarle un poco a JiMin sobre el piano, y aunque fue una excusa burda para reunirse (pues ciertamente JiMin no aprendió nada porque se distrajo, ejem) fue un rato tan pacifico y hasta casi podría catalogarlo como precioso, pues la simple presencia de JiMin con una sonrisa tímida y una canasta que ocultaba una tarta aún en sueños, logró remover su estómago.

La imagen del omega sentado a un lado, con el rostro sonrojado, los orbes brillosos, el cabello castaño cubriendo en parte su frente y esa sonrisa particular suya que nunca se cansaba de ver, eran definitivamente un deleite.

Y aún dormido se preguntó: ¿cómo es que era posible que JiMin fuera tan encantador?

Tan particular, tan elocuente y particular.

—Hey, YoonGi-ah— frunció el ceño aún entre sueños y trató de cubrirse el rostro con la esquina de la manta que lo cobijaba —. Despierta.

Le tomaron de un hombro y le sacudieran levemente, en un intento por despertarle.

Ugh.

¿Por qué justo en ese instante, en donde revivía la parte más linda del recuerdo tenía que despertar?

No le quedó más opción que entreabrir sus ojos y quejarse por la luz que pronto entró de las ventanas y del balcón —. ¡A levantarse!

—Noona... ¿no puedo dormir unos minutos más?—le suplicó con su voz sonando adormilada y rasposa.

—No. Debes de bajar para la celebración y debes de despedir a tu madre.— le demandó MinSeo con seriedad.

Mierda, lo había olvidado.

—¿En serio tengo que bajar al festival?

—Es tu obligación. Además, ayer estuviste ausente en la última cena y los ministros preguntaron bastante por ti. Todos esperaban que tomaras la cena abajo.— se quejó la omega mientras levantaba el desastre que tenía al alcance.

YoonGi sacudió su cabello despeinado y resopló. —Lo siento... no me sentía muy bien como para fingir.— MinSeo le miró algo extrañada con las cejas fruncidas y negó con la cabeza.

—Pues espero que hoy estés mejor, porque el pueblo está allá abajo celebrando la entrada del año nuevo y esperando la apertura del banquete— YoonGi viró los ojos y MinSeo chasqueó la lengua al ver su actitud —. ¿Qué? No me digas que tampoco quieres bajar hoy.

YoonGi siseó y mordió su belfo a la par de que se arrastraba por el colchón para sentarse en la orilla, amagando levantarse.

—No. Es sólo que este tipo de celebraciones no me gustan... siento que son sólo excusas para apaciguar al pueblo de su disconformidad y el hambre— MinSeo entreabrió sus labios algo sorprendida —; porque admitámoslo, la forma en la que se están llevando las cosas no es la mejor, y con papá pisándole los talones a JinHoo sobre su mandato no ayuda mucho tampoco. Pareciera que a veces mi padre se arrepiente de tener a JinHoo en el poder. — murmuró lo último, pues debía de admitir que hablar así de mal sobre su propio linaje no era lo mejor, mas simplemente decía la verdad.

—Bueno... aunque tu hermano lograra librarse de tu padre no podría hacer mucho de todos modos, el congreso y los ministros son viejos alphas acomodados por tu padre. Son viejos idiotas fieles al antiguo rey— MinSeo dijo mientras acomodaba el conjunto limpio que utilizaría YoonGi ese día —. Tampoco hay que olvidar que también en los otros reinos siguen los antiguos mandos. JinHoo-yah está atado de manos.

YoonGi asintió algo decaído en silencio y frunció sus hombros.

—Espero que la coronación de Hoseok-ssi en Seúl haga el cambio.— El alpha dijo con la con la mirada clavada en el suelo debajo de sus pies. Sonando demasiado anhelante y hasta esperanzado.

—Estoy segura que el príncipe Hoseok será un gran rey. Hasta ahora ha sabido sacar adelante a Seúl de la escasez junto a su padre.

El alpha se levantó por fin del filo del colchón, con algo de premura comenzó a vestirse en silencio mientras la omega seguía moviéndose por entre la habitación para míseramente recoger.

—JinHoo hyung tendrá que restablecer lo que se tenia antes de la guerra entre Daegu y Seúl, porque si seguimos así terminaremos en la ruina.

MinSeo no se lo negó. —Si tu padre te escuchara hablar te cortaría la cabeza.— espetó con una sonrisa en labios y apuntándole con un cepillo en mano.

YoonGi viró los ojos y terminó de arreglar las mangas de su camisa. —Yo sé, ¿pero es que acaso su extraño rencor con el rey de Seúl importa? Si no se hace nada el pueblo morirá de hambre.

—Hoy despertaste del lado político y liberal, ¿mh? ¿Es que acaso las ideas del occidente te han hecho una revelación tardía o por qué tus quejas?

Chasqueó la lengua y sonrió pobremente cuando la mayor se acercó a arreglar el cuello de su camisa por sobre el chaleco que se acababa de calzar. —No; es sólo que... Estuve leyendo varios libros y tomos de la guerra y de las afecciones que dejó.

—Ah, entonces son los estragos que te dejó el ser un ratón de biblioteca.

YoonGi formó un mohín y cruzó los brazos por encima de su torso. —¿Sí? Ugh, perdón, simplemente me puse a imaginar el cómo sería si las Islas de JeJu siguieran en pie y nunca hubiera existido la guerra.

MinSeo entrecerró sus ojos al verlo titubear al explicar, ladeó el rostro y resopló bajito. —Oh, créeme que nadie quisiera que la guerra hubiera existido, pero la gente enferma de poder terminó ganando y los reinos como los conocíamos cambiaron.

El azabache se llevó su pulgar a su boca para poder morderse la uña en un tic inconsciente y MinSeo le manoteó para impedir que se siguiera mordiendo.

—Debes de dejar ese tic o sino te quedarás sin uñas— la omega le regañó con el ceño fruncido —. Ahora, deja de pensar en los problemas políticos que sucedieron hace años y termina de alistarte para bajar. Debes de usar la corona hoy.

YoonGi se quejó audiblemente. —Esa cosa pesa mucho.— murmuró y MinSeo se rió ante el tono ocupado.

—La de tu hermano es más pesada, así que no te quejes. Anda, termina de calzarte el conjunto para traer a las sirvientas a peinarte.

—¿No te quedarás?— preguntó sonando algo asustadizo, abrió de más sus ojos pequeños al ver a la omega suspirar y negar con la cabeza.

—No contigo; tengo que ir con tu madre. Pero me verás en un rato, estaré esperándote a ti y a tu hermano para encaminarlos al balcón principal— mofó una mueca, pues realmente no le agradaba mucho la idea de no tener a la omega a un lado —. Deja de parecer un niño mimado haciendo berrinche y vístete.

No pudo negarse ante lo exigido, después de todo era su deber. Y aunque se sintió incómodo entre el pesado traje y el peinado que dejaba su rostro descubierto, se aguantó las quejas.

Con los labios fruncidos y con algo de hartazgo salió de su habitación en silencio, con las sirvientas detrás supervisando y siguiéndole en silencio. Inspeccionó las puertas del pasillo aledañas que se mantenían cerradas, mas su vista de detuvo en la habitación que sabía era de JinHoo y SeulGi, pues la puerta que permanecía entreabierta y el bullicio que se dejaba oír, logró captar su atención.

Se acercó cauteloso, amagando espiar lo que sucedía en el interior de la habitación, pero la voz de MinSeo llamándole interrumpió que cumpliera su acometido.

—Majestad.

El alpha giró su rostro y subió sus cejas ante el llamado, pues debía de admitir que en pocas ocasiones la omega le llamaba así.

—Debe de bajar a que le coloquen la corona, su majestad.—Le demandó MinSeo con la mirada gacha, YoonGi no pudo evitar sentir un apretón en la garganta ante el tacto, estaba tan acostumbrado a MinSeo siendo ella misma alrededor suyo que el verla actuando así se sentía en demasía ajeno.

Y no sabía si actuaba así porque varios sirvientes y guaridas permanecían a su alrededor.

—El rey...— murmuró YoonGi para ahorrar algo de tiempo.

—Bajará en unos instantes, no debe de preocuparse por eso.— le guiñó el ojo MinSeo discretamente.

Después de suspirar un poco y de tomar valor, emprendió camino hacia el balcón principal, en donde ya le esperaban.

Y quizás caminó con más lentitud a propósito, porque le causaba una incomodidad incomprensible el tan sólo pensar que tendría que mantenerse de pie a un lado de su padre.

Bien, él podía hacerlo.

Antes de entrar al salón que conducía al balcón principal anunciaron su llegada, la puerta pesada al frente se abrió y él entró con la mirada titubeante.

Con una sonrisa en labios saludó a todos al interior, mas aquella sonrisa decayó un poco al ver a su padre escrutarle duramente.

—Su alteza, por favor tome asiento. Se le coronará para la celebración.

YoonGi acató todas las indicaciones en silencio, tratando de mantenerse estoico ante la voz fuerte de su padre quejándose y atacando a su madre.

Se aguantó el defender a Yuna que sólo trataba de ignorar al alpha que no mostraba modestia alguna.

Y cuando JinHoo apreció detrás de la puerta gruesa pudo suspirar algo aliviado.

Sólo debía de aguantar un poco más y se podría ir.

Cerró sus ojos pequeños un instante, lo necesario para prepararse mentalmente cuando el momento de salir a saludar al pueblo desde lo alto del balcón arribó. Las puertas de cristal se abrieron y con ellas, el vitoreo del pueblo arribó a sus oídos.

Salió junto con su familia en silencio, sonriendo sólo lo necesario y meciendo su mano en alto en forma de saludo. El frío de enero haciendo que su cara se sintiera congelada y el peso de la corona en su cabeza no favoreciendo en absoluto la situación.

Y después de saludar al pueblo la ceremonia de apertura comenzó con el discurso que musitó su hermano en voz alta, y debía de ser sincero, pues aunque la relación con su hermano no era la mejor en esos instantes, seguía ahí dentro de su pecho aquella admiración por el mayor cada que hablaba en voz alta.

Su madre a un lado se acercó un poquito, sólo lo suficiente como para tomarle de la mano y llamar su atención. El alpha inmediatamente giró su rostro hacia la omega.

—Tranquilo.— le murmuró en un intento de consuelo.

Yuna quiso decirle más, sin embargo, la mirada pesada de Sun recayendo sobre sus actos le hicieron frenarse.

YoonGi fue el primero en salir del balcón en cuanto tuvo la oportunidad, y no es porque fuera grosero ni mucho menos apático, es que se sentía ahogado.

Se dejó hacer entre las sirvientas que retiraron su pesada corona, y siguió en silencio a su familia desde atrás hasta los jardines principales en donde parte del pueblo y festival ya les esperaban jubilosos. No fue sorpresa que se terminara separando un poco después de que les dictaran sentarse.

—Su majestad, es bueno verle por aquí.— YoonGi subió sus cejas al ver a Hyukwoo caminar hacia él con una copa en mano.

—Hyung...— susurró bajo.

El alpha torció una sonrisa al notarle algo desubicado y se acercó aún más, siendo el confianzudo que era cubrió el hombro grueso de YoonGi con su amplia mano para atraerlo a él. —Ayer no cenaste con nosotros, ¿pasó algo?— le preguntó con notable interés el mayor. 

—No, es sólo que la omega Yuna quería compartir la última cena conmigo y no pude negarme.

—Oh, vaya, qué hogareño. Pasaste la ultima noche de tu madre en el castillo  junto a ella, ¿mh?— YoonGi asintió míseramente con la vista al frente —. Fue bastante aburrido sin ti ayer... JinHoo-ah subió temprano y no pudimos divertirnos como era debido, ya sabes cómo es, un completo aguafiestas.

Hyukwoo se rió y YoonGi cerró un segundo los ojos al oler en el aliento ajeno un atisbo de alcohol.

—Hubiera sido un placer para mí que también me acompañaras en mi última noche aquí, pero claro, tu madre es más importante.

El mayor le dio un sorbo a su copa y YoonGi ladeó el rostro. —¿Hoy te vas?

—Sí, me iré dentro de unas horas, es una lástima. Pero no te preocupes, regresaré pronto.

—YoonGi-ah— volteó ante la voz de su hermano y con algo de incomodidad se separó un poco de Hyukwoo —, no te separes. Pronto tendremos que despedir a mamá.

El menor asintió con una mueca en labios, Hyukwoo a su lado le pinchó con su índice una costilla antes de murmurarle: —JinHoo se pone celoso porque te ve conmigo~.

YoonGi decidió ignorarlo, se apartó con la particular risa del alpha mayor resonando detrás de él, siendo ruidosa y hasta estruendosa.

Yuna observó desde la distancia a YoonGi acercarse a paso lento, amagó apresurarlo por la inquietud de verle solo, mas la marca en su cuello ardiendo le distrajo un poco, obligándole a cubrirse el cuello.

—Madre, en una hora saldrá tu carruaje.— le dijo JinHoo en un tono bajo.

—Gracias, hijo— sonrió apenas —. YoonGi-yah, siéntate al lado de tu padre.— Yuna le señaló al alpha una vez que estuvo algo cerca.

YoonGi se situó a un lado de su padre, con los hombros tensos le miró de reojo y tragó al verle con aquella particular mirada suya; trató de sentarse, pero la voz del alpha resonando fuerte le hizo congelarse en su lugar.

—No te atrevas a sentar a este hijo de perra al lado mío.

Oh.

—¿De qué hablas? Ese es su lugar asignado— le retó Yuna —. Déjalo sentarse, ese es su lugar te guste o no.

Sun se levantó del lugar que ocupaba, le mostró los dientes a la omega que tembló entera desde su asiento. Yuna se aguantó el dolor y se mostró intacta, manteniéndose firme ante el hombre que se acercó peligrosamente.

—Padre, detente.— JinHoo gruñó inconscientemente para imponerse.

Las arrugas alrededor de los ojos azules del alpha se acentuaron cuando los entrecerró y le gruñó a su propio hijo. Importándole poco el lugar en el que estaban.

YoonGi pudo notar cómo las personas alrededor comenzaron a notar el ambiente tenso entre ellos, viéndoles murmurar especulaciones que no alcanzaba a oír. Joder.

Y aunque sabía que su padre no se inmutaría ante su presencia, lo intentó.

—Padre, nos están viendo. Detén esto y cálmate.— le demandó con la mandíbula apretada mientras liberaba un par de feromonas para acompañar la seriedad de su corto discurso.

Los ojos le ardieron en fuego y por un segundo juró ver al mayor titubear ante su lobo.

—Váyanse a la mierda todos ustedes.— Sun casi gritó demasiado molesto, dejando a Yuna con un ardor impasible en el cuello y al resto de la familia real perplejos ante su reacción.

Era quizá la primera vez que no se detenía a enfrentarlos y golpearlos.

YoonGi aún con sus ojos rojos se giró hacia su madre, la cual cubría la extensión de su cuello, justo donde yacía su marca de unión, con sus ojos grises luciendo acuosos y viéndose más pálida de lo que ya era.

—Madre...— JinHoo se acercó a sostenerle con la mirada delatando miedo.

—JinHoo, diles que preparen ya el carruaje. Ya no soporto, me quiero ir de aquí.— pidió Yuna con su voz entrecortada.

—Mamá, aguanta un poco más. Ya casi terminan de subir todas tus cosas, sólo espera a que reciba el llamado para poderte ir a dejar.

Y YoonGi no pudo evitar distraerse un poco al ver a su padre caminar rápidamente por entre la gente hasta colarse al castillo. Mordió su lengua para impedir que un gruñido saliera de su pecho.

JinHoo mandó a llamar a un par de sirvientes que corrieron a atenderle rápidamente, el alpha les dio indicaciones antes de entregarles a su madre que mantenía el gesto fruncido.

—YoonGi-yah, acompaña a mamá adentro.

El menor ladeó el rostro al ver a su hermano lucir algo pálido de repente. —¿Estás bien?— le preguntó por mera cortesía.

JinHoo asintió levemente. —Ve con mamá, yo tengo que dar la cara y recibir a los invitados. En un rato los alcanzaré.— YoonGi relamió sus labios inseguro al ver al mayor irse algo pálido.

Sacudió su cabeza para apartar las ideas estupidas que se le venían a la mente y con lentitud siguió a su madre y a las sirvientas que la llevaron al interior del castillo.

Permaneció junto con su madre en uno de los pequeños salones aledaños a los jardines principales, procurando que la mayor se sintiera cómoda y recuperara fuerza.

—¿Segura que quieres partir así?— YoonGi preguntó con duda mientras le extendía una taza de té a su madre que MinSeo acababa de servir.

—Sí...— suspiró cortamente ante la respuesta de la omega —. No te preocupes, no iré a la casona en la que vivía con tu padre. Solicité un cambio para la casa de descanso del oeste.— Yuna le explicó cortamente y el menor no pudo evitar jadear.

—¿Vivirás sola?

—Es lo mejor para mí, YoonGi-yah— la omega le dio un sorbo a la bebida caliente —. Además esa casa de descanso está más cerca, así puedo vigilarlos mejor.

YoonGi levantó los labios levemente ante lo dicho y con una extraña opresión en su pecho observó a la omega perder la vista en el contenido de su taza.

Luciendo decaída.

Mas no tuvo tiempo de consolar a su madre, pues las puertas del salón se abrieron y entró JinHoo junto con un guardia detrás.

—Madre, tu carruaje está listo.— habló agitado y Yuna a su lado no esperó ni un segundo en colocarse de pie y alisar el vestido que portaba.

YoonGi se levantó y siguió a su madre hasta la puerta con los hombros tensos, el guardia que acompañaba a JinHoo se colocó a sus espaldas para asegurarse de resguardarlos.

Y cuando el carruaje con la puerta abierta les recibió, volvió a suspirar con algo de culpa.

Vio en silencio a Yuna despedirse de su hermano en un apretado abrazo y en unas palabras murmuradas que no alcanzó a escuchar bien, y cuando arribó su turno de despedirse, Yuna se encargó de acariciarle el rostro antes de abrazarle fuerte. YoonGi por mera costumbre aspiró fuerte el aroma casi insípido de la omega, pero por el contrario de lo que deseó, ya no encontró confort alguno en él.

—Cuídate mucho y por favor deja de involucrarte en problemas, YoonGi-yah.— El mencionado tragó algo inseguro ante las palabras y las suaves palmaditas que le dio en la espalda.

YoonGi no pudo responderle, tal vez por los nervios que de pronto le bañaron al simplemente pensar que podía existir la posibilidad de que el aroma de JiMin estuviera impregnado en sí mismo por la almohada.

No, aquello era imposible.

Yuna le dejó con las manos temblando y con un vuelco en el corazón.

Junto a su hermano le observó abordar el carruaje con algo de lentitud, y dejarles atrás en cuestión de minutos.

YoonGi afrontaba otra despedida en poco tiempo, mas esta no se sentía tan dolorosa a pesar de que se trababa de su propia madre, esta no le estaba desgarrando el alma en sufrimiento.

Dejó caer sus hombros y giró su cuerpo para volver a caminar al interior del castillo, pero la voz temblorosa de una sirvienta llamando por MinSeo que permanecía algo cerca en silencio logró llamar su atención.

—¡MinSeo-ssi! ¡¿Tiene llaves de las habitaciones reales?! Es urgente— YoonGi frunció el ceño al ver a la mujer tan desesperada.

JinHoo caminó lo suficiente como para permanecer a su lado, escuchando de igual manera a la sirvienta nerviosa.

—Sí, están en mi habitación; ¿qué sucede?— MinSeo miró por el rabillo del ojo al par de hermanos que lucían curiosos.

Y la sirvienta no se privó de observar al rey y al príncipe por unos segundos, dudando en decir su urgencia. —La puerta del pasillo está trabada con llave... y- y no encontramos al amo de llaves. La reina está sola-

—¿Qué dijiste?— YoonGi agrandó sus orbes al ver a JinHoo inquirir con los labios morados.

La omega sacudió sus manos en alto, destilando terror por cada uno de sus poros.

Mierda.

—No podemos abrir la puerta...— el tono de la sirvienta decayó al decir.

JinHoo aún con el rostro pálido se giró hacia MinSeo y casi amaga mostrarle los dientes para hacer que se moviera.

—Dale las llaves, noona— MinSeo asintió con la mirada gacha antes de correr hacia su habitación a pesar de su edad. Y el alpha no tardó en dirigirse a la sirvienta que tembló entera al escuchar su voz grave. —Y tú, ¿dónde mierda están las sirvientas que asigne? SeulGi no puede estar sola, ¡lo saben! Me aseguraré de matar con mis propias manos al idiota irresponsable que se atrevió a dejarla sola.

Casi ladró al decir, mas la mano fría y huesuda de YoonGi en su hombro le hizo sentar cabeza.

—Ya, hyung. Cálmate y ve con SeulGi noona, estoy seguro que ella te necesitará cuando abran la puerta.

El alpha mayor relamió sus labios pálidos y resecos antes de alejarse a pasos rápidos de YoonGi e ir por su omega.

Y YoonGi como siempre, volvió a quedarse solo.

Chasqueó la lengua y se aguantó las ganas de llorar por enésima vez en la mañana.

Mierda, ¿cuánto más tardaría?

Picoteó sin ganas la comida y volvió a beber de la copa de agua que tenía al lado para tratar de pasarse ese revoltijo que traía en el estómago.

—Su alteza, aquí está el té que solicitó.— Una sirvienta le acercó una bandeja con el té servido y ella no dudó ni un segundo en tomar la taza y llevársela a los labios a pesar de la alta temperatura del té.

—Gracias.— Murmuró con voz baja y la sirvienta reverenció.

—¿Desea algo más, su alteza?— SeulGi negó con una sonrisa amable —. Le dejaré sola por un momento en lo que sube Eun, iré a dejar la vajilla sucia a la cocina.

La omega asintió en silencio y la sirvienta salió de la habitación con las manos ocupadas, siendo algo despistada y torpe en mirar a su alrededor al caminar. Bajó las escaleras principales y después de caminar algunos metros más, jadeó abruptamente y soltó lo que cargaba al ser atacada por la espalda, trató de patalear y moverse, pero la fuerza con la que le apresaron fue mayor.

La vajilla no se estrelló contra el piso, pues la bandeja fue recibida por otra sirvienta que permaneció en silencio frente a ella, viendo cómo un alpha la dormía con una especie de trapucho mojado que cubrió la extensión de su nariz y boca.

—Es la última que faltaba. La reina está finalmente sola— le susurró el alpha a la beta cuando la sirvienta cayó inconsciente y ella asintió en silencio, sumisa —. Ve a dejar eso a la cocina y aparenta que no sabes nada. Haz que nadie suba a las habitaciones principales por las siguientes horas.

—Sí, mi señor.— la sirvienta reverenció y partió del lugar en silencio.

El alpha mofó una sonrisa torcida en sus labios resecos y con algo de rapidez se dedicó a emprender camino al pasillo que conducía a las habitaciones principales. Cuando arribó se encargó de cerrar las puertas de la habitación y del pasillo principal con llave, asegurándose de completar su misión.

Mientras tanto, SeulGi se removía ansiosa en la extensión de la amplia cama en la que permanecía. Relamió sus labios al sentir que las contadas sirvientas que le estaban atendiendo estaban demorando mucho.

Observó el fuego tronar dentro de la chimenea y con algo de cansancio siguió tejiendo para distraerse un poco de su soledad, mas pronto su fatiga terminó ganándole.

Trató de restarle importancia al asunto de estar sola y se acomodó lentamente sobre el colchón de plumas, suspiró profundo ante el sueño que le atacó, y debía de considerar aquello como milagroso, porque últimamente no había podido dormir sin JinHoo a un lado.

Parpadeó lento y cuando menos sintió cayó profundamente dormida.

Con el aroma espeso de su alpha rodeándole y el rico calor que emanaba la chimenea cercana haciendo que su sueño fuera de alguna forma más ameno.

¿Y hacia cuánto que no dormía así?

Mas había algo extraño.

Un pequeño pinchazo le hizo removerse entre sueños.

Ese raro e inofensivo pinchazo que se volvió en una contracción y después en una horrible avalancha de dolor que le hizo jadear y despertar abruptamente.

Los ojos abiertos de más trataron de enfocar lo que estaba alrededor.

Seguía sola en la intimidad de su habitación.

Estaba sudando frío y tenía escalofríos que nacían en lo bajo de su columna, provocando que se sacudiera levemente sobre el colchón. El sólo mover una sola mano le resultó pesado, casi imposible.

Frunció el rostro ante otra ola de dolor en su vientre y su primera reacción fue levantar las mantas que le cubrían, los labios le temblaron al notar sangre manchar sus piernas y ropón, subió un tanto la tela fina del ligero vestido con los orbes llenos en lágrimas y se cubrió la boca con una de sus manos para retener el llanto que le atacó al notar que su entrepierna estaba sangrando.

—N-no...

Apenas y alcanzó a susurrar por el miedo; la adrenalina y la pérdida de sangre provocando una terrible palidez en su tez y joder.

Con toda la fuerza que tuvo gritó desesperada.

—¡Ayuda!— Volvió a gritar con las manos cubiertas de su propia sangre y el rostro lleno de lágrimas. —¡Alguien ayúdeme!

Y aunque gritó entre lágrimas nadie arribó a ayudarle, mas ella no se dio por vencida.

Con demasiado esfuerzo logró ponerse de pie y caminar hasta la puerta de la habitación. Amagó abrir la puerta, pero ésta no cedió a su escasa fuerza.

Recargó su peso contra la madera, tembló ante la fiebre y el miedo de ver a su sangre escurrirse entre sus piernas.

—A-ayuda...

Siguió clamando hasta que sus llamados terminaron siendo un susurro imposible de ser escuchado.

Se hizo pequeña en sí misma, con los ojos apretados de más y su última fuerza restante, llamó a su alpha por el lazo.

Y no soportó mucho antes de caer inconsciente recargada ahí, en el marco de la puerta de su habitación.

—Espero pronto volver a verte pronto, Hyuk.

El alpha mayor le palmeó la espalda y él sonrió con las mejillas rojas por el alcohol.

—Claro que me verá pronto, prometo ir a visitarlo a la casona.— Hyukwoo levantó la copa con vino que cargaba mientras decía y Sun a su lado rió con gracia.

—Será un honor tenerte por ahí, muchacho— Hyukwoo asintió con los labios levantados y carraspeó cuando escuchó al mayor hablar nuevamente—. Puedes traer a tu madre si gustas también... Sabes que ustedes siempre serán bienvenidos en cualquier lugar en el que yo esté.— Hyukwoo casi soltó una carcajada ante el cinismo ajeno.

—Muchas gracias, le haré saber a mi madre su invitación en cuanto arribe a Seúl.

Sun le palmeó la espalda con una gran sonrisa, quizá demasiado afectado por el opio y el alcohol que había logrado ingerir en tiempo récord. —Ese es mi muchacho. ¡Wah! Qué orgullo hubiera sido para mí que los ineptos de mis hijos hubieran salido como tú. Así, determinados y fuertes.

Hyukwoo surcó una sonrisa algo torcida.

—No hace falta compararnos, porque yo estoy bastante seguro que el príncipe y el rey son personas bastas y de valores. Somos distintos.

El alpha mayor chasqueó la lengua y cuando amagó hablar, un sirviente particular de Hyukwoo se adelantó a arrebatarle la palabra apareciendo y reverenciando. 

—Mi señor, lamento interrumpir, pero su carruaje ya está listo para partir y la capa que solicitó ya fue preparada.

Hyukwoo sonrió amplio ante la noticia.

Todo había salido de acuerdo al plan.

—Excelente. En un momento iré a presentarme, gracias por venir a anunciar.— el sirviente reverenció y se alejó lo suficiente como para darle algo de privacidad.

Sun posó su mirada sobre él y le sonrió cálido, como siempre solía hacerlo. —Vete, muchacho. Asegúrate de llegar con bien.

Hyukwoo se sorprendió un poco cuando el mayor le cubrió con sus brazos y le atrajo en un abrazo que no duró más de diez segundos.

—Gracias. Espero que usted también vaya con bien, hyung-nim.— Sun rió ante el apodo y asintió.

El menor reverenció antes de alejarse del alpha, y quizás habría considerado despedirse de los hermanos Min, mas al no encontrarlos en donde se supone que deberían de estar, desistió de la idea.

Simplemente desapareció de aquel castillo, sigiloso y haciendo en menor ruido posible, así como siempre acostumbraba.

Después de todo no era la primera vez que se escabullía con saña de la vista de JinHoo después de juguetear un rato.

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