32
ωμέγα φεγγάρι
—Los omegas son los más óptimos para poder tener desendencia.— El niño azabache miró atento a la mujer que le explicaba paciente.
—Sus cuerpos pueden soportar fácilmente un embarazo, tienen un instinto materno demasiado desarrollado y la mayoría de los omegas protegen con su vida a sus cachorros.
YoonGi acababa de ver a su hermano presentarse como alpha y ciertamente tenía demasiadas dudas, más que nada porque su hermano mayor comenzaba a tener comportamientos extraños que no terminaba de comprender. Y aunque era bastante joven para comenzar a tener clases de biología para entender su entorno, eso no evitaba que miles de dudas le surgieron de la nada.
—¿Mi mami es una omega?— La mujer mayor que limpiaba la habitación asintió y le sonrió al infante que coloreaba con sus lápices de madera sobre la alfombra. —Sí YoonGi-ah.
—Oh, ¿y tú MinMin nana?— YoonGi dejó de colorear para prestarle atención a MinSeo que le sonrió. —También soy una omega.
—Uhm... entonces, ¿todas las mujeres son omegas?— El niño ladeó su rostro y abultó su labio inferior confundido. Era demasiado complicado de entender todo eso...
—No cariño, hay mujeres que son alphas y hombres que son omegas. Mi hermana menor es una alpha, ella es bastante alta y seria, las mujeres alpha tienden a ser musculosas también, en definitiva no es como yo.
YoonGi abrió su boca consternado. —¿Cómo son los omegas hombres nana?— MinSeo sacudió una cobija y pensó un momento antes de contestarle.
—Son en su mayoría de estatura media y tienen rasgos finos. Son muy lindos.
YoonGi no conoció a ningún omega que no fuera una sirvienta hasta que cumplió los 13, y mentiría si no dijera que quedó embelesado con la belleza que irradiaba la primera omega que conoció. Y quizás era su lobo que empezaba a tomar forma en su cuerpo, pero mierda, no pudo evitar enredarse un poquito con aquella joven que no le terminó de corresponder.
Ahí comprendió que probablemente los omegas eran sinónimo de perdición, porque juraba que no conocía a ningún alpha que se pudiera resistir ante la seducción de un omega. Y es que Dios, parecía que ellos se encargaban de enredar e hipnotizar a los demás con sus encantos.
Y aunque admitía haber sentido algo de atracción por varios omegas nunca se había enamorado realmente. Siendo sinceros, YoonGi era el tipo de persona que gustaba de la soledad hasta cierto punto, no le gustaba que los demás perturbaran su espacio... pero ahora paradójicamente se sentía extraño si pensaba en la soledad.
La mayoría del tiempo se la pasaba pegado como garrapata al único omega que pudo despertar algo más que una atracción, y no es porque fuera un obsesivo o tuviera una clase de dependencia emocional, más bien era porque encontraba algo que nunca antes había experimentado, algo que incluso podría catalogar como amor y que le resultaba tan malditamente adictivo que dolía.
Había varias cosas que también estaban involucradas dentro de la palabra amor que no terminaba de entender; más en específico esa parte instintiva que resultaba ser sumamente primitiva y protectora. Las manos le temblaban cada que veía sufrir al omega que le ponía el mundo de cabeza, la mandíbula se le apretaba inconforme cuando notaba cómo veían al castaño y Dios. Se sentía perder en instinto cada vez que el omega apretaba los botones correctos dentro de su cerebro.
—Despierta pronto por favor.— Le murmuró YoonGi al omega que permanecía inconsciente en el sillón mullido. Porque claro, YoonGi no perdió tiempo en idearselas para poder cargar con el cuerpo inconsistente de JiMin nuevamente hasta la habitación abandonada, porque sabía que ahí podrían estar tranquilos, y aunque los brazos le dolieron en cierto punto del camino, él se empeñó en completar su tarea. El corazón casi se le sale del esternón ante la adrenalina, mas pareció calmarse notablemente al dejar al omega reposar en sus aposentos.
Nunca se había sentido así antes, con esa inquietud imposible de ignorar en su lobo chillón que se manifestaba en sus ojos ahora rojos, no recordaba haber experimentado ese nivel de desesperación por saber si alguien se encontraba bien hasta ahora.
Relamió sus labios ansiosos y peinó nuevamente el cabello lacio ajeno que volvía a retomar su color natural. El alpha suspiró antes de dejar un suave beso sobre la frente canela, tal vez intentando convencerse a sí mismo de que todo estaba completamente bien.
Dejó caer sus hombros tensos ante el silencio que consumía la habitación de ambiente frío, YoonGi frotó sus manos acalambradas entre sí para tratar de entrar en calor, pero no consiguió mucho. Se levantó de la orilla del sillón y sonrió un poquito aliviado al notar que aún había un poco de leña para poder encender la chimenea. Preparó el lugar y después sacrificó la llama de una vela que estaba a punto de acabarse; pronto el calor y la luz del fuego llenaron la grande habitación.
YoonGi miró el rostro del omega y después bajó un poquito su mirada al collar que no recordaba haber visto antes en JiMin. Frunció su ceño y ladeó su rostro cuando aquel dije que colgaba de la cadena se le hizo algo conocido, trató de hacer memoria para poder saber dónde le había visto antes, mas no pudo recordar alguna información que le fuera relativamente útil.
Chasqueó su lengua un poquito cansado y se sentó frente a la chimenea, porque siendo sinceros sentía que se estaba congelando. Suspiró gustoso cuando el calor le llegó y abultó su labio inferior al recordar que había dejado todas sus cosas en la habitación de JiMin.
Y quizás era por el hecho de no tener qué hacer, se sumió en sus pensamientos que nacían gorgoreantes por el miedo y la curiosidad. Frunció nuevamente su ceño al tratar de pensar en por qué JiMin parecía transformarse en otra persona cada vez que su lobo salía a la luz, y además... nunca había visto que algún lobo se manifestara en color de ojos azules. Abrió sus ojos consternado cuando recordó lo que había sucedido hace poco y posó su mirada en el libro que el omega le había dado antes de desfallecer.
Quizás sí lo ojeaba un poco podría obtener respuestas...
Haló el libro a su regazo y abrió las páginas amarillentas que soltaron un olor particular a libro viejo, pasó las primeras hojas que pretendían proteger a lo demás y con el rostro enseriado apreció un dibujo algo particular y arcaico sobre un texto en un idioma que ciertamente no conocía. Siguió pasando las hojas sin entender mucho el contenido del libro, deteniendo particularmente su atención en esos pequeños dibujos que adornaban los costados del texto en forma de ilustraciones, sus labios se apretaron al ver un dibujo bastante grande de lo que parecían ser unas cascadas y una montaña. El texto debajo de la ilustración era bastante corto, y bendita su habilidad de ser meticuloso, porque no tardó mucho tiempo en notar que el recuadro en donde estaba el dibujo tenía una pequeña ranura que se podía levantar; levantó el papel y dejó ver un dibujo que ilustraba piedras en distintas formas. Si bien el dibujo no era el más realista y exacto, dejaba ver pulcramente unas piedras blancas y de aspecto brilloso.
Oh.
Giró su rostro demasiado rápido, y aunque los músculos le dolieron poquito por el bruto movimiento se levantó de la alfombra y se acercó nuevamente al omega, con los orbes brillosos volvió a mirar la piedra que reposaba colgante en el collar y cayó en cuenta que era exactamente la misma que estaba retratada en el papel del libro.
¿Qué significaba la piedra? ¿Acaso era algo importante?
Y lo hubiera sabido si pudiera entender el extraño idioma en el que estaba escrito, pero simplemente por más que intentó entender algo del texto no pudo. Volvió a darle la espalda al omega y siguió repasando las hojas en busca de algo más que le diera respuestas, mas detuvo abruptamente sus movimientos rápidos ante la sombra que alcanzó a percibirse por el ventanal sin cortinas.
Se quedó quieto en espera de que algo más ocurriera, algo que le dijera que lo que acaba de ver no había sido una alucinación suya. Y cuando volvió a ver el atisbo de sombra nuevamente los colmillos le crecieron dentro de su boca y apretó la mandíbula para trata de contener el instinto que terminó de despertar en él y-
—¿Su majestad?— Escuchó la voz suave de JiMin detrás de sí y todo de detuvo.
Sus orbes se abrieron emocionados y se acercó nuevamente al omega de una forma bastante desesperada; acogió su rostro suavemente entre las palmas de sus manos y juntó sus frentes en un movimiento algo torpe. Suspiró bajito y sonrió grande con el sonido de su corazón retumbando en sus oídos, siéndole imposible poder controlarse se abalanzó contra JiMin en busca de un apretado abrazo que le calentó el alma. —¿Estás bien? ¿No te duele nada? Joder, me tenías preocupado.— YoonGi habló demasiado rápido para su gusto y JiMin rió bajito ante su notable ansiedad mientras le acariciaba la espalda.
YoonGi se separó levemente y volvió a tomar entre manos esas bonitas mejillas de pan que se tiñeron de rosa ante el toque bonito. Y aunque JiMin no terminaba de comprender lo que sucedía asintió con una sonrisa de perlas en su rostro sonrosado. —Estoy bien, no se preocupe.
YoonGi le escrutó en silencio, notando que aún había pequeños atisbos de azul en el iris miel que no terminaba de volver a la normalidad, anunciando que el lobo de JiMin seguía ahí. El alpha acarició levemente la piel esponjosa y plantó un beso en la punta de la nariz chata.
—¿Cuándo llegamos aquí? ¿Me quedé dormido?— YoonGi relamió sus belfos y pensó en si decirle la verdad al omega o idearse una mentira bastante vaga. —¿No lo recuerdas?
El omega negó y YoonGi volvió a acariciar la piel de la mejilla ajena. —Me dijste que buscáramos algo que querías, te llevé a la biblioteca y después viniste aquí por tu cuenta. Cuando te encontré estabas portando ese collar y después te desmayaste.— JiMin tomó las muñecas delgadas del alpha algo confundido y no supo si creer o-
—Si te soy sincero, me asustaste demasiado. Pensé que algo malo te había sucedido.— Oh, JiMin sintió a su lobo removerse emocionado en su interior por ese alpha que no dejaba de verle con esos ojos que brillaban intensamente a pesar de la poca iluminación importándole poco lo que acababa de suceder. —Realmente no sé qué es lo que te sucede, tampoco sé cómo llamarle, pero lo único de lo que soy consiente es que no pienso dejarte solo en esto. Si tú no recuerdas entonces yo recordaré por ti, si tú te sientes solo entonces yo estaré contigo... no pienso dejarte solo dulzura.
Tal vez era el sentimentalismo o algo distinto lo que impulsó a YoonGi a volver a recargar sus frentes, cerró sus orbes rasgados cuando el rico aroma veraniego del omega que se entrometió por entre sus fauces, joder esa noche en particular su aroma se sentía en demasía fuerte y picosa. Y JiMin sólo pudo atinar a hacer lo mismo que él, se apoyó en su frente y las manos que reposaban en sus muñecas emprendieron camino hasta su cuello delgado, se enredaron ahí y los falanges curiosos juguetearon con el cabello crecido de la nuca.
Mierda, YoonGi comenzaba a sentir el instinto en la piel como respuesta al omega que le llamaba impetuoso, los labios le picaron en respuesta a las feromonas que alcanzó a captar, aspiró fuerte y juró que la saliva le supo a flores y duraznos dulces. El azabache besó la comisura de los labios pomposos y ocultó su rostro en el cuello de JiMin, su perdición. Se sintió salivar ante el espeso aroma que expiraba el omega y plantó suaves besos por la extensión de piel que la seda de la piyama no alcanzaba a cubrir, fue consiente del cómo JiMin tembló y suspiró fuerte ante el toque.
—Alpha... alpha bésame.—Le bisbiseó quedito JiMin directo en su oído a la par de que sus dedos jalaban levemente el cabello lacio. La piel se le erizó ante el tono de voz y relamió sus labios inconscientemente. ¿Quién era él para negarle un beso a su omega?
Se separó del cuello ajeno y repartió suaves besos por aquí y por allá, hasta que estuvo lo suficiente cerca como para que sus labios rosaran y sus respiraciones chocaran armoniosas.
—Me tienes vuelto loco.— Alcanzó a murmurar YoonGi antes de eliminar el espacio sobrante para que pudieran juntar sus labios en un suave beso que no pretendía mucho.
Jimin ahogó un suspiro en la boca ajena y se acercó un poco para prolongar el tacto. YoonGi movió levemente sus belfos y después de unos segundos se separó del omega sonrojado.
Y aunque que en vez de estar besándose deberían de sentar cabeza, no pudieron controlar ese instinto despierto en ambos que les reclamaba por algo de contacto. Les hubiera encantado saber si aquello era producto de la Luna llena que hacía estragos en sus lobos o simplemente se necesitaban así.
Cuando se separaron levemente JiMin sonrió y acarició la piel del cuello pálido, pasó en específico sus falanges por esa larga cicatriz debajo de la nuca y YoonGi suspiró fuerte ante el escalofrío que le proporcionó el tacto. Sus belfos encajaban en cortos y superficiales besos mientras pequeñas sonrisas se formaban en sus rostros.
YoonGi por primera vez en mucho tiempo podía decir que se sentía feliz.
—¿Seguro que estás bien?— Volvió a susurrar el alpha y JiMin asintió con los ojos cerrados.
—Sí...— JiMin relamió sus labios y balbuceó un poco aborchonado por lo que iba a pedir.
—Yo-... ah, bueno, yo... me preguntaba si podría abrazarme. Sólo si quiere, no tiene que hacerlo si usted no-
YoonGi soltó una risa ante el nerviosismo del omega y le interrumpió. —No tienes que pedirme permiso para abrazarme, sólo hazlo cuando tú quieras.
Ay.
YoonGi se levantó de sus rodillas que dolían levemente por la posición y se sentó al lado del omega que no dejó de verle en ningún segundo. Abrazó por los hombros a JiMin, mas el omega se quejó poquito y con las manzanas tintadas de rojo negó. —No... así no.
YoonGi levantó sus cejas y no supo qué hacer cuando JiMin se sentó de lado sobre su regazo y ocultó su rostro colorado en su cuello. Oh diosa Luna, el alpha parpadeó unos instantes antes de que una de sus mano se posara sobre su espalda y la otra sobre la fina cintura del omega. JiMin acarició los hombros del alfa por encima de la ropa y besó la mandíbula marcada ajena cuando el mantener su rostro ocultado se le hizo incómodo.
La mano derecha del omega bajó hasta el pecho del alfa y con la punta de sus falanges dibujó círculos imaginarios por sobre la camisa. YoonGi acuñó la muñeca y obligó a la palma a extenderse y mantenerse sobre su pecho. —Siento que mi corazón va a explotar por ti.— La vista de JiMin quedó en la bonita imagen que hacían su mano sostenida y la camisa; algo dentro de él se removió al sentir el fuerte y acelerado latir del corazón ajeno.
No bastaron más palabras o movimientos, bastó con quedarse así unos instantes en silencio, apreciando su compañía y el suave crujir del fuego. YoonGi se sentía tan tranquilo que podría quedarse dormido ahí mismo.
Pero esa paz no duró mucho, porque cuando JiMin se separó del pecho ajeno levemente, frunció el ceño con dirección a la ventana, se volvió a poner tenso. —¿Qué sucede?
—Creí haber visto una sombra...
—Antes de que despertarás también sentí algo extraño.— Los orbes miel siguieron buscando por la extensión del cristal algo, mas no encontró nada, sólo pudo ver un libro grueso tirado en la alfombra abierto de par en par. YoonGi notó lo que veía el omega y sin pensarlo mucho habló. —Eso es lo que estabas buscando, lo abrí para ver qué había en su interior, espero no te moleste.
El alfa se sintió extraño cuando JiMin se levantó de su regazo y caminó al libro. Le vio hincarse y pasar las hojas lentamente, tratando de ver y entender lo que se encontraba plasmado. —Está en otra lengua. No pude leerlo, sólo pude guiarme por las imágenes.
JiMin cerró el libro para poder ver la pasta de la tapa, jadeó y abrió sus orbes consternado cuando recordó ese sueño. Ese libro era exactamente el mismo que había soñado anteriormente.
Aquel libro que se caía del estante de la biblioteca.
YoonGi se sentó a su lado, observó al omega que se miraba consternado. —Hay una página... en donde se muestra la misma piedra que trae el dije de tu collar.— El azabache señaló con su falange la cadena y JiMin tocó el frío metal. Bajó su mirada para poder escrutar su nueva adquisición y abrió los ojos aún más al notar que llevaba ese collar.
Mierda, mierda.
¿Acaso YoonGi era muy despistado o él tenía una buena memoria?
Dios, ¿por qué estaba usándolo? Y lo peor de todo, ¿por que el tenerle colgado se sentía tan correcto?
Yuna tensó la mandíbula cabreada al ver cómo las costureras alardeaban al omega sonriente que estaba de pie en el centro del salón mientras era medido.
—Se verá tan hermoso con el conjunto. Estoy segura que el corset le sentará espectacular.— Yuna no quería admitirlo, pero siendo sinceros el omega era lindo.
El chico delgado suspiró y escrutó su reflejo en el espejo con los pelos de punta.—Realmente espero que todo salga bien; he de admitir que esto me pone bastante nervioso.
La omega mayor se fijó en la anatomía ajena, era delgado, tenía un cutis liso y tenía piernas largas, pero aún así no era partido para su hijo.
¿Qué le había visto a aquella rata de pacotilla?
Era un maldito plebeyo arrastrado que se colgaría de su hijo sólo por le dinero y-
—Su majestad, el joyero le espera en su habitación para mostrarle los conjuntos que solicitó.— Yuna dejó de apretar la taza bajo su tacto cuando una voz de sus sirvientas le trajo devuelta a la realidad. Dejó la taza vacía sobre la encimera de una mesa pequeña y se levantó del taburete rojizo, acomodó uno de sus anillos en su dedo y sin despegar la mirada a través del espejo con el omega que era vestido le sonrió hipócritamente.
—Espero que tu atuendo quede bien JiMin-ah. Nos veremos mañana para la ceremonia. Ten un buen día.
No podía pensar siquiera en tener que aguantar al omega castaño que le reverenció y le dio las gracias. Era tan asquerosamente amable que daba náuseas.
Salió del salón y viró los ojos al ver cómo toda la servidumbre se notaba demasiado emocionada a la par de que decoraban toda la extensión del castillo con flores y listones.
—¡Omega Yuna!— La azabache detuvo su andar y giró su rostro ante la voz suave. Era otra vez ese hijo de puta.
—Olvidó su bolso.— JiMin le tendió el objeto y Yuna mandó a una de sus sirvientas a recogerlo, el castaño relamió sus labios y después de verle dudar unos segundos habló.
—También quería agradecerle por aceptarme... yo- yo le he dejado un humilde regalo en su habitación en forma de agradecimiento su majestad.— Yuna subió las cejas y con los pómulos alzados se acercó a abrazarle. Le cubrió con sus brazos largos y encarnó sus uñas limpias en los antebrazos ajenos. —Aunque trates de comprarme con baratijas yo siempre te odiaré. Tú y tu asquerosa familia son unos parásitos que se alimentan de nosotros.
El frío de la habitación le despertó, frotó sus brazos por encima del ropon color miel que traía puesto y con el ceño fruncido miró la cama vacía. Esa noche su alpha tampoco durmió con ella.
Abrió el dosel que cubría la extensión de la cama y salió de su lecho sintiéndose extraña. Quizás un poco enojada por el sueño que había tenido, o tal vez era el clima que le obligaba a usar más ropa de la usual.
Entró al baño para hacer sus necesidades y después se lavarse el rostro, bajó un tanto el ropon que cubría su vendaje y deshizo el nudo que mantenía a la venda en su lugar; pensó que vería a su marca sangrante y púrpura como los días anteriores, pero en su lugar sólo se topó con una marca casi cicatrizada y limpia. Frunció los labios asombrados cuando pasó la punta de sus falanges por la piel y no dolió, la palma completa de su mano se apoyó en la extensión y jadeó sorprendida.
Se había curado de un día para otro por arte de magia.
Abrió de más los ojos al notar que su dolor habitual de espalda no estaba ahí. Era como si todo su dolor y heridas físicas hubieran desaparecido abruptamente.
Exhaló fuerte cuando oyó a la puerta de la habitación ser tocada, salió del baño y abrió la puerta sin preguntar quién le esperaba. De todos modos no hacia mucha falta, ya sabía quienes estaban ahí.
—Buenos días mi señora.— Respondió al saludo con un asentimiento de cabeza y después de unos segundos Yuna se apartó de la entrada y dejó pasar a las sirvientas que le prepararían.
No presto mucha atención a lo que decían o hacían en su persona hasta que una de las betas habló bajito con unas omega que arreglaban su cabello. —¿Cómo sigue tu herida noona?— La omega cepillo un mechón del cabello lacio y habló un poquito emocionada.
—Se curó. Hoy amaneció cerrada, incluso empezó a cicatrizar. Creo que el remedio que le diste ayer funcionó de maravilla.
—A mí también me funcionó, el corte que me hice con el cuchillo ayer en la cocina desapareció. ¡Miren!— La omega más joven les mostró uno de sus falanges delgados a las demás mujeres que exclamaron asombradas.
Y sin querer, Yuna tensó sus hombros y tragó nerviosa ante el recuerdo que tuvo. No quería ser una exagerada, pero si se ponía a observar, se volvía a repetir la misma situación de hace años. Sólo que esta vez había algo distinto...
Jungkook se sentía incómodo.
Mucho a decir verdad.
No le quería echar la culpa al padre de Taehyung, pero... comenzaba a ser algo insoportable. Aunque si era lo suficientemente inteligente podría sacar provecho de esto.
Tensó los hombros al escuchar cómo ambos alphas discutían. Y aunque estaba en la sala de estar sentado, podía escuchar las voces cabreadas gritarse entre sí desde ahí.
Se levantó del diván azulado cuando oyó la puerta del despacho del mayor azotarse, abrió de más los ojos al ver pasar a Taehyung con el rostro sonrosado y la mandíbula apretada.
—Hyung...— Jungkook trató de detener al alpha con su agarre cuando le vio agarrar su capa, pero Taehyung le vio con esos ojos profundos suyos y se quedó quieto.
—Jungkook... no quiero lastimarte. Déjame solo.— Oh. Jungkook dejó caer los hombros y soltó a Taehyung que no dudó en salir de la casa a pesar del frío infernal. Los labios delgados del omega temblaron levemente y brincó en su lugar al sentir una presencia detrás suyo.
—Es demasiado terco, ¿no crees?— La voz grave del padre de Taehyung le removió incómodo. Jungkook no pudo responderle nada, se sentía algo... cohibido.
—¿Por qué pelearon?— El omega ya sabía la razón, sólo que tal vez buscaba remover algo en el alpha mayor. —No quiere aceptar el matrimonio y tampoco piensa dejar a JiMin tan fácil.
Jungkook clavó su mirada en el piso de azulejos y tragó nervioso, estaba a punto de cometer una de las estupideces más grandes de su vida sólo por salvar a Taehyung.
—La plaza en en castillo sigue disponible, pero no servirá de nada colocar a Taehyung ahí si no tiene suficiente poder. Necesita casarse con algún hijo de un diplomático o comerciante para asegurar su lugar y para darle renombre a nuestro apellido.
—Yo... yo podría casarme con Taehyung... mi padre hace poco expandió su negocio. Todo parece apuntar a que será uno de los principales comerciantes del reino y mi hermano mayor se casará con una hija del comerciante Choi.
El alpha subió sus cejas y ladeó la cabeza ante sus palabras, quizás repasando su mediocre discurso en busca de salvarlos, bueno de salvar más a Taehyung que a él, porque sabía él sería el encargado de encubrir al alpha rubio.
Amaba a Taehyung, en serio lo hacía, pero ¿en verdad estaría dispuesto a poner al alpha antes que a sí mismo?
Y es que no creía poder aguantar una vida así si es que el padre de Taehyung aceptaba a su intento de persuasión.
—Discutiré este tema con tus padres. No quiero que haya malentendidos que puedan lastimarte Jungkook-ah.— El omega volvió a bajar su vista demasiado nervioso, joder apenas acababa de salir de un celo y el tener que enfrentarse a este tipo de cosas con alphas le movía el instinto.
Su lobo no dejaba de reclamar por Taehyung desde que le olió aquella noche mientras sufría de su calor.
—Considere mi propuesta... creo que le sentaría bien a ambas familias que nos uniéramos y además yo-
No pudo seguir diciendo porque sabía que sincerarse con el alpha rubio le dejaría expuesto. —Yo... yo estaría dispuesto a ayudar.
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