
30
ωμέγα φεγγάρι
La suave fricción le hizo estremecerse, jadeó fuerte cuando sintió al alpha sobre él acariciar la parte interna de su muslo sensible buscando su centro, una caricia que sin duda le nubló la mente. Un gemido murió ahogado en un beso pasional que le robó el aire de los pulmones ante la brusca intromisión del hombre sobre él.
Apretó sus orbes ante el ardor que le recorrió la columna, respiró hondo tratando de acostumbrarse ante la invasión, pero antes de si quiera poder soltar la primera exhalación volvió a jadear ante la estocada fuerte que se le fue dada.
Dios.
—Es-espera...— Gimoteó cuando el dolor sobrepasó el placer, sintiendo a su interior arder horriblemente ante las embestidas poco suaves. Tratando de parar al alpha posó su diestra sobre el hueso de la cadera ajena, le empujó levemente en una forma desesperada de pedir piedad.
No se esperó que el alpha sobre él le tomara las manos y les apresara sobre su cabeza sometiéndole aún más. Dejándole expuesto.—Eres una perra...— JiMin apretó su mandíbula ante el insulto que fue vociferando con una voz grave algo rasposa que le privó de sentido. Gimió disconforme y trató de patalear cuando el rubio posó su grande mano sobre el vientre del omega y apretó la carne.
—Por tu culpa mi cachorro no está aquí. Por ser un until de mierda lo perdiste.— La piel se enrojeció ante la fuerza ocupada, las uñas cortas del alpha se hundieron fuerte y cuando JiMin no pudo más con ese ardor gritó con la voz rota. —¡Basta! ¡Déjame!— Taehyung sobre él gruñó fuerte y con su mano libre apretó la garganta del omega bajo él, ahorcándole.
—¡Cállate maldito!— El omega boqueó asustado cuando se vio privado de respirar, trató de enfocar su vista nublada por las lágrimas ante el alpha que le mostró los colmillos hostilmente. Taehyung apretó más aún el agarre sobre la garganta ajena y siguiendo con las frenéticas estocadas, vociferó con un atisbo de voz de mando. —Te mataré, te destrozaré como tú me destruiste.— Los orbes miel lagrimearon ante el dolor y gritó con el poco aire que consiguió cuando el alpha le mordió su cuello, sintiéndole hundir sus dientes de más en la carne que sangró en abundancia ante la marca, manchando en el proceso la manta clara debajo suyo. Con saña Taehyung enterró más sus dientes, desgarró el cuello con sus colmillos queriendo que el omega agonizara.
JiMin sintió a su cabeza dar vueltas ante el dolor, el olor metálico de la sangre y sudor provocándole unas náuseas horribles. La sangre roja que brotó en forma de cáliz terminó por drenar al castaño menudo.
Brincó en su lugar y se sentó en la cama cuando la pesadilla le hizo despertarse, podía escuchar a su corazón bombear en sus oídos y a algunas lágrimas frías bañar su rostro ante la adrenalina, sintiendo aún el toque imaginario en su cuello, tocó la piel y tembló temeroso.
Había sido una pesadilla, pero se había sentido tan jodidamente real.
Él-
Oh Dios, sus manos temblaban y su garganta seca le impedía si quiera jalar aire correctamente. Con la mirada fija en la cobija que cubría su cuerpo pensó en si Taehyung podría ser capaz de hacer eso... Él ni siquiera tuvo el tiempo suficiente para decirle sobre su embarazo, y aquel alpha era en demasía dulce como para hacer un acto tan horrible como ese. ¿Verdad?
Tragó grueso al imaginar a Taehyung obligándole a someterse y repudiándole por todo lo que le ocultaba.
Daba asco.
Considero que tal vez recibir odio por parte del alpha podría ser lo mínimo a cambio de lo que él estaba guardando.
Simplemente era un omega asqueroso.
Estaba tan sucio que no merecía ser tocado y amado.
Se sintió asfixiado entre las cobijas que cubrían pobremente su cuerpo ansioso. Apartó las telas y se hizo pequeño en el centro del colchón de plumas, pegó sus rodillas a su pecho y ocultó su rostro. Mordió sus labios deseando mermar ese dolor psicológico que le proporcionaba el remordimiento y aquella pesadilla que reflejaba sus miedos.
Dolía, porque se sentía bastante solo, además de que pensaba que no merecía algún tipo de amor. Lo único que pensaba que merecía era la desgracia.
Ya lo había pedido todo. ¿Qué más podría pasar?
Cuando no pudo aguantar más esa incómoda posición, recargó su cabeza en la cabecera de madera detrás de sí, suspiró apenas al recordar la última carta que había recibido.
Se sintió más culpable al pensar en YoonGi, y es que cómo no sentirse así cuando estaba cometiendo atrocidades.
No debió de hacerle caso a su omega cuando reclamó algún atisbo del alpha azabache para calmarse, y en definitiva debió de haber parado cuando buscó por entre la oscuridad de la habitación esa capa que aún tenía impregnado el olor ajeno. La acogió entre sus dedos desesperado, su lobo gimoteando cuando no ocupo su nariz para hundirla en aquella tela gruesa. Y en su lugar sólo restregó su rostro por la capa
Tratando de asemejar en el acto aquel suave tacto que le robaba más de un suspiro; soltó el aire aliviado sobre la tela que olía al alpha, no pudiendo controlar esas descontroladas ganas de hundir sus fauces en la prenda, aspiró fuerte el aroma grueso del hombre. Se concentró en la esencia, pronto todo le supo al azabache.
Oh alpha.
Con el instinto picándole la piel JiMin comenzaba a dilucidar que en realidad comenzaba a experimentar ciertas cosas ante YoonGi.
Una nueva nevada se comenzaba a instaurar y con ella el aviso de que JiMin estaría próximo a irse, claro el tiempo pasaba rápido y él se quedaba con las manos vacías.
Fugarse y encontrar lugares apartados para pasar un rato con el omega parecía volverse un pasatiempo, uno muy pasional y extremista.
La adrenalina de ser atrapados siempre estaba ahí, pero también estaba presente aquella chispa ardiente de sus lobos. Ese lazo invisible que comenzaba a engrosarse y tornarse especial.
Algo invisible que les unía más allá de sus cuerpos físicos.
Y aunque YoonGi sabía que el omega estaba emparejado con alguien más, aún lucía consternado cuando JiMin le correspondía sin mucha oposición, era como si tomara su corazón en mano y le quemara vivo. Quería pensar que con la partida del omega todo acabaría, esa especie de relación terminaría y claro, ese remordimiento que nunca le dejaba.
Pero por ahora... sólo quería disfrutar y beber del cáliz prohibido. Quería olvidar que un después existía y que tal vez ese sentimentalismo nunca le abandonaría.
Solamente quería imaginar que el omega entre brazos era completamente suyo.
Y verle sonreír tímido mientras le dibujaba vagamente no ayudaba mucho.
Es que esas bonitas mejillas rellenas, esos ojos de Luna, el crecido cabello castaño y esos labios tintados eran su perdición. JiMin enserio era más que hermoso, era como un efímero-
—¿Su majestad?— JiMin volvió a sonreír con los pómulos tintados de rosa cuando notó a YoonGi perderse en su presencia. El mayor sacudió su cabeza y apartó la mirada abrochado, no era muy bueno con el contacto visual. —Uh, perdón me distraje un poco...
JiMin sólo pudo atinar a reír levemente mientras trataba de mantenerse quieto, algo difícil de cumplir para él, porque siempre que reía tenía la maña de cubrir su sonrisa con una mano y qué decir de que siempre terminaba en el suelo carcajeando de una u otra forma; pero no hoy, tenía que dar una buena impresión y además quería que YoonGi le dibujara en todo su esplendor.
—Eres demasiado lindo y yo no sé dibujar. Pero me basta con sólo verte.—YoonGi se quejó entre murmullos a la par de que trazaba en el papel, levantó un segundo su mirada para volver a admirar los detalles de JiMin y sonrió cuando le vio sacar su pecho y afilar su mirada. Definitivamente ese omega era un coqueto.
—¿Soy bonito?— JiMin preguntó con su voz aireada mientras batía sus pestañas gratamente. —Uhm... yo no te describiría como bonito.— El omega subió sus cejas al ver que YoonGi dejaba de dibujar y se centraba en su rostro. —Soy más creyente de que eres hermoso y encantador. Un omega muy precioso.
JiMin mordió su belfo hinchado cuando se sintió alagado, le encantaba recibir esa clase de comentarios aunque no los recibiera muy a menudo. —Usted también es lindo YoonGi-ssi.
El omega fue testigo de cómo el pálido rostro del alpha pareció tornarse del color de un tomate maduro, negó con la cabeza y dejó salir esa sonrisa de encías.
Joder, YoonGi juraba que si estuviera en su forma animal estaría moviendo la cola sin reparo ante el halago. Rascó su nuca y parte de su oreja en un signo de que claramente estaba avergonzado y sólo pudo fruncir sus hombros levemente.
Cambió de tema, porque sinceramente no sabia cómo actuar o qué responder cuando alguien la daba un alago.
—Ya terminé de dibujarte.— JiMin subió sus cejas curioso y levantó su mentón tratando de captar algo cuando el alpha movió el librillo cosido en donde le había dibujado. Y sonrió en demasía demasiado enternecido por el bonito dibujo de él sobre el papel blanquizco.
Los trazos suaves tratando de enmarcar aquellos rasgos finos y andróginos del omega, quedando absorto ante las habilidades ajenas exclamó embelesado. —¡Oh! Es muy bueno dibujando.— YoonGi negó y una sonrisa a medias surcó su rostro.
—Sólo hago lo que puedo. No es como que sepa mucho.
—Sigo diciendo que es muy bueno.— El omega tomó entre sus manos el libro y con sumo cuidado repasó los detalles del dibujo, sus falanges pequeños rozaron el papel, mordió su labio inferior algo avergonzado.
—Puedes quedártelo si quieres.— Vociferó el alpha a la vez de que guardaba el carboncillo que utilizó para dibujar en su estuche. JiMin negó y dejó caer sus hombros.
—No, usted quédeselo, para que cuando yo parta pueda recordarme.
Ay JiMin.
El pecho de YoonGi se apretó un tanto ante las palabras ajenas, contuvo el aire unos instantes y se acomodó al lado de JiMin que permanecía sentado cerca de la chimenea buscando calentarse el cuerpo, ese día hacia un frío horrible. Bajó la mirada al decir con voz suave. —No podría olvidar al primer omega con el que me siento cómodo. Sería una falta de respeto, ¿no crees?
Touché. —Uhm... ¿debería de sentirme especial?— JiMin siendo bañado por la luz tenue del fuego crujiente se recostó sobre su costado en aquella afelpada alfombra que le recibió gustosa, permaneció con la vista fija en el alpha que después de ver sus acciones no dudó mucho en dejar todo de lado y acompañarle en la alfombra. —Sí, deberías.
—¿Por qué?— El menor escrutó en silencio al hombre que sonrió levemente mientras miraba el techo algo gastado. Y quizás guardó silencio esperando a que YoonGi se explicara, dándole el tiempo de pensar y formular sus palabras correctamente. Tiempo que le supo a oro, viendo su perfil y analizando sus bonitos rasgos.
Aquel alpha era lo prohibido de la vida.
YoonGi tragó nervioso y volteó su cabeza en dirección a JiMin que no le apartó ni un segundo la vista de encima. —Tienes un aura bastante particular... no sé, siento una conexión contigo que nunca he experimentado. A veces creo que te conozco de toda la vida, porque justo así lo percibo... es como si hubiera hallado en ti mi otra mitad.
Sacas a relucir una parte de mí que creía extinta y luego me miras con esos ojos de cachorro y descubro una nueva faceta que desconocía en absoluto.
YoonGi se removió para quedar sobre su costado y sonrió como el bobo enamorado que era al percibir la cercanía con JiMin. Juraba que si se estiraba un poco tal vez podría-
—Siento lo mismo... Debo de admitir que es extraño, yo... yo no debería de hacer esto, pero...— JiMin masculló bajito y bajó la mirada cuando no pudo sostener la de YoonGi. Se atragantó con sus palabras, ni si quiera podía pensar cuerdamente en ese estado, era como si su lengua se hubiera soltado para hablar sin detenerse a examinar lo que diría. Y ahora tenía a esos ojos gatunos sobre él, expectantes a espera de su explicación.
La mirada de JiMin se posó en aquella mano pálida que reposaba sobre la alfombra, estiró sus falanges para apenas y rozar lo ajenos, sintiendo ante el toque esa rica ráfaga de energía que desembarcaba en su cuello en forma de chispas que asemejaban el nacimiento de nuevas estrellas brillantes, justo como las que brincaban y tronaban en el fuego detrás de ellos. Cerró sus orbes un momento ante la experiencia, no queriendo separarse y obtener más de ese adictivo sentir, entrelazó sus manos.
JiMin fue algo torpe al no mirar la reacción del alpha. Él también sentía esa sensación.
No sabían cómo nombrarle, porque sin duda no era una euforia explosiva, más bien era como una especie de plenitud que activaba a sus lobos y les dejaba hechos un completo desastre. —Esto... este toque, todo esto... usted.— JiMin negó levemente con la cabeza, recordando de repente cómo derretir el corazón ajeno.
—Tú, me haces sentir especial. Contigo YoonGi siento que soy más allá de un simple omega, tú me has inspirado... y estoy sumamente agradecido por eso.
YoonGi apretó la mano del menor tratando de centrar su atención. Definitivamente estaba por decir una estupidez.
—JiMinnie, quédate aquí conmigo y hagamos lo que queramos. No regreses a Seúl, nosotros podríamos alojarnos en una casa de descanso de la familia y vivir tranquilos, o si deseas escapar a otro lugar... pero lo único que pido, es que te quedes conmigo.
Sé que esto suena como algo desesperado y alocado, sin embargo... yo- yo empiezo a creer que esto va más allá-
Simplemente no pudo terminar de decir, estaba siendo demasiado extremo y estaba comenzando a considerar que aquello era en demasía estupido, pero acalló un poquito sus pensamientos pesimistas al ver una reacción en JiMin.
El omega mordió su belfo y no pudiendo con la opresión en su pecho amagó llorar. Tenía demasiada culpa albergada en su interior, mas su lobo estaba siendo más fuerte que él.
—Pero yo... yo tengo a alguien que me espera en Seúl, no puedo dejarles. Necesito volver para resolver todo...
Y quizás JiMin seguía en parte algo resentido por esa fea pesadilla que había tenido en la noche, porque esa mórbida imagen seguía presente en su mente, y parecía que era lo único que le mantenía los pies sobre la tierra.
El lobo de YoonGi chilló dolido ante las palabras, estaba desesperado y no pensaba aguantar más con toda esa revolución de nuevas sensaciones en su interior. —Dame este tiempo que nos resta para demostrarte- para mostrarte lo que quiero y siento por ti. No tienes que darme una respuesta ahora, sólo... sólo lleva esto en tu corazón.
Te prometo que cuando partas a Seúl te mandaré una carta, y si respondes a ella yo iré por ti y nos iremos juntos. Pero si nunca me respondes asumiré que deseas cortar cualquier contacto conmigo, desapareceré de tu vida.
Sólo... Dame una oportunidad.
Las palabras lastimaron como dagas en la conciencia del omega. Él no estaba acostumbrado a esa clase de declaraciones, y menos proviniendo de un príncipe. Siendo sinceros el azabache revolvía su interior como lava burbujeante, en un cúmulo grotesco y tosco que le volcaba el aire en forma de suspiros largos, y era bastante paradójico porque cada vez que alguien le atrapaba suspirando por el azabache, abría la boca y vociferaba. "—Estas suspirando mucho, ¿estás enamorado, verdad?"
¿Lo estaba?
Era demasiado hipócrita, porque los demás hacían alusión sus suspiros a cierto alpha rubio, nadie más que él era conocedor de su grata confusión por el príncipe de ese castillo.
No quería admitirlo, incluso culpó a su lobo, pero después de dudarlo unos segundos aceptó la propuesta en silencio. Fue un silencio que gustó de cubrir con un tacto carnal, aceptando la propuesta prohibida con un contacto, porque siendo sinceros no creía que fuera capaz de poder hablar correctamente sin decir algo estupido. Un beso suave que a pesar de ser prohibido a ojos de los demás, para él resultaba la muestra de afecto más sincera. Calmó ese deseo que le venía acompañando desde días atrás desde la última vez que había probado los dulces labios ajenos, y es que el poder besar al alpha azabache resultaba ser algo mágico.
Con cuidado unieron sus belfos, siendo presos del pecado, de aquella inquietud mental que pesaba sus cuerpos y de ese picor doloroso que resultaba tan adictivo. Sus labios danzaron por sobre campos de rosas rojas pasionales, manchando y desbordando los pétalos con el más puro sentir.
JiMin juró ver y conocer al Dios mismo cuando se fundió en YoonGi, en su tacto, en aquella hermosa alma juvenil que le volcaba el universo entero.
Algo dentro del alpha sabía, conocía a ese lobo pardo que habitaba dentro de JiMin. Sería idiota si no pudiera reconocer a su destinado, y lo sería aún más si le dejaba ir así tan fácil.
YoonGi debía de pelear por él como era debido.
Su piel ardía un tanto ante la plata de la argolla que reposaba sobre su falange, siseó cuando la molestia ascendió y con algo de repudio se quitó el anillo, para después dejarle sobre la madera del tocador en donde estaba sentado. —Siempre me quema la piel.— Murmuró el omega con un puchero en sus labios a la par de que observaba fijamente la macha enrojecida de su dedo, detonando la irritación.
Desistió de darle atención al asunto y continuó con lo que seguía dibujando sobre el papel del libro. Era bastante tarde, sin embargo ahí se encontraba dibujando con velas pobremente alumbrando su alrededor; era bastante molesta su falta de sueño y ansiedad, porque más que restarle buen humor durante el día le hacía crear ocio durante las madrugadas, justo como ahora.
Detuvo sus movimientos con la pluma cuando se juró escuchar un sonido proveniente del balcón. Levantó su mirada un tanto exaltado y relamió sus labios ante el sonido que nuevamente se volvió a oír.
Su lobo vibró ante la energía que percibió, JiMin tembló, mas su lobo le amparó y tomó presencia en su cuerpo. Los orbes avellana pronto se tornaron azules, la quemadura en su dedo desapareció rápidamente y no queriendo separarse de la piedra incrustada en el anillo que reconocía como suya, se calzó nuevamente la argolla. Aquella energía extraña le volvió a recorrer los sentidos.
Se levantó del asiento y con algo de atrevimiento se dirigió al balcón, apartó las cortinas y abrió las puertas con fuerza. Con la mandíbula apretada se asomó para tratar de ver a ese algo o alguien que le molestaba, pero no vio nada.
Apoyó su peso en el barandal de concreto que le recibió, asomó su vista más allá tratando de pobremente dilucidar algo entre la nieve acumulada y la noche espesa que tragaba cualquier atisbo de pista. Frunció las cejas al notar que el mismo cuervo del otro día estaba erguido sobre la piedra caliza cerca de la ventana, picoteando levemente y sacudiendo sus alas negras. El omega entrecerró sus orbes tratando de ver observar más lejos, casi amaga mostrar los dientes a la defensiva ante el cuervo que se acercó peligrosamente.
Con el instinto impregnado en la piel y la argolla dándole ese particular picor en la sangre tomó agresivamente al ave que aleteó consternada ante el toque agresivo inesperado. JiMin gruñó molesto, le mostró los colmillos al animal y con coraje estrujó el cuerpo plumeado que se movía agresivamente tratando de librarse del agarre; la piedra blanquizca en el anillo brilló como un faro de luz, y al segundo siguiente el cuerpo del cuervo desapareció en forma de cenizas de sus manos tensas.
El azul inyectado en los iris se tornó aún más claro, casi siendo tan claro como el azul del cielo al amanecer, la piel canela adquirió un tono más claro y el cabello castaño se tintó de leves mechones rubios que adornaron la melena lacia del omega agraciadamente.
El lobo en él reclamando su lugar en el cuerpo delgado que alzó la mirada cambiante hacia el astro lunar que apenas y se hacía notar por entre la niebla de la noche. Sonrió levemente y con la mirada fija en la Luna besó suavemente la piedra blanca incrustada en el anillo.
—He regresado madre mía.— Susurró con el instinto dominando su conciencia.
Gracias por el apoyo a la historia, les amo mucho bbs, muak <3
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