27
ωμέγα φεγγάρι
Suspiró gustoso cuando el rico aroma a flores, duraznos y algo que no supo descifrar le caló los sentidos, sus papilas gustativas produjeron saliva en abundancia reaccionando al instante a la insinuación a la que era invitado.
Su lobo movió la cola gustoso y no necesitó de voz alguna o pistas para encontrar al productor de tal esencia, caminó por donde su instinto le dijo y con la boca babeando jadeó ante el aroma que se volvió en demasía denso. Sintió un escalofrío recorrerle placenteramente la columna y a su corazón galopar demasiado rápido cuando halló una puerta de madera tosca, olfateó a su alrededor y realizó que dentro de la habitación yacía lo que él buscaba.
Sin dudarlo mucho abrió la puerta y se topó una una imagen demasiado grata.
Jodida mierda.
Cerró la puerta detrás de sí, mordió sus belfos delgados cuando sintió una corriente eléctrica bañarle gratamente y terminar en su pelvis. Miró al omega que se hallaba recostado en medio de un nido con los ojos demasiados brillantes y azules, portando sólo una corta camisa de manta que dejaba a relucir sus torneadas piernas.
—Mi alpha... esperé mucho por ti.— YoonGi tragó la saliva que no sabía que acumulaba, se mantuvo quieto y vio al omega dirigirse a su dirección con paso lento, demasiado lento y tortuoso a su parecer.
Las caderas ajenas se contoneaban con cada paso que avanzaba, la corta camisa remarcando la pequeña cintura y a la vez haciendo estragos en la mente del alpha azabache que suspiró con las pupilas demasiado dilatadas llenándose de la imagen.
Las manos del omega se posaron en los hombros de YoonGi, con los labios brillosos y tintados del más hermoso carmín besó apenas los labios delgados para después susurrar en su oído con una voz demasiado suave. —Soy todo tuyo alpha.
El omega jadeó cuando YoonGi acogió su cintura entre sus manos y le apegó a su anatomía, el alpha enterró su rostro en la hendidura del cuello tratando de captar aún más (si es que era posible) el dulzón aroma. El omega ladeó el rostro complacido, dándole más espacio y suspiró bajito cuando sintió a la lengua del azabache abrirse paso por entre la piel, dejando un camino húmedo.
—Mío.— YoonGi gruñó complacido al sentir a los falanges ajenos enterrarse en su melena oscura, empujando su rostro aún más la zona.
—Sí, soy todo tuyo.
YoonGi se paseó por encima de la glándula de olor del menor, volvió a pasear su lengua por la extensión y con los colmillos picándoles ansiosos por morder acarició la piel, sintió al omega temblar ansioso y gemir bajito para él cuando tocó su punto sensible.
JiMin haló el cabello azabache tratando de que el rostro ajeno quedara frente a él y sin perder demasiado tiempo unió sus labios en un beso desesperado. YoonGi sin pensar mucho en sus acciones, deslizó sus manos por las caderas del menor hasta que ahuecó entre sus manos parte de su trasero, notando que no traía nada puesto debajo de aquella camisa.
—Me prepare sólo para ti alpha.— YoonGi siseó complacido y apretó bajo su tacto la piel desnuda.
JiMin rió jugueton cuando se separó de imprevisto del alpha que bufó. —Si quieres tocarme, debes de atraparme YoonGi alpha.
Y vio al omega correr lejos de sus brazos iniciando una clase de juego, YoonGi no dudó en seguirle, tratando de atraparle por entre aquella habitación repleta de telas y ropas regadas que asimilaban un nido. Después de algunos instantes de reír cómplices y de disfrutar su compañía, YoonGi finalmente atrapó al castaño, y no dudando se abalanzó sobre él, ambos cayeron en medio del nido que el omega había construido.
JiMin cayó de espaldas con el alpha sobre él, ambos rieron y sonrieron completamente embelesados con los corazones alegres. YoonGi se apoyó en el pecho ajeno y ronroneó al sentir dedos pequeños acariciar su cabello.
Dios, estaba en el paraíso.
—YoonGi alpha...
—YoonGi...— El azabache gruñó y se removió incómodo por la luz que de repente entró por las ventanas. —¡YoonGi! Levántate.— MinSeo se acercó con una canasta vacía en manos y manoteó el cuerpo del alpha que se quejó ante la interrupción de su sueño.
Ugh.
YoonGi se movió levemente y frunció su ceño cuando su cuerpo ardió cansado, detonando el esfuerzo inhumano que venía realizando desde un par de días. —Levántate ahora.
Odiaba levantarse, y más aún ai era temprano. Parpadeó lento tratando de adaptarse a la luz cuando MinSeo corrió el dosel de la cama. Siseó adolorido y se levantó, yendo directamente al vestidor.
Porque claro, después de haber discutido con su hermano había sido castigado como a un crío, pero no todo había sido tan catastrófico como él pensaba, ya que mañosamente trabajaba en los establos limpiando el desastre de los animales porque sabía que JiMin la mayor parte del tiempo se la pasaba por esa zona, y claro no desaprovechaba la oportunidad de a veces toparse con el omega castaño que tanto le gustaba.
Y tal vez agradecía la privacidad de su hermano al no mencionar absolutamente nada a sus padres, porque estaba seguro que de lo contrario estaría peor que en esos momentos.
YoonGi había sido un tanto mañoso al pelear con JinHoo, y aunque no consiguió lo que él quería realmente, obtuvo un poco de tiempo para al menos prepararse mentalmente para lo que se venía.
Había hecho una especie de trato en donde él "juraba y aseguraba" que no se acercaría más al omega (ejem, mentira) y que el mismo partiría a sus tierras en cuanto fuera posible. Y haciendo cuentas, YoonGi suponía que JiMin se iría del castillo en menos de 3 semanas.
Su lobo se molestaba en demasía al pensar que tendría que alejarse de su omega, sentía que se revolcaba en el suelo al realizar que en realidad le quedaba muy poco tiempo para lograr algo con el castaño.
Joder, es que él-
Mordió sus labios fuerte y con la mente en las nubes se dirigió a los establos en donde trabajaría los próximos días. Cruzó los pasillos desolados del castillo que apenas iban siendo iluminados por la luz del amanecer, arribó a los establos que estaban atiborrados de animales que comenzaban a despertar.
Con bastante pereza y los músculos ardiendo se dedicó a comenzar la limpieza de los establos. El tiempo se le fue bastante rápido limpiando la paja y cuando menos se dio cuenta ya era medio día, su estómago gruñía por algo de alimento y líquido, relamió sus labios y secó el sudor de su frente. Estiró sus músculos tratando de liberar un poco de tensión, pero no se esperó que un cosquilleo demasiado familiar arribara a su cuello, haciendo que su lobo se removiera ansioso y gimoteara por cierta presencia; inevitablemente giró su rostro a la entrada de los establos y se topó con JiMin llevando una pequeña mesita con varios platos repletos de comida.
—Buenos días su majestad.— Dijo el omega demasiado alegre, YoonGi respondió al saludo y subió sus cejas al ver como el bonito omega dejaba la mesita con comida cerca de la entrada, en donde menos sucio estaba.
—MinSeo-ssi, me pidió que le trajera su desayuno. ¿Podría esperarme un momento para poder ir por lo demás?
YoonGi se acercó a la mesa y le sonrió poquito al omega. —Vamos a desayunar juntos.
El azabache fue testigo de cómo las mejillas del omega se colorearon levemente de carmín ante la invitación. —Pero, si permanecemos aquí alguien podría vernos. Y no quisiera volverlo a meter en problemas...
—Tranquilo, comeremos en el jardín oculto de atrás. Yo llevaré la comida y tú me alcanzarás allá para no levantar sospechas.
Los ojos miel del omega brillaron un poquito emocionados, no queriendo desperdiciar mucho tempo volvió al interior del castillo en busca del resto y también a poner una excusa para no desayunar con el resto.
Volvió a los establos con el resto de la comida y sonrió cuando al alpha sostuvo la mesita entre sus manos y caminó. —Te veré haya dulzura.
Ay.
JiMin mordió su belfo inferior y asintió algo ido, vio al alpha desaparecer detrás de las pesadas puertas y rascó el dorso de su mano un tanto conmocionado.
Esperó algunos momentos más y cuando pensó que era el tiempo suficiente para pasar desapercibido salió; caminó bastante rápido por el césped porque a pesar de que no quería ser visto, no quería toparse con interrupciones.
Sintió a su cuello vibrar ansioso por cierta presencia que le esperaba a no más de cien metros. Luciendo un poquito desesperado apresuró su paso y cuando halló la puerta bastante oculta por entre la hierba entreabierta volteó a sus lados tratando de confirmar que nadie le había visto o seguido, al estar completamente seguro, empujó la puerta y la cerró detrás de sí.
Vio al alpha esperando por él debajo de aquel gran roble, sentado viéndole con esos ojos gatunos demasiado profundos. Aquello se sentía como un déjà vu.
Se acercó con el cuello ardiéndole en éxtasis, sonrió levemente cuando vio al alpha sostener en sus manos tres pequeñas flores silvestres recién cortadas. Sin ser consciente realmente de cómo contorneaba su cadera con cada paso que daba, se acercó al alpha que tragó demasiado perdido en su andar.
El alpha se puso de pie y le extendió dos de las tres flores que se aún permanecían levemente cerradas, JiMin las acogió entre sus dedos y mordió su labio por enésima vez demasiado extasiado.
—Me sorprende que hayan nacido en invierno, son demasiado bonitas como para no rescatarlas del gélido clima ¿no crees?— YoonGi bisbiseó demasiado bajito, como si guardara un secreto entre ellos dos. Y con los ojos brillando en anhelo postro la flor silvestre restante en la melena castaña del omega que sintió a su interior revolotear ansioso por la voz pastosa del hombre.
YoonGi tomó la mano del menor y le haló hacia el interior de una especie de granero abandonado, relamió sus labios al ver en el suelo lo que parecía ser una de las capas del alpha y encima la mesita repleta de comida.
—Comamos antes de que se enfríe aún más la comida.— JiMin asintió antes la voz grave y ambos se sentaron sobre la capa.
YoonGi comenzó a destapar los platillos, tomó sus palillos para comenzar a tomar sus alimentos y el omega no perdiendo mucho tiempo también le siguió el paso; ambos se sumieron en la buena comida que masticaban, y tal vez compartir este tipo de intimidad se sentía distinto, porque aunque no hubiera contacto carnal alguno, el ambiente se sentía efímero.
Realmente no hablaron mucho durante el almuerzo, era más su hambre y voracidad que incluso algún tipo de conversación profunda se vio aplazada al final del almuerzo.
JiMin no aguantando mucho aquel silencio ya una vez que terminó de saciar su apetito comenzó a vociferar banalidades que se venían a la mente, sonreía indiscreto cuando el alpha le respondía coqueto. Ah, y qué decir cuando le vio recargar su espalda contra la pared de piedra caliza que estaba detrás, viéndose algo tentador con aquella sonrisa de lado que era dedicada solamente para él.
YoonGi inevitablemente fue a parar su vista grisácea en los labios ajenos con forma de corazón que se movían al hablar, algo rojizos e hinchados de más por el picante que había ingerido anteriormente. Tronó su pálido cuello bajo la mirada atenta del contrario y con algo de saña en su ser invitó indecorosamente al omega a algo que él consideraba como faena.
—Tienes algo en tu rostro dulzura.— Y tal vez sonaba en demasía estupido, porque el omega claramente no tenía nada, pero el problema era que él no sabía cómo proponer que se acerca. Porque mierda, sus instintos más bajos le rogaban por algo de contacto con ese bonito omega que batió las pestañas suavemente a la par de que ladeó su cabeza un poquito sonrojado por el apodo que había usado.
JiMin no era idiota, claro que no, porque vio la clara señal del lenguaje corporal del alpha que se estiró un poco, tratando de alcanzarle le vio con una mirada profunda que hacía a su corazón volcar fuertemente dentro de su caja torácica; supo que tal vez aquel fornido pálido quería un poco de cercanía. Y aprovechándose de la situación dejó salir aquel lado coqueto y dulce de él.
El alpha se acercó el rostro ajeno y fingió limpiar la mejilla de JiMin, el castaño miró por algunos segundos esos labios delgados rosados, para después abultar sus propios belfos formando un piquito y agradecerle con orbes grandes. —Gracias por limpiarme...— En definitiva YoonGi no esperó que unos esponjosos labios se impactarán rápidamente con su mejilla pálida.
Definitivamente el omega quería matar a YoonGi del encanto.
JiMin debía de ser demandando por fingir demencia, porque después de dejar a un YoonGi demasiado cohibido y colorado volver a su sitio, tembló hipócritamente a la vez de que miraba con esos ojos de cachorro suyos al alpha azabache que notó al instante su "incomodidad". Y el azabache como el caballero que era, cuestionó sobre su estado.
—Tengo un poquito de frío.— El omega mordió su labio inferior —¿Puedo acercarme a usted para entrar en calor?
Quién era YoonGi para negarse a tal invitación, y con su lobo moviendo la cola emocionado y con su conciencia reprendiéndole un poco por no haber tomado iniciativa, recibió al omega a su lado que no tardó en acoplarse.
JiMin recargó su cabeza en el hombro ajeno y cerró sus orbes un poco, tratando de encontrar algún de control dentro de su sistema. Y en definitiva no encontró ningún atisbo del mismo cuando se atrapó a sí mismo hurgando en el aroma ajeno que le hizo relajar los hombros.
YoonGi tenía una maña bastante arraigada y suprimida que en esos momentos estaba clamando por salir a flote. Y es que él amaba en demasía estar tomado de las manos con alguien más. Estando ahí con el omega recargado a su costado, los falanges le cosquillearon ansiosos porque no los usaba para acoger la manos pequeñas ajenas que reposaban gratamente sobre sus muslos gruesos.
Tragó y en un instante de valentía acogió una de las manos, le cubrió entre sus palmas y sonrió bonito cuando vio los pequeños dedos regordetes estar tintados de un suave rosa en las puntas por el frío. Acarició el dorso y casi ronronea complacido al sentir como el castaño se acercó aún más a su cuerpo, quedando completamente juntos.
Maldecía a los cielos y a los dioses que gustaban de hacerle sufrir con un amorío prohibido con un omega ajeno, porque aunque YoonGi admitiera anhelar al castaño, consideraba más que mundano el hecho de quererle sólo para él.
Dios le libre de lo que estaba a punto de cometer.
No necesito de palabras para si quiera comunicar lo que su lobo deseaba, sólo bastó con girar su rostro levemente y apretar el dorso de la mano ajena bajo su tacto para que JiMin le prestara total atención. YoonGi acercó su rostro hasta que sus narices se rozaron y se acariciaron lentamente, el azabache ladeó su cabeza y fue cuestión de segundos para que sus belfos encajaran.
Besar al omega castaño era como probar el más exquisito cáliz del infierno. Porque era prohibido, pero sabía tan jodidamente bien.
JiMin ladeó también su rostro buscando prolongar aquel beso que se le había sido robado. Suspiró sobre los labios ajenos cuando el contacto terminó, sus labios se acariciaron expectantes y cuando esa tensión en el aire se volvió aún más presente volvieron a unir sus belfos.
JiMin jadeó sobre la boca ajena cuando abrió un poco sus labios y YoonGi le recibió gustoso, haciendo que el ósculo se volviera un tanto más desesperado. Los chasquidos después de un instante se dejaron escuchar por el lugar abandonado, YoonGi frunció su ceño y jaló la mano ajena en su dirección, pidiendo mudamente que se acercara más.
Gruñó bajito cuando JiMin se colocó a horcajadas sobre sus muslos sin mucho esfuerzo u oposición, sintió el peso ajeno sobre él y sonrió bobamente cuando el omega enredó sus manos detrás de su cuello.
Volvieron a unir sus belfos desesperadamente, como si hubieran pasado una eternidad sin explorarse, como si todo lo que desearan se pudiera hacer posible, como si ese amor irracional y prohibido no existiría; sólo querían ser dos amantes imposibles tratando de mermar ese deseo carnal que les consumía los sesos.
YoonGi acogió las caderas del omega entre sus manos, permitiéndose acariciar y consentir la piel firme bajo su tacto. Se separaron unos segundos de aquel tacto jadeantes, YoonGi mordió levemente el belfo hinchado ajeno y sonrió coqueto con las pupilas dilatadas al ver como el castaño dejó salir su lengua, invitándole a una faena. Sin titubear lamió la comisura de los labios gruesos, dando otra mordida y una succión antes de adentrarse en la cavidad ajena, disfrutando en demasía de esos ricos escalofríos que proporcionaban ese tipo de contacto.
Ambos gimieron bajito ante la batalla que desataron sus lenguas, tocándose y enredándose entre sí para crear excelsos sonidos húmedos.
Ah, maldita sea.
JiMin se encogió en sí mismo cuando el alpha bajó su cadera, obligándole a apoyar su peso completamente en él, no puso demasiada resistencia a decir verdad, sólo pudo atinar a sisear poquito y a llenarse de la voz grave maldiciendo jadeante cuando su peso hizo maravillas en el cuerpo debajo. El menor se sintió temblar al escuchar un murmullo demasiado bajo que derritió sus sesos.
—Eres tan jodidamente bonito... Tan hermoso que haces doler a mi estupido corazón.— YoonGi acarició las costillas ajenas por sobre la ropa. JiMin parpadeó demasiado lento cuando se sintió hechizado por aquel hombre, su cuello cosquilleo y su vientre burbujeó lava al escuchar palabras bonitas provenir de YoonGi. Oh alpha, ¿Qué le provocas a ese menudo omega?
El castaño tembló bajo el tacto ajeno sintiéndose de repente demasiado sensible y dócil, babeó al sentir su piel arder. Tragó fuerte, no pudiendo evitar ese reflejo de echar su cabeza hacia atrás ante las manos pálidas acariciando todo a su paso y bendita boca que poseía YoonGi, porque al ver expuesto el cuello nivel no dudó en succionar y lamer su manzana de Adán, haciendo al omega un manojo de jadeos.
Con sus manos bien aferradas a las hebras oscuras, tiró del cabello tratando de pobremente detener al alpha que parecía ensimismado succionando su piel. Al mirar que el azabache parecía no querer detenerse, movió sus caderas por encima de las contrarias y bisbiseó. —Alpha...— El alpha volcó su aliento sobre la piel que permanecía aún húmeda por su baba a la par de que gemía sorprendido, cerró sus orbes ante el movimiento indecoroso que activó al lobo dentro de sí, su parte lobuna gimoteando deseosa por tomar al bonito omega que respiraba agitadamente sobre él.
JiMin sintió tensarse unos instantes al hombre debajo de él, sonrió al sentir su propia piel vibrar por el gemido ajeno, relamió sus labios cuando pudo volver su cabeza a su posición inicial, y no perdiendo de vista como el alpha frunció su ceño algo molesto, se coloreó aún más de lo que ya estaba.
—Vuelve a moverte.— Demandó YoonGi con la voz ardiente, sintiendo a su lobo amagar salir para tomar todo del omega. JiMin movió pobremente su pelvis y YoonGi posó nuevamente sus manos en las caderas estrechas. —Muévete y no te detengas, bonito.— El azabache incitó a JiMin a menearse y restregarse contra él.
El menor restregó su trasero con la pelvis del pálido que gimió complacido ante el estímulo, JiMin no necesitó de palabra alguna para afirmar que lo que hacía era de agrado de YoonGi, el aroma grueso del mayor se entrometía en su sistema haciendo estragos, oliendo demasiado bien le sintió crecer debajo suyo.
El alpha sin dejar de empuñar la cintura con una mano tomó la capa oscura que portaba el menor y le apartó lo suficiente, dejando ver aquella camisa de manta. Con algo de torpeza y desesperación haló los cordones de la parte de arriba que mantenían en su lugar a la pieza, se acercó a la piel expuesta y suspiró fuerte sobre el pecho desnudo cuando una mano en su abdomen bajo hizo acto de aparición.
—Omega...— JiMin no pudo respirar aproximadamente, trató de jalar aire por la nariz, pero se atascó a medio camino para volver a salir por su garganta en forma de un bonito gemido que le hizo doler las cuerdas vocales al sentir a YoonGi tomar entre sus labios uno de sus pezones.
Mierda.
Sus orbes se nublaron al recibir prologadas lamidas sobre su pecho, tiritó y contrajo su interior cuando un par de colmillos rasparon la sensible piel de su cuello. YoonGi lamió la zona, sabiendo de antemano que ese lugar en particular desmenuzaba al omega en éxtasis, JiMin apretó los labios tratando de retener un gemido y en forma de protesta bajó su mano al sur, apretó por encima del pantalón al miembro despierto del príncipe que tembló sobre su cuello.
No le duró mucho el placer a JiMin, no pudo concentrarse de lleno en lo que sentía en esos momentos, sintió a su vientre contraerse y a su estómago revolverse cuando recuerdos atiborraron su mente al sentir al alpha intentar bajar aún más la camisa. Recordándole esos ácidos momentos en donde era abusado día tras día sin piedad alguna.
JiMin tratando de ignorar su malestar trató de continuar con lo que hacía, siguió con las caricias pasadas de tono sobre el miembro del alpha.
YoonGi siseó y trató de llevar la mano que aún reposaba sobre su cintura al frente del pantalón para tratar de bajar la tela que impedía tocar plenamente al omega, pero grata fue su sorpresa al recibir un manotazo.
—N-no... ya no más... por favor.
El alpha se alejó del cuello del menor tratando de ver su rostro al percibir como trató de alejarse y abrió sus orbes de más al ver a JiMin temblar nervioso.
—Tranquilo, soy yo.
El corazón de YoonGi se apretó nervioso ante el omega que se escondió en su cuello, pronto sintió pequeñas gotas mojar su capa y él no sabiendo realmente qué hacer, acarició la espalda delgada.
—Lo siento... pero no puedo hacerlo... yo-
Las lágrimas y el nudo en su garganta le impidieron continuar, jaló aire fuerte y después de un esfuerzo inhumano continuó.
—Su majestad... por favor no vaya a castigarme por no poder continuar. No vaya a echarme del castillo... se lo suplico, yo-... yo después le compensaré esto...
Tenía demasiado miedo...
Estaba tan acostumbrado a que si no se mantenía sumiso iba a ser reprendido, él no conocía el consentimiento demasiado bien.
Después de todo, era un omega.
10 de marzo 1495
Madre, hoy te tengo grandiosas noticas, pero antes de anunciarte más buenas nuevas me gustaría empezar esta carta relatándote el alocado ritmo en el que me he visto envuelto estos últimos meses. Empezando por el estallido de la guerra que está acabando con la vida de cientos de personas aquí en JeJu; sinceramente considero que todo esto es más que estupido, esta batalla sólo es una muestra de lo tan deplorable que es nuestro mundo, ¿en qué momento terminamos cazando a personas especiales con afán de avaricia?
No te preocupes por mi madre, Minah y yo aún estamos residiendo en la casa de descanso de la que te hablé, aunque realmente dudo que podamos seguir teniendo este estilo de vida. Supongo que tarde o temprano tendremos que irnos de aquí... pero realmente no quiero pensar en aquello, por ahora quiero vivir el presente.
Retomando el tema por el cual te mando este escrito, quiero compartirte mi felicidad, ¿Madre aún recuerdas cuando tiempo atrás me habías dicho que querías muchos nietos? Pues hace algunos días mi hermosa Minah me dio la noticia de que voy a ser padre nuevamente, está preñada y estoy en demasía alegre por eso. Ayer acudimos con un grupo de parteras a buscar algo de apoyo, nos dijeron que Minah tiene probablemente tenga unas 6 semanas de embarazo, ellas nos ayudarán en el proceso y con el cuidado de mi omega. Hice cuentas y si mis fallos no fallan el bebé nacerá en otoño, así que ve tejiendo una frazada linda para mi cachorro.
Mi pequeña SunHee te extraña demasiado, siempre me pregunta por ti. De hecho está aquí en mi regazo dormitando mientras te escribo esta carta, murmura que quiere ir a cortar fresas con su abuelita siempre que salimos al jardín lateral.
Espero que pronto podamos reunirnos madre, anhelo el día que esta guerra se acabe para poder salir de aquí sin correr el peligro de ser atrapados. Hasta entonces seguiré mandándote cartas.
Te ama tu hijo.
Park Jiwon.
Haneul tragó al terminar de leer la carta vieja que aún gustaba en un pequeño baúl, porque ella se negaba a separarse de esos papeles que albergaban un poco de la esencia de su único hijo.
Mordió su labio con culpa al pensar que era una mentirosa de primera, no debía de esconder y mantener esos papeles con ella, tampoco nadie podía saber que en realidad era culta y que albergaba bastantes libros bajo su poder, debía de mantener un perfil bajo para pasar desapercibida, porque juraba que si alguien notaba lo que escondía iba a ser su fin.
Y ella debía de proteger a lo que amaba a toda costa.
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