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25


ωμέγα φεγγάρι

Estaba sumamente rabioso. Le habían estafado y no conforme a eso parecía que todo se le estaba yendo de las manos. Realmente no era justo todo esto, y no conforme a eso debía de tener cuidado con cómo se comportaba para que los demás no sospecharan absolutamente nada sobre en donde se venía enredando últimamente.

Chasqueó la lengua molesto y siguió escribiendo sobre el papel amarillento una carta de "amenaza" en donde se esmeraba en vaciar toda su rabia contenida. Y aunque algo dentro de él le decía que no obtendría una respuesta buena o algo que le diera esperanzas, seguía escribiendo aferrado.

Porque él era un terco de primera.

Terminó de redactar y dejó en su lugar la pluma con tinta, sobrepasó con su vista los renglones rápidamente y brincó en su lugar cuando escuchó que llamaban a la puerta de su habitación. Desesperado tapó la carta que acababa de escribir con papel limpio y un libro algo viejo tratando de tapar la evidencia de lo que hacía.

—A-Adelante.— Titubeó algo nervioso y suspiró tratando de contenerse cuando vio entrar a cierto alpha rubio que le venía visitando constantemente. Relamió sus labios delgados y subió sus cejas cuando escuchó hablar al contrario.

—¿Qué haces?— Jungkook boqueó y sonrió algo falso apuntando a la tinta. —Estaba por dibujar algo, hace bastante que no lo hago.

Taehyung frunció su rostro confundido ante las palabras del omega. —Jungkookie, literalmente antier te la pasaste pegado a tu cuaderno de dibujo.

Mierda.

—Está bien si no quieres decirme qué estás haciendo, sólo por favor no me mientas ¿sí? Sé sincero y te comprenderé.

Jungkook bajó su mirada algo apenado y Taehyung se tomó la libertad de sentarse en la mullida cama del omega. —Perdón por siempre venir a molestar...

El azabache subió sus orbes grandes y negó rápido ante el alpha que se vio raramente deprimido. —No, hyung tu presencia no me molesta en lo absoluto. Me resulta lindo que estés conmigo... acompañándome.

Jungkook sabía que el mayor venía huyendo de su padre desde hacía bastante tiempo, se fugaba de su casa y regresaba realmente tarde para evitar toparse al hombre. Taehyung le buscaba y se refugiaba con él, a veces hablaban por horas y en otros días permanecían en silencio sólo admirando su presencia.

Taehyung relamió sus labios y miró la ventana grande de la habitación que dejaba ver al frío y nublado día, suspiró bajito con algo de nerviosismo para después ver la espalda del omega que preparaba un sobre. —En un momento regreso, iré por el sello de mi padre.

El omega se levantó de la silla y salió de la habitación sin notar que una hoja cayó del escritorio. El rubio se levantó y recogió la hoja que tenía algunos trazos de lo que parecían flores, sonrió levemente y la dejó en la superficie, sus ojos curiosos se pasearon por las cosas que estaban algo desordenadas y subió sus cejas al ver un libro grueso de herbolaria, le restó importancia y en cambio se centró en la carta a medio doblar que estaba al lado del sobre que estaba preparando. Su ceño se contrajo al leer por encima un enunciado que le dejó bastante confundido.

"Hice lo que ustedes quisieron y a cambio él sigue con vida."

Negó con la cabeza y se alejó del mueble, no era de su incumbencia y además lo que sea que fuera esperaba que el menor pudiera contarle con confianza, después de todo era su hyung. Caminó hasta colocarse cerca de la ventana, con sus ojos claros repasó los alrededores que estaban cubiertos con nieve y volteó su mirada cuando oyó al omega entrar nuevamente a la habitación.

—Después de terminar esto podríamos tomar el té y comer galletas que mi nana acaba de hornear.— La voz de Jungkook se dejó escuchar y el mismo subió su vista al alpha cuando obtuvo una respuesta muy baja.

—Sí...— Jungkook entrecerró sus orbes al ver al rubio suspirar mientras tocaba a través de sus ropas algo. Ladeó la cabeza cuando un collar se dejó por entre la camisa y sus labios delgados se quedaron mudos cuando Taehyung unió miradas con él, sus ojos claros viéndose lagrimosos.

Y es que Taehyung estaba dejando de sentir completamente al lobo de JiMin.


JinHoo ese día en particular estaba atiborrado de trabajo, encerrado en su estudio solo con cientos de papeles apilados esperando a ser revisados y firmados se encontró harto.

Subió sus cejas cuando pensó en que no había visto a su padre en todo el día, cuando usualmente el mayor se la pasaba metiendo las narices entre lo que él hacía. Bajó los hombros y con el ceño fruncido buscó por entre sus pertenencias su pipa, no le encontró y eso pareció molestarle aún más.

Salió del estudio para ir por su pipa y de paso por alguna capa o saco que le cubriera del frío, caminó por los pasillos del castillo y cuando iba a subir unas escaleras subió sus cejas al oír la voz baja de su hermano hablar con alguien más. Subió apenas los primeros escalones y se detuvo en seco al escuchar un comentario de su hermano.

—Puedo asegurarte que siempre estaré aquí para ti... yo- yo enserio... te apoyaré en todo.

Oh.

JinHoo levantó las cejas y no sabiendo qué hacer con su presencia dudó en su seguir con su andar e interrumpir la platica que tenía el otro alpha o simplemente esperar a que acabara.

—Gracias por todo...

Un silencio bastante prolongado fue lo que siguió después de ese corto agradecimiento, él asumió que aquella plática había terminado y retomó su andar por las escaleras, terminó de subir los últimos escalones que quedaban antes del primer descanso cuando se asomó de re ojo por el pasillo que estaba conectado, abrió sus orbes consternado y se ocultó detrás de un pilar cuando vio algo que no se esperaba en lo absoluto.

YoonGi estaba abrazando eufóricamente a otro hombre, le acariciaba la melena castaña y parecía susurrarle algo cerca de su oído. JinHoo observó la escena oculto en la estructura con la bilis sintiéndola en la garganta, y casi amaga correr a separarles cuando vio a su hermano menor tomar con una delicadeza desorbitante el rostro ajeno que pudo contemplar en todo su esplendor.

No reconocía muy bien a ese castaño, sólo le había visto algunas veces de soslayo y nunca le había tomado importancia hasta ese momento. Porque mierda, fue presente de como su hermano suspiró embelesado antes de besar los labios hinchados ajenos.

YoonGi estaba en serios problemas.

Tal vez ser acosado se había vuelto parte de su rutina diaria, porque no existía un solo día que recibiera una mirada libidinosa o un comentario sobre su aspecto. Y aunque se quejara o intimidara a sus atacantes no resultaba.

Pero definitivamente la situación se había tornado aún más pesada cuando el monarca anterior arribó al castillo, porque aquel hombre mayor hizo lo imposible por saber más de él. Parecía que obtenía cierto fetiche de verle ayudar a limpiar los inmensos salones; JiMin supo desde el primer instante que Min Sun era ese tipo de hombre que se obsesionaba en demasía, porque él era consiente del como le buscaba por donde fuera y cuando le encontraba se paseaba frente a él insinuando cosas.

Justo como en ese momento.

Estaba simplemente estudiando en uno de los jardines laterales solo a pesar del frío, y es que simplemente no podía desaprovechar el clima que la mañana le ofrecía, el sol alumbraba lo suficiente y no estaba nevando.

Extrañó un poco a su fiel amigo rubio y deseó con todo su corazón que le fuera bien, porque ese día Taemin había obtenido la oportunidad de tener una cita con una partera que se haría cargo del embarazo del omega.

Un JiMin sentado en una banca de concreto realizó que era algo exigente consigo mismo mientras repasaba los renglones de un libro, admitía que aunque su tutor no le daría clase ese día él se empeñaba en estudiar lo poco que sabía, no podía controlar su emoción por estar aprendiendo, oh, porque claro, ahora ya podía leer un poco más rápido y eso le encantaba.

Pero su felicidad instantánea pareció esfumarse en el momento mismo que sintió una presencia algo lejana, volteó levemente y ahí le vio. Al hombre robusto viéndole fijamente con ojos de cazador.

Ah, estaba harto.

Decidió ignorarle y continuar estudiando, suspiró cuando una ráfaga de aire le caló horrible y se arregló su capa que había sido removida por el viento. Después de un rato dejó de sentir la mirada pesada del alpha a sus espaldas y asumió que tal vez había optado por dejarle en paz; se levantó de la banca y suspiró cuando sintió a su estómago tirar disconforme por comida.

Gran error.

Con su libro en mano emprendió camino hacia el cálido interior del castillo, pero para su mala suerte un fuerte brazo tiró de él en dirección a los rósales. Su brazo ardió por el tacto y el libro cayó al pasto cuando la mano que lo sostenía se enfocó en tratar de golpear miserablemente al alpha que le estaba jalando  con fuerza.

—Realmente te encanta provocarme.— JiMin escuchó la voz distorsionada de Sun, como si el lobo del hombre estuviera saliendo a flote. Tembló cuando claramente sintió un atisbo de voz de mando en aquella corta frase.

Joder, joder. 

—Más te vale no decir nada omega.— Sun susurró con voz de mando y JiMin se sintió perder ahí, sintió a su lobo bajar la cabeza siendo demasiado obediente a la orden y tomar conciencia sobre su anatomía. JiMin siseó cuando sintió a su lado lobuno apoderarse de él, dejándole siendo instinto.

Ahora era solo omega.

No supo en qué momento fue que el hombre mayor le arrastró a los establos en donde JiMin fue consiente de cómo el alpha pasó pestillo a la puerta principal de madera de los corrales. Sabía, oh claro que sabía, lo que quería ese hombre cuando posó aquellos ojos azules brillando en libido.

El alpha se acercó a JiMin con bastante lentitud, tal vez amando la manera en que el castaño le veía con ojos grandes. En cuanto pudo, apegó su cuerpo al más pequeño y con la respiración frenética comenzó a toquetear el cuerpo del castaño por encima de las ropas. JiMin jadeó cuando sintió al hombre entrometerse en su cuello, cerró sus orbes fuerte cuando le sintió lamer y repasar sus colmillos por sobre la extensión de piel virgen en donde debía de reposar la marca de un alpha, sus rodillas se sacudieron cuando Sun volvió a susurrarle. —Te marcaré, te morderé y así serás mío... así podrás venir conmigo para servirme como es debido omega.

Quería gritar y moverse, pero simplemente su cuerpo no parecía responder ante lo que él quería, su omega interior en esos momentos sólo acataba a lo que el alpha detrás de él quería. Una mano grandes se posó en sus caderas y con letargo se hundió por debajo de las prendas que usaba, tratando de tener algo de contacto con la piel.

JiMin se aferraba a los antebrazo del hombre y con bastante fuerza enterraba sus cortas uñas en la piel pálida del hombre mientras él repasaba su anatomía. Dejó salir el aire de sus pulmones cuando sintió a su cuello cosquillear y arder poquito, él supuso que era el evidente rechazo ante el alpha detrás que le tocaba.

Pero bastante fue su sorpresa cuando oyó voces y pasos de varias personas aproximándose a su lugar. Cerró los ojos fuerte cuando el alpha le arrastró detrás de un montículo de paja que se utilizaba en el corral de los corceles, el azabache cubrió la boca del omega y con los nervios de punta escuchó a varias personas entrar a los establos por la puerta aledaña al castillo. JiMin escuchó algunas maldiciones por parte de un hombre y su lobo chilló asustado al sentir varios alphas a su alrededor.

—Apesta a lobo aquí adentro.— El omega sintió tensarse al mayor detrás de sí cuando se escuchó una voz que irrumpió el silencio, Sun apretó sus agarre y con voz bastante baja le susurró cerca de su oído. —Quédate quieto y no te muevas.

Sun le dejó ahí detrás de la paja mientras él mismo salía de su escondite a tratar de alejar y distraer a los alphas que habían osado a interrumpir su faena. JiMin detrás de la paja no se movió ni un centímetro, demasiado asustado y aún con la voz de mando implantada en su cabeza, realmente no pudo prestar demasiada atención a lo que las voces a lo lejos dijeron, sólo supo que pudo respirar en paz cuando incluso el alpha mayor dejó los establos, dejándole completamente solo.

Dios.

Sus piernas temblaron y cayó en el sucio suelo cuando su taquicardia fue imposible de ignorar, mordió nuevamente su labio regordete y se abrazó a sí mismo tratando de hallar un poquito de consuelo. Y es que no era la primera vez que el hombre azabache trataba de abusar de él, y probablemente no sería la última, porque parecía que ese alpha estaba en demasía obsesionando con él.

Jadeó fuerte y lágrimas comenzaron a escurrir por su rostro pálido cuando se sintió solo e impotente, ¿cuánto más tendría que sufrir para poder hallar algo de paz? Se preguntó mientras trataba de limpiar con fuerza su rostro.

Se hizo pequeño en medio del lugar mientras lloraba bajito, su labio tembló ante el cortisol dentro de sus sistema y estando en cuclillas sólo pudo atinar a ignorar el cosquilleo en su cuello cuando lo único que quería en esos momentos era llorar. Pasó varios instantes en esa posición, no fue consiente del tiempo transcurrido.

Sintió a su lobo llamar a alguien, como si estuviera bastante desesperado tratando de hallar el modo para comunicarse para buscar ayuda o consuelo. JiMin apretó su mano en su pecho cuando este dolió y volvió a morder la piel maltratada de su labio hasta que sangró levemente.

Se quedó quieto cuando escuchó que alguien trató de manipular la puerta de la entrada principal de los corrales, su pulso cardiaco aumentó cuando una idea de que el antiguo monarca probablemente había regresado a terminar lo que había iniciado, pero tal fue su sorpresa cuando las puertas se dejaron de mover y un silencio le siguió después de eso.

Relamió sus belfos y frunció su rostro en miles de emociones demasiado exaltado y fuera de sí como para poder regresar a su habitación. Las piernas le temblaban horrible y siendo sinceros no quería andar solo por los pasillos sabiendo que era presa de un hombre libidinoso con bastante poder.

Parpadeó lento y siseó asustado.

Su omega interior chilló, pidiendo ayuda.

Alpha...

Alpha, ayuda a tu omega...

La mente de JiMin quedó en blanco unos instantes, volvió a cerrar sus orbes demasiado rendido, joder, estaba demasiado asustado, podía apostar que no aguantaría mucho si algo así volvía a sucederle.

Ignorando los sonidos que emitieron los caballos y los que les siguieron, su mente se empeñó en repetir las imágenes que acababan de suceder una y otra vez. En ese instante consideró seriamente en huir lejos, en tratar de hallar a alguien bueno que tal vez le encaminara a Seúl, o por lo menos algo que-

—¿JiMin-ssi?

Esa jodida voz.

El omega levantó su rostro luciendo demasiado afligido y sus orbes brillaron cuando captaron al alpha azabache que siempre aparecía en los momentos menos indicados. Vio a YoonGi soltar lo que parecía una rienda y se hincó a su lado sin dudar un segundo. 

—¿Estás bien?— JiMin negó y nuevas lágrimas volvieron a caer sobre su rostro, YoonGi amagó colocar su mano sobre el hombro ajeno, pero el castaño se apartó bastante exaltado. —Tranquilo, soy yo... YoonGi. No te preocupes yo no te haré daño.

JiMin repasó el rostro del azabache con la mirada y su lobo le llamó aún demasiado afectado por la voz de mando, YoonGi trató de acercase nuevamente al omega y esta vez no fue apartado, apenas y tocó los hombros ajenos cuando mostró un atisbo de su lobo a través de sus ojos, haciendo que los mismos se iluminaran en un color vino suave unos instantes para tratar de calmar al lobo ajeno.

YoonGi con todo el cuidado del mundo ahuecó entre su palma el rostro mojado de JiMin que hipaba fuertemente, con la otra mano libre buscó entre sus ropas aquel pequeño pañuelo que siempre portaba y cuando le encontró, con el mismo comenzó a limpiar las espesas lágrimas que enmarcaban las ojeras del omega. YoonGi sintió a su lobo removerse angustiado ante el olor ácido de JiMin que era indicador de su malestar, el alpha acarició la mejilla del castaño y soltó un par de feromonas tratando de calmar al omega que le recibió bien.

—Dime...¿Por qué estas llorando JiMinnie?

Oh, ¿Enserio él le había llamado por ese diminutivo que sonaba demasiado dulce?

JiMin fue víctima del encanto del azabache que lucía demasiado preocupado por él limpiándole las lágrimas y viéndose bastante protector. El castaño apenas y pudo hablar ante la falta de aire. —Sa-sáqueme de aquí. Yo... yo ya no soporto más esto. Ellos... son horribles co-conmigo, y yo- yo sólo trato de ser amable...

La garganta le ardió al vociferar, tragó tratando de aminorar ese pesar que tenía en su pecho y se sorprendió un poquito cuando el alpha azabache lo atrajo a su pecho, dándole un cálido abrazo que no sabía que necesitaba.

—Dime quién te está lastimando y no dudaré en defenderte.— JiMin ocultó su rostro en la curvatura del otro hombre y aspiró profundo tratando de evadir lo que acababa de decir.

¿YoonGi realmente podría defenderle de su propio padre?

Lo dudaba.

En vez de ponerse a formular una respuesta a la oración del alpha, JiMin se dio el lujo de disfrutar la esencia ajena que estaba más que cercana a sus fauces, y tal vez pecaba un poco en estar manteniendo contacto con el príncipe que le acariciaba la espalda tratando de darle apoyo, pero es que le resultaba tan malditamente adictivo aquel tacto suave y atento que lograba calmarle. JiMin parpadeó lento demasiado embelesado cuando el alpha lo separó un poco de su anatomía y un beso en su frente fue depositado.

—No tienes que decírmelo ahora, habla cuando te sientas preparado y yo aquí estaré para apoyarte JiMinnie.

El castaño le sonrió al alpha que con ojos brillosos entrelazó sus manos. Sintió a su corazón volver a galopar rápido en su pecho, pero está vez estaba seguro que no era por miedo. Era por algo más...

—Levántate, este es un lugar muy sucio como para que estes aquí.— JiMin rió un poco avergonzado cuando trató de levantarse y sus piernas no respondieron como él quiso, YoonGi le sostuvo y con una sonrisa algo boba en sus delgados labios cargó al omega en sus brazos siendo demasiado gentil; notando que esta vez era un tanto más pesado que la primera vez que le cargó para sacarle sangrante de aquella fétida habitación en donde le conoció, y sonrió levemente al pensar que JiMin estaba recuperando un poco de peso.

—Su majestad... mi libro... ah, yo- uh, se me cayo en el jardín. Quisiera ir por él.— YoonGi subió sus cejas y asintió. El mayor caminó con el omega en brazos hasta la puerta principal de los establos y frunció los labios al ver que ciertamente el pestillo estaba colocado en las pesadas puertas, no queriendo perturbar mucho al castaño que permanecía oculto en su cuello abrió la una de las puertas y salió al jardín. Miró a los alrededores unos segundos para tratar de hallar el libro sobre alguna superficie, suspiró cuando vio un atisbo de la tapa cerca de una banca blanca.

Se dirigió a la banca y sentó ahí al omega un momento, caminó y levantó el libro que estaba un tanto mojado por el césped húmedo, relamió sus labios delgados al ver que habían algunas paginas que estaban dobladas y mojadas. Volvió su mirada al omega que tenía la mirada perdida en algún punto del jardín y torció un tanto su gesto al imaginar qué tal vez podría ponerse un tanto triste por su libro.

—Se dañó un poco, el pasto está húmedo y eso hizo que algunas páginas se mojaran.

YoonGi le extendió el libro al omega que lo tomó con demasiado cuidado y con un puchero en sus labios resecos habló. —Eso me esperaba... al menos no terminó peor. Gracias por recogerlo.

—¿Podría ayudarme a llegar a mi alcoba? No quiero ir solo.— JiMin pidió bajito y YoonGi asintió.

—¿Puedes caminar por ti solo o quieres que te cargue?— El menor frunció sus hombros y trató de ponerse de pie, sus piernas le sostuvieron tambaleantes y aunque seguían temblando levemente JiMin hizo el mayor esfuerzo de caminar el solo. YoonGi le sostuvo de la cintura y a paso lento entraron al castillo.

JiMin le indicó dónde quedaba su habitación y YoonGi trató de llevarles por los pasillos menos concurridos para pasar desapercibidos por la servidumbre y lo más importante, por su familia. El omega se sorprendió un poco cuando subieron a paso lento por una escalera oculta que se hacía pasar por un simple muro, arribaron bastante rápido al piso en donde residía JiMin.

El castaño apreció que YoonGi se tomara la molestia de ayudarle a caminar y qué decir de cuando el frío le hizo estragos a mitad del camino, él le cubrió con la capa azul que traía puesta, haciendo que quedara rodeado e impregnado de ese rico aroma a chocolate con café.

Y cuando ambos hubieron arribado a la puerta de la habitación JiMin pareció tomar un poco de valentía y vociferar. —Su majestad, realmente no sé cómo agradecer todo lo que ha hecho por mi.— JiMin se quitó la capa ajena y se la extendió al alpha que le veía bonito.

—Tomaré tus agradecimientos si cuidas de ti y me tienes confianza. Puede sonar algo amargo, pero... a pesar de que no nos conocemos demasiado te tome cariño, puedo admitir que tú eres el único con el que puedo  hablar de todo y nada a la vez... Yo- yo a veces me siento demasiado solo, no tengo amigos y aunque vivo bien no disfruto la vida como debería...
JiMinnie, creo que el que debería de agradecer por todo soy yo... porque contigo a mi lado ya no me siento solo. — Las mejillas de JiMin se colorearon de carmín y bajó la mirada demasiado penoso cuando la mano pálida de YoonGi no aceptó la capa y en su lugar el alpha optó por volverla a calzar sobre el más joven.

YoonGi acarició las hebras caoba del omega que se notaba sonrojado y después repasó sus falanges por sobre la mejilla teñida, buscando que sus miradas conectaran unos instantes. —Puedo asegurarte que siempre estaré aquí para ti... yo- yo enserio... te apoyaré en todo.— El alpha dijo a la par de que se perdió en esas pequeñas pecas, en esas cortas pestañas que enmarcaban pulcramente esos ojos miel que le robaban más de un suspiro.

Bonito. Demasiado bonito.

JiMin sonrió grande y se acercó un poquito al mayor, dejó reposar una de sus pequeñas manos en el pecho ajeno y miró el rostro ajeno. —Gracias por todo...

El omega simplemente no pudo controlar ese instinto que le demandaba abalanzarse sobre el ojigris, se abrazó fuerte a él, su lobo buscando tal vez fundirse e impregnarse del aroma ajeno para alejar a todos de él, para que nadie le tocase y todos supieran a quién le pertenecía.

YoonGi con una voz algo pastosa le susurró al oído al omega algo que le hizo temblar ansioso. —Eres todo lo que deseo.

Min YoonGi, jodido Min YoonGi que gustaba de hacerle estragos con esa voz baja.

Y realmente no queriendo, se separaron apenas lo suficiente, con sus narices rozando y con los orbes entrecerrados ambos parecieron danzar en una especie de epifania en donde solamente ellos dos existían; YoonGi ahuecó el rostro de JiMin con ambas manos y le acarició expectante.

Miró de soslayo los labios hinchados algo maltratados del omega y él pareció notarlo porque sonrió coqueto con los ojos siendo suavemente iluminados en un perfecto azul. Y YoonGi no pudo controlarse, acercó sus rostros lentamente y rozó sus labios, JiMin cerró sus orbes ante el contacto y YoonGi esta vez besó con delicadeza al omega que se aferró a él. Saboreando levemente el sabor a hierro de la sangre ajena y perdiéndose de lleno en esos belfos que simulaban la entrada a su infierno hecho cielo.

Un suave chasquido se dejó oír por el desolado pasillo cuando el beso fue culminado apenas unos segundos para después comenzar otro beso con otro vaivén nuevo. Y mierda, YoonGi casi tiembla ansioso cuando el omega se separó de él y con las yemas de sus dedos recorrió su cuello pálido, mas ambos no notaron cierta presencia que pronto se hizo notar por sobre el silencio.

—¡Min YoonGi! ¿Qué mierda crees que estás haciendo?

Oh, el hermano mayor del príncipe les acababa de atrapar con las manos en la masa.

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