16
ωμέγα φεγγάρι
Bajo la luz del amanecer se calzó sus ropas y volvió a entrar al castillo silenciosamente, cuidando de que no le vieran.
En un andar presuroso arribó a los corrales en donde residían todos los animales. La servidumbre le saludó y él respondió algo apresurado, buscando entre los sirvientes al hombre que le sería de ayuda.
Le vio de espaldas cepillando a su corcel, se acercó a pasos rápidos y le llamó. — NamJoon-ssi.
El rubio volteó su cuerpo cuando escuchó la voz susurrante del alpha azabache.—¿Sucede algo, majestad? — YoonGi repasó sus palabras y remojó sus labios un poco nervioso.
—Uh... bueno, supe que tú fuiste el que guiaste a uno de los grupos en la expedición. Y, bueno, ah... yo...
El azabache rascó detrás de su oreja apenado y apartó la vista. Mientras el rubio le esperaba pacientemente.
—Quería preguntarte, ¿hasta dónde llegaron?— NamJoon frunció las cejas pensando y repasando el camino que había seguido.
—Llegamos hasta las faldas de la montaña oeste, no hayamos nada y el atardecer comenzaba a quitarnos luz. No pudimos llegar más lejos. — YoonGi pareció titubear un poco antes de decir claramente lo que quería.
—Necesito que me guíes y me digas por dónde buscaron.
NamJoon miró a su alrededor consternado y rió nervioso ante la voz demandante del alpha menor. ¿Acaso estaba jugándole una broma de mal gusto?
—¿Qué dices? — El azabache chasqueó su lengua y le apuntó con la cabeza el castillo.
—En serio necesito tu ayuda, te contaré todo, sólo prométeme que me serás de apoyo.
El más alto no se pudo negar a la petición del alpha que le miró ansioso. Le siguió en silencio y le examinó su andar, debía de admitir que el alpha se veía distinto... tal vez con su lobo más presente que otras veces.
Llegaron hasta el estudio del alpha, en donde YoonGi sabía que podía hablar libremente sin ser escuchado, o al menos eso esperaba. NamJoon se sentó en una silla a espera de que el azabache hablara.
El rubio resultó acongojado cuando YoonGi, sin rodeos, fue al punto.
—Busqué a una bruja en el bosque. — El rubio abrió los ojos de demasía. Sabía mejor que nadie que involucrarse con brujas y lobos solitarios era más que peligroso.
—¿Qué? ¿YoonGi estás demente?— NamJoon se levantó de la silla y se acercó al alpha menor.
—Siéntate, déjame explicarte todo. —YoonGi tomó del brazo al alpha y lo volvió a dirigir a la silla en dónde anteriormente estaba postrado.
—Desde hace días he sentido a mi lobo inquieto, más en específico desde que el rey de Busan autorizó la expedición.
NamJoon ladeó la cabeza, mirando determinadamente los pequeños movimientos que YoonGi realizaba antes de sentarse en una silla frente a él.
—Cuando regresaron... JinHoo estaba más que molesto, me golpeó y me humilló frente a su mujer. Aunque pasó todo eso, mi lado lobuno seguía viéndose ansioso.— Oh, sentía tanta vergüenza a pesar de que NamJoon era de confianza.
—Me encerré en mi habitación, y no pude omitir aquel pensamiento que siempre rondaba en mi mente. Cabe aclarar que días antes ya había considerado la idea de buscar a alguien, sin embargo anoche se hizo más que insistente.
YoonGi miró a los ojos al alpha que se veía impasible, tal vez esperando una reacción positiva o algún comentario que no le denigrara.
—Estaba desesperado, no pude controlarme, terminé en mi forma lobuna corriendo por el bosque. Llegué lejos, y fue cuestión de tiempo para encontrarme con una bruja.— NamJoon chasqueó la lengua al escuchar la insolencia del alpha.
—Me dijo varias cosas, y le ofrecí mi sangre a cambio de un conjuro para encontrar a JiMin.— El rubio boqueó algo confundido.
—¿Tu sangre? Qué extraño... usualmente las brujas roban algo que tenga más valor.
—Oh, bueno... al principio quería mis ojos, pero me negué, y le terminé ofreciendo mi sangre.
—Probablemente sea porque eres de la realeza, la sangre real vale mucho. Al final de cuenta, eres un pura sangre. — El azabache asintió poquito ante la vaga idea.
—¿Después qué pasó?
Oh
YoonGi se conmovió poquito ante el notable interés que presentó el alpha en su relato. —Uh, bueno. Me llevó a una cabaña en donde parecía residir, preparó en un cazo una mezcla extraña y al final apareció JiMin en el reflejo...
—¿Viste cómo estaba?— YoonGi asintió mudo, su pulgar acarició su labio inferior y sus delgadas cejas se fruncieron.
—Estaba llorando, y se veía delgado. Me removió algo al ver que se veía mal, pero no me dio tiempo de decir algo, porque en segundos apareció en el reflejo una cabaña, apareció en dónde estaba — NamJoon esperó pacientemente a que YoonGi terminara, dándole un poco de tiempo de acomodar sus ideas —. La cabaña estaba cerca del otro lado de la montaña, cerca de sus faldas, en la parte más frondosa del bosque.
—¿Y qué quieres hacer? — NamJoon remojó sus labios, esperando a que el otro alpha le pidiera algo.
—Yo... yo quería ir por él.
—Sabes que no puedes salir de aquí sin autorización de tu hermano.
—Sí, pero puedo escabullirme.
YoonGi miró a NamJoon, le pidió de su ayuda para ir y el rubio no pudo negarse a los ojos brillosos que le miraban en busca de afirmación.
Ambos alphas se cambiaron rápidamente sus ropas y comenzaron a ensillar a sus corceles en silencio. YoonGi se preguntó si necesitarían a alguien más que les ayudara.
—¿Sólo iremos nosotros dos? — preguntó YoonGi un tanto ansioso.
—Sería algo complicado y peligroso si vamos solos, podríamos llevar a dos hombres más y pasar desapercibidos.
El ojigris asistió cómplice. NamJoon no tardó en reclutar a dos hombres que eran de su entera confianza.
El más alto le mintió al rey con respecto a su salida, alegando que irían a entrenar tiro con arco en el bosque. JinHoo le creyó, sin prestarle atención realmente y les autorizó salir del castillo.
Las puertas se abrieron para los cuatro hombres y los corceles comenzaron a ser guiados por los jinetes. NamJoon iba a la cabeza, liderando el paso e indicando el camino que dirigía hacia la frontera con Busan.
El camino fue silencioso, apresurado y algo cansado. Escuchándose a ratos la grave voz del comandante guiando y abriendo camino. YoonGi se sorprendió en demasía cuando NamJoon recortó camino por una parte del bosque que desembocó directamente en la frontera.
—Pasar sin carruajes es más rápido. Así no debemos de seguir el camino principal y se corta camino.
YoonGi asintió, deteniendo a los caballos para que el azabache pudiera ubicarse correctamente.
—Te seguiré a partir de aquí, nosotros te cubriremos la espalda.
YoonGi sonrió apenas y asintió con la cabeza a los alphas detrás de él, mostrando su agradecimiento.
—El camino es recto, necesitamos llegar hasta la falda de esa montaña. — El falange delgado señaló la montaña que se asomaba por entre los árboles.
—Después necesitaremos cruzarla y llegar al campo abierto.
—Será un camino largo entonces.— Habló uno de los alphas y NamJoon asintió de acuerdo.
Su cuerpo temblaba, oh, sentía que la piel de su cuello quemaba, comenzaba a tener fiebre y por consecuencia, retumbantes escalofríos que le helaban la pleura y le hacían estremecerse bajo el manto con el que su mayor le acobijaba.
—Sigues teniendo fiebre alta.— Suran colocó un trapejo mojado en su frente, tratando que con la frescura bajara el deliro del omega.
La mujer acomodó la cabeza del delgado en su regazo, apartó el cabello oscuro de su frente y le acarició su carrete, tratando de distraerle del dolor. JiMin jadeó bajito cuando sintió su cuello arder, una oleada de calor impresionante le golpeó, cosa que le hizo sudar.
—Maldita sea, si los alphas afuera se dan cuenta de esto, nos matarán. — El castaño frunció su ceño cuando Suran amagó moverse.
—No te muevas noona, duele.
Suran se quedó quieta, importándole poco que sus piernas dolieran por el peso que cargaban. Suspiró al sentir el aroma del omega engrosarse. El olor dulce convirtiéndose en algo amargo y denso que era incómodo a las fauses.
—Trata de calmarte JiMinnie. Tu aroma se está haciendo notar.
El cabello rubio cenizo se amarró en una trenza rápida y torpe, tratando de que el cuello de la mujer quedara descubierto. Liberó feromonas tratando de calmar al otro omega, y pareció funcionar, porque JiMin suspiró poquito al sentir el fresco aroma.
—Aguanta un poco, el efecto de una bruja desaparece después de unas horas.
JiMin dentro de su agonía se preguntaba el por qué una bruja le buscaría. Sabía mejor que nadie que su abuela y Taehyung no se metían en ese tipo de cosas. Además de que encontrar una bruja en esos tiempos era más que difícil.
—La mancha en tu cuello se está volviendo violeta.
—¿Eso es bueno?
—Sinceramente no sé. Nunca había visto en primera persona casos como estos.
JiMin siseó divertido, y cerró sus orbes cuando sintió otro escalofrío bañar su conciencia.
La puerta de la habitación fue tocada toscamente, Suran por instinto cubrió a JiMin que se hizo ovillo en su regazo. —Zorra, deben de apagar las luces, es hora de dormir.
Suran gruñó ante la voz del alpha. —En un momento. — La rubia refunfuñó molesta y desvió la mirada nuevamente al omega que apretaba sus orbes ante la fiebre.
—Apagaré las velas, sólo dejaré una encendida para poderte cuidar.
JiMin asintió poquito, gimió dolorido cuando su cabeza reposó en un pedazo de tela que la omega usaba como falda. Suran se levantó y apagó las velas de la habitación, tomó un pequeña vela que seguía encendida y la acercó al cuerpo del omega, haciendo que alumbrara levemente su rostro que seguía contorsionándose por el ardor.
—Espero que la fiebre baje un poco para que puedas dormir.— Susurró bajo la omega, volvió sentarse al lado de JiMin y le vio.
Era un omega muy bonito, con labios gruesos, cejas rectas, nariz pequeña y ojos que siempre brillaban a pesar de las catástrofes. Admitía que estaba bajo de peso, pero era fiel creyente de que si se alimentaba correctamente se vería más que hermoso.
—Eres muy bonito JiMinnie...
El castaño entreabrió sus orbes y le mostró una leve sonrisa de labios a Suran. —¿Por qué tan de repente dices que soy bonito?
—No sé, simplemente digo lo que pienso. Eres un omega muy hermoso.
—Tu eres más bonita que yo noona. —Suran le sonrió y le susurró bajito.
—Me recordaste a mi hermanita.— JiMin miró como Suran pasaba las yemas de sus falanges por el dorso de su mano, repasando el número 13 tintado en su muñeca. Se quedó el silencio, aprovechando la oportunidad de que la omega pudiera desinhibirse.
—Era una niña de ojos redondos y largos cabellos, siempre le gustaba andar descalza por la casa. Aún recuerdo que todos los miércoles sin falta me exigía acompañarla a cortar fresas.
JiMin preso de su curiosidad preguntó por ella. —¿Cuántos años tiene? — Suran posó sus orbes oscuros en la llama de la vela y frunció sus labios.
—Tenía 8 años.
—¿Tenía?
—Sí, falleció por el veneno de una rana — JiMin se quedó mudo, sin saber qué decir —. Era una chiquilla muy curiosa, un día fuimos en familia al bosque a recolectar hongos, cerca había un río, por lo tanto había ranas y sapos. Ella estaba en la orilla brincoteando, no sé cómo es que una rana venenosa se dejó agarrar tan fácilmente, pero aún recuerdo que gritó fuerte cuando la rana brincó, me acerqué a revisarle y fue cuestión de tiempo para darme cuenta que la rana era venenosa.
Papá la cargó y la llevamos con una anciana que curaba gente. Nos dijo que inevitablemente moriría por el veneno, lo único que hicimos fue acompañarla en su agonía. Esa misma madrugada falleció.
El castaño admiraba profundamente a la mayor, admitía que además de ser hermosa, era sumamente fuerte y valiente.
—Sé que ella está en un lugar mejor, y que me cuida desde donde sea que esté.
Suran acarició la piel del dorso de JiMin y le miró bonito, con una galaxia en sus ojos. Sus orbes oscuros se pasearon por la poca piel descubierta de su cuello que se alcanzaba a ver.
—¿Te sigue doliendo? — El omega asintió poquito.
—Siento ardor, como cuando te quemas la piel y te arde. — La fémina de quedó tiesa unos segundos antes de tapar la boca del omega con su mano, JiMin le miró confundido cuando vio que la mujer tapó sus labios con su índice, pidiéndole hacer silencio.
JiMin frunció su ceño y agudizó su oído como la omega a su lado. Juraron que escucharon entre el ruido de los grillos, suaves pasos a fuera de la cabaña. Cómo si buscarán pasar desapercibidos.
Ambos omegas se quedaron quietos cuando escucharon unas voces que no lograron diferenciar.
"—Veo una suave luz por entre las maderas, puede que esté loco"
JiMin miró consternado a la omega, a pesar del ardor en su cuello se sentó y susurró cerca de su oído. —Conozco esa voz. — Suran le vio impresionada.
Oh, esa voz era imposible de olvidar.
Pero entonces se preguntó qué hacía ahí, ¿acaso estaba alucinando?
Se quedaron en su lugar estáticos; esperando algún susurro o ruido que les hiciera estar alertas. Entonces escucharon gritos que se levantaron entre el silencio.
Ambos omegas brincaron en su lugar cuando la pared en la que estaba recargada la omega vibró y crujió unos segundos por un golpe. JiMin miró más que asustado a la rubia.
Y cuando la mujer iba a hablar, unos fuertes golpes fueron a parar a la puerta, como si buscaran tumbarle en seco. JiMin sentía la adrenalina en su cuerpo, mierda que sí la sentía.
Un alpha algo ensangrentado entró a la habitación, miró a los omegas paralizados en el suelo y se les acercó rápidamente. Les levantó bruscamente y les jalo fuera de aquel pequeño cuarto. Suran se renegaba a ser llevada, pataleaba y le gruñía al alpha, mientras que JiMin miraba a su alrededor. Viendo a varios hombres pelear entre sí con armas.
Fue entonces cuando aquel ardor en su cuello paró en seco y sintió una ráfaga de alivio al conectar miradas con él.
Alpha
Omega
El corazón en su pecho hizo un vuelco al verle, se sintió ansioso y juró ver cómo el alpha en tan sólo un movimiento cortó la yugular de su contrincante. Corriendo hacia él, tan desesperadamente que incluso se veía torpe en su andar.
—¡JiMin! — La voz de Suran le bajó de su ensueño con aquel alpha. Volteó sus orbes a la fémina y ella apuntó al hombre que les jaloneba con algo de esfuerzo por una herida que tenía en el hombro.
Suran pateó fuertemente la entrepierna del hombre y JiMin le dio una patada en la espalda que hizo caer por unos segundos al alpha. La rubia tomó de la mano al omega y corrió a donde sea que su instinto de supervivencia le indicaba.
Podía sentir el retumbar de su corazón en sus oídos.
JiMin inevitablemente miró a sus espaldas, demasiado absorto en el alpha que le seguía de lejitos, tratando de alejar a sus secuestradores de su camino.
YoonGi conectó sus orbes grisáceos con él por unos segundos, aquellos ojos pequeños luciendo desesperados. Joder, de repente sentía un deseo apoderarse de su ser, sintiendo unas ganas irremediables de ser llenado de aquel alpha.
Su cuello cosquilleando impasible por algún toque, llamándole.
La respiración del castaño se cortó cuando su contacto visual se vio roto y cuando realizó que su cuerpo estaba al exterior de la cabaña, sintiendo el frío del gélido otoño en sus huesos.
—Es nuestra oportunidad de escapar. Toma un caballo y vámonos de aquí. — Suran se acercó a un corcel rápidamente, mientras que JiMin se quedó ahí de pie, negando con la cabeza.
—¡No! Ellos vinieron a salvarnos. Lo último que podríamos hacerle es dejarlos varados.
—¿Cómo estás tan seguro de eso? Puede que estén arreglando asuntos de alphas apestosos.
—El príncipe de Daegu está ahí dentro peleando. No pienso irme sin él.
Suran viró los ojos rendida y aceptó entre muecas, no creyéndole mucho. La mujer miró a su alrededor algo con lo que defenderse, encontró unas rocas sueltas y una rama rota en el pasto húmedo por el frío. Le tendió la rama al omega y ella tomó entre sus manos las rocas porosas.
La omega chilló cuando vio a un alpha acercarse peligrosamente a JiMin con una navaja en mano, le lanzó una roca en la cabeza, que si bien no logró dejarle inconsciente, le proporcionó una herida justo en la ceja.
—Maldita zorra. — El hombre se abalanzó sobre la omega, y JiMin no dudó en golpear duramente la rama gruesa en la nuca del alpha, Suran suspiró bajito cuando el hombre fornido cayó inconsciente a sus pies.
La rubia le arrebató la navaja de las manos, miró a JiMin que le veía un poquito impresionado.
—¡Ahí están! — Ambos sintieron su corazón galopar más rápido al ver que otros dos alphas corrían hacia ellos, buscando cazarles. JiMin jaló a Suran de su muñeca y corrieron, tratando de evadir a los hombres que les perseguían. Llegaron a un pequeña bajada, parecía algo peligrosa por las piedras puntiagudas que sobresalían.
—Mierda... ve primero JiMin, te daré mi sobre falda para que puedas deslizarte sin lastimarte. — El castaño negó y miró hacia sus espaldas cuando escuchó la voz de los alphas cerca.
—Ve primero tú noona, será más rápido. — Suran dudosa aceptó, con cuidado bajo por la vereda, manchando su vestido de tierra y lodo, pero saliendo ilesa.
—¡Te lanzaré mi sobre falda! — JiMin asintió. El pedazo de tela fue lanzado y atrapado por entre los dedos del omega. Y cuando se disponía a bajar un alpha le atrapó por su camisa.
—¡JiMin! —Suran gritó desesperada al ver que uno de los alphas le apresó toscamente.
—¡Vete! ¡Déjame aquí y sálvate noona! — La rubia no pudo negarse cuando vio que un alpha tenía afanes de bajar a atraparle. Entonces corrió, corrió lo más que pudo, dejando atrás al omega.
"Lo siento JiMinnie"
La rubia bajó por el camino, y volvió a donde la cabaña, encontrándose con que los alphas seguían peleando entre sí. Se escondió en entre el follaje y vio cómo los hombres que estaban uniformados amarraban o mataban a los alphas que le mantuvieron encerrada.
Y se sorprendió cuando vio pasar a los dos hombres con JiMin tratando de escapar en caballos ajenos. Gruñó molesta y armándose de valor salió de su escondite a interponerse en el camino de los caballos, gritando y gruñendo hacia los animales que se perturbaron ante la inesperada intercepción.
Los caballos patalearon y se levantaron asustados, logrando que los alphas y el omega cayeran en seco al piso. Suran corrió hacia el omega que jadeaba, con las manos atadas y una mordaza en la boca. Lo levantó como pudo y lo alejó de los alphas que lentamente se incorporaban por el golpe.
La rubia no lo pensó mucho y caminó a paso algo lento con el peso del omega hacia los hombres uniformados.
YoonGi vio a la mujer acercarse lentamente por la noche, entrecerró sus ojos y vio que venía con JiMin en su espalda. Apenas y aviso a NamJoon con la voz cortada de lo que veía antes de ir a ayudar a la mujer.
La distancia que los separaba era algo abrumadora y Suran no aguantó mucho antes de caer por unos segundos por el peso. JiMin trató de hablar bajo la mordaza pero fue más que inútil. Suran jadeó por aire y con una mano toscamente bajó la mordaza de la boca del omega.
—Mierda, eres pesado y no tengo condición. — La mayor se quejó y con una mueca en su cara se volvió a poner de pie.
—Puedo caminar noona. — Suran negó y apuntó con su mirada su tobillo.
—Te jodiste el tobillo, no te hagas el fuerte conmigo. — Volvió a caminar a paso lento y vio más cerca a YoonGi.
—Ese hijo de puta no se apresura. — Suran se quejó, mientras que JiMin siseaba entre dientes al apoyar su pie lastimado en el piso.
—Cállate, es el príncipe, mejor ayúdame y camina. — Ambos hicieron un esfuerzo sobrehumano al avanzar.
YoonGi desesperadamente corrió colina abajo cuando vio a uno de los alphas renguear detrás de los omegas.
—¡Ciudado! — Gritó fuerte hacia los omegas que pararon al oírlo, ambos voltearon y abrieron sus ojos en demasía cuando vieron al hombre fornido más que cerca con una daga en mano.
Suran empujó a JiMin al suelo y enfrentó al alpha, con la pequeña navaja que había robado en mano le saltó encima, apenas pobremente haciéndole daño, sólo rozando la piel de su brazo. El hombre la tomó del antebrazo y perforó el estomago repetidas veces de la mujer que chilló cuando sintió el metal atravesarle las entrañas. El castaño gritó al ver una mancha carmín esparcirse rápidamente por el corset azulado de la omega, para después ver cómo caía rendida por las heridas al suelo.
Tembló al ver al hombre acercase a él con la cuchilla ensangrentada. Y se quedó congelado cuando un lobo negro se lanzó sobre el alpha, tirándole de lleno al piso y tronándole el cuello de tan sólo un mordisco.
Joder.
El lobo zangoloteó el cuerpo inerte del hombre en el suelo. JiMin boqueó y desvió su mirada a la omega que apretaba su estómago sangrante, se arrastró como pudo al lado de ella y posó la cabeza ajena en su regazo.
—Noona... resiste, vas a estar bien.— Apretó entre sus falanges la herida, tratando de retener la hemorragia, incluso en su desesperación arrancó un pedazo de tela del mismo vestido de la mujer e hizo un torniquete improvisado aún con sus manos atadas. No se apartó de su lado incluso cuando el lobo aulló y unos hombres después de unos segundos aparecieron a su lado.
—JiMinnie... — Apenas y susurró Suran con una voz temblorosa.
—No me dejes. — Con sus lágrimas manchó el rostro ajeno y la mujer le tendió su mano. JiMin la tomó y le besó los nudillos, manchándose de sangre el rostro y mojando el dorso de la mano ajena con lágrimas saladas.
—Necesitamos subirla al caballo para poder llevarla a que la atiendan. Será un largo camino, pero puede aguantar.
—¿Oíste? Puedes aguantar un poco más.
Suran negó y siseó divertida, oponiéndose a la oportunidad. —Déjame morir... quiero... reencontrarme con mi hermana y mi abuela. Ya he pasado por mucho como para seguir. — JiMin contrajo su rostro en desesperación, negó rápidamente con la cabeza y miró al hombre rubio frente a él para que le ayudara a cargarla.
—No... no, déjame... — JiMin se quedó mudo al ver que Suran sacó de entre la tela de su vestido una pequeña bolsa turquesa manchada de sangre, la colocó en la palma de su mano y la cerró.
—Esto... ahora es tuyo, cuídalo JiMinnie.
—Noona... la quiero mucho.
—Y yo... a ti.
Su vista se nubló ante las lágrimas que le cubrieron al ver que la omega había cerrado sus orbes. Necio, trato de moverla y despertarla, pero era más que obvio que estaba muerta.
—JiMin-ssi.
Una voz grave algo pastosa seguida de una mano huesuda en su hombro le hicieron temblar. —Tranquilo.
Aspiró poquito para calmar a su apresurado corazón e inevitablemente se llenó de aquel rico aroma del alpha, pasó saliva y juró que le supo todo a él.
Alpha.
Levantó sus orbes y se topó con unos ojos rubis que le miraron tratando de darle algo de confort, con el rostro de YoonGi sudoroso y con aquel oscuro cabello revuelto. Sus labios pomposos temblaron y su voz pareció no funcionar.
Dios, estaba tan rebasado por todo.
Y se deshizo ahí, permitiéndose partirse frente al alpha que le trataba de calmar sus espasmos con una mano en su espalda.
Después de lo que le parecieron horas, iba cabalgando en un caballo, afirmando sus manos temblorosas en la cintura del alpha delante de él, cubriendo su cuerpo del frío con una capa perteneciente a YoonGi.
Miró a los árboles pasar, y su vista se estancó en el cuerpo de la fémina que era detenido por un alpha, de forma que le era fácil al hombre dirigir su corcel y sostener al cadaver.
JiMin suspiró bajito, y YoonGi le habló.—¿Tienes frío? — El omega negó a pesar de que el alpha no le podía ver.
—No...
—Tranquilo, pronto llegaremos.
JiMin afirmó su agarre en la cintura de YoonGi e inevitablemente recargó su cabeza en la espalda del príncipe que sintió un vuelco en el pecho al sentir más cerca el aroma del omega. Oliendo un poco amargo y algo salado, JiMin trató de buscar consuelo o algo que le calmase en aquel brumosa madrugada.
YoonGi sintió a su lobo chillar cuando oyó al omega susurrarle bajito, como si sólo quisiera que fuera escuchado por él. —Gracias... sin usted, estaría muerto.
—No tienes qué agradecer. — JiMin tuvo un dilema ahí, detrás del alpha, con su denso aroma, porque extrañamente sintió en su pecho instalarse un calor que le calmaba los sentidos, porque se deshizo en esencia y alma ahí ante el alpha y porque sintió tan malditamente incorrecto el hecho de que su vientre ardió como lava ante la presencia ajena.
Oh, su lobo le estaba llamando.
No sabía que tan sólo era el comienzo de lo 'inapropiado'
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