02
ωμέγα φεγγάρι
El lobo negro corría por el bosque buscándole, sus patas no se detenían y evitaban a toda costa las raíces salidas de los árboles. Pronto llegaría al río y aún no le había encontrado.
Alpha
Paró en seco ante la suave voz para poder escuchar algún sonido o llamado, aspiró el aire en busca de su aroma. No olió nada, pero si escuchó un gemido de dolor que le puso los pelos de punta, sintió un escalofrío bajar por su columna ante aquel sonido que hizo un cúmulo de emociones en su interior.
Respondió al llamado gruñendo. Con su instinto animal saliendo cada vez más a flote corrió al origen del llamado.
Posó sus patas en un tronco que estaba en el lodo y vió a un lobo color gris inquieto ante la noche echado bajo un roble. Caminó y anunció su llegada con un chillido que pronto fue respondido por el contrario mientras movía la cola ansioso esperándole con las orejas gachas sumiso.
El azabache olisqueó el cuello del menor en cuanto tuvo oportunidad de estar completamente a su merced, el aroma del lobo era suave y hacía a su corazón bombear tranquilo junto al compás del viento. Le lamió una oreja complacido por su presencia, se sorprendió cuando el lobo gris lamió su rostro e hizo que sus narices húmedas rozaran entre sí. Sus orbes chocaron y se sintieron desfallecer al reconocerse.
Humo de niebla y madera chocaron ante el mínimo parpadeo, dos mundos y almas completamente diferentes se envolvieron en una danza sublime.
Alpha
Alpha, tardaste tanto
El más grande se posó detrás del grisáceo y apoyó su cabeza en el lomo del otro al mismo tiempo liberando feromonas para que pudiera olerle, buscando protegerle de algún peligro y a la vez disculpándose por la demora.
El sonido del aire chocando con las copas de los árboles, el agua chocando con las rocas del río y los grillos acompañaban su encuentro de ensueño. Definitivamente el par de almas se sentían desvanecer ante el encanto.
Suspiró complacido el grisáceo cuando sintió al alpha removerse en su cuello para poder captar su aroma nuevamente, movió el mismo para darle más espacio. El alpha ronroneó complacido ante el acto y hundió más su húmeda nariz en el pelaje plata olisqueando y aspirando todo lo que sus pulmones le permitían.
Gruñó cuando el menor se separó, pero no tardó en ronronear nuevamente cuando el lobo giró sobre sí mismo y se recostó sobre su espalda para mostrarle su vientre en acto de sumisión. Bajó su cabeza hasta estar lo suficientemente cerca como para lamerle, embelesado con el sabor suspiró y olisqueó la piel caliente del otro, mordió una tetilla rosada y el otro chilló molesto, mas no se movió de su posición. El más grande se posó sobre el cuerpo del menor, volvió a oler su cuello preso de la adictiva esencia que le ponía el mundo de cabeza, aquel dulzón aroma de duraznos y caramelo que le volvía loco.
Separó su rostro y se topó con una sonrisa de perlas, piel sonrojada y unos ojos miel que le miraban con un amor imposible de interpretar.
YoonGi alpha
JiMinie
Despertó agitado.
Sentía su corazón bombear sangre apresuradamente. Su mano fue directo a tu frente sudada.
La lluvia y los rayos le acompañaban en esa noche inesperada.
Tragó nervioso y miró a su alrededor en busca de aquel aroma, siendo consiente pronto de que se encontraba solo en aquella cama cubierta por un dosel carmín.
Maldijo bajo mientras cubría su rostro sonrojado. Corrió las mantas fuera de su acalorado cuerpo, abrió el dosel, se quitó la pijama y caminó al baño desnudo para poder tomar un baño con agua fría.
Llenó la tina y tan pronto estuvo llena incorporó su cuerpo al agua helada, se le tensaron los músculos ante el frío y siseó mientras frotaba su cuerpo para tratar de recuperar calor.
Decir que estaba confundido era poco, su mente reflejaba una y otra vez las imágenes de ese sueño. Su cuerpo temblaba y su voz parecía haberse ido. Realmente no sabía que significaba todo eso, su celo llegaría en un mes y no le encontraba otro sentido a lo que sentía en su pecho acumularse.
Pasó minutos dentro de la tina reflexionando y recordando aquel sueño en donde JiMin, aquel omega castaño inconsciente era el protagonista.
Rechistó rendido saliendo de la bañera, secó su cuerpo y se colocó una nueva pijama. Recostó su cuerpo fresco en la mullida cama, sin embargo en cuanto trató de dormir un sonido hizo que abriera los ojos. Levantó la cabeza de la almohada confundido y miró a su alrededor en busca del responsable.
—Debo de estar loco...
Susurró y volvió a acostarse, cerró los ojos dispuesto a descansar, solo oía la tupida lluvia y algunos rayos caer del cielo. Estaba a punto de caer dormido cuando le volvió a escuchar.
Alpha
Era la misma voz de su sueño
Él le estaba llamando
Desesperado se levantó rápidamente de su lugar, abrió la puerta de su alcoba y sacó la cabeza al pasillo para ver si no había nadie. Vio la habitación de su hermano y no notó nada extraño, vio la de Suho y su nana en completo silencio, suspiró y sintió un escalofrío que le hizo jadear al volver a escuchar aquella voz.
Cerró su habitación y siguió a su instinto, su lobo arañaba y chillaba ansioso ante la voz. Sus pies descalzos no se dejaron de mover hasta que estuvo enfrente del salón que era el albergue de todos los omegas.
—Su majestad, ¿se le ofrece algo?
Un guardia le miró algo confuso, YoonGi le miró con el instinto a flor de piel. —Abre la puerta. Necesito ver a un omega.
—No puedo su majestad. El rey me ordenó que nadie puede entrar al recinto de noche.
Alpha
Le volvió a escuchar más fuerte, empujó al guardia y tomó la perilla del salón, la manipuló pero pronto notó que estaba cerrada por dentro. Gruñó y maldijo mientras chocaba su cabeza con la madera de la puerta.
Se giró molesto y se fue andando por los pasillos del castillo hecho furia. Llegó hasta la puerta cerrada que daba a los jardines laterales. Los guardias le vieron unos segundos antes de bajar la mirada intimidados por el aroma y la voz del alpha.
—Abran la puerta.
La puerta fue abierta en segundos, él corrió en una dirección en específica, importándole que su ropa quedara mojada por la lluvia, podía sentir a su lobo cada vez más inquieto con forme se acercaba al ventanal que estaba al costado del salón en donde estaba la voz que le llamaba y que curiosamente daba vista al jardín.
Sonrió de lado cuando vio el ventanal, apartó los arbustos y se subió en el filo del muro. Afiló su mirada mientras repasaba el salón con sus ojos grises, su lobo encontró al dueño de la voz, pero maldijo cuando notó que estaba hasta la esquina contraria. Bajó del ventanal y dió algunos pasos para poder ver mejor al omega. Volvió a subir lentamente, sus orbes miraron al castaño dormir profundamente, su pecho subía y bajaba lentamente tan tranquilo como siempre. Sin embargo notó algo raro, su ceño estaba fruncido, quiso mover su pie pero cayó cuando su extremidad descalza resbaló por la piedra mojada del muro.
Estaba perdido.
Estaba solo y no estaba su madre para ayudarle.
—¡MAMÁ!
El niño gritaba con todas sus fuerzas a los árboles, sus ojos empañados con lágrimas le impedían ver correctamente. Limpió sus lágrimas bruscamente con las mangas de su camisón y sorbió su nariz.
Su pequeño cuerpo temblaba del miedo, ya estaba anocheciendo y estaba solo en el bosque. Volvió a gritar pidiendo ayuda pero nadie respondió. Jadeó frustrado, caminó y se sentó rendido en una roca a esperar.
Para calmarse empezó a cantar una canción que siempre su madre utilizaba para arrullarle cuando tenía miedo. A ratos su tembloroso canto se veía interrumpido por sus lágrimas y por su llanto. Miró a su alrededor esperando ver a alguien, se paró de la roca y dio vueltas tratando de dimensionar su alrededor. Su pulso se aceleró cuando escuchó las voces de su niñera y su madre. Volteó sus ojos en la dirección en la que creía que venían, sus orbes claros se volvieron a aguar cuando les vio con una lámpara y con sus usuales vestidos pomposos. Jadeó y corrió en su dirección. Su madre le recibió con los brazos abiertos, le abrazó y le alzó del suelo, el crío enterró su mojado rostro en el cuello de su madre asustado.
—Tranquilo mi niño, ya estás con mamá.
Su nana tocó su espalda y le dio un beso en su melena. —No vuelvas a hacer eso, casi nos matas de un susto. El bosque es peligroso para un niño como tú, ten en cuenta eso.
El cachorro lloró con más fuerza al ser reprendido por su nana, salió de su escondite y pidió que su cuidadora le cargara. Cuando estuvo en sus brazos suspiró aliviado.
Las mujeres volvieron a caminar a su hogar con el niño en brazos.
—Perdón por haber huido.— El cachorro hizo un puchero en disculpa, mientras pasaba sus ojos de su madre a su nana.
—Bebé, ¿por qué huiste?—Su mamá no se oía molesta, aparentaba estar tranquila aunque por dentro temblaba del miedo y de la importancia.
—Hyung me hizo enojar...
Volvió a hacer pucheros molesto.
Sabía que si decía las cosas que habían pasado sus padres iban a pelear por su culpa y él no quería eso. Y es que no entendía por qué su hyung era mejor que él, su padre siempre le hacía a un lado cuando veía a su hermano y ni se diga cuando hacía algo destacable, sin embargo el se esforzaba por tener aunque sea un poco de su atención, pero siempre su padre le decía comentarios como "eres un flacucho" "no serás un alpha", y mentiría al decir que eso no le lastimaba, joder tan solo era un niño de 6 años.
—Hablaré con tu hermano cuando lleguemos.
Su madre y su nana eran el único refugio que tenía, ni siquiera su hyung le hacía sentir así de feliz y cómodo.
En lo que restó de camino se mantuvo en silencio mientras veía la luna llena aparecer lentamente en el cielo.
Fue bañado y cambiado por ropa limpia una vez que llegó a su hogar, su madre se encargó de acostarle y arroparle en su cama.
—Mamá, el bosque es muy aterrador. No quiero volver a ir nunca.— Su madre rió enternecida por el ceño fruncido de su hijo, sus delgadas manos acariciaron las mejillas pálidas de su hijo para reconfortarle.
—Si algún día te vuelves a perder en el bosque o en cualquier lugar, escucha al viento y mira las cortezas de los árboles, el moo y los hongos nacen con dirección al norte.
—¿Escuchar al viento? El viento no habla...
—Claro que sí, si prestas atención podrás sentir una caricia del viento y su susurro. El viento nunca miente, es como tu corazón, si sigues a ambos llegarás lejos YoonGi.
Abrió sus orbes lentamente, no había mucha luz por lo que se le fue fácil adaptar sus orbes por entre la oscuridad. Estaba en su alcoba, las cortinas del balcón estaban cerradas y su dosel estaba abierto a la mitad, trató de moverse pero un punzante dolor en su nuca le interrumpió, jadeó adolorido y volvió a cerrar los ojos.
Escuchó la puerta abrirse y seguido la voz de MinSeo.
—¿YoonGi?— su apareció cuando se asomó por la tela del dosel.— Ah, cariño ya despertaste.—Vio como la omega de edad avanzada dejaba una bandeja con comida delante de su cama.
—No te muevas cariño, te lastimaste el cuello y la nuca. Tuviste suerte de que no fuera tan grave.
La omega se movía de acá para allá con cosas, debía admitir que hasta hablar le dolía. Alguien llamó a la puerta y la omega atendió enseguida sabiendo quien se encontraba detrás.
—Adelante doctor.
¿Doctor? Joder, ¿tan mal estaba? Trató de recordar cómo es que había terminado así pero no podía recordar absolutamente nada.
—Su majestad, vengo a revisarle.
No habló, ni movió la cabeza solo le sonrió, y no es porque fuera grosero era porque el dolor en su nuca era tan vívido que le hacía rechistar dolido.
Vio como el médico se acercó con cosas, MinSeo le ayudó a levantarle la cabeza al alpha que apretaba los ojos por el dolor. Sintió que untaba y ponía cosas, unas frías y unas calientes, sintió como tocó algo que le hizo gruñir.
—¿Le duele? Perdone su majestad estoy limpiando la sutura.
—¿S-sutura?— Apenas y pudo susurrar el azabache.
—YoonGi ¿enserio no recuerdas? En la madrugada saliste de tu alcoba y fuiste al jardín lateral a hacer quien sabe qué, los guardias que te abrieron la puerta se preocuparon en demasía cuando no volvías. Te encontraron tirado en medio del pasto, estabas boca abajo y tu nuca estaba sangrando.— MinSeo hacía gestos mientras narraba lo que un guardia le había dicho.
—No fue tan grave su majestad, solo requirió de 3 puntadas y no fue tan profundo. Solo requerirá de reposo y de rehabilitación para la movilidad del cuello.
—¿En cuánto tiempo estará bien?— MinSeo levantó la mirada al doctor que se veía concentrado en limpiar bien.
—Dentro de 4 días quitaré los puntos, el tiempo de recuperación dependerá del príncipe, si hace lo que le recomiendo estará bien en 2 semanas.
MinSeo asintió y posó sus orbes oscuros en el menor. —Ya oíste YoonGi, nada de montar a caballo, ni de entrenar.
El azabache rodó los ojos y trató de ver lo que hacía el doctor en su cuello. Siseó cuando un trapo húmedo limpio parte de su espalda y nuca.
—He terminado, ya puede recostarle de vuelta.
Su cabeza volvió a tocar la almohada, suspiró aliviado. MinSeo apartó su cabello negro de la frente y le pasó un trapo húmedo.
—Por ahora le seguirá doliendo la herida, pero receté unas hierbas para el mismo dolor, así que no debe de preocuparse.
MinSeo, por favor asegúrese de darle los tés, vendré en 4 días para retirar puntos. Permiso.
YoonGi bufó adolorido y MinSeo rió por su actitud infantil.
—Fui considerada al no decirle al médico que estabas espiando a los omegas, si lo hubiera dicho te habría tachado de pervertido YoonGi.
El pálido abrió los ojos y se sonrojó mientras apartaba la mirada nervioso. Le había atrapado.
—¿Cómo sabes?
—Te vi. No fuiste muy silencioso al pasar por mi habitación y no estaba dormida. Después de un rato salí a la cocina por unas cosas, vi a los guardias nerviosos y les pregunté por tu pálido trasero.
La delgada guiñó y le acarició su melena negra. —Te traje de desayunar, debes de comer para estar fuerte. ¿Quieres que te ayude? Te notas ido.—
El menor negó. —Solo ayúdame a sentarme, me duele la nuca, es todo.— La mujer asintió y le ayudo a sentarse en su cama, le arrimó sus alimentos y el alpha comenzó a comer en silencio.
—Olvidé decirte que tú hermano saldrá del reino en 4 días. Probablemente deje a cargo a Suho, tu no estás en condiciones para gobernar ahora. Por lo que dijo irá a firmar un tratado a Busan y de paso dejará a los omegas que son de allá.
El azabache parecía meditar las palabras de la mayor mientras cuchareaba su sopa. Levantó la mirada cuando MinSeo abrió las cortinas y el balcón.
—Sé que no tengo voz ni voto, así que no puedo objetar nada.— Subió sus hombros y maldijo cuando sintió una punzada en su cuello. MinSeo le miró mal, se notaba que estaba enojada por lo que había dicho.
—No digas idioteces YoonGi, eres el jodido príncipe, claro que tienes voz y voto. Además estás lastimado por tus malditas hormonas, aunque quisieras no podrías gobernar si ni siquiera te puedes sentar solo.
—Vete, déjame solo.
—¿Qué?
—Mierda MinSeo, ¡lárgate! ¡Déjame solo!
La omega gritó cuando el más joven le aventó un cojín. Chasqueó la lengua molesta y gritó.
—¡Bien! Te dejare solo con tus malditas hormonas. No quiero oír tus gritos después porque no vendré ¿¡oíste!? Te dejaré solo.
Escuchó como se azotó la puerta, aventó la cuchara a la sopa y cubrió su cara con sus manos ignorando el dolor.
—Maldita sea...
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